¿Qué méritos podríamos tener en la vida, si todo lo que nos pase hubiese estado
fijado previamente?
El fin de la
existencia, como ya hemos dicho, es la evolución espiritual, referida a la
adquisición de los atributos Divinos que llevamos todavía en germen pero en
proceso de desarrollo mediante las pruebas de la vidas humanas que vivimos, o sea, que en cada vida
debemos procurar crecer siempre
en Amor y Sabiduría.
Como ya se ha explicado, lo
concertado de antemano son las metas y objetivos a alcanzar para nuestra
evolución, así como algunos acontecimientos puntuales y trascendentes para el
Espíritu , pero ante los cuales siempre se nos respeta nuestro libre albedrío
para decidir en nuestras actuaciones
según nuestra conciencia e intuición, por tanto el Ser humano decide continua y libremente su
actuación buena o mala, acertada o errónea a cada paso, de modo que siempre es
heredero de las consecuencias buenas o
malas de sus aciertos y errores cometidos libremente.
La Ley de Causa y Efecto nunca deja
de funcionar, y los efectos muchas veces nos repercuten en la propia existencia
en donde generamos las causas que los generaron.
Si absolutamente
todo estuviese fijado de antemano, nuestro libre albedrío sería cosa inútil,
porque no serviría para nada; el ser humano sería una mera marioneta sin alma
en manos de un destino muchas veces injusto y caprichoso, por lo que su vida en este mundo carecería de objetivos y
de sentido. Sin embargo esto no es así, pues vemos como todos tenemos un
pensamiento que nos hace libres y una voluntad para elegir ante las pruebas de
la vida.
Allan Kardec en el Libro de los
Espíritus, cap.X- Ley de Libertad, item nº 872, dice al respecto: “ La fatalidad, tal como vulgarmente se
comprende, supone la decisión anticipada e irrevocable de todos los sucesos de
la vida, cualquiera que sea su importancia. Si este fuese el orden de las
cosas, el hombre sería una máquina sin voluntad. ¿De qué le serviría la
inteligencia, puesto que estaría invariablemente dominado en sus actos por la
fuerza del destino.. Si semejante doctrina fuese verdadera, sería la
destrucción de toda libertad moral; no existiría responsabilidad para el hombre
y por consiguiente, ni bien ni mal, ni crímenes ni virtudes. Dios soberanamente
justo, no podría castigar a su criatura por faltas que no dependía de ella
dejar de cometer, ni recompensarla por sus virtudes, cuyo mérito no le
correspondería. Semejante ley sería además, la negación de la de progreso; porque
el hombre que todo lo esperase de la suerte, nada intentaría para mejorar su
posición, puesto que no sería ni de mejor ni de peor condición”.
- Jose Luis Martín -
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“El descubrimiento de la reencarnación me trajo la
paz; me gustaría comunicar a los demás la tranquilidad que da el poder ver lo
larga que es la vida.”
- Henry Ford-
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TRANSPLANTES DE ÓRGANOS
TRANSPLANTES DE ÓRGANOS
¿ Cuando se puede precisar que una persona está realmente muerta?.Para la American Society of Neuroradiology,es a través de la muerte encefálica, esto es, "cuando esté constatado el estado irreversible de cesación de todo el encéfalo y las funciones neurales( resultante de un edema y la masiva destrucción de los tejidos encefálicos) a pesar de la actividad cardiopulmonar que puede ser mantenida mediante avanzados sistemas de soporte vital y mecanismos de ventilación". Muerte cerebral significa la desvitalidad del cerebro, incluyendo el tronco encefálico que desempeña funsiones cruciales como el control de la respiración. Cuando eso ocurre, la parada cardiaca es inevitable. Aunque todavía haya latido cardiaco, la persona con muerte cerebral no puede respirar sin los aparatos y el corazón no latirá nada más que algunas pocas horas. Por eso la muerte encefálica ya caracteriza la muerte del indivíduo. La medicina, en el mundo entero, tiene la certeza de que la muerte encefálica, incluida la muerte del tronco cerebral, solo tendrá constatación mediante dos exámenes neurológicos, con intervalo de seis horas y uno complementario. Así, cuando sea constatada la cesación irreversible de la función neural, ese paciente estará muerto, para la unanimidad de la literatura médica.
Recientemente un hombre, cuyo corazón estaba parado hacía más de una hra y cuyos órganos ya estaban a punto de ser recogidos por los médicos para utilizarlos para transplantes, despertó en la mesa de cirugía, o sea, había en él "señales de vida" , estrictamente hablando, un enunciado equivalente a determinar la ausencia de señales clínicas de muerte. "Los participantes del eqipo de cirujanos presentes, enfatizaron que, en el caso de que las recomendaciones oficiales que estaban en vigor en el momento hubiesen sido seguidas a rajatabla, el paciente probablemente habría sido considerado como muerto".
Los Espíritus afirmaron a Kardec que el desligamiento del cuerpo físico es un proceso altamente especializado y que puede demorar minutos, horas, días, meses. El caso, obviamente, demuestra que la frontera entre la vida y la muerte suscita una rigurosa reflexión de los profesionales de medicina ( especialmente entre especialistas en reanimación y las autoridades que regulan la bioética), y los obliga, algunas veces, a cuestionar sobre qué criterios objetivos permiten definir el momento exacto en que un paciente que fue sometido a tentativas de reanimación, puede comenzar a ser considerado un potencial donador de órganos. La situación representa una ioustración pujante de cuestiones que persisten, irresueltas, al menos en el área de la reanimación médica, en cuanto que las modalidades de intervención y criterios que permitan determinar el fracaso de un esfuerzo de reanimación.
A pesar de las controversias sobre la muerte encefálica, en vigencia de la cual los órganos o partes del cuerpo humano son removidos par autilización inmediata en enfermos de ellos necesitados (transplantes), en menester considerar que estar en muerte encefálica y permanecer en una condición de parada definitiva e irreversible del encéfalo, incompatible con la vida y de la cual nadie, en tiempo alguno, se ha recuperado. Habiendo muerte cerebral verificada poor exámenes convencionales y tambien, apoyada en recursos de moderna tecnología, apenas los aparatos pueden mantener la vida vegetativa, en ocasiones, por tiempo indeterminado. " Es en ese estado que se verifica la posibilidad al donador de órganos, de "morir" mediante la ortotanasia y solo entonces, sus órganos serían aprovechados- ya que órganos sin irrigación sanguínea no sirven para transplantes.
¿ Eutanasia ?. Evidentemente que caracterizar el caso como tal, carece de argumentación científica para condenar el transplante de órganos. La eutanasia de modo alguno se encajaría en esos casos de muerte encefálica comprobada. La donación de órganos es un procedimiento médico moderno que no es, específicamente, mencionado en los textos evangélicos Algunas personas se oponen a este avance de la medicina, simplemente porque es "nuevo" y "diferente", pero ese argumento no sirve de base correcta para enjuiciar la cuestión. El Creador dio al hombre la capacidad de pensar y la habilidad de inventar y nunca condenó el progreso tecnológico en sí. Imaginemos lo siguiente: Si la donación del propio brazo derecho o del riñón derecho salva la vida del propio hijo, cual padre amoroso, ¿ quien se escondería de donarlo?. Por tanto la donación es un acto de bondad y amor que beneficia tambien, a un receptor desconocido. El órgano que ya no sirve a la persona muerta puede permitir a una joven madre cuidar de sus propios hijos, o a una criatura, llegar a la edad adulta. "si la misericordia divina nos confiere una organización física sana, es justo y válido, después de que hayamos utilizado de ese patrimonio, ofrecerlo gracias a las conquistas valiosas de la ciencia y de la tecnología, a los que vinieron carentes a fin de continuar su jornada."
El tema de la donación de órganos y transplantes, es bastante cotidiano en el escenario terreno. Sobre el asunto, tal vez porque las informaciones instructivas de los Benefactores Espirituales no son abundantes, existe recelo a lo desconocido que para en la imaginación de muchos hombres. Es el motivo por el que algunos espíritas se resisten a autorizar en vida, la donación de sus propios órganos después del desencarne.
Por tanto, es interesante introducirnos en la siguiente reflexión: si hoy, somos donadores, mañana podremos ser ( o nuestros familiares y amigos), receptores de órganos. Para la mayoría de las personas le cuestión de la donación es tan remota y distante como la muerte. Pero para quien está esperando un órgano para trasplante, significa la única posibilidad de vida. Joanna de Angelis, sabiendo de esa importancia resalta: " Verdadera bendición, el trasplante de órganos concede oportunidad de continuación de la vida física en la condición de moratoria, a través e la cual el Espíritu continúa el periplo orgánico. Al final, la vida en el cuerpo es el medio para la plenitud que es la vida en sí misma, exustalte y real".
En entrevista a la TV Tupi, en agosto de 1964, publicada en la Revista Espíritaa Allan Kardec, año X nº 38, en la cual Francisco Cándido Xavier comenta que "el trasplante de órganos, en opinión de los Espíritus sabios, es un problema de la ciencia muy legítimo, muy natural y debe ser llevado adelante. "Los Espíritus, según él, "no creen que el trasplante de órganos sea contrario a las leyes naturales. Pues es muy natural que al deshacernos del cuerpo físico, vengamos a donar los órganos a compañeros necesitados de ellos, que pueda utilizarlos con provecho".
No se puede perder de vista la cuestión del mérito individual. ¿ Estaría el destino de los Espíritus desencarnados a merced de la decisión de los hombres, de retirarles los órganos para trasplante o en retirarles las vísceras por ocasión de una necropsia?. ¡ El buen sentido y la razón señalan que eso no es posible, por cuanto sería admitir la justicia del acaso y el acaso no existe !. Es más, en síntesis, la donación de órganos para trasplantes no afectará al espíritu del donador, escpto si creemos que la Ley de Dios sea injusta o que estamos en el Planeta a la deriva de Su Voluntad.
Recordemos que en los Estatutos del Creador no hay espacio para la injusticia y el trasplante de órganos ( conquista de la ciencia humana), es valiosa oportunidad entre tantas otras, colocada a nuestra disposición para el ejercicio del amor.
-Jorge Hessen-
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