domingo, 31 de enero de 2016

ESPIRITISMO: DOCTRINA DE VANGUARDIA



  
   Reflexiones con Merchita
Queridos hermanos, hola buenos días,  son muchos los espiritas que protestan por la forma que encaran muchos hermanos la Doctrina, piensan y algunas veces con razón, que lo que dicen ser espiritismo no lo es, todas las doctrinas y en especial el Evangelio de Cristo contó con hermanos que intentaron modificar su contenido, pero la verdad prevalece sobre todas las cosas.
Muchos centros espiritas, están divididos, hay hermanos que se desilusionan y se marchan, y yo digo, que lo fácil es irse, lo difícil es quedarse, se nos olvida, que en los centros residen hermanos para aprender amarse y respetarse, hay cosas que se salen del contexto, pero con el estudio serio y detallado de la codificación espirita, podemos discernir lo que es y lo que no es espiritismo.
Sabemos que no estamos solos, y que muchos que no se ven, no quieren que el bien prevalezca, por eso debemos orar y vigilar, para no dejarnos llevar por ellos, que se manifiestan a través de hermanos poco comedidos y que en su afán de sobresalir sobre los demás, se dejan llevar y sirven a las sombras. Hay que tener mucho cuidado. Porque al igual que en una familia, topamos con enemigos del ayer, que vienen personificados en nuestros seres (CONSANGUÍNEOS)), para que aprendamos a amarlos, en todas las instituciones sucede lo mismo, y no podemos abandonar el carro, dejarlo a la deriva, ya que traemos compromisos asumidos que no podemos eludir.
Por la cuenta que nos tiene, con los conocimientos que tenemos, no podemos  alegar desconocimiento, se nos han dado unos talentos,  no para que los encerremos en la tierra,  debemos multiplicarlos y no podemos dejar a un lado a los que no son buenos,  hemos de continuar firme en los conocimientos para nosotros, para no caer en sus redes, Jesús nos dijo que cuando no pudiésemos opinar dijésemos si, si. No, no. Así,  no nos  enojamos  con los seudosabios que lo saben todo, y que no nos prestan atención, es la prueba más dura que puede  sufrir un espirita. El que esté en pos de la verdad, e intenten hacerle lo blanco, negro. Que lo crea saber todo y que lo contradigan, se olvidan que lo que de momento parece haber sido aceptado sin ser la verdad, el tiempo se encarga de desmentirlo. Y que Jesús  no vino a tratar con los sanos, ellos no lo necesitaban, y si lo hizo con los hermanos ignorantes, y enfermos, ellos necesitaban la medicina.
Solo hace falta paciencia para esperar. Porque el tiempo se encarga de poner cada cosa en su sitio. No entremos en querellas, ni en discusiones, el Espiritismo no necesita de defensores, y si de trabajadores que sin querer destacar sobre los demás sean capaces de divulgar la doctrina, sin ningún tipo de interés.
Dice que aquel que defiende su verdad, es porque no es verdad, la verdad no necesita defensores. Podemos ser tratados de fanáticos y de locos, de falsos espiritas, pero si en realidad cumplimos con la Doctrina agradando a Dios por sobre todas las cosas, que es para quien trabajamos, no nos ha de preocupar, y si los demás no lo hacen, acordémonos de la tolerancia, hay muchos ciegos por el mundo, que no ven, es peor el ciego falso, porque ese no tendrá ante el Padre ninguna excusa. Y lamentablemente en las filas del espiritismo hay muchos que dicen ser y no lo son, porque lejos de servirse de los conocimientos, para ser una mejor persona, cambiar la vida a su alrededor con el bien, que siempre lo mejora todo, se dedican a estudiar si, se lo saben todo del dedillo, pero carecen de sentimiento en el corazón, estudian para destacar sobre los demás, pero no saben sentir los efectos del bien, porque no lo hacen. Son espejos de calle, que relucen gracias al sol, pero en cuanto este se oculta, se quedan en la oscuridad, porque no han sentido la luz, en si mismo, nada más que a través de la Doctrina desde fuera, por dentro no penetró en ellos, en su interior y cualquier contrariedad les enoja, les disgusta, no están tranquilos en ninguna parte, porque quieren estar en todas, para sobresalir. No están nada más que conspirando en las sombras, analizando la paja del ojo ajeno y descuidan la `viga que tienen en el suyo.
Es verdad que lo que se dice espiritismo en muchos casos no lo es, es verdad que muchos que se llaman espiritas tampoco lo son, pero quien somos nosotros para juzgarlos, el que este en pos de la verdad que dé gracias a Dios por ello, y que trabaje en ella para hacerla prevalecer sobre todas las cosas en el, ya que Dios no nos va a pedir cuenta de lo que los demás hagan, es su trabajo y el nuestro que nada tiene que ver.
Más dolor que nos puede causar el ver a esos niños, desvalidos con hambre, sin techo, y no podemos hacer nada, están muy lejos, así debemos sentir con los difamadores de la Doctrina, ellos están muy lejos, y nosotros dónde estamos? Es verdad que hacen mucho mal, pero hay mucho bien para servirnos de ello y no dejarnos embaucar, el internet, está lleno, de páginas, de blog, espiritas, donde se exhiben las obras de Kardec, pueden llegar a muchos hogares y de hecho llegan, también hay mucha podredumbre, paginas de pornografía, pornografía infantil, etc., pero ninguna persona sensata, buscará esas páginas, solo los enfermos, y que podemos hacer, orar, y dejarles, porque día vendrán en que despertaran. ¿Quién nos dice que en el ayer nosotros no hicimos lo mismo? porque la luz sea en nosotros en esta existencia, no habla de las otras. Entonces hay que seguir adelante, trabajando y haciendo nuestra parte. Por lo menos que por nosotros no quede.
No se encuentra la felicidad fuera del amor, él es, el lazo sublime de unión  entre todas las fuerzas vivas de la Naturaleza, es el alimento de las almas, es fortalecimiento de la psiquis, es vida y fuerza espiritual (Juana de Angelis)
Hagamos nuestra parte. Sirvamos con amor a aquellos que van por delante, al igual que a los que nos siguen los pasos por detrás, todos necesitamos aprender, si fuéramos santos no estaríamos aquí.
 Con mucho amor y mucho cariño vuestra amiga Merchita 
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Dejemos todas las ofensas, las injusticias o insultos que según nosotros nos hicieron alguna vez en nuestras vidas atrás y en nuestro olvido. Ahí es donde tienen que estar. No volvamos a sufrir por lo que ya quedó en el pasado. Vivamos el presente plenamente, para ir creando memorias bellas para nuestro futuro.
- Mercy Ingaro - 
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ESPIRITISMO: DOCTRINA DE
 VANGUARDIA


Manuel S. Porteiro



“Porque el Espiritismo no es una religión, sino una ciencia, de la que apenas conocemos el abecedario.
 El tiempo de los dogmas ha concluido”.

Gabriel Delanne, uno de los pioneros más valientes y Destacados del Espiritismo en Francia, escribe a este respecto: “El Espiritismo no es una
religión: no tiene dogmas, ni misterios ni ritual. Es una ciencia de experimentación, de la que se desprenden consecuencias morales y filosóficas de inmensa importancia”.
A esta concepción amplia y desprejuiciada del Espiritismo, podemos agregar la del eminente naturalista Russel Wallace, espiritista de no dudosa procedencia:
“El Espiritismo es una ciencia experimental y suministra la única base segura para una filosofía verdadera y una religión pura. Suprime los
nombres sobrenatural y milagro...”

“Una ciencia de la naturaleza humana, fundada en los hechos observados; que sólo apela a los hechos y experimentos; que no toma creencias sin pruebas; que insiste en la investigación y en la conciencia de si misma como los primeros deberes de los seres inteligentes; que enseña que la felicidad en una vida futura puede ser asegurada cultivando y desarrollando hasta donde es posible más altas facultades de nuestra naturaleza intelectual y moral y no de ningún otro modo; es y tiene que ser el enemigo natural de toda superstición”.

Por su parte dice el Dr. Gustavo Geley: “Para los verdaderos creyentes en la doctrina espiritista, esta es una ciencia positiva, basada sobre el estudio experimental de los fenómenos psíquicos y las enseñanzas de los espíritus
elevados”.

A estas autorizadas opiniones podríamos agregar la de todos los verdaderos espiritistas y demostrar que sus convicciones se formaron en el terreno de los hechos, por el estudio, la observación y la experiencia de los mismos y no por creencias religiosas anticipadas, por la fe ciega o por la predisposición mística desarrollada por la necesidad de ampliar los horizontes de esta vida, por esa ansiedad imperiosa que, según los materialistas, sienten las almas cándidas, los espíritus débiles, atormentados por el deseo de penetrar las sombras del misterio y de hallar lo que no alcanza a descubrir la ciencia... a la cual suelen mirar con desdén...
No son los verdaderos espiritistas los que creen en la bancarrota de la ciencia frente a los problemas del alma; por el contrario, es la ciencia para éstos el fundamento de sus creencias, sin los hechos positivos, experimentales, el Espiritismo carece de base, y su filosofía sería uno de tantos sistemas metafísicos, una de tantas religiones, agregados al acervo común de la historia. El Espiritismo no tiene por punto de partida la fe, sino sus fenómenos y el estudio racional de los mismos: es sobre la base fundamental del fenomenismo psicológico supranormal que descansa su filosofía, su ética y su sociología, y es sobre esa misma base que afianzamos nuestras creencias los verdaderos espiritistas. Las conclusiones filosóficas que sustentamos emanan de los mismos hechos y no de creencias o de razonamientos a priori: ni siquiera tienen la desventaja -si tal pudiera llamarse a la especulación filosófica subjetiva- de atribuirse a inducciones o deducciones personales, ya que la doctrina espiritista surge espontánea de la naturaleza misma de los hechos, de las manifestaciones inteligentes que de ellos se desprenden. Es cierto que muchos de los principios o postulados de nuestra doctrina se encuentran diseminados entre las religiones y sistemas filosóficos, pero éstos, las primeras, se fundan en la fe ciega, en el dogma infalible y en absurdas, cuando no mentidas, revelaciones, y los segundos, en deducciones o hipótesis más o menos lógicas, pero siempre discutibles por carecer de fundamento científico que pruebe experimentalmente la veracidad de los principios sustentados.

De todo esto se infiere que si el Espiritismo se impone a la consideración humana por sobre todas las creencias religiosas e ideológicas, es por sus hechos observables y experimentables, y no por un sentimiento místico o por las halagüeñas perspectivas que de él se desprenden para el porvenir del espíritu: deja de ser religión, en el sentido místico y ritual del concepto, pero no puede dejar de ser ciencia sin dejar de existir como verdad demostrable y perder su interés y valor positivos; pues, si le faltan los hechos, los principios ciertos en que se apoya y el conocimiento, aunque relativo, de las leyes que los rigen, ya pasa a la categoría de misticismo, sin que su caudal filosófico y moral pese un gramo más en la balanza del progreso humano. No tienen, pues, razón aquellos espiritistas que, imbuidos de religiosidad, creyentes por ingenuidad o por simples razonamientos filosóficos, se bastan a su fe y miran con ojeriza a los hombres de ciencia y a sus mismos compañeros que bregan por encauzar el Espiritismo en la corriente científica señalada por los sabios espiritistas que hacen honor a nuestro credo, y, mucho menos, los que hacen de éste una religión como cualquier otra y creen que la Ciencia -por hallarse aún en los balbuceos de esta nueva y fecunda rama de la psicología experimental y no haber llegado aún, en algunos casos, a las mismas conclusiones espiritistas, por buscar la correlación entre los fenómenos fisiológicos y psíquicos o explicar por las mismas leyes anímicas todos los fenómenos supranormales sin hacerse cargo de las manifestaciones de espíritus desencarnados- conduce al materialismo.
No hay que olvidar que así como mucha ciencia conduce a Dios y poca nos aleja de él, lo mismo sucede con la creencia en la existencia del mundo espiritual: un conocimiento incompleto del fenomenismo espírita y de sus manifestaciones no convence a nadie, pero el estudio continuo con métodos adecuados lleva al convencimiento: la mayor parte de los sabios o simples estudiosos que han abrazado el Espiritismo, primero lo negaron; después, con poca ciencia, afirmaron los hechos pero negaron la teoría, y luego, al correr de los tiempos, con más ciencia y experiencia, aceptaron esta última. La ciencia, la verdadera ciencia, no conduce al materialismo sino cuando es incipiente y carece de la madurez necesaria para llegar a las conclusiones espiritistas.

En muchos casos los que penetran en el santuario de esta profunda ciencia del alma por las puertas de la fe, suelen salir por las del escepticismo o la incredulidad; mientras que otros que entran incrédulos y materialistas salen llenos de fe y de esperanza, después de estudiar los hechos con todo rigor científico y de exigir de ellos toda la luz que anhelaban sus espíritus ávidos de ciencia y de verdad. Ejemplos de esto entre otros mil, William Crookes, Russel Wallace y Lombroso.
Al hablar de ciencia no nos referimos a esa ciencia incompetente, infructuosa, llena de orgullo y de suficiencia que niega la existencia, y aun la posibilidad, de las manifestaciones del mundo espiritual; que no tiene más de positiva que lo que alcanza en la materialidad de las cosas; que, en materia de fenomenismo espírita o de metapsiquismo, en vez de adaptarse a la naturaleza y a las modalidades de los hechos, les impone condiciones y métodos arbitrarios, y, como en semejantes condiciones no halla lo que, por prejuicio de escuela, sus representantes tienen interés en no encontrar -el espíritu como sustancia independiente del organismo- lo niegan: porque su caudal seudocientífico está formado a base de negaciones. A estos “científicos”, que forman una “ciencia” de relumbrón, sí, no titubeamos en declararlos en bancarrota. Hablamos aquí de la verdadera ciencia, de esa diosa augusta que no afirma ni niega nada a priori; que no teme la investigación de ningún hecho, por absurdo e inverosímil que parezca, ni a las condiciones y métodos que su naturaleza impone; que, animado de un profundo amor a la verdad, no se alimenta de prejuicios, sino de la luz espiritual que irradia la renovación constante de la vida.
El Espiritismo es una ciencia integral y progresiva: abarca todos los conocimientos humanos. No es una religión, aunque cultiva y espiritualiza los sentimientos religiosos. “La religión se va, la ciencia viene”, ha dicho alguien. Y no estará demás recordar a los neófitos y profanos que nuestro lema es: Hacia Dios por el amor y la ciencia.
 Trascrito de “Espiritismo: Doctrina de Vanguardia”


Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

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