PAZ EN NOSOTROS
La paz en nosotros no resulta de circunstancias externas y sí de nuestra tranquilidad de conciencia en el deber cumplido y es preciso anotar que el deber cumplido es el fruto de la comprensión.
Comprender significa, en esencia, disculpar a las personas que nos rodean, en las oposiciones que nos hagan y olvidar las ocurrencias que se nos muestren adversas, a fin de que nos mantengamos fieles a la tarea que se nos indica.
No te conturben la censura o la crítica de los demás en el desempeño de las obligaciones que la vida te señala, porque si aceptas tus propios compromisos en el bien general, esos compromisos hablan con respecto a ti mismo y no a los que te observan, no siempre con lógica y seguridad.
En cualquier actividad edificante, conviene recordar que ideas y palabras, acciones y actitudes de los demás pertenecen a ellos y no a nosotros.
En el criterio de la reciprocidad, es justo recordar que no nos es lícito violentar a esa o aquélla persona con opiniones y medidas tendientes sofocarles la personalidad.
Las discusiones auxilian en muchos casos de asuntos oscuros o de compañeros mal informados, pero servir a los semejantes, donándoles, lo mejor de nosotros, es el argumento decisivo para aclarar los agentes de solución a cualquier problema.
Para colaborar en el interés del bien de todos, es imperioso olvidarnos en aquello que las inducciones al egoísmo nos impulsen a titubear, ante las obligaciones que la vida traza.
Aunque todos los elementos exteriores se te revelen contrarios a la acción que desenvuelves, es perfectamente posible guardar la propia serenidad, desde que sepas entender a personas y situaciones, dejándolas donde se coloquen y siguiendo hacia el frente con el trabajo que te compete.
La paz en nosotros - repitamos - nace de la comprensión en servicio es mantenida por la tolerancia para con los errores ajenos y hasta por la auto-aceptación de nuestros propios errores, de modo que sepamos corregirlos sin tumulto y pérdida de tiempo.
En suma, mientras no sepamos perdonar, no seremos libres para someternos a la práctica del bien según las Leyes de Dios.
Comprender significa, en esencia, disculpar a las personas que nos rodean, en las oposiciones que nos hagan y olvidar las ocurrencias que se nos muestren adversas, a fin de que nos mantengamos fieles a la tarea que se nos indica.
No te conturben la censura o la crítica de los demás en el desempeño de las obligaciones que la vida te señala, porque si aceptas tus propios compromisos en el bien general, esos compromisos hablan con respecto a ti mismo y no a los que te observan, no siempre con lógica y seguridad.
En cualquier actividad edificante, conviene recordar que ideas y palabras, acciones y actitudes de los demás pertenecen a ellos y no a nosotros.
En el criterio de la reciprocidad, es justo recordar que no nos es lícito violentar a esa o aquélla persona con opiniones y medidas tendientes sofocarles la personalidad.
Las discusiones auxilian en muchos casos de asuntos oscuros o de compañeros mal informados, pero servir a los semejantes, donándoles, lo mejor de nosotros, es el argumento decisivo para aclarar los agentes de solución a cualquier problema.
Para colaborar en el interés del bien de todos, es imperioso olvidarnos en aquello que las inducciones al egoísmo nos impulsen a titubear, ante las obligaciones que la vida traza.
Aunque todos los elementos exteriores se te revelen contrarios a la acción que desenvuelves, es perfectamente posible guardar la propia serenidad, desde que sepas entender a personas y situaciones, dejándolas donde se coloquen y siguiendo hacia el frente con el trabajo que te compete.
La paz en nosotros - repitamos - nace de la comprensión en servicio es mantenida por la tolerancia para con los errores ajenos y hasta por la auto-aceptación de nuestros propios errores, de modo que sepamos corregirlos sin tumulto y pérdida de tiempo.
En suma, mientras no sepamos perdonar, no seremos libres para someternos a la práctica del bien según las Leyes de Dios.
Emmanuel
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EDITORIAL DE LA REVISTA ESPÍRITA Nº 3 DE LA F.E.E.
DEL AÑO 2.012
Nuestro hogar, el planeta Tierra, se encuentra
viajando en un Universo infinito. Nuestra galaxia, la Vía
Láctea, con 300 mil millones de estrellas, es una más dentro
de las más de 100 mil millones de galaxias observables. Y
todo, en estas magnitudes inconmensurables, obedece a
leyes preestablecidas, entre ellas la ley del progreso.
Desde el origen de la vida en este planeta, la
diversidad, la belleza y el progreso se suceden en
una evolución que ya no es objeto de debate en los
medios científicos. La selección natural propuesta por
los naturalistas Charles Darwin y Alfred Rusell Wallace,
espírita, junto con la teoría sintética, explican a día de
hoy los mecanismos de esa evolución, mecanismos que
sí continúan siendo objeto de debate.
El hombre, obra prima del progreso biológico, ha
protagonizado el progreso industrial, tecnológico y social,
inmerso también en un progreso espiritual del cual han
sido testigos los siglos. Las generaciones humanas mueren
en el tiempo, pero el espíritu no. Todas las civilizaciones
se han sucedido entre sombras y luces en el marco de
un cuadro evolutivo.
Todos los mundos y civilizaciones en el universo
son solidarios a través del intercambio reencarnatorio.
Los espíritus cambian de planetas de acuerdo con
las necesidades de su proceso evolutivo. Cada
mundo se encuentra en un determinado grado de
perfeccionamiento. El Libro de los Espíritus, en la cuestión
171, dice que los Espíritus pasan gradualmente «del
estado de embrión al de infancia para llegar por una
sucesión de períodos al estado adulto, que es el de
perfección, con la diferencia que en éste no existe el
declinar y la decrepitud de la vida».
Los mundos también progresan y el nuestro está en
la fase de transición hacia un mundo de regeneración.
«Esos mundos sirven de transición entre los mundos de
expiación y los mundos felices, son por tanto simples
escalas de perfeccionamiento en la cadena universal de
los mundos. El hombre ahí está aún sujeto a las leyes que
rigen la materia, experimenta sus sensaciones y deseos,
pero libre de las pasiones que lo esclavizan. La palabra
amor está grabada en todas las frentes; una perfecta
equidad regula las relaciones sociales».
Los espíritus no anuncian una transición milagrosa,
sino una transformación progresiva que ya está en plena
realización. Será una morada cada vez más agradable, a
medida que sus habitantes progresan.
La caridad, como principio fundamental que enseñan
los Espíritus, y el Espiritismo tienen como finalidad
romper el egocentrismo social de los individuos actuales,
para ceder su lugar al altruismo moral que caracterizará
al ciudadano del futuro. La caridad es el único antídoto
eficaz del egoísmo, ese corrosivo psíquico que envenena
al hombre y a la sociedad.
«Quien en esta vida quiera aproximarse a la
perfección moral debe extirpar de su corazón todo
sentimiento de egoísmo, porque el egoísmo es
incompatible con la justicia, el amor y la caridad, ya que
neutraliza todas las otras cualidades».
La comprensión espírita del mundo y del destino
del hombre modificará el orden social. La certeza en la
sobrevivencia y el conocimiento de la ley de evolución
arrancará al hombre de las garras del inmediatismo.
Afirma Allan Kardec que la cura podrá ser prolongada
pero no imposible. La educación bien comprendida será
la clave del progreso moral. Entretanto recordemos que
la transformación del mundo comienza en el corazón de
cada criatura que lo desea. Por eso enseñaba Cristo que
el Reino de Dios está dentro de nosotros, y no comienza
por señales exteriores.
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" A cada uno será dado, según hayan sido sus obras". Todos recibiremos de las Leyes de la Vida, lo que hicimos, por qué lo hicimos. cuanto hicimos y como hicimos. De conformidad con los Preceptos Divinos, podemos vivir y convivir unos con otros, conforme a los patrones de escucha y afectividad que elegimos; entretanto, en cualquier plano de conciencia desde el más inferior al más sublime, el perjuicio al prójimo, la ofensa a los otros, la criminalidad y la ingratitud, generan DOLOROSOS E INEVITABLES reajustes, en las pautas de los principios de causa y efecto, que imponen amargas penas a los infractores.
Libro: Y la Vida continúa...Médium: Chico XavierEspíritu: André Luiz
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¿ QUÉ ES EL MAGNETISMO ANIMAL ?
Hay mucho desconocimiento en cuanto al Magnetismo Animal. Originalmente, nada tiene que ver con la concepción popular actualmente divulgada.
El término "magnetismo animal" fue creado por el médico alemán Franz Antón Mesmer (1734-1815). Como un nuevo paradigma de la física de entonces para fundamentar su renovación de ciencia médica, porque él consideraba falsa la teoría aceptada por la comunidad científica de su época- una teoría mecanicista para las fuerzas (luz, electricidad, magnetismo, eran consideradas materias, esferas duras, sin peso e invisibles). Para Mesmer, sin embargo, las fuerzas serían ondas, vibraciones de un elemento primordial ( o fluído cósmico universal, término propuesto también por él). Según él, cada una de las diversas fajas vibracionales del fluído universal, impresionaba nuestros sentidos físicos, como la luz para el ojo o el aire para los oídos. De ese modo, el "magnetismo animal", según él, sería el medio de comunicación entre la voluntad del magnetizador y el paciente, un estado de vibración del fluído cósmico universal por encima de la luz( que en la época era el fenómeno máss sutil), perceptible por nuestro sistema nervioso y por el sentido íntimo, explicando así los efectos del tratamiento por el pase y los efectos del sonambulismo provocado.
De ese modo, el pase curativo no sería una simple transmisión de sustancia ( lo que la teoría materialista de los fluidos materiales acepta por los físicos de la época llevaría a creer), como habitualmente se piensa, pero una acción dinámica del organismo saludable del magnetizador en sintonía con el doliente, acelerando el - Franz Antón Mesmer-ciclo natural de cura, como también funciona la medicina homeopática, siendo así ambas compatibles. Eso explica por qué el fundador de homeopatía, Samuel Hahnemann (1755-1843), no solo aplicaba pases magnéticos en sus pacientes, combinándolos con los remedios, sino que también acrecentó esa práctica en su medicina, y en su libro "Organon del arte de curar".
Después, en el siglo siguiente, los espíritus irían a aceptar esa teoría del "fluido universal" propuesta por Mesmer como concepto fundamental de la doctrina espírita. Demostrando la relevancia de esa recuperación, vale recordar que Kardec consideraba Magnetismo Animal y Espiritismo como ciencias hermanas, y que sería imposible comprender a la una sin conocer a la otra.
Los médicos homeópatas de la época de Allan Kardec hacían uso del tratamiento de pases de Magnetismo Animal, y gran parte de ellos eran espíritas. Esas tres ciencias: Espiritismo, Magnetismo Animal y Homeopatía, se afinaban, se unían, compartían sus fundamentos, formaban un ambiente cultural propicio para la difusión de esas ideas.
Es una pena que con la llegada del siglo 19, el materialismo dogmático haya penetrado en la Universidad como una hierba dañina, extendiéndose y encubriendo las conquistas científicas espiritualistas del siglo anterior. Está en la hora de recuperar para transformar.
! Y todavía lo más sorprendente esta en el hecho de que, consideradas las diferencias culturales de cada época, las ideas de Mesmer sobre el fluido universal, considerando las fuerzas como ondas, es una anticipación conceptual intuitiva del actual paradigma de la física moderna¡. Vea esa explicación en Revolución Espírita- la teoría olvidada de Allan Kardec.
Paulo Henrique de Figueiredo
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Las tres revelaciones: Moisés; Cristo; el Espiritismo.
No penséis que he venido a abrogar la ley o los profetas: no he venido a abrogarlos, sino a darles cumplimiento; porque en verdad os digo, que hasta que pase el cielo y la tierra, no pasará de la ley ni un punto, ni un tilde, sin que todo sea cumplido. (San Mateo, cap. V, v. 17 y 18).
Moisés.
2. La ley mosáica se compone de dos partes distintas: la ley de Dios, promulgada en el monte Sinaí, y la ley civil o disciplinaria, establecida por Moisés; la una, es invariable, y la otra, apropiada a las costumbres y al carácter del pueblo, se modifica con el tiempo.
La ley de Dios está formada en los diez mandamientos siguientes:
I. Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. - No tendrás Dioses ajenos delante de mí. - No harás para tí obra de escultura ni figura, de lo que hay arriba del cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de las cosas que están en las aguas debajo de la tierra. No las adorarás ni les darás culto.
II. No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano.
III. Acuérdate de santificar el día de sábado.
IV. Honra a tu padre y a tu madre para que seas de larga vida en la tierra, que el Señor tu Dios te dará.
V. No matarás.
VI. No cometerás adulterio.
VII. No hurtarás.
VIII. No levantarás contra tu prójimo falso testimonio.
IX. No desearás la mujer de tu prójimo.
X. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de las que son de él.
Esta ley es de todos tiempos y de todos los países y por lo mismo tiene un carácter divino. Las leyes establecidas por Moisés, obligado a contener por el miedo a un pueblo naturalmente turbulento e indisciplinado, en que tenía que combatir abusos arraigados y preocupaciones adquiridas en la servidumbre de Egipto, son muy diferentes. Para revestir de autoridad sus leyes, debió atribuirles su origen divino, como lo hicieron todos los legisladores de los pueblos primitivos; la autoridad del hombre debía apoyarse en la autoridad de Dios, pues sólo la idea de un Dios terrible podía impresionar a hombres ignorantes, en quienes el sentido moral y el sentimiento de una exquisita justicia estaban aun poco desarrollados. Es evidente que el que había establecido en sus mandamientos: No matarás, no harás mal a tu prójimo, etc., no podía contradecirse elevando a deber el exterminio. Las leyes mosáicas propiamente dichas, tenían, pues, un carácter esencialmente transitorio.
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.
No penséis que he venido a abrogar la ley o los profetas: no he venido a abrogarlos, sino a darles cumplimiento; porque en verdad os digo, que hasta que pase el cielo y la tierra, no pasará de la ley ni un punto, ni un tilde, sin que todo sea cumplido. (San Mateo, cap. V, v. 17 y 18).
Moisés.
2. La ley mosáica se compone de dos partes distintas: la ley de Dios, promulgada en el monte Sinaí, y la ley civil o disciplinaria, establecida por Moisés; la una, es invariable, y la otra, apropiada a las costumbres y al carácter del pueblo, se modifica con el tiempo.
La ley de Dios está formada en los diez mandamientos siguientes:
I. Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. - No tendrás Dioses ajenos delante de mí. - No harás para tí obra de escultura ni figura, de lo que hay arriba del cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de las cosas que están en las aguas debajo de la tierra. No las adorarás ni les darás culto.
II. No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano.
III. Acuérdate de santificar el día de sábado.
IV. Honra a tu padre y a tu madre para que seas de larga vida en la tierra, que el Señor tu Dios te dará.
V. No matarás.
VI. No cometerás adulterio.
VII. No hurtarás.
VIII. No levantarás contra tu prójimo falso testimonio.
IX. No desearás la mujer de tu prójimo.
X. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de las que son de él.
Esta ley es de todos tiempos y de todos los países y por lo mismo tiene un carácter divino. Las leyes establecidas por Moisés, obligado a contener por el miedo a un pueblo naturalmente turbulento e indisciplinado, en que tenía que combatir abusos arraigados y preocupaciones adquiridas en la servidumbre de Egipto, son muy diferentes. Para revestir de autoridad sus leyes, debió atribuirles su origen divino, como lo hicieron todos los legisladores de los pueblos primitivos; la autoridad del hombre debía apoyarse en la autoridad de Dios, pues sólo la idea de un Dios terrible podía impresionar a hombres ignorantes, en quienes el sentido moral y el sentimiento de una exquisita justicia estaban aun poco desarrollados. Es evidente que el que había establecido en sus mandamientos: No matarás, no harás mal a tu prójimo, etc., no podía contradecirse elevando a deber el exterminio. Las leyes mosáicas propiamente dichas, tenían, pues, un carácter esencialmente transitorio.
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.
¿ QUÉ ES PRECISO PARA SER
ESPÍRITA ?
Para ser espírita es preciso ser miembro de una sociedad ?. ¿ Participar de reuniones periódicas?. ¿ Haber hecho cursos de foramación para habilitarnos?. ¿ Tener un diploma?. Vamos a ver que nada de eso es necesario para ser espírita, como explicó Allan Kardec.
Una característica importante de la autonomía moral, es la base fundamental de la teoría espírita, como pretendemos demostrar en la obra Revolución Espírita, está en el hecho de que, por su propia definición, debe ser adquirida por un esfuerzo racional a partir de una iniciativa espontánea y desinteresada. De esa forma, nadie se vuelve moralmente libre si fuere catequizado o adoctrinado. Tampoco no es posible identificar a un individuo autónomo y responsable solamente por sus actos ( sin conocer las intenciones), por medio de un diploma o insignia, o su 2participación en una congregación o cofradía.
Mismo la Sociedad Parisiense, presidida por Kardec, estando alineada oficialmente entre las sociedades científicas, no es ni una cofradía, ni una congregación, sino una simple reunión de personas ocupándose del estudio de una ciencia nueva que la profundiza" (Revista Espírita 1863). En cuanto a las relaciones entre la Sociedad de París y las otras sociedades con las que se correspondía, había la más completa independencia: " El lazo que las une es, pues, un lazo puramente moral, fundado sobre la simpatía y la semejanza de ideas; no hay entre ellas ninguna filiación, ninguna solidaridad material" (Revista Espírita 62 )
¿ Qué hace un espiritista entonces ?
Según Kardec, " quien comparte nuestras convicciones respecto a la existencia y a la manifestación de los espíritus y de las consecuencias morales que de eso se derivan, es Espírita de hecho" ( Revista Espírita 64). Por eso, "las sociedades no son de ningún modo una condición necesaria para la existencia del Espiritismo", afirma, y si "ellas se forman hoy, que cesen mañana, sin que su marcha sea impedida, quien quiera que sea", pues "el espiritismo es una cuestión de fe y de creencia y no de asociación".
Basta estar de acuerdo con los principios fundamentales de la doctrina espírita para ser espírita.
( Tomado de la Revista Revolución Espírita)
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RECIÉN LLEGADO
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