INTERVENCIÓN DE LOS ESPÍRITUS EN EL PROGRESO HUMANO
Preguntas sobre invenciones y descubrimientos
Preguntas que se pueden formular a los Espíritus
28.* ¿Pueden los Espíritus guiar a los hombres en las investigaciones científicas y en los descubrimientos?
“La ciencia es obra del talento. Sólo debe adquirirse por medio del trabajo, puesto que solamente mediante el trabajo el hombre avanza en su camino. ¿Qué mérito tendría él si le bastara con interrogar a los Espíritus para saberlo todo? A ese precio, cualquier tonto podría convertirse en sabio. Lo mismo sucede con las invenciones y los descubrimientos de la industria. Además, debemos hacer otra consideración: cada cosa debe venir a su tiempo y cuando las ideas están maduras para recibirla. Si el hombre tuviera ese poder, trastornaría el orden de las cosas y haría que los frutos nacieran antes de la estación apropiada.
“Dios ha dicho al hombre: Extraerás tu alimento de la tierra con el sudor de tu frente. Admirable imagen que describe cuál es la situación en que él se encuentra en la Tierra. Debe progresar en todo mediante el esfuerzo del trabajo. Si se le dieran las cosas completamente resueltas, ¿para qué le serviría la inteligencia? Sería como un estudiante a quien otro realizara su tarea.”
El sabio y el inventor, ¿nunca son asistidos por los Espíritus en sus investigaciones?
“Dios ha dicho al hombre: Extraerás tu alimento de la tierra con el sudor de tu frente. Admirable imagen que describe cuál es la situación en que él se encuentra en la Tierra. Debe progresar en todo mediante el esfuerzo del trabajo. Si se le dieran las cosas completamente resueltas, ¿para qué le serviría la inteligencia? Sería como un estudiante a quien otro realizara su tarea.”
El sabio y el inventor, ¿nunca son asistidos por los Espíritus en sus investigaciones?
“¡Oh! Eso es muy diferente. Cuando llega el tiempo de un descubrimiento, los Espíritus encargados de dirigir su marcha buscan al hombre capaz de llevarla a buen término, y le inspiran las ideas necesarias para lograrlo. De ese modo, le dejan todo el mérito, pues es preciso que él mismo elabore esas ideas y las ponga en ejecución. Lo mismo sucede con todas las grandes realizaciones de la inteligencia humana. Los Espíritus dejan a cada hombre en su propia esfera. Así, al que sólo es capaz de trabajar la tierra no lo convertirán en depositario de los secretos de Dios. No obstante, saben cómo sacar de la oscuridad a aquel que es capaz de secundar sus designios. Por consiguiente, no dejéis que la curiosidad o la ambición os arrastren a un camino que no corresponda a los
objetivos del espiritismo, y que os conduciría a padecer los más ridículos engaños.”
EL LIBRO DE LOS MEDIUMS ALLAN KARDEC.
**********************************
Sin embargo no desfallezcas.
El trabajo te auxiliará.
Alégrate y espera porque el Cielo te socorrerá.
objetivos del espiritismo, y que os conduciría a padecer los más ridículos engaños.”
EL LIBRO DE LOS MEDIUMS ALLAN KARDEC.
**********************************
EL AUXILIO VENDRÁ
El problema que te preocupa, tal vez te parezca excesivamente amargo en el corazón.
Es tan amargo que,tal vez, no puedas comentarlo de pronto.
A veces, la sombra interior es tan grande, que tienes la idea de haber perdido el propio rumbo.
Sin embargo no desfallezcas.
Abraza el deber que la vida te señala.
Sirve y ora.
La plegaria te renovará energías.
El trabajo te auxiliará.
Dios no nos abandonará.
Haz silencio y no te quejes.
Alégrate y espera porque el Cielo te socorrerá.
Por medios que desconoces,
Dios permanece actuando.
- Emmanuel-Chico Xavier-
*******************************
¿Los pensamientos extraños en el médium,
son fruto de su imaginación?
Al
principio de manifestarse la mediumnidad, es normal que la persona
sienta esta clase de dudas y vacilaciones, no sabiendo diferenciar
entre lo que puede ser producto de su imaginación y lo que
realmente percibe exterior a él.
Cuando
llegan estas dudas, la paciencia y la perseverancia siempre son
cualidades indispensables al médium para seguir adelante con el
desarrollo de su facultad ; asimismo le es necesario tener mucha
autodisciplina, estudio y análisis de lo que experimenta, lo que le
llevará a obtener cada vez más, el apoyo de Entidades positivas
que le orientarán o inspirarán para que su desarrollo mediúmnico
pueda ser productivo y positivo, aprendiendo a diferenciar cada vez
mejor entre lo que le llega exterior a él, y su propia imaginación.
El
médium durante su ejercicio, permitirá sentirse dominado por la
voluntad de su “huésped”, pero solo hasta cierto punto, a fin de
registrar con plenitud la clase del mensaje que vaya a recibir de
él. Este proceso de “permiso y control”, puede durar en la
práctica unos cinco minutos antes del acto de manifestarse oralmente
el Ser espiritual comunicante, y después de finalizar el
comunicado aún suele perdurar unos quince minutos más, durante los
que se produce un silencio mientras las energías del médium van
volviendo a su estado anterior, y su psiquismo se va reequilibrando.
Por tanto, no se trata en esos casos de imaginación, sino de
concentración para el correcto empleo de la facultad.
-Jose Luis Martín-
“El
médium intuitivo obra como lo haría un intérprete. Este en efecto,
para transmitir el pensamiento debe comprenderlo, apropiárselo de
cierto modo a fin de traducirlo fielmente, y no obstante, no es su
pensamiento: no hace más que atravesar su cerebro .Tal es el papel
del médium intuitivo”
-
El Libro de los Médiums-
^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^
Amar a los enemigos
Si Jesús nos recomendó que amásemos al prójimo como a nosotros mismos.... es porque sin el amor y la caridad, seríamos como el bronce que suena..... y todo en vano.
Los Espíritus Superiores, respondiendo a Kardec en la cuestión 887, dicen: Ciertamente nadie puede devotar a sus enemigos un amor tierno y apasionado. Eso fue lo que Jesús trató de decir. Amar a los enemigos es perdonarles y retribuirles con el bien. Quien así procede se hace superior a sus enemigos, mientras quien se coloca por debajo de ellos procura tomarse venganza.
En "El Evangelio Según el Espiritismo” [2], Kardec comenta que: “Si el amor al prójimo constituye el principio de la caridad, amar a los enemigos es la más sublime aplicación de ese principio, por cuanto esta virtud representa una de las mayores victorias alcanzadas contra el egoísmo y el orgullo. Sin embargo generalmente hay un error en el sentido de la palabra amar. No pretendió Jesús al hablar así,que cada uno de nosotros tenga para con su enemigo la ternura que dispensa a un hermano o a un amigo.
La ternura presupone confianza;pero nadie puede depositar confianza en una persona, sabiendo que le quiere mal; nadie puede tener con ella expansiones de amistad si son capaces de abusar de esa actitud. Entre personas que desconfían unas de otras no pueden haber esas manifestaciones de simpatía que existen entre los que comulgan con las mismas ideas. En fin, nadie puede sentir ante un enemigo el mismo placer que siente en compañía de un amigo. La diversidad en la manera de sentir en esas circunstancias diferentes,resulta asimismo de una ley física: La de asimilación o repulsión delos fluidos.
El pensamiento malévolo determina una corriente fluídica que impresiona penosamente. El pensamiento benévolo envuelve en un agradable eflúvio. La diferencia de las sensaciones que se experimenta evidentemente ante un amigo o un enemigo. Los enemigos no pueden pues, significar que no se deba establecer diferencia alguna entre ellos y los amigos. Este precepto parece de difícil práctica, incluso imposible de entender, por entender falsamente que él manda en el corazón, sea amigo como si es enemigo, ocupando el mismo lugar. Una vez que la pobreza del lenguaje humano obliga a que nos sirvamos el mismo término para para exprimir matices diversos de un sentimiento ,a la razón cabe establecer las diferencias, conforme los casos . Amar a los enemigos, no es, por tanto, tenerles un cariño que no está en la Naturaleza, visto que el contacto de un enemigo, nos hace latir el corazón de modo muy diferente a como lo hace ante la presencia de un amigo.
Amar a los enemigos ,no guardarles odio ni rencor, ni deseos de venganza,; es perdonarles sin pensamiento oculto y sin condiciones del mal que nos causen; es no poner ningún obstáculo a la reconciliación con ellos; es desearles el bien y no el mal; es expresar júbilo en vez de pesar, por el bien que les sobrevenga; es socorrerlos cuando se presente la ocasión; es abstenerse, por palabras, por actos de todo lo que les pueda perjudicar, y finalmente retribuirles siempre el mal con el bien sin intención de humillarlos. Quien así procede, cumple con las condiciones del mandamiento: Amad a vuestros enemigos
- Vera Jacubovski-
ESCULTORES DE NOSOTROS MISMOS
Cuentan que un niño, vecino de un gran taller de escultura, entró un día en el estudio del escultor y vio en él un gigantesco bloque de piedra, que llamó su atención. Y que, unos meses después, al visitar de nuevo el taller, encontró en su lugar una preciosa estatua ecuestre, que estaba siendo acabada y pulida por el maestro. Volviéndose al escultor le preguntó: «¿Y cómo sabías tú que dentro de aquel bloque había un caballo?».
La frase del pequeño era bastante más que una «gracia» infantil. Porque la verdad es que el caballo estaba, en realidad, dentro de aquel bloque. Y que la capacidad artística del escultor consistió precisamente en eso: en saber ver el caballo que había dentro y en irle quitando al bloque de piedra todo cuanto le sobraba.
El escultor no trabajó añadiendo trozos de caballo al bloque de piedra, sino liberando a la piedra de todo lo que le impedía mostrar al caballo que tenía en su interior.
Un pequeño cuento, que nos enseña lo fundamental de educar, de educarnos y sobretodo, trabajarnos a nosotros mismos para hacer salir las buenas cualidades y atributos a fin de llegar a ser espíritus de luz.
No se trata de añadir, sino de hacer salir todo lo bueno que cada uno tenemos dentro y potenciarlo con estudio, conocimientos y dedicación. Cada uno es diferente y no debemos ser la copia de nadie, del mismo modo que cada bloque de piedra, ante el escultor, encierra figuras, rasgos y atributos, diferentes, aunque algunos se parezcan.
Como escultores de nosotros mismos, podemos observar las buenas cualidades de otros y cultivarlas en nuestro interior, para luego sacarlas y desarrollarlas.
A veces nos gustaría ser o parecer, como los grandes del deporte o de la canción, o al magnate famoso de los negocios, así como el actor o la actriz de cine que tanto éxito ha tenido.
Pensemos todo esto al comprender que con la educación pasa algo muy parecido.
Muchos padres y educadores se equivocan cuando luchan para que sus hijos se parezcan a ellos o a su ideal humano. Padres que quieren que sus hijos se parezcan a Napoleón, a Alejandro Magno o al banquero, deportista, médico, o industrial, que triunfó en la vida entre sus compañeros de clase. Muchas veces hasta intentando parecérseles físicamente, adoptando sus peinados, o las mismas ropas, o su estilo. Esto también incluye su moralidad, la mayor de las veces desdeñable, sus bajas pasiones, sus vicios y el desenfreno.
Debemos ser, ante todo, fieles a nosotros mismos. No tenemos que realizar lo que haya hecho el vecino, por estupendo que sea. Cada uno, tiene que realizarse a sí mismo y realizarse al máximo. Tiene que sacar de dentro de su alma la persona que ya es, lo mismo que del bloque de piedra sale el caballo ideal que había dentro.
¿Debemos querer ser e inculcar ser? en nuestros hijos, hombres y mujeres de bien.
Ser hombre o mujer de bien, no es copiar nada de fuera. No es ir añadiendo virtudes que son magníficas, pero que tal vez son de otros. Ser persona de bien, es llevar a su límite todas las infinitas posibilidades que cada humano lleva ya dentro de sí.
Trabajar como el escultor, quitando todos los trozos amorfos del bloque de la vida y que impiden que mostremos nuestra alma entera tal y como ella es, resaltando y cultivando nuestras propias virtudes y talentos.
Nosotros como escultores de sí mismos, deberíamos limar las asperezas de nuestro espíritu, que nuestra imperfección intenta ocultar con el orgullo. Es indispensable para alcanzar el éxito, hacer una revisión periódica de metas y acciones.
Al reflexionar, repasamos los errores, y tendremos tiempo de reprogramar los deberes para renovarnos con mayor facilidad.
La comodidad y la pereza, el orgullo, el egoísmo, la vanidad, el materialismo… es precisamente el trozo de bloque que nos impide mostrar lo mejor de nosotros mismos.
Un buen padre, un buen educador, un buen escultor de sí mismo, es el que sabe ver la escultura maravillosa que cada uno tiene, revestida tal vez por toneladas de vulgaridad.
Quitar esa vulgaridad a martillazos, quizás muy dolorosos, sea necesario en ocasiones, en otras bastarán con golpes más livianos, pulir algunos defectos. No siempre es necesario el mazo grande, tenemos una caja de herramientas repleta para esculpirnos, pulirnos y embellecer la obra de nosotros mismos.
Cómo espíritus inmortales que somos esto no lo conseguiremos en una sola vida, aunque cuánto antes empecemos, antes alcanzaremos a completar nuestra obra. También tenemos las instrucciones precisas para hacerlo en el Evangelio, la guía que nos dejó Jesús, el gran maestro. Y el soporte de la doctrina espírita, que nos da esperanza y consuelo, ayudados por nuestros mentores y guías espirituales, quienes también, a través de las encarnaciones pasaron por la transformación que les hizo avanzar como espíritus más elevados moralmente.
Detectar las virtudes, valorarlas y potenciarlas, para que salgan a la luz, también es una muestra de que nos vamos especializando en nuestro oficio.
La frase del pequeño era bastante más que una «gracia» infantil. Porque la verdad es que el caballo estaba, en realidad, dentro de aquel bloque. Y que la capacidad artística del escultor consistió precisamente en eso: en saber ver el caballo que había dentro y en irle quitando al bloque de piedra todo cuanto le sobraba.
El escultor no trabajó añadiendo trozos de caballo al bloque de piedra, sino liberando a la piedra de todo lo que le impedía mostrar al caballo que tenía en su interior.
Un pequeño cuento, que nos enseña lo fundamental de educar, de educarnos y sobretodo, trabajarnos a nosotros mismos para hacer salir las buenas cualidades y atributos a fin de llegar a ser espíritus de luz.
No se trata de añadir, sino de hacer salir todo lo bueno que cada uno tenemos dentro y potenciarlo con estudio, conocimientos y dedicación. Cada uno es diferente y no debemos ser la copia de nadie, del mismo modo que cada bloque de piedra, ante el escultor, encierra figuras, rasgos y atributos, diferentes, aunque algunos se parezcan.
Como escultores de nosotros mismos, podemos observar las buenas cualidades de otros y cultivarlas en nuestro interior, para luego sacarlas y desarrollarlas.
A veces nos gustaría ser o parecer, como los grandes del deporte o de la canción, o al magnate famoso de los negocios, así como el actor o la actriz de cine que tanto éxito ha tenido.
Pensemos todo esto al comprender que con la educación pasa algo muy parecido.
Muchos padres y educadores se equivocan cuando luchan para que sus hijos se parezcan a ellos o a su ideal humano. Padres que quieren que sus hijos se parezcan a Napoleón, a Alejandro Magno o al banquero, deportista, médico, o industrial, que triunfó en la vida entre sus compañeros de clase. Muchas veces hasta intentando parecérseles físicamente, adoptando sus peinados, o las mismas ropas, o su estilo. Esto también incluye su moralidad, la mayor de las veces desdeñable, sus bajas pasiones, sus vicios y el desenfreno.
Debemos ser, ante todo, fieles a nosotros mismos. No tenemos que realizar lo que haya hecho el vecino, por estupendo que sea. Cada uno, tiene que realizarse a sí mismo y realizarse al máximo. Tiene que sacar de dentro de su alma la persona que ya es, lo mismo que del bloque de piedra sale el caballo ideal que había dentro.
¿Debemos querer ser e inculcar ser? en nuestros hijos, hombres y mujeres de bien.
Ser hombre o mujer de bien, no es copiar nada de fuera. No es ir añadiendo virtudes que son magníficas, pero que tal vez son de otros. Ser persona de bien, es llevar a su límite todas las infinitas posibilidades que cada humano lleva ya dentro de sí.
Trabajar como el escultor, quitando todos los trozos amorfos del bloque de la vida y que impiden que mostremos nuestra alma entera tal y como ella es, resaltando y cultivando nuestras propias virtudes y talentos.
Nosotros como escultores de sí mismos, deberíamos limar las asperezas de nuestro espíritu, que nuestra imperfección intenta ocultar con el orgullo. Es indispensable para alcanzar el éxito, hacer una revisión periódica de metas y acciones.
Al reflexionar, repasamos los errores, y tendremos tiempo de reprogramar los deberes para renovarnos con mayor facilidad.
La comodidad y la pereza, el orgullo, el egoísmo, la vanidad, el materialismo… es precisamente el trozo de bloque que nos impide mostrar lo mejor de nosotros mismos.
Un buen padre, un buen educador, un buen escultor de sí mismo, es el que sabe ver la escultura maravillosa que cada uno tiene, revestida tal vez por toneladas de vulgaridad.
Quitar esa vulgaridad a martillazos, quizás muy dolorosos, sea necesario en ocasiones, en otras bastarán con golpes más livianos, pulir algunos defectos. No siempre es necesario el mazo grande, tenemos una caja de herramientas repleta para esculpirnos, pulirnos y embellecer la obra de nosotros mismos.
Cómo espíritus inmortales que somos esto no lo conseguiremos en una sola vida, aunque cuánto antes empecemos, antes alcanzaremos a completar nuestra obra. También tenemos las instrucciones precisas para hacerlo en el Evangelio, la guía que nos dejó Jesús, el gran maestro. Y el soporte de la doctrina espírita, que nos da esperanza y consuelo, ayudados por nuestros mentores y guías espirituales, quienes también, a través de las encarnaciones pasaron por la transformación que les hizo avanzar como espíritus más elevados moralmente.
Tenemos las ayudas y los medios a nuestro alcance, pero solo nosotros tenemos que hacer los esfuerzos por superarnos y quitarnos los lastres a fin de llegar a ser hombres y mujeres de bien.
Siendo sinceros con nosotros mismos, el autoexamen, la oración,… harán que las capas inútiles que cubren nuestros verdaderos valores, caigan y se desprendan con mayor facilidad.Detectar las virtudes, valorarlas y potenciarlas, para que salgan a la luz, también es una muestra de que nos vamos especializando en nuestro oficio.
Trabajar en el bien, por los demás, con amor, con paciencia, indulgencia, con renuncia de nuestro orgullo y nuestro egoísmo. Esas son las herramientas necesarias que harán resurgir de nuestro interior las buenas cualidades que allí depositó el creador del universo, al único al que sí deberíamos querer parecernos.
Javier Campos
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"
^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^
No hay comentarios:
Publicar un comentario