Temario de hoy:
- El Centro Espírita
-¿ Cual es la principal labor del espírita?
- Algo sobre el Espíritu
- ¿Mala suerte?,¿Buena suerte?
EL CENTRO ESPÍRITA
- Revista Espírita de la FEE
Un centro espírita no es un templo, aunque sus miembros lo respeten como tal. Tampoco es un lugar lúgubre y oscuro en el que se invoca a los espíritus. Es, sencillamente, un local más o menos moderno e iluminado, generalmente alquilado por una asociación de personas que realizan allí el estudio de la enseñanza espírita, esa ciencia y filosofía con consecuencias morales que les une.
Ah, ¿entonces allí no hay espíritus? No más que en cualquier otro sitio. Los espíritus pueden estar en cualquier parte, especialmente donde está la gente, pero tranquilo porque si no eres médium no los percibes, ni siquiera en un centro espírita. ¿Qué hacéis pues? nos preguntaba hace unos días un vasco. Y este número de la revista viene precisamente a dar una primera respuesta a lo que es y lo que se hace en un centro espírita.
Un centro espírita es el foco de convergencia del conocimiento espírita. Es un farol de cultura donde se estudia el espiritismo en sus aspectos teóricos y prácticos, iniciando a los principiantes, educando a los médiums, enseñando a niños, jóvenes y adultos. Es una estación de auxilio para obsesados y necesitados, encarnados y desencarnados. Es una morada de fraternidad y servicio, cultivando, debatiendo y aprendiendo el amor y la moral espírita. Es también un espacio abierto, no circunscrito a las cuatro paredes de sus instalaciones y exterioriza fuera todo lo que puede aportar de bueno a la sociedad. O al menos esto debiera ser. Miguel Vives lo resume así: «Los Centros Espíritas deben serlo de amor, de caridad, de indulgencia, de perdón, de humildad, de abnegación, de virtud, de bondad y de justicia».
No siempre se encuentra esto, especialmente cuando el estudio de Allan Kardec brilla por su ausencia. En realidad, sin Allan Kardec no hay espiritismo y el nombre de centro espírita es una apropiación indebida que llevan a cabo algunos grupos que generalmente lo único que hacen es mediumnidad, una mediumnidad temeraria, pues carece de las pautas básicas y seguras que el espiritismo ofrece. Pero no todos se instruyen correctamente o saben aprovechar bien lo estudiado. Por eso, el centro espírita no puede ser una isla del espiritismo y ha de estar en continua interacción con el movimiento espírita del país en que se encuentra. El trabajo espírita ha de ser llevado con sencillez. Es la vanidad humana la que suele complicarlo inventando o importando novedosos sistemas que van en sentido opuesto de todo lo que hacen los demás. El contacto continuo con la federación previene muchos males. Una federación es el punto de unión, pero también de apoyo, de los centros espíritas y las comisiones que la forman. Como es el caso de la FEE, tienen como principal objetivo dar soporte a los centros.
Allan Kardec (recordemos que era uno de los mejores pedagogos que ha dado la Humanidad) destaca que, por el bien del Espiritismo y en interés de los estudios, los grupos espíritas deben procurar multiplicarse por medio de pequeños grupos más que por grandes aglomeraciones. Será en la medida en que se mantienen en comunicación, se visitan y se transmiten sus observaciones, que formarán el núcleo de la gran familia espírita. Es común encontrarse con la errónea pretensión de lograr un centro cada vez más numeroso. Y no decimos errónea por ese ánimo que todos tenemos de divulgar estos principios, lo cual es un deber moral y que todo centro debiera promover a través de folletos, artículos locales, conferencias, etc. El objetivo primordial de un buen centro espírita no es tener muchos asociados, es estar reunidos con el fin de instruirse sobre las enseñanzas espíritas dentro de un clima de fraternidad, de unidad de miras, de uniformidad de sentimientos que llevan a que “el silencio y el recogimiento” sean allí más fáciles; elementos todos de vital importancia para, como decía Kardec, obtener buenos resultados dentro de ese clima familiar. Intentar lo contrario da pie a las desavenencias y a que en lugar de construir se caiga en luchas inútiles cuya única explicación proviene de la falta de afinidad. Así se llega, por ejemplo, a sacrificar normas o a cambiar actividades anteriormente acordadas democráticamente por todo el grupo para evitar que fulanito o menganito abandone el centro. Por supuesto, jamás los componentes de un centro deben poner el más mínimo obstáculo para que aquél que por voluntad propia quiere abandonar un grupo tenga las puertas tan abiertas como el primer día que entró. Está claro que no se impide a nadie dejar un centro espírita, pero sí se puede caer en la desacertada caridad del -¿por qué no vienes?, -deberías volver al centro, -¿recordáis a fulanito?, deberíamos llamarlo. Y el progreso de fulanito puede que tenga que seguir otros derroteros fuera del centro, tal vez creando uno nuevo (ocurre continuamente), o directamente fuera del espiritismo. Viene bien recordar aquí el lema espírita: «Fuera de la caridad no hay salvación* ». Ni el espiritismo, ni los espíritus, ni los espíritas dicen: «Fuera del espiritismo no hay salvación».
* Entendamos salvación como progreso, al que llegaremos todos. Salvación es un término adulterado que da la idea que unos se salvan y otros se condenan. A través de la reencarnación todos evolucionaremos tarde o temprano, todos alcanzaremos esa salvación o progreso. La frase de Kardec utiliza el término para diferenciar esta máxima comparativamente con el principio católico de «Fuera de la Iglesia no hay salvación».
Editorial de la Revista Espírita nº 7
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¿CUAL ES LA PRINCIPAL LABOR DEL ESPÍRITA?
Estudio, divulgación, práctica de la caridad, atender las diversas tareas del centro espírita, tomar contacto con otros centros, etc, etc… Estas quizá sean las más expresivas, y sin duda configuran el molde del auténtico espírita, que es el espírita comprometido.
Sin embargo, y aunque ciertamente las tareas que hemos referido tienen vital importancia (tanto para el movimiento organizativo de cada país), la tarea mayor, la más esencial, la que compromete directamente la parte más íntima de nosotros, es la AUTOREFORMA. Lo demás es importante, pero esto último es absolutamente prioritario…
Desde este planteamiento que deducimos, sin dudar que el “mejor” espírita no es quien más obras asistenciales hace, ni el que más capacidad de oratoria tiene en las exposiciones públicas, ni el que más libros haya estudiado, ni el que reúna más experiencia como director y/o fundador de centros, etc, etc: lo más primordial es la capacidad de ver nuestras fallas de carácter, y hacerlo sin disfrazarlas ni justificarlas, para así trata de trabajarlas. Esto es autoreforma.
Hay que ser tenaces, algo valientes y del todo honestos para reconocer nuestros fallos, sobretodo aquellos más automatizados (porque son los más ferozmente defendido por nuestro ego). Se precisa de una labor de humildad, introspección y perseverancia para que la autoreforma sea la paciente y activa labor de todos los días (porque de otra manera no podría llevarse a cabo, quedaría en poco más que un “parche” doctrinario).
Nuestras reticencias ególatras son tan tenaces y están tan reforzadas, que pueden servirse incluso de las actividades más honrosas (como la divulgación, la organización de un centro, una palestra o la planificación de un encuentro institucional) para nuestro realce personalista y amodorrar la conciencia… Mientras que permanece inoperativo el indispensable reajuste interno.
Si otras filosofías y creencias del mundo son esencialmente transformadoras (persiguen la autoiluminación), el Espiritismo, que es la gran propuesta educativa de las esferas superiores, es en esencia una filosofía integral y una ciencia (eminentemente) práctica del autodesarrollo personal.
No sólo hay un espiritismo “hacia fuera”…, si no hay uno hacia dentro, en primer lugar, no podremos hablar de Espiritismo en su legítima dimensión. Es la diferencia entre ser espírita “oficial” (por razones de veteranía, labores activas, etc) y ser espírita en consciencia.
Artículo de Juan Manuel Ruiz González para zonaespirita.com
ALGO SOBRE EL ESPÌRITU
El alma del hombre es un Espíritu encarnado. Para secundarlo en el cumplimiento de su tarea, Dios les dio, como auxiliares, a los animales que le son sumisos y cuya inteligencia y carácter son proporcionales a sus necesidades.
12. El perfeccionamiento del Espíritu es fruto de su propio esfuerzo; no pudiendo, en una sola existencia corpórea, adquirir todas las cualidades morales e intelectuales que deben conducirlo al objetivo, él lo alcanza por una sucesión de existencias, en cada una de las cuales da algunos pasos adelante en el camino del progreso.
13. En cada existencia corporal el Espíritu debe llevar a cabo una labor en proporción con su grado de desarrollo; cuanto más ruda y trabajosa sea tanto mayor será el mérito en cumplirla. De esta manera, cada existencia es una prueba que lo acerca al objetivo. El número de esas existencias es indeterminado.
Depende de la voluntad del Espíritu abreviarlo esforzándose activamente por su perfeccionamiento moral; del mismo modo que depende de la voluntad del obrero, que debe entregar un trabajo, el disminuir la cantidad de días que emplea en hacerlo.
14. Cuando una existencia fue mal empleada y sin provecho para el Espíritu, debe
recomenzarla en condiciones más o menos penosas, debido a su negligencia y su mala
voluntad; del mismo modo, en la vida, se puede ser constreñido a hacer al día siguiente, lo
que no se hizo en la víspera o a rehacer lo que se hizo mal.
15. La vida espiritual es la vida normal del Espíritu y es eterna; la vida corpórea es transitoria y pasajera: no es sino un instante en la eternidad.
El Espíritismo en su mas simple expresión. Allan Kardec.
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¿ MALA SUERTE?; ¿ BUENA SUERTE ?
864.* Si hay personas a las cuales la suerte parece ser contraria, otras en cambio dan la impresión de verse favorecidas por ella, por cuanto todo les sale bien. ¿A qué se debe esto?
- Con frecuencia es porque estas últimas saben hacer mejor las cosas. Pero también puede tratarse de una clase de pruebas. El buen éxito las embriaga, se confían a su destino y muchas veces pagan más tarde esos mismos triunfos mediante crueles reveses, que con prudencia hubieran podido evitar.
865. ¿Cómo explicar la suerte que favorece a algunas personas en circunstancias en que no intervienen de ningún modo ni la voluntad ni la inteligencia: en el juego, por ejemplo?
- Ciertos Espíritus han escogido de antemano determinados tipos de placer. La suerte que se les muestra propicia constituye una tentación. El que como hombre gane, perderá como Espíritu. Es una prueba para su orgullo y su codicia.
866. Así pues, la fatalidad que pareciera presidir los destinos materiales de nuestra vida, ¿sería también un efecto de nuestro libre albedrío?
- Tú mismo has elegido tu prueba. Cuanto más ruda sea y mejor la soportes, tanto más te elevarás. Aquellos que pasan su vida en medio de la abundancia y de la dicha humana son Espíritus cobardes que permanecen estacionarios. Por eso, el número de infortunados es muy superior al de los felices de este mundo, puesto que los Espíritus en su mayoría buscan la prueba, que les será más fructífera. Demasiado bien se les demuestra la futilidad de vuestras grandezas y placeres. Por otra parte, la vida más venturosa es siempre agitada y perturbada: no es sólo el dolor quien produce contrariedades.
867. ¿De dónde proviene la expresión “nacer con buena estrella”?
- Antigua superstición, que relacionaba a las estrellas con el destino de cada individuo: alegoría que algunas personas toman tontamente al pie de la letra.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
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