miércoles, 31 de enero de 2018

Diálogo con los espíritus



Hola amigos; Esta tarde os ofrezco las siguientes lecturas:

-Desastres colectivos
- Alegría de vivir
- El método Kardeciano
- Diálogo con los espíritus



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Desastres y rescates colectivos; ¿Señal de los Tiempos o de Futuro incierto ?

Cuando miramos para el mundo a nuestro alrededor, nos parece que se multiplican las catástrofes, los desastres, los cataclismos. En un momento como ese, en que todas las atenciones están volcadas hacia el accidente del avión de la TAM, que salió de Porto Alegre-RS (vuelo JJ 3054) y se chocó contra el edificio de la propia empresa aérea, frente al aeropuerto de Congonhas, cuando intentaba aterrizar, provocando la muerte de más de 160 personas, entre pasajeros, tripulantes y funcionarios de la compañía aérea que trabajaban en el edificio alcanzado, la atención queda más despierta y las cuestiones son varias y envuelven hasta la Justicia (o para algunos, la injusticia) Divina.


El Espiritismo, en cuanto es una doctrina liberadora, progresista y evolutiva, por eso mismo considerada consoladora, busca ayudarnos a entender el por qué de los acontecimientos de nuestro día a día, inclusive de los más trágicos. Así, por la vía del entendimiento de la Ley Natural y de la Justicia Divina, se obtiene la consecuente aplicación de esos principios en lo cotidiano, favoreciendo su vivencia promoviendo la coherencia entre el creer y el obrar.
Frente a las situaciones como esa, vividas el día 17 de junio del 2007, algunas cuestiones son usuales, como, por ejemplo: ¿Por qué ocurre ese tipo de cosas? ¿Cuál es la finalidad de esos accidentes que causan la muerte conjunta de varias personas? ¿Cómo la Justicia Divina puede ser notada en esas situaciones? ¿Por qué algunas personas escapan?

Naturalmente, las respuestas exigen reflexión profunda, con base en principios fundamentales del Espiritismo como la multiplicación de las encarnaciones y la anterioridad del Espíritu. Esos puntos se suman al hecho de que nosotros, como Espíritus en proceso evolutivo, tenemos un pasado de falta de cumplimiento de la Ley Divina, que necesita tener su rumbo corregido no sólo para solucionar nuestros problemas de conciencia, sino también para armonizarnos con nuestros semejantes, afectados por nuestras acciones de desvirtuación de la Ley.

Al entender lo que la Doctrina Espírita tiene que decir sobre el asunto, comenzamos a percibir la profundidad de la reflexión, que debe ser adoptada por cada uno de nosotros, en nuestro día a día, y el papel a ser asumido de observadores de la Sociedad, en sustitución a la postura usual de críticos y cuestionadores.

Comenzamos, así, a conocer el camino para la aplicación dinámica y práctica en nuestro día a día de la Doctrina que abrazamos, por el análisis del mundo y su transformación, notando la profundidad de conceptos como fatalidad, rescate colectivo, regeneración del planeta, además de favorecer el entendimiento de enseñanzas de Jesús relacionadas aquello que algunos llaman señales de los tiempos.

¿Fatalidad como causa?
Fatalidad, destino, azar son palabras siempre recordadas en situaciones como esa. ¿Pero qué conceptos están por detrás de esas palabras? En “El Libro de los Espíritus”, las cuestiones 851 a 867 tratan de la fatalidad y, entre otras informaciones, se destaca el hecho de que “la fatalidad sólo existen en lo tocante a la elección hecha por el Espíritu, al desencarnar, de sufrir esta o aquella prueba; al escogerla él traza para sí mismo una especie de destino, que es la propia consecuencia de la posición en que se encuentra”. (LE 841)

Pero delante (LE 853), está dicho que “fatal, en el verdadero sentido de la palabra, sólo es el instante de la muerte. Llegado ese momento, de una forma o de otra, a él no podréis hurtaros”. La cuestión siguiente (LE 853ª) explica mejor ese punto, fijando que, cuando es llegado el momento de volver para el Plano Espiritual, nada “te librará” y frecuentemente el Espíritu también sabe el género de muerte de por qué partirá de allí, “pues eso fue revelado cuando hizo la elección de esta o de aquella existencia”. No olvidar jamás que “solamente los acontecimientos importantes y capaces de influir en tú evolución moral son previstos por Dios, porque son útiles a tú purificación y a tú instrucción” (LE 859ª)

Como vemos, la fatalidad sólo existe como algo temporal frente a nuestra condición de inmortales con la finalidad de realinear de rumbo. No obstante, esa situación no es férrea. Gracias a la Ley de Acción y Reacción y al Libre albedrío, el hombre puede evitar acontecimientos que deberían realizarse, como también permitir otros que no estaban previstos (LE 860).
Fatalidad, destino, azar son palabras que no concuerdan con la Doctrina Espírita, de la misma forma que la suerte de aquellos que escapan de ese tipo de situación – y en accidentes como ese del día 17 de junio del 2007, siempre están los relatos de aquellos que deseaban coger el avión y no lo consiguieron; de aquellos que estaban a la puerta del edificio alcanzando el avión y no sufrieron nada más allá que el susto; y tantos otros.

Entonces, para la Doctrina Espírita, ¿cómo se explican casos como ese? La respuesta está en el rescate colectivo, concepto que envuelve la corrección del rumbo de un grupo de Espíritus que en alguna otra encarnación cometió actos semejantes – y muchas veces en conjunto – de falta de cumplimiento de la Ley Divina y que, por tanto, para individualmente tener la conciencia tranquila, necesitan sanar el débito. Toda la problemática, en ese caso, está en el trabajo de los mentores en la reunión de esos Espíritus de modo que, juntos, puedan reajustarse frente a la Ley Divina.

Impulsar el progreso: la meta
El rescate de nuestras acciones contrarias a la Ley Divina, al Bien y al Amor puede ocurrir de varias formas, inclusive colectivamente. El objetivo, según LE 737, y “hacerlo avanzar más deprisa” y las calamidades “son frecuentemente necesarias para hacer que las cosas lleguen más prontamente a un orden mejor, realizándose en algunos años lo que necesitaría en muchos siglos”. Además de eso, “son pruebas que proporcionan al hombre la ocasión de ejercitar la inteligencia, de mostrar su paciencia y su resignación ante la voluntad de Dios, al mismo tiempo en que le permiten desenvolver los sentimientos de abnegación, de desinterés propio y de amor al prójimo”. (LE 740)

Y así, entendemos el sentimiento de solidaridad que esas calamidades despiertan, auxiliando a todos a desenvolver el amor. Lo importante para los más directamente envueltos, para que tengan el progreso debido, como está dicho en “El Evangelio según el Espiritismo”, capítulo 14, item 9, es “no fallar por la queja”, pues “las grandes pruebas son casi siempre un indicio de un fin de sufrimiento y de perfeccionamiento del Espíritu, desde que sean aceptadas por amor a Dios”.
En esa frase seleccionada en el ESE hay una información de importancia cabal: indicio de perfeccionamiento del espíritu. ¿Y cuál sería el objetivo práctico de todo eso y cómo esos hechos actúan en nuestro progreso, con que finalidad?

La respuesta está en la Ley del Progreso, que determina al hombre el progreso incesante, sin retroceso, en el campo intelectual y moral; cada uno a su tiempo, siguiendo su propio ritmo, siendo que “si un pueblo no avanza bastante rápido, Dios le provoca, de tiempo en tiempo, una conmoción física o moral que lo transforma” (LE 783).

Como vemos, el progreso se hace siempre, y cuando estemos obstaculizándolo, Dios, en su infinita bondad y justicia, utiliza instrumentos que nos impulsan a avanzar. El objetivo es llevarnos a cumplir la escala evolutiva, saliendo de nuestra condición de Espíritus imperfectos moralmente para la de espíritus regenerados, hasta alcanzar la condición de Espíritus puros.
Esa transposición de imperfecto moralmente para regenerado marca la actual fase de transición que vivimos, plena de flagelos destruidores, de calamidades, de accidentes con gran número de muertos.
En los evangelios según MateoMarcos y Juan, hay varias referencias a las señales precursoras de una transformació n en el estado moral del planeta, caracterizada por el anuncio de calamidades diversas que alcanzaran la humanidad y diezmaran a un gran número de personas, para que, en la secuencia, se de el reinado del bien, sean instituidas la paz y la fraternidad universal, confirmando la predicación de que, después de los días de aflicción, vendrán los días de alegría.
Lo que es anunciado en esos pasajes evangélicos no es el fin del mundo de forma absoluta y real, sino el fin de este mundo que conocemos, en que el mal aparentemente se sobrepone al bien y, como afirma Allan Kardec en “La Génesis”, capítulo 17, item 58, “el fin del viejo mundo, del mundo gobernado por la incredulidad, por la codicia y por todas las demás pasiones a que Cristo alude”.
Para que ese nuevo mundo se instale (GE, capítulo 18), es fundamental que la población sea preparada para habitarlo. Para tanto, tendremos, todos nosotros, que solucionar algunos problemas de nuestro pasado, construyendo nuestro progreso moral. No hay transformació n sin crisis, catástrofe y cataclismo son crisis que agitan la humanidad, despertándola para la solidaridad, la fraternidad, el bien.
Tenemos entonces, que ver a la humanidad como “un ser colectivo en el cual se operan las mismas revoluciones morales que en cada ser individual” (GE, capítulo 18 item 12).
En ese contexto, la fraternidad será la piedra angular del nuevo orden social, con el progreso moral, secundado por el progreso de la inteligencia asegurando la felicidad de los hombres sobre la Tierra.
Para que podamos habitar ese nuevo mundo, nos tenemos que renovar integralmente. Según Kardec (GE capítulo 18 item 33), “basta una modificación en las disposiciones morales” y, para eso, tenemos que solucionar débitos del pasado y de concienciarnos de nuestra condición de espíritus inmortales perfectibles, en base del desarrollo de nuestras potencialidades. 

Como forma de acelerar ese proceso de modificación de la disposición moral, la presente base es marcada por la multitud de las causas de destrucción, hasta como forma de estimular en nosotros el desarrollo de nuestras potencialidades en el bien, pues “el mal de hoy ha de ser el bien de mañana. Solamente la educación del Espíritu podrá liberarlo del mal, dándole condiciones de alcanzar los más altos vuelos en el plano infinito de la vida. Lo importante en todo eso es mantener la serenidad, mirando para el frente, divisamos el futuro, pues, “la marcha del Espíritu es siempre creciente y ascendente. Es preciso descubrir cuanto bien se es capaz de hacer ahora para que el propio crecimiento no se detenga”. 

En todo ser humano, como resalta el Espíritu Clelie Duplantier, en “Obras Póstumas”, “hay tres caracteres: el del individuo o del ente en sí mismo, el del miembro de la familia y el del ciudadano. Bajo cada una de esas tres fases, puede él ser criminal o virtuoso; esto es, puede ser virtuoso como padre de familia y criminal como ciudadano, y viceversa”.

Más allá de eso, se puede admitir, como regla general, que todos los que se ligan en una existencia por empeños comunes, ya vivieron juntos, trabajando para el mismo fin se encontraran en el futuro, hasta expiar el pasado, o cumplir la misión que aceptaron.

El papel de cada uno
Esas calamidades – si miramos para ellas bajo el punto de vista espiritual, fundamentando nuestra reflexión en los principios de la Doctrina Espírita – tiene, por tanto, objetivos saneadores que, conforme Joanna de Ângelis, remueven las pesadas cargas psíquicas existentes en la atmósfera y significan la realización de la justicia integral, pues la Justicia Divina, para nuestro reequilibrio, recurre a métodos purificadores y liberados, de lo que no nos podemos eximir.

Así, tocados por los dolores generales, nos ayudaremos y oraremos, formando la corriente de la fraternidad y estaremos construyendo la colectividad armónica, siempre recordando la advertencia de Hammed: “la función del dolor es ampliar horizontes para realmente vislumbrar los caminos concretos amorosos del equilibrio. Como el golpe al objeto puede ser modificado, repiensa y cambia también tus actuaciones, disminuyendo intensidades y frecuencias y recreando nuevas rutas en su existencia”. De ese modo, estaremos utilizando nuestros problemas como herramienta evolutiva, no perdiéndonos en murmuraciones, sino utilizando nuestro libre albedrío como patrimonio.

El progreso de todos los seres de la creación es el objetivo de todo lo que ocurre. 

Tengamos la conciencia despierta y procuremos entender el mundo a nuestro alrededor, conscientes de que la solidaridad es el verdadero lazo social, no sólo para el presente, sino como está en “Obras Póstumas”, “extenderse al pasado y al futuro, pues los mismos individuos se encuentran y se encontraran para juntos seguir las vías del progreso, prestando un mutuo concurso. Es lo que hace comprender el Espiritismo por la equitativa ley de la reencarnación y de la continuidad de las relaciones entre los mismos seres”.

Y más: gracias al Espiritismo, se comprende hoy la justicia de las pruebas desde que las consideremos una amortización de débitos del pasado. Las faltas colectivas deben ser expiadas colectivamente por los que juntos las practicaron y los mentores están siempre trabajando, ayudando a todos nosotros, reuniéndonos en grupos de forma a favorecer la corrección de rumbo, amparándonos y fortaleciéndonos para darnos cuenta de aquello a que nos proponemos, además de equilibrarnos para poder auxiliar a otros con nuestros pensamientos positivos, nue,stros mejores sentimientos y vibraciones.


Fuentes de consulta: (En portugués)
ÂNGELIS, Joanna de. Após a tempestade, texto Calamidades, psicografia de Divaldo Pereira Franco. Alvorada 
HAMMED. Renovando Atitudes, texto Crenças e carmas, psicografia de Francisco do Espírito Santo Neto. Boa Nova 
KARDEC, Allan. Obras Póstumas, Primeira Parte, Questões e Problemas - Expiações coletivas. Lake 
KARDEC, Allan. A Gênese, capítulos 17 e 18. Lake 
KARDEC, Allan. O Evangelho Segundo do Espiritismo, capítulo 14, item 9. Lake 
KARDEC, Allan. O Livro dos Espíritos – questões 100 a 113; 737 a 741; 776 a 802; 851 a 867. Lake 
PORTÁSIO, Manuel. Fora da Educação não há salvação, capítulos: Educação pela dor; Educação para o bem e Educação e renovação. DPL

Artículo de Kátia Penteado 
Es periodísta profesional, especializada en Periodismo Empresarial y Comunicación Corporativa; es expositora de la Doctrina Espírita.
Grupo de Estudios Avanzados Espíritas - Brasil

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"Al final, si las cosas buenas se van, es para que cosas mejores puedan venir. Olvide el pasado; desapego es el secreto"
                           - Fernando Pessoa -

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Alegría de Vivir

Para tener la vivencia de la  alegría duradera es necesario primeramente que hayamos alcanzado la paz interior que nos propicia el encuentro con  nuestro yo, y la serenidad que nos permite la aceptación de ese “yo” viviendo el momento cero; ocasionando las mudanzas que se hicieren necesarias. Al final, solo podemos cambiar lo que conocemos.
La alegría también es un estado del espíritu, por tanto, nace dentro de nuestro interior independientemente del escenario en donde nos encontramos exteriormente.
Muchos espíritas aún traen consigo la imagen de que no está permitido ser "alegre"; pues confunden la alegría con libertinaje o con falta de responsabilidad. Esa imagen está equivocada y es fruto de nuestra comprensión incompleta de la vida.
Piensen conmigo: ¿por qué no podríamos vivir con alegría, incluso en los momentos de estudio, de trabajo, si fuimos creados para el Amor?. La alegría, así como el amor, son contagiosos y deben ser experimentados por todos.
La alegría de vivir establece reencuentros. Es el puente que liga nuestro "yo" a los demás y a Dios. Vamos ahora a imaginar ese escenario: a través de la paz interior descubrimos las simientes adormecidas que yacen en nosotros y que formarán nuestro jardín. Con el desarrollo de la serenidad, esas simientes germinarán. Y es con alegría  cuando disfrutaremos la magnífica visión del colorido y de los diseños que conseguimos construir.
Compartamos con todos esa belleza sencilla, y volvámonos hacia el Creador para agradecerle tamaña dádiva.
Así, amigos míos, ¿Sería incorrecto vivir en alegría?
Incorrecto es escondernos en llantos y en lamentos, en lugar de trabajar el terreno, a fin de que las simientes puedan germinar y florecer, brindándonos con su alegría. Las flores tienen la misión de enseñarnos la Alegría de Vivir. Misión esa que cumplen con total fidelidad y amor.
La alegría de vivir es lo que nos impulsa para ir adelante, a continuar caminando, aunque tropecemos o aunque encontremos barreras.
Alegría de vivir es la verdadera alegría interior que se extiende a todos los que tenemos el placer de conocer en el camino. Por tanto ella es duradera, al contrario que la alegría que sentimos con las cosas efímeras, como un coche nuevo, una ropa nueva, o incluso una conquista amorosa. 
La verdadera alegría nace del esfuerzo de cautivar. Cautivar es volverse importante, pero no indispensable. Es cuidar sin sofocar. Es el ejercicio del libre albedrío con responsabilidad. Es estar al lado del otro, pero sin hacer por el otro lo que compete solamente a él. Es hacer lo que nos compete a nosotros sin exigir que otros lo hagan. Es realmente, amigos míos, asumir el control de nuestras elecciones durante la vida.
Alegría de vivir es la construcción de los lazos de amor, amistad y confianza, que van siendo consolidados con todos y con todos.
Entonces, retomo el cuestionamiento inicial ¿Por qué no estaría permitido vivir la alegría en nuestras actividades?
¿En nuestra casa espírita?, ¿En nuestro trabajo?, ¿Entre amigos y familiares?.
Creo que la respuesta ya fue encontrada por todos.
Permitamos, amigos míos, esta semana vivenciar la Alegría de Vivir en todos los momentos de nuestra rutina, no guardándola solamente para los "grandes momentos", pues estos, con certeza, son  escasos y perderíamos la oportunidad de usufructuar Hoy la Alegría de Vivir.
Con mucha alegría, os envío mi abrazo, extendiendo los lazos que nos unen.
                                            Comunicado recibido el 27.04.2015
Médium: Lúcia (Grupo Mediúmnico Maria de Nazaret – CAVILE).
Espíritu:  Hermano Matheus (Colônia Espiritual Maria de Nazaret)

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El Método Kardeciano


coordinarPara poder estudiar un tema, es necesario hacerlo sistemáticamente, con una lógica y un rigor.
Precisamente la filosofía moderna nace con la obra de Descartes El discurso del método, donde se deja plasmada una serie de ideas a seguir que han cimentado el quehacer científico.
Kardec cuando comenzó a recibir las comunicaciones desde el plano espiritual adoptó este método cartesiano, “remontándose de los efectos a las causas” por inducción. Dada la dificultad del material no “sensible”, ni “palpable” con que trabajaba Kardec, hubo de idear un modo posible de comprobar que las respuestas dadas eran o no ciertas. Por lo que ingenió: la concordancia de las respuestas. 
Es decir, a una misma pregunta él buscaba respuestas mediante diferentes médiums, y distintos espíritus. Haciendo un balance, si no estadístico, al menos sí cuantitativo de la concordancia dada.
Estas respuestas vinieron de todas partes del globo, una vez conocida la idea de Kardec de hacerlas públicas en una obra, la que vendría a ser el Libro de los espíritus. Porque una cosa quedaba plenamente demostrada para el investigador no puntilloso, la comunicación con el otro plano era real, si no siempre, al menos en un alto porcentaje de las veces. Quedaba verificar si la información recogida merecía igual credibilidad.
Kardec dejó abierta su obra: “la codificación espiritista”, por ser el compendio de todas estas comunicaciones bajo su trabajo de investigación personal. Consciente de que los nuevos tiempos vendrían a verificar o refutar las revelaciones dadas por los espíritus. Él siempre se mostró muy cauto y nunca quiso ir más allá de aquello que los medios científicos de su tiempo pudieran verificar, dejando la especulación para el momento en que tales pruebas fueran posibles.
Hoy día, en gran parte, este espíritu cauto y prudente, y sobre todo metódico se ha ido al garete. Hay una gran devoción hacia las obras psicografiadas, y en ellas se deposita normalmente toda la fe y creencia. Se acepta lo dicho sin mayor crítica, ni juicio. Hay un gran retroceso en la mentalidad espírita. Hemos vuelto al manido “criterio de verdad o autoridad”. Algo es cierto si lo dice Emmanuel, o André Luiz, o cualquier otro espíritu, que por ser espíritu le otorgamos una sabiduría especial.
Nos olvidamos que Kardec nos habla que los espíritus son las almas de las personas que habitaban la tierra, con sus mismos defectos e inclinaciones; también ellos se hallan impregnados de sus anteriores ideas. No es de extrañar que Emmanuel, anterior sacerdote católico, mencione tanto la religión en sus comunicaciones, sólo por citar un ejemplo.
Por tanto, en vez de abrir nuestras mentes a la sana investigación, a la reflexión cabal y al entendimiento fraterno, nos empestillamos en engullir enseñanzas; como si la humanidad no hubiera llegado ya al punto de madurez suficiente para dejar de postrarse y suplicar. Depositando en los espíritus la responsabilidad de vivir nuestras existencias, cuando ellos lo único que hacen es delinear unas ideas maestras, dejando que cada cual tome aquello que necesita.
"Abdicar de la razón, es caer en el fanatismo. Perder el juicio crítico, es ser preso del juicio ajeno".
Blog “Claro de Luna” de Myriel en Zona Espírita
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DIÁLOGO CON LOS ESPÍRITUS 

En el intercambio mediúmnico, una de las facetas más importantes es la del diálogo que se puede establecer entre el portavoz o portavoces del grupo y los espíritus que se manifiestan.
Allan Kardec nos aclara en el Libro de los Médiums, que no hay que esperar las comunicaciones de una forma pasiva, es decir, que sean siempre los espíritus los que deban explayarse en sus disertaciones sin participar lo más mínimo con preguntas. Y añade: “No cabe la más mínima duda de que los espíritus ofrecen instrucciones espontáneas de muy alto vuelo, y que no estaría bien que las descuidásemos, pero hay explicaciones que con frecuencia habría que esperar muchísimo tiempo antes de obtenerlas, si no fuese porque las pedimos.” Y añade: “A no ser por las preguntas que les hemos planteado, El Libro de los Espíritus y el Libro de los Médiums estarían aún por escribirse, o al menos serían mucho más incompletos de lo que son.” (Capítulo XXVI; 287).
Es muy importante ser previsores y concretar, en la medida de lo posible, las preguntas que se desean realizar a los seres espirituales, teniendo muy en cuenta tanto la forma como el fondo para que el diálogo sea ordenado y con un sentido lógico que permita desglosar uno o varios temas de forma coherente y útil. Si el tema propuesto por el hermano espiritual suscita interrogantes y no ha habido ocasión para expresarlas, no está de más analizar y estudiar posteriormente la comunicación, y si se considera conveniente, estructurar unas preguntas a la espera de una nueva oportunidad para exponerlas. El mundo espiritual, siendo previsor y atendiendo el interés sincero y la intención noble de aprendizaje, salvo que existan motivos de causa mayor que se nos puedan escapar, ellos mismos buscarán el momento para que puedan ser formuladas dichas preguntas.
A los espíritus superiores no les mueve la vanidad ni el amor propio, sino que su afán consiste en ayudarnos en el crecimiento espiritual, estimulando el aprendizaje, y sobre todo, la localización y superación de nuestras imperfecciones; ese es su interés fundamental. No obstante, se alejan o no contestan a las preguntas fútiles, o aquellas movidas por la curiosidad, o también las que tratan de poner a prueba su valía, olvidando el axioma de que el mensaje dibuja las características del mensajero. Es por ello que, no les molestan las pesquisas y las indagaciones razonables sobre el tema expuesto porque las consideran justas y necesarias; pero pretender, como así pueden actuar algunos poco experimentados, garantizarse la autenticidad del ser manifestante con preguntas para ponerlos a prueba, además de una falta de tacto y respeto, supondría una manifestación clara de desconocimiento de la mecánica espiritual. Por poner un ejemplo, es como si un señor respetable, culto y noble, que con buena voluntad se prestara a darnos una explicación, dudáramos de su identidad pidiéndole un documento personal acreditativo o que nos mostrara títulos oficiales que demostraran su cualificación académica.
Por otra parte, tampoco se prestan a intervenir en discusiones o debates de grupo cuando las posiciones pudieran estar enfrentadas y sobre todo si se trata de cuestiones materiales. En esos casos suelen demostrar gran prudencia; dejan toda la responsabilidad y la libertad de obrar y decidir entre los componentes del grupo, no inmiscuyéndose en sus problemas cotidianos. Ellos no están para sustituir lo que debe representar un esfuerzo de entendimiento y una obligación para las personas que colaboran y participan en el grupo mediúmnico. Si en algún caso comentan algo, será espontáneamente y con carácter conciliador, recordando por encima de todo, la necesidad de que primen los valores morales, imprescindibles en un grupo, para que este sea capaz de funcionar y avanzar; cualidades como son: la tolerancia, el respeto, la comprensión, la caridad, la fraternidad, etc.
Al otro lado de la balanza se encuentran los espíritus engañosos y de condición moral inferior; se suelen manifestar con aires de grandeza, algunos con una aureola mística, otros con una verborrea repetitiva extensa pero sin contenido sustancial. Ese tipo de espíritus se suelen sentir incómodos cuando se les pregunta, por el riesgo de caer en contradicciones o en falacias.
Aunque esto ya lo hemos analizado en otros artículos, no está de más recordar la necesidad de estar muy atentos para no dejarse engañar; los buenos médiums no están exentos de este tipo de comunicaciones apócrifas. El mundo espiritual superior las permite para que no nos relajemos, no nos consideremos infalibles y para estimular el estudio y el análisis de los mismos. Precisamente, el hábito de comentar y analizar con los compañeros de trabajo las comunicaciones así como las respuestas a las preguntas formuladas, es una garantía para evitar, en la medida de lo posible, ser engañados, y al mismo tiempo son una fuente de información, de crecimiento espiritual que no se puede desaprovechar.
Hay que incidir en la prudencia respecto al tipo de preguntas que deseamos formular. Algunas son imposibles como son las relacionadas con fechas concretas futuras, con acontecimientos que están por suceder. El mundo espiritual superior es capaz de prever los acontecimientos con meridiana claridad, sin embargo, los plazos y sobre todo las fechas, están supeditados al libre albedrío de las personas, a los derroteros, decisiones y caminos que decidamos transitar los seres humanos. A ellos les resulta casi imposible concretar en el tiempo, porque estamos hablando de distintas dimensiones, la espiritual y la material, en donde el concepto de espacio y tiempo varía notablemente. Casi siempre, salvo rarísimas excepciones, desconocen el momento exacto de los acontecimientos, sin embargo los ven aproximarse como si los observaran desde una ventana que les permite tener una perspectiva de lo que ocurre aquí abajo.
Nos estamos refiriendo a los acontecimientos mundiales que afectan a la humanidad. No existe un fatalismo que convierta en algo inamovible los acontecimientos futuros. Sabemos que nos encontramos en pleno proceso de Cambio de Ciclo Planetario, y para ello, los espíritus superiores son claros respecto al resultado final que debe de acontecer, pero cautos y prudentes en otros pormenores o detalles. Su intención es la de concienciar para que nos ajustemos urgentemente a los nuevos parámetros morales y espirituales que nos permitirán formar parte de esa nueva humanidad prometida. No obstante, su intención no está en generar miedo o ansiedad, sino inquietud, reflexión, por cuanto, los cambios morales, de actitud espiritual no se realizan de la noche a la mañana. Siendo espíritus tan inferiores en la escala evolutiva, nos cuesta mucho avanzar y progresar, es por ello que, el mundo espiritual no hable de urgencia, de apremio, porque nadie excepto Dios sabe cuándo se producirán esos cambios definitivos. Un proceso global que, sin duda alguna, ya se está produciendo en el planeta de manera irreversible.
Esa misma prudencia nos debe llevar también a ser cautos respecto a lo relacionado con las existencias anteriores. Salvo que espontáneamente puedan manifestar alguna información, no debe de ser un motivo de indagación ni preocupación este tema. Cuando revelan algo al respecto suele ser porque lo consideran que puede ser útil para uno o varios miembros del grupo, y siempre con una finalidad constructiva. La curiosidad en este apartado no tiene ningún valor práctico. Generalmente, si estamos aquí es porque hemos cometido errores en el pasado y venimos a depurarlos, es lo único que le importa al espíritu y es su finalidad fundamental, lo demás es accesorio y anecdótico.
Respecto a ciertos asuntos materiales como pueden ser conflictos familiares, ellos no nos pueden eximir de las pruebas que como todo el mundo estamos expuestos; no somos una excepción. Sin embargo, a través de la oración y sin alterar la dinámica y el interés general del grupo, podemos realizar alguna pregunta mentalmente, por si el mundo espiritual superior, sobre todo los espíritus familiares que nos asisten, tuvieran autorización para hacernos alguna indicación, pero siempre desde la discreción y el recogimiento, sin ninguna pretensión. Comprendiendo que hay cosas que deben seguir su curso, han de madurar. Muchas veces no dependen de uno; o simplemente son pruebas que debemos de dirimir nosotros, ejercitando la inteligencia y ciertas cualidades, paciencia, tolerancia, resignación muchas veces, etc. Sin olvidar que aunque el trabajo mediúmnico finalice, los espíritus bienhechores que nos aprecian, si tienen permiso y lo consideran justo y necesario, buscarán la forma de orientarnos o de facilitarnos la solución al problema, de manera que ya no represente un entorpecimiento para uno mismo ni para los demás.
Para ir concluyendo, es importante destacar a nivel general la necesidad de ajustar las preguntas a un contexto que sea realista, sin pedir explicaciones o aclaraciones que atañen a nuestro esfuerzo, trabajo, análisis y estudio. No somos seres excepcionales, estamos expuestos a los mismos interrogantes, a los mismos problemas y vicisitudes que el resto de mortales. Dios actúa siempre con sabiduría y con justicia para todos por igual. Todo tiene un porque y un motivo de ser, para que ejercitemos, como hemos comentado ya, la inteligencia, la paciencia, la resignación, la fe, la constancia, y la esperanza.
La doctrina espirita nos proporciona un tesoro de informaciones y de posibilidades que nadie en una sola existencia es capaz de aprovechar al cien por cien. Esa es la principal fuente de donde debemos beber, sin pretender reescribirla o someter al mundo espiritual a un trabajo que nos compete exclusivamente a nosotros. Ellos no son apuntadores y nosotros no somos unos privilegiados; al contrario, la misericordia divina nos concede la posibilidad de sacarnos de la inoperancia y de la lentitud de progreso a la que muy probablemente hemos estado instalados durante mucho tiempo. Es un regalo, pero que si no se aprovecha bien se puede convertir en una responsabilidad más, en un agravante que nos puede pesar en el futuro; por tanto, no nos podemos descuidar. Esforcémonos por convertir la mediumnidad en un instrumento fecundo de progreso.
José Manuel Meseguer
Revista, Amor, Paz y Caridad


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