Hola amigos; hoy os presento:
- Reuniones espíritas
- Mensaje de André Luiz
- Nuestro Guía Espiritual
-La Caridad y la Filantropía en las enseñanzas de Jesús
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REUNIONES ESPIRITAS.
Porque donde están dos o tres congregados en mí nombre, allí estoy en medio de ellos. (San Mateo, cap. XVIII, v. 20).
Prefacio. Estar reunidos en nombre de Jesús, no quiere decir que basta estar reunidos materialmente, sino espiritualmente por la comunión e intención de pensamientos para el bien; entonces Jesús se encuentra en la reunión, o uno de los espíritus puros que le representan. El Espiritismo nos enseña de qué modo los espíritus pueden estar entre nosotros. Se presentan con su cuerpo fluídico espiritual y con la apariencia que nos los haría reconocer si se hicieran visibles. Cuanto más elevada su jerarquía, tanto más grande es su poder y radiación; así es que poseen el don de ubicuidad, y por lo mismo, pueden encontrarse en diferentes puntos simultáneamente: basta para ello un destello de su pensamiento.
Por aquellas palabras Jesús quiso manifestar el efecto de la unión y de la fraternidad: no es el mayor o menor número lo que le atrae, puesto que, en vez de dos o tres personas, hubiera podido decir díez o veinte sino el sentimiento de caridad que anima a los unos y a los otros; pues para esto, basta que haya dos. Pero si estas dos personas ruegan cada una por su lado, aun cuando se dirijan a Jesús, no hay entre ellas comunión de pensamientos, sobre todo si no están movidas por un sentimiento de benevolencia mutua, si se miran también con prevención, con odio, envidia o celos, las corrientes fluídicas de sus pensamientos se rechazan en lugar de unirse con mucha simpatía, y entonces "no están unidas en nombre de Jesús"; Jesús sólo es el pretexto de la reunión y no el verdadero móvil. (Capítulo XXVII, núm. 9).
Si El dijo: "Vendré por cualquiera que me llamare", eso no implica el que sea sordo a la voz de una sola persona; es que exige, ante todo, el amor al prójimo, del que se pueden dar más pruebas cuando son muchos que estando en el aislamiento, porque entonces todo sentimiento personal lo aleja; de todo esto se desprende, que si en una reunión numerosa, dos o tres personas solamente se unen de corazón por el sentimiento de una verdadera
caridad, mientras que los otros se aislan y se concentran en sus pensamientos egoístas y
mundanos, él estará con los primeros y no con los otros. No es, pues, la simultaneidad
de palabras, de cantos, o de actos exteriores lo que constituye la reunión en nombre de
Jesús, sino la comunión de pensamientos conformes al espíritu de caridad personificado
en Jesús.
Tal debe ser el carácter de las reuniones espiritistas formales, en las que se espera sinceramente el concurso de los buenos espíritus.
6. Oracíón. - (Al empezar la reuníón). - Rogamos al señor Dios omnipotente que nos envíe buenos espíritus para asistirnos, aleje a los que pudieren inducirnos en error, y que nos dé la luz necesaria para distinguir la verdad de la impostura.
Separad también a los espíritus malévolos, encarnados o desencarnados, que intentaran poner la discordia entre nosotros y desviarnos de la caridad y amor al prójimo. Si alguno pretendiere introducirse aquí, haced que no encuentre acceso en ninguno de nosotros.
Espíritus buenos que os dignáis venir a instruirnos, hacednos dóciles a vuestros consejos, y desviad de nosotros el egoísmo, el orgullo, la envidia y los celos; inspiradnos indulgencia y benevolencia para nuestros semejantes presentes y ausentes, amigos y enemigos; haced, en fin, que en los sentimientos de caridad, humildad y abnegación de que nos sintamos animados, reconozcamos vuestra saludable influencia.
A los médiums a quienes encarguéis de transmitir-nos vuestras enseñanzas, dadles la conciencia de la santidad del mandato que les ha sido confiado y de la gravedad del acto que van a cumplir, con el fin de que tengan el fervor y el recogimiento necesarios.
Si en esta reunión se encontrasen personas que fuesen atraídas por otro sentimiento que no sea el del bien, abridles los ojos a la luz, y que Dios les perdone si vienen con malas intenciones.
Rogamos muy parcialmente al espíritu de N... nuestro guía espiritual, que nos asista y vele sobre nosotros.
7. (Al fin de la reunión). - Damos gracias a los buenos espíritus que han querido venir a comunicarse con nosotros; les rogamos que nos ayuden a poner en práctica las instrucciones que nos han dado, y que hagan que al salir de aquí, cada uno de nosotros se sienta fortificado en la práctica del bien y del amor del prójimo.
Deseamos igualmente que estas instrucciones sean provechosas a los espíritus que sufren, ignorantes o viciosos que hayan asistido a esta reunión, y sobre las cuales imploramos la misericordia de Dios.
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.
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MENSAJE DE ANDRÉ LUIZ
Cuando usted se observe, a punto del desánimo, acelere el paso para el frente, prohibiéndose parar.
Ore, pidiendo a Dios más luz para vencer las sombras.
Haga algo bueno, por encima del cansancio en que se vea.
Lea una página edificante, que le auxilie el razocinio en el cambio constructivo de ideas. Intente el contacto de personas cuya conversación le mejore el clima espiritual.
Procure un ambiente en el que le sea posible escuchar palabras e instrucciones que le ennoblezcan los pensamientos.
Preste un favor, especialmente aquel favor que usted está aplazando.
Visite a un enfermo, buscando reconforto en aquellos que atraviesan dificultades mayores que las suyas.
Atienda las tareas inmediatas que esperan por usted y que le impidan cualquier demora en las nubes del desaliento.
Guarde la convicción de que todos estamos caminando adelante a través de problemas y luchas, en la adquisición de experiencia, y de que la vida concuerda con las pausas de restablecimiento de nuestras fuerzas, pero no se acomoda con la inercia en momento alguno.
Chico Xavier - André Luiz
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NUESTRO GUÍA ESPIRITUAL
Una doctrina hay que debiera convertir a los más incrédulos, por su encanto y dulzura: es la del ángel de la guarda.^
Pensar que tenéis junto a vosotros a seres que os son superiores y que están permanentemente ahí para aconsejaros y sosteneros, para ayudaros a ascender la áspera montaña del bien; que son amigos más seguros y abnegados que las amistades más íntimas susceptibles de ser contraídas en esta Tierra, ¿no es acaso una idea muy confortadora?
Tales seres se encuentran allí por orden de Dios. Él les ha puesto cerca de vosotros y ahí permanecen por amor a Él, cumpliendo a vuestro lado una bella aunque penosa misión. Sí, sea donde fuere que os halléis, él estará con vosotros: prisiones, hospitales, antros del vicio, soledad, nada de esto os separa de ese amigo a quien no podéis
ver pero cuyos más tiernos impulsos y sabios consejos siente y escucha vuestra alma.
¿Por qué no conocéis mejor esta verdad? ¡Cuántas veces os ayudaría en los instantes de crisis! ¡Cuántas veces os salvaría de los malos Espíritus! ... Pero en el día supremo este ángel del bien tendrá que manifestaros: “¿No te lo dije? Y tú no lo has hecho. ¿No te
señalé el abismo? Y tú te despeñaste por él. ¿No te hice escuchar en tu conciencia la voz de la verdad? Y ¿no seguiste, en cambio, los consejos de la mentira?” ¡Ah! Interrogad a vuestros ángeles de la guarda. Estableced entre ellos y vosotros esa tierna intimidad que
entre los mejores amigos reina. No penséis en ocultarles nada, porque ellos tienen la vida de Dios y no podréis engañarlos. Pensad en el porvenir: tratad de avanzar por ese camino, y con ello vuestras pruebas serán más cortas, vuestras vidas más dichosas. ¡Ea, hombres,
tened valor! Arrojad lejos, de una vez por todas, los prejuicios y las segundas intenciones. Tomad por la nueva senda que ante vosotros El se extiende. ¡Marchad, marchad!, Tenéis guías: seguidlos… No puede faltaros la meta, puesto que esa meta es Dios mismo..
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS 246
ALLAN KARDEC
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LA CARIDAD Y LA FILANTROPIA EN LAS ENSEÑANZAS DE JESUS
Una respuesta del Maestro a los fariseos - Hacer el bien para salvarse y hacerlo por amor - “La caridad no se enorgullece”.
La última novedad, en la lucha contra el Espiritismo, es el descubrimiento de que los espíritas no practican la caridad, sino sólo la filantropía. La caridad exige el amor a Dios, la pureza de la fe, y elevación espiritual. La filantropía es cosa más simple: amor del hombre, de la criatura, y no del Creador. El caritativo hace el bien pensando en Dios, con el corazón vuelto hacia el Padre. El filántropo lo hace pensando sólo en su semejante. Esa la diferencia. Y los espíritas, considerados “instrumentos del diablo”, enemigos de Dios, no pueden hacer la caridad.
Somos obligados a tratar estos temas, a veces, en virtud de la manera como ellos son tratados por adversarios del Espiritismo. Nuestra doctrina está aún enfrentando aquella misma fase polémica del Cristianismo antiguo, después de la fase apologética. Y eso sólo sirve para confirmar que el Espiritismo es, realmente, como decía Kardec, el restablecimiento del Cristianismo en su formulación inicial, o como dice Emmanuel: “el renacimiento cristiano”. En este sofisma sobre la caridad y la filantropía, por ejemplo, tenemos que volver a las propias palabras de Cristo, para mostrar que no todo pasa de manera tan simple.
Los fariseos buscaban siempre enredar a Jesús en problemas de esa especie. En la defensa de sus principios, y principalmente de sus prerrogativas religiosas, considerándose cómo intérpretes únicos de la escritura y únicos legítimos conocedores de la religión, proponían al Maestro y a sus seguidores ardiles, como aquella del pago del impuesto a César, que se volvió célebre. Cierta vez, según nos cuenta el evangelista Mateo (cap. XXII, vers. 34 a 40), le preguntaron a Jesús cuál era el mayor mandamiento de la Ley. Y el Maestro respondió con estas palabras:
“Amarás al Señor vuestro Dios de todo vuestro corazón, de toda vuestra alma y de todo vuestro espíritu; este es el mayor y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a aquel: Amaréis vuestro prójimo como a vosotros mismos. Toda la ley y los profetas están encerrados en estos dos mandamientos”.
Esta respuesta no debe haber agradado a los fariseos. Porque Jesús, como vemos, hizo cierta confusión entre caridad y filantropía. Dijo que amar a Dios era el principal mandamiento, pero inmediatamente después enseñó que amar a los hombres era semejante a aquel. Y añadió que de esos dos mandamientos dependían toda la ley y los profetas, o sea, que de una sólo cosa, el amor, transcurre toda la religión, toda la salvación, toda la revelación, toda la escritura revelada. Ahora, decir eso a los fariseos formalistas, a hombres que hacían de la religión un sistema convencional de preceptos y sacramentos, era lo mismo que decir una herejía. No fue porque si, que Jesús terminó en el madero.
Para los fariseos, amar a Dios sólo era posible dentro del fariseísmo. Amar a los hombres era cosa secundaria, era simple filantropía, cosa de gente sin iluminación espiritual, sin conocimientos religiosos elevados. Pero he ahí que Jesús dice esta enormidad: que amar a los hombres es semejante a amar a Dios. Y en otras ocasiones, como en la parábola del Buen Samaritano, el Maestro reafirma su lección, mostrando que el samaritano despreciado, hereje, “instrumento del diablo”, alejado de Dios y de la Ley, era mejor que el fariseo privilegiado por la gracia de Dios. ¿Y mejor por qué? Porque sabía hacer la filantropía, amar a su semejante, sacrificarse por una criatura sufriente e infeliz.
La verdad es que, el samaritano de entonces, como el espírita de hoy, no dejaba de amar a Dios. Pero supongamos que dejara. Imaginemos que el samaritano, en aquel entonces, o el espírita, de nuestros días, fueran realmente criaturas sin Dios, o incluso conectadas al diablo. Veremos entonces esta curiosa contradicción: de un lado, los hijos de Dios practicando la caridad por el interés de la salvación propia; de otro, los hijos del diablo practicando la filantropía sin ningún interés, a no ser el amor al prójimo. ¿Cuál de los dos sería más meritorio, en el plan de una evaluación moral?
Jesús, que comprendía bien esas cosas, mostró que en verdad no se puede amar a Dios sin amar al prójimo. Y que el amor al prójimo es el camino, y a la vez la práctica del amor a Dios. Por eso añadió aquella regla de oro: “Así, todo lo que queréis que los hombres os hagan, hacedlo también vosotros a ellos: porque esa es la ley y los profetas”. El egoísmo farisaico, con toda su enorme soberbia, con su pretensión de exclusivismo religioso, fue condenado para siempre, en esas dulces lecciones de humanidad. Jesús nos invita siempre al amor, que es comprensión al prójimo, bajo el auxilio paternal de Dios, y no al sectarismo exclusivista y agresivo, al fariseísmo arrogante.
Aconsejamos a las personas interesadas en un mayor desarrollo de este asunto leer “El Evangelio según el Espiritismo”, de Allan Kardec. El problema de la caridad, no es según un concepto teológico, o, como decía Pablo: “la letra que mata”, sino el “espíritu que vivifica”, según la concepción espiritual, está allí colocado de manera magistral. Maravillosas instrucciones de los espíritus, recibidas por Kardec o a él enviadas por personas de todas las partes del mundo, esclarecen ese problema a la luz de las lecciones evangélicas. “La caridad no se enorgullece” - como decía el apóstol Pablo, y el Espiritismo la enseña con humildad, sin abrogarse el privilegio de su práctica.
Herculano Pires
Libro: “El Hombre Nuevo”
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