martes, 3 de abril de 2018

El Más Allá del Suicida



Hola amigos:

Hoy os presento los siguientes temas:

- El Más Allá del Suicida
-¿Qué es un Espírita?
-Allan Kardec
- Cuando un hijo desencarna
- Olvido del pasado

           


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              EL MÁS ALLÁ DEL SUICIDA


El suicidio es, por sus características y efectos tan particulares, tal y como nos dice la mentora espiritual Joanna de Angelis «La más compleja e infeliz de todas las cosas que le pueden suceder al ser humano». Efectivamente, el suicidio es una acción muy infeliz, que depara unas inevitables y desgraciadas consecuencias para aquella persona que caiga en él, tanto en el plano espiritual como, luego, en futuras reencarnaciones. 

Los motivos que llevan a un ser humano a tomar la trágica decisión de matarse a sí mismo pueden ser numerosos, variados y complejos, teniendo que ser muy prudentes a la hora de tratarlos y de valorarlos. Sólo uno mismo sabe cómo se siente, sólo uno mismo sabe las fuerzas que tiene o no tiene y lo que espera o no espera de la vida… y lo que espera o no espera de la muerte. 

En líneas generales, aquella persona que se suicida vive inmersa en un mundo mental cerrado en el que lo único que cuenta para ella es dejar de sufrir, escapar de una situación y una realidad, la que sea, que le está angustiando y que para ella es ¡ insoportable! Esa es su única prioridad y el suicidio, por desgracia, la única válvula de escape que sabe encontrar… lo demás, en esos momentos, no importa, aunque luego ya sea demasiado tarde… 

Con mucha probabilidad, si la persona conociera las consecuencias que aguardan a aquellos que caen en el suicidio y supiera sobre los compromisos espirituales que se contraen con ello, su decisión pudiera ser otra pero, lamentablemente, dominado por la angustia y la desesperación, pasa a acariciar y a dejarse seducir por la idea de la muerte como único remedio para su situación, convencido o, al menos, esperanzado, de que con ello va a poner término a sus padecimientos.

 Sin embargo ¡supremo engaño! ¡Porque la muerte no existe, somos Espíritus inmortales! y este hecho esencial debería condicionarnos en todos los aspectos y momentos de nuestra vida. Y en el primer y más importante punto en el cual debe reflejarse esta realidad que forma parte intrínseca de nosotros es en el hecho, simple y obvio en sí mismo, de que no podemos nunca dejar de existir siendo, por tanto, completamente inútil cualquier acción que, de una u otra manera, hagamos para destruir nuestra existencia. ¡No es posible nadar contra una corriente que nos arrastra, inevitablemente, siempre hacia la Vida! 

Muchos son los testimonios de Espíritus que, cuando encarnados, se dejaron atrapar en los brazos seductores, falsos y traicioneros del suicidio, expresando con sus palabras, de un modo claro y contundente, la desesperación y la infelicidad con la que se encontraron tras su infeliz acción. Como ejemplo, valgan las sentidas palabras de Mousinho d’Albuquerque, que se suicidó con un disparo en la sien: 

«Cuando suponía que iba a llegar para mí el descanso, la muerte me trajo el martirio indecible de la prolongación de la vida, en su manifestación más tormentosa» (Espíritu Mousinho d’Albuquerque, en El Martirio de los suicidas, Almerindo Martins de Castro) 

Sería complejo detallar y profundizar en las consecuencias y responsabilidades por las que puede atravesar aquél que se ha suicidado, pudiendo éstas variar, dependiendo de diversos factores. Es decir, no todos han de pasar exactamente por las mismas situaciones, ni vivirlas de la misma manera, ni con la misma intensidad y duración. No existiendo una regla absoluta y uniforme, sin embargo, en todos los casos las consecuencias corresponderán siempre a las causas que lo produjeron, con sus atenuantes o agravantes, según las condiciones individuales y particulares de cada uno. 

Podríamos generalizar diciendo que a la persona que se suicida le aguarda una gran sorpresa, en la que, en lugar de encontrar el reposo, la nada o el olvido que tanto anhelaba, se dará cuenta de que la vida no ha finalizado con la destrucción del cuerpo físico; que el intento Cada persona que abandona la vida a través de la puerta falsa del suicidio es un Espíritu que se complica enormemente su futuro por querer escapar de su presente. ¡Evitemos nosotros la ceguera del alma! de auto-aniquilarse, a pesar de haberse arrojado a los brazos de la muerte, ha sido en vano y que en su mente le continúan atormentando los mismos problemas o motivos que le llevaron a tomar su infeliz decisión. Y que sus amarguras, lejos de extinguirse, se recrudecen y se vuelven más íntimas y profundas, teniéndose que enfrentar al desengaño y a una serie de situaciones y de estados que le pueden marcar la existencia durante muchísimo tiempo. 

Las consecuencias negativas para el Espíritu comenzarán ya en el mismo proceso de la separación de su cuerpo físico, que se complicará enormemente, haciendo que el ser se sienta como una especie de “muerto-vivo”, totalmente desequilibrado y fuera de sí. Seguirán variadas situaciones, muchas veces esperpénticas y dantescas, angustiosas y duras, con las que se ha de enfrentar en el plano espiritual, hasta los inevitables efectos producto de todo el desorden vibratorio y mental ocasionado por el acto suicida. Las gravísimas secuelas y lesiones producidas en su cuerpo espiritual, que se pueden mantener, incluso, durante años consecutivos, bajo la acción mental cristalizada del instante agónico de la auto-aniquilación, se reflejarán en las próximas reencarnaciones. 

Anticipar la muerte a través del suicidio nunca es una solución, y sí es siempre un acto mal entendido y, sobretodo, inútil, porque queriéndose liberar el ser humano de unas situaciones o problemas que cree insalvables o insoportables, sin embargo, no se va a poder liberar nunca de sus compromisos como alma inmortal, pues forman parte de su aprendizaje y de sus pruebas. Y que, por ser ineludibles, como un estudiante que repite curso, deberá afrontarlos nuevamente en próximas reencarnaciones hasta vencerlos y superarlos definitivamente.

 Se puede afirmar, sin duda alguna, que cada persona que abandona la vida a través de la puerta falsa del suicidio es un Espíritu que se complica enormemente su futuro por querer escapar de su presente. Los propios espíritus que han traspasado dicha puerta nos animan ¡nos piden encarecidamente! para que resistamos todos los males que se nos pongan por delante, que soportemos desilusiones, deshonra, amarguras, enfermedades y desgracias bajo cualquier aspecto, porque todo eso, nos advierten, será siempre preferible a las angustias que nos esperan si caemos en el gran espejismo y el gran error del suicidio. 

Sin embargo, por difíciles y desesperadas que sean las circunstancias del Espíritu, Dios, Padre Creador, “no quiere” la perdición de ninguna de sus criaturas, sino que aprendan, en este caso, de ese error que es el suicidio y se levanten, con la cabeza bien alta, para seguir adelante, progresando en dirección al Amor y al Conocimiento que les aguarda. Por ello, independientemente de las situaciones con las que se tengan que enfrentar los que se han suicidado, se van a encontrar todos ellos, sin excepción, con el Amor y con la Misericordia de Dios, que les va a brindar, a manos abiertas, nuevas y valiosísimas oportunidades para rectificar el error cometido y armonizarse con las perfectas Leyes Divinas. 

El Espiritismo nos enseña, de una manera clara y rotunda que, además del hecho esencial de que la muerte no existe, y que, por tanto, ese ser querido que “se ha marchado” no ha dejado de vivir, el hecho no menos importante y maravilloso de que con los pensamientos de amor y de cariño hacia ellos se les puede ayudar mucho ¡muchísimo! La persona que se ha suicidado necesita, más que nadie, de amor y de comprensión. Ellos mismos, en sus comunicaciones, coinciden en que la mejor y más grande ayuda que pueden recibir de los seres queridos que dejaron en el plano físico son esos pensamientos de amor y de cariño, junto con la oración sincera que, como nos explican, es un auténtico bálsamo que les ofrece paz, consuelo, renovación de fuerzas y de ánimos. 

Camilo Castelo Branco, el principal protagonista de la extraordinaria obra de Memorias de un suicida, que abandonó la vida física por no saber enfrentarse a su ceguera, nos deja un testimonio que debe conducirnos a reflexiones muy profundas:

 «Yo fui suicida. Queriendo huir de la ceguera de los ojos, me sumergí en la ceguera del alma». (Palabras del Espíritu Camilo Castelo Branco, en El martirio de los suicidas, de Almerindo Martins de Castro)

 ¡ Evitemos nosotros la ceguera del alma !

 Para ello es del todo imprescindible que conozcamos y asumamos nuestro origen espiritual y reflexionemos sobre todo lo que se desprende de ese conocimiento y de esa extraordinaria realidad de la que, por mucho que lo intentemos, nunca vamos a poder huir: ¡Somos Espíritus inmortales! 

No permitamos, entonces, por favor, que nuestra transitoria condición de seres humanos vaya en contra de nuestra condición de Espíritus inmortales que es, realmente, lo que somos cada uno de nosotros. ¡Amemos y respetemos la vida¡ 

¡Amemos y respetemos nuestra vida¡

 No quiero finalizar sin dejar unas sinceras y muy sentidas palabras para todos aquellos que han dejado la vida física escogiendo el camino complicado, duro y triste del suicidio. Para todos ellos vayan nuestros mejores votos de paz, de armonía y de recuperación, con el deseo más sincero de que nazca en su interior la esperanza de un porvenir mejor, con la total certeza de que estarán amparados por Jesús, nuestro Amigo y Maestro, el Divino Médico de las almas.

- Alfredo Tabueña-

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¿QUE ES UN ESPÍRITA?


     En "Iniciación al Espiritismo", pregunta G.Mélusson; - ¿"Qué es un espírita?". Y responde: "Ser espírita es, ante todo, practicar el bien y la moral que la Doctrina Espírita enseña, y esto se puede dar, tanto con alguien que nunca asistió a ninguna experiencia, o que en absoluto se interesa por las experiencias, como otros que tienen pasión por los fenómenos, desde el más vulgar, el de mesa, hasta el más interesante, el de la escritura mecánica; desde el más maravilloso, el de la incorporación mediúmnica, hasta el más increíble, el de la reconstitución temporal del cuerpo físico del Espíritu desencarnado. Y prosigue: "Otros hay finalmente, que por el estudio del verdadero Espiritismo, llegaron a la comprensión del deber, a la concepción de la fraternidad universal y que con o sin fenómenos, se hallan conscientes del destino humano, del por qué de la vida, del objetivo final, y actúan de acuerdo con las ideas que de todo eso adquirieron". Y acentúa más adelante- " Es importante decir que el buen espírita posee el espíritu de más amplia tolerancia e indulgencia para con todos, menos para consigo mismo". Y continúa: " El espírita ponderado da siempre muestras de buen humor, nunca se encoleriza y se esfuerza por combatir en sí mismo la impaciencia, la vivacidad y la acritud. De ningún modo se encoleriza y siempre perdona a los demás; huye de las querellas, del arrebatamiento y la exasperación; jamás se rebela, aunque si lo hace contra las más flagrante injusticia, que solo le inspira piedad, sacrificio y reparación, nunca furor, violencia o desorden. Es por eso que el espírita reflejado es evolucionosta y no revolucionario, al buscar la realización del ideal de justicia, de fraternidad y de igualdad a la que aspira".
Por lo transcrito se ve como es el arduo trabajo de reforma íntima a que se debe someter quien quiera ser espírita. Tales obligaciones son todavía reclamadas más rigurosamente a aquellos que aceptan la responsabilidad de la dirección y orientación en el Espiritismo. La disciplina no puede estar lejos en el comportamiento de los disciplinadores. Siendo como es, el Cristianismo primitivo en nueva fase, el Espiritismo cristiano está adscrito a las normas indicadas en las obras de la Codificación kardeciana, bajo la luz del Evangelio.
(Anuário Espírita 1968). 

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    "Allan Kardec es el espectáculo de la soledad del hombre que toca la Verdad y tiene que soportar en soledad las consecuencias de su audacia".

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      CUANDO UN HIJO DESENCARNA

                            Reflexión. 
 
Normalmente la prueba es para los padres. 
Tampoco en todas las ocasiones es consecuencia de algo mali que hicimos, a veces, son pruebas que tenemos que superar para nuestra evolucion. 
El hijo que desencarna no es ninguna desgracia para el, simplemente, a este hijo le llego su hora de partir, no estaba en sus designios tener la vida mas larga. 
Lo vemos como una desgracia y nos sentimos desolados, pero no pensamos, que la " muerte " en ocasiones es mejor que la vida. 
Quien sabe por los padecimientos y vicisitudes que este ser hubiese tenido que pasar, y Dios lo ha librado de estos padecimientos porque tal vez su alma no los merecia. 
Nunca sabremos con seguridad cuales son los designios de Dios, confiemos en Él. 
Nada ocurre por casualidad, todo tiene un por que... 
Creo que es la prueba mas difícil para una madre. 
Pero pensemos que estuvo aquí el tiempo que le correspondía, no estaba destinado a estar más, esta vida tampoco es perfecta ni Feliz, no le correspondía estar por mas tiempo en este valle de lagrimas y de desgracias, su tiempo finalizó. 
No está  perdido para siempre, el espíritu es inmortal, él o ella continúa viva en el mundo espiritual y algún día, si lo merecéis os reencontrareis. 
En ocasiones, cuando se trata de enfermedades de larga duración, lo saben, conozco algunos casos en los que  ellos mismas lo han anunciado, algunos no los han creído, pero para asombro de todos, así ha sido, tal como ellos decían. 
Se lo dicen, en ocasiones sus Guías, en otras sus seres queridos que los están esperando para recibirlos, y a veces hasta los ven. 

Angeles C.M


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                                   OLVIDO DEL PASADO


Hay quienes, en su orgullo y vanidad, se resisten a admitir que puedan haber pasado por formas inferiores de vida. Y para refutar la verdad de la reencarnación o pluralidad de existencias, sostienen que tendrían que conservar la memoria de su vida anterior. Aun cuando éste es un juicio simplista, pero que puede surgir también en personas bien intencionadas, deseosas de conocer la Verdad de la Vida, necesario es aclarar este punto. 
A éstos, les diremos: si una simple conmoción cerebral es lo bastante para que olvidemos los hechos de nuestra vida presente, ¿cómo ha de ser posible conservar recuerdo alguno de los hechos en nuestras existencias pasadas, no estando grabadas en el cerebro de la nueva personalidad? Si bien la Mente espiritual (o mente subconsciente de la psicología) conserva la esencia de las experiencias y aprendizajes de su vida anterior y anteriores, carece de las imágenes necesarias en el nuevo cerebro físico de la nueva encarnación. 
Conservamos, sí, las ideas generales y experiencias que hayan quedado grabadas en la Mente espiritual o subconsciente. Nuestra actual personalidad, lo que consideramos nuestro carácter, todo ese conjunto de gustos y tendencias, capacidad intelectual, dinamismo., etc., son el resultado de experiencias adquiridas, de gustos y disgustos, de las vicisitudes pasadas en anteriores existencias. 
Además, no recordarnos nuestras vidas pasadas, sencillamente porque no están grabadas en la memoria de nuestra actual personalidad. La memoria nos refleja tan sólo aquello que, a través de los sentidos, haya sido grabado en las células del cerebro físico, ya que éste es el instrumento de manifestación de que se sirve la mente. Si bien en los individuos ya muy evolucionados, la Mente espiritual que radica en el Espíritu, se manifiesta con más intensidad, por lo que pueden recordar algunos pasajes de su vida anterior y hasta dos o tres vidas atrás. Aquellos que han alcanzado esta condición, pueden también vislumbrar, con mayor o menor intensidad, la vida y actuación en el plano o planos etéreos del espacio, de su vida espiritual antes de encarnar; por lo que, algunos de éstos en sus meditaciones, llegan a esos estados de desdoblamiento conocidos con la denominación de éxtasis. Pero en cambio, esta visión anterior al renacimiento por aquellos que hayan pasado por las zonas inferiores tenebrosas del astral, sería causa de grandísimos sufrimientos y otros males. 
Las leyes de la Vida, emanadas de la Máxima Sabiduría Cósmica, son perfectas. Y si algo nos parece imperfecto, se debe a nuestro desconocimiento de esas leyes. 
Hagamos algunas consideraciones acerca de las ventajas que significa el olvido del pasado. Analicemos con detenimiento. 
¿No sería un martirio para nosotros, recordar nuestros actos delictuosos, nuestras víctimas, nuestros victimarios y aun nuestras vergüenzas de vidas recientes? 
El conocimiento de un pasado lleno de errores, embrutecido, como el de la mayoría de nuestra humanidad actual, sería una carga tan pesada, que sólo los seres muy fuertes podrían, quizá, soportar. Pero, sería motivo de crueles inquietudes para los seres más débiles en lucha con su destino. 
Aquellas personas que en su última vida pasada hayan tenido una existencia fácil, de riquezas, lujos y derroches, y la vida actual de pobreza y dificultades sin cuento (compensación por la Ley de Consecuencias), ¿podría soportarla? 
Si una persona que haya sido ultrajada, o le hubiesen ultrajado una hija, esposa o esposo en una vida anterior, y se encontrase con el ultrajador (identificándole) en el círculo de sus relaciones sociales, ¿qué acontecería? 
Supongamos que una persona conservara la memoria del pasado y por ello identificara entre sus amistades a otra persona que, en alguna de sus vidas pasadas le hubiese acusado de un crimen no cometido y por el cual hubiese pasado varios años en una cárcel, en alguno de aquellos calabozos antiguos, o perseguido por el fanatismo religioso hubiese ido a parar a las mazmorras de la Inquisición... ¿que acontecería? 
Y por último, ¿podría un niño soportar el recuerdo de las escenas de actos malvados ejecutados en vidas anteriores o persecuciones en el pasado? Sin duda, enfermaría en la mayoría de los casos, y hasta enloquecería con la repetición en formas de alucinaciones. 
Saliendo recién nuestra humanidad de la bestialidad feroz, ¿qué ventajas podría darnos el recuerdo de un pasado de odios e injusticias, de vergüenzas y lágrimas que hemos hecho derramar, de dolor y sangre vertida por culpa nuestra?. 
¿Qué puede ser el pasado de cada uno de nosotros? Bestialidad, resentimientos, odios, venganzas, injusticias y toda una larga lista de errores que perturbarían nuestro equilibrio psíquico, convirtiendo la vida en un tormento. El Espíritu, débil aún, no podría resistir. 
No obstante, mediante el olvido de todo ese pasado, renaciendo a una vida nueva, en un ambiente generalmente distinto, con una nueva educación, la perspectiva cambia completamente. 
Siendo cada vida una nueva oportunidad de progreso, este recuerdo sería un gran impedimento para cumplir el destino de cada cual. ¡Bendigamos el olvido temporario, que el Eterno Amor nos concede a través de Sus leyes! 
El conocimiento integral de nuestras vidas pasadas, nos presentaría inconvenientes temibles, horrorosos, no tan solo desde el punto de vista individual, sino también colectivo; puesto que introduciría en la vida social elementos de discordia, fermentos de odio que agravarían e impedirían todo progreso moral-espiritual. Los criminales de la historia reencarnados para expiar, verían de nuevo las vergüenzas las iniquidades de 
todos los siglos, expuestas ante sus ojos. El pasado acusador, sería la causa de múltiples sufrimientos. 
Dios, en su infinita sabiduría y amor, nos evita todas estas torturas y otras más, mediante este fenómeno psíquico (dentro de la Ley de Vibración), cual es la privación del recuerdo y conocimiento de nuestro pasado, una vez entrado en el cuerpo carnal. 

Sebastián de Arauco



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