lunes, 28 de mayo de 2018

Historia de un marino



Hoy veremos aquí:

- Espíritus Puros
-Espacio Universal
-Historia de un marino
-Utilidades del Espiritismo y sus progresos



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              ESPÍRITUS PUROS 
                   ( O del primer orden)
– Caracteres generales :

No sufren influencia de la materia.Superioridad intelectual y moral absoluta con relación a los Espíritus de los otros órdenes


113 – Primera clase. Clase única.- Recorrieron todos los grados de la escala y se despojaron de todas las impurezas de la materia.Habiendo alcanzado la suma de perfección de que es susceptible la criatura, no han de sufrir pruebas ni expiaciones. No estando sujetos a la reencarnación en cuerpos perecederos, viven la vida eterna, que disfrutan en el seno de Dios.Gozan de inalterable felicidad, puesto que no están sujetos, ni a las necesidades, ni a las vicisitudes de la vida material; pero esa felicidad no consiste en la ociosidad monótona en el transcurso de una contemplación perpetua. Son los ministros de Dios, cuyas órdenes acerca de la conservación de la armonía universal, ejecutan. Comandan a todos los Espíritus que le son inferiores, les ayudan a perfeccionarse y les designan sus misiones. Asisten a los hombres en sus aflicciones, tratan de excitarlos al bien o a la expiación de las faltas que los mantienen alejados de la felicidad suprema y eso  es para ellos una dulce ocupación.Se les designa a veces con los nombres de ángeles, arcángeles o serafines.Los hombres pueden comunicarse con ellos, pero sería muy presuntuoso el que pretendiese tenerlos constantemente a sus órdenes. Allan Kardec


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                Espacio universal 




 El espacio universal ¿es infinito o limitado? 
- Infinito.- Si le supones límites, ¿qué habrá más allá? Bien comprendo que esto confunde tu razón, y con todo ella te está diciendo que no puede ser de otra manera. Lo propio acontece con lo infinito en todas las cosas. En vuestro pequeño ámbito no podéis comprenderlo. 
Si se supone un límite al espacio, por muy distante que la mente pueda concebirlo, la razón dice que allende esa frontera habrá algo más, y así sucesivamente hasta el infinito: porque ese algo, aunque fuera el vacío absoluto, seguiría siendo todavía espacio. 
.El vacío absoluto ¿existe en alguna parte del espacio universal? 
- No, nada está vacío.. Lo que a ti te parece vacío se halla ocupado por una materia que se sustrae a tus sentidos y a tus instrumentos de observación. 
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. 
ALLAN KARDEC. 



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              HISTORIA DE UN MARINO
                ( Comunicado mediúmnico)


                           
—Buenas noches en el Nombre de Dios. Sabéis, hermanos, que cuando os reunís con los elevados propósitos que lo hacéis vienen a oíros y oírnos, infinidad de seres del espacio que están sedientos de conocer y estudiar las inspiradas palabras que Dios pone en boca de sus hijos. Ese es el caso de esta noche.
   Entre los muchos de estos hermanos que asisten esta noche hay uno que tiene algo de Luz, de sabiduría y mucho de Fe y entendimiento, que os suplica hagáis la caridad de oírle unos momentos, ya que lo que os quiere contar está relacionado con el estudio del poder de la intuición y la plegaria que estabais desarrollando.
—Con mucho gusto le oiremos.
—Dios os lo pague. Dejo paso a este hermano.

—Que la luz esplendorosa del Todopoderoso os acompañe cuando divulguéis las verdades que conocéis. Nunca tienen los seres más pureza que cuando saben elevar las plegarias a Dios, ya que si en ellas han puesto todo su empeño, su voluntad, su cariño y todo su poder de Luz, en esa cuantía es oída la súplica y en esa cuantía es remediado el mal que solicita amparo o perdón. Nunca se engrandece más el ser, aunque esté encarnado, que cuando se arrodilla y, mirando con su alma hacia las grandiosidades del infinito, pide al Todopoderoso, según su imaginación y modalidad religiosa, para alcanzar Su perdón, Su amparo o Su ayuda.
Su alma se engrandece y eleva, y también eleva a los que están junto a ella, toda vez que el bien se extiende a los demás cuando se ha recibido puro y en gran cantidad. Si os cansara, decídmelo.
—Al contrario, te oímos con mucha atención —se le contesta.
—Una de mis encarnaciones en el Planeta Tierra fue en el siglo pasado. Era hijo de unos pescadores de un pueblo que se llama Betanzos, en el norte de vuestra patria. Desde pequeño me entusiasmaba mirar al mar. No solamente por razón del oficio de mi padre, sino porque yo notaba, sin poder explicármelo, lo que me enamoraba y atraía aquella grandeza. Bastantes tardes, cuando a fuerza de muchos ruegos, me llevaba mi padre en la barca a pescar, para mí era un acontecimiento extraordinario. Me quedaba mirando el horizonte, donde parece ser que se besan el mar y el cielo y, sin saber explicármelo, concebía la magnitud de aquella manifestación del poder divino. Cuando veía aquel torrente de luz que procedente del astro rey se estrellaba en las embravecidas olas, mi alma se ensanchaba, se engrandecía, quería penetrar en aquellas olas y confundirme con el agua y los rayos maravillosos que producían aquel sin igual espectáculo. Cuando me quedaba en tierra tenía la costumbre de ir a sentarme sobre unos acantilados, desde donde observaba el movimiento bullicioso y elegante, podríamos decir, de las olas en su trajín eterno. Cada vez me extasiaba más mirando cuando el sol rompe la quietud del agua y los cambiantes de luz me obligaban a cerrar los ojos, porque no podían mirar tanta luz y tanta grandeza.
    Cada vez más entusiasmado, comencé a estudiar en la escuela algo de cartografía, según se podía estudiar entonces. Mi padre veía en mí no un pescador, sino un marino. Muchas veces, paseando por la fina arena, cuando venía de vez en cuando a besar mis pies alguna ola tranquila, elegante y señorial, me daban intenciones de arrojarme al mar y captar en sus profundidades, de una forma más clara y patente, la obra incomparable de Dios.
—Voy a aligerar mucho mi relato porque me estoy extendiendo demasiado.
—Al contrario, nos parece muy amena tu narración. Continúa, hermano.
Por fin llegó mi hora. Un día me llevó mi padre a un puerto que llamáis La Coruña, y me enroló de grumete en un mercante australiano. Mi primer viaje —no me da pena decirlo— me entristeció un poco al ver lo pequeño que yo era y lo grande que era aquel camino inmenso e interminable que surcaba el barco. Las operaciones de los grumetes ya las conocía.
Fui poco a poco estudiando el movimiento. Me fijaba muchísimo en las maniobras marineras, y cada vez más entusiasmado, más dichoso, me consideraba feliz con mi profesión, que era la que sentía mi alma. Al cabo de algunos viajes y de algunos años llegué a mayor. La enseñanza que había adquirido me sirvió mucho. Los capitanes que veían en mí que abrazaba con toda mi alma la profesión de marino, también se esforzaban en que conociera a fondo todos los secretos de la navegación. Pasé a una escuela, donde aprendí la cartografía marina y demás conocimientos, y, resumiendo, llegué con el tiempo, mi experiencia y mis estudios a mandar un buque. Ese buque se llamaba «La Estrella Matutina». Nuestra misión era viajar desde España a América transportando víveres y trayendo de América los productos necesarios para nuestra patria. En mi vida de capitán supe siempre comportarme fielmente con los hombres a mis órdenes. Fui caritativo y severo, siempre correcto y respetuoso con su humildad para que ellos respetaran mi rango y mi cargo en el buque.
    En uno de mis viajes a América, cuando estábamos pasando las costas de Terranova, vino una niebla densísima que me obligó a subir al puente, en donde estuve siete u ocho horas examinando lo que podía examinar del horizonte, observando los aparatos, que mal decían u orientaban la dirección, atisbando en todas direcciones cualquier señal o luces, como hacen todos los capitanes en estos casos tan difíciles. Cuando más preocupado me hallaba en mis observaciones vino el contramaestre a decirme:
—Mi capitán: siento mucho tener que comunicarle una mala noticia.
— ¿Qué ocurre? —pensé en alguna vía de agua o algo grave.
—Mi capitán, es que de los 32 hombres que componen la tripulación, 22 han comido unas conservas que estaban en mal estado y están envenenados. El médico dice que es muy difícil salvarles porque ni tenemos medios ni medicinas convenientes, ni estamos próximos a dónde conseguirlas.
    Yo, hermanos de mi alma, me quedé estupefacto. El sudor brotaba de mi frente más copioso que el agua fría con que me envolvía la niebla.
    Subió el médico y me dijo: «Señor capitán, los hombres se mueren. Es preciso andar más de prisa y llegar a Quebec (Canadá), donde hay un hospital y podríamos salvarles.»
    Yo, mirándoles, les dije: « ¿Cómo queréis que vayamos de prisa si la niebla nos aprisiona, si el buque no puede navegar, si las máquinas están medio paradas porque tememos chocar o tropezar con un arrecife, porque vamos a lo imprevisto y la «rosa de los vientos» no señala el rumbo como debiera y la densidad de la niebla es cada vez mayor?»
     Entonces, en medio de gran desesperación por la situación tan difícil en que nos encontrábamos, bajé a mi camarote (yo siempre he sido creyente, continuamente he elevado mis plegarias a JESÚS para que Él, mucho más puro que yo, las elevara al Todopoderoso). Allí, con el fervor de toda mi alma, me arrodillé y fue mi plegaria la siguiente: «JESÚS mío poderoso; Ser bendito, Hijo santo predilecto del Todopoderoso, Tú que siempre has sido mi guía; en las grandes tempestades, en los terribles tifones e imponentes tornados, siempre he recurrido a Ti y has salvado a mi barco y a los hombres que han estado bajo mi amparo y dirección. ¡¡Ampárame, Jesús mío, que podamos llegar a Quebec pronto y se salven estos hombres inocentes!!»
     Terminé mi plegaria, en la que puse todo mi fervor y toda mi Fe...
      Y sentí una voz clara, terminante, pero con una melodía divina y dichosa, que me dijo:
—Sube y da la orden de que pongan el barco a toda máquina y dile al timonel que no se alarme.
     Como lo oí, hermanos de mi alma que me estáis oyendo, subí y di la orden.       El contramaestre, los oficiales y los maquinistas creyeron que me había vuelto loco, porque cuando se navega con niebla, lo más fácil es chocar o encallar.
     Con gran autoridad, exclamé: «He dicho a toda máquina el buque!!», grité.
Empezamos a correr vertiginosamente. El timonel me llamó, asustado: «Mi capitán, mi capitán, el timón no obedece, el rumbo lo pierde, vamos a estrellarnos!!»
     Entonces le dije yo humildemente: «Calla y obedece a Quien lo lleva, que tú lo que haces es aparentemente tu trabajo.»
     Pasó una hora. Atravesamos los densos bancos de niebla a toda velocidad. Pudimos llegar doce horas antes a Quebec, desembarcar los enfermos, llevarlos al hospital y, allí, ya atendidos por los médicos y con los medios y medicación adecuada, a los ocho días estaban todos a salvo. La plegaria había sido oída por el Divino JESÚS, que la había transmitido al TODOPODEROSO.
     Adiós, hermanos de mi alma, y que Dios os bendiga a todos. 
—Gracias, hermano, nos agradaría conocer tu nombre.
—Mi nombre fue Salvio Martínez; mi buque, «La Estrella Matutina».


( Desde la otra Vida )

-(Relato transmitido por el Grupo Espírita "Alborada Espírita Cristiana")




*El Espiritismo es la lámpara que alumbra al Mundo, y el Evangelio es el combustible que la alimenta.ª

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  Utilidades del Espiritismo y sus                                       Progresos 

por: Amalia Domingo Soler

El Espiritismo, difunde una luz que penetrará desde el palacio del potentado hasta la cabaña del rústico aldeano, luz que en medio de la diversidad de escuelas, de sistemas y de opiniones religiosas, políticas y sociales que dividen a la humanidad actual, será de un gran poder para iluminar a todos. 

El Espiritismo tiene por objeto combatir la incredulidad y sus funestas consecuencias, dando prueba patente de la existencia del alma y su vida futura. Se dirige a todos en general pero muy particularmente a los que no creen en nada y a los que dudan, cuyo número es muy grande por desgracia.
El Espiritismo que sabe que toda creencia es superficial y sólo da las apariencias de la fe pero no la fe sincera, expone sus principios a la vista de todos de modo que puede cada cual formar opinión conconocimiento de causa. Los que lo aceptan lo hacen libremente y porque lo encuentran racional. No impone una creencia, invita a un estudio; no pretende convertirse por sorpresa, sino que se le estudie detenidamente, para después rechazarlo o aceptarlo. 

Los espiritistas decimos: al que ha nosotros viene como hermano, como a hermano lo recibimos; al que nos rechaza le dejamos en paz; pero guardándole las misma consideraciones. 

El Espiritismo nos enseña la influencia que el mundo invisible ejerce con el mundo visible y las relaciones que entre ambos existen, como la astronomía nos enseña las relaciones de los astros con la Tierra; nos la presenta como una de las fuerzas que gobiernan al Universo y contribuyen al sostenimiento de la armonía general. Y este conocimiento de ultratumba nos lleva a la resolución de infinidad de problemas insolubles hasta ahora; nos da la prueba patente de la existencia del alma; de su individualidad después de la muerte, de su inmortalidad y de su suerte verdadera; es pues, la destrucción del materialismo no con razonamientos sino con hechos.
Por esto, hermanos míos: Cuando los dogmas religiosos se derrumban minados en su base por la ciencia positiva y el espíritu de examen de nuestro siglo; cuando las falsas y desconsoladoras interpretaciones de la ciencia materialista buscan en vano solución a las grandes cuestiones morales y satisfacción a los anhelos y aspiraciones de la humanidad; cuando todo se halla perturbado y pidiendo regeneración, y se agita el problema político "unido en nuestros días al problema social, que es ante todo un problema religioso"; cuando más oscuro se ve el horizonte y más intrincado el camino, conduciéndonos por todas las partes al abismo como irremediable y desastroso fin; cuando hasta las mismas conquistas de la civilización semejan convertirse en elementos perturbadores para sumir a la humanidad en las tinieblas de caótico desconcierto; en este momento supremo en que todo se pone en tela de juicio y de todo se duda, hasta de la existencia de Dios y de nuestro yo inmortal, aparece providencialmente el Espiritismo hecho de todos los tiempos, con el doble carácter de ciencia de observación y de doctrina filosófica, sentando las bases de la religión del porvenir que ha de resolver todos los problemas hoy planteados. 

Abriga esta seguridad el Espiritismo proclamando: 

La Existencia de Dios. 

Infinidad de mundos habitados. 

Preexistencia y persistencia eterna del Espíritu. 

Demostración experimental de la supervivencia del alma humana por la comunicación medianímica con los espíritus. 

Infinidad de fases en la vida infinita de cada ser. 

Recompensas y penas como consecuencia natural de los actos. 

Progreso infinito. 

Comunión universal de los seres. 

Solidaridad. 

Sí, ciertamente; con estos principios, el Espiritismo viene en el momento preciso ha abrir la era nueva de una transformació n social y religiosa. Pero a diferencia de las tradiciones religiosas que han mantenido a los pueblos en la servidumbre del pensamiento, el Espiritismo no admite más que las desmostraciones por los hechos estudiados en sus causas y en sus efectos, y rechaza todo supernaturalismo: Sometiendo sus principios al crisol de la razón, no impone ninguna especie de creencia, y por lo tanto no teme la discusión; llama a los librepensadores imparciales y a los amantes de toda idea grande y generosa susceptible de transformar el actual estado social demostrando por medio de una creencia positiva, la imperiosa necesidad para todos indistintivamente, de someterse a la ley de Solidaridad, que encierra los grandes principios de libertad, de igualdad y fraternidad. 

La base de toda filosofía y de todo saber, resumida en la célebre inscripción del templo de Delfos"conócete a ti mismo" es un problema resuelto con la contestación que el Espiritismo da a los tres eternos interrogantes: ¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿A dónde vamos? y la existencia de inmortalidad del yo espiritual, que las escuelas espiritualistas no han podido probar de una manera incontestable, por medio del razonamiento, merced a los fenómenos espiritistas es una verdad que puede ser ya positivamente demostrada, sin contestación posible, por los investigadores concienzudos. 

Así el Espiritismo no dice: "cree" sino "estudia" y en esto fía su fuerza atractiva, y a eso debe sus inmensos progresos. 

Ninguna escuela filosófica, ninguna doctrina religiosa alcanzó en tan poco tiempo el desarrollo y extraordinario crecimiento que ha tenido el Espiritismo. 

Éste ha entrado en una fase de investigación científica con los trabajos de William Crookes, el célebre químico inglés de Sollner, y de Paul Gibier el eminente médico Francés, a quienes precedieron en la afirmación de la realidad de los fenómenos espiritistas distinguidos sabios; naturalistas como Alfredo Russell Wallace, físico y químico como Varley, y otros eminentes profesores; y astrónomos como Flammarión, genios como Víctor Hugo, y una pleyáde de grandes literatos contemporáneos. 

Con tan ilustre compañía, bien pueden soportar los espiritistas el calificativo de locos, que también se lo dieron sus contemporáneos a los más notables descubridores y a los grandes bienhechores de la humanidad. 

De modo que, en el curso de los progresos del Espiritismo, los principios que proclama concluirán por ser aceptados como la expresión de la realidad porque la influencia de la Verdad, la Belleza y la Bondad de las cuales cada uno tenemos un destello por la esencia de donde hemos salido, tiende a evolucionar hacia la armonía que es el bien, objeto esencial de nuestra doctrina, la cual se impone a la razón como una verdadera ciencia, sin que pueda ser destruida por los sofismas de falsos sabios. 

A medida que se extiendan las ideas que el Espiritismo da de la existencia de Dios y su justicia, y de las sucesivas existencias del alma, se verá como ha dicho un profundo pensador; que las impaciencias se calman, las ambiciones se entibian, las disidencias de los partidos se borran, los espíritus se reúnen para un fin común, con un mismo pensamiento, y la opinión pública tomará una fisonomía nueva, permitiendo llenar sus aspiraciones justas. 

Entonces el ser humano, llevará con paciencia el destino que le toca en la Tierra, persuadido de que, por duro que sea, es una prueba que ha merecido, y que si la sufre con grandeza de ánimo y resignación durante los instantes de la vida planetaria, dará un gran paso adelante en la vida eterna. 

Mirará con piedad al orgulloso de alma baja que explota o desprecia a sus semejantes, comprenderá que la justicia divina no puede ser completa aquí en la Tierra porque hay una vida eterna, y como consecuencia necesita de esto, resolverá con sentido justo y armónico el hoy, gravísimo problema social realizando el mejoramiento colectivo en virtud del mejoramiento individual, con cumplimiento del deber, libremente aceptado por impulso de la propia conciencia. 

Tal ha de ser, el resultado de los progresos del Espiritismo, y para ello aparece, sin duda, providencialmente con sus caracteres actuales, moviendo a un tiempo la razón y el sentimiento, con el doble objetivo de impulsar al hombre a conocer y amar. 

Sí; somos todos hijos del mismo Padre y todos nos hemos de tolerar unos a otros, proclamando y practicando la Solidaridad y la Fraternidad universal. Para confundir a toda la humanidad, en el sentimiento de adoración a Dios y en el estrecho abrazo que simboliza la ley suprema de amor. 

He aquí porqué yo siento inmensa satisfacción allí donde se propague el Espiritismo, y mi Espíritu emocionado tributa en estos momentos un afectuoso recuerdo de gratitud al inolvidable Kardec que nos legó una filosofía tan grande como luminosa suplicándole que desde esos mundos de luz donde mora, nos ayude a continuar su obra. 

Y se lo tributemos también a toda esa pleyade de sabios escritores y escritoras que van difundiendo la luz de tan bello ideal, a quienes saludo con toda la efusión de mi alma. ¡Gloria a los bienhechores de la humanidad! 
¡Gloria al Espiritismo!

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