domingo, 17 de junio de 2018

Anotaciones sobre el trabajo mediúmnico


Hoy vemos aquí los siguientes temas:

- Mal uso de la mediumnidad
- El perdón de las injurias
- Anotaciones sobre el trabajo mediúmnico
- Leyes Universales: Autoanálisis
- Caridad




                                           
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                   MAL USO DE LA MEDIUMNIDAD

Los médiums que hacen mal uso de su facultad, que no se sirven de ella con 
las miras del bien o que no se aprovechan para su instrucción, ¿sufrirán las consecuencias? 

"Si hacen mal uso de esta facultad, serán doblemente castigados, porque tienen
un medio más para ilustrarse y no se aprovechan. El que ve claro y tropieza es más 
vituperable que el ciego que cae en el hoyo." 


4. Hay médiums a quienes éstos dan espontáneamente y casi constantemente 
comunicaciones sobre un mismo motivo, sobre ciertas cuestiones morales, por ejemplo: 
sobre ciertos defectos determinados. ¿Tiene esto objeto? 

"Sí; este objeto es el de iluminarles sobre este punto muchas veces repetido, o para corregirles de ciertos defectos; por esto a los unos les hablarán incesantemente de 
orgullo, a los otros de la caridad; sólo la saciedad puede al fin abrirle los ojos. No hay médiums que hagan mal uso de su facultad, por ambición o por interés, o comprometiéndola por una falta capital, como el orgullo, el egoísmo, la ligereza, etcétera, que no reciba de tiempo en tiempo algunas amonestaciones de parte de los Espíritus; lo malo es que la mayor parte de las veces no toman esto para sí." 


Observación. - Los Espíritus usan muchas veces la prudencia en su lecciones, las 
dan de un modo indirecto para dejar el mérito al que sabe aplicarlas y sacar provecho; 
pero la ceguedad y el orgullo son tales entre ciertas personas, que no se reconocen en e 
cuadro que se les pone delante de los ojos; tanto más el Espíritu les dad entender que 
se dirige a ellas, se enfadan y tratan al Espíritu de mentiroso o bromista de mal género. 
Esto solo prueba que el Espíritu tiene razón. 

5. En las lecciones que se dictan a un médium de una manera general y sin aplicación personal, ¿no obra éste como instrumento pasivo para servir a la instrucción de otro? 

"Muchas veces estos avisos y consejos no se dictan para él personalmente, sino para los otros, a los cuales no podemos dirigirnos sino por la intervención de este médium, pero el mismo debe tomar su parte si no le ciega el amor propio.* 

EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS 
ALLAN KARDEC. 

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             EL PERDÓN DE LAS INJURIAS
                            


Espíritas, no olvidéis nunca que tanto en palabras como en acciones, el perdón de las injurias no debe ser una palabra vana.. Si os llamáis espíritas, sedlo pues; olvidad el mal que se os haya podido hacer y no penséis sino en una cosa: el bien que podéis hacer. El que entró en este camino, no debe apartarse de él ni con el pensamiento, porque sois responsables por vuestros pensamientos, que Dios conoce. Haced, pues, que estéis despojados de todo sentimiento de rencor; Dios sabe lo que permanece en el fondo del corazón de cada uno. Feliz, pues, aquél que cada noche puede dormirse diciendo: 
Nada tengo contra mi prójimo.- SIMEÓN, Bordeaux, 1862). 


EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO 
ALLAN KARDEC. 


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Anotaciones sobre el trabajo mediúmnico.
 Existe un universo a explorar. Hay una Humanidad entera clamando ayuda, esclarecimiento, comprensión y caridad en el llamado mundo espiritual.  Sus dramas y sus angustias no son puramente  individuales.
La organización de un trabajo mediúmnico empieza mucho antes de dar comienzo  a sus tareas propiamente dichas, con el estudio sistemático de las obras básicas, y de las complementarias, de la Doctrina Espirita: las de Allan Kardec, León Denis, Gabriel Delanne, Gustavo Giley, y ciertos escritos de origen mediúmnico, como los de André Luiz. Es necesario poner mucho énfasis  en el estudio  de los escritos  que cuidan el complejo problema de la mediúmnidad, que hace un soporte  indispensable de toda tarea programada. 
Si tenemos disposiciones, podemos comenzar. Y comenzar por el planeamiento y no por la ejecución precipitada y sin preparación.
Multitud de seres que han vivido aquí en la tierra, están allá a la espera de ayuda, no obstante son muy pocos los grupos que se disponen a esa tarea, procurando en si  esa elevación,  progreso, y  conocimiento
La relación con el mundo espiritual se reviste de engañosa simplicidad. Cualquier persona dotada de facultades mediúmnicos, aunque incipientes,  puede establecer contacto con los desencarnados, consciente o inconscientemente, serena  o desordenadamente. Unos lo hacen compulsivamente o con resistencia; otros con espontaneidad; unos con respeto y amor, otros con liviandad e indiferencia; y muchos sin percibir  lo que pasa  o lo que se debe hacer para ordenar un fenómeno que, como tantos otros, es natural, no teniendo nada de místico, fantástico o sobrenatural. Hay que tener un mínimo de preparación, apoyada  en un mínimo de información para tratar con los espíritus. El que trata con los espíritus sin estos requisitos, se arrastra a la mediúmnidad indisciplinada o desequilibrada, y se expone a riesgos  imprevisibles para su equilibrio emocional y orgánico. La práctica  mediúmnica  no debe ser improvisada, pues no perdona la falta de preparación e ignorancia. 
El mundo espiritual está poblado de seres  que fueron hombres y mujeres  como nosotros mismos, encontrándose  en diferentes estados de desarrollo moral. Podemos deducir ese otro mundo, como es el nuestro de aquí, allí, como aquí, encontramos Espíritus  nobles y dotados  de atributos morales avanzados, pero también hay los inferiores que son en gran número, y que se encuentran  en extremos dolorosos del envilecimiento moral , de ignorancia, , de rebeldía, de angustia, de rencor, de venganza.  Son con estos últimos por nuestro estado inferior de evolución con los que generalmente contactamos.
Sin embargo, esto no quiere decir que nos encontremos a merced de los espíritus inferiores, compañeros sublimados siempre velan por nosotros y están siempre dispuestos a ayudarnos, peo no debemos olvidar que ellos no hacen las tareas que nos corresponde hacer a nosotros.
Nunca somos tan pobres de bienes materiales  y espirituales que no podamos donar alguna cosa  al compañero necesitado, sea el pan o la palabra  de consuelo y solidaridad. 
El Espiritismo doctrinario nació de las practicas mediúmnicos, de ellas se nutre y de ellas depende, en gran parte  su futuro desarrollo. El intercambio, entre el mundo espiritual y este, solamente asumió expresión y sentido filosófico después que Kardec ordenó y metodizó los conocimientos adquiridos en el contacto  con nuestros hermanos desencarnados. La practica mediúmnica es, no solo aconsejable, sino indispensable para el futuro de la Humanidad , ya que la ecuación y la solución de grandes inquietudes humanas van  a depender, cada vez más, de la exacta comprensión del mecanismo  de las relaciones entre esos dos mundo, que a fin de cuentas , no son más que uno solo, en planos diferentes.
La propia dinámica de la Doctrina Espirita  exige ese intercambio espiritual, primeramente para que se observe  y estudie el fenómeno de la mediúmnidad, sus grandezas, sus riesgos, las oportunidades de aprendizaje y progreso  que contiene, no solo para el médium, sino también para aquel que asiste a los trabajos y de ellos participa.
En el ejercicio de la mediúmnidad existe riesgo,  de mistificaciones por parte de pobres hermanos carentes de entendimiento. De aceptación de mentiras sutilmente presentadas bajo fascinantes ropajes.  De aflicciones, felizmente pasajeras, causadas por el desfile  de las angustias  de hermanos sufrientes.
EL Espíritu que yerra, invariablemente perjudica a alguien más. Los errores  que cometemos, nos penden  a una cadena de hechos y de seres que se extiende en el tiempo. El drama de un espíritu  nunca es solo suyo. En esta vida, o en las que hemos vividos, anteriormente, siempre hay eslabones  que nos unen a otros seres  y a otros dolores.                                                                                                                                                                                                                                     En los dramas que se asisten  en una reunión mediúmnica, aprendemos a contemplar la transitoriedad el mal, la amarga  decepción del suicida, la crudeza del arrepentimiento de aquel que desperdició su tiempo en la búsqueda ansiosa  de las ilusiones mundanas, la inutilidad de las posiciones humanas, el peso terrible de la vanidad, la tensa expectativa de una nueva amargura en la carne redentora, en la cual el Espíritu queda, por lo menos anestesiado en sus angustias.
Lecciones terribles suministradas con lágrimas y gritos de desesperación por aquellos que asumieron débitos enormes delante de la Ley; lecciones de dulce tranquilidad y de serena humildad de los que ya superaron sus flaquezas i vienen, sin ostentación, solo para mostrar como es el Espíritu de aquel que ya se  venció así mismo, en la milenaria batalla contra sus propias deficiencias. Muchas y variadas lecciones, extenso y profundo aprendizaje  para todos  los que desearon  realmente apresurar los pasos  y acortar el camino que le lleva a Dios.
No es difícil la organización de un grupo mediúmnico, se cuenta  con estudios serios y seguros de orientación doctrinaria al respecto.  Es bueno que el grupo sea pequeño, de preferencia familiar, compuestos de personas que se armonicen perfectamente y que estén interesadas en un trabajo serio y continuo. Que no se deje desanimar por dificultades  o por la aparente insignificancia  de los primeros resultados, ni fanatizar  o fascinar  por pseudoguias.
Poco a poco, cuando se demuestre la seriedad de los propósitos, los trabajos irán surgiendo, bajo la orientación de Espíritus esclarecidos. A cada buen grupo de seres encarnados dispuesto a la tarea, corresponderá un grupo equivalente de Espíritus, en un intercambio saludable de profundas repercusiones, pues Espiritismo es Doctrina, pero también es practica mediúmnica, y todos nosotros, aunque no lo sospechemos, tenemos compromisos a ejecutar, ajustes a realizar con hermanos que nos aguardan sumergidos en odios e incomprensiones, que se envenenan  a si mismos y a nosotros.
“Lamentar la desgracia – decía Horace Mann – es humano; disminuirla es divino.”
Herminio C. Miranda
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LEYES UNIVERSALES :AUTOANÁLISIS 

 Necesidad de su práctica. Procedimiento y realización. 

     A medida que penetramos en el conocimiento espiritual, que es el conocimiento de las leyes de la Vida en su aspecto trascendente; vamos apreciando en la vida humana aspectos que nos eran desconocidos, y cuyo desconocimiento ha venido siendo causa de errores múltiples causantes de dolor e impedimento de progreso. 

     El conocimiento espiritual nos capacita para conocernos mejor, a nosotros mismos, conocimiento éste indispensable para una mejor actuación en nuestra vida humana, que es un aspecto de la vida del espíritu, necesaria para su evolución. 

     Según nos refleja la historia en el frontis del antiguo templo de Delfos (en la antigua Grecia) estaba grabada esta frase: 
      SI QUIERES LIBERARTE DEL ABISMO, CONÓCETE A TI MISMO 
 Y, ¿cómo podremos conocernos a nosotros mismos?
 Pues sencillamente, estudiándonos, analizando nuestros sentimientos, pensamientos y deseos, observando nuestras reacciones en el contacto con las gentes y en nuestras relaciones familiares en el hogar. Y el autoanálisis o análisis de uno mismo, es el medio de que podemos valernos para conocernos, para conocer nuestras cualidades negativas y positivas, nuestros defectos y virtudes. 

     Sólo estudiándonos, analizándonos con imparcialidad, observándonos en nuestros sentimientos, pensamientos, deseos y reacciones, podremos conocer nuestras imperfecciones y nuestros valores morales. Para ello es indispensable colocarse en una actitud mental de absoluta imparcialidad, con abstención completa del “yo” humano, inferior, de la propia personalidad, como si estudiásemos a otra persona. 

     Las personas que carecen de conocimiento espiritual viven, por lo general, cegadas por el amor propio, lo que les incapacita para conocerse a sí mismas. 

     De aquí que, frecuentemente, se sienten impulsadas a resentimientos por el trato que reciben de los demás, sin detenerse a analizar si ese trato es la consecuencia o respuesta de su sentir o proceder. 

    Debe preocuparnos más analizarnos a nosotros mismos que analizar a los demás; porque, casi siempre el trato que recibimos de los demás, tiene su causa en nosotros mismos: en nuestros sentimientos, pensamientos y en nuestras reacciones. 

     Debemos analizar todo pensamiento de censura hacia los demás y ser tolerantes y comprensivos con todos; pues, a poco que nos interesemos por ellos, encontraremos que las reacciones desagradables y otros aspectos de su vida que suelen molestarnos, casi siempre, tienen su origen en sus sufrimientos físicos y morales y en su incapacidad para resignarse o para reaccionar positivamente frente a esas vicisitudes dolorosas, porque carecen del verdadero conocimiento espiritual. 

     Conocéis ya que la perfección es la meta que tenemos que alcanzar, más pronto o más tarde. Conocéis también que, una sola vida es insuficiente para alcanzar tal objetivo, para liberarse de todo el lastre que arrastramos. Pero, sí podremos liberarnos de una buena parte de ese lastre. 

     ¿Y cómo podremos liberarnos de ese lastre que nos tiene atados a las vidas penosas, si no lo identificamos? Solamente identificándolo mediante el autoanálisis. Pero, con absoluta imparcialidad, sin concesiones, único modo de conocerlo en sus diversos aspectos, de conocernos a nosotros mismos, de ver las diversas facetas de nuestra personalidad, especialmente aquellas que ignoramos y que el autoanálisis puede descubrir. De este modo, podremos apreciar en nosotros imperfecciones que han venido pasando inadvertidas, pero que, sin embargo, censuramos en los demás. Y ello se debe a que nuestro ego inferior (humano) obstruye la manifestación de nuestro Ego superior (espiritual). O sea la acción del “yo” humano que, cegado por el amor propio le hace sentirse superior a quienes le rodean y se incapacita para analizarse a sí mismo. No obstante, no es difícil si nos lo proponemos con determinación. 

     Como ejemplo:
 -¿En qué proporción consigo dominar mis instintos? 
-¿En qué medida me abandono a los excesos? 
-¿En qué grado controlo mis emociones e impulsos? 
-¿Cómo reacciono ante las dificultades, contratiempos y vicisitudes de la vida? 
-¿Cómo reacciono ante una palabra o frase desagradable? 
-¿Soy vanidoso, orgulloso, envidioso, rencoroso, etc.? 
-¿He lastimado a alguien de palabra o de hecho, o causado algún daño? 
-¿En qué proporción contribuyo al bien de los demás? 

     Por el autoanálisis, la meditación, el recto pensar y el recto actuar, irá produciéndose en nosotros una transformación en nuestra conducta, que nos ayudará a ascender más rápido en el empinado camino de la evolución. 

    Comencemos analizando nuestra reacción, en el diario vivir, ante una palabra impropia o frase torpe, así como nuestro lenguaje familiar: como esposos, como padres, como hijos, como hermanos y demás. ¿Cuál es el lenguaje empleado: el correcto, suave y afable, cual corresponde a toda persona civilizada; o el incorrecto: áspero, del bruto, del individuo ordinario? Y esto que a simple vista parece carecer de importancia, la tiene en grado sumo; pues, es la diferencia entre una vida de relación armónica y agradable en el hogar que debe ser siempre un refugio de paz y amor; y una vida de “perros”, que no concuerda con la  condición de una persona que se tenga por civilizada. 

     Y no os desaniméis si encontráis en vosotros aspectos negativos, ya que los mismos son superables si os proponéis incorporar a vuestra vida las enseñanzas de amor que, en una modalidad razonada, estáis recibiendo. Si así lo hacéis, pronto apreciaréis que esos defectos irán desapareciendo poco a poco; y vuestra vida se verá transformada con las vibraciones positivas que de ese modo irradiaréis constantemente en vuestro alrededor, y que atraerán hacia vosotros “respuestas” positivas de los demás con quienes convivís y os relacionáis. 

     Nuestros hermanos espirituales superiores están ansiosos de cooperar en nuestro progreso. Y tratan de ayudar en diversos modos, entre los cuales, por medio de sensitivos al servicio del bien, están enviando mensajes constantemente y realizando curaciones maravillosas en la humanidad. 

    Conocéis ya que el progreso es el resultado de un constante esfuerzo. Y si queremos progresar, hemos de esforzar nos en ese propósito. 

    Vigilemos siempre nuestros sentimientos, pensamientos y deseos, a fin de no permitir en nuestra alma y mente la entrada de aquellos negativos y ruines que amargarán nuestra vida y serán impedimento de progreso. 

     Por ello necesario es observar nuestras reacciones y actuaciones en nuestras relaciones humanas, si queremos conocer nuestro comportamiento. 

     Demos siempre amor. 
Seamos bondadosos y sencillos en nuestro diario vivir. Y con ello, seremos los más beneficiados en todo sentido. 
    Tratemos a los demás como queremos ser tratados, si deseamos liberarnos de las vidas penosas y progresar más rápidamente. 

   Y por último, si queréis formar parte de los escogidos en este tercer milenio, para poblar el maravilloso mundo que será este planeta nuestro al quedar libre de la maldad humana, ya en el comienzo del próximo siglo, debéis prepararos.

     No esperéis la gracia o salvación gratuita, que sólo está en la creencia de las mentalidades infantiles. Estamos viviendo los últimos días de la actual civilización. Y en estos próximos años va a efectuarse la clasificación planetaria. Los clasificados como de la izquierda del Cristo serán expulsados a mundos primitivos, mundos de sufrimiento, como ha sido el nuestro en el pasado, según nos relata la historia. Proponeos ser los de la derecha del Cristo; pero, no por creencias, sino por el amor sentido y realizado. Con tan solo unos pocos años de esfuerzo en la superación de las imperfecciones del carácter y conquista de las cualidades positivas, como hemos venido conociendo en el desarrollo de este curso, podréis colocaros en la tónica vibratoria de los escogidos. No desperdiciéis esta oportunidad que la Divina Providencia os ofrece en estos últimos días del final de este ciclo planetario.

 SEBASTIÁN DE ARAUCO


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CARIDAD


¿ Cual es el verdadero sentido de la palabra caridad, tal como la entendía Jesús?.
Benevolencia para con todos, indulgencia para las imperfecciones de los demás, perdón de las ofensas.
Cuestión nº 886 (De las Leyes Morales- Libro de los Espíritus )
Muchos centros espíritas llevan el nombre de Amor y Caridad. Evidentemente no imaginaban sus fundadores que tuviesen el mismo significado,algo como Luz y Claridad, o Paz y Tranquilidad.
La Caridad sería, bajo la óptica de El Libro de los Espíritus:
Benevolencia, que se manifiesta en la buena voluntad y en la disposición para hacer el bien;
Indulgencia, que es clemencia y misericordia para con las imperfecciones ajenas;
Perdón, que es el acto de disculpar las ofensas.
Ejercicio de Benevolencia: Trabajo en favor del semejante.
Ejercicio de Indulgencia: Solidaridad ante las limitaciones y flaquezas del prójimo, evitando discriminarlo.
Ejercicio del Perdón: Olvido del mal que se haya sufrido por parte de alguien, en un acto de tolerancia esclarecida que se exprime en la comprensión.
Tal vez tengamos ahí el origen de la máxima de Kardec: Trabajo, Solidaridad y Tolerancia, para orientar la acción espírita. Sin tales principios no hay posibilidad de un entendimiento perfecto entre los hombres en la construcción de un mundo mejor.
¿ Y el Amor ?
El Amor es afecto profundo. Es gustar mucho. Es, en su acepción más noble, querer el bien de alguien en la donación de sí mismo.
Cantado por los poetas y exaltado por los soñadores, el Amor es un bendito sol que ilumina y calienta los escabrosos caminos humanos.
Solo hay un problema: Es imposible sustentarlo, hacerlo operativo y productivo sin el combustible de la caridad.
Encontramos en la vía pública a una mujer en la penuria, rodeada de hijos mal vestidos y hambrientos. Esto nos sensibiliza:
- ¡ Qué cuadro tan triste Dios mio!; ¡ Cuanto sufrimiento !.
– Que quadro triste, meu Deus! Quanto sofrimento!
Le damos una pequeña ayuda y seguimos adelante, evocando, llenos de compasión:
–¡ Que Jesús ampare a mi hermana ! 
En aquel exacto momento brilló en nosotros un tenue rayo de amor, infiltrándose en el impasible egocentrismo humano.
¡Pero que amor tan vacío y tan efímero !. Un amor casi inutil, que se limitó a una limosna para aliviar la conciencia, transfiriendo para Cristo una providencia mejor, sin considerar que Él esperaba por nosotros para atenderla con la iniciativa de pararse, conversar, conocer mejor la extensión de sus problemas, ayudándola. Sin caridad el amor puede ser muy displicente...
Tenemos un gran amigo. Que nos gusta mucho. Pero un día él hace algo que nos desagrada. Nos irritamos profundamente. Se enfría nuestra relación. Nos distanciamos, dejando fuera una gratificante amistad. Sin caridad, el compañero más querido puede convertirse en un extraño...
El matrimonio vive muy bien. Marido y mujer se aman profundamente. Un día él comete un desliz: se envuelve en una aventura extraconyugal. La esposa se entera y lo abandona inmediatamente; no obstante él le implora que se quede, herido por los remordimientos. Y se quedan ambos en una crónica de infelicidad, marcada por una insuperable nostalgia. Sin caridad el afecto más ardiente puede ser ahogado en un océano de nostalgias y resentimientos.
En el pasado muchos religiosos se instalaban en lugares yermos, imponiéndose privaciones y flagelos como sacrificio en favor de la Humanidad. En su mayoría solamente  se comprometían para cometer  excentricidades y desequilibrios. Sin caridad el amor por el semejante puede convertirse en una perturbadora pasión por nosotros mismos...
El apóstol Pablo va más lejpos en el asunto,(Corintios 13:1-3), cuando destaca que aunque tengamos el verbo más sublime, la mediumnidad más depurada, el conocimiento más profundo, la convicción más poderosa, el desapego más amplio y una inavalable falta de temor ante la muerte, todo eso poco valdrá si le faltase caridad, esto es, si no estuviésemos guiados por un desinterés personal, en un deseo sincero de servir al semejante.
Y Kardec nos ofrece la misma visión de la inutilidad de todas las iniciativas en favor de la redención humana, si faltase el componente básico, al proclamar, 
Fuera de la Caridad no hay Salvación.
Richard Simonetti

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