La religión, bien entendida, debería ser un vinculo para unir a los hombres entre si y los estrechase con un mismo pensamiento al principio superior de todas las cosas.
La verdadera religión no es una manifestación exterior; es un sentimiento, y es en el corazón humano donde está el verdadero templo de lo Eterno. La verdadera religión no puede ajustarse a reglas ni ritos estrechos. No necesita formulas ni imágenes; se preocupa poco de los simulacros y de las formas de adoración, y no juzga a los dogmas sino por su influencia en el perfeccionamiento de las sociedades
La verdadera religión abarca a todos los cultos, a todos los sacerdocios; se eleva por encima de ellos y les dice: ¡La verdad está más alta!
Todos los hombres no están en el estado de alcanzar esas cimas intelectuales. Por eso es por lo que se imponen la tolerancia y la benevolencia. Si el deber nos incita a separar a los buenos espíritus de las manifestaciones vulgares de la religión, es preciso abstenerse de arrojar la piedra a las almas dolientes, desconsoladas, incapaces de asimilar las nociones abstractas y que encuentran en su fe ingenua un sostén y una conformación.
Hoy en día el número de creyentes sinceros a disminuido, la idea de Dios, antes sencilla y grande en las almas, ha sido desnaturalizada por el temor al infierno; ha perdido eficacia. En la imposibilidad de elevarse a lo absoluto, algunos hombres han creído necesario adaptar a su forma y a su medida todo lo que quisieran concebir. De esta forma han rebajado a Dios hasta su propio nivel, atribuyéndole sus pasiones y sus debilidades, reduciendo la Naturaleza y el Universo, y, a través de su prisma de ignorancia, han descompuesto en diversos colores el puro rayo de la verdad.
Las claras nociones de la religión han sido oscurecidas adrede. La ficción y la fantasía han engendrado el error, y este, condensado en el dogma, se a urgido como un obstáculo en el camino de los pueblos.
La Luz ha sido velada por aquellos que se consideraban como los depositarios de ella, y las tinieblas en que se querían envolver a los demás se han producido en ellos y alrededor de ellos. Los dogmas han pervertido el sentido religioso, y el interés de casta ha falseado el sentido moral. De aquí un cúmulo de supersticiones, de abusos, de prácticas idolatras cuyo espectáculo ha lanzado a tantos hombres a la negación.
Las religiones son manifestaciones temporales, aspectos parciales de la eterna verdad, deben transformarse en cuanto han hecho su obra y no responden ya a los progresos y a las necesidades de la humanidad. A medida que esta avanza en su camino, necesita nuevas concepciones, un ideal más elevado, y los encuentra en los descubrimientos de la ciencia y en las instituciones grandiosas del pensamiento.
Las religiones envejecidas se derrumban en sus bases y una renovación filosófica y social se prepara. El progreso intelectual y material llaman al progreso moral. Un mundo de inspiraciones se agita en las profundidades de las almas y se esfuerza por adquirir forma y nacer a la vida. El sentimiento y la razón, esas dos grandes fuerzas imperecederas como el espíritu, tienen por fin, el aproximarse.
La religión debe perder su carácter dogmático y sacerdotal para mostrarse científica; la ciencia se separa de los escollos materialistas para iluminarse con un rayo divino. Va a surgir una doctrina idealista en sus tendencias, positiva y experimental en su método y apoyada sobre hechos innegables. Síntesis poderosa, abarcará y acumulará todas las concepciones variadas del mundo y de la vida, radiaciones interrumpidas, fases diversas de la verdad.
Esta será la resurrección, bajo una forma más completa, accesible para todos, de la doctrina secreta que conoció el pasado; el advenimiento de la religión natural, que renacerá sencilla y pura. La religión pasará a los actos, al deseo ardiente del bien; el holocausto será el sacrificio de nuestras pasiones, el perfeccionamiento del espíritu humano. Tal será la religión superior, definitiva, universal, en cuyo seno desaparecerán, como los ríos en el Océano, todas las religiones pasajeras, contradictorias, frecuentemente causantes de la división y de rompimiento para la humanidad.
La religión es necesaria e indestructible porque tiene su razón de ser en la naturaleza misma del ser humano, del cual resume y expresa las aspiraciones elevadas. Es también la expresión de las leyes eternas, y, desde ese punto de vista, debe confundirse con la filosofía, a la que hace pasar el dominio de la teoría de la ejecución y la torna viva y activa.
AMIGOS OS DESEO UN FELIZ DÍA, TODOS SOMOS HERMANOS AUNQUE NO PROFESEMOS LA MISMA RELIGIÓN, LO QUE NOS SEPARA EN EL DOGMA CON EL BIEN PODEMOS UNIRNOS. PORQUE EL BIEN ES BIEN EN TODAS PARTES. Merchita
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EL HOMBRE NO ES EXTRANJERO
EN NINGUNA PARTE
Exponer este tema para aquellos que no tienen un conocimiento filosófico o que no pertenecen a alguna escuela espiritual o metafísica resulta una tarea arduo difícil. Sin este conocimiento espiritual sería casi imposible comprender por qué el hombre no es extranjero en ninguna parte.
Nuestro planeta se encuentra dividido en diferentes continentes, países, razas, idiomas, culturas, religiones, etc. Los pueblos están delimitados por fronteras que vienen a determinar un supuesto territorio sobre el cual se dice que existe soberanía; pero esta soberanía no es más que la consecuencia de los deseos de poder y ambición en la que está sumergido el hombre. Cegado por el mundo de los sentidos centró sus intereses en obtener riquezas y beneficios materiales, olvidándose de desarrollar la parte espiritual que lo conforma y obviando las palabras del sabio Galileo: “Da al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Remitiéndonos a la historia, vemos cómo para obtener esa soberanía ha prevalecido el dominio del hombre por el hombre. A base de guerras, conquistas, exterminios y violaciones, muchas de ellas en nombre de Dios, hemos producido todas estas divisiones étnicas, culturales y territoriales; pero ¿Somos realmente diferentes por tener diferentes culturas o creencias? ¿En qué nos diferenciamos los unos de los otros?
Parodiando a Hegel, ésta es una “diferencia que no es diferencia” porque el ser humano es un ser infinito-finito. En el mundo de los sentidos nos vemos deslindados de nuestro prójimo; pero en realidad estamos unidos por un lazo indisoluble, común a todos los seres que habitan el infinito Universo.
Si se tiene la oportunidad de conocer diferentes países, uno va poco a poco apropiándose de culturas y maneras de pensar distintas, aparentemente contradictorias, pero cuando se analiza al ser humano, se llega a comprender que las necesidades del hombre, son iguales en todas partes; que sus sueños e inquietudes espirituales son los mismos, no importa lo distante de un país de otro, no importan las fronteras, las creencias religiosas o los aprendizajes culturales. En esencia, todos los seres humanos buscan y trata de alcanzar un estado óptimo de bienestar, que es lo que llamamos felicidad.
Cuando el hombre ha experimentado lo suficiente y logra un nivel cognoscitivo superior, puede comprender la sabia sentencia de Jesús de Nazareth: “La casa de mi Padre tiene muchas moradas”; entonces entiende que en el mundo real no existen fronteras ni divisiones y que, como hombre, está en la necesidad de aprender y demostrar la vida a través de múltiples reencarnaciones y que en función de su plan de trabajo debe vivir no sólo en diferentes países de la tierra, sino también en distintos mundos del Universo, unas veces nacerá como blanco, otras como negro o mestizo, como rico o pobre, como hombre o mujer, según sea su actuación en la tierra y según sea su programa.
En cada existencia y de acuerdo con nuestro programa espiritual, escogemos la raza, el sexo, el país, los padres y circunstancias particulares que nos van a permitir desarrollar nuestro plan de vida; siempre en función de los compromisos y deudas contraídas en existencias anteriores. Esta experiencia de vida trae como lógica consecuencia que el ser humano se desarrolle como ente corpóreo-espiritual y alcance un grado elevado de conocimiento que le permitirá reconocer en los demás seres humanos a su hermano.
Para entonces ya su nivel de espiritualidad le hará comprender las leyes universales que lo llevarán a afirmar axiomáticamente que el hombre no es extranjero en ninguna parte y que su patria es el Universo.
Por: María Di Matteo
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¿ Qué es la
transmigración del Alma ?
Esta idea
como todas las demás supersticiones, es fruto de la
ignorancia sobre el sentido real de la reencarnación.
Esta
superstición supone otra desviación más de las muchas que rodean
a la realidad profunda que existe sobre la reencarnación y por
ella hay quien acepta como posible el traslado del alma o una parte
de la misma ,desde el cuerpo de una persona hasta otro cuerpo; o
sea que el Espíritu de una persona viva, o una parte o aspecto del
mismo podría pasar a ocupar y tomar el cuerpo de otra distinta, o
sea, de un cadáver.
Como
ya sabemos, cuando el alma abandona el cuerpo físico
definitivamente, es cuando se cortan todos los lazos fluídicos que
la unen a la materia del mismo . Esto supone la muerte definitiva,
o dicho con mayor propiedad, la desencarnación de la persona , y
esta, cuando se consuma totalmente es absolutamente irreversible.
Por otra parte el cuerpo que tendría que ser ocupado como destino
de esa transmigración si ello fuera posible, forzosamente debería
estar “muerto” y abandonado definitivamente por el Ente
espiritual que lo ocupaba. De ser un cuerpo “ ya habitado” por
su espíritu, habría que hablar entonces de un caso de “obsesión”
o “posesión”, pero nunca de transmigración.
La
transmigración tal como se entiende, no es posible porque no
existe entre el Ser “ocúpa”, y el cuerpo “deshabitado”,
ninguna clase de lazo vital ni fluídico que pueda ligarles
mutuamente entre sí. El cuerpo, una vez abandonado por su alma
después de la muerte ya no tiene ninguna posiblidad de volver a la
vida, ni con el Ser espiritual que lo habitaba ni menos aún con
otro diferente.
Por
otra parte, sabemos que el Espíritu es una Unidad de Energía
indivisible, en un cuerpo espiritual o periespíritu , que necesita
reencarnar y lo hace en un cuerpo físico al que aompaña durante
su formación y con el que se une formando una unidad total y
completa, y no solamente en una parte, un aspecto o una
determinada cualidad del mismo..
Esta
superstición por ilógica y absurda, generalmente ha sido rechazada
por el sentido común, y la gente, ante esta idea que ha confundido
con la reencarnación y que desde luego “huele a disparate”,
cree que todo lo que tenga que ver con el tema de la
reencarnación,es igual de absurdo y que no merece la pena perder
tiempo en considerarlo mas seriamente, porque lógicamente creen que
si se continúa avanzando y profundizado en ello, solamente van a
continuar encontrando mas disparates indignos de ser tomados en
serio ni en lo mas mínimo.
- Jose Luis Martín-
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“El
arte de ser sabio es el arte de saber qué es lo que debemos ignorar”
-
Williams James-
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