viernes, 3 de enero de 2014
Una laboriosa figura del Espiritismo
AMALIA DOMINGO SOLER UNA LABORIOSA FIGURA DEL ESPIRITISMO
Nació en Sevilla en 1835 y desde siempre fue una mujer débil de salud y con graves problemas de visión, hasta el punto que no se quedó ciega por muy poco. En cambio siempre fue una mujer de carácter fuerte que luchó por sus creencias hasta el punto de enfrentarse a los personajes más representativos de la Iglesia del S. XIX.
Amalia Domingo era una mujer inteligente. Aprendió a leer muy pronto y, aunque solo realizó estudios primarios, rápidamente destacó como poeta. Escribió sus primeros versos a los 10 años y a los 23 ya publicó algunos de ellos en la revista Museo literario (Sevilla).
Tras la muerte de su madre en 1860, Amalia cayó en una depresión que la llevó a salir de Sevilla para instalarse en las Canarias donde vivió durante tres años. Luego volvió a su ciudad para dedicarse profesionalmente a la costura aunque no fue por mucho tiempo. Luego se fue a Madrid buscando mejores oportunidades laborales. Allí empezó a colaborar en diversas revistas publicando textos muy distintos de los que posteriormente la hicieron famosa.
El tiempo que vivió en Madrid compaginaba sus labores literarias con la costura y fue en este periodo que casi se quedó ciega. Entonces empezó a visitar a médicos y más médicos para encontrar un remedio a su enfermedad. Viendo que cada vez perdía más visión y sin nadie que le pudiera ayudar, Amalia recayó en la depresión. Se sentía tan mal que hasta llegó a pensar en suicidarse.
Sin medios económicos para subsistir terminó por recurrir a la caridad a través de una sociedad filantrópica. A partir de entonces su vida empezó a cambiar. Descubrió la revista espiritista “El Criterio” (creada por el ministro de la Guerra, Joaquín Bassols) y quedó fascinada por lo que allí se contaba. Le gustó tanto que escribió un poema y lo envió a la revista. Su director, el vizconde Antonio Torres de Solanot, le respondió con una carta de agradecimiento y un ejemplar de su libro “Preliminares al estudio del espiritismo”. A partir de ese momento, empezó a colaborar de forma periódica en la revista.
El primer artículo espiritista de Amalia Domingo apareció en la revista “el Criterio” en el año 1872. Desde entonces y hasta 1903, publicó más de 2000 textos con la misma temática. Pero volvió a tener problemas de salud y tuvo que marcharse de Madrid por prescripción médica aunque regresó al poco tiempo, en febrero de 1876. Pero su estancia en la capital fue muy corta ya que en junio del mismo año se instaló definitivamente en Barcelona a petición del presidente del Círculo Espiritista “La Buena Nueva”, Lluís Llach, para trabajar en periódicos de esta índole.
Al llegar a Barcelona, Amelia se instaló en el domicilio de la familia Llach en el barrio de Gracia y esa fue su residencia el resto de su vida. Desde allí dirigió varias revistas sobre espiritismo y trabajó como redactora de otras tantas.
Nuestra querida Amalia en su manuscrito dictado desde el espacio por mediación de la médium Maria, nos decía a la humanidad que la redención del hombre es muy sencilla. Solo consiste en amar al prójimo como a sí mismo.
Cuando el hombre desciende a la tierra a esa “Naturaleza Divina” llamada Dios que ya nunca volverá más a caer, si la promesa es enérgica y firme, para pasar del “mal” al bien le envuelven unas fuerzas superiores a las suyas y encarna desconocedor de todo cuanto ha prometido, pero entre la promesa y el yo, se constituye una ley, y esa ley es la que rige durante nuestro paso por la tierra. Y así empieza para el Espíritu una existencia de lucha y de progreso. Y como en nuestro planeta todo se ignora y lo achacamos a la casualidad, vamos viviendo dentro de la oscuridad y la ignorancia, sin conocer esa ley que nuestro arrepentimiento ha creado y que es la que nos conduce a puerto de salvación.
Todas las religiones dan un plazo corto para la reconciliación y el hombre tienen una eternidad; el hombre ha sido, el hombre es, y el hombre será y los dardos y desengaños que recibe en las diversas existencias le van enseñando el camino de su propia regeneración. Así cuando el hombre cansado de sufrir, el peso de sus culpas, que conscientemente o inconscientemente pesa en su conciencia dice ¡no puedo más! Entonces sin que nadie le recrimine, sin que nadie le juzgue, sin que nadie le castigue, el solo invoca su redención. Cuando el acto de contrición es puramente verdadero, entonces es cuando el Espíritu ya no puede retroceder de lo que ha prometido.
El hombre no puede bautizar al hombre; el hombre no puede redimir al hombre; el hombre solo se bautiza cuando retira el velo del orgullo que lo domina; entonces ve la verdad y es cuando se redime por el sufrimiento que sus mismas pequeñeces le han proporcionado. Por el llanto que brota de su alma, se redime y se bautiza y ese trabajo es propiamente suyo.
Entonces es cuando se prepara una nueva existencia, dando a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es de Cesar. Cuando un Espíritu de verdad se ha redimido, no le importa a su paso por la Tierra, el escarnio ni la mofa de los humanos, porque ha descendido prometiendo sufrir y vencer: justo es que quien ha hecho sufrir y llorar se encuentre luego en las mismas condiciones.
El hombre debe trabajar para redimirse a sí mismo y cuando esté limpio de pecado podrá empezar a conocer a Dios. Todos los que niegan a Dios y su existencia, tienen razón son almas pequeñas que aun no han comprendido de donde emana esa inspiración que los alienta y los guía por el destierro, de la vida, y por lo tanto si no se conocen ellos mismos ¿Cómo van a conocer a Dios?
Al Espíritu le es imposible llegar a la felicidad cuando los placeres materiales absorben todos sus pensamientos. Es triste y amargo describir lo que le sucede a un alma cuando en un momento dado, pasa por delante de sus ojos, como una visión cinematográfica, tantas y tantas costumbres, tan variadas posiciones sociales, tantas y tan diferentes formas de pensar, siendo todo, en conjunto obra de uno mismo.
¡Cuan grande es Dios! ¡Que grande es su obra, su amor, y misericordia! ¡Dando al hombre la eternidad para que valla poquito a poco, limando la cadena de sus imperfecciones. La tierra es un vergel de flores. Solo en sus troncos guarda las espinas y esos troncos y esas espinas no son confeccionados por Dios, sino que es la obra de la imperfección del hombre. Cuando el hombre quiera ser feliz, lo será: su felicidad consiste en el sagrado cumplimiento de sus deberes. El Espíritu, en sus principios, es un tosco trozo de hierro. Este trozo de hierro, para convertirse en un objeto artístico, tiene necesariamente que pasar por la fundación, donde, después de mil tormentos, completamente purificado, convertido en un objeto de arte, es la admiración de los que lo contemplan. Pues lo mismo sucede con los Espíritus. Todos absolutamente todos, “sienten la necesidad” de pasar a la Gran Fundición, dejando en ella, a costa de sus justos tormentos, las imperfecciones adheridas a su Espíritu, purificándose con el fuego de los sufrimientos.
El hombre con el Espiritismo aprende a caminar, a conocer nada es hijo del azar, que todo es obra de uno mismo y que cuanto más se sufra y llore, más cerca se está de la felicidad. En todos los días borrascosos que el hombre encuentre en el camino de la vida, debe bendecid a Dios, porque teniendo fuerzas y resignación, si en vez de revelarse se domina como un niño dócil, la hiel no le será tan amarga, pues será endulzado, si tiene la resignación debida para llevar el peso de la cruz.
El siglo en que estamos, aun al hombre no le esta concedido el contemplar de cerca las maravillas. Para realizar ese deseo tiene antes que purificarse por medio del sufrimiento. ¡Benditos los justos! ¡Dichosos los humildes y limpios de corazón! Para ellos será la felicidad eterna…
Todos los que se consagran al ideal espirita no deben aspirar a ningún provecho material, como puede ser las consideraciones de la sociedad que los componen y que toman parte en su propaganda porque ¿Quiénes son? La mayoría pertenecen a las primeras clases sociales y con títulos, abogados, escritores, ingenieros, médicos de renombre. Estos hombres no han conocido la pobreza ignoran que entre los pobres hay almas sedientas de luz y que tienen intuiciones maravillosas.
El ser Espirita no nos obliga a salir de la esfera en que siempre hemos vivido, por eso entre muchos espiritas no existe entendimiento porque hay la barrera de la distinta posición social. No desdeñan con intención es que no hay atracción entre los grandes y los pequeños. Entre los verdaderos Espiritas el progreso moral tiene más valor que el intelectual, el valor bien entendido es valorar al sabio por su ciencia y al humilde ignorante por su sentimiento. En el campo espiritista todos tenemos la obligación de sembrar la semilla de la observación y del adelanto. El de los más influyentes dará dieses y el de los más insignificantes humilde musgo, los primeros sembraran arbustos que un día serán árboles seculares y los pequeños serán hiedra que se enlazará a ellos.
La humanidad se regenera el trabajo la ennoblece, la vida cambia de forma y lentamente el progreso sale de su crisálida para convertirse en mariposa como el humilde gusano, sino en polen fecundante que deja el fruto en todas las regiones de la Tierra, en el fondo de los mares, en el seno de la montañas, en el espacio, en los talleres, en las fabricas, en las escuelas y principalmente en la cámara oscura del pensamiento.
Hoy el hombre expone sus ideas sin ser castigado como fueron los Sacerdotes, Cristo, Galileo y todos los hombres que han iniciado algo nuevo. Desaparecieron las hogueras y las semillas que ellos sembraron (mártires de la tierra) nos han dado abundantes cosechas. Un Espíritu Superior infiltró en las almas de doce hombres, el germen de la civilización, estos cruzaron la Tierra, repitieron las parábolas de Cristo y su Santa Doctrina, a través de 19 siglos, se conserva latente en una gran parte de la humanidad.
Desgraciadamente muy manipuladas por la humanidad y distintas religiones, muchas fracciones de la sociedad ignoran lo que Cristo fue, edifican cosas en la arena de la tierra y no en la montaña de la Eternidad, pero los obreros que dependen de esos Maestros de obras, los creyentes automáticos que creen porque ven creer, esas maquinas humanas que obedecen sin replicar, no son tan responsables de la debilidad de sus actos como lo es el pastor que guarda y conduce el rebaño.
El que no tiene inteligencia para analizar y comparar, y obra por instinto de imitación y que no tienen conciencia de sus actos, el Padre los mira con la compasión que se mira a un niño cuando da sus primeros pasos en la senda de la vida.
Es bueno compadecer a las falanges de los fieles de todas las religiones positivas, que van hacia Dios, pero por un camino largo. Cristo dio la libertad de la razón al hombre y el Universo por templo, sin altares, sin ritos, sin ceremonias clericales, le dejo al hombre por herencia el espacio y el tiempo y por ejemplo que imitar su modo de morir.
¡Cuan pocos comprendieron a Cristo!
¡Como hemos empequeñecido su memoria!
¡A la sombra de su gran figura cuantos crímenes se han cometido!...
Cristo que fue la humildad personificada, que sufrió resignado la befa y el escarnio, hecho un día a los mercaderes del templo a latigazos. Pues para nosotros los Espiritas nuestro templo deberá ser todo lugar, todo paraje, todo sitio donde se rinda culto a la civilización, debemos unirnos todos los espiritas de este globo y decir por medio de la palabra, el libro, el periódico, de los cuadros, de las estatuas, de todos los objetos y artefactos que el hombre no puede hacer, que el Espíritu no es juglar de oficio. Que no posee con las comunicaciones de ultratumba el oráculo de Napoleón. Que lo único que ha conseguido es convencerse de sus pasadas existencias y conformarse, resignarse con sus penalidades presentes. Que el verdadero espírita solo se ocupa del díptico del templo de Belfos “conócete a ti mismo” y el conocimiento de nuestra niñez nos hace mucho más indulgentes con los demás.
El Espiritismo es grande por sí solo, no necesita de pequeños accesorios ¡Espíritas! No nos asemejemos al siervo que guardó el talento que su señor le dio. Seamos como su compañero que le dieron cinco y devolvió diez. No tengamos la Luz debajo del celemín. La unión es el símbolo de la fuerza moral y material, demostremos que el Espiritismo no es un arte de hacer fortuna, es sencillamente el arte de “Conócete a ti mismo!
Aquellos que estudian en los libros de la Codificación no caminan a ciegas, porque no importunaran a los sabios con preguntas insignificantes aunque para ellos sean importantes y en las reuniones familiares, donde el vocabulario es sencillo, no sentirán la sed de no encontrar lo que buscan. El estudio del Espiritismo no nos hace libres, nos hace honrados, despertando en nosotros los más nobles y elevados sentimientos, porque nos demuestra que prácticamente somos desgraciados porque queremos serlo, y solo seremos felices cuando sembremos con nuestras virtudes las semillas de la felicidad.
Sin excluir de esta ley, al monarca poderoso y al infeliz mendigo: ambos pueden trabajar en su progreso, los dos pueden aspirar a ser amados, los dos son miembros útiles del gran cuerpo social; Con el estudio del Espiritismo desaparecen las castas degradadas y los hijos desheredados, lo mismo que las razas privilegiadas, y los seres elegidos. Todos los Espíritus con el don de la inteligencia, la aspiración eterna del progreso y el patrimonio del tiempo; tiempo que no concluye, el alma vive siempre y siempre está en vías de perfeccionamiento.
Nuestra gran Amalia ese Espíritu de luz nos decía que las comunicaciones con los Espíritus había que mirarlas con profundo respeto y evitar el engaño. La impaciencia en el Espiritismo es el mayor escollo que podríamos poner en nuestro camino los médiums. Ella huía de preferir las comunicaciones firmadas con nombres celebres, en la religión y en la ciencia. Para ella estaban demás las santidades de unos y la sabiduría de los otros. Creía en que los Espíritus debían estar en relación directa con el grupo formado para escucharlos, por eso en una reunión familiar compuesta de mujeres humildes y en su mayoría ignorante ella no aceptaba como buenas las comunicaciones de sabios doctores de la iglesia, ni de santos ilustres como Teresa de Jesús. Decía que en la tierra las mujeres honradas, modestas, educadas, no acuden en las horas de asueto a las tabernas. Van al teatro, de paseo, a las reuniones buscando amigas afines, con sus sentimientos y costumbres. La juventud no busca para su esparcimiento a los viejos. Buscan a los jóvenes. Los hombres rudos del campo no buscan a los sabios o académicos, cada cual se suele mantener dentro de su esfera de acción.
Los Espíritus de igual manera, por ley natural ven más claro que los encarnados, cuando se dan cuenta de la continuidad de su vida no acuden a los centros donde no tienen el menor lazo de atracción. Podrán acudir de vez en cuando, por ejemplo como acuden los catedráticos a las escuelas para ver el estado de adelanto de los alumnos, pero estar a disposición de los niños jamás.
La comunicación de los Espíritus es innegable, en ciertas ocasiones se obtiene el nombre pero esto es porque la aproximación de un alma querida nos produce todas las sensaciones conocidas y otras muchas de las que no tenemos idea.
Amalia sintió un placer que nunca había sentido, al escuchar hablar a Miguel Vives. Mientras el médium hablaba, ¡ella sentía el calor de la vida! Calor que luego no volvía a sentir ¡ Ella sintió a su madre y fue tal la sensación y sentimiento que no pudo dudar de que realmente su madre estaba allí y era realmente la que le estaba hablando.
En otras ocasiones otros médiums, por consolarla y animarla le decían: “tu madre está aquí” ella agradecía la buena intención de esos médiums que para consolarla lo decían, pero ella por dentro mentía que su madre no estaba allí.
En la sesión de Tarrasa que es la que hemos mencionado en la comunicación esta fue espontánea, con lenguaje sencillo lleno del más puro sentimiento, la hizo creer que era su madre el Espíritu que Hablaba. Ella se preguntaba a si misma ¿es ella? Ella sintió un alivio muy grande al sentirse amparada por el Espíritu de su madre que la hacía no sentirse sola en brazos de la adversidad.
Todos los médiums tienen una labor que hacer y cuando llega su tiempo, todos notan algo diferente, algo que no es natural (lo de todos los días) y es entonces cuando deben dichos médiums tomar decisiones y si estas son acertadas reafirmarse y entregarse a ellas porque si no lo hacen pasara como cuando a Jesús cuando le preguntaron por la venida de Elías y El contesto que había venido y no lo habían reconocido, pobres ciegos que por su terquedad y pereza, por su desmesurado orgullo reniegan y dan de lado los lazos que tienen la espiritualidad para que vean la verdad de la vida, no la que espantada por el fanatismo, hecha para fines e intereses mundanos y que a ningún sitio verdadero llevan, pero a nadie hay que obligar ni empujar. Cada uno por si solo debe procurarse su gloria o su infierno, somos hacedores de todo cuanto nos acontece.
Amalia al igual que Cervantes, sentía gran pesar al ver que el fruto de sus trabajos iba a quedar sin quien le apadrinase y sin duda alguna, por este motivo resolvió dictar su prólogo desde el Espacio para que su obra fuera completa.
Estuvo en lo cierto porque nadie mejor que ella podía hacerlo: Mas como Espíritu en estado desencarnado ve, observa y comprende las cosas con la amplitud de conocimientos que no le es posible en estado encarnado, por estar sujeto a las condiciones de la evolución de la materia con quien, temporalmente, está asociado para su manifestación, de aquí que lo que el Espíritu de nuestra querida Amalia dictó, más que un prólogo, resulta ser una obra completa de educación moral y progresiva al hacer la síntesis de su progreso con el relato de las varias manifestaciones materiales de su Espíritu en la Tierra. Que es cierto lo que digo, lo podéis observar, ¡Lectores hermanos! Cuando en el principio de su prólogo nos dice: Que nos lo da para que aprendamos a regenerarnos.
Es de notar es la diferencia que existe entre los conceptos emitidos por Amalia en lo que de su puño y letra escribió en su última fase de la vida y lo que su Espíritu dictó desde el Espacio: En toda su obra lo que más resplandece es la sinceridad que es la lógica más contundente para llevar el convencimiento a los ánimos, que sin prejuicios, estudien y mediten sobre todos y cada uno de los pasajes de que hace mención en su última encarnación.
El presentimiento de nuestra Amalia, por no decir la clarividencia de su Espíritu, de la misión a cumplir en la Tierra, hizo que se presentase entre nosotros escueta como la Verdad, sin temor a ser falseada y sin necesitar del subterfugio de las falsas apariencias para abrirse camino entre los abrojos del desamparo, ingratitudes y desengaños, que al parecer, amenazaban desgarrar con sus afiladas púas, lo que en ella era invulnerable y estaba escudado por su inquebrantable fe.
La fragancia de esta violeta de los bosques neutralizaba el ponzoñoso hálito de los orgullos y su radiante túnica de la caridad le ponía a cubierto de las asechanzas que sus detractores fraguaban en la oscuridad de su egoísmo y maléficos celos.
En sus Memorias no se sabe qué admirar más, si la sencillez en la exposición de los hechos, o la sublimidad de conceptos que en sí encierran; recomendándonos tan noble señora, que el faro que la alumbro a ella, “El Espiritismo” nos alumbre a nosotros los espiritas actuales, para que el fango de las pasiones no nos lleve a cometer los deslices que hasta ahora seguimos cometiendo, el Espiritismo es la brújula que norteada por Jesús podrá llevarnos al puerto de nuestra redención y salvación.
TRABAJO REALIZADO POR Merchita
Extraído de diversos libros de Amalia, especialmente de el de sus memorias.
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¿Por qué auto descubrirnos?
Perturbada por las preocupaciones a las que presta demasiada importancia la opinión de otros, la apariencia, la conquista de las cosas externas, la convivencia social y disputas insignificantes, la persona se descuida a sí misma y permanece ignorando su realidad profunda, sus potencialidades latentes. Como considera con óptica pesimista que sólo la suya es una existencia laboriosa y difícil, pierde los parámetros del equilibrio para un análisis correcto sobre los acontecimientos y resbala en el abismo de la autocompasión, de las depresiones, de la desdicha.
Su autoestima se desvanece y vaticina la ruina de la jornada. Es por eso que no se esfuerza por revertir el orden de los pasatiempos pesimistas que vitaliza durante largos períodos de ocio físico y mental. La vida se presenta con las mismas características para todos los seres vivos. Las ocasiones son más severas, las circunstancias surgen penosas, las enfermedades se manifiestan desgastantes, los problemas caracterizan períodos que deben ser enfrentados con naturalidad y valor, como si fueran impuestos que se deben rescatar por el honor de existir.
Con excepción de coyunturas expiatorias de la miseria socioeconómica, de las enfermedades congénitas y degenerativas, de los comportamientos físicos, mentales y morales consecuentes de las reencarnaciones marcadas por la locura, los acontecimientos aflictivos se convierten en experiencias iluminadoras para el crecimiento interior. Esas pruebas constituyen recursos que impulsan la evolución. Si no fuera así, la Tierra sería el paraíso anhelado, y la vida física se tornaría de naturaleza eterna. Su fragilidad e impermanencia, las transformaciones biológicas a las que está sujeta, dan testimonio de la limitación de su curso y de la finalidad educativa para el yo superior que la organiza.
Es necesario efectuar un examen profundo, serio, constante del Sí, de su constitución, de los objetivos que debe perseguir, de los medios a utilizar, de cómo encontrar los recursos para lograrlo. Ese análisis tiene como meta lograr la auto concienciación, mediante la cual se liman las aristas y el curso del río existencial se desliza hacia el mar de la paz. Para ello, es imprescindible el autoexamen de los comportamientos mentales, emocionales y físico-sociales. Todo comienza en la mente, y ahí están las matrices de las próximas acciones. El ejercicio de pensar bien, eliminando las ideas perniciosas con las que se está viciado, constituye el paso decisivo para el autodescubrimiento.
Interrogarse con más asiduidad respecto de quién se es y de cuáles son las posibilidades de las que se puede valer para el desarrollo interior, significa un medio adecuado para interpenetrarse.
Sistemáticamente, se debe estar atento contra los hábitos perjudiciales de la autocompasión, de la censura del comportamiento de los otros, del castigarse y desvalorizarse a sí mismo, de la envidia y de los otros componentes del grupo de las pasiones que corrompen e insensibilizan. Llenar los lugares que quedarán vacíos con la eliminación de esos sórdidos cómplices mentales, con la presencia del altruísmo, de la fraternidad, del amor a sí mismo. Reconocerse destinado al triunfo y avanzar en su búsqueda sin afectación o presunción, es la próxima etapa del programa de autodescubrimiento.
Reaccionar insistentemente contra los pensamientos que producen inquietud y establecer la confianza en el Poder del Creador, del cual procede, y en sí mismo, generará armonía y valor para los enfrentamientos, ante la convicción de que está destinado a la gloria estelar que logrará con el esfuerzo personal. Aquel que se conoce, sabe cuáles son los recursos que puede utilizar para cumplir con las tareas y funciones que le cabe ejecutar, y las acepta como parte del proceso existencial en el cual está insertado. Esa comprensión le da dignidad y lo enriquece de entusiasmo ante cada conquista, como perspectiva para la próxima victoria.
Si identifica fragilidad en este o en aquel ángulo del carácter y de la personalidad, dirige sus resistencias morales hacia ese rumbo y se fortalece. Si se equivoca, no se lamenta, porque aprendió cómo hacerlo en otra oportunidad. Como no acepta el desequilibrio, no se culpa a sí mismo ni a nadie, porque descubre el valor del aprendizaje que inicia. Si acierta, no se jacta, pues sabe que largo es el camino a recorrer. El autodescubrimiento facilita la humildad ante la vida sin una postura humillante, porque permite la irradiación del amor dentro del Sí, consciente de su realidad y de origen divino.
Juana de Angelis
Médium Divaldo Franco
Extraído del libro" Autodescubrimiento Desconocimiento de sí mismo"
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EL SELLO DEL AMOR
Por el camino de la ascensión espiritual, denominado "cada dia", encontrarás variados recursos de perfeccionamiento a cada paso.
Es el trabajo que te espera con la noción de responsabilidad en el cumplimiento del deber.
Es la oportunidad de practicar el bien, incesantemente.
Es el compañero de la parentela consanguínea que no te comprende aún, junto al cual puedes ejercer el ministerio del auxilio y del perdón.
Es el adversario que te combate los propósitos de mejoria con quien la lucha te posibilita la hora de la paciencia y el aprendizaje.
Es la tentación seductora, que nace de las profundidades de tu propio ser, en cuyo clima es posible desenvolver tu resistencia para la adquisición de un nuevo poder moral.
Es el espino que te hiere o la piedra que te maltrata, que se hacen benefactores de tu jornada, por si se cerrase el santuário de la oración y de la humildad, si tu mente vive acordonada por la luz del Señor.
Es la dificultad que, muchas veces, te sorprende en los lábios de los más queridos, impulsándote a la consolidación de virtudes imprecisas.
Sigue adelante, amando, creyendo, esperando y sirviendo siempre.
Cada obstáculo y cada amargura guardan raíces en el proceso educativo de nuestra propia regeneración.
Cada enseñanza tiene su lugar, a su hora y a su finalidad.
Aprovecha semejantes bendiciones, de conformidad con los ejemplos de Jesús que pasó entre nosotros haciendo el bien, que nos ama desde el princípio y que permanecerá con nosotros, hasta el fin de los siglos.
Dirás, tal vez, ante nuestra llamada: -- "No comprendo, no me acuerdo, no puedo..."
El Señor, entretanto, no nos impone fardos que no podamos soportar, no nos encarga de problemas que no estemos aptos para resolver y jamás olvidemos que la reencarnación trae el sello del amor divino, en un bendito olvido, enriqueciéndonos de bendiciones de reaproximación, fraternidad y servicio, a fin de que ejecutemos, sin dificultades invencibles, el trabajo de nuestra propia redención.
(Instrumentos del Tiempo - Espíritu Emmanuel, psicografia de Francisco Candido Xavier, GEEM)
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