domingo, 29 de diciembre de 2013

Ventajas de las comunicaciones con los seres espirituales


¿Y qué ventajas reporta a los hombres la comunicación con los espíritus?: ¡Muchas! si se saben apreciar, inmensas si se comprenden sus tendencias generalmente moralizadoras. La comunicación de los espíritus, rasga el tupido velo de los misterios religiosos; y como dice muy bien Kardec:
Hasta ese día el hombre no había podido crear sino hipótesis acerca de su porvenir, y he aquí porqué sus creencias en esa materia estaban divididas en sistemas tan numerosos y tan opuestos desde el aniquilamiento, hasta las fantásticas descripciones del paraíso y del infierno. Hoy son testigos presenciales los actores mismos de la vida de ultratumba, los que vienen a decirnos lo que en eso hay, lo cuál solo ellos podrán hacerlo.
Esas manifestaciones han servido para damos a conocer el mundo invisible que nos rodea y que ni siquiera sospechábamos, cuyo conocimiento, por sí solo es de una importancia capital, aun suponiendo que los espíritus no pudieran enseñarnos otra cosa.
¿Quién si se encontrara en un país desconocido, despreciará las señas que pudiera darle el campesino más humilde que a su paso encontrara? ¿Rehusaría preguntarle, siquiera, acerca del estado del camino, porque fuera un pobre labriego?
En verdad que no habría que esperar de él profundas instrucciones, más en su esfera y por ser lo que es, podría en ciertos puntos guiarnos mejor que un sabio muy distinguido que no conociera el país.
Se sacarían de sus indicaciones, consecuencias que quizás él mismo no podría sacar, sin que por eso hubiese dejado de ser un medio muy útil para hacer ciertas observaciones, aunque no hubiese servido sino para damos a conocer las costumbres de los habitantes del país. Lo mismo puede decirse de las relaciones de los espíritus, de los cuales el más humilde puede damos instrucciones muy útiles.

Una comparación vulgar hará comprender mejor todavía la situación. Un navío cargado de emigrantes parte de un país lejano:lleva gente de todas condiciones, que dejan parientes y amigos numerosos.
Corre la voz de que el navío ha naufragado: no queda de él rastro ninguno, ni llega noticia alguna de su suerte, por lo que se cree que todos los pasajeros han perecido, y se esparce el luto y la consternación en todas las familias. Sin embargo, todos sin exceptuar uno solo, han arribado a otra tierra desconocida, pero abundante y fértil, donde viven bajo un hermoso cielo, alegres y felices. Pero esto se ignora.
Mas un día otro navío llega a dicha tierra y encuentra a los náufragos sanos y salvos; la noticia circula con la rapidez del rayo, y cada cual felicita a los demás diciendo: nuestros amigos viven, y dan gracias a Dios. No pueden verse, más están en correspondencia regular, se cruzan los testimonios de afecto, y la alegría sucede a la tristeza.
Tal es la imagen de la vida terrestre y de la vida de ultratumba antes y después de la revelación moderna; ésta, semejante al segundo navío, nos trae la buena noticia de la supervivencia de los que nos son queridos, y la certidumbre de irnos a reunimos con ellos algún día.
La duda acerca de su suerte y de la nuestra ya no existe, y la tristeza y el desaliento ceden su puesto a una risueña esperanza. Pero otros resultados vienen a fecundar esta revelación.
Juzgando Dios a la humanidad dispuesto para penetrar en los misterios de su doctrina y contemplar a sangre fría nuevas maravillas, ha permitido que se descorriese el velo que separaba el mundo visible del invisible. El hecho de las manifestaciones no tiene nada de extrahumano, es la humanidad espiritual que viene a conversar con la humanidad corporal y a decirle: nosotros existimos, luego la nada no existe; ved ahora lo que somos y lo que habréis de ser; éste es vuestro porvenir, así como el nuestro.
Vosotros marchabais en las tinieblas, venimos a ilustraros y a mostraros el camino; marchabais sin rumbo y a la ventura, y os enseñamos el puerto. La vida terrestre lo era todo para vosotros, porque nada veíais después de ella y nosotros os decimos, manifestando la vida espiritual que gozamos: la vida terrestre no es nada.
Vuestra vista se detenía en los bordes de la tumba, y del lado de allá existen horizontes espléndidos e interminables. No os dabais cuenta de la causa de vuestro sufrimiento, y ahora veis en ellos la justicia de Dios; el bien existía sin frutos aparentes para el futuro, más en lo sucesivo tendrán un gran objeto presente y será una necesidad;la fraternidad será una utopía generosa, ved ahora como es una realidad espléndida fundada en las leyes de la naturaleza.
Bajo el influjo de la creencia de que todo acaba con la vida del cuerpo, la inmensidad es el vacío, el egoísmo impera entre vosotros y es el mote de vuestro escudo y la última palabra de vuestra moral es cada uno para sí; con la certidumbre del porvenir, los espacios infinitos se pueblan hasta el infinito, y el vacío y la soledad no existen en ninguna parte: la solidaridad une a todos los seres del lado de allá de la tumba, y existe el reinado de la caridad con el mote en su escudo. “Cada uno para todos y todos para uno”.

Amalia Domingo Soler , tomado de su libro "La Luz del Porvenir"

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VÍAS DEL PROGRESO
J. Herculano Pires (Hermano Saulo)

Estamos en la era de la velocidad y las vías del progreso exigen de nosotros algunos extras de virtudes. Al lado del viejo ideal de paciencia de que nos habla Emmanuel, hemos de mejorar la capacidad de visión, de raciocinio rápido y de  acción inmediata. La calma interior  precisa juzgarse con el coraje de tomar decisiones sin pérdida de tiempo para superar perturbaciones y obstáculos.
Para evitar choques destructivos, hemos de ver si maniobras proletarias no favorecerán la  devastación de los destruidores. Nuestro entendimiento exige bases seguras de conocimiento y lealtad, para no caer en la traición de nuestros propios ideales. Si no medimos los límites de la tolerancia  con la reglas del deber podemos  hacernos cómplices del crimen.
Lamentar la crisis no resuelve nada, más conviene analizarlas con espíritu crítico, sin el miedo teológico de las puniciones. Para vencer en la causa del bien no podemos cerrar los ojos al mal o intentar negarlo.
Cuando Emmanuel nos aconseja paciencia y amor,  se refiere  a una de esas conjugaciones necesarias en nuestros días. Más el amor  tiene sus grados  y sus formas de aplicación. En el ítem 7 del cap. 17 del Evangelio Según el espiritismo, el ejemplo de Cristo es nuestro modelo. Vemos en los Evangelios que Jesús, amando a todas las criaturas, impidió la lapidación de la mujer adultera y perdonó a Zaqueo sus robos, más nunca dejo de corregir  con vehemencia los errores conscientes de los fariseos y doctores de la ley.
Varias veces desencadenó en el templo para despertar la conciencia de los que se enredaban en las redes de las conveniencias, poniendo en peligro el esclarecimiento y la orientación espiritual del pueblo.
Kardec explicó, en el Evangelio, las diferencias existentes entre el amor que tenemos por un amigo y el que podemos dar a un enemigo. El Espiritismo es realista y no nos aconseja olvidar que el mal predomina en la Tierra.
El deber de vigilar y orar debe recordarnos que no vivimos en el cielo, más  si en un mundo de pruebas y expiaciones. Si quisiéramos realmente seguir  las vías del progreso, no podemos olvidar  la virtud valiente de la vigilancia.

Artículo publicado originalmente en la columna dominical “Chico Xavier pide Licencia” del periódico de S. Paulo, en la década de 1970


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 El sufrimiento y las cárceles

El sufrimiento  es una cárcel, en donde la desdicha y a veces la desesperación, hacen de verdugo, que a veces nunca deja oportunidad para el sosiego.
¿Has estado alguna vez preso?
¿Tienes a algún familiar, o ser querido entre rejas?
Unos de los seres más desgraciados de la tierra son los presos.
Solo con habitar en este planeta,  ya venimos condenados, por ser la tierra un planeta de expiación y de pruebas. Todos los que la habitamos venimos a saldar deudas del ayer, y si tras de nuestra expiación  cometemos nuevas faltas, redoblamos  nuestro cautiverio pues tenemos sobre nosotros el castigo de la Ley, que nos hace a veces estar dos veces presos, una por el planeta que habitamos y otra por los hombre de la tierra, que nos encierran entre rejas, para pagar nuestras faltas cometidas, privándonos de la libertad, del aire, de la luz.
Es necesario haber estado preso en la cárcel de los hombres, para  saber el hondo abismo  en el cual se lanza al hombre, unas veces por su propia voluntad, otras impelido por la ignorancia o dominado por adversas circunstancias, hijas de diversas circunstancias, cuyo resultado siempre es fatal.
Entre los grandes problemas sociales que hay que resolver en la tierra, el primero de todos es la subsistencia;  en todas las épocas ha habido ricos muy ricos y pobres muy pobres, siendo los ricos en muchas ocasiones odiados por los pobres. Del hombre que carece de todo se puede esperar todos los crímenes, pasando a ser instrumentos  del mal. Si la sociedad es la madre de todos los vicios, la desesperación es la peor consejera que pude tener el hombre. El hambre nos irrita, la sed nos enloquece, y de un loco se puede esperar todas las locuras. Los hurtos y los homicidios, son actos de locura,  los criminales son dementes, infelices, enajenados cuya enfermedad nunca ha sido estudiada, y por lo tanto no ha podido ser comprendida. En las diferentes épocas de la vida ha habido criminalidad en la tierra. Crímenes se cometieron en el ayer, se cometen hoy, y se cometerán mañana, mientras los ricos sean muy ricos, y los pobres sean muy pobres. Los primeros, demasiado felices, hastiados de lo que les proporciona sus riquezas, se entregan al desorden para sentir nuevas sensaciones. Y los pobres, en su desencanto, amargados dicen con ironía: ¡Ya que Dios no se acuerda de nosotros, vivamos como si El no existiera; olvidemos  sus leyes, ya que para nosotros no sonríe la Providencia!
En esa desarmonía social, en ese descontento interior en la que vive el hombre,  es la cuna de espinas donde se tejen  muchos desaciertos.  En la tierra se vive muy mal; ya que en ella viven  espíritus muy inferiores, y por ello han creado tormentos  muy notables, que si lo hubieran empleado en el bien,  la tierra seria un Paraíso de la leyenda bíblica.
Si crueles son los homicidios que vemos ocurrir todos los días, por los medios de la tv y noticiarios, inclementes se ven los jueces, en sus severos castigos para martirizar a los culpables, las cárceles han mejorado, su vida allí también. Pero no deja por eso, ser un lugar deprimente, donde se dan muchísimas circunstancias que tornan aun peor cal culpable.
Debemos procurar trabajar en todas las aéreas, y la cárcel es un lugar al que podemos concurrir para auxiliar, inspirar resignación y esperanza  a los moradores de los presidios, que son sin duda los seres más desgraciados de este planeta; unos porque son víctimas de las torpezas, de la ignorancia; los otros han influido en su destino la soledad, el abandono, el desprecio social; aquellos  porque son espíritus rebeldes  inclinados al mal, de instintos tan perversos que en torno de ellos ni la hierba crece, porque su aliento envenenado infecciona el aire.
¡Cuánta perversidad hay en algunos seres! y estos son los que precisamente los que necesitan más atención y el consejo de los Espíritus. Si Cristo vino a la Tierra para salvar a los pecadores, los que seguimos sus pasos  debemos imitarle. Los justos, ellos solos saben el camino de Cristo y los impíos son los que necesitan que los guíen; los ciegos si van solos, pueden  tropezar y ceder.  Pero ante las fuerzas armadas, suelen ser humildes y no oponen resistencia, ua que el castigo que se les aplica, los predispone  a la enmienda, en muchos casos. Por eso quien pueda hacerlo, ayudad a los presos, procurad su instrucción, moralizarlos, porque si son criminales es muy justo que sea castigado,  pero al mismo tiempo que se le impone la pena, el abrirles el camino de la redención. Si se flagela su cuerpo no debemos hacer desesperar su alma, sin la debida orientación y ayuda, pues no se puede esperar acciones generosas de espíritus desesperados.
No podemos esperar días de libertad, ni podremos trabajar para la unión de los pueblos, ni ser iniciadores de la fraternidad universal, si no mejoramos la suerte de los criminales; mientras sigan existiendo en la tierra, presidios que son semilleros  de crímenes,  focos de corrupción, habitados  por hombres, que no se les deja ni pensar, todos los planes de reforma fracasaran, será un trabajo perdido. Muchas veces el daño que causa el sistema deficiente penitenciario, es muy grande, un hombre desesperado atrae fatales influencias, y en los presidios hay tal aglomeración de espíritus inferiores  que su perniciosa influencia envuelve a todos los que allí se encuentran, los aprisionan de tal forma, que a veces nos inspiran lastima, los presos, sin saberlo, muchas veces se vengan del abandono de la sociedad enviando con sus fluidos toda la hiel que guardan en su corazón.  Siendo que en la realidad los criminales son solo dementes. Y deben ser sometidos a un plan  curativo, cosa que muy raramente se hace. Ellos deberían ser sometidos a un plan moral por infringir las leyes.  Sin emplear con ellos la violencia, pues nada se consigue. Si tenemos inteligencia, si tenemos el don de la palabra, si sois redentores, debéis empezar el trabajo de regeneración universal, sin solo las miras  de abrir ateneos  y universidades, sin tratar de instruir a los criminales, cuya ignorancia nos condena  a perpetua servidumbre. Si el hombre comprendiera sus verdaderos intereses, la tierra no sería  una penitenciaría de la Creación, sino uno de los mundos regeneradores, una de las moradas donde el Espíritu sonreiría, pues los justos saben el camino del progreso, los culpables solo son ciegos perdidos en las sombras de la ignorancia. Por eso aquel que realmente pueda hacerlo, debe procurar hacer llegar a los presos, a las penitenciarias, materiales, para guiarlos, para despertar en su corazón, la sed del agua viva, pues son también dignos de compasión….
Merchita Cruz-
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