¿
Jesús de Nazaret, en verdad pudo resucitar muertos ?.-
En la persona de Jesús de Nazaret
encarnó el Espíritu del Cristo
Planetario de la Tierra, de
la que fue y es su Guía, que tutela desde sus comienzos todo el
proceso evolutivo del género humano en este planeta. Es por tanto,
el Ser espiritual más elevado y altamente evolucionado que ha
encarnado alguna vez en la Tierra.
Precisamente el Espíritu de Cristo, encarnó en la
persona de Jesús de Nazaret, para impulsar nuestra evolución
enseñándonos el camino a la perfección y a la felicidad cerca del
Padre, con Su mensaje ético y moral que tanto impulsó la
evolución espiritual en la Tierra, además de mostrarnos nuestra
filiación Divina haciéndonos comprender que somos hermanos
procedentes de un mismo Padre común y que juntos nos debemos elevar
a El por ese camino del Amor que nos acerca a una felicidad
incomprensible todavía para los seres humanos que habitamos este
pequeño mundo de Expiación y Pruebas.
De otra parte, un Ser Crístico
de su nivel, no actúa aislado y en solitario en un mundo tan
inferior como lo es el nuestro y mas aún como lo era la Tierra en
aquella época, sino que lo hace asistido por la enorme energía
mental y la gran capacidad espiritual vibratoria de muchos otros
evolucionadísimos Seres del Plano Espiritual o de otras dimensiones,
que nunca dejaron de acompañarle, ayudarle y servirle en su misión
redentora.
Los prodigios de Jesús estuvieron basados en el dominio
natural y la autoridad que Su Espíritu tenía como magnetizador y
manejador de las energías cósmicas, además de su enorme
ascendiente y poder sobre todos los seres espirituales que ante Su
sola presencia le quedaban sometidos. Jesús realizó sus prodigios
mediante ese gran poder mental y magnetizador que irradiaba, así
como por la potente energía sanadora que dirigía y controlaba desde
la mente mediante Su voluntad. El tenía estas capacidades de modo
natural, sin tener que hacer con ellas esfuerzos extraordinarios,
debido a su elevadísimo nivel de evolución en todos los sentidos.
De hecho, el único “secreto” que Él podía tener para mantener
y aplicar esas capacidades, era su permanente conexión espiritual
con el Padre y con todo el cortejo de grandes Seres espirituales que
lo acompañaban permanentemente. Él no vino a este mundo para
hacer mágicos y maravillosos milagros que pareciesen trastocar el
orden Divino de la Creación, de la vida y de la muerte,
establecidos por el Padre, derogando la Ley Natural establecida,
ni ninguna otra ley divina, porque estas leyes fueron establecidas
por el mismo Dios Creador, infinitamente superior en Jerarquía a
todas sus criaturas, incluidos los “Arcángeles” y los “Cristos”.
Jesús fue un profundo conocedor del espíritu humano y
sabía como despertarlo al interés por una comprensión espiritual y
guiarlo por el camino para realizar una reforma moral que nos
impulsase en el proceso evolutivo. Por eso, a veces obró prodigios
de sanación con su gran poder Divino , cuando las leyes de Causa y
Efecto lo permitían, pero lo que no hizo nunca, a pesar de las
apariencias, fue resucitar cadáveres en el literal sentido de su
significado, derogando así una ley natural establecida por el
Padre, ni menos aún pretendiendo impresionar a nadie haciendo que
ningún espíritu ya libre de la materia regresara a la misma materia
abandonada con la muerte, desde el otro lado de la Vida, pues además
para ser creído y llegar al corazón de los que le escuchaban, no
necesitaba ejercer de mago prestidigitador , sino que lo lograba
llegando al corazón de quienes le seguían por la pureza y elevada
irradiación mental que le caracterizaba. Tenemos por ejemplo, el
episodio evangélico de la “resurección” de su amigo Lázaro, de
la que el evangelista señala, para remarcar más el hecho en sí
mismo, que el cadáver ya olía, para dejar claro que no había otro
sentido en el cuadro descrito, que el de la verdadera y auténtica
muerte, y que Jesús, impresionado ante la muerte de su amigo,
sollozó, lo que vendría a señalar que el mismo Jesús lo tuvo por
muerto y no sabía lo que poco después acontecería con el amigo por
su mediación. Sin embargo, este caso, como tantos otros conocidos o
desconocidos que se han dado a lo largo de la historia humana, bien
pudo ser un estado de catalepsia o muerte aparente, del que Cristo lo
saco con su gran poder de magnetismo y sus capacidades naturales.
Por estos poderes hizo también otros muchos
“milagros”, pero discretamente,de modo que no transcendieron y
por eso no han pasado a la historia a través aquellas ancestrales
crónicas escritas que fueron los seleccionados relatos Evangélicos,
pues queda claro que a Jesús no le interesaba captar la atención de
ese modo, no era esa su misión, porque además esto hubiera sido
mas bien una rémora para cumplir con su misión de llegar a
despertar el verdadero sentimiento y el corazón de las personas.
- José Luis Martín -
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“Se
puede decir que en la naturaleza no hay milagro, pero también se
puede decir que todo es milagro”
-Pío
Baroja(1872-1956),escritor español-
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Es un sentimiento íntimo, profundo y grande, que emana del amor fraternal elevado a su grado más culminante. Es una manifestación espontánea de ternura que, brotando de lo más recóndito del alma, irradia como una blanca llama en torno de los seres a quienes presta auxilio, comunicándoles calor, vida, alegría y alumbrando su senda con celeste claridad. Es el supremo goce del espíritu emancipado ya de las miserias terrenales; es la ambrosía que liban los ángeles en su mansión de gloria y que en la cárcel que llamamos tierra apenas conocemos sus pobres moradores.
Es el puesto más alto en el progreso espiritual, pues el que posee esta virtud sublime no sólo está redimido, sino que puede redimir a un mundo. Aquí, en nuestra pequeñez, no podemos comprender la caridad nada más que en sus rudimentarios actos; una insignificante moneda de cobre que pongamos en la mano del infeliz menesteroso, nos parece una acción brillantísima.
Un donativo corto, un socorro, un consejo o una expresión de cariño, nos hacen
creernos, cuando los prodigamos, unos gigantes del bien, unos mensajeros de Dios, que sembramos la dicha en los humanos y pensamos que somos buenos y merecemos recompensa. ¿Es esto caridad? No; la verdadera caridad es la que apareja el sacrificio, la abnegación y muchas veces las lágrimas del sufrimiento moral y material que causan los ajenos infortunios; aquélla que se practica sin recordar que existe el Ser Omnipotente; que no piensa en recibir galardones ni espera aquí ni allá compensación. Es el puesto más alto en el progreso espiritual, pues el que posee esta virtud sublime no sólo está redimido, sino que puede redimir a un mundo. Aquí, en nuestra pequeñez, no podemos comprender la caridad nada más que en sus rudimentarios actos; una insignificante moneda de cobre que pongamos en la mano del infeliz menesteroso, nos parece una acción brillantísima.
Un donativo corto, un socorro, un consejo o una expresión de cariño, nos hacen
La caridad es la más alta expresión de Amor; es el heroísmo de este sentimiento santo; con el mismo cuidado aparta a la inocente mariposa de la viva lumbre, que separa al ciego del abismo, cura al infeliz leproso y ampara al desvalido huérfano, que da su vida por defender un pueblo víctima del egoísmo y vasallaje, como se inmola en un patíbulo afrentoso, para legar a un mundo un código de leyes redentoras. La caridad es humilde, modestísima, como que ignora ella misma su valer. Ella no enumera los beneficios, no anota sus actos; ejerce, solamente ejerce su misión santa sin que le rinda el cansancio jamás, sin que el número de los que reclaman su amparo le cause espanto, porque le impele el fuego purísimo en que se inflama; brota de sí esa potente luz.
La caridad no es deber, la caridad es Amor. ¿Queréis un ser más caritativo que la madre? Ese cuidado, ese desvelo, ese afán de consolar, acariciar, educar, dirigir, vigilar y hacer buenos, y felices a sus hijos; de dar su vida en beneficio de ellos, de sufrir los martirios más crueles, los odios, las vejaciones, venganzas, desprecios, hambre, sed, que muchas veces tales tormentos cuesta el ser madre, y esto a menudo por unos seres ingratos. Tormentos que se sufren sin esperanza de gloria, sin pensar en laureles; prefiriendo su perdición eterna (si este absurdo fuera realidad) por hacer la dicha de esos pedazos de su alma.
Ahora bien: preguntadle a esa débil mujer, si tanto trabajo no la rinde, si tales dolores no abaten su energía, si no siente decaimiento y extenuación y anhela poner término a su misión penosa, y os mirará con asombrados ojos, sin comprender vuestro egoísmo, pues concebir no puede que se sienta de otro modo; y aun si el mismo Dios bajara y le ordenara no amar a sus hijos, tal vez se declararía en rebelión. Pues bien; ese amor, esa caridad de las madres, es la caridad que sienten las almas verdaderamente superiores; no como ellas, para los hijos solos de su cuerpo, sino para todos los seres que pueblan los mundos y que hermanos son, pues son hijos de Dios.
Por eso vuelvo a repetir que la caridad es el grado más culminante de amor fraternal. ¿Hay verdadero amor de hermanos en la Tierra? Sabido es que no impera éste en la humanidad; sólo hay ensayos de afecto, remedios de amores, vislumbres de hermanía, aleteos de ternura, amagos de compasión y átomos de caridad. Necesitamos amar, pero amar con vivo sentimiento; sacudir el egoísmo, avasallar el orgullo, dominar la soberbia, crucificar la carne con el dominio de nuestras bastardas pasiones.
Si no podemos aún, trabajemos poco a poco y en silencio; no alardeemos; no esperemos recompensas por ninguna buena obra ejecutada; no nos creamos mejor que los demás citándonos como modelo de virtudes que solamente están en embrión. Procuremos elevarnos en alas del bien hasta que irradiemos como soles de Amor; igual que irradia Jesús, nuestro hermano celestial; el que cumple la divina ley, el que purificado ya de toda mancha, con abnegación sin límite, guiado de fraternal ternura, nos lleva a las regiones de la dicha por medio de la ciencia, el Amor y la caridad.
Lola Baldoni
Aportado por Claribel Díaz
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GUÍAS
ESPIRITUALES
1
-¿Todas las reuniones mediúmnicas cuentan con dirigentes
espirituales?
Sí,
si son organizadas bajo la orientación espírita, considerados los
propósitos de edificación y aprendizaje que deben caracterizarlas
2
- Si esos cuidados no existen, si tenemos mera curiosidad o interés,
¿no hay presencia de los mentores?
Si,
incluso pueden manifestarse, pero no serán Espíritus evolucionados,
en condiciones de conducir con eficiencia la reunión. Ellos tienen
asuntos más importantes que tratar
3
- El factor determinante, entonces, ¿es la motivación del grupo?
Exactamente.
No tan sólo la condición de los mentores, sino también de los
Espíritus que serán adoctrinados.
Cuando
era adolescente, frecuenté reuniones de un grupo empeñado en
desenmascarar mistificadores, por mero gusto, sin propósitos
edificantes.
Ningún
mentor de condición elevada compareció. Fue una pérdida de tiempo,
y si pretendiese alertar al grupo, corría el riesgo de ser recibido
como un mistificador más.
4 - ¿Puede un grupo estar orientado por Espíritus obsesores?
Sí, si está organizados en función de meros intereses. Médiums que están acostumbrados a dar consultas mediante pagos, comercializando su don, son frecuentemente obsesados.
No
es raro que transmitan orientaciones que, de supuestos guías
espirituales, son de los propios obsesores de los consultantes,
engañándolos
5
- ¿Qué decir de los grupos mediúmnicos, en que todos los médiums
deben recibir a su guía?
Favorecen el
animismo. Los guías tienen asuntos más importantes. No se
limitarían a un simple hola, declinando su condición, o quedar al
lado como instrumento.
6
- Si los grupos mediúmnicos están orientados por mentores
espirituales, ¿no sería interesante tener su palabra?
Sin
duda alguna, sobre todo si hay médiums en condiciones de recibir su
manifestación. Lo que exigirá experiencia, estudio y disciplina, a
lo largo del tiempo.
Principalmente
los grupos iniciantes no deben preocuparse con ello, dejando que
ocurra de forma natural, en la medida en que los médiums estén
preparados‘’‘
7 - Hay grupos en
que los médiums reciben la manifestación de sus guías, al final,
para «limpieza psíquica». ¿Es una práctica saludable?
¿Y
si el guía no se manifiesta, el médium quedará impuro? Es otro
condicionamiento a evitar. Después de la reunión los médiums deben
estar muy bien, conscientes del deber cumplido, sintiéndose
saludables y en paz?
8
- ¿Cómo podemos tener la certeza de que el Espíritu que se
manifiesta, diciendo ser un orientador, está hablando la verdad?
Aquí
tenemos que aplicar la sabia orientación de Kardec: es preciso
analizar el contenido, observando el lenguaje, la forma, la
intención, partiendo del principio elemental de que los Espíritus
superiores sólo hablan de lo que es edificante, con palabra clara,
objetiva y esclarecedora
Richard
Simonetti,,de su obra,
Mediumnidad, todo lo que necesitas saber
Mediumnidad, todo lo que necesitas saber
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