viernes, 3 de octubre de 2014

Los sueños

LOS SUEÑOS
El sueño, para el cuerpo físico, es una muerte de todos los días, aparente e incompleta, durante la cual el espíritu no pierde  su integridad, cesando solamente la actividad de los órganos de relación con el mundo exterior; más en compensación, el Espíritu, el sueño le abre  las puertas de los sueños, hendijas más o menos grandes hacia la visión de extrañas escenas del mundo extraño del Más Allá, sus paisajes,  de coloridos bizarros , sus luces intensas y maravillas, sus misteriosos habitantes.
El sueño en si mismo, es un fenómeno físico, un estado de transición que conduce a los sueños – que son fenómenos de lucidez.
Todo el mundo duerme, seres y cosas, por lo menos aparentemente. Un tercio de nuestra vida, como mínimo lo pasamos durmiendo.
Durante el día y por la influencia del Sol, cuya luz destruye las emanaciones fluídicas maléficas, predomina el dinamismo de las fuerzas materiales, regidas por la inteligencia; más, cuando el Sol se va y cae la noche, pasan a imperar las fuerzas negativas del Mundo Espiritual inferior y el cuerpo humano se adormece, entonces, bajo su dominio.
El sueño adviene para unos por una congestión cerebral (hiperemia de los vasos sanguíneos del cerebro)
Para otros, es justamente lo contrario: ocurre una anemia  cerebral (isquemia  de los mismos vasos) lo que quiere decir que durante el sueño los vasos se dilatan y desagotan la sangre del cerebro.
Al lado de estas explicaciones está la teoría de las neuronas, células nerviosas cuyas prolongaciones  retraen durante el sueño interrumpiendo el paso de la corriente vital, la que restablecen al despertar, distendiendo las referidas prolongaciones y poniéndolas de nuevo en contacto.
El sueño puede resultar también de una asfixia periódica del cerebro y, para el viejo Aristóteles, adviene de la acción de las tomaínas existentes en los residuos digestivos.
En contraposición, hay otros que afirman que, justamente dormimos para desintoxicarnos, siendo el sueño una función  defensiva del organismo.
El organismo  físico, en la vigilia, gasta energías, que recupera en el reposo del sueño. La ciencia descubrió que en el momento del sueño ocurre una inversión de las ondas cerebrales, del cerebro posterior hacia el interior.
El sueño, se da, con el abandono provisorio del cuerpo por el Espíritu, de la misma forma que en la muerte, cuando el abandono es definitivo.
Veamos diversas teorías científicas sobre los sueños:
Freud dice que los sueños se originan  en los deseos reprimidos: no pudiendo el hombre satisfacerlos en la vida normal, se esfuerza en vivirlos cuando se duerme.
Mauri dice que los sueños resultan de los automatismos psicológicos; de cerebraciones  inconscientes o de asociaciones de ideas que, como es natural, originan imágenes mentales.
Según Saint – Denis en los sueños existe  el desenvolvimiento natural y espontaneo de una serie de reminiscencias.
Delboeuf admite  la conservación indefinida de impresiones que Richet bautizó con el nombre de pantomnesia (reminiscencia universal)
Conan Doyle admite solamente dos especies de sueños: los resultantes de experiencias hechas  por el Espíritu libre y las provenientes de la acción confusa  de las facultades inferiores, que permanecen  en el cuerpo cuando el Espíritu se ausenta.
Flammarión, Rosso de Luna, Dunne, Lombroso, Materlink y muchos otros estudiaron también el fenómeno y dejaron a cerca de él interesantes pero no concluyentes teorías.
Podemos clasificar los sueños en dos categorías: los sueños subconscientes y los sueños reales.
Los sueños del subconsciente  son reproducción de pensamientos, ideas e impresiones que afectan  nuestra mente  en la vigilia; hechos comunes de la vida normal que se registran en los recovecos de la memoria  y que durante el sueño, continúan preocupando al Espíritu, con mayor o menor intensidad. Esos elementos, subiendo del subconsciente se empujan  los unos a los otros, si se puede decir así, y forman verdaderos  enredos con reminiscencias  presentes y pasadas, tornando tales sueños casi siempre de difícil comprensión, justamente por ser confusos, complejos extravagantes.
En esos sueños subconscientes entran también otros factores, como: el temperamento imaginativo o emocional del individuo, sus resabios, mayormente los de naturaleza sexual, perturbaciones fisiológicas momentáneas, etc. Los durmientes  ven, en tales sueños, solo cuadros formados en su propia mente subconsciente, puesto que tales sueños son únicamente producto mental inferior de ellos mismos.
Finalmente, lo que define  y caracteriza, además de su aspecto confuso  y neblineo, es la incoherencia, la falta de nitidez, de luz, de colorido.
Los sueños reales mientras el cuerpo físico reposa, el Espíritu pasa a actuar en el plano espiritual, en el cual tiene más o menos libertad de acción, según su propia condición evolutiva. Unos se conducen libremente, otros quedan en la dependencia de terceros, más todos son atraídos hacia lugares que les son afines o correspondientes.

Son, por tanto, aquello que ve, oye o siente; los contactos que hace con personas o cosas de esos lugares o esferas de acción y que constituyen los sueños reales que, como bien se comprende, no son mas elaboraciones de la mente subconsciente individual sino perfectas visiones, directas y objetivas de esos mundos, verdaderos desdoblamientos, exteriorizaciones involuntarias del Espíritu.
Los encarnados, sujetos coma están a las leyes que rigen el piano material, no se liberan de ellas sino con la desencarnación y, por eso, así cuando están exteriorizados durante el sumo, las leyes prevalecen manteniendo los velos de oscuridad vibratoria entre los dos mundos.
Esa es la razón porque los sueños, incluso los reales, son normalmente indistintos, nebulosos, de difícil recordación. Por eso también es que cuando hay necesidad de obviar ese estado de cosas, haciendo que los sueños sean más fácilmente recordables, los agentes de lo invisible lanzan en la mente del durmiente poderosas sugestiones, fácilmente transformables al despertar, en forma de imágenes mentales y cuadros alegóricos representativos de las enseñanzas, advertencias o experiencias que el durmiente debe recordar.
Acostumbran también conducir al adormecido a regiones o instituciones del Espacio, proporcionándole contactos y experiencias necesarias a su aprendizaje espiritual, de los cuales el recuerdo, por el referido procedimiento, siempre en alguna forma permanece.
Y si eso acontece en relación a los Espíritus buenos, también sucede con los malos que, valiéndose de la ley de afinidades vibratorias se apoderan de los durmientes y los conducen hacia sus antros, inoculándoles o alimentando en sus mentes desprotegidas ideas o tendencias maléficas.
Los médiums, pues, que se guarden de esas infelices posibilidades, purificándose en cuerpo y Espíritu para que su tonalidad vibratoria se eleve orando y vigilando como el Divino Maestro recomendó.
Conforme, empero, a su desarrollo espiritual, puede el Espíritu así desdoblado viajar por varias regiones espirituales, verlas y comprenderlas, instruirse y penetrar acontecimientos pasados o futuros del sector de los llamados sueños simbólicos o proféticos.
En ese mundo diferente, en el cual ingresamos diariamente, muchas cosas están a nuestra disposición, como auxilio a nuestro esfuerzo evolutivo: material de estudio, elementos de investigación, contactos reparadores, consejos e instrucciones de amigos desencarnados o no y de instructores espirituales.
La luminosidad, la nitidez, la claridad, la lógica y el colorido, he ahí las características inconfundibles de esos sueños reales, únicos verdaderos.
Lo que es necesario que tengamos durante esos sueños es una relativa conciencia de lo que sucede, y eso solo podemos conseguirlo, normalmente, por medio de continuados ejercicios de autoeducación y disciplina miento de la voluntad, los que deben ser hechos diariamente, antes de adormecernos, y con un previo entendimiento con el guía espiritual.
Pocos son los que al despertar recuerdan esa vida exquisita que vivieron durante el sueño. En general solo nos recordamos del último sueno, lo que antecedió al despertar, y este mismo es luego borrado de la memoria con la sucesión de los acontecimientos materiales inmediatos.
En el libro Los Mensajeros Espirituales, capitulo XXXVII, André Luiz, refiriéndose a los encuentros que se dan durante el sueño, dice: "Estas ocurrencias se dan todas las noches por millares en los círculos terrestres. En la mayoría de los hermanos encarnados el sueno apenas refleja perturbaciones fisiológicas o sentimentales a las que suelen entregarse; sin embargo, existe un gran número de personas que, con más o menos precisión, son aptas para desenvolver este intercambio espiritual".
Vivimos actualmente en la carne con la pérdida de más de un            tercio de nuestra vida consciente, la cual escapa a nuestro control por entre las brumas y el olvido del sueño.
El problema está, pues, en obtener de a poco ese dominio, viviendo conscientemente, tanto de día como de noche, en la vigilia como en el sueño, para que la luz de la verdad triunfe sobre las sombras de la muerte y para que la vida se manifieste en su realidad  de como es: eterna.
Otro medio de conservar la conciencia al despertar es desarrollando el chacra coronario.
Estas facultades de lucidez, tan bellas y tan otiles, abren al
El médium educado y consciente un mundo extraordinario de conocimientos y revelaciones espirituales. Transforman al hombre en un ser diferente, dado que le confieren el poder de vivir en dos mundos, incluso estando encarnado. Ampliase para los ilimitados horizontes que abarcan mucho del Universo y le permitirán comprender muchas de las grandezas de la Creación Divina.
Mas es preciso educación y desenvolvimiento metódico y progresivo, lo que solo se tornara posible cuando el Espíritu esté en condiciones de merito propio, cuando sea digno de poder merecer la preciosa colaboración indispensable de los asistentes espirituales competentes.
Muchos procedimientos son utilizados para ese desenvolvimiento, siendo los más comunes, para la videncia, por ejemplo, los del grupo de cristal o videncia, esto es: la fijación de superficies lisas y brillantes como sean bolas de vidrio, botellas o copas conteniendo agua, espejos, lentes, objetos de metal pulido, fuentes de agua, borrones de tinta y la propia huía convenientemente pulida.
No habiendo mediúmnidad-tarea, ningún procedimiento material o artificial dará resultado si, desde el punto de vista moral, o según las necesidades de su propia evoluci6n, el individuo no fuere digno.
Las superficies brillantes provocan una auto-hipnotización que nada resuelve en definitivo, puesto que si los asistentes invisibles nada proyectan sobre tales superficies nada podrá ser visto; sin embargo, los guías acostumbran aconsejar a veces tales procedimientos con la intención de obligar al estudiante a realizar ejercicios de concentración, familiarizándose con la disciplina mental.
Acostumbran también actuar directamente sobre los médiums en desarrollo, aumentando sus vibraciones de la glándula pineal y proyectándoles durante el sueño o en el semi-sueño cuadros simbólicos en el campo de la visión. Se valen también del ambiente formado en las sesiones espiritas bien conducidas para producir tales fenómenos, por tener en esas ocasiones, a su disposición, cargas poderosas de fluidos apropiados a las formaciones ideo plásticas.
Mas, repito, para el desenvolvimiento de esas facultades la condición esencial es la reforma individual del médium con la purificación de sus pensamientos y actos, porque de eso dependerá la elevación de su vibración periespiritual a un nivel compatible con la producción de tales fenómenos, esto es, al nivel de las vibraciones del piano espiritual.
Merchita
Extraído del libro “Mediúmnidad” Edgard Armond

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             Como hacer milagros

     Lo que viene de Dios es sublime, es la perfección. 
     Si miramos el universo y toda la matemática que envuelve las leyes que componen la estructura de su equilibrio, nos maravillamos con la sabiduría de esta Causa Primera de todas las cosas.  
     Albert Einstein decía que; O creemos en milagros, o creemos que todo es un milagro…y así lo es.
¡Todo es un milagro! 
Los científicos que estudian el interior de los átomos, son totalmente conscientes de que sin esta conciencia exterior a la materia, ni siquiera existiríamos. Proclaman con mucha propiedad que, en verdad, la materia no existe y todavía llevará mucho tiempo para  concienciarnos de eso.
    Estamos en este mundo, encarnados bajo los impositivos de la “aparente materia” y tendremos que aprender a lidiar con los estímulos que recibimos a través de nuestras zonas de contacto, los sentidos que disponemos para vivenciar cuando estamos encarnados y que son muy limitados.
    La propia concepción de lo que tenemos delante de nosotros está vinculada a las limitaciones de nuestros sentidos. 
    En verdad, no accedemos directamente a la materia... por la visión, la materia refleja la luz que nos llega por el campo de vibración electromagnética, hasta impresionar nuestra retina, transformandose en un pulso neuronal que viaja a nuestro cerebro y ahí el cerebro de algún modo "deduce" la presencia de la materia...
    Estoy restringiéndome a las impresiones visuales, para ahorrar espacio en el texto.     Cada uno de los sentidos tiene su propia forma de lectura del ambiente por donde está moviéndose el espíritu encarnado.
¿Estas leyendo este texto ahora en tu ordenador? 
Pues es otro milagro…Lo que escribo en ese teclado, es traducido en señales binarias matemáticas, transformadas en impulsos electromagnéticos que viajan en forma de luz por cables ópticos que van a un satélite que está en el espacio, fuera de la Tierra y después hacen el retorno hasta tu ordenador, donde son descodificados para que los leas en estos momentos. Lo que lees ahora es pensamiento, palabra escrita, luz y onda electromagnética al mismo tiempo…
¡Milagro!
     Según el Evangelio según el Espiritismo: El tránsito de los espíritus por la vida corporal es necesario para que éstos puedan cumplir, con el auxilio de una acción material, los designios cuya ejecución les confía Dios; es necesario para ellos mismos, porque la actividad que están obligados a desplegar, ayuda al desarrollo de la inteligencia.
     Es una oportunidad única y bendita, la encarnación, la vida como la entendemos.
     Para muchos de nosotros ese milagro que es la vida, es un milagro a ser descubierto. Motivados por una falsa concepción de la realidad, vemos nuestro mundo y nuestra vida como un castigo, una prueba constante, donde la felicidad es una meta inalcanzable y de hecho lo es…para los que no intentan lograr el éxito. 
    En primer lugar, no estamos solos en nuestra faena. Compartimos sueños, ideales, afinidades…
     ¿No está escrito en el libro de los Espíritus que los espíritus se agrupan por afinidades, encarnados o no? Entonces reconozcamos los que comparten nuestros ideales, principios y valores.
     Somos un equipo y cuanto más unidos, mas probabilidad tenemos de alcanzar nuestras metas.
      No esperemos la perfección de nuestro hermano, porque tampoco la podemos ofrecer, pero aceptemos al próximo tal como es, así como “Yo” me acepto como “Yo soy” : - ¡Un milagro!
   Dejemos ese rancio vicio de tristeza, ese miedo a ser feliz y descubramos como hacer para que las cosas acontezcan. Los éxitos que tenemos nos llenan de alegría, pero en verdad, los fracasos y decepciones nos enseñan mucho más. 
   ¿Entonces porque no agradecer por ellos también? 
    Dejemos de ser victimas de los problemas y pasemos a escribir nuestra propia historia. Tenemos el derecho de ser felices, aquí y ahora, pues esta felicidad es independiente de lo que captamos del exterior por nuestros sentidos, tan limitados y tan primitivos. Depende si, de la manera como encaramos los estímulos externos que la vida nos da.
     ¿Quien ha dicho que ser feliz es tener una vida perfecta?  Si aquí estamos para desarrollar la inteligencia, debemos agradecer a Dios por todos los obstáculos que nos ha proporcionado y permitido que los tengamos, pues sin ellos no habría como desarrollarla.
    ¿Y la fe que solamente se desenvuelve con las dificultades,o la paciencia  que se desenvuelve con los enfermos del entendimiento?
     Si la tristeza nos hace reflexionar, es mejor aún cuando pensamos lo que podemos hacer para aminorar o extinguir la tristeza de nuestro prójimo.
     Cuando así pensamos, el milagro empieza a operar a partir de nosotros y entonces ya somos parte de ese Milagro de la creación, no solo como observador, sino como coautor de ese milagro…
     El Evangelio según el espiritismo dice que la fe verdadera es contagiante.Contagiemos entonces a todo y a todos.
    Hagamos el milagro del Amor, que todo alcanza, cura, cambia y renueva.
Aquí estamos para hacer milagros, pues en verdad, es lo que somos.
 Cassio
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LA ERRATICIDAD

Mientras las almas desprendidas de las influencias terrenas se constituyen en grupos simpáticos, cuyos miembros se amen, se comprendan, vivan en perfecta igualdad, en completa felicidad, y los Espíritus que aun no pudieron domar sus pasiones llevan una vida errante, desordenada, y que,  sin ofrecer  sufrimientos, los deja, con todo, sumergidos en la inseguridad e inquietud. Es a eso lo que se llama erraticidad; es la condición de la mayoría  de los Espíritus que vivieron en la Tierra, ni buenos ni malos, sin embargo débiles y muy inclinados a las cosas materiales.
Se encuentran en la erraticidad  multitudes inmensas, siempre agitadas, siempre en busca de un estado mejor, que se les escapa. Numerosos Espíritus fluctúan indecisos entre lo justo  y lo injusto, entre la verdad y el error, entre la sombra y la luz. Otros están sepultados en aislamiento, en la oscuridad, en la tristeza,  siempre a la procura de una benevolencia, de una simpatía que pueden encontrar.
La ignorancia, el egoísmo, los vicios de toda especie reinan aun en la erraticidad, donde la materia ejerce siempre su influencia. El bien y el mal ahí se chocan. Es de alguna suerte el vestíbulo de  los espacios luminosos, de los mundos mejores. Todos  ahí pasan  y se demoran más para después elevarse.
La enseñanza de los Espíritus sobre la vida más allá del túmulo nos hace saber que en el espacio no hay lugar alguno destinado a la contemplación estéril, a la beatitud ociosa. Por todas partes, bandadas, enjambres de almas suben, descienden, e agitan en medio de la luz o en la región o en la región de las tinieblas. En ciertos puntos se ve gran número   de oyentes recibiendo instrucciones de Espíritu adelantados; en otros, se forman grupos para festejar a los recién llegados.     Aquí, los Espíritu combinan  lo fluidos, le infunden mil formas, mil coloridos maravillosos, los preparan  para lo delicados fines a que fueron destinados por los Espíritus superiores; allí, ajustamientos sombríos, perturbados, se reúnen alrededor de los globos  y los acompañan en sus revolucione, influyendo así, inconscientemente, sobre los elementos atmosféricos. Espíritus luminoso, más  veloces que el relámpago, rompen esas masas para llevar  el socorro  y consuelo a los desgraciados que los imploran. Cada uno tiene su papel y concurre  para la gran obra, en la medida de su merito y de su adelantamiento. El Universo  entero evoluciona. Como los mundos, los espíritus  pro siguen su curso eterno, arrastrados para un estado superior, entregados a diversas  ocupaciones.  Realizan progresos, adquieren ciencia, sofocan el dolor, calman los remordimientos, amores, expiación, devoción, sacrificio, todas esas fuerzas, todas esas cosas estimulan,  lo impulsan y precipitan en la obra; y, en esa inmensidad  sin límites, reinan incesantemente el movimiento  y la vida. la inmovilidad  y la inacción es el retroceso, es la muerte. Bajo el impulso de la gran ley, seres y mundos, almas y soles, todo gravita y se mueve  en la órbita gigantesca trazada por la voluntad divina.
 (León Denis – Obra Después de la Muerte.

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