lunes, 9 de marzo de 2015

De la Reencarnación

                    


   Violencia y paz






Toda vez que asistimos a los noticiarios de la TV, que leemos revistas y periódicos, quedamos preocupados por la onda de violencia que invade el mundo.
Por recelar de los violentos, dejamos de salir a la calle.
Pensamos que quedándonos en casa quedaremos libres de las investidas de los malos.
Verdaderamente, la solución es confiar en Dios y buscar mantener o conquistar la paz. Esa paz tan deseada por todos nosotros.
La paz, que camina con el amor, tiene la capacidad de transformar a la violencia en docilidad, por más difícil que eso pueda parecernos.
Nos acordamos de muchos ejemplos. Del lobo que Francisco de Asís amanso. De la victoria de la no violencia de Gandhi.
Tanto como de centenas y centenas de corazones anónimos que trabajan en silencio por la paz de la Humanidad, pacificando a los que se encuentran más próximos.
Esa dulce y silenciosa influencia está bien ilustrada en un hecho ocurrido durante la Guerra del Vietnam es que fue narrada por un soldado norte americano.
Cuenta el que, junto a otros compañeros, estaban escondidos en una plantación de arroz. Allí también se escondían vietnamitas.
Pasaron a disparar un terrible tiroteo. De repente, por un estrecho camino que dividía un campo de otro, surgió una fila de seis monjes, andando en la más perfecta paz, tranquilos y equilibrados, siguiendo bien la línea de fuego.
Todos ellos miraban para el frente, de forma serena, como si no hubiese peligro alguno.
En aquel momento, algo extraño aconteció con los soldados de ambos lados. Nadie sintió el deseo de disparar mientras los monjes pasaban.
Y después que ellos salieron de la línea de fuego, el calor de la lucha había desaparecido. En aquel día, al menos, todos ellos desistieron del combate.
Cuando consigamos mantener la paz inalterable, nos sentiremos muy bien.
En nuestro planeta se esparcirá un olor a calma, un desinterés por las acciones violentas. Habrá una voluntad de cambiar y buscar otros valores.
En cada uno habrá el recuerdo de la inocencia infantil y el amor brotará en las criaturas de forma espontánea.
Ciertamente, hasta llegar a ello, aun tendremos que convivir con la violencia.
Así fue con Gandhi, que encontró a un joven que le disparo a pleno pecho, quitándole la vida. Así fue con Jesús, que sufrió la penalidad de la crucifixión.
Más, de la misma forma que ellos permanecieron imperturbables en su paz, influenciándonos a pensar en la paz, a desearla y conservarla, así nosotros debemos portarnos.
Es como si pudiésemos volver a oír, repetidas veces, la voz del Rabí Galileo al entonar su poema:
Y yo cuando fuera levantado de la Tierra, atraeré a todos a mi mismo... Os dejo la paz, mi paz os doy.
    Sean tus actos una reflexión de tu paz, que debes cultivar con los esfuerzos de todo el día y los emprendimientos de todas las horas.


Redação do Momento Espírita, com base em artigo da pág. 26, da Revista Presencia Espírita, set/out.1997, ed. Leal.




                                                         *****************************************

                  De la reencarnación 


.. ¿Cómo puede acabar de depurarse el alma que no ha alcanzado la perfección durante la vida corporal? 

- Sufriendo la prueba de una nueva existencia. 
¿De qué manera realiza el alma esta nueva existencia? ¿Por su transformación como Espíritu? 
- Al depurarse, el alma experimenta sin duda una transformación, pero para ello necesita la prueba de la vida corporal.^
. El alma ¿tiene, pues, muchas existencias corpóreas? 
- Sí, todos tenemos muchas existencias. Los que afirmen lo contrario quieren manteneros en la ignorancia en que ellos mismos están: ese es su deseo. 
. De este principio parece resultar que el alma, tras haber dejado un cuerpo, toma otro. Dicho de otra manera, reencarna en un nuevo cuerpo. ¿Así hay que entenderlo? 
- Evidentemente. 
El número de las existencias corporales ¿es limitado, o el Espíritu reencarna perpetuamente? 
- Con cada nueva existencia el Espíritu da un paso más por la senda del progreso. Cuando se ha despojado de todas sus impurezas ya no tiene necesidad de las pruebas de la vida corporal. 

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC


                                                                         **********************************




                  LAS MUJERES SIEMPRE FUERON LOS PILARES DEL EDIFICIO CRISTIANO


La revista IstoE(1) divulgó interesante material sobre “Las mujeres de la vida de Jesús”, demostrando que ellas no fueron simples  espectadoras  en los pasajes que marcaron el cristianismo. Los evangelistas son explícitos en cuanto a la numerosa presencia femenina   en la pasión y al pie de la cruz. Fueron ellas los testimonios  de los momentos claves de los tiempos apostólicos.
Históricamente, el patriarcado ascentral ha dominado la trayectoria del cristianismo. A ejemplo de Dios, el “Padre” y no Madre, Creador y no Creadora, pasando por los 12 apóstoles y no apóstalas, y culminando con Jesús, Hijo y no hija, curiosamente, con todo, son las mujeres  las que no solo participaron, como protagonizaron  buena parte de los momentos cruciales de la vida de Cristo.
Fue en el encuentro con Maria que Isabel confirmó el proyecto divino a la prima, al anunciarla como bendita entre las mujeres, más allá de bendecir el fruto de su vientre. “Isabel, mayor y estéril, más grávida de Juan Bautista, representaría el pasado que abre camino  la bienvenida a  lo nuevo, que es María, joven embarazada de Jesús.”(2)
María de Magdala (Madalena), que fue libertada de siete verdugos espirituales (desobsesada) por Jesús pasó a seguir_Lo y se tornó importante en el ministerio cristiano. Las más poderosas demostraciones de confianza del Maestro Jesús en Madalena, y, por extensión, en las mujeres, fue el hecho de haberla escogido para ser la primera en testimoniar  su resurgimiento  después de la crucificación. La historia de  otras dos mujeres próximas a Jesús  en el Evangelio es ejemplo de eso. Marta y María, hermanas de Lázaro, tienen dos episodios sorprendentes junto al Mesías.
La importancia de las mujeres, aliada al hecho de que muchas no fueron identificadas, alimentó un verdadero aluvión de leyendas sobre el papel que ellas tuvieron en los  malos momentos  apoteóticos  del Evangelio. Lo cierto es que el legado femenino dejado por ellas mujeres contemporáneas de Jesús  teniendo un valor inestimable. Los relatos  de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, compilados entre los años 30 d.C.  Y 80 d.C.; dan enorme importancia a la presencia femenina en la Buena Nueva.
¡Es un hecho! El Cristianismo primitivo fue el primer movimiento histórico que  intento dar a la mujer una condición de “status” social igual a la del hombre. Más con el pasar de los años el movimiento cristiano  se fragmentó y la única vertiente que sobrevivió y creció sobre la función social de la mujer  fue la interpretación de Pablo de Tarso, el “Convertido de Damasco”.
El “Apóstol de los Gentiles” era formado en rígido patriarcalismo de la ley judaica, aun mismo habiendo realizado profundas transformaciones morales  con relación a las costumbres y tradiciones  legados de su estirpe racial. Aun así, después de su conversión, no superó algunas de sus costumbres cristalizadas, sobretodo en referencia a las mujeres.
Se comprueba su rigidez en relación a ellas  las misivas de Timoteo: “No permitió a la mujer  que enseñe, ni se arrogue autoridad sobre el hombre, más  si permanezca en silencio, con espíritu de sumisión.”(3) O aun a los cristianos de Corinto, cuando prescribe “Si desean instruirse sobre algún punto, pregunten a los maridos  en casa; no es conveniente que la mujer  hable en las asambleas.” (4) E en los Colosenses, que amonesta: “mujeres, sean sumisas a sus maridos,  pues así conviene a las mujer cristiana.”(5)
Se percibe, sin mucho esfuerzo de interpretación, que el apóstol de Tarso no asumió, en la práctica, que la libertad de conciencia que el predicaba envolvía también  los deseos femeninos – distorsión que el Espiritismo corrigió, desautorizando cualquier idea de  rebajamiento de la mujer en relación al hombre  y viceversa.
En verdad, la mujer es exponencial referencia del equilibrio definitivo del Planeta. Cabe a ella influir decisivamente sobre los seres que reencarnan, transmitiéndoles la primera noción de la vida. Sabemos que “hombre y mujer son iguales ante Dios y tienen los mismos derechos porque a ambos  fue otorgada la inteligencia del bien y del mal y la facultad de progresar.” (6) No existen  sexos opuestos, más si complementarios.
“En pleno siglo XXI, tenemos un cristianismo que, en lo que dice respecto a las mujeres, aun está en la Edad Media.”(7)Por tanto, nada más justo que la lucha por la causa  de mayor libertad y derecho para la mujer. Al final, en el Orden Divino no hay distinción entre los dos seres. Más, obviamente, urge mucha cautela. Los movimientos feministas,  aunque no obstante tienen su valor, acostumbran a caer en el radicalismo,  queriendo hacer de la participación natural  una imposición. Muchas veces, en sus intuitos, al lado de comprensibles pleitos, enuncian propósitos que harían de la mujer no más mujer, más si imitación ridícula e imperfecta del hombre.
Jamás podemos dejar de recordar que fueron jóvenes mujeres las que colaboraron intensamente con Kardec en la calidad de médiums. Según informaciones históricas, las corajosas vanguardistas de la mediúmnidad se llamaban Julie Baudin, Caroline Baudin, Ruth Japhet e Aline Carlotti. Las dos primeras psicografiaron la casi totalidad de las cuestiones de “El Libro de los Espíritus en las reuniones familiares dirigidas por sus padres y asistidas por el Codificador.(8) Ruth fue medianera responsable por la visión completa  del texto, incluyendo adiciones. (9) Aline hizo parte del grupo de médiums a través de la cual Kardec referendo las cuestiones  más espinosas del libro, haciendo uso de la concordancia de las enseñanzas (CUUE – Control Universal de las Enseñanzas de los Espíritus). (10)
Actualmente, aunque las mujeres aun no gozan del prestigio y reconocimiento que tenían en los tiempos de Cristo, la fuerza de las historias de aquellas que vivieron la fe de una forma plena, por medio de actos y palabras, dejo su marca y continua estimulando  cambios estructurales. En el siglo XIX, si el Consolador Prometido  no hubiese contado  con la mano de obra, con la grandeza, con la persistencia y con la moralidad femenina, ciertamente la Doctrina no existiría.


Jorge Hessen      
                                                        ^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^


                           

No hay comentarios:

Publicar un comentario