INNECESARIA AMARGURA
Las relaciones humanas serán siempre pautadas por las dificultades que traemos en el alma. No podría ser diferente.
Como somos seres en evolución, muchos hay todavía, que tienen que construir en las conquistas emocionales para que el equilibrio, la justicia y la rectitud sean las herramientas en el relacionamiento humano.
No es raro individuos que, desgastados por los embates humanos, cansados de las dificultades de relacionamientos, alegan preferir vivir aislados del mundo, sin la necesidad de soportar a unos y aguantar a otros.
El raciocinio se torna casi natural, frente a tantos esfuerzos que tenemos que emprender tanta paciencia a ejercitar, con el trato con el semejante.
Y no son pocos aquellos que se aíslan del mundo. Sea buscando una vida de eremita, cerrándose en su hogar o aislándose en esa o aquella institución. Esos buscan la paz que no encontraban en las relaciones sociales familiares.
Muchos aunque así lo hagan imbuidos, algunas veces, por las más nobles intenciones, se olvidan de que, al aislarse, al huir de la sociedad, pierden la gran oportunidad del aprendizaje de la convivencia.
Solamente en los atritos que vivimos es donde vamos a encontrar la oportunidad de maduración en las experiencias, de crecer, de superar poco a poco las propias limitaciones en la interacción social.
Somos todos individuos creados para vivir en conjunto y la vida solitaria solamente nos causaría graves secuelas para la vida emocional y psicológica.
Es en la experiencia de vivir con los otros que el alma tiene la posibilidad de conocer diversas formas de aflicciones y ejemplos inolvidables.
Es natural que nuestras relaciones no sean siempre pautadas por la armonía. Son nuestros valores íntimos los que determinan los entrechoques que, no, raro, Vivenciamos, o los envolvimientos afectivos de calidad, que disfrutamos.
Como aun no nos acostumbramos a vivir en estabilidad intima por largos periodos de tiempo, una vez que otra surgen dificultades, problemas, indisposiciones variadas en nuestras relaciones.
Pensando así, se puede concluir cuento es innecesario e improductivo vivir cargando en lo intimo amarguras y mal quereres.
Nadie hay en el planeta que no se entristezca cuando recibe del otro lo que no le gustaría recibir. Sin embargo, no podemos olvidar que nadie pues también afirmar que, con su modo de hablar, de ser o de actuar, no cause tristeza y amargura a otras personas, aunque involuntariamente.
De esta forma, cabe a cada uno de nosotros procurar resolver malentendidos, molestias y amarguras con los recursos disponibles del dialogo, del entendimiento, de la disculpa y del perdón. Al final, si otros nos amargan por nuestra parte también acabamos amargando a uno u otro, algunas veces.
Pensando así, podemos concluir ser una gran pérdida de tiempo y un sufrimiento dispensable el almacenamiento de sentimientos como la amargura o la rabia en el corazón.
Hay tanto para realizar de bueno y de útil cada día, y el tiempo está tan apresurado, que pierde totalmente el sentido alimentar amargura en el alma, cualquiera que sea la intensidad.
Redacción de Momento Espirita
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Siempre en paz
...Tu paz habla de tu vida, así como tu vida se reflejará alrededor tuyo según tu conducta alimente el conflicto o la paz.
Joanna de Ângelis / Divaldo P. Franco – Libro Vivir y amar – Editora LEAL
...Tu paz habla de tu vida, así como tu vida se reflejará alrededor tuyo según tu conducta alimente el conflicto o la paz.
Joanna de Ângelis / Divaldo P. Franco – Libro Vivir y amar – Editora LEAL
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Historia de la civilización a la luz del Espiritismo.
LA CONSTRUCCIÓN DEL CRISTIANISMO LOS PRIMEROS CRISTIANOS Alcanzando un período de nuevas comprensión relativa a los más graves problemas de la vida, la sociedad de la época sentía de cerca la insuficiencia de las escuelas filo-sóficas conocidas, en el propósito de solucionar sus grandes cuestiones. La idea de una justicia más perfecta para las clases oprimidas se convirtió en un asunto obsesivo para las masas anónimas y sufridoras. Por sus postulados sublimes de fraternidad, las enseñanzas de Cristo representaban el asilo de todos los desesperados y tristes. Las multitudes afligidas parecían oír aquella misericordiosa exhortación: –Venid a mí, todos los que sufrís y tenéis hambre de justicia, y yo os aliviaré– y de la cruz les llega-ba, todavía, el aliento de una esperanza desconocida. El recuerdo de los ejemplos del Maestro no se limitaba a los pueblos de Judea, que habían oído directamente Sus enseñanzas imperecederas. Numerosos centuriones y ciudadanos romanos habían conocido personalmente los hechos culminantes de las predicaciones del Salvador. En toda Asia Menor, en Grecia, en África e incluso en las Galias, así como en Roma, se hablaba de Él, de Su nueva filosofía que abrazaba a todos los infelices, llena de la claridad sacrosanta del reino de Dios y de Su justicia. Su doctrina de perdón y amor traía nueva luz a los corazones y Sus seguidores se desta-caban del ambiente corrupto de la época, por la pureza de costumbres y por una con-ducta recta y ejemplar. Al principio, las autoridades del Imperio no le dieron mayor importancia a la na-ciente doctrina, pero los apóstoles enseñaban que, por Jesucristo, no podría haber más diferencia entre los hombres libres y los esclavos, entre patricios y plebeyos, porque todos eran hermanos, hijos de un mismo Dios. La clase de los patricios no podía ver con buenos ojos semejantes doctrinas. Los cristianos fueron acusados de hechiceros y herejes, iniciándose el martirologio con los primeros edictos de proscripción. El Estado no permitía otras asociaciones independientes, más allá de las consideradas como cooperativas funerarias y, aprovechando esa excepción, los seguidores del Cru-cificado iniciaron los famosos movimientos de las catacumbas. LA PROGRAMACIÓN DEL CRISTIANISMO En Judea crece, entonces, el número de los prosélitos de la nueva creencia. El himno de esperanza del pesebre y el calvario esparce en las almas un suave y eterno perfume. Y de esta forma, los apóstoles, cuya tarea había bendecido Cristo con Su misericordia, derraman la claridad de la Buena Nueva por todas partes, repartiendo el pan milagroso de la fe con todos los hambrientos de corazón. A CAMINO DE LA LUZ La doctrina del Crucificado se propaga con la rapidez del relámpago. Se habla de ella tanto en Roma como en las Galias y en el norte de África. Surgen los abogados y los detractores. Los prosélitos más prominentes buscan adoctrinar, repartiendo las ideas e interpretaciones. Las primeras iglesias surgen al pie de cada apóstol, o de cada discípulo más destacado o estudioso. La centralización y unidad del Imperio Romano facilitaron el desplazamiento de los nuevos misioneros, que podían llevar la palabra de fe al más oscuro rincón del globo, sin las exigencias y obstáculos de las fronteras. Ninguna doctrina había alcanzado en el mundo tamaña difusión, ni con tanta preferencia de las masas. El Divino Maestro había sellado con ejemplos las palabras de Sus enseñanzas imperecederas. El mayor revolucionario de todas las épocas, no empuñó otras armas que las que significan amor y tolerancia, educación y esclareci-miento. Condenó todas las hipocresías, se levantó contra todas las violencias institu-cionalizadas, enseñando simultáneamente a los discípulos el amor incondicional al orden, al trabajo y a la paz constructiva. Por eso los Evangelios constituyen el libro de la humanidad, por excelencia. Su sencillez y simplicidad se hacen comprender por todas las lenguas de la Tierra, prendiendo el alma de los hombres entre las luces del cielo, al suave encanto de sus narraciones. LA REDACCIÓN DE LOS TEXTOS DEFINITIVOS En aquel tiempo, cuando la guerra formidable de la crítica intentaba minar el edificio inmortal de la nueva doctrina, los mensajeros de Cristo presiden la redacción de los textos definitivos, con vistas al futuro, no solamente junto a los apóstoles y sus discípulos, sino junto a los núcleos de las tradiciones. Los cristianos más destacados intercambian, entre sí, correspondencia de alto valor doctrinario para las distintas iglesias. Son mensajes de fraternidad y de amor, que la posteridad muchas veces no pudo o no quiso comprender. Muchas escuelas literarias se han formado en los últimos siglos, dentro de la crítica histórica, para el estudio y explicación de esos documentos. La palabra “apócrifo” se ha convertido en algo que aleja a la gente. Se han escrito numerosas historias y se han aventurado incontables hipótesis, pero los sabios materialistas, en el estudio de las ideas religiosas, no han podido sentir que la intuición está por encima de la razón y, una vez más, han fallado en su mayoría en la exposición de los principios y en la presentación de las grandes figuras del Cristianismo. La grandeza de la doctrina no reside en la circunstancia de que el Evangelio sea de Marcos, Mateo, Lucas o Juan, está en la belleza inmortal que irradian sus enseñanzas divinas, en todas las edades y corazones. No existe ninguna ventaja en las largas discusiones en cuanto a la autenticidad de una carta de Ignacio de Antioquía o de Pablo de Tarso, cuando la razón absoluta no posee elementos para la prueba conclu-yente y necesaria. La opinión general girará en torno al crítico más eminente, según las convenciones. La autoridad literaria no podrá presentar la solución matemática del asunto porque, puertas adentro del corazón, sólo debe prevalecer la esencia para las almas y, tratándose de las conquistas sublimes de la fe, la intuición debe marchar delante de la razón, preludiando generosos y definitivos conocimientos. LA MISIÓN DE PABLO En el trabajo de redacción de los Evangelios, que constituyen, sin duda, los cimien-tos del Cristianismo, se presentaban en esa época, algunas dificultades para que se les diese su carácter magnífico y universal. Todos los apóstoles del Maestro habían salido del humilde teatro de sus gloriosas enseñanzas, pero, si esos pescadores valerosos eran elevados espíritus destacados en misión, debemos declarar que estaban muy lejos de la situación espiritual del Maestro, sufriendo las influencias del medio al que habían sido conducidos. Cuando el Cordero regresó a las regiones de la luz, la comunidad cristiana, de forma general, comenzó a sufrir la influencia del judaísmo, y casi todos los núcleos organizados de la doctrina, pretendieron ser más distinguidos que los otros, ante las nuevas iglesias y asociaciones que se fundaban en los más diversos puntos del mundo. En ese momento, Jesús decide llamar al espíritu luminoso y enérgico de Pablo de Tarso al ejercicio de Su ministerio. Esa decisión fue uno de los acontecimientos más significativos en la historia del Cristianismo. Las acciones y epístolas de Pablo se convierten en un poderoso elemento de universalización de la nueva doctrina. De ciudad en ciudad, de iglesia en iglesia, el convertido del camino de Damasco, con su enorme prestigio, habla del Maestro, inflamando los corazones. Al principio, se establece entre él y los demás apóstoles una penosa situación de incomprensión, pero su providencial influencia tuvo por finalidad evitar una aristocracia injustificable dentro de la comunidad cristiana, en sus tiempos inolvidables de sencillez y pureza. EL APOCALIPSIS DE JUAN Algunos años antes de finalizar el primer siglo, después del advenimiento de la nueva doctrina, ya las fuerzas espirituales efectúan un análisis de la situación amarga del mundo, en vistas al porvenir. Bajo la protección de Jesús, se establecen nuevas líneas de progreso para la civilización, señalando los rasgos iniciales de los países europeos de los tiempos modernos. Roma ya no representa, entonces, para el plano invisible, más que un foco infeccioso que es preciso neutralizar o remover. Todas las dádivas de las alturas habían sido despreciadas por la ciudad imperial, transformada en un volcán de pasiones y agotamiento. El Divino Maestro llama al espacio al espíritu Juan, que todavía se encontraba atado a los lazos terrenos, y el apóstol, atónito y afligido, lee la imagen simbólica de lo invisible. El Señor le recomienda que entregue sus conocimientos al planeta como advertencia a todas las naciones y pueblos de la Tierra, y el viejo apóstol de Patmos transmite a sus discípulos las advertencias extraordinarias del Apocalipsis. Todos los hechos posteriores a la existencia de Juan están previstos allí. Es cierto que, frecuentemente, la descripción apostólica penetra el terreno más oscuro. Se ve que su expresión humana no puede copiar fielmente la expresión divina de sus visiones de palpitante interés para la historia de la humanidad. La guerras, las naciones futuras, los tormentos venideros, el comercio, las luchas ideológicas de la civilización occidental, están allí reflejados con todo detalle. Y la figura más dolorosa, allí relacionada, que todavía se ofrece hoy a la visión del mundo moderno, es la de la Iglesia corrupta de Roma, simbolizada en la bestia vestida de púrpura y embriagada con la sangre de los santos. IDENTIFICACIÓN DE LA BESTIA APOCALÍPTICA Dice el Apocalipsis que la bestia podría emitir grandezas y blasfemias durante 42 meses, señalando que su número era el 666 (Apocalipsis. XIII, 5 y 18). Considerando la importancia de los símbolos en aquella época y siguiendo el rumbo seguro de las inter-pretaciones, podemos tomar cada mes como 30 años, en lugar de 30 días, obteniendo de esa manera un período de 1.260 años corrientes, justamente el período comprendido entre 610 y 1870 de nuestra era, cuando se consolidaba el papado, después de su entronización, con el emperador Focas en 607 y el decreto de infalibilidad papal con Pío IX, en 1870, que señaló la decadencia y ausencia de autoridad del Vaticano, ante la evolución científica, filosófica y religiosa de la humanidad. En cuanto al número 666, sin referirnos a las interpretaciones con los números griegos, en sus valores, debemos recorrer a los números romanos, en su significado, por ser más divulgados y conocidos, explicando que el Sumo Pontífice de la Iglesia Romana es quien utiliza los títulos de “Vicarius Generalis Dei in terris” “Vicarius filii Dei” y “Dux Cleri”, que significan “Vicario General de Dios en la Tierra”, “Vicario del Hijo de Dios” y “Príncipe del clero”. Al estudioso le bastará un pequeño juego de paciencia, sumando los números romanos encontrados en cada título papal, para encontrar la misma ecuación de 666 en cada uno de ellos. Se confirma así que el Apocalipsis de Juan tiene una gran importan-cia para el destino de la humanidad terrestre. LA GUÍA DE LUZ Y AMOR Pero, volvamos a lo nuestro, reconociendo en los Evangelios una luz maravillosa y divina, que el transcurrir incesante de los siglos sólo han podido avivar y volver a encender porque suponen la suma de todos los compendios de paz y verdad para la vida de los hombres, constituyendo una guía de luz y amor, a través de la cual todas las almas pueden ascender a las luminosas montañas de la sabiduría de los cielos.
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Análisis Psicológico y
espiritual de la riqueza.
La Riqueza y
la pobreza como pruebas a superar por el Espíritu en su proceso
evolutivo.
Y ese modo de pensar, esa actitud
mental desacertada, crea inconformidad, desasosiego y desaliento, que
debilitan las facultades mentales y amarga la vida.
No obstante, si nos detenemos a
inventariar las cosas verdaderamente necesarias para la vida, las que
hacen la vida verdaderamente agradable y feliz; las en realidad
valiosas, son muy sencillas y están al alcance de todos.
Pues, una pobreza económica puede
ser muy bien compensada por una riqueza moral; así como existe una
pobreza moral, que ninguna riqueza económica podrá compensar jamás.
Tanto
la riqueza como la pobreza, son aspectos de la vida humana que
el Espíritu tiene que experimentar para el desarrollo de sus
facultades.
Son
aspectos de la Vida que debemos considerar como transitorios y no
apegarnos a ellos.
En los tiempos actuales, una buena
parte de los casos de riqueza y pobreza material, se deben al
esfuerzo y diligencia de unos, así como al abandono y negligencia de
otros.
Y casos hay en que, la riqueza y la
pobreza son origen causal (kármico) como pruebas a superar por el
Espíritu en determinadas vidas humanas.
Y la prueba de la riqueza y del
poder son, las que temen los espíritus ya más evolucionados, por
las tentaciones múltiples de desvío de su programa de
realizaciones; prueba que posponen lo más que les sea posible; pero
que, por ella tiene que pasar.
Las pruebas y vicisitudes en la vida humana, en sus diversos
aspectos, son una gimnasia para el espíritu, necesaria para el
desarrollo de sus facultades, desarrollo necesario en su proceso
evolutivo.
Por
ello, indispensable es sobreponerse a las vicisitudes adversas o
dolorosas que la vida nos presenta, con
firme determinación de superarlas.
Esto es importante. Pues,
toda vicisitud o prueba por difícil que parezca o sea, dejará de
afectarnos cuando hayamos aprendido a superarlas.
Son como las lecciones que en los
colegios de primera enseñanza presentan a los niños, y que,
mientras no las aprendan les serán difíciles; pero, una vez
aprendidas bien, ya les son fáciles. Así mismo, acontece a los
adultos en la escuela de la vida.
Por
ello, necesario es, no dar cabida nunca
al desánimo, porque éste
incapacita para actuar acertadamente en las vicisitudes difíciles, y
superarlas.
Demostrado está que, hay ricos
pobres y pobres ricos. El rico que sólo vive para sí y sus
riquezas, que está enteramente envuelto en sí mismo y no concibe
emplear su riqueza más que para sí.
Suele caer en un aislamiento mental,
en una psicosis manía depresiva que amarga su vida, consecuencia de
su pobreza moral, de su egoísmo.
Mientras que el pobre en bienes materiales, que vive en paz consigo
mismo, que no envidia la posición económica de los demás (esto no
significa que no deba tener ambición sana de progreso), que ama a su
trabajo y lo realiza con agrado, que no es esclavo de vicios y que
tiene buenos sentimientos.
Posee
una riqueza que vale más que toda fortuna material.
Porque, con esa actitud mental-afectiva, se mantendrá en armonía
mental-emocional generadora de paz y dicha.
La
mejor riqueza que debemos ambicionar y que podemos conquistar es, la
paz y la armonía en el diario vivir:
y para lo cual, la adquisición del Conocimiento, mucho puede
ayudarnos.
Y
esa paz y armonía, no
se consigue con dinero, sino con Amor en la práctica del bien.
Porque,
el amor sentido y realizado en todo momento de nuestro diario vivir,
genera
energía sutil, vivificante,
que armoniza la mente y el alma, para un normal funcionamiento de la
facultad emocional; y con ello, el funcionamiento equilibrado de las
glándulas endocrinas reguladoras de la salud.
La
pobreza honrada y bien llevada, no es obstáculo para la conquista de
la felicidad,
antes bien, contribuye a ella. El obstáculo está, en la actitud
mental y afectiva desacertada que pudiere adoptarse, como queda
explicado.
Concluimos
la exposición de este tema, haciendo énfasis en que:
el
objeto de la vida humana, es el progreso del Espíritu,
que
sigue existiendo después de la muerte del cuerpo físico. Y hacia
ello, hacia esa meta, debemos orientarnos.
Esforcémonos en superar las
imperfecciones del carácter y sembremos la semilla del AMOR.
Necesario es, ser
consciente de que, cada uno de nosotros, cada persona, es
un Ser espiritual en proceso de evolución
que
necesita realizar determinadas superaciones, adquirir diversas
experiencias.
Por lo que tiene
que pasar por los múltiples aspectos que la vida en los planos
físicos ofrece para
el desarrollo de sus facultades
o atributos recibidos de la Divinidad Creadora.
Y, la riqueza y
pobreza en sus diversos aspectos, así como el poder de la autoridad
en sus diversos modos y grados; son pruebas a realizar y superar por
el Espíritu, para
continuar progresando en el camino ascendente de la evolución.
Porque, el objeto
de las vidas humanas es: progresar,
y
para lo cual necesita pasar por los diversos aspectos y pruebas a
superar; por lo que, el Espíritu planifica o acepta un programa de
realizaciones que van a conformar su destino en esa encarnación, en
esa vida humana.
Y cuando en esa vida humana, el
Espíritu no realiza el programa o no supera las pruebas que
libremente pidió o aceptó; tiene que volver una y otra vez, tantas
veces como sean necesarias.
Y para lo cual, la Ley de Evolución,
que es manifestación del Amor y Sabiduría Divina, proporciona al
Espíritu el tiempo que necesite.
"La pobreza y la miseria, es
uno de los males mayores de todos los tiempos”, dicen algunas
personas que se encuentran en esas condiciones. Sin embargo, no es
así.
Pues, cada ser humano está en el
lugar que le corresponde; ya que, de corresponderle otro mejor, ya lo
tendría o habría conquistado. Hay quienes envidian al rico, por
desconocer las preocupaciones y desazones que la riqueza conlleva.
Y la prédica de la igualdad
económica, que algunas personas predican (pero no la practican) es a
menudo envidia hacia las altas posiciones sociales; y aunque
disfrazado, aspiran adquirir para sí el bienestar ajeno.
Pues, pretender una igualdad total,
como algunas seudoideologías sostienen (o sostenían) con las
diferencias intelectuales, volitivas y morales de nuestro
conglomerado social, es más que utópico, es absurdo. Siempre habrá
dirigentes y dirigidos, según las capacidades.
Aquellos que desde que nacen
encuentran todas las facilidades para una vida más placentera, así
como los que tienen todas las dificultades; son destinos diversos en
concordancia con el programa o destino que traen, según su necesidad
evolutiva.
Pues, necesario
es saber que, nada
existe por casualidad:
sino
que, en todos los aspectos de la vida humana y de la vida espiritual,
hay
una causalidad previa.
La pobreza, aunque desagradable para
algunos, por la actitud equivocada que en su ignorancia adoptan, es
la que ofrece más posibilidades de progreso espiritual; ya que, una
vida laboriosa está más libre de las tentaciones y perversidades
que la vida holgada ofrece.
Y aun cuando la pobreza es el camino
más fácil para la ascensión espiritual, no por ello la riqueza es
una imposibilidad de ascensión. Resulta serlo, cuando es usada para
la satisfacción de caprichos, lujos, placeres malsanos, vicios, etc.
Aquella frase que
se atribuye al Mesías: "Reparte
tus bienes entre los pobres y sígueme", que
era acertada en aquel caso y en aquel tiempo, no significa que en
todos los casos hubiera dicho lo mismo; por lo que, no es del todo
aplicable en nuestro tiempo.
Supongamos que un
rico decide hoy repartir su fortuna entre los pobres. En primer
lugar, tendría que hacerlo entre un grupo limitado; y en segundo
lugar, tendría que escoger
bien
a quienes dar; pues, de otro modo podría contribuir a alimentar el
vicio y la ociosidad, haciendo un mal en vez de un bien.
A los viciosos y
perezosos, no debe ayudárseles en lo material, pero sí en lo moral.
Repartir dinero a todo aquel que sea pobre, no es caridad. Más
meritorio es, buscar
los casos de necesidad verdadera y auxiliarles, ayudarles
a levantarse y valerse por sí mismos.
La riqueza material a la que la
mayoría de nuestra humanidad ansia, conlleva una gran
responsabilidad y muchos peligros para el Espíritu.
El primero y principal es, que suele
endurecer el alma, a más de las atracciones a los vicios que el
mundo de hoy ofrece; que hacen olvidar y dificultan la realización
del verdadero objeto de la vida, retrasando su evolución.
Y ahora,
analicemos. ¿Es
la riqueza creadora de felicidad?
Depende del uso que de ella se
haga.
Las riquezas materiales no hacen
feliz al ser humano, a menos que las encauce hacia fines nobles. Nos
referimos al ser humano de mediana evolución.
Solamente los de escasa evolución y
sensibilidad, ansían la riqueza para sí, por desconocimiento de la
responsabilidad y amarguras que la misma implica.
¿Por qué es
difícil para el rico entrar en el Reino de los Cielos, según
ciertas versiones bíblicas? Porque
no está dispuesto a humillar su amor a la riqueza, apegándose a
ella y a los placeres que ella proporciona.
Con lo cual
aumenta su egoísmo que le impide ascender, y le
sumerge en las zonas tenebrosas al pasar al otro lado de la Vida.
Una de las mayores desilusiones en
las personas ricas, es no poder comprar la felicidad con dinero.
Sabido y
demostrado está que, la
riqueza por sí sola no genera felicidad,
no
proporciona una vida dichosa; muy al contrario, es motivo de
múltiples inquietudes, preocupaciones, angustias y desdichas.
Solamente cuando es orientada hacia
una causa justa o un ideal, o empleada en la práctica del bien en
alguna de las múltiples modalidades.
Hay quienes creen que, haciendo una
fortuna, ésta les dará felicidad; pero, cuando alguno de éstos la
alcanza, ve con asombro y desencanto que, la felicidad que buscaba se
halla más lejos que antes.
Pues, como
acertadamente dijo alguien: "el
hombre que puede satisfacer todos sus deseos, ya no tiene goces”.
La sociedad humana de hoy, está
siendo aplastada bajo el peso de los hábitos superficiales y
costosos, en una carrera hacia la artificial multiplicación de
necesidades creadas por organizaciones económicas, a través de la
publicidad, en su afán de lucro, y no para el bienestar de la
humanidad.
Y de ahí, nacen
o surgen en la mente de muchas personas, necesidades no
reales. Surge también, la búsqueda de los placeres malsanos, que
arrastran al individuo al
hastío, embrutecimiento, ruina física y moral.
Pasando por las
fases intermedias de: tensiones
emocionales, decepciones, desengaños y amarguras múltiples.
La ciencia espiritual nos enseña
que, la riqueza es una prueba difícil de superar para el Espíritu
en su evolución; prueba que habrá de pasar todo pobre de hoy, entre
los cuales hay muchos ricos del ayer (de vidas anteriores), en las
cuales ha ido desarrollando el orgullo y la soberbia.
Orgullo y
soberbia que la pobreza va diluyendo; ya que, esas vidas oscuras y de
dolor, actúan como detergente
de esas taras perjudiciales para la ascensión espiritual.
Para triunfar en
la dura prueba de la riqueza, necesario
es liberarse de la esclavitud del dinero.
Pues, debéis saber que, los ricos
ambiciosos no son libres, sino esclavos de su riqueza; porque, su
ambición les subyuga, no les deja vivir en paz.
No obstante, esa
prueba puede ser superada, no haciendo de la riqueza un fin sino un
medio; comenzando por liberarse de lo superfluo y optar por una vida
sencilla con un
ideal de servicio a una causa noble,
etc.
Todos anhelamos la felicidad. Todos,
en un modo u otro, tratamos de alcanzarla. Pero, por nuestra
ignorancia, tomamos caminos torcidos.
Y cual espejismo
la "vemos" o imaginamos en la riqueza material, en los
placeres de toda índole, que conducen a la frustración, arrastrando
a la amargura del desengaño, del fracaso y del dolor.
Muy a menudo oímos que el pobre
murmura del rico a quien envidia, y se queja de su "mala suerte"
que le distancia de cuanto (a su juicio) vale la pena en este mundo.
Y ese modo de pensar, esa actitud
mental desacertada, crea inconformidad, desasosiego y desaliento, que
debilitan las facultades mentales y amarga la vida.
No obstante, si nos detenemos a
inventariar las cosas verdaderamente necesarias para la vida, las que
hacen la vida verdaderamente agradable y feliz; las en realidad
valiosas, son muy sencillas y están al alcance de todos.
Pues, una pobreza económica puede
ser muy bien compensada por una riqueza moral; así como existe una
pobreza moral, que ninguna riqueza económica podrá compensar jamás.
Tanto
la riqueza como la pobreza, son aspectos de la vida humana que
el Espíritu tiene que experimentar para el desarrollo de sus
facultades.
Son
aspectos de la Vida que debemos considerar como transitorios y no
apegarnos a ellos.
En los tiempos actuales, una buena
parte de los casos de riqueza y pobreza material, se deben al
esfuerzo y diligencia de unos, así como al abandono y negligencia de
otros.
Y casos hay en que, la riqueza y la
pobreza son origen causal (kármico) como pruebas a superar por el
Espíritu en determinadas vidas humanas.
Y la prueba de la riqueza y del
poder son, las que temen los espíritus ya más evolucionados, por
las tentaciones múltiples de desvío de su programa de
realizaciones; prueba que posponen lo más que les sea posible; pero
que, por ella tiene que pasar.
Las pruebas y vicisitudes en la vida humana, en sus diversos
aspectos, son una gimnasia para el espíritu, necesaria para el
desarrollo de sus facultades, desarrollo necesario en su proceso
evolutivo.
Por
ello, indispensable es sobreponerse a las vicisitudes adversas o
dolorosas que la vida nos presenta, con
firme determinación de superarlas.
Esto es importante. Pues,
toda vicisitud o prueba por difícil que parezca o sea, dejará de
afectarnos cuando hayamos aprendido a superarlas.
Son como las lecciones que en los
colegios de primera enseñanza presentan a los niños, y que,
mientras no las aprendan les serán difíciles; pero, una vez
aprendidas bien, ya les son fáciles. Así mismo, acontece a los
adultos en la escuela de la vida.
Por
ello, necesario es, no dar cabida nunca
al desánimo, porque éste
incapacita para actuar acertadamente en las vicisitudes difíciles, y
superarlas.
Demostrado está que, hay ricos
pobres y pobres ricos. El rico que sólo vive para sí y sus
riquezas, que está enteramente envuelto en sí mismo y no concibe
emplear su riqueza más que para sí.
Suele caer en un aislamiento mental,
en una psicosis manía depresiva que amarga su vida, consecuencia de
su pobreza moral, de su egoísmo.
Mientras que el pobre en bienes materiales, que vive en paz consigo
mismo, que no envidia la posición económica de los demás (esto no
significa que no deba tener ambición sana de progreso), que ama a su
trabajo y lo realiza con agrado, que no es esclavo de vicios y que
tiene buenos sentimientos.
Posee
una riqueza que vale más que toda fortuna material.
Porque, con esa actitud mental-afectiva, se mantendrá en armonía
mental-emocional generadora de paz y dicha.
La
mejor riqueza que debemos ambicionar y que podemos conquistar es, la
paz y la armonía en el diario vivir:
y para lo cual, la adquisición del Conocimiento, mucho puede
ayudarnos.
Y
esa paz y armonía, no
se consigue con dinero, sino con Amor en la práctica del bien.
Porque,
el amor sentido y realizado en todo momento de nuestro diario vivir,
genera
energía sutil, vivificante,
que armoniza la mente y el alma, para un normal funcionamiento de la
facultad emocional; y con ello, el funcionamiento equilibrado de las
glándulas endocrinas reguladoras de la salud.
La
pobreza honrada y bien llevada, no es obstáculo para la conquista de
la felicidad,
antes bien, contribuye a ella. El obstáculo está, en la actitud
mental y afectiva desacertada que pudiere adoptarse, como queda
explicado.
Concluimos
la exposición de este tema, haciendo énfasis en que:
el
objeto de la vida humana, es el progreso del Espíritu,
que
sigue existiendo después de la muerte del cuerpo físico. Y hacia
ello, hacia esa meta, debemos orientarnos.
Esforcémonos en superar las
imperfecciones del carácter y sembremos la semilla del AMOR.
Con amor fraterno
- SEBASTIÁN DE ARAUCO-
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