miércoles, 29 de abril de 2015

Riqueza y Pobreza


INNECESARIA AMARGURA

 Las relaciones humanas serán siempre pautadas por las dificultades que traemos en el alma. No podría ser diferente.
Como somos  seres en evolución, muchos hay todavía, que tienen que construir en las conquistas emocionales para que el equilibrio, la justicia y la rectitud sean las herramientas en el relacionamiento humano.
No es raro individuos que, desgastados por los embates humanos, cansados  de las dificultades de relacionamientos, alegan preferir vivir aislados del mundo, sin la necesidad de soportar  a unos y aguantar a otros.
El raciocinio se torna casi natural, frente a tantos esfuerzos que tenemos que emprender tanta paciencia a ejercitar, con el trato con el semejante.
Y no son pocos aquellos que se aíslan del mundo. Sea buscando una vida de eremita, cerrándose en su hogar o aislándose en esa o aquella institución. Esos buscan la paz que no encontraban en las relaciones sociales familiares.

Muchos aunque así lo hagan  imbuidos, algunas veces, por las más nobles intenciones, se olvidan  de que, al  aislarse,  al huir de la sociedad, pierden la gran oportunidad del aprendizaje de la convivencia.
Solamente en los atritos que vivimos es donde vamos a encontrar la oportunidad de maduración en las experiencias, de crecer, de superar poco a poco las propias limitaciones en la interacción social.
Somos todos individuos creados para vivir en conjunto y la vida solitaria solamente nos causaría graves secuelas  para la vida emocional y psicológica.
Es en la experiencia de vivir con los otros que el alma tiene la posibilidad de conocer diversas formas de aflicciones y ejemplos  inolvidables.
Es natural que nuestras relaciones no sean siempre pautadas por la armonía. Son nuestros valores íntimos los que determinan  los entrechoques que, no, raro, Vivenciamos,  o los envolvimientos afectivos de calidad, que disfrutamos.
Como aun no nos acostumbramos a vivir en estabilidad intima  por largos periodos de tiempo, una vez que otra surgen dificultades, problemas, indisposiciones variadas  en nuestras relaciones.
Pensando así, se puede concluir  cuento es  innecesario e improductivo vivir cargando en lo intimo amarguras y mal quereres.
Nadie hay en el planeta que no se entristezca cuando recibe del otro lo que no le gustaría recibir. Sin embargo, no podemos olvidar que nadie pues también afirmar que, con su modo de hablar, de ser o de actuar, no cause tristeza y amargura a otras personas,  aunque involuntariamente.
De esta forma, cabe a cada uno de nosotros procurar resolver malentendidos,  molestias y amarguras con los recursos disponibles del dialogo, del entendimiento, de la disculpa y del perdón. Al final, si otros nos amargan por nuestra parte también acabamos amargando a uno u otro, algunas veces.
Pensando así, podemos concluir ser una gran pérdida de tiempo y un sufrimiento dispensable el almacenamiento  de sentimientos como la amargura o la rabia en el corazón.
Hay tanto para realizar de bueno y de útil cada día, y el tiempo está tan apresurado, que pierde totalmente el sentido alimentar amargura en el alma, cualquiera que sea la intensidad.
Redacción de  Momento Espirita

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                 Siempre en paz

...Tu paz habla de tu vida, así como tu vida se reflejará alrededor tuyo según tu conducta alimente el conflicto o la paz.
Joanna de Ângelis / Divaldo P. Franco – Libro Vivir y amar – Editora LEAL

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Historia de la civilización a la luz del Espiritismo.

LA CONSTRUCCIÓN DEL CRISTIANISMO  LOS PRIMEROS CRISTIANOS

Alcanzando un período de nuevas comprensión relativa a los más graves problemas de la vida, la sociedad de la época sentía de cerca la insuficiencia de las escuelas filo-sóficas conocidas, en el propósito de solucionar sus grandes cuestiones. La idea de una justicia más perfecta para las clases oprimidas se convirtió en un asunto obsesivo para las masas anónimas y sufridoras. Por sus postulados sublimes de fraternidad, las enseñanzas de Cristo representaban el asilo de todos los desesperados y tristes. Las multitudes afligidas parecían oír aquella misericordiosa exhortación: –Venid a mí, todos los que sufrís y tenéis hambre de justicia, y yo os aliviaré– y de la cruz les llega-ba, todavía, el aliento de una esperanza desconocida.
El recuerdo de los ejemplos del Maestro no se limitaba a los pueblos de Judea, que habían oído directamente Sus enseñanzas imperecederas. Numerosos centuriones y ciudadanos romanos habían conocido personalmente los hechos culminantes de las predicaciones del Salvador. En toda Asia Menor, en Grecia, en África e incluso en las Galias, así como en Roma, se hablaba de Él, de Su nueva filosofía que abrazaba a todos los infelices, llena de la claridad sacrosanta del reino de Dios y de Su justicia. Su doctrina de perdón y amor traía nueva luz a los corazones y Sus seguidores se desta-caban del ambiente corrupto de la época, por la pureza de costumbres y por una con-ducta recta y ejemplar.
Al principio, las autoridades del Imperio no le dieron mayor importancia a la na-ciente doctrina, pero los apóstoles enseñaban que, por Jesucristo, no podría haber más diferencia entre los hombres libres y los esclavos, entre patricios y plebeyos, porque todos eran hermanos, hijos de un mismo Dios. La clase de los patricios no podía ver con buenos ojos semejantes doctrinas. Los cristianos fueron acusados de hechiceros y herejes, iniciándose el martirologio con los primeros edictos de proscripción. El Estado no permitía otras asociaciones independientes, más allá de las consideradas como cooperativas funerarias y, aprovechando esa excepción, los seguidores del Cru-cificado iniciaron los famosos movimientos de las catacumbas.

LA PROGRAMACIÓN DEL CRISTIANISMO

En Judea crece, entonces, el número de los prosélitos de la nueva creencia. El himno de esperanza del pesebre y el calvario esparce en las almas un suave y eterno perfume. Y de esta forma, los apóstoles, cuya tarea había bendecido Cristo con Su misericordia, derraman la claridad de la Buena Nueva por todas partes, repartiendo el pan milagroso de la fe con todos los hambrientos de corazón.

A CAMINO DE LA LUZ 

La doctrina del Crucificado se propaga con la rapidez del relámpago. Se habla de ella tanto en Roma como en las Galias y en el norte de África. Surgen los abogados y los detractores. Los prosélitos más prominentes buscan adoctrinar, repartiendo las ideas e interpretaciones. Las primeras iglesias surgen al pie de cada apóstol, o de cada discípulo más destacado o estudioso. La centralización y unidad del Imperio Romano facilitaron el desplazamiento de los nuevos misioneros, que podían llevar la palabra de fe al más oscuro rincón del globo, sin las exigencias y obstáculos de las fronteras.
Ninguna doctrina había alcanzado en el mundo tamaña difusión, ni con tanta preferencia de las masas. El Divino Maestro había sellado con ejemplos las palabras de Sus enseñanzas imperecederas. El mayor revolucionario de todas las épocas, no empuñó otras armas que las que significan amor y tolerancia, educación y esclareci-miento. Condenó todas las hipocresías, se levantó contra todas las violencias institu-cionalizadas, enseñando simultáneamente a los discípulos el amor incondicional al orden, al trabajo y a la paz constructiva. Por eso los Evangelios constituyen el libro de la humanidad, por excelencia. Su sencillez y simplicidad se hacen comprender por todas las lenguas de la Tierra, prendiendo el alma de los hombres entre las luces del cielo, al suave encanto de sus narraciones.

LA REDACCIÓN DE LOS TEXTOS DEFINITIVOS

En aquel tiempo, cuando la guerra formidable de la crítica intentaba minar el edificio inmortal de la nueva doctrina, los mensajeros de Cristo presiden la redacción de los textos definitivos, con vistas al futuro, no solamente junto a los apóstoles y sus discípulos, sino junto a los núcleos de las tradiciones. Los cristianos más destacados intercambian, entre sí, correspondencia de alto valor doctrinario para las distintas iglesias. Son mensajes de fraternidad y de amor, que la posteridad muchas veces no pudo o no quiso comprender.
Muchas escuelas literarias se han formado en los últimos siglos, dentro de la crítica histórica, para el estudio y explicación de esos documentos. La palabra “apócrifo” se ha convertido en algo que aleja a la gente. Se han escrito numerosas historias y se han aventurado incontables hipótesis, pero los sabios materialistas, en el estudio de las ideas religiosas, no han podido sentir que la intuición está por encima de la razón y, una vez más, han fallado en su mayoría en la exposición de los principios y en la presentación de las grandes figuras del Cristianismo.
La grandeza de la doctrina no reside en la circunstancia de que el Evangelio sea de Marcos, Mateo, Lucas o Juan, está en la belleza inmortal que irradian sus enseñanzas divinas, en todas las edades y corazones. No existe ninguna ventaja en las largas discusiones en cuanto a la autenticidad de una carta de Ignacio de Antioquía o de Pablo de Tarso, cuando la razón absoluta no posee elementos para la prueba conclu-yente y necesaria.
La opinión general girará en torno al crítico más eminente, según las convenciones. La autoridad literaria no podrá presentar la solución matemática del asunto porque, puertas adentro del corazón, sólo debe prevalecer la esencia para las almas y, tratán
dose de las conquistas sublimes de la fe, la intuición debe marchar delante de la razón, preludiando generosos y definitivos conocimientos.

LA MISIÓN DE PABLO

En el trabajo de redacción de los Evangelios, que constituyen, sin duda, los cimien-tos del Cristianismo, se presentaban en esa época, algunas dificultades para que se les diese su carácter magnífico y universal.
Todos los apóstoles del Maestro habían salido del humilde teatro de sus gloriosas enseñanzas, pero, si esos pescadores valerosos eran elevados espíritus destacados en misión, debemos declarar que estaban muy lejos de la situación espiritual del Maestro, sufriendo las influencias del medio al que habían sido conducidos. Cuando el Cordero regresó a las regiones de la luz, la comunidad cristiana, de forma general, comenzó a sufrir la influencia del judaísmo, y casi todos los núcleos organizados de la doctrina, pretendieron ser más distinguidos que los otros, ante las nuevas iglesias y asociaciones que se fundaban en los más diversos puntos del mundo.
En ese momento, Jesús decide llamar al espíritu luminoso y enérgico de Pablo de Tarso al ejercicio de Su ministerio. Esa decisión fue uno de los acontecimientos más significativos en la historia del Cristianismo. Las acciones y epístolas de Pablo se convierten en un poderoso elemento de universalización de la nueva doctrina. De ciudad en ciudad, de iglesia en iglesia, el convertido del camino de Damasco, con su enorme prestigio, habla del Maestro, inflamando los corazones. Al principio, se establece entre él y los demás apóstoles una penosa situación de incomprensión, pero su providencial influencia tuvo por finalidad evitar una aristocracia injustificable dentro de la comunidad cristiana, en sus tiempos inolvidables de sencillez y pureza.

EL APOCALIPSIS DE JUAN

Algunos años antes de finalizar el primer siglo, después del advenimiento de la nueva doctrina, ya las fuerzas espirituales efectúan un análisis de la situación amarga del mundo, en vistas al porvenir. Bajo la protección de Jesús, se establecen nuevas líneas de progreso para la civilización, señalando los rasgos iniciales de los países europeos de los tiempos modernos. Roma ya no representa, entonces, para el plano invisible, más que un foco infeccioso que es preciso neutralizar o remover. Todas las dádivas de las alturas habían sido despreciadas por la ciudad imperial, transformada en un volcán de pasiones y agotamiento.
El Divino Maestro llama al espacio al espíritu Juan, que todavía se encontraba atado a los lazos terrenos, y el apóstol, atónito y afligido, lee la imagen simbólica de lo invisible. El Señor le recomienda que entregue sus conocimientos al planeta como advertencia a todas las naciones y pueblos de la Tierra, y el viejo apóstol de Patmos 
transmite a sus discípulos las advertencias extraordinarias del Apocalipsis. Todos los hechos posteriores a la existencia de Juan están previstos allí.
Es cierto que, frecuentemente, la descripción apostólica penetra el terreno más oscuro. Se ve que su expresión humana no puede copiar fielmente la expresión divina de sus visiones de palpitante interés para la historia de la humanidad. La guerras, las naciones futuras, los tormentos venideros, el comercio, las luchas ideológicas de la civilización occidental, están allí reflejados con todo detalle. Y la figura más dolorosa, allí relacionada, que todavía se ofrece hoy a la visión del mundo moderno, es la de la Iglesia corrupta de Roma, simbolizada en la bestia vestida de púrpura y embriagada con la sangre de los santos.

IDENTIFICACIÓN DE LA BESTIA APOCALÍPTICA

Dice el Apocalipsis que la bestia podría emitir grandezas y blasfemias durante 42 meses, señalando que su número era el 666 (Apocalipsis. XIII, 5 y 18). Considerando la importancia de los símbolos en aquella época y siguiendo el rumbo seguro de las inter-pretaciones, podemos tomar cada mes como 30 años, en lugar de 30 días, obteniendo de esa manera un período de 1.260 años corrientes, justamente el período comprendido entre 610 y 1870 de nuestra era, cuando se consolidaba el papado, después de su entronización, con el emperador Focas en 607 y el decreto de infalibilidad papal con Pío IX, en 1870, que señaló la decadencia y ausencia de autoridad del Vaticano, ante la evolución científica, filosófica y religiosa de la humanidad.
En cuanto al número 666, sin referirnos a las interpretaciones con los números griegos, en sus valores, debemos recorrer a los números romanos, en su significado, por ser más divulgados y conocidos, explicando que el Sumo Pontífice de la Iglesia Romana es quien utiliza los títulos de “Vicarius Generalis Dei in terris” “Vicarius filii Dei” y “Dux Cleri”, que significan “Vicario General de Dios en la Tierra”, “Vicario del Hijo de Dios” y “Príncipe del clero”.
Al estudioso le bastará un pequeño juego de paciencia, sumando los números romanos encontrados en cada título papal, para encontrar la misma ecuación de 666 en cada uno de ellos. Se confirma así que el Apocalipsis de Juan tiene una gran importan-cia para el destino de la humanidad terrestre.

LA GUÍA DE LUZ Y AMOR

Pero, volvamos a lo nuestro, reconociendo en los Evangelios una luz maravillosa y divina, que el transcurrir incesante de los siglos sólo han podido avivar y volver a encender porque suponen la suma de todos los compendios de paz y verdad para la vida de los hombres, constituyendo una guía de luz y amor, a través de la cual todas las almas pueden ascender a las luminosas montañas de la sabiduría de los cielos.

Juan Carlos Mariani
A camino de la luz
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      Relaciones conyugales
  
Toda ilusión de la mujer, es la de un día formar su hogar al lado de un hombre del cual se enamore y juntos ser felices, tener hijos y así sentirse realzada.
Para ser felices todos precisamos de un compañero con quien compartir ansiedades, resolver problemas cotidianos, confiar triunfos y reveses, y principalmente realizar nuestros deseos de dar y recibir cariño.
Los objetivos principales que han de ser alcanzados en el matrimonio es el conseguir establecer vínculos de amor, comprensión y fidelidad entre marido y mujer, asegurando así el equilibrio emocional.
El matrimonio constituye uno de los primeros actos de progreso en las sociedades humanas; porque establece la solidaridad fraterna y se encuentra en todos los pueblos, aunque en condiciones diversas. Abolir el casamiento seria retroceder a la infancia de la Humanidad y colocar al hombre por debajo incluso de ciertos animales que les dan el ejemplo de uniones constantes.
Casarse es tarea para todos los días, por lo que solamente de la comunión espiritual gradual y profunda es que surgirá la integración de los cónyuges en la vida permutada, de corazón a corazón, en la cual el matrimonio se lanza siempre  para lo Más Alto, en plenitud de amor eterno.
El porvenir de toda criatura está llenos de incertezas e inseguridades, por eso al contar con un (compañero) u (compañera) que nos ampare y asista en caso de enfermedad o en la vejez, es lo ideal, para la soledad que es muy triste. Los dolores compartidos, duelen menos, y las alegrías con alguien que vibre a nuestro lado, ganan en sabor e intensidad.
Sin embargo, después de casados, al conocer la realidad de la vida, comprenderán que la vida no está hecha apenas de momentos románticos, exigiéndoles, ahora, arduos trabajos y no pocos sacrificios para los cuales no siempre están convenientemente preparados.
Algunas veces, sobrevienen dificultades de orden financiero, que los llevan a sufrir privaciones nunca antes experimentadas y con ellas acusaciones y quejas del uno contra el otro.
Las facetas uno del otro que intentaron no tomar en cuenta, empiezan a manifestarse con toda crudeza, generando conflictos, discusiones, enfados y represalias.
No existe una formula única y por supuesto infalible para la conquista de la felicidad en el matrimonio.
Es muy difícil mantener la paz doméstica, con un esposo, fanático e intransigente, que intenta convertir al otro a su credo, importunándolo a cada instante y con cualquier pretexto con sus discursos de catequesis.
La felicidad conyugal tiene un precio bastante alto, tan alto que solo podrá ser pagado, a largo plazo, mientras dure el matrimonio, en monedas de humildad, comprensión, paciencia, espíritu de renuncia y gran dosis de buena voluntad en el sentido de adaptación mutua.
Sabrían que “El verdadero carácter de la caridad es la modestia y la humildad, que consisten en ver cada uno apenas superficialmente los defectos del otro y esforzarse en hacer que prevalezca lo que hay en el de bueno y virtuoso.
Otro factor imprescindible para la preservación de la felicidad conyugal es el dialogo entre los esposos. “El sublime amor del altar domestico anda muy lejos, cuando los cónyuges pierden el gusto de conversar entre sí.
El divorcio, según conocimientos del Plano Espiritual, no debe ser facilitado o estimulado entre los hombres, porque no existen en la Tierra uniones conyugales, legalizadas o no, sin vínculos graves en el principio de la responsabilidad asumida en común.
Es urgente que la sociedad humana establezca regulaciones severas a beneficio de nuestros hermanos contumaces en la infidelidad a los compromisos asumidos consigo mismos, a beneficio de ellos, para que no se unan a mayor desgobierno, y a beneficio de sí mismos, a fin de que no regrese a la promiscuidad envilecida de las tabas oscuras, en que el principio y la dignidad de la familia aun son plenamente desconocidos.
Es imprescindible que el sentimiento de Humanidad interfiera en los casos especiales, en el que el divorcio es el mal menor que pueda surgir entre los grandes males pendientes sobre la frente del matrimonio, sabiéndose, por tanto, que los deudores de hoy volverán mañana al acierto de las propias cuentas.
Si el espirita debe ser prudente, virtuoso, tolerante, humilde y abnegado y caritativo, entre sus hermanos de ideal y en el seno de la Humanidad, ¡Cuánto más debe serlo en la familia! Si son sagrados los deberes que hemos de cumplir entre nuestros hermanos y en la Humanidad, mucho más lo son los que tenemos que cumplir en la familia. Porque debemos considerar que, más allá de los vínculos que en esta existencia nos unen con lazos indisolubles, tenemos siempre historias pasadas, que se enlazan con la historia presente.
Amigos,  mucha felicidad y luz para todos los hogares;  mis mejores deseos para todos y que Dios siga bendiciendo nuestras vidas.
Merchita
Trabajo extraído de los Libros “Evolución en dos mundo” y “la vida en Familia” ambos de Francisco Candado Xavier.
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       Riqueza y Pobreza

Análisis Psicológico y espiritual de la riqueza.
La Riqueza y la pobreza como pruebas a superar por el Espíritu en su proceso evolutivo.

Y ese modo de pensar, esa actitud mental desacertada, crea inconformidad, desasosiego y desaliento, que debilitan las facultades mentales y amarga la vida.

No obstante, si nos detenemos a inventariar las cosas verdaderamente necesarias para la vida, las que hacen la vida verdaderamente agradable y feliz; las en realidad valiosas, son muy sencillas y están al alcance de todos.

Pues, una pobreza económica puede ser muy bien compensada por una riqueza moral; así como existe una pobreza moral, que ninguna riqueza económica podrá compensar jamás.

Tanto la riqueza como la pobreza, son aspectos de la vida humana que el Espíritu tiene que experimentar para el desarrollo de sus facultades.

Son aspectos de la Vida que debemos considerar como transitorios y no apegarnos a ellos.

En los tiempos actuales, una buena parte de los casos de riqueza y pobreza material, se deben al esfuerzo y diligencia de unos, así como al abandono y negligencia de otros.

Y casos hay en que, la riqueza y la pobreza son origen causal (kármico) como pruebas a superar por el Espíritu en determinadas vidas humanas.

Y la prueba de la riqueza y del poder son, las que temen los espíritus ya más evolucionados, por las tentaciones múltiples de desvío de su programa de realizaciones; prueba que posponen lo más que les sea posible; pero que, por ella tiene que pasar.

Las pruebas y vicisitudes en la vida humana, en sus diversos aspectos, son una gimnasia para el espíritu, necesaria para el desarrollo de sus facultades, desarrollo necesario en su proceso evolutivo.

Por ello, indispensable es sobreponerse a las vicisitudes adversas o dolorosas que la vida nos presenta, con firme determinación de superarlas. Esto es importante. Pues, toda vicisitud o prueba por difícil que parezca o sea, dejará de afectarnos cuando hayamos aprendido a superarlas.

Son como las lecciones que en los colegios de primera enseñanza presentan a los niños, y que, mientras no las aprendan les serán difíciles; pero, una vez aprendidas bien, ya les son fáciles. Así mismo, acontece a los adultos en la escuela de la vida.

Por ello, necesario es, no dar cabida nunca al desánimo, porque éste incapacita para actuar acertadamente en las vicisitudes difíciles, y superarlas.

Demostrado está que, hay ricos pobres y pobres ricos. El rico que sólo vive para sí y sus riquezas, que está enteramente envuelto en sí mismo y no concibe emplear su riqueza más que para sí.


Suele caer en un aislamiento mental, en una psicosis manía depresiva que amarga su vida, consecuencia de su pobreza moral, de su egoísmo.

Mientras que el pobre en bienes materiales, que vive en paz consigo mismo, que no envidia la posición económica de los demás (esto no significa que no deba tener ambición sana de progreso), que ama a su trabajo y lo realiza con agrado, que no es esclavo de vicios y que tiene buenos sentimientos.

Posee una riqueza que vale más que toda fortuna material. Porque, con esa actitud mental-afectiva, se mantendrá en armonía mental-emocional generadora de paz y dicha.

La mejor riqueza que debemos ambicionar y que podemos conquistar es, la paz y la armonía en el diario vivir: y para lo cual, la adquisición del Conocimiento, mucho puede ayudarnos.

Y esa paz y armonía, no se consigue con dinero, sino con Amor en la práctica del bien.
Porque, el amor sentido y realizado en todo momento de nuestro diario vivir, genera energía sutil, vivificante, que armoniza la mente y el alma, para un normal funcionamiento de la facultad emocional; y con ello, el funcionamiento equilibrado de las glándulas endocrinas reguladoras de la salud.

La pobreza honrada y bien llevada, no es obstáculo para la conquista de la felicidad, antes bien, contribuye a ella. El obstáculo está, en la actitud mental y afectiva desacertada que pudiere adoptarse, como queda explicado.

Concluimos la exposición de este tema, haciendo énfasis en que: el objeto de la vida humana, es el progreso del Espíritu, que sigue existiendo después de la muerte del cuerpo físico. Y hacia ello, hacia esa meta, debemos orientarnos.
Esforcémonos en superar las imperfecciones del carácter y sembremos la semilla del AMOR.

Necesario es, ser consciente de que, cada uno de nosotros, cada persona, es un Ser espiritual en proceso de evolución que necesita realizar determinadas superaciones, adquirir diversas experiencias.

Por lo que tiene que pasar por los múltiples aspectos que la vida en los planos físicos ofrece para el desarrollo de sus facultades o atributos recibidos de la Divinidad Creadora.

Y, la riqueza y pobreza en sus diversos aspectos, así como el poder de la autoridad en sus diversos modos y grados; son pruebas a realizar y superar por el Espíritu, para continuar progresando en el camino ascendente de la evolución.

Porque, el objeto de las vidas humanas es: progresar, y para lo cual necesita pasar por los diversos aspectos y pruebas a superar; por lo que, el Espíritu planifica o acepta un programa de realizaciones que van a conformar su destino en esa encarnación, en esa vida humana.

Y cuando en esa vida humana, el Espíritu no realiza el programa o no supera las pruebas que libremente pidió o aceptó; tiene que volver una y otra vez, tantas veces como sean necesarias.

Y para lo cual, la Ley de Evolución, que es manifestación del Amor y Sabiduría Divina, proporciona al Espíritu el tiempo que necesite.

"La pobreza y la miseria, es uno de los males mayores de todos los tiempos”, dicen algunas personas que se encuentran en esas condiciones. Sin embargo, no es así.

Pues, cada ser humano está en el lugar que le corresponde; ya que, de corresponderle otro mejor, ya lo tendría o habría conquistado. Hay quienes envidian al rico, por desconocer las preocupaciones y desazones que la riqueza conlleva.
Y la prédica de la igualdad económica, que algunas personas predican (pero no la practican) es a menudo envidia hacia las altas posiciones sociales; y aunque disfrazado, aspiran adquirir para sí el bienestar ajeno.
Pues, pretender una igualdad total, como algunas seudoideologías sostienen (o sostenían) con las diferencias intelectuales, volitivas y morales de nuestro conglomerado social, es más que utópico, es absurdo. Siempre habrá dirigentes y dirigidos, según las capacidades.

Aquellos que desde que nacen encuentran todas las facilidades para una vida más placentera, así como los que tienen todas las dificultades; son destinos diversos en concordancia con el programa o destino que traen, según su necesidad evolutiva.

Pues, necesario es saber que, nada existe por casualidad: sino que, en todos los aspectos de la vida humana y de la vida espiritual, hay una causalidad previa.

La pobreza, aunque desagradable para algunos, por la actitud equivocada que en su ignorancia adoptan, es la que ofrece más posibilidades de progreso espiritual; ya que, una vida laboriosa está más libre de las tentaciones y perversidades que la vida holgada ofrece.

Y aun cuando la pobreza es el camino más fácil para la ascensión espiritual, no por ello la riqueza es una imposibilidad de ascensión. Resulta serlo, cuando es usada para la satisfacción de caprichos, lujos, placeres malsanos, vicios, etc.

Aquella frase que se atribuye al Mesías: "Reparte tus bienes entre los pobres y sígueme", que era acertada en aquel caso y en aquel tiempo, no significa que en todos los casos hubiera dicho lo mismo; por lo que, no es del todo aplicable en nuestro tiempo.

Supongamos que un rico decide hoy repartir su fortuna entre los pobres. En primer lugar, tendría que hacerlo entre un grupo limitado; y en segundo lugar, tendría que escoger bien a quienes dar; pues, de otro modo podría contribuir a alimentar el vicio y la ociosidad, haciendo un mal en vez de un bien.

A los viciosos y perezosos, no debe ayudárseles en lo material, pero sí en lo moral. Repartir dinero a todo aquel que sea pobre, no es caridad. Más meritorio es, buscar los casos de necesidad verdadera y auxiliarles, ayudarles a levantarse y valerse por sí mismos.

La riqueza material a la que la mayoría de nuestra humanidad ansia, conlleva una gran responsabilidad y muchos peligros para el Espíritu.

El primero y principal es, que suele endurecer el alma, a más de las atracciones a los vicios que el mundo de hoy ofrece; que hacen olvidar y dificultan la realización del verdadero objeto de la vida, retrasando su evolución.

Y ahora, analicemos. ¿Es la riqueza creadora de felicidad?
Depende del uso que de ella se haga.
Las riquezas materiales no hacen feliz al ser humano, a menos que las encauce hacia fines nobles. Nos referimos al ser humano de mediana evolución.

Solamente los de escasa evolución y sensibilidad, ansían la riqueza para sí, por desconocimiento de la responsabilidad y amarguras que la misma implica.

¿Por qué es difícil para el rico entrar en el Reino de los Cielos, según ciertas versiones bíblicas? Porque no está dispuesto a humillar su amor a la riqueza, apegándose a ella y a los placeres que ella proporciona.

Con lo cual aumenta su egoísmo que le impide ascender, y le sumerge en las zonas tenebrosas al pasar al otro lado de la Vida.

Una de las mayores desilusiones en las personas ricas, es no poder comprar la felicidad con dinero.

Sabido y demostrado está que, la riqueza por sí sola no genera felicidad, no proporciona una vida dichosa; muy al contrario, es motivo de múltiples inquietudes, preocupaciones, angustias y desdichas.

Solamente cuando es orientada hacia una causa justa o un ideal, o empleada en la práctica del bien en alguna de las múltiples modalidades.

Hay quienes creen que, haciendo una fortuna, ésta les dará felicidad; pero, cuando alguno de éstos la alcanza, ve con asombro y desencanto que, la felicidad que buscaba se halla más lejos que antes.

Pues, como acertadamente dijo alguien: "el hombre que puede satisfacer todos sus deseos, ya no tiene goces”.

La sociedad humana de hoy, está siendo aplastada bajo el peso de los hábitos superficiales y costosos, en una carrera hacia la artificial multiplicación de necesidades creadas por organizaciones económicas, a través de la publicidad, en su afán de lucro, y no para el bienestar de la humanidad.

Y de ahí, nacen o surgen en la mente de muchas personas, necesidades no reales. Surge también, la búsqueda de los placeres malsanos, que arrastran al individuo al hastío, embrutecimiento, ruina física y moral.

Pasando por las fases intermedias de: tensiones emocionales, decepciones, desengaños y amarguras múltiples.

La ciencia espiritual nos enseña que, la riqueza es una prueba difícil de superar para el Espíritu en su evolución; prueba que habrá de pasar todo pobre de hoy, entre los cuales hay muchos ricos del ayer (de vidas anteriores), en las cuales ha ido desarrollando el orgullo y la soberbia.

Orgullo y soberbia que la pobreza va diluyendo; ya que, esas vidas oscuras y de dolor, actúan como detergente de esas taras perjudiciales para la ascensión espiritual.

Para triunfar en la dura prueba de la riqueza, necesario es liberarse de la esclavitud del dinero.

Pues, debéis saber que, los ricos ambiciosos no son libres, sino esclavos de su riqueza; porque, su ambición les subyuga, no les deja vivir en paz.

No obstante, esa prueba puede ser superada, no haciendo de la riqueza un fin sino un medio; comenzando por liberarse de lo superfluo y optar por una vida sencilla con un ideal de servicio a una causa noble, etc.

Todos anhelamos la felicidad. Todos, en un modo u otro, tratamos de alcanzarla. Pero, por nuestra ignorancia, tomamos caminos torcidos.

Y cual espejismo la "vemos" o imaginamos en la riqueza material, en los placeres de toda índole, que conducen a la frustración, arrastrando a la amargura del desengaño, del fracaso y del dolor.

Muy a menudo oímos que el pobre murmura del rico a quien envidia, y se queja de su "mala suerte" que le distancia de cuanto (a su juicio) vale la pena en este mundo.

Y ese modo de pensar, esa actitud mental desacertada, crea inconformidad, desasosiego y desaliento, que debilitan las facultades mentales y amarga la vida.

No obstante, si nos detenemos a inventariar las cosas verdaderamente necesarias para la vida, las que hacen la vida verdaderamente agradable y feliz; las en realidad valiosas, son muy sencillas y están al alcance de todos.

Pues, una pobreza económica puede ser muy bien compensada por una riqueza moral; así como existe una pobreza moral, que ninguna riqueza económica podrá compensar jamás.

Tanto la riqueza como la pobreza, son aspectos de la vida humana que el Espíritu tiene que experimentar para el desarrollo de sus facultades.

Son aspectos de la Vida que debemos considerar como transitorios y no apegarnos a ellos.

En los tiempos actuales, una buena parte de los casos de riqueza y pobreza material, se deben al esfuerzo y diligencia de unos, así como al abandono y negligencia de otros.

Y casos hay en que, la riqueza y la pobreza son origen causal (kármico) como pruebas a superar por el Espíritu en determinadas vidas humanas.

Y la prueba de la riqueza y del poder son, las que temen los espíritus ya más evolucionados, por las tentaciones múltiples de desvío de su programa de realizaciones; prueba que posponen lo más que les sea posible; pero que, por ella tiene que pasar.

Las pruebas y vicisitudes en la vida humana, en sus diversos aspectos, son una gimnasia para el espíritu, necesaria para el desarrollo de sus facultades, desarrollo necesario en su proceso evolutivo.

Por ello, indispensable es sobreponerse a las vicisitudes adversas o dolorosas que la vida nos presenta, con firme determinación de superarlas. Esto es importante. Pues, toda vicisitud o prueba por difícil que parezca o sea, dejará de afectarnos cuando hayamos aprendido a superarlas.

Son como las lecciones que en los colegios de primera enseñanza presentan a los niños, y que, mientras no las aprendan les serán difíciles; pero, una vez aprendidas bien, ya les son fáciles. Así mismo, acontece a los adultos en la escuela de la vida.

Por ello, necesario es, no dar cabida nunca al desánimo, porque éste incapacita para actuar acertadamente en las vicisitudes difíciles, y superarlas.

Demostrado está que, hay ricos pobres y pobres ricos. El rico que sólo vive para sí y sus riquezas, que está enteramente envuelto en sí mismo y no concibe emplear su riqueza más que para sí.

Suele caer en un aislamiento mental, en una psicosis manía depresiva que amarga su vida, consecuencia de su pobreza moral, de su egoísmo.

Mientras que el pobre en bienes materiales, que vive en paz consigo mismo, que no envidia la posición económica de los demás (esto no significa que no deba tener ambición sana de progreso), que ama a su trabajo y lo realiza con agrado, que no es esclavo de vicios y que tiene buenos sentimientos.

Posee una riqueza que vale más que toda fortuna material. Porque, con esa actitud mental-afectiva, se mantendrá en armonía mental-emocional generadora de paz y dicha.

La mejor riqueza que debemos ambicionar y que podemos conquistar es, la paz y la armonía en el diario vivir: y para lo cual, la adquisición del Conocimiento, mucho puede ayudarnos.

Y esa paz y armonía, no se consigue con dinero, sino con Amor en la práctica del bien.
Porque, el amor sentido y realizado en todo momento de nuestro diario vivir, genera energía sutil, vivificante, que armoniza la mente y el alma, para un normal funcionamiento de la facultad emocional; y con ello, el funcionamiento equilibrado de las glándulas endocrinas reguladoras de la salud.

La pobreza honrada y bien llevada, no es obstáculo para la conquista de la felicidad, antes bien, contribuye a ella. El obstáculo está, en la actitud mental y afectiva desacertada que pudiere adoptarse, como queda explicado.

Concluimos la exposición de este tema, haciendo énfasis en que: el objeto de la vida humana, es el progreso del Espíritu, que sigue existiendo después de la muerte del cuerpo físico. Y hacia ello, hacia esa meta, debemos orientarnos.

Esforcémonos en superar las imperfecciones del carácter y sembremos la semilla del AMOR.

Con amor fraterno
- SEBASTIÁN DE ARAUCO-

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