LECCIÓN DE LA EXPERIENCIA
“El Cielo y el Infierno”, de Allan Kardec, como se sabe, es un libro que trata de la Justicia Divina según el Espiritismo. En ese libro encontramos, no muy habladas entre nosotros, diversas comunicaciones de Espíritus en situaciones muy variadas.
Una de ellas es de un bohemio, uno de esos tipos humanos, que, si jamás hicieron mal a nadie, nunca lesionaron el patrimonio de los otros, tampoco hicieron el bien.
Y pasan por la vida en blancas nubes, como dice un poeta. Pues bien, tiempo después de haber pasado hacia el otro plano, vino el Espíritu, que dijo llamarse Lisbeth, cuando estaba encarnado, se comunicó a través de un médium, lamentando amargamente la vida inútil que llevó en la Tierra. Tuvo el mérito de arrepentirse, así que se dio cuenta, pero todavía necesitaba tiempo para poder empezar una nueva jornada, después de una experiencia tan llena de extravagancias.
Sufriendo mucho, por que no supo o no quiso sacar provecho de la existencia terrena, en beneficio de su elevación espiritual, habló de esta forma el deprimido Espíritu:
“- Estoy libre, sí, pero todavía no expié, es preciso que repare el tiempo perdido si no quiero prolongar los sufrimientos. Espero que Dios, teniendo en cuenta la sinceridad del arrepentimiento, me conceda la gracia de su perdón. Hombres, hermanos míos, yo viví solo para mí, y ahora, expío y sufro. Que Dios os conceda la gracia de evitar las espinas que ahora me laceran.”
Véase bien lo que es una existencia encerrada en el egoísmo, sin tener conocimiento de nada más, como si no perteneciese a la Humanidad.
El sufrimiento de ese Espíritu, realmente, era grande, por el remordimiento de haber sido tan solo, un gozador de la vida, sin haber sentido jamás, interés por el dolor ajeno.
De esta forma vive mucha gente. Pero cuando el Espíritu se enfrenta con la cruda y desnuda realidad, fuera de la materia, siente una incalculable decepción, una depresión tremenda, porque nada hizo de útil, tan solo cuidó de sí mismo, gozó la vida con todos los excesos y después vio claramente el cuadro de su propia realidad.
Es lo que nos enseñan, del mundo espiritual, las lecciones de los mentores.
Después de que el Espíritu comunicante hubiese llorado su amargura, vino el guía de la sesión y dio esclarecimiento, haciendo una advertencia, aún hoy oportuna, sobre las personas que viven a su modo, rindiendo culto a la materia, corriendo y bebiendo en demasía, sin jamás haber procurado el alimento espiritual. He ahí una lección válida, a pesar de que la comunicación ya tenga más de un siglo.
Es de esta forma.
Hay personas que solo piensan en sus intereses, exageran la medida de los placeres de la vida y nunca tienen, por lo menos, un minuto para la meditación sobre los problemas espirituales. La vida de esas personas es un corre-corre constante, ¡como si el mundo tuviera que acabar en el próximo minuto!.. Y, por ello mismo, el momento jamás llega para las cosas inherentes al Espíritu.
En las situaciones difíciles, sin embargo, se agarran a todo, desesperadamente, y quieren que después vengan las soluciones, rápidas y concluyentes.
Cuando llega la hora del desenlace, están completamente sin preparación desde el punto de vista espiritual y, después, encararán la situación que enfrentó el Espíritu del bohemio en la sesión mencionada en “El Cielo y el Infierno”: mucha perturbación y desolación, porque pasó una vida desarreglada y vacía, ¡dolorosamente vacía!
La enseñanza espírita es de equilibrio en todas las cosas. Sin exagerar sobre la abstención sistemática, pues la pretensión de santidad, muchas veces es una violencia al orden natural de la vida, ni la exageración opuesta, que es justamente el de la extravagancia, del bienestar físico sin límites.
Dice la Doctrina que el hombre debe vivir según sus necesidades y las leyes de su propio mundo. No quiere, por tanto, que el hombre reine el mundo o viva en penitencia, pues es un tipo de vida improductiva. Pero también advierte, claramente, que el hombre debe aprovechar bien las oportunidades de la existencia terrenal para su mejoramiento, no tan solo desde el punto de vista material, sino, sobre todo, del punto de vista espiritual.
El Espiritismo no condena las satisfacciones del mundo, como tampoco prohíbe las expansiones de alegría, ni siquiera ciertas futilidades inofensivas.
Si el hombre está en el mundo, debe ser del mundo. Pero es preciso saber estar en el mundo y no dejarse esclavizar por tantas cosas. Es ahí que esta el sentido de equilibrio. Las ventajas materiales, que no son ilícitas, una vez conquistadas a través del trabajo honesto, debe ser instrumento del bien, nunca el opio que emborracha y ciega al espíritu.
Por la experiencia traída por tantos Espíritus, que ya vivieron sus dramas, nosotros debemos, naturalmente, por nuestra parte, procurar de cerca, encaminar la vida hacia el lado espiritual, sin que sea necesario vivir fuera de las leyes naturales o repeler las satisfacciones que el mundo ofrece.
El peligro no está en el uso de los bienes de la vida, sino en los abusos, porque todo procedimiento abusivo compromete la situación del Espíritu.
La comunicación recogida en “El Cielo y el Infierno” hace pensar mucho....
“Mundo Espírita” - Curitiba - PR - abril de 1978
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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EXPLICACION DE ALLAN KARDEC EN CUANTO A LOS PUNTOS DIVERGENTES ENTRE LA IGLESIA CATOLICA Y EL ESPIRITISMO.
Pero note usted, caballero, que el Espiritismo no niega, en principio, algunos de los puntos divergentes de que usted acaba de hablar. Si hubiese usted leído todo lo que yo he escrito sobre este particular, hubiera visto que se limita a darles una interpretación más lógica y más racional que la vulgarmente admitida, así es que no niega el purgatorio, por ejemplo; demuestra por el contrario su necesidad y su justicia; pero hace más aún, lo define, el infierno ha sido descrito como una hoguera inmensa; ¿pero es así como lo entiende la alta teología? No, evidentemente: dice que es una figura, que el fuego en que se abrasan los
condenados es un fuego moral, símbolo de los más grandes dolores.
En cuanto a la eternidad de las penas, si fuese posible pedirles su parecer para conocerles su opinión íntima, a todos los hombres en disposición de razonar y comprender, aun los más religiosos, se vería de qué parte está la mayoría, porque la idea de la eternidad, de los suplicios, es la negación de la infinita misericordia de Dios.
Por lo demás, he aquí lo que dice la doctrina espiritista sobre este particular: La duración del castigo está subordinada al mejoramiento del espíritu culpable. Ninguna condena se ha pronunciado contra él por un tiempo determinado. Lo que Dios le exige para poner un término a sus sufrimientos es el arrepentimiento, la expiación y la reparación; en una palabra, un mejoramiento serio, efectivo, y una vuelta sincera al bien. El espíritu es así el árbitro de su propia suerte; puede prolongar sus sufrimientos por su persistencia en el mal, y aplacarlos o abreviarlos con sus esfuerzos para hacer el bien.Estando la duración del castigo subordinada al arrepentimiento, resulta que el espíritu culpable que no se arrepintiese ni mejorase nunca, sufriría siempre, siendo para él eterna la pena. La eternidad de las penas, pues, debe entenderse en sentido relativo, y no en sentido absoluto.
Por lo demás, he aquí lo que dice la doctrina espiritista sobre este particular: La duración del castigo está subordinada al mejoramiento del espíritu culpable. Ninguna condena se ha pronunciado contra él por un tiempo determinado. Lo que Dios le exige para poner un término a sus sufrimientos es el arrepentimiento, la expiación y la reparación; en una palabra, un mejoramiento serio, efectivo, y una vuelta sincera al bien. El espíritu es así el árbitro de su propia suerte; puede prolongar sus sufrimientos por su persistencia en el mal, y aplacarlos o abreviarlos con sus esfuerzos para hacer el bien.Estando la duración del castigo subordinada al arrepentimiento, resulta que el espíritu culpable que no se arrepintiese ni mejorase nunca, sufriría siempre, siendo para él eterna la pena. La eternidad de las penas, pues, debe entenderse en sentido relativo, y no en sentido absoluto.
Una condición inherente a la inferioridad de los espíritus es la de no ver el término de su situación y creer que sufrirán siempre; esto es para ellos un castigo. Pero en cuanto se abre en su alma el arrepentimiento. Dios le hace entrever un rayo de esperanza.
Esta doctrina está evidentemente más conforme con la justicia de Dios, quien castiga mientras persistimos en el mal, y que perdona cuando entramos en el buen camino. ¿Quién la ha imaginado? ¿Nosotros? No; son los espíritus que la enseñan y prueban, por los ejemplos que diariamente nos ofrecen.
Los espíritus no niegan, pues, las penas futuras, puesto que describen sus propios
sufrimientos, y este cuadro nos conmueve más que el de las llamas eternas,porque es perfectamente lógico. Se comprende que esto es posible, que debe ser así, que esa situación es consecuencia natural de las cosas. Puede ser aceptada por el pensamiento del filósofo, porque nada de ello repugna a la razón. He aquí por qué las creencias espiritistas han conducido al bien a una multitud de personas, materialistas algunas, a quienes no había detenido el temor del infierno tal como se nos describe.
QUE ES EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.
Los espíritus no niegan, pues, las penas futuras, puesto que describen sus propios
sufrimientos, y este cuadro nos conmueve más que el de las llamas eternas,porque es perfectamente lógico. Se comprende que esto es posible, que debe ser así, que esa situación es consecuencia natural de las cosas. Puede ser aceptada por el pensamiento del filósofo, porque nada de ello repugna a la razón. He aquí por qué las creencias espiritistas han conducido al bien a una multitud de personas, materialistas algunas, a quienes no había detenido el temor del infierno tal como se nos describe.
QUE ES EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.
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Hay días que parecen no haber sido hechos para ti.
Se amontonan tantas dificultades, innumerables frustraciones e incontables aborrecimientos que llegas a pensar que conduces el globo del mundo sobre los miembros dilacerados.
Desde temprano, te erguirás del lecho, por la mañana, y encontrarás la indisposición moral del compañero o compañera, que te lanza todos los espinos que el mal humor consiguió acumular a lo largo de la noche.
Sientes el trago de hiel despejado en tu alma, más crees que todo se modificará en los momentos siguientes.
Sales a la calle, para atender a ese o aquel compromiso cotidiano, y te enfrentas con la agresividad de muchos que conducen vehículos en las vías públicas y que los convierten en armas contra los otros; constatas la acidez del funcionario o del empleado de ventas que te atiende mal, o ves el cinismo de negociantes que ansían por entregarte productos de mala calidad a precios exorbitantes, suponiéndote imbécil. Aun mismo así, admites que, luego, todo se alterará, mejorando las situaciones a tu alrededor.
Te encontraste con familiares o personas amigas que te derraman sobre la mente todo el cuadro de los problemas y tragedias que vivencian, una inundación de tormentos, perturbando tu harmonía aun frágil, aunque no te permitan desahogar tus angustias, tus dramas o tus amarguras represadas en el alma. En tales circunstancias, piensas que debes aguardar que esas personas se resuelvan con la vida hasta un nuevo encuentro.
Son esos los días en que las palabras que dices reciben negativa interpretación, el cariño que ofreces es mal visto, tu simpatía parece mero interés, tus reservas son vistas como soberbia o mala voluntad. Se hablas, o se callas, desagradas.
En días así, aun cuando te esfuerces por entender todo y a todos, sufres mucho y acostumbras a tener la tendencia, en esas ocasiones, de victima automática, cuando se pasa a desenvolver sentimientos de auto piedad.
No en tanto, esos días infelices nos piden vigilancia y oración fervorosa, para que no nos perdamos en esos golpes de pensamientos, de sentimientos y de actitudes perturbadores.
Son días de valoración, de pruebas impuestas por las regentes leyes de la vida terrena, deseosas de que te observes y verifiques tus acciones y reacciones frente a las más diversas situaciones de la existencia.
Cuando percibas que muchas cosas a tu alrededor pasa a emitir un sonido de desarmonía a tus oídos; si notas que eligiendo derecha o izquierda no te escapas de la acida critica, tu deber será el de ajustarte al buen sentido. Instruirte con las situaciones y acumula el aprendizaje de las horas, pasando a observar mejor las circunstancias que te rodean, para que entiendas mejor, para que en fin evoluciones.
No te olvides de las palabras del Maestro Nazareno, hay distanciados dos milenios, al decirnos: En el mundo solo tendréis aflicciones…
Conocedores de esa realidad, abriendo alma para comprender que a cada día basta su mal… tratarás de recomponerte, en el caso te hayas dejado herir por tantos petardos, cuando lo ideal habría sido actuar como el bambú delante del viento. Se curva, deja pasar el vendaval, con el fin de re erguirte, con tranquilidad pasado el momento difícil.
Hay, de hecho, días difíciles, duros, caracterizando tu estado de pruebas indispensables para tu proceso de evolución. A ti, sin embargo, cabrá erguir la frente buscando el rumbo de las estrellas hermosas, que a lo lejos brillan, y agradecer a Dios por poder afrontar tantos y difíciles desafíos, manteniéndote firme, aun así.
En los días difíciles de tu existencia, procura no entregarte al pesimismo, ni al lodo del derrotismo, evitando alimentar todo y cualquier sentimiento de culpa, que te inspirarían el abandono de tus compromisos, lo que sería tu gesto más infeliz. Ponte en pie, ante cualquier obstáculo, y se fiel a tus labores, a los deberes de aprender, servir y crecer, que te trajeron nuevamente al mundo terrestre.
Si logras la superación ansiada, en esos días sombríos para ti, habrás vencido un combate más en el rol de los muchos combates que componen la pauta de guerra en que la Tierra se encuentra engolfada.
Confía en la acción y en el poder de la luz, que Cristo representa, y sigue con entusiasmo para la conquista de ti mismo, guardándote en equilibrio sea cual sea o como fuera cada uno de tus días.
Siente el trago de hiel arrojado en tu alma, más cree que todo se modificará en los momentos siguientes.
Médium Raul Teixeira
Traducido por: M. C. R
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EDUCACIÓN Y VIVENCIAS
Hay personas que defienden la idea de nivelar las condiciones de higiene de todos los seres en todos los puntos de la Tierra.
Aunque, vale considerar que, no todos están en condiciones de limpiar y conservar limpia su casa, sea la física o mental.
Lo que queremos decir es que ninguna modificación de cambios podremos esperar en los escenarios de la vida física, antes que surjan profundas alteraciones en el mundo moral de los hombres, y eso es una cuestión de educación.
Si colocásemos a alguien maleducado para vivir en un palacio, este luego será convertido en una casucha.
Llevemos a alguien sin educación para convivir en un jardín y este será, en breve tiempo, transformado en un campo arruinado.
Entreguemos a alguien maleducado a la custodia de niños inexpertos y es posible que, dentro de poco, deparemos con diferentes delincuentes, por los ejemplos degradantes con los cuales conviven.
Coloquemos detritos en las manos de una persona maleducada y veremos como serán esparcidos, provocando enfermedades y otras molestias.
Por otro lado, si algún individuo considerado como bien educado y fuese obligado a vivir en un caserío, con seguridad lo transformará en un ambiente limpio y agradable, aunque pobre.
Percibiremos, desde luego, que en aquella choza humilde habita alguien limpio. Veremos las latas viejas convertidas en jarrón de flores, la ropa limpia tendida en el armario sencillo, la claridad del sol inundar las cómodas habitaciones bien ventiladas.
La persona educada que posea un pequeño terreno árido y sin vida, en poco tiempo lo convertirá en un huerto excelente.
Y si colocáramos residuos en manos bien educadas, estos luego serán transformados en abono útil para fomentar las abundantes cosechas.
Por fin concluiremos que si el individuo es educado, habrá armonía a su alrededor y lo contrario es cierto.
De nada vale buscar higienizar nuestro planeta sin antes higienizar las mentes de sus habitantes con la verdadera educación, que es el conjunto de los hábitos adquiridos.
De este modo, no olvidemos jamás de que la mejoría de la casa guarda relación directa con la mejoría moral de su habitante.
¡Piense en eso!
Para que conozcamos la intimidad de las criaturas, basta que observemos sus reflejos exteriores.
Si la persona está en paz, esparcirá un aura de paz a su alrededor.
Si tiene la mente atribulada, refleja en los gestos las inquietudes de la intimidad.
Si aun no conquistó los verdaderos valores morales, camina en las garras de la indignidad, a pesar de los esfuerzos emprendidos para que sea una persona de bien.
Así, “cada criatura trae en la frente más principalmente en los actos, el cuño de su grandeza o de su inferioridad.”
¡Pensemos en eso!
Equipo de Redacción de Momento Espirita
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