domingo, 19 de julio de 2015

El sentido de la vida


                 
             

 EL SENTIDO DE LA VIDA

El tiempo que nos ha tocado vivir, en los inicios de este siglo XXI, es una era extraordinaria de cambios y nuevas formas de relacionarnos entre los humanos. Las nuevas tecnologías, acordes con la “inmediatez y la prisa” de nuestra vida actual, potencian sobremanera las necesidades de alcanzar, cuanto antes, los objetivos que el hombre se propone.(1)
Una conclusión sobre lo anterior realizada por los sociólogos y psicólogos sociales determina que la imagen está sustituyendo de forma incuestionable a la palabra (escrita o hablada). Esta circunstancia nos hace presos de las percepciones visuales, sin el desarrollo que la imaginación, la reflexión, la meditación y el análisis nos aportan como seres racionales con capacidad de discernimiento y voluntad propia.
Traemos a colación estas realidades, para que podamos darnos cuenta de lo complejo y difícil que a veces nos supone encontrar un momento para pararnos a pensar sobre el sentido de nuestra vida; las circunstancias que nos condicionan y la adopción de las decisiones adecuadas que nos lleven por el camino que queremos recorrer, y no por el que nos venga impuesto socialmente o en virtud de las condiciones que adopta la mayoría.
(1) “Pasamos la mayor parte de nuestra vida sumidos en la acción, haciendo cosas y pasando rápidamente de una a otra…..Esta forma de vida, se ve impulsada por las expectativas que nos imponemos a nosotros mismos y a los demás, generada por la dependencia tecnológica que acelera nuestro ritmo de vida. Esta modalidad de hacer hay que convertirla en modalidad de ser, a fin de no agotarnos, ser más eficaces, desarrollar nuestra conciencia y atención, dejando de ser un hacedor humano para convertirnos en un ser humano.”
Jon Kabat-Zinn (Prof. emérito y Dir. Stress Reductión Clinic-Unv. Massachusets)
El ser humano es irrepetible, es único, y no hay nadie igual a otro; al mismo tiempo las circunstancias que envuelven la vida de cada persona son diferentes, y por ello, el sentido de nuestra vida es sin duda diferente para cada persona.
A veces las situaciones que se presentan, obligan al hombre a actuar y construir de ese modo su propio destino, el propósito de su vida. Otras veces es preferible la contemplación de las circunstancias, dejándose llevar por ellas, aprendiendo y meditando sobre ello para extraer los valores que necesita. Y en una tercera ocasión, las personas simplemente aceptarán su destino, cargando con su cruz, cuando las circunstancias así lo exijan. Cada situación, cada destino y cada hombre son irrepetibles y no existe una solución general al problema.
Existen casos extremos en los que el hombre es puesto a prueba, al límite de sus fuerzas físicas, psicológicas y espirituales. Aquí es dónde la mayoría abandonan, ceden, se derrumban y optan por el suicidio; ya que ante la impotencia y la virulencia de las circunstancias siempre afirman “ya no espero nada de la vida”.
“El que tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo”
F. Nietzsche
En este sentido es digno de mencionar la experiencia del psiquiatra judío Victor Frankl, que fue recluido en Austwich en 1942, viviendo las experiencias del campo de concentración, y perdiendo a sus padres y a su esposa embarazada, que fueron aniquilados por los nazis de las SS en esos lugares de exterminio.
Este hombre extraordinario, pudo vivir en primera persona las experiencias que anulan toda dignidad en el ser humano, toda capacidad de esperanza en el futuro, toda posibilidad de volver a retomar su vida anterior ante la incertidumbre de la muerte que, a todas horas y en cualquier momento, estaba presente en esos tres años en los que soportó la esclavitud y los horrendos sufrimientos de los campos de concentración. Tanto es así, que la idea del suicidio sobrevoló su mente en varias ocasiones, pudiendo superarla con ayuda de otros y por sí mismo al comprender que la ” trascendencia de ser” daba sentido a su vida.
En su doble condición de víctima y experimentado psicoterapeuta, pudo sobrevivir al holocausto relatando sus vivencias: la angustia de la desesperación de aquel que ya no encuentra sentido a su vida; y menciona que, incluso en los momentos más trágicos, más dolorosos y sufrientes, siempre hay algo, o alguien que puede ofrecer sentido a nuestra vida y permitirnos no ceder al impulso de abandonar, manteniendo el instinto de sobrevivir. Para Frankl, la primera fuerza que motiva al hombre es la lucha por encontrar sentido a la vida.(2)
(2)”La preocupación o desesperación por encontrarle a la vida un sentido valioso es una angustia espiritual, pero en modo alguno representa una enfermedad”
Viktor Frankl
Siempre es conveniente preguntarse no por lo que esperamos de la vida, sino lo que la vida espera de nosotros. Cuando realizamos esta reflexión desde la responsabilidad, nos vemos obligados a aceptar que como seres únicos e individuales que somos, podemos aportar cada uno nuestro granito de arena; en multitud de cuestiones que la vida nos irá presentando y que, al adoptar la decisión correcta, daremos sentido a nuestra vida y fortaleceremos nuestro interior para afrontar el sufrimiento y aumentar nuestra esperanza en el futuro.
Si además de ello el propósito de nuestra vida se abre paso en nuestra mente y en nuestra conciencia mucho mejor; pues siempre el sentido de la vida de una persona es algo único, propio y que puede variar con el tiempo a medida que vamos madurando psicológica y espiritualmente dotando de significado a nuestra existencia.
Lo contrario a este aspecto es denominado también como “vacío existencial” y representa una grave disfunción en el hombre de nuestros días, pudiendo definirlo como “la carencia de sentido de la vida”. En este sentido, el gran filósofo contemporáneo Lou Marinoff, en su libro “Más Platón y Menos Prozac”, afirma:
“El sentimiento generalizado de falta de sentido personal ha sido la gran calamidad filosófica del siglo XX, y sin duda nos seguirá de cerca en este milenio”
Desde el campo espiritual, el sentido y el propósito de la vida está muy claro cuando lo abordamos desde la concepción de la ley de evolución y el progreso espiritual, como algo consustancial a la existencia del espíritu inmortal. Nuestro propósito principal es crecer, progresar, evolucionar; aprovechar la oportunidad de una vida en la tierra para desarrollar las capacidades de nuestro ser eterno, desarrollar el amor, la renuncia, la capacidad de perdonar, la reforma interior de nuestras debilidades.
Todo ello no se consigue, como bien sabemos, en una única existencia, pues como bien afirman numerosos científicos contemporáneos: “la vida es eterna, y como tal, nosotros, a formar parte de ella también lo somos…”, la reencarnación es la herramienta evolutiva que ofrece continuidad a la vida, existencia tras existencia. Todas estas apariciones en la tierra nos permiten aumentar nuestro progreso, corregir nuestros errores, acrecentar nuestra inteligencia y nuestro sentido moral.
Y a partir de aquí, la vida y su sentido adquieren el significado y el propósito mayor que nadie pueda imaginar: el de un ser creado para la plenitud y la felicidad, que ha de recorrer un camino a lo largo del tiempo y el espacio (dimensiones variables y relativas de la realidad) perpetuándose en su individualidad (trascendiendo), alcanzando niveles de perfección, sabiduría y amor sin límites.
Podemos pues imaginar que, si la vida fluye en todos los universos físicos y espirituales que se conocen, y en aquellos que todavía desconocemos, es sin duda la búsqueda del sentido de la misma uno de los principios esenciales en los que debemos pararnos a reflexionar, sino queremos pasar por la misma sin encontrar su esencia y su significado para cada uno de nosotros, perdiendo el tiempo y sin llegar a realizarnos interiormente.
(CONTINUARÁ)
Antonio Lledó flor
2015, Amor Paz y caridad
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MENSAJE ESPIRITUAL

El Señor esté con vosotros.
Un espíritu libre, un pensamiento, una acción y una reacción. ¿Por qué tanto rencor entre los seres humanos? ¿Por qué tanta envidia?
Tal vez porque el ser humano no se conforma con su propia vida y necesita entrar en la de los demás, será porque tiene la necesidad de no ver lo dejada que está la suya propia.
Qué poco respeto hay a veces entre los seres humanos, no todo vale.
Cada uno puede tener una forma de pensar, pero debe de respetar y aceptar el pensamiento de los demás de forma natural.
El odio y el rencor son una forma de comernos por dentro, poco a poco como si de un gusano se tratase. Es una venda que no nos deja ver más allá de nuestras propias vidas, inundándonos de egoísmo que solo a nosotros mismos perjudica.
Para poder controlar estos sentimientos, si alguna vez afloran, debemos siempre permanecer con la mente despierta y despejada para entender que esa no es la actitud y que lo único que hará es perjudicarnos.
Gracias a la filosofía de vida y enseñanzas de Jesús podremos canalizar los sentimientos de forma ordenada, para poder salir lo mejor posible de comportamientos que no son necesarios y no debemos de engrandecer.
Si, gracias al amor que hay en nosotros podemos neutralizar y entender que no debemos dejar entrar en nuestras vidas a personas que de alguna manera nos quieren hacer daño.
Si llenamos nuestro interior de amor, humildad, alegría y paz probablemente nadie podrá causarnos ningún daño psicológico, tendremos una barrera muy difícil de pasar, esas son nuestras armas.
Pensad que el mundo está falto de luz, que debemos prenderla, día a día, para que todos tengan un punto donde poder ver en la oscuridad.
Somos muchos y diversos los grupos de apoyo que en el mundo donan su energía y sabiduría para todo el que la quiera y la necesite.
Hoy más que nunca pedid por la paz en el mundo, para que esa luz llegue y guíe a este planeta. La luz de la esperanza, la luz del universo, la luz para el amor.
Gracias y hasta pronto.
Gracias humildemente
Amor y paz,
Gracias.

Escrito 31/05/2015






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