jueves, 9 de julio de 2015

Inmadurez psicológica


            LE LLAMAN "DERECHO A MORIR                                CON DIGNIDAD"


        No hace muchos años,  oímos hablar mucho del caso de Ramón Sanpedro y de la polémica que suscitó, sigue suscitando y que, probablemente seguirá estando vigente durante largo tiempo, porque el "derecho a morir dignamente", tal y como se le llama más coloquialmente a la eutanasia, es un tema que a todos nos atañe.
Teniendo en cuenta que vivimos en un sistema socio-cultural que da la espalda a la muerte, huyendo de ella como si de la misma peste se tratara, la eutanasia se presenta como la salida más honrosa que se le puede ofrecer a un ser querido en situación "humillante e indigna" -según palabras textuales de Ramón Sanpedro- cuando, por decisión propia y gozando de plenas facultades psíquicas, decide solicitar la liberación de aquello que no soporta, a través de una "muerte digna". Y yo me pregunto ¿Es "humillante esclavitud la tetraplegia" (tal y como la calificó Ramón Sanpedro en su testamento)?
La genialidad de uno de los mayores científicos de nuestro siglo, Stephen Hawkins (1), ¿es una humillación también?
 ¿Es indigno un cuerpo "atrofiado e inservible" (palabras textuales de Ramón Sanpedro en su último testamento)?.
   La tetraplegia que sufría Chistopher Reeve(2) ¿le impidió vivir una vida "indigna" luchando hasta
su muerte natural por la investigación y la ayuda a los muchos afectados por ésa misma enfermedad?.
Cuando hablan de derecho a elegir una muerte digna, ¿no estarán refiriéndose a liberar la rabia contenida y disfrazada de autocompasión destructiva?
La razón nos dice que la libertad no está sujeta a una cama o imposibilitada en una silla de ruedas. La libertad es un atributo del ser humano que pertenece al espíritu. Y cuando hablo de espíritu, no me refiero a algo amorfo, esotérico o místico sino al concepto de espíritu como ser individual e indivisible que goza del derecho de elección porque es, por naturaleza, libre.
 Lo que ocurre es que la libertad, nos la venden, nos la suministran y nos la inculcan como algo que depende de la acción y que está subordinada a la cometida de hechos que promulgan el derecho a hacer lo que se desee.
 Lo mismo ocurre con la dignidad, que se asocia a un concepto abstracto donde confundimos dignidad con derecho a pataleta, ya que somos absolutos dueños de
nuestra vida y podemos hacer lo que creamos conveniente con ella.
  Según el diccionario de la Lengua española, Dignidad es el respeto que se merece uno mismo.
Podemos hacer diferentes lecturas de este significado y adaptarlo a nuestra conveniencia, pero decidir morir por inservible o indigno es elegir no respetar aquello que se escapa de nuestras manos, imputándonos el rol de todopoderosos.
No queremos debatir, juzgar ni tan siquiera polemizar con una cuestión tan íntima como la percepción personal de la vida. Ni muchos menos pormenorizar 29 años de sufrimiento y de larga espera de Ramón Sanpedro. Tan sólo y bajo el más profundo respeto, expondremos nuestro punto de vista como espiritistas, sabiendo que la vida, sin una visión integral del ser humano y esto es física, mental y espiritualmente, es imposible de valorarla en su totalidad ya que si uno de esos factores es omitido, el triángulo perfecto con el que se sostiene la integridad humana, se debilita y termina
cayendo.
Basándonos en esta visión integral del ser, surge la pregunta: ¿Qué capacidad tenemos nosotros de ofrecer una muerte digna a aquellos que sufren y no ven más salida que la del suicidio (asistido o no)? Me pregunto si a Irene Villa (3), cuando con 12 años se quedó sin piernas por un atentado de ETA, no hubiera preferido morir antes que vivir aquel horror; pero hoy Irene es licenciada en Ciencias de la Comunicación y estudiante de Psicología. Con 25 años de edad y lo que otros llaman humillante limitación física, se siente libre y llena de gratitud por la vida que le ha tocado vivir.
Ella misma afirma que "renuncié al rencor por egoísmo pues tenía que seguir viviendo (.) Aprendiendo la importancia de no sentirme nunca víctima", y continúa diciendo en su libro Saber que se puede: "Decidí desde el primer momento que no iba a pasarme la vida lamentándome y apalancada en la pena y el dolor. Decidí ser feliz, y para eso no te queda más remedio que desterrar el odio y perdonar"(4). Admirable ejemplo de cómo el dolor puede ser una herramienta de superación y recuperación integral.

 Aprender a vivir con dignidad

Vivimos en una sociedad tecnológicamente avanzada donde pocas cosas se nos resisten.
Parece que todo nos proclama como dioses omnipotentes con capacidad de decidir sobre todo lo creado, incluso sobre la propia muerte.
Somos capaces de "resolver" nuestros problemas atentando contra la vida, si eso satisface nuestro orgullo mal disfrazado. El sufrimiento se escapa a nuestros planes de bienestar y como creemos que la existencia es fruto del azar donde unos ganan y otros pierden, nos otorgamos el derecho a decidir terminar con la vida a la que nadie nos invitó. Ante esta falacia omnipresente cabría preguntarse ¿hasta dónde puede el ser humano mantenerse de espaldas a la propia realidad?
El estudio del Espiritismo y las investigaciones científicas de las vidas pasadas, nos demuestran que el azar es la mayor invención que ha creado el ser humano para justificar su inmadurez ante aquello que no puede controlar. La Reencarnación se presenta hoy como un hecho incuestionable, libre de credo, y comprobado por miles de casos en todo el mundo suficientemente documentados en una amplia bibliografía.(5)
Sin el estudio de la Reencarnación, la vida se presenta como una injusticia a la que hay que combatir con nuevas leyes, nuevos tratados, nuevas luchas que defender, ignorando que la única Ley que cura toda enfermedad, es la Ley del Amor.
Aprender a amarnos es la mayor lección que debemos asimilar y las pruebas para superarla son diversas, pudiendo llegar a ser engañosas, más la finalidad es una:
Amar al prójimo como a ti mismo, empezando por uno mismo. Ese camino de introspección, es arduo y doloroso porque nos encontramos con fantasmas de defectos de carácter enraizados y bien escondidos que persisten en dominar nuestras vidas. Pero el entendimiento de las Leyes Divinas o Naturales nos permite aceptar que no hay hecho que ocurra (agradable o no) que no sea para aprender
aquello que nos ayudará a crecer como personas. Y si no, que se lo pregunten a Irene Villa, Stephen Hawkins y otros que han encontrado, a través de la superación de sí mismos en situaciones
absolutamente adversas, el crecimiento integral que les hace más libres y más sabios en el arte de saber vivir.

Sin el estudio de la Reencarnación, la vida se presenta como una injusticia a la que hay que combatir con nuevas leyes, nuevos tratados, nuevas luchas que defender, ignorando que la única Ley que cura toda enfermedad, es la Ley del Amor.La aceptación como camino de superación personal "Por el pensamiento disfruta el hombre de una libertad sin fronteras, porque aquél no conoce obstáculos. Se puede impedir su manifestación pero no aniquilarlo"(6) nos dicen los espíritus. Hemos visto gente viviendo en la más absoluta miseria y tener un brillo especial en los ojos que transpira serenidad; enfermos terminales, llagados y sedados para resistir el dolor atroz, con miradas serenas y con gratitud en su rostro; personas postradas en sillas de ruedas, imposibilitadas como Ramón Sanpedro, escribir con una mirada sincera las palabras - Estoy bien, gracias.
Nuestro deseo es que aquellos que sufren como no podemos imaginar, puedan ser capaces de seguir aprendiendo incluso en esas condiciones, porque la vida es una escuela que no deja de enseñarnos a cada uno aquello que necesita. La aceptación dignifica si libera de la mística y parasitaria resignación.
Somos mucho más que un cuerpo. Somos una mente y pensamos, generamos vida y sentimientos. Somos almas que sienten y que deseamos traspasar la frontera del sufrimiento para convertirlo en dignidad por el derecho a elegir libremente ser feliz.
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(1) Stephen Hawkins: Doctor y profesor de matemáticas y física. Convive con la Esclerosis lateral amiotrófica(ELA) enfermedad fatal que tiene un pronóstico de duración media de vida de 3 años. El PhD Hawkins ha superado todas las previsiones posibles.
 (2) Christopher Reeve, el actor de Superman. Permaneció cuadrapléjico a raíz de una caída de caballo durante un evento hípico durante nueve años. El actor realizó una fuerte campaña a favor del uso de células madre para la investigación científica. Murió de un paro cardíaco el 11 de octubre de 2004 con 52 años de edad.
 (3) La organización terrorista E.T.A. puso una bomba al coche de su madre pensando que era el coche de un policía. La madre de Irene Villa sólo era una empleada y E.T.A. se equivocó. Una frase que Irene repite constantemente: "No hay nada que el ser humano se proponga y no consiga".
 (4) Villa, Irene. Texto extraído de su libro "Saber que se puede". En la presentación del libro, acompañada del juez Baltasar Garzón y de los periodistas Nieves Herrero y Luís del Olmo, Irene Villa aseguró que es posible hacer frente con éxito a un daño como el que ella sufrió, pero para ello hay que "saber que se puede" y encarar la vida "con "optimismo, esperanza y mucha alegría".
(5) Stanislav Grof, Roger Woolger, Brian Weis, y otros.
 (6) Kardec, Allan. EL libro de los Espíritus. Pregunta 834.

Teresa Vázquez
Centro Espírita Amalia Domingo Soler, en Barcelona
( Art. de la F. E. E. 8 N º 11 )

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Sin el estudio de la Reencarnación, la vida se presenta como una injusticia a la que hay que combatir con nuevas leyes, nuevos tratados, nuevas luchas que defender, ignorando que la única
Ley que cura toda enfermedad, es la Ley del Amor.

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Inmadurez psicológica

Muchos admiran que en la Tierra haya tanta maldad y tantas pasiones groseras, tantas miserias y enfermedades de toda naturaleza, y de ahí concluyen, que la especie humana es una cosa bien triste.
Ese juicio proviene del estrecho punto de vista, en el cual se colocan los que lo emiten y que les da una falsa idea del conjunto.
Se debe considerar que en la Tierra, no está toda la Humanidad, sino apenas una pequeña fracción de esta.
En efecto, la especie humana abarca a todos los seres dotados de razón, que pueblan las innumerables orbes del Universo.
En un capítulo de la enseñanza del Espiritismo,se presenta una síntesis donde se puede ver que la vida no está toda en La Tierra y que la pluralidad de mundos habitados, es uno de los principios básicos de esta Doctrina.
Pues bien. Con la Doctrina de los Espíritus, aprendemos que, si tomamos como referencia a la Tierra, se puede decir que hay mundos inferiores y mundos superiores a ella, y que nuestro planeta es habitado, en buena parte, por espíritus muy cercanos a la animalidad ancestral.
La angelitud o la plenitud espiritual están aún muy distantes de un importante porcentaje de los espíritus vinculados al Orbe.
Conforme a una de las clasificaciones de la ciencia psicológica, podemos decir que la mayoría de la humanidad está compuesta por criaturas que, por ahora, se encuentran en el estadio de la llamada conciencia del sueño.
Son, en el decir de Juana de Ángelis, los hombres fisiológicos, viviendo exclusivamente para la atención de las necesidades orgánicas.
Según otra definición, son criaturas subdiafragmáticas o sea, criaturas que tienen como objetivo, tan solo la atención de las necesidades del estómago y del sexo.
Por lo expuesto, se percibe que la humanidad vinculada a La Tierra, está compuesta de seres sin una gran estructura psicológica, y son en consecuencia, seres inmediatistas y o utilitaristas, viviendo para las necesidades orgánicas/materiales del hoy y del ahora sin ninguna o poca reflexión filosófico-religiosa, desatentas de las características espirituales de la vida, sin ocuparse con el aspecto inmortal del alma, consecuentemente, sin valores morales y espirituales para enfrentar las variadas situaciones.
Debido a su inmadurez psicológica, la criatura se tornará egoísta y al ser egoísta, se convertirá en una persona exigente, ingrata y rebelde, sobre todo cuando es contrariada en sus pasiones infantiles. Actuar., pues, de forma semejante a los niños caprichosos.
Con tal comportamiento, las enfermedades psicológicas se instalarán por fuerza de las consecuencias.
El inmaduro psicológico, es alguien que presenta una gran preocupación con la máscara de la virtud, ocultando por medio de la apariencia barnizada, la realidad íntima.
Se comporta de manera desequilibrada y excéntrica, y además es inestable.
Dominado por esa inestabilidad, el inmaduro presenta un comportamiento alternado, en el cual el júbilo y la tristeza, la confianza y la sospecha, el amor y la animosidad se confunden... y por eso elabora estados de inestabilidad, de desdicha, que lo conducirán a enfermedades emocionales que son somatizadas, reapareciendo en el área orgánica con carácter destructor.
Así  sucede con los inmaduros psicológicos
Sin resistencias morales para enfrentar las vicisitudes naturales del proceso evolutivo, tales personas se dejan consumir por la rebeldía, o sucumben bajo el peso de la depresión y de la amargura.
Izaias Claro
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¿ Qué es el bien y qué es el mal ?

El bien se podría describir como lo bueno, lo positivo, lo deseable, lo que todos en el fondo queremos para nosotros mismos y que cuando amamos, queremos también para los demás, por eso el mayor bién que podemos concebir se resume en el Amor que supone la observación de una recta conducta regulada por un recto pensar y por un recto sentir.
    Allan Kardec definió al bien como todo aquello que está conforme con la Ley de Dios, y el mal es todo aquello que la infringe, o sea, la ausencia del bien.
    Hacer el bien supone actuar de acuerdo a las Leyes Divinas, mientras que actuar mal es precisamente infringir estas leyes naturales. El ser humano se conduce en el bien cuando tiene a la vista el deseo de realizar siempre lo bueno y positivo para crear el bien de los demás, porque de este modo actúa según la Ley de Dios.
Es necesario conocer tanto el bien como el mal, porque así adquirimos experiencia y aprendemos a distinguir el uno del otro para seguir responsablemente el único camino adecuado para la evolución del Espíritu: el camino del bien. Este es el resultado de la Ley del Amor puesto en acción, pero sin embargo, el mal no conforma ninguna Ley , sino que supone la ausencia del bién, por lo cual no tiene existencia propia .Viene a ser como la oscuridad, que en si misma no es nada, sino la ausencia de luz.
Solamente depende para su manifestación de que el Ser humano quiera o consienta en hacerlo o en dejar de hacer un bien; por eso no solamente es necesario no hacer el mal, sino que es preciso hacer el bien. El mal o la ausencia de bien, es una realidad negativa consecuencia del incorrecto uso de la libertad del Ser . De igual modo, el bien tampoco es simplemente la ausencia del mal, sino una actitud y una vibración del espíritu, en sintonía con las leyes del Creador, y es naturalmente contrario y opuesto al mal..
Tanto el Amor como el Bien ,que es su manifestación , son una Ley Divina; no así el mal que solamente es producto del equivocado uso de la libertad humana cuando se desvía de las leyes Divinas. Vemos como existe el bien en la armonía y la belleza en toda la Creación, que cuando aprendemos a admirarlas y a degustarlas, podemos llegar a sentir que son como un poema de Amor de un Dios que no se contradice en sus leyes y que no ha creado ninguna contraria a otra o que se anulen entre ellas;por el contrario, como veremos, todas las leyes divinas y cósmicas se complementan y estructuran maravillosamente entre ellas.
La voz de la conciencia es una voz de advertencia del Yo superior que siempre nos señala en lo más íntimo que debemos obrar bien como camino acertado, y el mal se produce cuando se desoye esta llamada interior. Las personas nos inclinamos hacia lo bueno y lo malo, según la capacidad de discernimiento y de clara voluntad en el actuar que les otorgan su grado de evolución.
El mal se produce también cuando el Ser se deja dominar por alguna pasión que le ciega o cuando se deja envolver por el egoísmo o la ambición que le pueden llegar a turbar la razón. Asimismo muchas veces la inclinación a actuar mal, la recibimos como una sugerencia externa mas o menos fuerte de otros seres negativos e invisibles que nos rodean atraídos por nuestra sintonía mental y anímica con ellos.
Quede claro que el mal que hace el Ser humano con mas o menos conciencia de ello, siempre es producto de la ignorancia de las consecuencias negativas que se obtienen contra uno mismo cuando así se ha actuado.
Para progresar espiritualmente y evitar reajustes por el dolor, no basta con no hacer mal, sino que es necesario esforzarse en hacer el bien sin condiciones y en la mayor medida, siempre y en todos los casos . Cuando una persona tiene la ocasión de hacer el mal y se retira a tiempo de no hacerlo, es porque la semilla del bien ya opera en su alma, pero quien sin embargo no hace el mal simplemente porque no tiene la ocasión de hacerlo, en su alma es como si ya lo hubiera hecho y su responsabilidad es por ello tan reprensible como su lo hubiese realizado.
En las fases inferiores del Ser humano, cuando es todavía un Espíritu muy joven, sin apenas experiencia, suele ser arrastrado e inducido con facilidad por sus defectos y pasiones instintivas, residuos de su anterior etapa animal ,a cometer errores y caer en el mal. Con el devenir de las existencias humanas a lo largo del tiempo, va despertando y desarrollando su conciencia, aprendiendo por el dolor poco a poco, que el mal no debe hacerse jamás, sino solamente el bien, y así vida tras vida, el Ser va errando, sufriendo y aprendiendo, cayéndose y levantándose repetidamente, hasta que su conciencia llega a adoptar naturalmente la tendencia y a sentir la necesidad de hacer siempre el bien.

- Jose Luis Martín -

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Liberándonos del Pasado


Hoy en día la tendencia que tenemos es achacar todas las imperfecciones, defectos o complejos que uno tiene a los demás o a experiencias que se han sufrido, atribuirlos a los padres, a los hermanos, a los compañeros, a la pareja, al ambiente, a rasgos heredados, etc. Casi nada se atribuye a las decisiones que uno mismo ha tomado.
Todo el mundo ha enfrentado al menos algunas dificultades y sufrimientos causados por experiencias vividas, cuyas repercusiones en ciertos casos se dejan sentir durante mucho tiempo. Lo importante que hay que recordar es que podemos pedir al Señor que nos ayude a superar toda dificultad derivada de cosas que nos hayan herido. No tenemos por qué dejarnos dominar por ellas o siquiera permitir que sigan ejerciendo una influencia negativa en nosotros, ni en el plano emocional ni en el mental ni en el espiritual.
Dios ha dado a cada persona libre albedrío, libre determinación. Nos piden cuentas a cada uno por la forma en que reaccionamos ante las situaciones en que nos vemos. Nos piden constantemente a cada uno que tomemos decisiones acertadas y que procedamos como corresponde para recurrir a la ayuda del Señor. Y cuando lo hacemos, nos ayuda a salir adelante.
Según el Evangelio,las pruebas tienen por objeto fortalecernos (1 Pedro 4:12,13; 5:10). Piensa en esto: Si no tuviéramos necesidad de vencer ninguna dificultad, terminaríamos satisfechos de nosotros mismos y no adquiriríamos la fortaleza de carácter que es fruto de bregar para superar dificultades.
Lo cierto es que si no nos liberamos del pasado, será muy difícil poder construir un presente feliz,porque estaremos mirando hacia atrás en cada momento, nos sentiremos inseguros y nos costará mucho, disfrutar de cada instante.
Y si bien no existe un manual que pueda decirnos cómo liberarnos del pasado, con la ayuda de nuestra fuerza de voluntad, podremos conseguirlo.
El Evangelio dice: «Si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas» (2 Cor 5:17). Dicho de otro modo, cuanto más inmersos vivimos en Jesús y en Sus Palabras, más nos convertimos en nuevas criaturas y más cierto es que las cosas viejas pasan y son hechas nuevas. No es una transformación instantánea; pero si combinamos nuestra voluntad con la de Dios,vemos que cada vez más cosas del pasado que antes nos atormentaban, nos molestan menos y van perdiendo importancia.
Dios desea que «nuestro gozo sea cumplido» (Jn 15:11), y sabe que para ello es indispensable que perdonemos a los que nos han ofendido, nos dejemos de resentimientos y rencores y olvidemos el pasado. ¡Es posible superarlo!
Bendiciones!
                          - Lorena Dorante-

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