lunes, 26 de octubre de 2015

Finados


             
                   EL PUNTO NEGRO

Redacción de momento espirita


Cuentan que un profesor preparó su clase extendiendo una gran sábana blanca en una de las paredes del aula.
A medida que los alumnos iban entrando, su curiosidad era despertada por aquel objeto extraño extendido delante de ellos.
El profesor empezó la clase preguntando a todos qué veían. El primero que se manifestó dijo que veía un puntito negro, y fue seguido por los demás. Todos consiguieron ver el puntito negro que había sido puesto, adrede, en el centro de la sábana blanca.
Después de preguntar a todos si el punto negro era lo único que veían, y oír una respuesta afirmativa, el profesor hizo otra pregunta:
- ¿Ustedes no están viendo todo el resto de la sábana? ¿Consiguen ustedes ver solamente ver el pequeño punto negro, y nada dicen sobre la parte blanca, que es mucho más extensa?
En ese momento los alumnos entendieron el cometido de la clase: enseñar a ampliar y educar la visión para percibir mejor el conjunto y no estar atento solamente en los pormenores o en las cosas negativas.

Esa es, la mayor parte de las veces, nuestra forma de ver a las personas y situaciones que nos rodean. Solemos dar un peso exagerado a las cosas malas, y poca importancia a lo que se realiza de bueno.
Si un amigo siempre nos trata con cortesía, con amabilidad y atención, y, en un determinado momento, nos trata de manera áspera, ¡listo!, todo lo que ha hecho hasta ahora se desmorona. Nos indignamos y el concepto que teníamos de él hasta entonces, cambia totalmente.
Es como si nuestros ojos solamente pudieran ver el pequeño punto negro.
No llevamos en cuenta la posibilidad de que nuestro amigo o amiga esté precisando de nuestra ayuda. No nos damos cuenta de que quizás esté en dificultades y por eso nos trató de una forma distinta.
¡Hemos sido tan exigentes con los otros!
En cambio, si somos nosotros que estamos indispuestos, todos tienen que soportar nuestro mal humor, nuestra falta de cortesía.

Una pareja completaba 60 años de matrimonio y una de las nietas le preguntó a la abuela:
- Abuelita, ¿cómo has aguantado al abuelo hasta hoy? Él es una persona muy difícil de tolerar.
La abuela, con una serena sonrisa contestó a la nieta:
- Es muy sencillo mi hija mía. Siempre tuve conmigo una balanza imaginaria. Ponía en uno de los platos las cosas malas que tu abuelo hacía. En el otro plato de la balanza, depositaba las cosas buenas. Y el plato siempre se inclinaba hacia el lado de las cosas buenas.

Nosotros también hacemos uso de la balanza imaginaria. Pero, en muchas ocasiones, el peso que atribuimos a las cosas malas no es proporcional, y la balanza se inclina más hacia ese lado.
De vez en cuando es importante aferrar nuestra balanza, para verificar si no está desajustada, inclinándose mucho para el lado de las equivocaciones.
Sepamos valorar las buenas acciones.
No hagamos como los alumnos, que sólo veían el punto negro en el centro de una enorme sábana blanca.
Eduquemos nuestra visión para percibir mejor las cosas buenas de la vida. Desarrollemos nuestra capacidad de ver y valorar todo lo que nos sucede de provechoso.
¿Usted sabía?
¿Usted sabía que los Bienhechores de la humanidad recomiendan que seamos severos con nosotros mismos e indulgentes con nuestro prójimo?
Contrariando tal recomendación, la mayor parte de las veces somos indulgentes con nosotros y muy severos con los fallos ajenos.
Vale la pena meditar en las enseñanzas que nos llegan de lo Alto. Vale la pena que ejercitemos el perdón a los semejantes. Y vale también la pena que seamos más exigentes con nosotros, buscando siempre mejorar nuestro comportamiento.

Redacción del Momento Espírita
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    Finados 
Dr.Bezerra de Menezes


Tañen las campanas, suavemente, anunciando en la Tierra el día de los muertos.                                                                           
Acuden los corazones nostálgicos a las tumbas de sus bienamados, llevándoles la seguridad de sus oraciones y recuerdos.
Verifican la triste realidad de la vida y regresan a sus hogares llorosos, pidiendo a los cielos una vida diferente. (…)
¡Finados!
¡Bendición necesaria aún en la Tierra para cuantos no pueden penetrar en los horizontes infinitos de la vida, para todos aquellos los que no sobrepasan los siete palmos de tierra de un sepulcro para verificar la belleza y grandiosidad de la vida! (…)
Realmente, nada se pierde y muchos corazones se vuelven hacia Cristo y piensan en la vida, cuando finados, oyen el tañer lastimero de las campanas…
Sin embargo, para el espírita cristiano, finados es el día de la liberación gloriosa de los entes amados, de aquellos que consiguieron su carta de liberación y libres del cautiverio, se deslumbran con los panoramas del gran más allá.
Para el cristiano espírita, el sepulcro solamente encierra el polvo, la tierra, la nada. La propia vestimenta carnal se deshace, restituyendo al polvo, la misericordia del Señor. Entre tanto, el Espíritu sobre vuela animoso y varonil, entre las acacias celestiales en agradables primaveras risueñas, disfrutando la bendición de la libertad.
Todo es vida en la Tierra y en los planos espirituales; permitir que nuestros Espíritus se mantengan llorosos en los cementerios en los días apropiados o no, es decirle al Creador que nuestra fe es aún muy pequeña.
Rindamos nuestro homenaje a los que partieron, cultivemos el respeto por aquellos que nos antecedieron y por esperarnos, pero demostremos, no obstante, la firmeza de nuestra convicción, elevándonos sabiamente en el conocimiento grandioso de la vida. La muerte no existe, la vida es un cántico glorioso e infinito resonando en el espacio bajo los ojos benditos del Creador. Todos nosotros somos hijos del Altísimo, camino de la Gran Luz. (…) Nuestros muertos están vivos, cantan y trabajan, se perfeccionan y nos esperan. (…) Nos relata la Carta Magna del Evangelio, que Cristo se aproximó a los muertos para proferir su grito de vida y resurrección:
-      Lázaro, ¡ sal afuera !
-      Niña, ¡levántate!
-      Joven, ¡ yérguete, yo te lo ordeno !
¡Siempre la vida, nunca la destrucción!
Comprendamos la vida con Jesús y rindamos culto a nuestros muertos en el trabajo activo, en la oración sincera, en la caridad mayor y el Señor, un día, también nos extenderá los brazos, diciéndonos:
-      ¡ Levántate, ven a la Vida !
 Mensajes de Luz, Paz y Amor. Por diversos Espíritus.
 Fraternalmente, Angela Rodríguez

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         No son espiritistas.

Los que lucran , explotan o engañan en nombre del Espiritismo. Los que se ocupan de cartomancia , sortilegios, adivinación, para embaucar a sus semejantes. 
Todo aquel que mixtifica o se atribuye falsas facultades, en cuyo fondo esta el absurdo, el fanatismo o el interés. 
Nadie que obre asi es Espiritista , aunque diga serlo; y por el daño que causan a la doctrina y a la verdadera mediumnidad, consignamos nuestra protesta y nuestra reprobación contra todos ellos , reciban o no dinero en pago de sus extravíos

Amalia D. Soler (La luz del porvenir)

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    LA HONESTIDAD HACE BIEN


Una escena inusitada e inspiradora en el deporte: el atleta keniano Abel Mutai, medalla de oro en los tres mil metros con obstáculos y campeón olímpico en Londres, estaba presto a ganar una corrida más.

Entró en un nuevo sector de prueba y, hallando que ya había cruzado la línea de llegada, comenzó a saludar al público, reduciendo el paso.

El segundo lugar, justo detrás de el Iván Fernández Anaya, viendo que el estaba equivocado y paraba diez metros antes de la bandera de llegada, no quiso aprovechar la oportunidad para acelerar y vencer.
El permaneció a sus espaldas, y gesticulando para que el keniano comprendiese la situación, casi empujándolo, lo llevo hasta el fin, dejando que el conquistase, entonces, la merecida victoria - como acontecería si el no hubiese equivocado sobre la ruta.
Ivan Fernández Anaya, un joven corredor de veinticuatro años, que es considerado un atleta de mucho futuro, al terminar la prueba, dijo:
Aunque me hubiesen dicho que ganaría un lugar en la selección española para disputar el campeonato europeo, yo no me habría aprovechado. Creo que es mejor lo que yo hice que el haber vencido en esas circunstancias.

* * *

¿Cuándo comenzaremos a actuar así, en todas las situaciones de nuestras vidas?
¿Cuándo dejaremos de engañar a los otros y de engañar a nuestra propia conciencia?
¿Habríamos actuado de esa forma, en una situación semejante, o no?
¿Valdría la pena todo por una medalla, por un resultado, por ser proclamado el mejor, el número uno, en eso u aquello?
Valdrá todo por conseguir un empleo, un dinero extra, un buen negocio cerrado? ¿Sera eso así?
La virtud de la honestidad dice que no, que no vale la pena.
Actuando así, podremos tener pequeñas y falsas victorias aquí y allí, más continuaremos siendo almas derrotadas, pues no vencemos al mundo ya sus insensateces, no vencemos al hombre viejo y vicioso en nosotros.
Lo importante es vencerse, estando en paz con nuestra conciencia.
No basta vivir y sobrevivir. Citando al gran Sócrates y su honestidad, cuando le propusieron la fuga de la prisión donde quedo hasta la muerte: Lo importante no es vivir. Lo importante es bien vivir.
Estamos aquí para aprender a bien vivir, para vencer cuando estuviéramos preparados para vencer, cuando merecernos la victoria.
Participar de esos juegos del mundo, de esas manipulaciones de mentes, de esquemas etc., es permanecer pequeño, es congelar la evolución moral del Espíritu.
Ser honesto es vivenciar la verdad en todas las circunstancias, la verdad que, según el Maestro, nos libertará – libertará de la ignorancia y del sufrimiento.

* * *

Un gesto de honestidad viene muy bien.
Viene muy bien en la casa, cuando confesamos lo que hay en nuestro corazón, cuando no deseamos esconder nada de nadie.
Viene muy bien en las relaciones sociales, cuando actuamos con justicia, con honradez, dando a cada uno lo que es suyo por derecho, nunca admitiendo hacer de menos a nadie.
Viene muy bien en el casamiento, toda vez que honramos el compromiso con el otro, no practicando jamás algo que no nos gustaría que hiciesen con nosotros.
Va muy bien siempre.
Habrá un día en el que la honestidad no precisará más ser considerada una virtud a ser conquistada, pues seremos todos honestos por naturaleza.

Redacción de Momento Espirita

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