sábado, 31 de octubre de 2015

El amanecer del Amor





¿ Cuando deja de ser  necesaria la Reencarnación ?

      En nuestro planeta actual, todavía clasificado como de pruebas y expiaciones, deja de ser necesaria la reencarnación cuando el Ser ya se ha perfeccionado y evolucionado lo suficiente asimilando todas las lecciones que le puede ofrecer este mundo, y una vez  que la Ley de Consecuencias ha equlibrado  todas sus deudas morales erróneas; a partir de ese nivel evolutivo espiritual  alcanzado,  ya  no habrá nada que obligatoriamente lo atraiga de nuevo  a este mundo, a no ser que voluntariamente y según el dictamen de la Ley del Amor, planifique voluntariamente y sele conceda alguna existencia como misionero  para ayudar a  otros seres espirituales aquí encarnados que lo necesiten.
      Cuando el Ser llega a este punto evolutivo que le aleja de la obligación de las reencarnaciones repetidas y dolorosas por lo general, en este mundo o en otros de la misma categoría,  aún  después, continúa evolucionando y reencarnando  en otros mundos más adelantados, con  unas materias mas o menos sutiles o diferente a las actuales, según el  nivel  evolutivo de sus Espíritus. En esos mundos de mayor nivel evolutivo, podrán encontrar nuevas lecciones para su elevación y continuidad evolutiva.
     La evolución del Ser es ilimitada, y cuando para  continuar la misma ya no le es necesario ninguna clase de mundo material o físico,  prosigue en nuevas etapas, progresando en  otros  mundos inmateriales, cada vez más sutíles, invisibles para la mirada del ser humano terrestre, pero tan reales como el nuestro  de materia más grosera, y  mucho más evolucionados y desarrollados  que este que ahora habitamos nosotros.
    Es de señalar que hasta llegar al punto de no necesitar de la Reencarnación en esta clase de mundos  de Expiación y de Pruebas, como lo es la Tierra actualmente,   aún necesitaremos de muchas  otras vidas en las que poder  saldar deudas espirituales, pendientes del pasado, y desarrollar, aprender  y asimilar toda clase de virtudes , adquiriendo toda la  Sabiduría que  este plano físico  nos pueda ofrecer, a través de nuestro esfuerzo en pos de  un grado de perfeccionamiento  espiritual que nos permita y nos dé aptitud para merecer y poder  formar parte de otros mundos y planos superiores y más perfectos de lo que lo es este nuestro de ahora , y esto  posiblemente  no lo lograremos de hoy para mañana,  pero sí a través  de  mucho tiempo y esfuerzo  a lo largo de muchas vidas.
- Jose Luis Martín-

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“Dios ha dado alas a vuestros espíritus para que vuelen por el inmenso cielo del amor y la libertad. ¡ Qué triste es que cortéis vuestras alas con vuestras propias manos y que vuestro espíritu sufra arrastrándose por el suelo como un gusano!.
-          Khalil Gibran –

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CIVILIZACIÓN Y PROGRESO
Desde la más remota antigüedad, encontramos en el seno de los pueblos un ideal superior de progreso. Este, como es natural, surge a través del trabajo intensivo de los miembros de las sociedades, del esfuerzo colectivo y conjugado de todos los órganos que componen las comunidades.

Mientras, de por medio con esa dinámica evolutiva, queremos resaltar la situación de aquellos que, en la condición de auténticos promotores de la Civilización y del Progreso, impulsan naciones, transforman ideas, crean sistemas de mejoramientos para las condiciones de vida de individuos y pueblos, y como que cargan en sí las más potentes virtudes del adelantamiento y del avance de ideas y realizaciones, dejando sobre la faz de la Tierra las señales indiscutibles de su superioridad intelecto-moral traducida en obras de real interés individual y colectivo.

Hubo, hay y habrá siempre criaturas así, que según sabemos, son Espíritus iluminados, enviados a la Tierra con la misión expresa y la afinidad principal de hacerla progresar.

No pretendemos aquí hacer citas de aquellos pueblos en cuyos países florecieron obreros y héroes de todos los matices, pero sólo resalta que, habiendo el Orbe Terreno alcanzando un alto índice de conocimientos técnico-científicos, no lograron sus habitantes asentarlos sobre bases sólidas.

Pasaran, se multiplicaran y se alternaran mensajeros y vanguardistas de la Civilización y del Progreso, sin embargo, la gran, la inexcusable verdad es que el corazón del Hombre permanece cerrado a los apelos de lo Alto, en una terrible crisis abúlica del sentimiento, sufriendo de visibles acromegalia en su cuerpo asociativo.

Antes de extendernos más sobre tan importante cual palpitante asunto, recurramos a la Codificación Kardecista y atendamos para la orientación que, en ese sentido, nos vienen de lo Más Alto.

Veamos los desdoblamientos de la pregunta 780 de El Libro de los Espíritus y las sapientísimas respuestas de los Espíritus Reveladores, dadas a Allan Kardec:

¿El progreso moral acompaña siempre el progreso intelectual?
“Deriva de este, pero no siempre lo sigue inmediatamente.”

a) - ¿Cómo puede el progreso intelectual engendrar el progreso moral?
“Haciendo comprensibles el bien y el mal. El hombre, desde entonces, puede escoger. El desenvolvimiento del libre albedrío acompaña el de la inteligencia y aumenta la responsabilidad de los actos.”
b) - ¿Cómo es, en este caso, qué muchas veces, sucede ser los pueblos más instruidos los más pervertidos también?
El progreso completo constituye el objetivo. Los pueblos, sin embargo, como los individuos, sólo paso a paso lo alcanzan. En cuanto no se les haya desarrollado el sentido moral, puede incluso ocurrir que se sirvan de la inteligencia para la práctica del mal.
Lo moral y la inteligencia son dos fuerzas que sólo con el tiempo llegan a equilibrarse.”

Delante de tan oportunos e importantes esclarecimientos, concluimos fácilmente que el fenómeno actualmente presentado en el Globo Terráqueo deja de ofrecer dificultades de apreciación y entendimiento.

El verdadero progreso de un pueblo, de una nación se estribaría necesariamente en sus conquistas morales e intelectuales y, cuando tal no se verifica, se presentan anomalías en el seno de las colectividades, en forma de convulsiones de toda especie.
Teniendo en cuenta que esas ponderaciones se aplican a todos los pueblos, se desprenderá de ahí el lastimoso aspecto que ellos nos presentan, por efectos de los desvaríos del Hombre que envileció su propia conciencia y su sentido de responsabilidad, dando a los descubrimientos científicos una aplicación para la guerra, como si el exterminio fuese ley de Muerte para la Vida.

Sobre la Civilización, veamos aun, en El Libro de los Espíritus, la pregunta 793 y su respectiva respuesta:

¿Por qué indicios se puede reconocer una civilización completa?
“La reconoceríais por el desarrollo moral. Creéis que estáis muy adelantados, porque habéis hecho grandes descubrimientos y obtenido maravillosas invenciones; porque os alojáis y vestís mejor que los salvajes. Todavía, no tendréis verdaderamente el derecho de deciros civilizados, sino cuando de vuestra sociedad hubieseis barrido los vicios que la deshonran y cuando vivierais como hermanos, practicando la caridad cristiana. Hasta entonces, seréis sólo pueblos esclarecidos, que han recorrido la primera fase de la civilización.” 

Ante tales afirmaciones, emanadas de Espíritus sublimes, fundadas por el consenso de la lógica, nos resta solamente confesar que lejos estamos de las verdaderas metas de la Civilización, de aquella que ha de imperar en el futuro, como de la regeneración del Planeta.


A nosotros, espíritas, compete el deber inalienable de, a la luz del Evangelio de Jesucristo, luchando por la implantación de los principios cristianos, acrisolar virtudes y huyamos a las esdrújulas fórmulas de renovación calcadas en extremismos de violencia, consciente de las luminosas palabras de André Luiz: “El hombre renovado para el Bien es la garantía sustancial de la felicidad humana.”

-Iaponan Albuquerque da Silva- Fuente: Revista Reformador – non/2001

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" La sabiduría superior tolera, la inferior juzga; la superior alivia, la inferior culpa; la superior perdona, la inferior condena. Tiene cosas que el corazón solo habla para quien sabe escuchar."
- Chico Xavier -

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La inmortalidad del Espíritu y la reencarnación


Hace algunos  días, recibimos un e-mail con el título “Entendiendo la muerte”, que decía así:
Nadie quiere morir, ¿no es así? Hasta un suicida o enfermo terminal desea vivir, sin embargo, con calidad. Eso es lo que existe de más intrínseco en nuestro corazón: el deseo de vida. Ya decía el dictado popular: "Si la muerte es descanso, prefiero vivir cansado". ¿Pero qué ocurre en la muerte? Existe vida además del túmulo? Brasil es un terreno fértil para creencias basadas en la comunicación con los espíritus y en la reencarnación. Investigaciones indican que un 80% de las personas creen que el espíritu va para algún lugar después de la muerte y 69% piensan que los muertos "buenos" están en un paraíso, al lado de Dios. Ahora, si las personas no mueren como dicen algunos, pero quedan reencarnando y van para el paraíso, ¿por qué todos tienen miedo de morir? Por qué la muerte causa tanto temor?

La Biblia enseña que solo Dios es inmortal (1 Timoteo 6:14-16).

La creencia en la inmortalidad del alma surgió de la primera mentira en la Tierra, dicha por el Diablo, el padre de la mentira (Juan 8:44). Él usó la serpiente como médium y dijo a Eva: "Ciertamente no moriréis" (Génesis 3:4). Tal declaración fue totalmente contraria con lo que Dios dijo: "Ciertamente moriréis" (Génesis 2:17).

Como vimos en las preguntas de este estudio, para entender la muerte necesitamos saber primero lo que es la vida. Según Génesis 2:7, la vida es: POLVO DE LA TIERRA + ALIENTO DE VIDA = ALMA VIVIENTE. La Biblia dice que, en la muerte, ocurre un proceso inverso al de la creación de la vida (Eclesiastés 12:7), el alma muere, o sea, el ser humano muere (Ezequiel 18:4). Entonces el alma no es una entidad extracorpórea.

La palabra traducida por aliento o espíritu, en el texto hebraico es ruach y en el griego es pneuma. Esos términos pueden significar "viento", "soplo", "aliento", "temperamento", "coraje" o “respiración", inclusive de animales. En el que se refiere al hombre, jamás en la Biblia las palabras pneuma y ruach denotan una entidad inteligente, con existencia fuera de un cuerpo físico.

La Biblia no apoya la idea de la reencarnación, pues "a los hombres está ordenado morir una sólo vez, viniendo tras eso el juicio" (Hebreos 9:27).

En más de 50 versículos, la Biblia compara la muerte a un sueño (Salmos 88:10-12; 115:17; 146:3, 4; Isaías 38:18, 19). El propio Jesús dijo que Lázaro estaba durmiendo (Juan 11:11-14).

Algunos cristianos interpretan erróneamente a Lucas 23:42,43, cuando Jesús dice al ladrón en la cruz: "En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso." Según ellos, el ladrón fue para el cielo aquel día, comprobando así, la vida después de la muerte. En el texto original, sin embargo, no existe la palabra "que". Ella fue añadida por el traductor para dar sentido al texto. En el griego antiguo, no existía coma o punto. Por eso, cabe al traductor escoger en que lugar de la frase colocará la coma. Siendo así, el mejor sentido del texto es: "En verdad te digo hoy, estarás conmigo en el paraíso". Eso es porque el texto de Juan 20:17 nos muestra que Jesús y el ladrón no fueron para el Cielo aquel día. De ese modo, percibimos que el texto no enseña que recibimos la recompensa inmediatamente después de la muerte, pero sí, a la vuelta de Jesús (Apocalipsis 22:12). (Texto del email que nos fue enviado el día 11 de junio de 2015, a las 12:27 PM.)

Samuel y Elias reaparecieron vivos después de haber muerto

Bien, en relación a la muerte, sabemos que además del cuerpo físico tenemos un Espíritu inmortal, y que este, cuando estamos en el cuerpo de carne, es llamado alma.

La ciencia nos demuestra que aquello que llamamos “muerte” es solamente la cesación del funcionamiento de órganos vitales necesarios al mantenimiento de la vida de nuestro envoltorio corporal.

En el Viejo Testamento, en 1Sm 28, 7-15, gracias a la pitonisa de En-Dolor (o Endor en la versión católica), Samuel, ya muerto, aparece al rey Saúl. Es claro: es su Espíritu que se hace visible, demostrando así que está vivo.

Ya en la Nueva Alianza, más exactamente en Mt 17,1-13, Jesús con sus discípulos Pedro, Santiago y Juan, subiendo el monte Tabor, se encontraron con Moisés y Elías que ya habían muerto. Delante de ese episodio bíblico, queda comprobada la vida después de la muerte.

Para la pregunta: "¿existe vida más allá de la tumba?", si respondiéramos esa indagación como espírita que somos, diríamos que SÍ, y citaríamos las colonias espirituales narradas en el libro "Nuestro Hogar", que fue psicografiado por el médium minero Francisco Cândido Xavier y dictado por el espíritu André Luiz; sin embargo, para los fundamentalistas, sólo mencionaremos la Biblia y la parábola del "Rico y Lázaro", que fue contada por Jesús y está en Lc 16,19-31, la cual comprueba indudablemente la supervivencia después de nuestro pasaje aquí por este orbe.

Esa conversación de: “si hiciera el bien va para el Cielo, el malo para el Infierno”, para algunas personas, prueba la vida después de la muerte. Sin embargo, a la vez, vemos que esta es una historieta para dar miedo a los niños. En cuanto al argumento de que “el Cielo queda encima y el Infierno abajo”, el mismo no es válido. Sabemos que nuestro planeta es redondo, y a través del movimiento de ROTACIÓN, aquello que está encima, 12 horas después está abajo. Por otro lado, la Ciencia ya escudriñó el subsuelo y comprobó que en el nada fue encontrado.

El Cielo no es un lugar, sino un estado de espíritu


Dirán algunos: “¡Pero la creencia en el Cielo y en el Infierno es bíblica!” Responderemos a esos: También leemos en la Biblia: Lc 17,20-21: “Siendo Jesús preguntado por los fariseos sobre cuándo vendría el reino de Dios, les respondió: El reino de Dios no viene con apariencia exterior; ni dirán: ¡Helo aquí! o: ¡Helo allí! pues el reino de Dios está dentro de vosotros”. Bueno, en algunas Biblias, en vez de leer la palabra "dentro", se lee "entre", pero en ambos casos vemos que "el reino de Dios " o, como quieren unos, “el Cielo”, realmente no es un lugar circunscrito, y sí un estado de espíritu. Bien, podemos afirmar seguramente que, como el cielo, el Infierno igualmente lo es.

En muchos casos, oímos por ahí el siguiente diálogo: “¿Cómo está su vida?” “¡Una maravilla! ¡Un mar de rosas! ¡Un cielo esplendoroso!” O: “¿Cómo está su vida?” “¡Una droga! ¡No podría estar peor! ¡Un verdadero infierno!” Pues bien, eso confirma las palabras de arriba.

Más adelante, la Biblia, en Ju 6,63, nos muestra que nuestra carne, la cual es la indumentaria del Espíritu, no tiene valor, por lo tanto es en el Espíritu donde que debemos buscar la importancia de nuestra vida. En la misma obra literaria el apóstol Juan nos habla claramente que Dios es Espíritu (Ju 4,24). He ahí nuestra semejanza con el Creador, pues también somos Espíritus y lo seremos siempre, sea viviendo en la carne o fuera de ella.

Aún en ese nos es dicho, en Lc 20,27-38, que algunos saduceos, hablando sobre la situación de una mujer que se habría casado con siete hermanos, preguntaron al Divino Rabí de cuál de ellos ella sería esposa cuando ocurriera la resurrección de los cuerpos. Les dijo Jesús de forma clara que solamente se casan aquellos que aún están vinculados a un cuerpo físico. Sin embargo, los que ya se encuentran en el Plano Espiritual no se unen maritalmente, por ser esa unión algo que ocurre estrictamente entre seres unidos a la materia. Además, si Dios es Dios de vivos (Lc 20,37-38), entonces todos los que murieron físicamente continúan, en el otro lado de la vida, espiritualmente vivos. Fue lo que Jesús quiso decir en ese pasaje citando a Abrahám, Isaac y Jacob, que ya habían muerto, como estando plenamente vivos. Esto queda claro cuando Jesús nos habla en Lc 20,38: “Ahora, Dios no es Dios de muertos, sino de vivos; porque para Él viven todos”. O sea, todos los encarnados y desencarnados.

Esteban rogó a Jesús que recibiese su Espíritu

En el Gólgota, en la conversación que Jesús tuvo con el “buen ladrón”, no nos interesa si existía o dejaría de existir la palabra “que”, no nos cabe saber donde la coma debe estar, ni mucho menos cuando él fue para el Paraíso. Lo que nos importa es que el Sublime Maestro lo llevó para el Paraíso. No viene al caso si fue hoy, mañana, de aquí a 5, 10, 15, 20, 50, 100, 200, 500 o 1000 años, lo que demuestra que existe vida después de la muerte es que Jesús lo llevó.

Esteban, uno de los mártires del Cristianismo, en el auge de la lapidación a que fue condenado por el Sanedrín, “en oraciones” rogó al Divino Jardinero que recibiera su Espíritu tras su expiración que se aproximaba acelerada (At 7,59). Esa petición sólo se justifica si el moribundo vislumbrase una continuación de la vida.

Hay igualmente aquellos que se apoyan únicamente en las Escrituras Sagradas para afirmar que la INMORTALIDAD es solamente atribuida a la Divinidad Mayor (1Tm 6,14-16). A los mismos, corroboramos inapelablemente que esos individuos, afirmando eso, están rebajando al Creador a la estatura moral del hombre. “¿Cómo es así?” - preguntarán algunos. Explicamos: hoy, la física cuántica, no trabaja más con la hipótesis de un Universo, sino de Multiuniversos. Basta que usted lea autores como Marcelo Gleiser(1). En consonancia con la Ciencia, el Universo tiene un formato cilíndrico y fue formado hace aproximadamente 15 mil millones de años. Eso supone que tenemos más o menos 200 mil millones de galaxias. Una de esas es la nuestra, la “Vía Láctea”, la cual no es considerada grande, porque posee únicamente 100 mil millones de estrellas, y el Sol, que preside nuestro sistema planetario, es una de las menores. Él, el Sol, tiene 8 o 9 planetas que giran en torno a él; uno de ellos, el planeta Tierra, es uno de los que posee menos masa, y es en el que vivimos. Resumiendo: la Tierra es un planetita, que gira en torno a una estrellita, que integra un grupo de 100 mil millones de estrellas, componiendo una galaxia, entre cerca de 200 mil millones de galaxias en uno de los Universos posibles.

¡Vean como nosotros somos importantes! ¡Y hay gente que cree que Dios hizo todo eso solamente para que nosotros existamos! ¡Eso que es un Dios inteligente! ¡Que entiende muy bien de la relación de “coste y beneficio”! ¡Hizo mil millones de estrellas, galaxias, sólo para que nosotros existamos!.............


Pablo declaró a los filipenses que morir es una ventaja

¿Y qué tiene todo eso que ver con la Biblia, más exactamente con 1Tm 6,14-16, o sea que sólo el Altísimo tiene la inmortalidad?” - indagarán muchos.

Bien, cuando lo “apóstoles de los gentiles” escribió la referida epístola a Timoteo, la Ciencia no tenía el conocimiento del Universo que tiene actualmente. Entonces, cuando vayamos a interpretar la Biblia tenemos que adaptar sus escritos a nuestros tiempos. De lo contrario, si siguiéramos el lado “invidente de la letra”, estaremos, como mínimo, rebajando al Creador a la estatura del hombre, y del hombre antiguo.

Creemos que este hecho descrito en 1Tm 6,14-16, o sea, que sólo Dios es inmortal, no es verídico; pues, si así fuera, ¿por qué entonces San Pablo, en carta a los Filipenses, en el 1º capítulo, en el 21º versículo, afirma que “morir sea un logro”?

Otra cosa: hablan que la Biblia no apoya la idea de la reencarnación, y citan Hb 9,27: "a los hombres está ordenado MORIR  sólo una vez, viniendo tras eso el juicio". ¡Pero está claro! En una determinada existencia el hombre muere solamente una vez; ahí, reencarna y muere nuevamente; y así sucesivamente, hasta alcanzar la categoría de los Espíritus Puros. Sería contrario a la reencarnación si Hb 9,27 hablara: "a los hombres está ordenado VIVIR una sóla vez”. ¡Pero no es de esa forma! Entonces, ese versículo no habla contra las vidas múltiples y tampoco es contrario a la vida después de la muerte, como quieren los antiespíritas.

Todo nos lleva a creer que el Espíritu sea inmortal. Y que, ya que fuimos agraciados con la inmortalidad, nos parece lógico evolucionar vida después de la vida. De esa forma también queda corroborada la reencarnación.

Concluimos haciendo una pregunta al autor del e-mail mencionado en el preámbulo de este texto. Según él, no existe “vida después de la muerte” y mucho menos las “existencias múltiples”. Caso eso sea verdad, indagamos: ¿por cuál motivo tenemos que hacer el bien?


(1) Marcelo Gleiser (Río de Janeiro, 19 de marzo de 1959) es un físico, astrónomo, profesor, escritor y guionista. Conocido en los Estados Unidos por sus lecciones e investigaciones científicas, en Brasil es más popular por sus columnas de divulgación científica en la Hoja de S. Paulo, que es uno de los principales periódicos del país. Escribió siete libros y publicó tres coetáneas de artículos. Participó de programas de televisión en Brasil, Estados Unidos e Inglaterra. En 2007, fue elegido miembro de la Academia Brasileña de Filosofía. (Fuente: Wikipédia.) 

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                     EL AMANECER DEL AMOR

Cuando el día amanece y el sol comienza a clarear todo, las estrellas se apagan, una a una, los pájaros comienzan a cantar saludando la luz, toda la naturaleza despierta… Las flores se abren llenando el aire de perfume, los peces se dirigen a la superficie atraídos por la claridad, el viento aun está soplando frió, clareándolo todo, la mayoría de los humanos duermen aun. Algunos apenas se levantan muy a desgana, para cumplir el horario del trabajo. La rueda de la vida da una vuelta más y una nueva etapa se inicia…

   Muchos reciben este nuevo día con esperanza: van a reencontrar amores que partieron, van a festejar una victoria, van a realizar un sueño, van a cumplir una meta, están seguros de resolver un problema.

    Otros no tienen siquiera la voluntad de levantarse de la cama para enfrentar un día más, que sospechan y creen hasta que será igual que los anteriores, sin color, sin brillo, sin ninguna novedad. Se fuerzan a despertar, pero ya están sin esperanzas, ya no creen en la renovación traída por la propia vida, a cada instante. Son viejos en cuerpos que no siempre están gastados, son seres amargados que no aprendieron a amar las pequeñas cosas, como apreciar la belleza siempre presente en este planeta.

    ¡Feliz de aquel que saluda el nuevo día con esperanza! Que se entrega al flujo de los nuevos acontecimientos que no puede controlar, con confianza y tranquilidad, teniendo la seguridad de que siempre ocurrirá lo que sea mejor, incluso que eso no sea agradable.

   La paz viene de esta seguridad de que nunca se está sólo, de que formamos parte de un plan sabio y muy bien elaborado, de que un día todos llegaremos a sentirnos completamente felices, no importa cuanto tiempo lleve esto.

    Partir es también llegar a algún lugar. Cuando perdemos alguna cosa, alguien está ganando y cuando sonreímos, muchas veces hacemos a alguien llorar. En la relatividad de las cosas está todo lo bailado de la vida, donde estamos siempre moviéndonos para algún lugar, donde nuestros sentimientos siempre se modifican, ahora más alegres, ahora más tristes, sin que en la mayoría de las veces podamos comprender el porqué.

    En esta caminata, doblando esquinas, cruzando caminos, tropezando con espinos y a veces cayendo en agujeros, vamos viviendo, encontrando personas que nos ayudan, otras que nos acusan, algunas que abusan, otras que nos amparan, nos abrazan y nos aman.

    Lo importante es no desanimarnos nunca, no parar nunca. Es preciso continuar, no dejar de andar.

    La felicidad vive en el corazón que está en paz, que ama a todos y a todo, que sabe perdonar y, principalmente, que aprendió a esperar con confianza por días mejores.

   El acaso no existe, todo ocurre por una razón. Confiando en esto nos sentiremos fuertes y acogeremos lo nuevo como a una visita inesperada, pero bienvenida. Observaremos nuestros sentimientos delante del que nos llega, procuraremos aprender con todo lo que ocurre, pues aquí estamos en una escuela, donde muchas veces un segundo puede enseñar mucho más que una hora…

   ¡Los sueños, que los guardemos! Son estrellas que brillan e iluminan nuestras mentes. Cuando la tristeza por alguna razón llegara, acordémosno de ellos y dejemos que nos muestren como nuestro futuro será, ¡pues la tempestad ha de pasar!

Maria Cristina Fraga Tanajura
Texto Extraído de “CONSTRUYENDO LA VIDA” 

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