miércoles, 15 de junio de 2016

Conócete a ti mismo




  Utilidad providencial de la fortuna

Si la riqueza fuera un obstáculo absoluto para la salvación de los que la poseen, como pudiera inferirse de ciertas palabras de Jesús interpretadas según la letra y no según el espíritu, Dios, que la da, hubiera puesto en manos de algunos un instrumento de perdición sin recursos; idea que repugna a la razón.

La riqueza es, sin duda, una prueba muy resbaladiza, más peligrosa que la miseria por sus consecuencias, por las tentaciones que da, y la fascinación que ejerce, es el supremo excitante del orgullo, del egoísmo y de la vida sensual; es el lazo más poderoso que une al hombre a la tierra y que desvía sus pensamientos del Cielo; produce tal vértigo, que se ve muchas veces que el que pasa de la miseria a la fortuna olvida muy pronto su primera posición a los que le han protegido y a los que le han ayudado, y se vuelve insensible, egoísta y vano.

Pero de que haga el camino difícil, no se sigue que lo haga imposible y que no pueda haber un medio de salvación entre las manos de aquel que sepa servirse de ella, así como ciertos venenos pueden volver la salud si se emplean a propósito y con discernimiento.

Cuando Jesús dijo al joven que le preguntaba sobre los medios de ganar la vida eterna: “Vende cuanto tienes, dalo a los pobres y sígueme”, no entendió sentar en principio absoluta que cada uno debe despojarse de lo que posee, y que la salvación sólo se alcanza a este precio, sino manifestar que el “apego a los bienes terrestres” es un obstáculo para la salvación. Aquel joven, en efecto, se creía en paz porque había observado ciertos mandamientos, y sin embargo, retrocede ante la idea de abandonar sus bienes. Su deseo de obtener la vida eterna, no es tan grande que quiera hacer este sacrificio. La proposición que le hizo Jesús era una prueba decisiva para poner en claro el fondo de su pensamiento; podía, sin duda, ser un perfecto hombre de bien según el mundo, no hacer daño a nadie, no murmurar de su prójimo, no ser vano ni orgulloso, honrar a su padre y a su madre; pero no tenía la verdadera caridad porque su virtud no llegaba hasta la abnegación. Esto es lo que Jesús quiso demostrar haciendo una aplicación del principio, “Sin caridad no hay salvación”.

La consecuencia de estas palabras tomadas en su acepción rigurosa, sería la abolición de la fortuna como perniciosa a la felicidad futura y como origen de una multitud de males en la Tierra; sería, además, la condenación del trabajo que puede procurarla, consecuencia absurda que conduciría al hombre a la vida salvaje, y que por lo mismo, estaría en contradicción con la ley del progreso, que es una ley de Dios. Si la riqueza es el origen de muchos males, si excita tantas malas pasiones y si provoca también tantos crímenes, no debe culparse a la cosa, sino al hombre que abusa de ella, como abusa de todos los dones de Dios; con el abuso hace pernicioso lo que podría serle más útil, lo cual es consecuencia del estado de inferioridad del mundo terrestre.

Si la riqueza debiera haber producido el mal, Dios no la hubiera puesto en la tierra; al hombre toca el hacer salir de ella el bien. Si no es un instrumento directo del progreso moral, es, sin contradicción, un poderoso elemento de progreso intelectual. En efecto, el hombre tiene por misión trabajar para la mejora material del globo; debe desmontarlo, sanearlo y disponerlo para que un día reciba toda la población que corresponde a su extensión; para alimentar a esa población que crece sin cesar, es preciso aumentar la producción; si la producción de una comarca es insuficiente; es necesario buscarla más lejos. Por esto mismo las relaciones de pueblo a pueblo se hacen necesarias, y para hacerlas más fáciles, es menester destruir los obstáculos materiales que los separan y hacer las comunicaciones más rápidas.

Para los trabajos que son obra de los siglos, el hombre ha tenido que sacar los materiales hasta de las entrañas de la tierra; ha buscado en la ciencia los medios de ejecutarlos con más seguridad y con más rapidez; pero para llevarlos a cabo, le son necesarios los recursos. La necesidad le ha hecho crear la riqueza, como le ha hecho descubrir la ciencia. La actividad indispensable para estos mismos trabajos aumenta y desarrolla su inteligencia, y esta inteligencia, que al principio se concentra en la satisfacción de sus necesidades materiales, le ayudará más tarde a comprender las grandes verdades morales. Siendo la riqueza el primer medio de ejecución, sin ella no habría grandes trabajos, no habría actividad, no habría estimulante, no habría descubrimientos. Con razón, pues, está considerada como un elemento del progreso.

Allan Kardec

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       CONÓCETE A TI                          MISMO

La máxima "conócete a ti mismo", inscrita en el templo de Apolo, en Delfos, ha trascendido el paso de los siglos con la finalidad de alertar a los hombres acerca de la necesidad del autoconocimiento. Los filósofos griegos consideraban que el objetivo más elevado del ser humano consistía en conocerse a sí mismo: saber sobre su origen, descubrir quien era, cual habría de ser su destino  futuro, puesto que la vida solo tendría razón de ser, en la medida en que hubiese sido suficientemente analizada y comprendida. Tomaban ellos con mucha seriedad los estudios relativos al "quién soy", "de donde vengo", "hacia donde voy", al punto que Sócrates, el padre de la filosofía griega, permanecía durante horas en estado de recogimiento interior, en busca del autoconocimiento. Esas indagaciones filsóficas continúan vigentes y toda via siguen siendo motivo de honda  preocupación para las personas, en la edad contemporánea.
Abraham Lincoln, afirmaba asimismo que "si ante todo, pudiéramos saber donde estamos y hacia donde nos dirigimos, tendríamos una noción en cuanto a qué hacer y estaríamos en condiciones de decidir la mejor manera de hacerlo". La desorientación del indivíduo se debe precisamente a la carencia de conocimiento acerca de sí mismo y de su destino futuro. La angustiosa situación motivada por la ignorancia de "quien soy", ha dado lugar a muchos de los actos imprudentes del alma humana. De modo que esa es la primera cuestión que nos conviene analizar. Según los filósofos del pasado, mientras no obtuviéramos una respuesta satisfactoria a ese acuciante tema, la vida no tiene ningún sentido. Sin embargo la vida tiene un sentido muy importante y de él vamos a ocuparnos . Es suficiente con que conozcamos de nosotros un poco más y hallaremos una motivación para la vida.
  La norma que había sido predicada por Sócrates, fue posteriormente adoptada por San Agustín para responder a la pregunta 919 del Libro de los Espíritus. Allan Kardec había consultado acerca del recurso práctico más eficaz,al alcance del hombre, para superarse y vencer las solicitudes del mal. La contestación recibida fue concisa y elocuente: " Un Sabio de la Antigüedad lo dijo: Conócete a ti mismo. Notemos que el medio práctico de mayor eficacia para que el hombre se supere y a la vez resista el mal, es el auto-conocimiento, es decir, conocerse en profundidad, saber quién es, cuales son sus obligaciones en relación consigo mismo y con la sociedad donde trabaja. Necesita estudiar para adquirir mayor conocimiento sobre sus emociones y sentimientos, sobre su psiquis y sobre como realizar las transformaciones necesarias en su vida. Hay un párrafo complementario de la respuesta mencionada donde se afirma que el conocimiento es la llave que abre la puerta del progreso individual, o lo que es lo mismo, del perfeccionamiento moral de la humanidad. Ese argumento conjuga sabiduría con claridad, puesto que los actos de barbarie e insanía siempre han estado teñidos con el color de la ignorancia.
La maldad, al igual que el sufrimiento, es una consecuencia de la ignorancia del hombre en cuanto a las leyes que rigen la estructura individual y colectiva de la humanidad. . Al respecto, William Bennet planteaba lo siguiente: "¿Por qué motivo deberíamos ser criaturas morales?, ¿Cual es el beneficio que en última instancia eso representa?, ¿Qué tienen que ver las virtudes con nuestro lugar en el universo?. Responder todas estas cosas es propósito de las enseñanzas de ls Espíritus.

Jason de Camargo
EDUCACIÓN DE LOS SENTIMIENTOS

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