lunes, 13 de junio de 2016

¿ Reencarnación o Resurección?





Análisis de la violencia
Queridos amigos, hola buenos días, despertando para la vida orgánica, despertamos también para las diversas situaciones que se dan en el día, pidamos a Dios con fervor, la luz y el esclarecimiento suficiente para saber actuar como es debido en esas situaciones y no tener que lamentar a la noche, cuando examinemos nuestras acciones del día, el haber obrado indebidamente.
La violencia y la agresividad están generalizadas, hoy en día, por todas partes, en las más sencillas familias, en los grupos más serios y formales, en todas partes, surge el violento que rompe con las reglas del buen vivir.
Todos pensamos que son seres rebeldes y que como fieras, hemos de apartar de la sociedad, nos gusta dar una buena imagen, ser precavidos, y vamos a la procura de un mundo mejor, pero para ello, todos tenemos que poner de nuestra parte.
El violento lo es porque hay algo que lo incomoda, que lo altera y que lo saca de quicio, y cabe al humilde procurar no violentarle, por el contrario adivinar y esmerarse en la forma de cómo tratarle para que lejos de alterarse, se calme encuentre el lenitivo para que no sufra su espíritu, que la mayoría de las veces, es portador de enfermedades adquiridas en el pasado, donde sufrió el asedio de otros espíritus, y la forma de defenderse es la agresividad, es un escape para su alma que no puede soportar con normalidad lo que le revela, le altera.
La gente está llena de frustraciones, miedos, rencores, envidias, celos... y todo ello les produce un carácter violento, a veces poco distinguible, a veces confundido entre una maraña de contenciones sociales o morales, que explotan cuando menos espera. Violencia y ceguera, la de la ignorancia, pero no la ignorancia del simple, del que es campechano y tiene poca ciencia, sino la ignorancia del que se cree valedor, inteligente, con razón. Esta ignorancia del orgulloso es terrible, carga de odio y violencia todo aquello contra todo aquello que es diferente o que le discute o que no se doblega a su ego.
El hombre es violento en todas partes, en casa, en el trabajo, en el instituto, en los centros comerciales, en la calle, en los medios de transportes, en sus iglesias, en su creencias, en la política, todos sus actos están cargados sino siempre en dados momentos de violencia. Generalmente la violencia se muestra en arrebato, violencia en ataques, y violencia enquistada, como una peste y contagiosa habitualmente.
La violencia puede ser combatida, todos podemos hacer a nuestro alrededor un mundo mejor, y es aprendiendo a amar a nuestros semejantes, sobre todo aquellos que nos alteran, que nos sacan de quicio con su forma de actuar, si aprendemos a ser tolerantes con ellos, la violencia para con ellos desaparece, recordando las palabras de Cristo “Si ninguna piedra que te lancen llega hacerte herida” .
Las semillas de la violencia se siembran y cultivan en la infancia, se desarrollan durante la adolescencia y empiezan a dar sus frutos malignos pronto en la edad adulta. La experiencia que más nos predispone a recurrir a la agresión despiadada es haber sido repetidamente objeto o testigo de crueldades durante los primeros quince años de la vida.
En nuestros días, la violencia es uno de los problemas más preocupantes, aunque en realidad bien es verdad que, que la búsqueda de la convivencia pacífica es una característica natural que abunda en los seres humanos y que nos ayuda a sobrevivir, a evolucionar y a mejorar nuestra esperanza y calidad de vida. Ninguna sociedad puede perdurar sin que sus miembros estén continuamente ayudándose unos a otros.
Esta grave dolencia humana, en general, está disminuyendo. Nadie que se tome la molestia de examinar los índices de violencia en los últimos 70 años podrá evadir el hecho cuantificable de que en la actualidad está menos extendida que nunca. Este dato reconfortante se debe a que la posición de los niños en la sociedad ha mejorado radicalmente, la mujer en un gran número de naciones ha dejado de ser una propiedad del hombre, y las democracias han proliferado. Un aviso: es importante no confundir las noticias de sucesos aberrantes que plagan los medios de comunicación –conscientes de nuestra proverbial atracción por las historias de tragedias– con la vida cotidiana.
Procuremos en la parte que nos corresponde ser bondadosos, hagamos de nuestro mundo, un mundo mejor, ya con eso contribuiremos al bien general, pues estemos convencidos que el mejor emprendimiento al que podemos contribuir es a la procura del bien común.
Amigos os deseo un feliz martes con mucho amor y cariño

Merchita

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LÁGRIMAS DE DECEPCIÓN
Factores limitantes: Mi marido es incapaz de asumir responsabilidades para con la familia y vivimos en un ambiente de mucha hostilidad. Constantemente somos amenazados y agredidos sin ninguna razón. Durante años hago de todo para ayudarlo; ¿Cómo puede el tratarnos de esa manera? Él es intolerante y riguroso, nunca respeta la opinión ajena, estoy sumergida en sentimientos de auto piedad, decepción, resentimiento, vergüenza y, al mismo tiempo, impotencia. Sé que ante insultos y ofensas es preciso perdonar, sin embargo no lo consigo.

Expandiendo nuestros horizontes :
Sé que su corazon pide, entre lágrimas de decepción, un alivio para su conflicto. La solución, invariablemente es – perdonar.
Más el disculpar las ofensas no presupone pasividad, fuga u vivir en una eterna auto piedad.
Perdonar es la comprensión de que, para enfrentar actitudes perturbadas o estructuras desajustadas, no precisa la criatura estar llena de odio, más si comprometida con la paz. Es, esencialmente, una manera de mostrar el otro lado, quiere decir, no enfrentar al mal con el mal. El rencor abrigado en el corazon causa estados destructores en el ser humano; por tanto, rechace el aceptarlo como solución del problema.
El acto de perdonar no exige que usted ignore o niegue su amargura o cualquier otro sentimiento, ni implica que el agresor no deba ser responsabilizado por sus acciones-
Si usted se mantuviera inflexible en la sustentación de la rabia, se ligaría aún más a esa situación infeliz. Si no aprende a perdonar, estimulará circunstancias de opresión en las que vive agravándose. Se trata de la ley de acción y reacción.
Jesús, Maestro de la Vida Superior, que supuestamente fue ultrajado, no tuvo que perdonar. Quien ama verdaderamente jamás se siente ofendido. No le pido que se compare con Cristo o que se comporte como El, porque todos sabemos de la distancia evolutiva que existe entre nosotros y el Maestro. La invito apenas para que comprenda la enseñanza cristiana, a fin de que pueda superar las ofensas sin maltratarse. Las enseñanzas del Señor dicen que es indispensable esparcir la fragancia del perdón, aun mismo cuando es derramada sobre ingratos, pues ella siempre vuelve, en forma de ondas reconfortante, a la mente de quienes las emitió.
No olvide, sin embargo, que soportar de forma sumisa constantes abusos, decepciones y humillaciones puede abrir brechas para que la violencia ocurra con más facilidad. Aun mismo curada la herida, aún permanece la fragilidad de la cicatriz.
En el “Evangelio Según el Espiritismo” capitulo 12, ítem 8, afirma Kardec:
“El propio instinto de conservación, que es una ley natural, dice que no es preciso extender benevolencia a exponer el cuello al asesino. Por estas palabras, por tanto, Jesús no prohibió la defensa, más si condenó la venganza.”
De la sumisión a su sensibilidad, que se encuentra en régimen de esclavitud, y no finja más que todo está bien. En verdad, usted está viviendo hace años una relación turbulenta.
Haga un auto cuestionamiento para ampliar su conciencia. Si usted vive en ese drama, es porque usted misma contribuye para permanecer en el.
La vergüenza está ligada a la falta de límites. Si usted está avergonzada es porque permite que personas invadan o violen sus sentimientos.
Tal vez usted precise comprender sus derechos y cuidar más de sí misma. No adelanta nada llorar; desenvuelva la autoestima y tendrá un nueva visión de su problema familiar.
Decir si cuando se quiere decir no es desvalorizar sus sentimientos. Si sus límites fueron ignorados por los otros, probablemente ellos no van a respetarla. Cuando expresamos con sinceridad lo que sentimos y deseamos hacer, no precisamos quedar eternamente acomodando las situaciones.
Usted puede querer esconder todo aquello que le está aconteciendo, eso es una característica comportamental que se desenvuelve cuando se convive con criaturas problemáticas. Por tanto, usted puede estar:
Disfrazando el miedo en el que vive, por estar siendo amenazada constantemente; no demostrando la vergüenza que siente, por no querer ser maltratada ante los otros; encubriendo los hechos groseros con el manto de la disculpa amenazadora, para no tener conciencia de la extensión de las agresiones vivenciadas; renunciando a sus derechos legítimos, porque ve los derechos de los otros como superiores a los suyos; defendiendo los actos hostiles de parientes, para no ser interpretada como insensible o desalmada.
Perdonar es diferente de enmascarar la realidad. En cualquier relacionamiento familiar, la confianza es esencial, así como la capacidad de ser honesto consigo mismo y con los otros. Donde no se comparte los sentimientos y las emanaciones no puede existir confianza.
Es preciso entender que perdonar no significa aceptar la brutalidad de alguien.
Perdonar, en muchas ocasiones, quiere decir.
Tomar una actitud. Liberarse del resentimiento o del odio, para que ellos no se materialicen en su interior, trayéndole dolores y desequilibrios, tanto externos como y sobre todo internos.
Los primeros cristianos designaron las rosas rojas como símbolo del dolor de los mártires, al paso que las rosas blancas siempre estuvieron asociadas a la pureza y a la dulzura.
Las rosas rojas representan sentimientos ultrajados y las blancas; moderación, auto estima y dignidad.
Mezcle las rosas y regáleselas a sí misma en un bello ramo. La unión de esas dos tonalidades le dará las medidas esenciales que van a asegurar su crecimiento en el amor y, también, su sobrevivencia, honradez y respetabilidad.
Convivir y mejorar.- FRANCISCO DO ESPÍRITO SANTO NETO dictado por los Espíritus LOURDES CATHERINE y BATUÍRA Traducido por M. C. R
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¿Reencarnación o 
Resurección?
Este dilema ha sido un escollo insalvable entre diferentes religiones que por él se han dado la espalda mutuamente, sin embargo, nosotros solo vamos a hacer un somero análisis de los mismos para ver si vislumbramos la verdad de esta cuestión, que es lo que de verdad nos importa. La Reencarnación es un fenómeno natural y cotidiano tanto como lo es también el fenómeno contrario: La desencarnación,. La reencarnación es consecuente con la Ley de Evolución, por la cual los seres espirituales regresamos repetidas veces a la vida física, en nuevos cuerpos físicos y bajo nuevas personalidades humanas, a fin de adquirir las necesarias experiencias que nos permitan evolucionar en nuestra parte espiritual. La Resurección, en lo que se refiere al cuerpo físico, es una antigua idea judeo-cristiana procedente del primitivo pueblo hebreo, que a la idea que hoy llamamos reencarnación le llamaban ellos resurrección, como vuelta a la vida física de nuevo. Pero esto se tergiversó y se tradujo como la vuelta a este mundo, pero con el mismo cuerpo que ya se tuvo y que murió; por tanto, para regresar a este mundo con el mismo cuerpo tendría necesariamente que resucitar antes volviendo a la vida en los despojos que formaron su cuerpo que tuvo antes de la muerte del mismo. Evidentemente, hay que señalar que el concepto de la resurección, tal como lo admite y enseñan las religiones cristianas, solamente supone un mito religioso y un disparate desde cualquier punto de vista, porque no puede existir como tal, ya que una vez que se consuma la muerte de la persona, y se cortan los lazos energéticos que mantenían unido al Espíritu con su cuerpo, el Ser se encuentra libre en un espacio no físico, y el cuerpo carnal abandonado comienza inmediatamente el natural proceso de disgregación celular y de descomposición, con la reintegración de sus elementos a la tierra, de donde una vez salieron, porque ya no hay en el cadáver ningún elemento de cohesión celular porque ya no hay ninguna energía vital; por lo tanto el fenómeno de la muerte cuando es real, una vez completado es absolutamente irreversible; de modo que así regresan los elementos que lo integraban, a la Naturaleza, pudiendo después pasar a formar parte con los elementos minerales que lo componen, de otros cuerpos vegetales, animales o humanos. La resurrección del cuerpo físico como tesis, plantea muchos problemas insolubles desde la razón y desde la lógica, por ejemplo, Cuando muere un niño pequeño, ¿Qué méritos o deméritos podría tener para un premio o un castigo eternos? Estos son algunos de los enigmas sin respuesta bajo la admisión del concepto resurreccionista. Sin embargo si con la palabra resurrección nos referimos a que el Ser espiritual tras la muerte del cuerpo resucita o despierta en el plano de existencia espiritual que llamamos “más allá”, va recobrando poco a poco sus normales facultades como Espíritu libre y después tendrá que regresar al mundo terrenal de nuevo para seguir experimentando, aprendiendo y evolucionando en otra nueva experiencia humana. Entonces el vocablo “Resurrección” adquiere otro sentido muy distinto al del concepto que se le ha atribuido. Además, la acepción normal que se le atribuye, de “resurrección de la carne”, o sea de la misma carne, resulta totalmente absurdo ante la razón y ante la ciencia, además de que ante un elemental sentido de la Justicia Divina ,sería aberrante la existencia de la resurrección de los cadáveres, si existiese, tal y como se entiende. En el ejemplo expuesto de la muerte de ese niño pequeño, sin embargo, también adquiere mayor sentido esa muerte prematura si consideramos que ha podido ser como prueba o castigo a sus padres, o bien porque el poco tiempo que ha vivido en esa vida es el tiempo que le faltó en otra anterior en la que murió prematuramente, tal vez por su decisión o irresponsabilidad.
- Jose Luis Martín -
***************************** “Jesús a Nicodemo: “ Os es necesario nacer de nuevo” - Evangelio Juan 3-7 -

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La caridad material y la caridad moral

 9. "Amémonos unos a otros y hagamos a los demás lo que quisiéramos que se hiciera por nosotros." Toda la religión, toda la moral, se encuentran encerradas en estos dos preceptos; si se siguieran en la Tierra, seríais perfectos; ya no habría odios ni disensiones; diré más; ya no habría pobreza, porque de lo superfluo de las mesas de los ricos se alimentarían muchos pobres y no veríais ya en los sombríos barrios que yo habitaba, durante mi última encarnación, a esas pobres mujeres llevando consigo a sus desfallecidos hijitos, faltos de todo.
¡Ricos! Pensad un poco en esto; ayudad en cuanto podáis al desgraciado; dad para que Dios os vuelva un día el bien que habréis hecho, para que encontréis al salir de vuestra envoltura terrestre, un acompañamiento de espíritus reconocidos que os recibirán en el umbral de un mundo más feliz. ¡Si pudieseis saber la alegría que tuve volviendo a encontrar allí a los que yo pude favorecer en mi última vida...!
Amad, pues, a vuestro prójimo, amadle como a vosotros mismos, porque ahora ya lo sabéis; ese desgraciado que rechazáis, quizá es un hermano, un padre, un amigo que rechazáis lejos de vosotros, y entonces, ¡cuál será vuestra desesperación al reconocerle en el mundo de los espíritus!
Deseo que comprendáis bien lo que puede ser la "caridad moral", la que todos pueden practicar, la que no "cuesta nada" material, y sin embargo, la que es más difícil de poner en práctica.
La caridad moral consiste en sobrellevarnos unos a otros, y es lo que menos hacéis en este mundo en donde estáis encarnados por el momento. Creedme, hay un gran mérito en saberse callar para dejar hablar a otro más ignorante, y esto es también una especie de caridad. Saber ser sordo cuando una palabra burlona se escapa de una boca acostumbrada a ridiculizar; no ver la sonrisa desdeñosa con que os reciben ciertas gentes, que muchas veces, sin razón, se creen superiores a vosotros mientras que en la vida espiritista, "la sola verdadera", les falta quizá mucho para alcanzaros; aquí tenéis un mérito no de humildad sino de caridad, porque el dejar de notar las faltas de otro, es la caridad moral.
Sin embargo, esta caridad no debe impedir la otra, pero sobre todo, pensad en no despreciar a vuestro semejante, acordáos de lo que ya os he dicho; preciso es tener presente que, en el pobre desechado, quizás rechazáis a un espíritu que os ha sido querido y que se encuentra momentáneamente en una posición inferior a la vuestra. He vuelto a ver a uno de los pobres de nuestra tierra a quien había podido, por mi dicha, favorecer algunas veces, y al que a mi vez "imploro ahora".
Acordáos que Jesús dijo que somos hermanos, y pensad siempre en ello antes de rechazar al leproso o al mendigo. Adiós, pensad en los que sufren y rogad. (Sor Rosalía. París, 1860.)
10. Amigos míos: he oído decir a muchos de vosotros: ¿Cómo puedo hacer yo caridad? muchas veces aun no tengo lo necesario.
La caridad, amigos míos, se hace de muchos modos; podéis hacer la caridad en pensamientos, en palabras, y en acciones. En pensamientos, rogando por los pobres desamparados que murieron sin que pudieran ver la luz; una oración de corazón les alivia. En palabras, dirigiendo a vuestros compañeros de todos los días algunos consejos buenos; decir a los hombres irritados por la desesperación, por las privaciones y que blasfeman del nombre del Todopoderoso: "Yo era como vosotros; yo sufría, era desgraciado; pero he creído en el Espiritismo, y mirad que feliz soy ahora". A los ancianos que os dirán: "Es inútil, estoy al fin de mi carrera y moriré como he vivido", decidles a estos: "Dios hace a todos igual justicia; acordaos de los trabajadores de la última hora". A los niños que viciados ya por las compañías que les rodean: vagan por las calles muy expuestos a caer en las malas tentaciones, decidles: "Dios nos ve, hijos míos", y no temáis en repetirles a menudo esas dulces palabras; ellas concluirán por germinar en su joven inteligencia, y en lugar de pilluelos, habréis hecho hombres honrados. También esto es una caridad.
Muchos de vosotros decís también: "¡Bah! somos tan numerosos en la tierra, que Dios no puede vernos a todos". Escuchad bien esto, amigos míos: ¿Cuando estáis en la cumbre de una montaña, acaso vuestra mirada no abraza los millares de granos de arena que la cubren? ¡Pues bien! Dios os ve del mismo modo; os deja vuestro libre albedrío, así como vosotros dejáis esos granos de arena ir a la voluntad del viento que los dispersa; sólo que Dios, en su misericordia infinita, ha puesto en el fondo de vuestro corazón un centinela y un vigilante que se llama "conciencia". Escuchadla; os dará buenos consejos. Algunas veces la embotáis oponiéndola al espíritu del mal; entonces se calla, pero creed que la pobre, abandonada, se hará oír tan pronto como la habréis dejado a percibir  una sombra de remordimiento.
Escuchadla, interrogadla, y muchas veces encontraréis consuelos en los consejos que os dé.
Amigos míos, a cada regimiento nuevo, el general entrega una bandera, y os doy esta máxima de Cristo: "Amáos unos a otros". Practicad esta máxima, agrupáos alrededor de este estandarte y recibiréis de El la felicidad y el consuelo.
 (Un espíritu protector. Lyon. 1810.) 

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO CAPÍTULO XIII INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS


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