MIEDO
La palabra miedo proviene del término latino metus. Se trata de una alteración del ánimo que produce angustia ante un peligro o un eventual perjuicio, ya sea producto de la imaginación o propio de la realidad.
El concepto también se utiliza para nombrar al rechazo o aversión que siente un individuo a que le pase algo malo u opuesto a lo que pretende para sí mismo y para sus seres queridos. Por ejemplo: “Cuando el ladrón sacó el arma, sentí mucho miedo”, “Nunca tuve tanto miedo como cuando leí, por primera vez, un libro de Stephen King”, “Me da miedo que el tío Ernesto no supere la operación”.
Puede decirse que el miedo resulta desagradable para quien lo padece. Esta emoción, sin embargo, también funciona como un método de supervivencia ya que pone en alerta a las personas y los animales frente a una amenaza. De esta manera, una cebra que siente miedo por los leones, huirá apenas advierta la presencia de su depredador. Algo similar hará un hombre que, al escuchar disparos, se pone a resguardo por miedo a resultar herido.
Aunque estamos hablando del miedo desde un punto de vista general, tenemos que ser conscientes que existen diversos tipos de él. Así, entre las clasificaciones más habituales nos encontramos con las siguientes:
Miedo a los cambios. Tanto las personas adultas como los niños pueden sufrir este pavor a modificar no sólo su rutina sino también su entorno. Esto se puede producir por culpa de un cambio de colegio, de trabajo, de ciudad, de amigos…
Miedo a la oscuridad. Si hay un pavor que sea muy propio de los más pequeños es este que puede producirse a raíz de pesadillas, de situaciones que se imaginen o de cuentos que les hayan asustado. En este caso, los niños que lo sufren es habitual que tengan que dormir con alguna luz encendida en su habitación.
Miedo a los animales. Todos podemos sufrir este miedo a los animales en general o a alguno en concreto. Lo mejor para superarlo es informarse bien de aquellos, de los peligros que pueden traer consigo y también de todo lo bueno que tienen.
Miedo a las tormentas. En la etapa infantil es cuando se produce más frecuentemente este pavor, no obstante, existen muchos adultos que siguen sufriéndolo y en concreto tanto a las citadas tormentas como a los propios truenos.
También podemos subrayar que existen otros tales como el miedo a la separación, los llamados “escolares” que son aquellos en los que se tiene pavor ante el fracaso o ante las actividades públicas, o bien los nocturnos.
El miedo produce cambios fisiológicos inmediatos: se incrementa el metabolismo celular, aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre y la actividad cerebral, así como la coagulación sanguínea. El sistema inmunitario se detiene (al igual que toda función no esencial), la sangre fluye a los músculos mayores (especialmente a las extremidades, en preparación para la huida) y el corazón bombea sangre a gran velocidad para llevar hormonas a las células (especialmente adrenalina). También se producen importantes modificaciones faciales: agrandamiento de los ojos para mejorar la visión, dilatación de las pupilas para facilitar la admisión de luz, la frente se arruga y los labios se estiran horizontalmente.
- Rey Formoso -
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Cuando tenemos claro quienes somos, nada ni nadie hará cambiar nuestras convicciones.....
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Perdón y olvido de las ofensas
14. ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano? Le perdonarás no siete veces, sino setenta veces siete veces. Aquí tenéis una máxima de Jesús que debe llamar vuestra atención, y hablar muy alto a vuestro corazón. Fijáos en esas palabras de misericordia dela oración tan sencilla, tan reasumida y tan grande en sus aspiraciones que Jesús da a sus discípulos, encontraréis siempre el mismo pensamiento. Jesús, el justo por excelencia, responde a Pedro: Tú perdonarás, pero sin límites; tú perdonarás siempre que ofensa tesea hecha; tú enseñarás a tus hermanos ese olvido de sí mismo que le hace invulnerablecontra el ataque, los malos procederes y las injurias; tú serás benigno y humilde decorazón no midiendo nunca tu mansedumbre; tu harás, en fin, lo que desees que el Padre celeste haga por tí; ¿ no tiene El que perdonarte muy a menudo, y cuenta, a caso, el número de veces que su perdón desciende a borrar tus faltas? Escuchad, pues, esa respuesta de Jesús y, como Pedro, aplicáosla; perdonad, sed indulgentes, caritativos, generosos y hasta pródigos de vuestro amor. Dad, porque el Señor os dará; perdonad, porque el Señor os perdonará; bajáos, porque el Señor oslevantará; humilláos, porque el Señor os hará sentar a su derecha.Id, amigos míos, estudiad y comentad estas palabras que os dirijo de parte de Aquél que desde lo alto de los esplendores celestes, tiene siempre la vista dirigida haciavosotros, y continúa con amor la tarea ingrata que empezó hace dieciocho siglos. Perdonad, pues, a vuestros hermanos, como tenéis necesidad de que os perdonen avosotros mismos. Si sus actos os han perjudicado personalmente, mayor motivo tenéis para ser indulgentes, porque el mérito del perdón es proporcionado a la gravedad del mal, yno habría ninguno en perdonar los daños de vuestros hermanos si sólo os hubiesenhecho pequeñas heridas.Espiritistas, no olvidéis nunca que tanto en palabras como en acciones, el perdónde las injurias no debe ser una palabra vana. Si os llamáis espiritistas, sedlo pues; olvidadel mal que os han podido hacer y no penséis sino en una cosa: el bien que podáis hacer.El que ha entrado en este camino, no debe separarse de él ni con el pensamiento, porque sois responsables de vuestros pensamientos, que Dios conoce. Haced, pues, que estén despojados de todo sentimiento de rencor; Dios sabe lo que mora en el fondo del corazón de cada uno. Feliz, pues, aquel que todos los días puede dormirse, diciendo:"Nada tengo contra mi prójimo". (Simeón, Bordeaux, 1862).
15. Perdonar a sus enemigos es pedir perdón para si mismo; perdonar a sus amigos es darles una prueba de amistad; perdonar las ofensas es reconocer que uno sevuelve mejor. Perdonad, pues, amigos míos, a fin de que Dios os perdone, porque sois duros, exigentes, inflexibles, y si además tenéis rigor por una ligera ofensa, ¿cómoqueréis que Dios olvide, cuando todos los días tenéis gran necesidad de indulgencia?¡Oh! desgraciado aquel que dice: "Yo no perdonaré nunca", porque pronuncia su propiacondenación. ¿Quién sabe, además, si descendiendo en tí mismo, no has sido tú elagresor? ¿Quién sabe, si en esa lucha que empieza por un alfilerazo y concluye por un rompimiento, tú empezaste por dar el primer golpe? ¿Si tal vez te ha escapado una palabra ofensiva? ¿Si no has usado de toda la moderación necesaria? Sin duda tu adversario no tiene razón en manifestarse demasiado susceptible, pero esto es una razón para que seas indulgente, y no merezca los reproches que le diriges. Admitamos que tú hayas sido realmente el ofendido en alguna circunstancia; ¿quién te dice que tú mismo no hayas envenenado el asunto con las represalias, y que hayas hecho degenerar en querella formal lo que fácilmente hubiera podido quedar en olvido? Si dependía de ti el impedir las consecuencias, y no lo has hecho, eres culpable. Admitamos, en fin, que no tengas ningún cargo que hacerte;entonces tendrás mucho más mérito si te muestras clemente.Mas hay que dos modos muy diferentes de perdonar: hay el perdón de boca y el de corazón. Muchas personas dicen que perdonan a su adversario, mientras que interiormente experimentan un placer secreto del mal que les sucede, diciendo para sí:esto es lo que él merece. Otros dicen "yo perdono" y añaden: "pero no me reconciliaré nunca; no lo volveré a ver en mi vida". ¿Acaso es esto el perdón según el Evangelio? No; porque, el verdadero perdón, el perdón cristiano, es aquel que echa un velo sobre lo pasado, el único que os será tomado en cuenta, porque Dios no se contenta con las apariencias; sondea el fondo de los corazones y los pensamientos más secretos; no se le contenta con palabras y vanos simulacros. El olvido completo y absoluto de las ofensas es propio de almas grandes; el rencor siempre es una señal de bajeza y de inferioridad. No olvidéis que el verdadero perdón se reconoce en los actos mucho más que en las palabras. (Páblo, apóstol, Lyón, 1861).
- El Evangelio según el Espiritismo-
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¿Dónde queda el Ser después de su desencarnación?
Tras la desencarnación definitiva, primeramente experimentan la experiencia de verse entrando , como absorbidos, por un oscuro “túnel” con luminosidad al final del mismo y seres queridos al otro lado le aguardan y le salen a recibir, pero también pueden permanecer antes de la experiencia del túnel, durante un tiempo sumidos en un estado mental de turbación o confusión, tratando de intervenir en el plano físico en donde tratan de hacerse notar entre los “vivos”, sin tener en cuenta que ellos ya no pertenecen a este mundo, por lo que difícilmente lo logran.
Pero no todos se quedan entre nosotros, pues tras un periodo corto de turbación más o menos leve, muchos se sienten atraídos inmediatamente, por Ley de Afinidad, al nuevo plano de existencia que les corresponde después del auto-juicio. Este alejamiento del ambiente terrenal no lo hacen en solitario, sino que son conducidos por Espíritus Guías hasta planos espirituales que contienen mundos etéreos en donde al igual que en la Tierra, hay ciudades, con Asilos y Hospitales en donde en principio se alojan y se recuperan de las llagas espirituales de su paso por la vida terrestre, y después se incorporan con normalidad y activamente a la vida en el mundo espiritual. Esto nos podrá costar comprenderlo e incluso en muchos casos ello será debido a las tradicionales y a las ambíguas explicaciones religiosas sobre el más allá, que recibieron en otros momentos de sus vidas, pero lo cierto es que “como es abajo, es arriba”, lo que significa que los espíritus no son algo abstracto que vive flotando en el éter, o que caso de que existan como una realidad concreta, sean solo como una energía psíquica ubicada en imposibles lugares llamados cielo o infierno, tal como nos contaron. La realidad es que como ya se ha explicado, siguen existiendo con sus cuerpos espirituales y se ubican en ciudades del plano espiritual correspondiente, en donde siguen aprendiendo y evolucionando, recuperando fuerzas y ánimo para seguir después otra clase de lecciones prácticas, de nuevo en la materia para continuar aprendiendo, ampliando sus experiencias evolutivas en los planos físicos. Por tanto, ciertamente existen estas ciudades bien organizadas en el mundo espiritual. Tengamos presente que nuestro mundo físico es una copia del espiritual y viceversa. Para más detalle, recomiendo la lectura de “Nuestro Hogar”, obra del Espíritu André Luiz, psicografiada por el médium Chico Xavier. Esta es una importante obra, que en algunos tramos parece Ciencia Ficción, pero que no deja de sorprender a nadie, pues contiene valiosas enseñanzas que invitan a meditar en ellas.
Cuando el proceso de desencarnación ha sido largo y penoso tras una prolongada enfermedad, la turbación natural que la acompaña comienza de modo seguido o intermitente incluso desde algunos días antes del momento final. Según se conoce por comunicados mediúmnicos de Seres espirituales que viven en esa otra dimensión espiritual que llamamos “Más Allá”, en estos casos los seres recién desencarnados cuyas energías espirituales están tan agotadas, son conducidos a esos Hospitales de las ciudades espirituales, en donde se recuperan poco a poco del trance hasta recobrar su lucidez completa.
Es de señalar que la mayoría de los Seres cuando desencarnan, necesitan un periodo de tiempo para adaptarse y aprender a desenvolver su nueva vida, por lo que quedan en estado errante cerca del plano físico a la espera de una nueva reencarnación. Durante este periodo de erraticidad llegan finalmente a comprender y a aceptar su realidad, permaneciendo en su nueva forma de existencia, como en una lista de espera para volver a regresar al plano físico, y esta puede ser más o menos prolongada en el tiempo y puede suponer desde algunos días hasta algunos meses o años.
- Jose Luis Martín -
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“¿ De dónde ha nacido el alma?. Las unas vienen hacia nosotros y se vuelven; las otras se van y vuelven”.
- Los Vedas –
Caridad es la balanza en donde se pesa el amor; y es una de las obligaciones de todo ser humano, sea cual sea su religión o sus creencias.
Tiene su origen en el sentimiento más noble y a la vez necesario de todo ser viviente, ya que tanto los seres racionales como los irracionales tienen necesidad de ser amados a lo largo de sus vidas,más cuando el ser humano no es un ignorante y se encuentra enfermo por el egoísmo; tiene necesidad también de amar y manifestar su cariño hacia una o varias personas y hacia todo aquello, sea arte,ciencia, música, etc, que le estimula y le proporciona la paz interior para guardar un sano equilibrio.
Cuanto más sea la capacidad de amor del ser humano, más grande serán las raíces del árbol de la caridad y sus ramas se esparcirán en todas direcciones.
Una alcanzará a la familia; otra a los amigos; otra a los compañeros de trabajo, etc.
La caridad tiene muchas formas de manifestarse, puede ser con una ayuda económica, un consejo, una conversación con una persona que se siente sola, una sonrisa, evitar una discusión cuando se tiene la razón, perdonar una ofensa, etc.
Se puede practicar a cualquier hora del día o de la noche, tanto por ricos como por pobres, por ancianos, por jóvenes, cualquiera puede practicarla, pero para que sea efectiva es necesario que sea lo más discreta posible, incluso si se pudiese, secreta. Esto ayudará a evitar muchas situaciones embarazosas, pues siempre hay equívocos y los unos, porque se sienten humillados cuando se les hace, pues aún el orgullo les domina y otros porque deseando hacerla no se atreven, pues no saben como se lo tomará la persona que tratan de ayudar.
Hay casos en los que la caridad requiere que estén presentes quien la recibe y el que la da, como sería el caso de ayudar con un consejo, o cuidando de un enfermo, ayudando a un ser perturbado por problemas familiares, sociales o de drogas, etc. Pero en todos los casos que no requieran un contacto directo con el interesado, ya que el verdadero cristiano no necesita que se lo agradezcan, porque cuando ayuda a un semejante, cumple una obligación moral con su evolución espiritual y si recibe un desaire, lo siente más por el desagradecido que por él mismo.
El verdadero cristiano espírita cumple la ley de "Amarás a tu prójimo como a tí mismo" o " Ama a tu enemigo, porque si amas a quien te ama, ¿qué mérito tienes?", o "Fuera de la Caridad no hay salvación". Las citas en este sentido son constantes por el Maestro Jesús en todas sus enseñanzas, ya que cómo puede el ser humano cumplir el primer mandamiento, "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente"(Mateo 22-37-39). Si no se ama su obra, no se ama al resto de los hombres.
Sería conveniente que todos nosotros, los que pretendemos seguir las enseñanzas de nuestro Maestro por excelencia, Jesús, no nos olvidemos de poner en práctica sus enseñanzas, no solo en nuestra vida cotidiana sino también en nuestros centros, que estrechemos contactos con nuestros hermanos en creencias, que olvidemos pequeñas rencillas sobre si mi centro es más que el tuyo, o lleva una linea más ortodoxa, etc. Todo eso es falta de caridad y un poco de vanidad de algunos hermanos que pretenden destacar más que los otros. Que cada uno haga lo que tiene que hacer, que lo demás vendrá por añadidura; yo a través de este modesto trabajo lanzo una inquietud y una sugerencia que seguramente ya se pone en práctica en la mayoría de los centros.
Se podría destinar un porcentaje de la cuota de los afiliados que cada centro debe acordar en asamblea, para destinarlo a la creación de un fondo de beneficiencia y de ayuda mutua entre los afiliados, y se podría a ayudar a cualquier persona que lo necesite, sea espiritista o no, ya que nuestra obligación es ayudar a quien lo necesite sea cuales sean sus creencias, siendo solamente nuestra obligación el cerciorarnos de que la ayuda se emplee correctamente.
En el caso de que la ayuda fuese necesitada fuese necesitada por algún miembro del centro, el presidente del mismo podría dirigir esa ayuda y poner en conocimiento del secretario y del tesorero para evitar malos entendidos y como el interesado habría contribuido también a crear ese fondo de ayuda, no se sentirá mal porque la idea de solidaridad será una realidad en el centro en donde esto se ponga en práctica.
Si el interesado fuera ajeno al centro se podría hacer esa ayuda más discretamente y mejor aún, que fuera secreta. " Que tu mano izquierda no sepa lo que da la derecha".
Somos humanos y conscientes de nuestras limitaciones; no se pretende que nadie se despoje de todo y deje a su familia en el infortunio por socorrer a los demás, pero es una tarea de todos nosotros, el enseñar a nuestros respectivos cónyuges y a nuestros hijos que con poco menos también viviríamos y así podríamos sentirnos más felices ayudando a los demás, quizás recibiéramos la agradable sorpresa de que con un poco menos vivimos mejor y más tranquilos y no olvidemos que cuando practicamos la caridad nos estamos ayudando a nosotros mismos.
( Artículo de la Revista FRATERNIDAD CRISTIANA ESPÍRITA nº 2 de Abril de 1986
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" No enseñe a su hijo solamente a leer; enséñele también a cuestionar todo lo que lee "
- George Carlin -
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LOS APRENDIZAJES Y
ARCHIVOS DEL ALMA
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