CARTA DEL SENADOR PUBLIUS
LÉNTULUS CORNELIUS DIRIGIDA AL EMPERADOR
TIBERIO CESAR,SOBRE LA APARIENCIA Y
PERSONALIDAD DE JESÚS.
"Sabiendo que deseáis conocer cuanto os voy a narrar,informo:Existe en nuestros tiempos un hombre,que vive actualmente demostrando grandes virtudes.llamado Jesús,que por el pueblo es promovido como profeta de la verdad,y sus disçipulos dicen que es hijo de Dios,Creador del cielo y de la tierra y de todas las cosas que se encuentran en ellas y que en ella hayan estado;en verdad.¡Oh César!,cada día se oyen cosas maravillosas de ese Jesús;resucita a los muertos,cura a los enfermos,en una sola palabra:es un hombre de justa estatura y es muy bello en su aspecto.Hay una majestad tal en el rostro,que aquellos que lo ven son forzados a amarlo o a temerlo.Tiene los cabellos del color de la almendra bien madura,son distendidos hasta las orejas,y de las orejas hasta la espalda son del color de la tierra,pero mas relucientes.
Tiene en medio de su frente una línea separando los cabellos en la forma en uso por los nazarenos,su rostro está lleno,su aspecto es muy sereno,ninguna arruga o mancha se ve en su faz de un color moderado;la nariz y la boca son irreprensibles.La barba es espesa,mas semejante a los cabellos no muy larga,mas separada por el medio,su mirada es muy encantadora y grave;tiene los ojos graciosos y claros;lo que sorprende es que resplandecen en su rostro como los rayos del sol,pero nadie puede mirar fijamente en su semblante,porque cuando resplandece da pavor,y cuando ameniza hace llorar,se hace amar y es alegre con gravedad.Se dice que nunca nadie lo vio reir,mas,antes llorar.Tiene los brazos y las manos muy bellos, en la conversacion contenta mucho,pero lo hace pocas veces y,cuando alguien se aproxima a El,verifica que es muy modesto en su presencia y en la persona,es el hombre mas bello que se pueda imaginar,muy semejante a su madre,la cual,es de una singular belleza,no habiéndose visto jamás,por éstas partes una doncella tan bella...
Tiene en medio de su frente una línea separando los cabellos en la forma en uso por los nazarenos,su rostro está lleno,su aspecto es muy sereno,ninguna arruga o mancha se ve en su faz de un color moderado;la nariz y la boca son irreprensibles.La barba es espesa,mas semejante a los cabellos no muy larga,mas separada por el medio,su mirada es muy encantadora y grave;tiene los ojos graciosos y claros;lo que sorprende es que resplandecen en su rostro como los rayos del sol,pero nadie puede mirar fijamente en su semblante,porque cuando resplandece da pavor,y cuando ameniza hace llorar,se hace amar y es alegre con gravedad.Se dice que nunca nadie lo vio reir,mas,antes llorar.Tiene los brazos y las manos muy bellos, en la conversacion contenta mucho,pero lo hace pocas veces y,cuando alguien se aproxima a El,verifica que es muy modesto en su presencia y en la persona,es el hombre mas bello que se pueda imaginar,muy semejante a su madre,la cual,es de una singular belleza,no habiéndose visto jamás,por éstas partes una doncella tan bella...
De letras se hace admirar por toda la ciudad y nunca estudió nada,El camina descalzo y sin cosa alguna en la cabeza.Muchos se ríen,viéndolo así,pero en su presencia,hablando con El,tiemblan y le admiran.Dicen,que un hombre tal nunca fue oido por estas partes.En verdad según dicen los hebreos,no se oyeron jamás tales consejos,de gran doctrina.como enseña este Jesús,muchos judíos lo tienen como Divino y muchos le querellan.afirmando que esta contra la ley de su Majestad.
Se dice que Jesús nunca hizo mal quien quiera que sea,mas,al contrario,aquellos que le conocen y han platicado con El,afirman haber recibido grandes beneficios y salud,,pero a tu obediencia estoy prontísimo-aquello que tu majestad ordene será cumplido.
De la Majestad tuya,fidelísimo y agradecidísímo"
PUBLIO LÉNTULUS
Se dice que Jesús nunca hizo mal quien quiera que sea,mas,al contrario,aquellos que le conocen y han platicado con El,afirman haber recibido grandes beneficios y salud,,pero a tu obediencia estoy prontísimo-aquello que tu majestad ordene será cumplido.
De la Majestad tuya,fidelísimo y agradecidísímo"
PUBLIO LÉNTULUS
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¡¡ SIEMPRE ADELANTE !!
No pierdas tu fe entre las sombras del mundo, Aunque tus pies estén sangrando, sigue adelante, siguiendo la luz celeste pr encima de ti mismo. Cree y trabaja.
Esfuérzate en el bien y espera con paciencia. Todo pasa y todo se renueva en la tierra, pero lo que viene del cielo permanecerá.
De todos los infelices, los más desdichados son los que perdieron la confianza en Dios y en sí mismos, porque el mayor infortunio es sufrir la privación de la fe y proseguir viviendo.
Eleva pues, tu mirada y camina. Lucha y sirve
Aprende y adelante. Brilla la alborada después de la noche. Hoy es posible que la tempestad te amargue el corazón y te atormente el ideal, aguijoneándote con la aflicción o amenazándote con la muerte. No te olvides, sin embargo, que mañana será otro día.
Chico Xavier.
Espiritualidad Mayor.
De todos los infelices, los más desdichados son los que perdieron la confianza en Dios y en sí mismos, porque el mayor infortunio es sufrir la privación de la fe y proseguir viviendo.
Eleva pues, tu mirada y camina. Lucha y sirve
Aprende y adelante. Brilla la alborada después de la noche. Hoy es posible que la tempestad te amargue el corazón y te atormente el ideal, aguijoneándote con la aflicción o amenazándote con la muerte. No te olvides, sin embargo, que mañana será otro día.
Chico Xavier.
Espiritualidad Mayor.
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El espiritualismo moderno descansa sobre testimonios universales, apoyase en hechos experimentales observados en todos los puntos del globo por hombres de las más diversas condiciones, entre quienes se encuentran sabios pertenecientes a todas las grandes universidades y a muchas academias célebres. Gracias a ellos, merced a su esfuerzos, la ciencia contemporánea, a pesar de sus vacilaciones, se ha visto poco a poco arrastrada a interesarse en el estudio del mundo invisible.
Crece de año en año el número de los experimentadores; sucédense unas a otras Investigaciones, y afirmaciones precedentes. De tales observaciones, multiplicadas hasta lo infinito, se ha desprendido una certeza: la supervivencia del ser humano, y con ella, las más precisas nociones acerca de las condiciones de la vida futura.
Por el atento estudio de los fenómenos, por la comunicación permanente establecida con el más allá, el espiritualismo moderno viene a reafirmar las grandes tradiciones del pasado, las enseñanzas de todas las religiones, de todas las filosofías elevadas en lo que concierne a la inmortalidad del ser y a la existencia de una causa reguladora del Universo. Les ha prestado una sanción definitiva. Cuanto anterior a él fue hipótesis y especulación del pensamiento, fue después un hecho reconocido tal.
Ha hecho más el espiritualismo, con toda esa suma de estudios e investigaciones proseguida durante medio siglo, con todos los hechos y con todas las revelaciones que de ellos derivan, ha constituido una enseñanza nueva, despojada de todo formalismo oscuro o simbólico, de fácil acceso, aun para los más humildes, y que abre a los eruditos y a los varias perspectivas acerca de los grados más elevados del humano conocimiento, acerca de la concepción de un ideal superior.
Tal enseñanza puede satisfacer así a los espíritus más refinados como a los modestos; pero va dirigida, sobre todo, a los que sufren, a los que gimen bajo el peso de gravosa carga o de pruebas difíciles, a todos los que tienen necesidad de una fe que les sostenga en el camino de la Vida, en sus trabajos, en sus dolores.
El espiritualismo moderno responde a esas necesidades ingénitas en el alma humana. Con la ley de las existencias sucesivas nos presenta la Justicia regulando el destino de todos los seres, con lo que desaparecen las gracias particulares y los privilegios, la redención de la sangre por un justo, los desheredados y los favorecidos; todos los espíritus que pueblan la inmensidad, ya diseminados por el espacio, ya morando en los mundos materiales, son hijos de sus propias obras: todas las almas, sea que animen cuerpos carnales, sea que esperen ulteriores encarnaciones, proceden de idéntico origen y están llamadas al mismo porvenir. Distinguenlas sus méritos, las virtudes adquiridas, no otra cosa; pero todas pueden elevarse por sus esfuerzos y recorrer la vía de los perfeccionamientos infinitos. Todos esos espíritus, encaminándose hacia un fin común, forman una sola familia subdividida en numerosas agrupaciones simpáticas, , en asociaciones espirituales, de las que la familia humana es una reducción o un reflejo, y cuyos miembros se siguen unos a otros y asisten mutuamente a través de sus múltiples existencia viviendo alternativamente la vida terrestre y la vida libre de los espacios, para volver a reunirse tarde o temprano.
Siendo ello así, la muerte ha perdido ya ese carácter lúgubre y terrorífico con que hasta hoy se la ha revestido. Todas nuestras existencias se entrelazan formando un conjunto único; la 'muerte no es más que el tránsito, el paso de una a otra: para el hombre de bien, puerta de oro que abre ante sus ojos horizontes cada vez más hermosos.
Con el materialismo, la fraternidad era no más que una palabra; el altruismo, una teoría sin raíces y sin alcance alguno. Sin el porvenir, el hombre había de concretar forzosamente su atención en el presente, y a los goces que en él puedan tener satisfacción. Si es la muerte el fin de todo, ¿a qué imponerse privaciones que nada habrán de compensar? ¿Para qué la virtud y el sacrificio si todo acaba en la nada?
Resultado inevitable de tales doctrinas había de ser el desarrollo del egoísmo, febril ansia de riqueza la preocupación exclusiva por los placeres materiales, lo que equivalía al desencadenamiento de las pasiones. A impulsos de esos hálitos destructores, la sociedad oscila sobre sus bases, y con ella, todas las nociones de moralidad, de fraternidad y de solidaridad que el nuevo espiritualismo se presenta a restaurar y consolidar.
Nuestra época, impelida a la duda y a la negación por las exageraciones teológicas, perdía de vista esa idea salvadora. El espiritualismo experimental le devuelve la fe perdida, apoyándola sobre bases nuevas e indestructibles.
LEON DENIS
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LA PLURALIDAD DE
EXISTENCIAS
Los hombres nacen con la intuición de lo que ya han aprendido, y están más o menos adelantados según el número de existencias que han recorrido, según que estén más o menos lejanos del punto de partida, absolutamente lo mismo que en una reunión de individuos de distintas edades, tiene cada uno un desarrollo proporcionado al número de años que haya vivido, viniendo a ser para la vida del alma las existencias sucesivas, lo que los años para la vida del cuerpo. Reunid en un día mil individuos desde uno hasta ochenta años; suponed que un velo cubre todos los días anteriores, y que en vuestra ignorancia los creéis a todos nacidos en un mismo día. Naturalmente os preguntaréis por qué los unos son pequeños y los otros son grandes, viejos los unos y jóvenes los otros, e ignorantes éstos y aquéllos instruidos; pero, si se descorre el velo que os oculta el pasado, si comprendéis que todos han vivido más o menos tiempo, todo quedará explicado. Dios en su justicia no ha podido crear almas más o menos perfectas; pero, dada la pluralidad de existencias, la desigualdad que notamos nada contraria es a la más rigurosa equidad. Depende todo de que sólo vemos el presente, sin fijarnos en el pasado. ¿Se basa este raciocinio en un sistema, en una suposición gratuita? No; partimos de un hecho patente, incontestable, cual es la desigualdad de aptitudes y del desarrollo moral e intelectual, y vemos que semejante hecho es inexplicable por todas las teorías aceptadas, al paso que la explicación es sencilla, natural y lógica, acudiendo a otra teoría. ¿Es racional preferir la que no lo explica a la que lo explica? Respecto de la sexta pregunta, se dirá que el hotentote es de raza inferior; pero entonces preguntamos si el hotentote es o no hombre. Si lo es, ¿por qué Dios lo ha desheredado a él y a toda su raza de los privilegios concedidos a la raza caucasiana? Si no lo es, ¿a qué procurar hacerlo cristiano? La doctrina espiritista es más expansiva que todo eso, puesto que para ella no hay varias especies de hombres, sino que el Espíritu de éstos está más o menos atrasado, siendo susceptible de progresar. ¿No está esto más conforme con la justicia de Dios? Acabamos de estudiar el alma en su presente y en su pasado. Si la consideramos respecto de su porvenir, encontramos las mismas dificultades.
1.Si únicamente nuestra existencia actual es la que ha de decidir nuestra suerte futura, ¿cuál es en la otra vida la posición respectiva del salvaje y del hombre civilizado? ¿Están al mismo nivel, o desnivelados en la suma de felicidad eterna?
2. El hombre que ha trabajado toda la vida para mejorarse ¿ocupa el mismo rango que aquel que se ha quedado detrás, no por culpa suya, sino porque no ha tenido tiempo ni posibilidad para mejorarse?
3. El hombre que obra mal, porque no ha podido instruirse, ¿es responsable de un estado de cosas ajeno a su voluntad?
4. Se trabaja por instruir, moralizar y civilizar a los hombres, pero por uno que llegue a ilustrarse, mueren diariamente millares antes de que la luz haya penetrado en ellos. ¿Cuál es su suerte? ¿Son tratados como réprobos? En caso contrario, ¿qué han hecho para merecer el mismo rango que los otros?
5. ¿Cuál es la suerte de los niños que mueren en edad temprana antes de haber hecho mal, ni bien? Si moran entre los elegidos, ¿por qué esta gracia sin haber hecho nada para merecerla? ¿Por qué privilegio se les libra de las tribulaciones de la vida? ¿Qué doctrina hay que pueda resolver estas cuestiones? Admitid las existencias consecutivas, y todo se explica conforme con la justicia de Dios. Lo que no ha podido hacerse en una existencia, se hace en otra, y así es como nadie se substrae a la ley del progreso, como cada cual será recompensado según su mérito real, y como nadie queda excluido de la felicidad suprema, a la que puede aspirar, cualesquiera que sean los obstá- culos que en su camino haya encontrado. Estas cuestiones podrían multiplicarse hasta el infinito; porque los problemas psicológicos y morales que sólo se resuelven por medio de la pluralidad de existencias son innumerables. Nosotros nos hemos limitado a los más generales. Pero como quiera que sea, se dirá quizá que la doctrina de la reencarnación no es admitida por la Iglesia, y que sería derribar la religión. No es nuestro objeto tratar esta cuestión en este momento, bastándonos haber demostrado que aquella teoría es eminentemente moral y racional. Lo que es moral y racional no puede ser contrario a una religión que atribuye a Dios la bondad y la razón por excelencia. ¿Qué hubiera sido de la religión, si contra la opinión universal y el testimonio de la ciencia, se hubiese resistido a la evidencia y hubiera echado de su seno a todo el que no creyera en el movimiento del sol, o en los seis días de la creación? ¿Qué crédito hubiese merecido y qué autoridad hubiera tenido en los pueblos ilustrados una religión fundada en errores manifiestos, consagrados como artículos de fe? Cuando se ha demostrado la evidencia, la Iglesia, procediendo con cordura, se pone al lado de la evidencia.
Si está probado que cosas que existen son imposibles sin la reencarnación, y si sólo pueden explicarse ciertos puntos del dogma por este medio, preciso será admitirlo, y reconocer que el antagonismo de la doctrina de la reencarnación con los dogmas de la Iglesia no es más que aparente. Más adelante demostraremos que acaso la religión está menos lejos de ella de lo que se cree, y que no sufriría menoscabo alguno, como no lo sufrió con el descubrimiento del movimiento de la Tierra y de los períodos geológicos, que al principio pareció que desmentían los textos sagrados. El principio de la reencarnación se deduce, por otra parte, de muchos pasajes de las Escrituras y se encuentra notoriamente formulado de un modo explícito en el Evangelio. “Y al bajar del monte (después de la transfiguración) les puso Jesús precepto, diciendo: “No digáis a nadie lo que habéis visto, hasta tanto que el hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”. Sobre lo cual le preguntaron los discípulos: “¿Pues, cómo dicen los Escribas que debe venir primero Elías?” A esto Jesús les respondió: “En efecto, Elías ha de venir, y entonces restablecerá todas las cosas. Pero yo os declaro que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo cuanto quisieron. Así también harán ellos padecer al Hijo del hombre”. Entonces entendieron los discípulos que les había hablado de Juan Bautista”. (San Mateo, cap. XVII, v. 9, 10, 11). Puesto que Juan Bautista era Elías, hubo, pues reencarnación del Espíritu o del alma de Elías en el cuerpo de Juan Bautista. Por lo demás, cualquiera que sea la opinión que se tenga de la reencarnación, ya se la acepte o no, no se dejará de sufrirla, si existe, a pesar de la creencia contraria. Lo esencial es que la enseñanza de los Espíritus es eminentemente cristiana; está basada en la inmortalidad del alma, en las penas y recompensas futuras, en la justicia de Dios, en el libre albedrío del hombre y en la moral de Cristo, y por lo tanto, no es antirreligiosa. Como lo prometimos hemos razonado, haciendo abstracción de la enseñanza espiritista, que no es autoridad para ciertas personas. Si nosotros, como otros muchos, hemos adoptado la opinión de la pluralidad de existencias, no es sólo porque procede de los Espíritus, sino porque también nos ha parecido más lógica y porque únicamente ella resuelve cuestiones hasta ahora insolubles. Aunque nos hubiese sido sugerida por un simple mortal, la hubiéramos aceptado del mismo modo, sin vacilar mucho tiempo en renunciar a nuestras propias ideas. Demostrado un error, más pierde que gana el amor propio, obstinándose en sustentar una idea falsa. De la misma manera, y aunque procedente de los Espíritus, la hubiésemos rechazado, de habernos parecido contraria a la razón, como lo hemos hecho con muchas otras; porque sabemos por experiencia que no debe aceptarse ciegamente todo lo que de ellos procede, como no debemos aceptar todo lo que de los hombres proviene. Ante todo, su primer título es para nosotros el de ser lógica, al cual se une el de estar confirmada por los hechos, hechos positivos, y por decirlo así, materiales, que el estudio atento y razonado puede revelar a todo el que se tome el trabajo de observar con paciencia y perseverancia, y en presencia de los cuales es imposible dudar. Cuando semejantes hechos se hayan popularizado, como los de la formación y el movimiento de la Tierra, será preciso rendirse a la evidencia, y los impugnadores habrán hecho en vano el gasto de su oposición. Reconozcamos, pues, en resumen, que la doctrina de la pluralidad de existencias es la única que explica lo que, sin ella, es inexplicable; que es eminentemente consoladora y conforme con la más rigurosa justicia, y que es el áncora salvadora que Dios en su misericordia ha dado al hombre. Las mismas palabras de Jesús no dejan duda sobre este particular. He aquí lo que se lee en el capítulo III del Evangelio de San Juan: 3. Jesús respondiendo a Nicodemo, dice: Pues en verdad, en verdad te digo, que quien no naciese de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4. Le dice Nicodemo: ¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Puede volver otra vez al seno de su madre para renacer? 5. En verdad, en verdad te digo, respondió Jesús, que quien no renaciera del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de la carne, carne es; mas lo que ha nacido del Espíritu, es Espíritu. Por tanto no extrañes que te haya dicho: os es preciso nacer otra vez.
- Allan Kardec-
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La Obsesión Espiritual
Por: María Coello
La obsesión material la podemos definir como una perturbación que se expresa de diversas maneras, generalmente se manifiesta en ideas o imágenes fijas que conducen al individuo a realizar un acto determinado de manera recurrente. La obsesión espiritual, aun cuando podemos decir que es la influencia que una entidad espiritual ejerce sobre otra, es una situación mucho más compleja, aparecen ideas que interfieren con los procesos mentales y comienzan a dominar la voluntad, entonces las influencias que percibimos adquieren un carácter negativo y podemos catalogarlas como una obsesión espiritual. Para que se produzca una obsesión espiritual, es necesario un punto de conexión entre el obsesado y el obsesor, algo que facilite y sirva de enlace entre ambos.
Esta se produce, según lo expresado por Allan kardec en “El libro de los Médiums”, cuando uno o más espíritus de poco progreso logran adquirir cierto tipo de domino o influencia sobre las personas. También nos refiere Allan kardec, como respuesta a la pregunta número 459 del “libro de los Espíritus” ¿Influyen los espíritus en nuestros pensamientos y acciones?: “Su influencia es mucho mayor de lo que creéis, porque a menudo son ellos quienes os dirigen”. Generalmente las obsesiones espirituales son ocasionadas por espíritus que buscan vengarse por deudas contraídas en vidas anteriores. La podemos dividir en obsesión simple, fascinación y subyugación. En los casos de obsesión simple el espíritu actúa influyéndolo y transmitiendo sus ideas.
La fascinación tiene consecuencias más graves, las entidades espirituales se van infiltrando en el pensamiento produciendo un domino del mismo, la razón de la persona se anula y el espíritu perturbador consigue inspirar una confianza absoluta en el individuo haciéndole creer ciegamente en sus ideas por extravagantes o raras que parezcan, muchas veces hace que piense que es un gran personaje de la historia que fue designado para realizar una gran misión, e incluso le da indicaciones de las ideas que debe transmitir al mundo, y la persona está “convencida” de lo que dice, aun que estas ideas resulten absurdas y no aporten ningún conocimiento trascendente.
Esta es una de las causas de que muchos cuestionen la seriedad de la doctrina espiritista. Por último, con el paso del tiempo, se va produciendo la subyugación, el individuo se va embelezando con lo que le dicen los espíritus, el alma se va enfermando, entonces abre una puerta por la que penetran estas ideas con tal facilidad que terminan mezclándose con su pensamiento de tal manera que se internalizan como propias. La manera para combatir estas influencias negativas es estudiar la doctrina espiritista para comprenderla, ajustarse a lo establecido en la Ley de Mediumnidades, formar parte de un grupo o Cátedra de estudio para recibir la orientación adecuada. Revisar cada día nuestras acciones y proceder a corregir nuestro comportamiento y si estamos cometiendo errores encaminarnos al bien, una conducta moral es el mejor escudo de protección que existe.
Cuando a través de la transformación moral cambiamos nuestra frecuencia vibracional a positivo, nos rodeamos de entidades superiores que nos envolverán en sus ondas de amor y los obsesores terminan alejándose porque no toleran la luz.
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LA PLURALIDAD DE
EXISTENCIAS
Los hombres nacen con la intuición de lo que ya han aprendido, y están más o menos adelantados según el número de existencias que han recorrido, según que estén más o menos lejanos del punto de partida, absolutamente lo mismo que en una reunión de individuos de distintas edades, tiene cada uno un desarrollo proporcionado al número de años que haya vivido, viniendo a ser para la vida del alma las existencias sucesivas, lo que los años para la vida del cuerpo. Reunid en un día mil individuos desde uno hasta ochenta años; suponed que un velo cubre todos los días anteriores, y que en vuestra ignorancia los creéis a todos nacidos en un mismo día. Naturalmente os preguntaréis por qué los unos son pequeños y los otros son grandes, viejos los unos y jóvenes los otros, e ignorantes éstos y aquéllos instruidos; pero, si se descorre el velo que os oculta el pasado, si comprendéis que todos han vivido más o menos tiempo, todo quedará explicado. Dios en su justicia no ha podido crear almas más o menos perfectas; pero, dada la pluralidad de existencias, la desigualdad que notamos nada contraria es a la más rigurosa equidad. Depende todo de que sólo vemos el presente, sin fijarnos en el pasado. ¿Se basa este raciocinio en un sistema, en una suposición gratuita? No; partimos de un hecho patente, incontestable, cual es la desigualdad de aptitudes y del desarrollo moral e intelectual, y vemos que semejante hecho es inexplicable por todas las teorías aceptadas, al paso que la explicación es sencilla, natural y lógica, acudiendo a otra teoría. ¿Es racional preferir la que no lo explica a la que lo explica? Respecto de la sexta pregunta, se dirá que el hotentote es de raza inferior; pero entonces preguntamos si el hotentote es o no hombre. Si lo es, ¿por qué Dios lo ha desheredado a él y a toda su raza de los privilegios concedidos a la raza caucasiana? Si no lo es, ¿a qué procurar hacerlo cristiano? La doctrina espiritista es más expansiva que todo eso, puesto que para ella no hay varias especies de hombres, sino que el Espíritu de éstos está más o menos atrasado, siendo susceptible de progresar. ¿No está esto más conforme con la justicia de Dios? Acabamos de estudiar el alma en su presente y en su pasado. Si la consideramos respecto de su porvenir, encontramos las mismas dificultades.
1.Si únicamente nuestra existencia actual es la que ha de decidir nuestra suerte futura, ¿cuál es en la otra vida la posición respectiva del salvaje y del hombre civilizado? ¿Están al mismo nivel, o desnivelados en la suma de felicidad eterna?
2. El hombre que ha trabajado toda la vida para mejorarse ¿ocupa el mismo rango que aquel que se ha quedado detrás, no por culpa suya, sino porque no ha tenido tiempo ni posibilidad para mejorarse?
3. El hombre que obra mal, porque no ha podido instruirse, ¿es responsable de un estado de cosas ajeno a su voluntad?
4. Se trabaja por instruir, moralizar y civilizar a los hombres, pero por uno que llegue a ilustrarse, mueren diariamente millares antes de que la luz haya penetrado en ellos. ¿Cuál es su suerte? ¿Son tratados como réprobos? En caso contrario, ¿qué han hecho para merecer el mismo rango que los otros?
5. ¿Cuál es la suerte de los niños que mueren en edad temprana antes de haber hecho mal, ni bien? Si moran entre los elegidos, ¿por qué esta gracia sin haber hecho nada para merecerla? ¿Por qué privilegio se les libra de las tribulaciones de la vida? ¿Qué doctrina hay que pueda resolver estas cuestiones? Admitid las existencias consecutivas, y todo se explica conforme con la justicia de Dios. Lo que no ha podido hacerse en una existencia, se hace en otra, y así es como nadie se substrae a la ley del progreso, como cada cual será recompensado según su mérito real, y como nadie queda excluido de la felicidad suprema, a la que puede aspirar, cualesquiera que sean los obstá- culos que en su camino haya encontrado. Estas cuestiones podrían multiplicarse hasta el infinito; porque los problemas psicológicos y morales que sólo se resuelven por medio de la pluralidad de existencias son innumerables. Nosotros nos hemos limitado a los más generales. Pero como quiera que sea, se dirá quizá que la doctrina de la reencarnación no es admitida por la Iglesia, y que sería derribar la religión. No es nuestro objeto tratar esta cuestión en este momento, bastándonos haber demostrado que aquella teoría es eminentemente moral y racional. Lo que es moral y racional no puede ser contrario a una religión que atribuye a Dios la bondad y la razón por excelencia. ¿Qué hubiera sido de la religión, si contra la opinión universal y el testimonio de la ciencia, se hubiese resistido a la evidencia y hubiera echado de su seno a todo el que no creyera en el movimiento del sol, o en los seis días de la creación? ¿Qué crédito hubiese merecido y qué autoridad hubiera tenido en los pueblos ilustrados una religión fundada en errores manifiestos, consagrados como artículos de fe? Cuando se ha demostrado la evidencia, la Iglesia, procediendo con cordura, se pone al lado de la evidencia.
Si está probado que cosas que existen son imposibles sin la reencarnación, y si sólo pueden explicarse ciertos puntos del dogma por este medio, preciso será admitirlo, y reconocer que el antagonismo de la doctrina de la reencarnación con los dogmas de la Iglesia no es más que aparente. Más adelante demostraremos que acaso la religión está menos lejos de ella de lo que se cree, y que no sufriría menoscabo alguno, como no lo sufrió con el descubrimiento del movimiento de la Tierra y de los períodos geológicos, que al principio pareció que desmentían los textos sagrados. El principio de la reencarnación se deduce, por otra parte, de muchos pasajes de las Escrituras y se encuentra notoriamente formulado de un modo explícito en el Evangelio. “Y al bajar del monte (después de la transfiguración) les puso Jesús precepto, diciendo: “No digáis a nadie lo que habéis visto, hasta tanto que el hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”. Sobre lo cual le preguntaron los discípulos: “¿Pues, cómo dicen los Escribas que debe venir primero Elías?” A esto Jesús les respondió: “En efecto, Elías ha de venir, y entonces restablecerá todas las cosas. Pero yo os declaro que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo cuanto quisieron. Así también harán ellos padecer al Hijo del hombre”. Entonces entendieron los discípulos que les había hablado de Juan Bautista”. (San Mateo, cap. XVII, v. 9, 10, 11). Puesto que Juan Bautista era Elías, hubo, pues reencarnación del Espíritu o del alma de Elías en el cuerpo de Juan Bautista. Por lo demás, cualquiera que sea la opinión que se tenga de la reencarnación, ya se la acepte o no, no se dejará de sufrirla, si existe, a pesar de la creencia contraria. Lo esencial es que la enseñanza de los Espíritus es eminentemente cristiana; está basada en la inmortalidad del alma, en las penas y recompensas futuras, en la justicia de Dios, en el libre albedrío del hombre y en la moral de Cristo, y por lo tanto, no es antirreligiosa. Como lo prometimos hemos razonado, haciendo abstracción de la enseñanza espiritista, que no es autoridad para ciertas personas. Si nosotros, como otros muchos, hemos adoptado la opinión de la pluralidad de existencias, no es sólo porque procede de los Espíritus, sino porque también nos ha parecido más lógica y porque únicamente ella resuelve cuestiones hasta ahora insolubles. Aunque nos hubiese sido sugerida por un simple mortal, la hubiéramos aceptado del mismo modo, sin vacilar mucho tiempo en renunciar a nuestras propias ideas. Demostrado un error, más pierde que gana el amor propio, obstinándose en sustentar una idea falsa. De la misma manera, y aunque procedente de los Espíritus, la hubiésemos rechazado, de habernos parecido contraria a la razón, como lo hemos hecho con muchas otras; porque sabemos por experiencia que no debe aceptarse ciegamente todo lo que de ellos procede, como no debemos aceptar todo lo que de los hombres proviene. Ante todo, su primer título es para nosotros el de ser lógica, al cual se une el de estar confirmada por los hechos, hechos positivos, y por decirlo así, materiales, que el estudio atento y razonado puede revelar a todo el que se tome el trabajo de observar con paciencia y perseverancia, y en presencia de los cuales es imposible dudar. Cuando semejantes hechos se hayan popularizado, como los de la formación y el movimiento de la Tierra, será preciso rendirse a la evidencia, y los impugnadores habrán hecho en vano el gasto de su oposición. Reconozcamos, pues, en resumen, que la doctrina de la pluralidad de existencias es la única que explica lo que, sin ella, es inexplicable; que es eminentemente consoladora y conforme con la más rigurosa justicia, y que es el áncora salvadora que Dios en su misericordia ha dado al hombre. Las mismas palabras de Jesús no dejan duda sobre este particular. He aquí lo que se lee en el capítulo III del Evangelio de San Juan: 3. Jesús respondiendo a Nicodemo, dice: Pues en verdad, en verdad te digo, que quien no naciese de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4. Le dice Nicodemo: ¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Puede volver otra vez al seno de su madre para renacer? 5. En verdad, en verdad te digo, respondió Jesús, que quien no renaciera del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de la carne, carne es; mas lo que ha nacido del Espíritu, es Espíritu. Por tanto no extrañes que te haya dicho: os es preciso nacer otra vez.
- Allan Kardec-
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La Obsesión Espiritual
Por: María Coello
La obsesión material la podemos definir como una perturbación que se expresa de diversas maneras, generalmente se manifiesta en ideas o imágenes fijas que conducen al individuo a realizar un acto determinado de manera recurrente. La obsesión espiritual, aun cuando podemos decir que es la influencia que una entidad espiritual ejerce sobre otra, es una situación mucho más compleja, aparecen ideas que interfieren con los procesos mentales y comienzan a dominar la voluntad, entonces las influencias que percibimos adquieren un carácter negativo y podemos catalogarlas como una obsesión espiritual. Para que se produzca una obsesión espiritual, es necesario un punto de conexión entre el obsesado y el obsesor, algo que facilite y sirva de enlace entre ambos.
Esta se produce, según lo expresado por Allan kardec en “El libro de los Médiums”, cuando uno o más espíritus de poco progreso logran adquirir cierto tipo de domino o influencia sobre las personas. También nos refiere Allan kardec, como respuesta a la pregunta número 459 del “libro de los Espíritus” ¿Influyen los espíritus en nuestros pensamientos y acciones?: “Su influencia es mucho mayor de lo que creéis, porque a menudo son ellos quienes os dirigen”. Generalmente las obsesiones espirituales son ocasionadas por espíritus que buscan vengarse por deudas contraídas en vidas anteriores. La podemos dividir en obsesión simple, fascinación y subyugación. En los casos de obsesión simple el espíritu actúa influyéndolo y transmitiendo sus ideas.
La fascinación tiene consecuencias más graves, las entidades espirituales se van infiltrando en el pensamiento produciendo un domino del mismo, la razón de la persona se anula y el espíritu perturbador consigue inspirar una confianza absoluta en el individuo haciéndole creer ciegamente en sus ideas por extravagantes o raras que parezcan, muchas veces hace que piense que es un gran personaje de la historia que fue designado para realizar una gran misión, e incluso le da indicaciones de las ideas que debe transmitir al mundo, y la persona está “convencida” de lo que dice, aun que estas ideas resulten absurdas y no aporten ningún conocimiento trascendente.
Esta es una de las causas de que muchos cuestionen la seriedad de la doctrina espiritista. Por último, con el paso del tiempo, se va produciendo la subyugación, el individuo se va embelezando con lo que le dicen los espíritus, el alma se va enfermando, entonces abre una puerta por la que penetran estas ideas con tal facilidad que terminan mezclándose con su pensamiento de tal manera que se internalizan como propias. La manera para combatir estas influencias negativas es estudiar la doctrina espiritista para comprenderla, ajustarse a lo establecido en la Ley de Mediumnidades, formar parte de un grupo o Cátedra de estudio para recibir la orientación adecuada. Revisar cada día nuestras acciones y proceder a corregir nuestro comportamiento y si estamos cometiendo errores encaminarnos al bien, una conducta moral es el mejor escudo de protección que existe.
Cuando a través de la transformación moral cambiamos nuestra frecuencia vibracional a positivo, nos rodeamos de entidades superiores que nos envolverán en sus ondas de amor y los obsesores terminan alejándose porque no toleran la luz.
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