domingo, 20 de noviembre de 2016

LA COSECHA ES OBLIGATORIA


                                       
                                AUTOCONOCIMIENTO

“El cuerpo es el vehículo dúctil a los pensamientos, sujeto a los sentimientos y víctima de las emociones”(1). Es difícil de definir el pensamiento, pero convengamos que es el lenguaje de la mente que no llega a verbalizarse; ese diálogo interior que no cesa pues no podemos dejar de pensar. Él no es nada y a la vez lo es todo porque nos otorga individualidad, raciocinio y capacidad de actuar. Originado en el Espíritu, es canalizado por el periespíritu hasta el cerebro físico que lo capta y lo decodifica en el idioma que usemos de forma habitual. Nuestro periespíritu recibe la influencia de los pensamientos como una corriente incesante de energía, afectando a su progreso conforme las cualidades de la energía transmitida, atendiendo a las leyes de causa y efecto. Con la intención de analizar la frase de Joanna clasificaremos el pensamiento en tres categorías en relación a su carga emotiva: razonado o neutro, emocional y sentimiento. Con este orden no pretendo establecer categorías sino aclarar conceptos para, desde el punto de vista espiritual, exponer su influencia en nuestra conducta. El pensamiento razonado o neutro es el que se produce de forma natural en nuestra actividad diaria, como por ejemplo: “voy a leer este libro”,” es hora de volver a casa” o “tengo hambre”. En principio no tienen carga emocional o sentimental, pero solo a título de estudio porque es muy difí- cil, por no decir imposible, que cualquiera de nuestros pensamientos no exprese alguna emoción o sentimiento. Es mucho más habitual que elaboremos pensamientos como: “voy a leer este libro que me recomendó Juan, seguro que es interesante”, “es hora de volver a casa, es muy tarde y estarán preocupados” o “tengo hambre, si consiguiera unas monedas para comprar comida”. Podemos ver como los sentimientos y las emociones se entrelazan con los pensamientos y los modifican otorgándoles una expresividad y un valor diferente. Esto sucede porque todos tenemos nuestra personalidad, vivimos en unas circunstancias sociales y particulares que inciden de forma decisiva en la forma de pensar y de actuar. Los pensamientos neutros se ven modificados por nuestros sentimientos y emociones, en mayor o menor medida y los marcamos con el sello de nuestro ser íntimo, mostrándonos cómo somos habitualmente, fruto de la educación, o nuestro estado psicológico en un momento concreto. Las emociones son impulsos fuertes que surgen de nuestro inconsciente como respuesta a estímulos internos o externos. Según Ekman (1984) en psicología se reconocen seis emociones principales: miedo, sorpresa, aversión, ira, alegría y tristeza(2). Ellas reflejan cómo respondemos al entorno dirigiéndonos hacia ciertos objetivos y alejándonos de otros (fobias y filias) cumpliendo una función adaptativa, social o motivacional, (Reeve, 1994). Mención especial a las que actúan como almacén de influencias innatas o aprendidas que pueden surgir de forma incontrolada (inconsciente) en ciertas situaciones, desequilibrando el equipo físico, como los casos de las distintas fobias que aparecen en el ser humano. Se torna necesario en tales situaciones aprender a controlar esas emociones extremas mediante terapias apropiadas para minimizar los daños que puedan provocar. Los sentimientos no son muy diferentes de las emociones; son resultado de ellas pero evaluadas de forma consciente para percibir nuestro estado emocional. Por ejemplo, cuando surge una emoción de forma inesperada (miedo, ira, sorpresa, alegría, etc.) hay una respuesta física inmediata (sudoración, aceleración del pulso, etc.) que dura un tiempo limitado; cuando recordamos esa experiencia y la recuperamos de forma controlada y consciente surge el sentimiento. En ocasiones las reacciones a ciertos estímulos con Autoconocimiento Jesús Valle Actualidad Espiritista 21 gran carga emotiva nos hacen perder el control; lo que en un principio sería positivo se puede convertir en un contratiempo, es la señal que indica que la ausencia de un mínimo de vigilancia mental sobre las emociones nos hace ser víctimas de ellas. Un ataque de ira, de cólera, acelera el pulso y eleva la tensión arterial provocando graves alteraciones en el organismo. Su repetición a lo largo del tiempo multiplica los daños. El pensamiento canaliza la energía del espíritu y capta su esencia dejándose influir por ella, transmitiéndola a todas las células que componen el cuerpo. Según sea el nivel de progreso del espíritu así serán las características de esa energía; anárquica y descompensada en las etapas iniciales del espíritu o armónica y equilibrada al alcanzar niveles cada vez más elevados. Cada una de las células recibirá el estímulo originado por la mente y responderá en consonancia, de ahí la importancia del pensamiento equilibrado que aporta salud y vitalidad. Nuestro cuerpo se renueva constantemente y estando sometido al influjo de la psique la falta de disciplina mental y conductual producirá, tarde o temprano, enfermedades necesarias para reequilibrar el cuerpo. Una mente educada en la meditación y la reflexión podrá atenuar no pocos de estos inconvenientes, manteniendo el cuerpo sano y vigoroso durante más tiempo, según los planes de la reencarnación. Somos responsables de nuestros pensamientos y de nuestros actos siempre. Joanna nos aconseja el esfuerzo necesario para mutar la naturaleza inferior original por medio de emociones ennoblecidas y la elevación moral de los pensamientos para que nuestras acciones estén en consonancia con la ética del bien. En el capítulo V de El Evangelio según el Espiritismo, dentro del ítem «Causas actuales de las aflicciones» podemos leer: Porque muchísimas veces el hombre es el artífice de sus propios infortunios. Pero, en lugar de reconocerlo así, encuentra más sencillo y menos humillante para su vanidad acusar de ellos a la suerte, a la providencia, a la falta de oportunidades o a su mala estrella, que en rigor a la verdad reside en su propia incuria. (Kardec, 1864) Más adelante, en el punto 5 del mismo apartado queda aclarado por si había dudas: No hay una sola culpa, por leve que fuere, no existe una sola infracción a la ley de Dios que no tenga consecuencias forzosas e inevitables más o menos molestas. De ello se deduce que, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes, el hombre es siempre castigado por donde pecó. (Ídem) ¿Cuántos sinsabores, cuántos problemas nos ahorraríamos si aprendiésemos a controlar nuestra mente? Descubrirnos a nosotros mismos es el gran reto de nuestra vida; todo se origina en nuestro interior, en nuestra mente, los pensamientos dirigen nuestros pasos, ¿no es una buena inversión dedicar unos minutos cada día a esa tarea? Los consejos de San Agustín, señalados sabiamente en la pregunta 919 de El Libro de los Espíritus, es un buen sistema de autoconocimiento que es necesario recordar y recomendamos su práctica. Con buen criterio Allan Kardec elaboró un cuestionario de trabajos de reflexión íntima como ayuda inestimable para mejorar la conducta, especialmente recomendado a los espíritas pero abierto a cualquier persona con inquietudes espiritualistas y deseos de reforma moral. 
 Jesús Valle

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               AMOR POR LOS HIJOS


Dentro del capítulo del amor, ocupa un lugar destacado el amor por los hijos. Estos no son sólo nuestra descendencia, sino que representan además un compromiso asumido hacia ellos. No solo debemos criarlos, sino que debemos hacerlo transmitiéndoles la educación y los valores necesarios para ayudarles en su desarrollo humano y espiritual.
La familia es la base de la sociedad, es ahí donde se generan las tendencias, los hábitos y las maneras en las que nuestros hijos se van a manifestar después en su entorno social, por tanto es muy importante que sepamos transmitir, a través del ejemplo, sobre todo, y de una buena enseñanza, los valores y la educación, para que sepan comportarse, y puedan tener la fuerza y la convicción necesaria para no dejarse arrastrar por lo que ven y pueden aprender en la calle.
También es verdad que nuestros hijos, traen consigo su bagaje espiritual, son espíritus independientes, y por lo tanto, llevan consigo la carga de su pasado, sus tendencias, virtudes y defectos adquiridos, con lo cual, cada uno de ellos es diferente del resto del mundo, motivo por el cual debemos saber tratar a cada uno según su necesidad, para que podamos corregir aquellos hábitos que no sean adecuados, e incentivar sus cosas buenas.
Por mucho que queramos nuestros hijos, así como traen sus viejos hábitos del pasado, también traen sus proyectos y una misión que realizar, para poder adquirir el grado de evolución que se han propuesto en la vida, por tanto, también debemos respetar ese hecho, y ayudarles a que sepan abrirse camino en la vida, escogiendo de todas las expectativas que el mundo les ofrece, aquello que llevan dentro y que va a determinar su paso por la Tierra.
Hemos de entender que, como espíritus independientes traen sus experiencias, sus proyectos, así como sus pruebas y expiaciones, y por mucho que queramos han de pasarlas, no podemos evitarlo, pero sí que podemos darles la base, por medio del ejemplo, de las enseñanzas y los conocimientos para que sepan tomar las decisiones correctas y asumir sus responsabilidades.
Así como nosotros hemos asumido un compromiso con ellos, que no consiste solo en traerlos al mundo, sino en ayudarles a progresar, ellos también nos pueden ayudar a nosotros, porque tienen cualidades y aptitudes diferentes a las nuestras, y también podemos aprender de ellos. Hemos de estar abiertos a todo, no debemos ser padres dictadores e intransigentes. El ordeno y mando no vale a estas alturas a del siglo XXI, estamos todos aprendiendo constantemente, y una de las muchas cosas que hemos aprendido es a tratarlos con amor, con dulzura y paciencia, sin dejar a un lado la firmeza para que adquieran buenos hábitos, este es el mejor método, para enseñar todo a nuestros hijos, y de ese modo al mismo tiempo estamos aprendiendo también los padres a convivir, con respeto, tolerancia y comprensión.
Aquello que no se pueda conseguir por medio del amor, del cariño y la paciencia, difícilmente se puede aprender por otros medios, me refiero a los métodos de imposición, violencia e intolerancia.
Por lo tanto, en principio debemos resaltar la gran responsabilidad que como padres recae sobre nosotros en todo lo que concierne a nuestros hijos, son una responsabilidad nuestra. No debemos confundir y trasladar a los profesores, por ejemplo, la tarea de educar a nuestros hijos. La escuela está para que nuestros hijos adquieran unos conocimientos que les van a servir de base para poder alcanzar más adelante una profesión, pero nada más, la responsabilidad de que nuestros hijos acudan al centro escolar con la debida educación y respeto hacia profesores y resto de alumnos es nuestra.
Sin embargo podemos observar que en muchas ocasiones falla este principio y nuestros hijos adquieren hábitos, costumbres y modales muy poco apropiados para su edad, convirtiéndose poco a poco en pequeños malhechores. Todo ello como consecuencia de no haberles dedicado el tiempo adecuado y no haberles transmitido una base lo suficientemente sólida para saber que no han de contaminarse de todo lo que hay en el exterior de la familia. La familia como digo es la base fundamental y es donde se deben forjar el carácter y las cualidades de nuestros hijos.
El descuido por nuestra parte de este tipo de cuestiones hace mucho daño a nuestros hijos. Muchos padres se preocupan de que no les falte de nada, como suele decirse, y es algo muy loable y digno de alabar, ya que no es fácil en muchas ocasiones conseguir este hecho. No obstante hemos de preguntarnos qué necesitan nuestros hijos, que cosas son las más importantes para ellos, además del necesario sustento. NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE.
Por tanto toda familia debe establecer una serie de principios, para poder generar y potenciar las bases de la sociedad que deseamos para nuestra humanidad. La familia es una  micro-sociedad, lo que encontramos en ellas es lo que hay fuera de ellas. Por lo tanto además la familia debe ser el refugio, “bien entendido” para nuestros hijos en donde puedan encontrar el abrazo, la comprensión y la fuerza que necesitan para enfrentarse en el día a día ante las pruebas que la sociedad les depara.
Tan importante es la parte material, como la espiritual para nuestros niños, si no se alcanza un equilibrio entre ambas corremos el peligro de convertir a nuestros hijos en pequeños déspotas, que solo valoran las cosas materiales y que nos van a exigir más y más cada día, sin ni siquiera ser conscientes de lo mucho que cuesta a los padres mantener en pie la “casa” con todo lo que   ello conlleva. Si no les transmitimos los valores éticos y morales, se van haciendo cada día más egoístas, porque es algo que está ahí, intrínseco en la materia, y en el entorno social, con lo que espiritualmente habremos fracasado en ese aspecto tan importante.
Nuestros hijos son lo que más queremos en este mundo, queremos para ellos lo mejor, queremos verlos felices, con salud, queremos evitar que sufran, que lloren, etc., y esto a veces nos lleva al sentimentalismo, y nos excedemos en darles todo lo que nos piden.
Amar a nuestros hijos no significa darles todo lo que quieren, sino en saber qué es lo que necesitan, es ponerles también las limitaciones y el freno a lo que por sus instintos y tendencias traen del pasado, para eso estamos ahí, lo mismo que hay que saber darles, hay que saber también quitarles. Complacerles a veces es muy fácil, y nos quitamos un problema del medio.
Decir no es más difícil, hay que explicarles, hay que hacerles entender, es una labor constante, una labor del día a día, que requiere mucho tiempo y esfuerzo por nuestra parte  y en ocasiones porque volvemos cansados del trabajo, por un programa de televisión que nos apetece ver, les quitamos el tiempo que necesitan a nuestros hijos, y dejamos de transmitirles la educación que deben adquirir.
Por fortuna en estos tiempos contamos con una gran ayuda por parte de educadores, la sociedad ha avanzado mucho, la psicología ha desarrollado infinidad de técnicas y métodos para que sepamos cómo corregir y ayudar al crecimiento de nuestros hijos, si queremos podemos formarnos y adquirir los medios y los conocimientos para ayudarles de la mejor manera, sin miedo a equivocarnos, sobre todo cuando estos presentan problemáticas difíciles.
En base a estos argumentos hemos de entender que nuestros hijos, vienen para recibir de nosotros una gran ayuda en cuanto a la adquisición de buenos valores y principios, que hemos de transmitirles con el ejemplo, y sobre todo con amor, un amor desprovisto de sentimentalismo, cuando haga falta, y un amor que no esté basado en el materialismo, sino en el respeto y comprensión de todos.
Hemos de ver a nuestros hijos no sólo como niños, sino como un carácter en formación, por un lado, y por otro con todo lo que traen del pasado, lo cual debemos descubrir a tiempo para poder corregirle aquellas faltas que manifiesta y que desde pequeñitos sí se pueden corregir. Por lo menos por nuestra parte que no sea.
Fermín Hernández Hernández
2016, © Amor, paz y caridad
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"No te engañes, que no te engañen,.....anota lo que escribo aquí: Después de la muerte es cuando la gente sabe lo que hizo de sí"


         LA COSECHA ES OBLIGATORIA

Lo que nos espera del "otro lado" puede ser comparado por medio de una metáfora, la plantación de la levadura. Iremos a recogerla dependiendo de lo que plantamos, o sea, del esfuerzo aplicado en aquel trabajo, de las condiciones de aprovechamiento del tiempo, de la perseverancia en vencer los obstáculos, y finalmente, de la disposición en repartirnos esta cosecha con otras personas. Debemos hacer un análisis de nuestra "siembra" y nos preguntamos: ¿ Esta es una forma sutil de saber lo que recogeremos del "otro lado"?.
Joanna de Angelis, en Dias Glriosos, explica que " de cara  la cnducta durante la existencia física, en cierto modo van siendo delineados los procesos para la liberación por el vehículo de la muerte, cuya ocurrencia es mucho más grave de lo que puede parecer al observador menos cuidadoso. Morimos o desencarnamos conforme vivimos. Los pensamientos y actos son implacables tejedores que se responsabilizan por el desenlace final que libera al espíritu del cuerpo. De ese modo, la ocurrencia terminal, encargada de producir la desencarnación, es resultado de todo el proceso vivido durante el estado orgánico. Cada cual experimenta el curso libertador de acuerdo con el procedimiento mantenido como encarnado, lo que se le transfrma en futuros programas existenciales".
Encuentro relevante transcribir un pasaje del libro de Suety Caldas Schubert, Mediumnidad: El Camino para Ser Feliz, donde ella escribió registros hechos por el escritor Conan Doyle sobre Emmanuel Swendenborg, un gran médium sueco que vivió en Lóndres, en 1744, considerado uno de los precursores del espiritismo y que narró en sus libros lo que vio en el plano espiritual. Conan Doyle escribió: El médium sueco constató que el Otro Mundo, a donde vamos después de la muerte, consiste en varias esferas (o planos), expresando los grados de luminosidad y felicidad. Cada persona irá para aquella que se adapte a su condición espiritual.
Vio casas donde residen familias, templos, auditorios, museos, escuelas, academias, bibliotecas. Allí son cultivados el arte, la literatura, la ciencia, la música y los deportes.
Había ángeles y demonios, pero no eran diferentes de los seres humanos; eran aquellos que habían vivido en la Tierra y que, o eran almas retardadas, como los demonios, o altamente avanzadas, como los ángeles.
No existen penas eternas. Los que se hallaban en los Infiernos (planos inferiores), podían trabajar para salir de allí, siempre que tuviesen esa voluntad. Los que se hallaban en el Cielo (planos superiores), también proseguían trabajando por una posición cada vez más elevada.Todos los niños eran recibidos igualmente, fuesen o no bautizados. Crecían en Otro Mundo; jóvenes les servían de madres, hasta que llegasen las madres verdaderas".
Dios es perfecto en su creación. Él nos da innumerables condiciones de evolucionar. Nadie queda desamparado, sea en este plano o en los otros. Nos cabe a nosotros, y solamente a nosotros, decidirnos en que condiciones queremos vivir, sea cual fuese el plano. Vamos a trabajar en pro del bien, pues estaremos atrayendo buenos fluidos y personas afines para nuestro deseo. Obstáculos no van a faltar, pero tendremos la mano del compañero al lado, formando una corriente positiva, fortaleciendo nuestras intenciones y purificando los pensamientos.
No debemos temer a la muerte, y si, evolucionar en esta vida, al final, una u otra vida, nos espera "al otro lado".
(Extraído de la Revista Cristiana de Espiritismo nº 28, páginas 30-34)
                                                                         
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        LA VIOLENCIA Y SU ANTÍDOTO

En un valiente estudio constante del libro Obras Póstumas, Kardec analiza el conocido lema de la revolución Francesa: "Libertad, Igualdad y fraternidad". "Estas tres palabras- dice el Codificador- constituyen por sí solas, el programa de todo un orden social que realizaría el más absoluto progreso de la humanidad, si los principios que ellas suponen pudiesen recibir una integral aplicación" Nos parece que la solución del estado de violencia que nos asusta, en el que los asaltos, los secuestros y los asesinatos están al orden del día, pasa por la aplicación de la propuesta hecha por Kardec en el aludido estudio. En él, en primer lugar, el Codificador define lo que es fraternidad, que, en la rigurosa acepción del témino, resume todos los deberes de los hombres, de los unos para con los otros. Fraternidad significa devoción, abnegación, tolerancia, benevolencia, indulgencia. Es por excelencia la caridad evangélica y la aplicación de la máxima: "Proceder para con los otros, como querríamos que los otros procediesen con nosotros". La fraternidad es, como se ve, lo opuesto al egoísmo, que dice: "Cada uno para sí", en cuanto que ella propone: " Uno para todos y todos para uno". Como tales valores son la negación el uno del otro, tan imposible es que un egoísta proceda fraternalmente para con sus semejantes, como a un avariento ser generoso. Pero siendo el egoísmo la llaga dominante
de la sociedad, como le es imposible reinar soberanamente, quien lo haga será el reinado de la fraternidad verdadera. Imponerse al egoísmo y combatirlo con todas nuestras fuerzas, de modo que en su lugar pueda un día reinar absolutamente la fraternidad. Hechas tales consideraciones y focalizando directamente el lema de los revolucionarios franceses, Kardec  concluye: "Considerando desde el punto de vista de su importancia para la realización de la felicidad social, la fraternidad está en la primera línea: es la base. Sin ella no podrían existir la igualdad ni la libertad seria. La igualdad deriva de la fraternidad y la libertad es consecuencia de las dos otras". De hecho, la vivencia cristiana implica un clima de convivencia social en régimen de fraternidad, el el que todos se ayudan y se socorren, dirimiendo dificultades y problemas. Vivir a Cristo, es convivir con el prójimo, aceptándolo tal cual es, con sus defectos e imperfecciones, sin la pretensión de corregirlo. El verdadero cristiano inspira a su semejante con bondad para que él mismo despierte y cambie de conducta por sí mismo. Dice Juana de Ángelis que, al descender de las Regiones Felices al valle de las aflicciones para ayudarnos, Jesús nos mostró como deben hacer los que se dicen cristianos. Y evocando el ejemplo de Cristo, la mentora de Divaldo P. Franco recomienda: " Da 
confianza al Señor, y la excelencia de tu fe mediante la convivencia con los hermanos más insidiosos que tu mismo. Sé para ellos la lámpara encendida para iluminarles la marcha. Nada esperes de los otros. Sé tu quien ayuda, disculpa y comprende. Si ellos te engañan, te censuran o te exigen lo que ellos no dan, ámalos más, súfrelos más, por cuanto que son más carentes de socorro y amor de lo que supones. Si consiguieras convivir pacíficamente con los amigos difíciles de hacerlos compañeros, tendrás logrado el éxito, porque Jesús en tu corazón, estará siempre reflejado en el trato, en el intercambio social con los que te buscan y con los que asciendes en dirección a Dios".

Editorial  "O Inmortal" marzo 2006
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            DESPUÉS DE LA MUERTE

Libre el Espíritu del pesado fardo del cuerpo físico, la mente es la fuerza motora que le mueve, y le mueve con la rapidez del pensamiento.... A donde dirija su pensamiento, allí se traslada instantáneamente con su envoltura o psicosoma; donde tenga su pensamiento o deseo, allí se halla. Los avaros, los coleccionistas, por ejemplo, luego de desencarnados, quedan automáticamente imantados a aquello que les fascinaba, al objeto de sus excentricidades, de sus aficiones.
Necesario es aclarar que, esto tiene múltiples facetas, como múltiples son las diversas condiciones intelectuales y morales de los humanos.
Y ahora, vienen estas preguntas, tremendas: ¿Ha utilizado esa vida para el progreso del Espíritu? ¿Ha sido útil a sus semejantes? ¿Ha sido su vida guiada por la «voz de la Conciencia«, o la ha ahogado para seguir en el camino de la «dolce vita», o dominado por el egoísmo y pasiones ha sido causa de dolor a sus semejantes?
Aquí, comienza a actuar el otro aspecto de la Ley de Consecuencias o de causa y efecto. Cuando se llega a esta fase de la Vida Una, cuando el «difunto» se da cuenta de su situación, de su realidad existencial, y se ve a sí mismo tal cual como antes era, se produce el fenómeno inverso de cuando encarnó: el alma (facultad sensitiva y emotiva) y la mente (facultad intelectiva, volitiva, raciocinativa), comienza a vibrar con mayor intensidad (ya que la materia orgánica actúa como reductor, por ser de vibración más lenta); y del fondo inconsciente comienzan a aflorar todos los detalles de la vida recién terminada. Entonces, toma conciencia del daño que haya hecho o deseado hacer y sufre intensamente; a menos que sea el tipo bestial, bruto, con una conciencia incipiente, poco desarrollada todavía, que continuará lo mismo, hasta su despertar. Asimismo, toda acción de bien, es motivo de felicidad en el grado del bien realizado.
La vulgar creencia de que va a encontrarse ante el tribunal de Dios, debe ser descartada como irreal. No obstante, cierto es que habrá de encontrarse ante el «tribunal» de su propia Conciencia (juez inexorable) pues, libre de la prisión y presión de la carne, que adquiere una mayor fuerza de manifestación. Y ante su vista se presentan en cuadros fluídicos y en movimiento (tal cual acontecieron) sus principales acciones, al igual que vemos en un cinema, y de los cuales no puede huir, no puede librarse, porque están grabados en su propia naturaleza psíquica, en su mente que se torna más lúcida, así como grabados también en los planos mental y emocional del éter cósmico. Y al recordarlos, son actualizados por sintonía. En muchos de los casos, surgen también (en cuadros fluídicos) algunas de sus vidas pasadas, a fin de que pueda apreciar el motivo y por qué de las vicisitudes en ésa su última existencia terrena.
Cuando se llega a este punto, comienza a recogerse la cosecha de la siembra. La siembra, es voluntaria; pero, la cosecha es obligatoria.
Si sembramos dolor, eso mismo recogeremos. Si sembramos amor, en la práctica del bien, la felicidad será la cosecha.
Las oraciones —dicen algunos— liberan de las penas y sufrimientos a las almas.
¡Cuan engañados viven quienes mantienen tal creencia!
Pues, si así fuese, aquellas almas que no dejan parientes ni amigos que oren por ellas, no tendrían las mismas posibilidades, lo cual no sería de verdadera justicia. Y por otra parte, aquellos que dispusieron de dinero, podrían pagar oraciones para cuando su alma desencarne, lo que equivaldría a comprar con dinero el progreso del alma (¡……!).
Además de ilógico, sería injusto.
Todo ser es responsable de sus actos ante la Ley Divina. Y LA LEY DIVINA, QUE ES SABIDURÍA Y AMOR, DA A CADA CUAL EXACTAMENTE LO QUE CADA CUAL MERECE.
¡No nos engañemos con espejismos!
La oración sincera, salida del alma con todo amor (y solamente así) es una vibración magnética que llega al alma desencarnada a la cual va dirigida y le produce una sensación de alivio, si sufre, y de alegría al apreciar que sus seres queridos le recuerdan con cariño. E importante también es, elevar el pensamiento a Lo Alto, pidiendo con verdadero amor sentido, ayuda para ese ser, a fin de que sea guiado en la nueva modalidad de vida.
La Ley de Consecuencias está inmanente en la propia naturaleza psíquica y espiritual de todo ser. Toda acción, tiene su reacción. Toda deuda, ha de ser saldada. Toda trasgresión a la Ley Divina del Amor, quiebra el equilibrio, y cuyo equilibrio tiene que ser restaurado por el mismo trasgresor. Esa es la ley, y lo demás son pamplinas.
CREENCIA EN EL DESCANSO ETERNO.—El concepto del «descanso eterno», creencia bastante generalizada por desventura, puede haber sido establecida en el pasado por la imaginación del hombre, al sentir la necesidad del descanso después de una vida de sufrimientos y trabajos penosos, como era en pasados siglos.
De ahí, esa frase tan común que oímos, cuando asistimos a algún sepelio: ¡por fin, descansa! Frase que puede haber surgido también de una apreciación errónea, al ver el cuerpo rígido del difunto.
¡Nada más incierto! Porque, al salir el cuerpo espiritual que animaba ese cuerpo físico, ahora inerte, el primero sigue sintiendo, sigue pensando; sigue viviendo, aunque en otra dimensión. No así el segundo, como unidad.
Y como la vida es energía y ésta en movimiento, el descanso tal como algunos lo entienden, no existe en el Más Allá, y menos eterno.
Existen sí, moradas etéreas (porque el cuerpo espiritual es también de sustancia etérea) tan o más reales que las de nuestro plano físico; a las que son llevadas aquellas almas buenas que han sufrido y aquéllas que han practicado el bien, y cuya belleza y felicidad están en relación a la sensibilidad de esas almas y a sus obras de amor fraterno.
Y en esos ambientes de belleza y dicha inenarrables, en esa otra vida del Espíritu, existe una actividad plena. Mas, esa actividad es totalmente voluntaria, donde las almas buenas, vibrando en amor fraterno, continúan practicando el bien, mediante ayudas a sus seres queridos que permanecen en la Tierra, y contribuyendo en obras de progreso a otros seres. Pero, también las almas poco evolucionadas, y las ruines y cargadas de odios, continúan apegadas aquí al plano físico, perturbando a aquellas personas con las cuales están unidas por los lazos del odio. Aun cuando no sea percibido por nuestros sentidos físicos, esta actividad es tan real, cual la nuestra humana.

Sebastián de Arauco.
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