miércoles, 23 de noviembre de 2016

LA VIRTUD DE LA JUSTICIA



                                                                  


CUIDAR DEL CUERPO Y DEL ESPÍRITU 

11. Consistirá en la mortificación del cuerpo la perfección moral?. Para resolver esta cuestión me apoyaré en principios elementales y comenzaré por demostrar la necesidad de cuidar del cuerpo que, según las alternativas de salud y de enfermedad, influye de manera muy importante sobre el alma, que  se puede considerar cautiva de la carne. Para que esa prisionera viva, se expanda y llegue a concebir las ilusiones de la libertad, tiene el cuerp que estar sano, dispuesto y fuerte. Hagamos una comparación: Ambos se hallan en perfecto estado; ¿ qué deben hacer para mantener el equilibrio entre sus aptitudes y sus necesidades, tan diferentes?. Parece inevitable la lucha entre los dos y es dificil encontrar el secreto de cómo llegar a ese equilibrio.

Dos sistemas se enfrentan: el de los ascetas, que tienen por base el aniquilamiento del cuerpo, y el de los materialistas, que se basa en el rebajamiento del alma. Dos violencias casi tan insensatas la una en cuanto a la otra. Al lado de esos dos grandes partidos, hormiguea la numerosa tribu de los indiferentes que, sin convicción y sin pasión, son cálidos en el amar y económicos en el gozar. ¿Donde está, entonces, la sabiduría?; ¿Donde entonces, la ciencia de vivir?. En parte alguna; y el gran problema quedaría sin solución, si el Espiritismo no viniese en auxilio de los investigadores, demostrándoles las relaciones que existen entre el cuerpo y el alma, y diciéndoles por qué se encuentran en dependencia mutua, importa cuidar de ambos. Amad pues, vuestra alma, pero cuidar igualmente de vuestro cuerpo, instrumento de aquella.
Desatender las necesidades que la propia Naturaleza indica, es desatender la ley de Dios. No castiguéis el cuerpo por las faltas que vuestro libre albedrío lo indujo a cometer y por las cuales es él tan responsable como el caballo mal dirigido, por los accidentes que causa. ¿Por ventura seréis más perfectos si, martirizando el cuerpo, no os volvéis menos egoístas ni menos orgullosos y más caritativos para con vuestro prójimo?.No, la perfección no está en eso: está en las reformas que hicieseis pasar a vuestro Espíritu. Doblegarlo, someterlo, humillarlo, mortificarlo: es el medio de hacerlo dócil a la voluntad de Dios y el único de alcanzar la perfección.- Jorge, Espíritu Protector (París, 1863)


Texto presente en el Capítulo XVII - Sed perfectos
El Evangelio según el Espiritismo

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       ¿Los Espíritus  tuvieron  un inicio y tendrán  un  final?

    Alguien podría alegar que todo lo que comienza, termina; que todo lo que tiene principio tiene que tener final.  Pero el Espíritu humano, posiblemente sea la excepción a la regla, pues en efecto ha tenido un comienzo en su existencia, pero como es de la misma Esencia Divina que el Creador, y esta es infinita, sin comienzo ni final, ello conlleva que la esencia humana que es el Espíritu humano, una vez creado, ya no tiene un final, tal como sucede con la existencia de los demás seres, que han tenido un comienzo progresivo, como el hombre, y tienen un final, como especie, aunque su alma o Esencia, se encuentra inmersa en el proceso evolutivo y tampoco tiene final; sí pasa por continuas transformaciones que parecen poner fin  a una clase de existencia, pero en realidad están dando comienzo a otra diferente y más depurada.      
     Nuestro Espíritu se creó cuando por Voluntad Divina se empezó a formar a través de su desenvolvimiento repetido en un larguísimo proceso evolutivo que fue forjando su esencia psíquica sucesivamente a través de los tres reinos de la Naturaleza durante millones de años, hasta llegar a alcanzar finalmente la madurez evolutiva necesaria en la escala evolutiva animal, para tras un necesario “reciclaje” en el plano espiritual , pasó para proseguir su desarrollo en una determinada especie de primate, dentro de una especie genéticamente próxima al ser humano, pues ambas especies, en cuanto a lo corporal e incluso lo psíquico, procedemos de un mismo tronco, de unos antepasados tan remotos como comunes. Estos humanos, en su incipiente andadura como tales, comenzaron a habitar este planeta hace algunos miles de años.
        Esta posibilidad se apoya en que en la historia del planeta, tal como afirma la Ciencia, la evolución de la vida unicelular que surgió en los mares, fue dando paso a muy diferentes y variadas especies, de las que muchas evolucionaron y abandonaron el medio acuático para proseguir su multiplicidad y evolución en el medio terrestre. En su diversificación, a partir de las almas grupales de cada especie iban evolucionando hacia otras especies grupales de psiquismo cada vez más desarrollado, y en las cuales, finalmente comenzaron a individualizarse hasta alcanzar un grado de desarrollo psíquico apto para tomar conciencia de sí mismas como individuos recién llegados a la especie humana. Entre las especies más evolucionadas y aptas para dar el gran salto evolutivo, estaban las diversas clases de primates, de los que parece ser, que en tan solo una de ellas, a causa de albergar un alma lo suficientemente madura para su transformación en el plano espiritual, se produjo ese “milagro” evolutivo de la transformación gradual desde la escala animal, en seres humanos, dotados de una “Chispa Divina” en su alma, recién salida de la Voluntad del Creador. Quizás se trate del gran salto más importante que el Espíritu humano tendrá que experimentar en su historia evolutiva.
     La naciente especie humana a causa de su mayor capacidad cerebral respecto al resto de su masa corporal, se diferenció inmediatamente de sus demás congéneres de otras familias de primates, pues este maravilloso órgano que nos diferencia de las demás especies animales,  le facultó el poder desarrollar su inteligencia con el pensamiento continuo o filosófico del que las demás especies animales carecen
     Tal vez en esa determinada especie de simios antecesores del ser humano, “alguien” llegado a este planeta desde fuera de la Tierra con la divina misión de preparar el albergue en la misma a espíritus  humanos, significativamente  más evolucionados que los de los primates terrestres cuya psíquis y cuerpos físicos estaban designados para acoger a estos humanos, “animales divinos”, procedentes de otros mundos que llegaban por oleadas a la Tierra para  seguir su evolución en este planeta, mucho más atrasado que en el mundo de procedencia;  para llevarlo a cabo, dado su mucho mayor desarrollo intelectual, científico y técnico que traían consigo,  supieron acondicionar el ADN  de esa determinada especie de primates terrícolas, para poder albergar a esos nuevos espíritus que llegaban a este planeta  con el fin de  no perturbar la evolución de otros espíritus más adelantados que quedaron allá, siguiendo su caminar evolutivo en esos mundos de “Regeneración” de donde procedían estos recién llegados.
   De ese modo pudo ser que el Espíritu humano recién llegado a este planeta , se uniese por vez primera a esa especie animal que antes ya había sido adecuada genéticamente, dejándola después evolucionar por el periespíritu que modelaba esas materias, hasta llegar al prototipo humano actual..
    Paralelamente a esta masiva llegada de espíritus para reencarnar aquí, muchos de esos humanos extraterrestres, fueron también traídos corporalmente posiblemente desde alguno de los planetas que circundan la estrella Capella, en la constelación de Orión, de donde llegaron a través de naves espaciales, que entonces ya existían en esos mundos de regeneración y tenían capacidad para poder visitar otros mundos diseminados por  el espacio, mientras que otros planetas, como la Tierra, se encontraba todavía en una fase de mundo primitivo, en el que la vida aun hacía sus primeros ensayos. En la Tierra se mezclaron con los terrícolas humanoides existentes, y su aporte genético se fue diseminando a partir de las nuevas generaciones nacidas de esta mezcolanza entre ellos ( que después aparecieron en la Biblia como ángeles caídos, expulsados del Paraíso),  y los humanos terrestres.
  Desde el primer momento el ser humano, nuevo en este mundo, tomó consciencia de la individualidad o Ego  que diferencia a unos de los otros y de la identidad que les diferencia entre ellos y respecto al resto de los animales, entrando así en la etapa humana , o sea la consciencia del Yo y la capacidad de desarrollar el pensamiento prolongado y abstracto; es por lo que , efectivamente, el ser humano tuvo un comienzo en cuanto espíritus que somos y que se forjó en la historia evolutiva del planeta, pero sin embargo, al estar inmersos en el divino Plan evolutivo que es infinito, nuestro espíritu no tiene final de existencia, porque la misma evolución nos conduce siempre hacia una nueva etapa en una ascendencia gradual, sucesiva, ilimitada y eterna , aproximándonos más y más a Lo Absoluto, nuestra Fuente de Origen.
- Jose Luis Martín -

           
“¡Qué ilusión es la de morir y nacer, cuando el espíritu no ha nacido¡ ”
                          Cayetano Arroyo-(Diálogos con Abul Beka)

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                            EL VALOR DE LA FE

En nuestro cuerpo material podemos tener problemas físicos que son puramente de orden orgánico, por ejemplo, un dolor de garganta, un resfriado común causado por bacterias que están libres en el aire, después viene una inflamación y acostumbramos a consultar al médico que nos prescribe un remedio; esto es un problema orgánico.

Pero existen problemas físicas causados por problemas espirituales, como, por ejemplo, una persona que siente mucho odio en su corazón contra alguien, tiene voluntad de hablar,chillar, ofender, solo que en vez de hacerlo hacia fuera, queda callado y esta situación con el pasar del tiempo va causando un foco acumulado de energías ruines en su organismo, que pueden causar dolencias, dolores de garganta, cáncer de garganta, problemas de corazón, estrechamiento de arterias, úlceras, gastritis y muchas otras enfermedades.

No es correcto ofender a nadie ni criticarlo por ahí, o ser violento o no ser correcto, o sentir odio, rencor, envidia; estos son sentimientos negativos que solo perjudican a quien está sintiendo, generalmente la mayor parte de energías producidas con esos sentimientos que hay en el emisor.

La medicina actual está muy evolucionada y es la primera a ser indicada para quien tiene un problema de salud, pero hay ciertos casos en los que se hace necesario la intervención espiritual cuando la medicina por si sola no resuelve a veces porque el paciente está con problemas, que los remedios  comunes ayudan pero no curan. Casos de depresión acompañados de tendencias al suicidio, ansiedad, problemas del sistema nervioso, tensión nerviosa, gastritis que aparecen de nada, dolores de cabeza que no tienen explicación ni razón de ser.

Es difícil para un médico formado para diagnosticar una dolencia correctamente,otras veces prescribe el remedio mas o menos con dosis adecuadas, por lo que se puede suponer sin sombra de duda, que cuando se trata de una dolencia con raíces espirituales es más difícil aún de diagnosticar.

El tratamiento de un problema espiritual siempre debe ser hecho en los dos ámbitos, con un médico y con un médium, porque el daño causado por la dolencia, sea cual fuere, comenzó en lo emocional hasta el plano espiritual y dejó sus consecuencias en el plano material.

En el ámbito de la medicina, publicaciones sobre estudios en el mundo entero, indican que la fe es un auxiliar importante en la recuperación de dolientes crónicos y dolorosos, como el cáncer y otros, el paciente con esperanzas tiene mas posibilidades de que aquel que no tiene ninguna credibilidad.

Algunos pacientes son tratados con remedios placebos y paliativos que no curan la dolencia en si, pero van a darle tiempo al paciente para un caso de recuperación a través de la lucha del organismo contra la dolencia,muchas veces el organismo vence por la ayuda del bien anónimo, de la fe y de Dios.

El plano espiritual prevalece sobre el plano material en las leyes que rigen el universo, el espíritu cuando es mentalmente saludable, lo propaga al perispíritu que por una vez deja el organismo más estable y con buena salud.

Espíritus de poca evolución tienen más dificultad para dar la inmunidad necesaria al cuerpo; ellos atraen energías ruines, ellos se instalan en su cuerpo material como si fuesen pequeñas sanguijuelas, vampiros, que van chupando la fuerza vital de la vida.

Esta fuerza vital está compuesta por una energía que está en el universo, una energía limpia y vigorizante. Dios la creó junto con todo, y "todo" está hecho de energías, hasta los pequeños insectos tienen sus moléculas y sus átomos. Cuando existe una dolencia en el cuerpo debemos tratar como si fuese una alarma, algo no está funcionando correctamente en el plano físico o en el plano espiritual, toda causa tiene su efecto y la consecuencia, si fumamos, es que vamos a terminar con dolencia en los pulmones, si bebemos vamos a tener problemas con los riñones, si tenemos problemas espirituales, vamos a terminar cargando nuestro cuerpo con malos fluídos, energías negativas.

Para que acontezca la cura el paciente en primer lugar, debe tener resuelto su problema espiritual, si es de odio, ese odio debe tener un fin, si es un rencor, del mismo hecho debe haber un perdón.

Sin esto, la cura es paliativa, sin efecto a largo plazo, puede haber una mejora momentánea, pero si el mal continúa en la raíz, el tronco del árbol va a ser el doliente.

Para conseguir una cura completa, en un caso de dolencia proveniente de un problema espiritual, este debe ser intervenido por un espíritu bastante evolucionado, que usando un médium como transmisor, va a restablecer el orden en el organismo.

Para esto, este espíritu va a producir con las energías Divinas, remedios y fluidos que irán a retirar la lesión causada por influencia de energías negativas del cuerpo.

Para que esto acontezca con tal plenitud, es necesario que el paciente tenga fe en la cura, fe en Dios, sin fe no es posible de que se realice la cura.

Aportado por Juan Carlos Mariani-

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Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor.
(San Agustín)
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       LEY DEL TRABAJO Y CUESTIÓN SOCIAL

Conocedores que el objetivo primordial del Espiritismo es la reforma interior, a fin de hacer de nosotros verdaderos hombres de bien, no debemos olvidar tampoco que vivimos inmersos en la sociedad que nos corresponde por merecimiento y evolución. De ahí la necesidad de aportar ideas y actitudes renovadoras que permitan también la evolución colectiva de la criatura humana y de la sociedad en su conjunto. Si hay un autor espírita que merezca ser estudiado en profundidad por sus aportaciones a la mejora social, dicho autor es León Denís. Todas sus obras transpiran la aspiración de mejorarse a sí mismo y a la colectividad, por lo que en el presente artículo repasaremos algunas de sus aportaciones en relación a la cuestión social. En el capítulo La crisis moral de su obra Después de la muerte, León Denís nos dice: En la filosofía de los espíritus volvemos a encontrar la doctrina oculta que abarca todas las edades, haciéndola revivir bajo formas más grandes y más puras. Reúne sus restos esparcidos y los amasa con un fortísimo cemento para reconstruir un monumento grandioso capaz de cobijar a todos los pueblos y a todas las civilizaciones. Para asegurar su duración, lo asienta sobre la roca de la experiencia directa del hecho constantemente renovado. Y, gracias a ella, vemos desenvolverse a los ojos de todos, en la espiral infinita de los tiempos, el drama inmenso de la vida, de la vida inmortal, con las existencias innumerables y los progresos incesantes que reserva a cada uno de nosotros en la escala colosal de los mundos. Semejante doctrina puede transformar pueblos y sociedades llevando la luz do quiera haya tinieblas, derritiendo con su calor todo el hielo y egoísmo acumulado en las almas y revelando a todos los hombres las leyes sublimes que los unen con los lazos de una estrecha, de una eterna solidaridad. Hará la conciliación por medio de la paz y la armonía. Por ella aprenderemos a obrar con el mismo espíritu y el mismo corazón. Y la humanidad, consciente de su fuerza, avanzará con paso más firme hacia sus magníficos destinos.1 No obstante, fue en su obra Socialismo y Espiritismo que León Denís profundizó todavía más en dicha cuestión. Entre otras ideas, cabe resaltar que todos debemos aportar aquello que esté a nuestro alcance al orden y conjunto de la sociedad. Así, nuestra principal tarea debe ser siempre nuestro trabajo interior, reformando nuestro carácter para convertirnos en hombres y mujeres de bien, sirviendo así de ejemplo a cuantos nos rodean y al conjunto de la sociedad. De esta forma estaremos actuando de acuerdo con nuestro objetivo existencial, aprovechando la actual encarnación al tomar como objetivo el desarrollo del self. Debemos tener en cuenta que la sociedad es el resultado de la suma de valores individuales, por lo que mejorándonos como individuos estaremos también mejorando nuestra sociedad. Al dejar atrás nuestros defectos y nuestro egoísmo, estamos abriendo las puertas para lograr la paz, la fraternidad y la justicia entre los hombres, de modo que podamos contribuir a la solución de los problemas sociales. Con el Espiritismo podemos influenciar en el desarrollo de la economía social y la vida pública, al facilitar nuestro desenvolvimiento, el de la LEY DEL TRABAJO Y CUESTIÓN SOCIAL Actualidad Espiritista 25 colectividad y la solidaridad. Si introducimos en las leyes y normas humanas la ley divina o natural, estaremos colaborando a la elevación de nuestros usos y costumbres. Si lo analizamos bien, a fecha de hoy, la jornada semanal de cuarenta horas nos debería permitir disfrutar de más tiempo para el trabajo intelectual y para nuestra reforma íntima. Durante algunos minutos deberíamos liberar nuestro espíritu de las insinuaciones, deseos y sensualismo del mundo material, dejando que nuestro ego se identifique con nuestro self. Para ello podemos ampliar nuestro horizonte y contemplar el infinito que espera a nuestras almas, intentando evitar el estado de turbación y de oscuridad en la que podríamos encontrarnos si apartamos de nuestra vida los valores de la vida espiritual. Cuando se busca únicamente el placer efímero y se cae en los vicios adictivos, precisaremos rescatarlos por el sufrimiento en esta o en venideras encarnaciones. León Denís nos recomienda ser sobrios y medidos en todas las cosas. Ya a principios del siglo XX en occidente se había aumentado el bienestar físico, pero no la felicidad. La falta de amor y de confianza en la vida serían los responsables de ello. Desde la época romana se veía al trabajo como algo negativo, como un yugo que debía ser soportado; visión que perdura en nuestros días. Sin embargo, el trabajo que se realiza con alegría y buen humor aporta mucho a muestro ser y a la sociedad en general, siendo una vía de iluminación y de amor. Por el contrario, multiplicando nuestras necesidades e incentivando nuestros deseos, nos encadenamos a las cosas materiales y evitamos que podamos vivir la vida del espíritu. Aunque haya pasado casi un siglo desde que León Denís transcribiera dichos pensamientos, lo cierto es que permanecen muy actuales, y que hoy en día, a pesar de los grandes avances en materia del Estado del Bienestar, lo cierto es que no existe un consenso claro acerca de lo que dicho estado debe ser y qué forma de articular sus políticas debe tener. Así, en la actualidad tenemos tres modelos definidos de “Estados del Bienestar” según su ideología: el liberal, el socialdemócrata y el conservador. 1- Liberal Tiene como objetivo aumentar el papel del mercado en la economía y mantener un gasto social bajo. 2- Socialdemócrata Quiere intervenir en la economía através de la intervención del estado y mantener un gasto social elevado. 3- Conservador Potencia el papel de la familia, con un gasto social alto. * * * Allan Kardec, en “El Libro de los Espíritus” dedica un capítulo a la “Ley del trabajo”. Del citado capítulo podemos recordar las tres primeras cuestiones: 674. ¿La necesidad del trabajo es una ley de la Naturaleza? “El trabajo es una ley natural por lo mismo que es una necesidad, y la civilización obliga al hombre a mayor trabajo, porque aumenta sus necesidades y sus goces.” 675. ¿Sólo deben entenderse por trabajo las ocupaciones materiales? “No el espíritu trabaja como el cuerpo. Toda ocupación útil es trabajo” 676. ¿Por qué es impuesto el trabajo al hombre? “Es consecuencia de su naturaleza corporal, una expiación y al mismo tiempo un medio de perfeccionar su inteligencia. Sin el trabajo, el hombre no saldría de la infancia de la inteligencia y por esto sólo a su trabajo y actividad debe su subsistencia, su seguridad y su bienestar. Al que es débil de cuerpo, Dios le da, en cambio, la inteligencia, pero siempre es trabajo.”2 En relación al trabajo, otros autores espíritas han ahondado en el tema, entre ellos Francisco Cándido Xavier, quien en su libro Pensamiento y Vida relata que el trabajo debe ser adoptado como alimento diario para que en nuestra mente se pueda reflejar la luz de la espiritualidad superior. Nos dice que en tiempos pasados la escuela, las artes, el hogar, la agricultura, la ganadería o la industria eran tenidas como ocupaciones propias de los esclavos. Sin embargo, la ley del trabajo es el camino que nos debe permitir conquistar la emancipación de nuestra alma. Huir de él y sumirse en los goces o en la pereza, es dejar a un lado nuestro camino para nuestro progreso. En las esferas superiores no se trabaja por obligación, sino que la criatura es ya consciente que trabajar y obrar a favor del bien significa entregarse a las leyes divinas. Así, en dichas esferas, los espíritus son serviciales y reproducen en sí mismos las maravillas que les rodean, reflejadas como un espejo. Finalmente, en relación al progreso social, recordemos algunas reflexiones de Allan Kardec de su libro El Génesis al respeto: Considerad que las almas actuales ya vivieron en un tiempo pasado; que pudieron ser bárbaras, como el siglo que las engendró, más han progresado, y como en cada nueva existencia traen lo adquirido en vidas anteriores, las almas de los tiempos civilizados no son creadas más perfectas, sino que se fueron perfeccionando por sí mismas con el transcurso del tiempo, con lo que tendréis la única explicación lógica de la causa del progreso social.
David Estany Associació Espírita Otus i Néram – Tàrrega (Lleida) 

Notas 1 “La crisis moral”, Después de la muerte, León Denís, París –Francia– 1890 2 “El Libro de los Espíritus”, Allan Kardec, París Francia - 1857 3 “Reencarnación”, El Génesis, Allan Kardec, París, enero 1868

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                       LA VIRTUD DE LA JUSTICIA


En el Libro de los Espíritus, libro tercero; Leyes Morales, capítulo XI, en la pregunta 875 – ¿Cómo puede definirse la justicia? – La justicia consiste en el respeto a los derechos de cada uno.
La vida material es un campo lleno de experiencias y oportunidades para crecer o estancarnos en el crecimiento espiritual, en ese progreso moral por el que trabajamos internamente, haciendo que se acreciente el sentido de la justicia.
Para practicar la justicia de verdad, hay que tener desarrollado tanto el amor como la caridad, pues sin esos dos sentimientos asentados en nosotros es más difícil ser justos, pues por el amor aprendemos a tratar a los demás como quisiéramos que nos trataran a nosotros mismos, y la caridad nos conduce a ayudar al prójimo; por medio del pensamiento, pidiendo por el que lo necesita, con la palabra, consolando, animando, a la persona que pueda necesitarla, y por medio de la acción, colaborando para ayudar a quien pueda tener carencias.
A medida que nos vamos despojando de imperfecciones, de debilidades que nos entorpecen, en el caminar hacia nuestro adelanto evolutivo, contemplamos con mayor objetividad y lucidez los hechos y acontecimientos que nos presenta la vida material. Mientras más trabajemos en nuestra limpieza interior, el sentido moral y el discernimiento, profundizaremos más en las nociones del bien y del mal, de lo justo e injusto, por lo que la responsabilidad moral de los actos de la vida la iremos ampliando. Por lo tanto, excusarse de las faltas o actos inapropiados es síntoma de una cierta inmadurez espiritual, un querer escaparse de las situaciones, para no afrontar las verdaderas responsabilidades.
La justicia es un sentimiento natural que se desarrolla y engrandece con la moralidad y la inteligencia, con total independencia del grado cultural, pues se trata de una cualidad innata que va creciendo, al igual que todas las facultades que tenemos depositadas en el fondo de nuestra alma, en función de nuestro desarrollo espiritual, de las distintas experiencias y pruebas, a lo largo del devenir de nuestras sucesivas encarnaciones.
No siempre es fácil ver la justicia en hechos que nos acontecen a lo largo de nuestra vida, y nos rebelamos ante situaciones que no entendemos porque han pasado, sin saber que son consecuencia de nuestra conducta pasada. Esa misma rebeldía nos indica lo injustificable de nuestro proceder, pues no sólo no se obtiene ningún beneficio con esta actitud, sino que nos bloquea ante posibles soluciones que se le podría aplicar al hecho en cuestión teniendo un poco de buena voluntad. Pero es que además esa rebeldía se proyecta hacia las personas del alrededor, creando un ambiente de negatividad que no permite recibir ayuda, claridad para poder ver el camino de salida de una situación que no se entiende, sin que por ello deje de ser justa.
Estas circunstancias, son las que más alejan al hombre de Dios, las que son aparentemente injustas, situaciones que no se comprenden. Tenemos la fea costumbre de juzgar sin comprender, porque ese juicio esta mediatizado por nuestras deficiencias morales, por lo que no vemos más allá de lo que nuestros ojos y razonamiento llegan a alcanzar. Nos equivocamos si queremos ver como base de apoyo el presente, sin profundizar que el presente, es el resultado de nuestro comportamiento del ayer.
Todos los errores humanos, el daño que provocan y todas las situaciones adversas que podemos vivir, son consecuencia de las injusticias que los hombres cometen los unos contra los otros. Estas acciones, faltas de objetividad, pueden atentar contra la dignidad, respeto u honorabilidad de nuestros semejantes. Además no siempre nuestros comentarios o acciones son suficientemente objetivos, pues carecemos, debido a nuestras imperfecciones y muchas veces a la falta de prudencia, del entendimiento necesario para valorarlas de tal forma que nos permita actuar de manera totalmente ecuánime.
Otra condición que nos puede provocar rechazo y rebeldía, es el dolor. Hoy en día, en la sociedad de bienestar en la que vivimos, cuesta entender el sentido que tiene el dolor en nuestras vidas. No llegamos a comprender que el dolor nos transforma y fortalece, aprendemos la resignación y nos purifica. Es un mecanismo que el Padre pone en nuestra vida material, por el gran beneficio que reporta en la adquisición de valores imperecederos y de un destino espiritual dichoso.
¿Por qué nos otorga la posibilidad, Nuestro Padre, de volver a una envoltura material tantas veces como lo necesitemos? Para que podamos ir corrigiendo y depurando nuestros fallos con nuevas pruebas, en la vida corporal. Como muy bien se refleja en El libro de los Espíritus, capítulo II, en la pregunta 167 – ¿Cuál es el objetivo de la encarnación?.- La expiación, el mejoramiento progresivo de la humanidad. Sin eso, ¿dónde estaría la justicia?
Por tanto, la naturaleza de la Justicia Divina es perfecta, y no posee privilegios para nadie. El Padre da a cada uno lo que necesita o merece, y ahí entran los méritos o deméritos que consigamos en nuestro trayecto hacia la perfección. Tampoco nos da una carga que no podamos soportar, porque nos conoce y desea que crezcamos teniendo en cuenta nuestras limitaciones, proporcionando las experiencias necesarias en cada encarnación para ir ampliando nuestra espiritualidad, y siempre con las herramientas necesarias para poder aprovechar las oportunidades que se nos presentan.
Otro de los aspectos de la justicia muy importante se encuentra en la educación de los hijos. Los padres siempre tienen que ser imparciales, los criterios de educación han de ser los mismos para todos, siempre con amor y sabiduría, tratándolos de igual forma, evitando favoritismos, estableciendo normas justas, no prejuzgando de antemano y evitando comparaciones. Estableciendo una reflexión continua porque no hay dos iguales y al tratarlos no se puede obrar siempre de la misma forma, teniendo en cuenta que hay que dar a cada uno en función de sus necesidades y características; sabiendo que lo que a veces vale para uno no sirve para el otro, y viceversa. Conocer sus virtudes potenciándolas y los defectos enseñándoles a ir controlándolos. Pedir perdón si nos equivocamos. Ayudarles a pensar las consecuencias de una acción antes de realizarla. La importancia del ejemplo de la rectitud y la dulzura, que han de ver los hijos en sus padres, para que vayan asimilando la importancia de un sentido justo de la vida, aprendiendo a ponerla en práctica a lo largo de su existencia material, haciéndolos más tolerantes, objetivos, atentos…
En conclusión, la justicia expresa su equilibrio en los actos de amor y sabiduría. Cuando hay justicia no hay confusión porque cuando se practica, todo está perfecto. El equilibrio necesario entre el corazón y la razón se conquista en el interior de cada persona, manteniendo tranquila la conciencia y libre el alma.
La responsabilidad moral que vamos adquiriendo nos hace valorar la importancia del ejemplo, con un comportamiento recto que nos lleve hacia el respeto que debemos de mostrar hacia los derechos de los demás, actuando con equidad.

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©2015, Amor,paz y caridad
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