sábado, 24 de diciembre de 2016
La experiencia de la Muerte
UNA NUEVA AURORA
¿ En los relatos hechos por los Espíritus, cómo cuentan ellos mismos la experiencia de su muerte?.
En el supremo momento de la muerte y en los que le suceden, el Ser no pierde la total conciencia de sí mismo; si acaso brevemente en algunos casos de muerte súbita.
En muchos casos de desencarnación natural, percibieron primeramente como un gran zumbido o calambre en lo más íntimo de su cerebro o fuerte dolor súbito en el pecho, pensando en un principio que les estaba dando un infarto de miocardio. Después notaron que se soltaban definitivamente los hilos que aún les sujetaban al cuerpo físico que abandonaban y aun con la consiguiente sorpresa, se sintieron llenos de paz y dicha, por lo que durante cierto tiempo variable, siguieron ignorando que ya no pertenecían al mundo de “los vivos”.
Algunos relataron que el abandono del cuerpo se produjo a través de la cabeza, tal sensación la suelen experimentar muchas personas frías y calculadoras (por el chacra Coronario); es en este momento cuando suelen percibir un sonido fuerte y doloroso a modo de zumbido en lo más profundo del cerebro. Sin embargo la salida del cuerpo en los casos de personas muy emotivas, sienten que es desde el pecho ( chacra Cardiaco).
Cuando abandonaron el cuerpo, se sintieron deslizar a veces de forma lenta y otras de forma vertiginosa a través de un oscuro túnel en cuyo final vieron una gran Luz blanca, no deslumbrante, y en medio de ella divisaron que había gente; familia y amigos que desencarnaron tiempo antes que él y que parecían esperarle. Un Ser luminoso salió a recibirles y sintieron como una pregunta en sí mismos sobre si han cumplido correctamente los objetivos de su vida; entonces el Ser Luminoso que suele ser su Guía Espiritual, les muestra amablemente vertiginosas imágenes sobre lo que ha sido su vida y las consecuencias de los actos buenos o malos que cometieron o dejaron de cometer. Por ejemplo, si la persona que se auto-juzga hizo daño a otra, llega a sentir su tristeza, dolor o pesar, o si la acción fue de Amor y de bien, percibe los sentimientos de amor y felicidad que causó en la otra persona.
Curiosamente, en el siglo XV se debía de conocer algo de estos detalles, pues hay un cuadro de “El Bosco”, titulado “La subida al Empíreo”, en donde se describe pictóricamente el detalle del túnel.
Las imágenes de su vida las ven retrospectivamente, esto es, comenzando por lo acontecido al final de la misma y como “viajando” hacia atrás en el tiempo, hasta el principio. De este modo el Ser Espiritual se convierte en juez de sí mismo al verse tal y como es en realidad, y sentir las consecuencias de los actos y omisiones que se protagonizaron en la vida humana.
Una de las funciones que tiene este auto-juicio final, es la de fijar el carácter espiritual que tendremos como nuevas personas en el futuro de nuestras existencias humanas.
La revisión de la vida posiblemente suceda durante el trasvase de recuerdos y emociones entre el cerebro físico que se abandona, y el del “cuerpo espiritual” con el que sigue existiendo el Ser tras la muerte; por este motivo no se pierden nada de las vivencias y experiencias de cada vida, debido a que quedan finalmente grabadas en el cerebro espiritual que las lleva inconscientemente consigo , así como la influencia en el carácter y temperamento que tendrán durante otras existencias humanas . Así vemos como con la muerte no se pierde nada de lo adquirido como humano en esa finalizada existencia, sino que el Ser puede continuar con absoluta normalidad su camino evolutivo.
Después de este autojuicio, los que abandonaron el cuerpo en estado de lucidez mental, entran más tarde como en un estado de somnolencia o turbación, que es como un sueño reparador de sus energías psíquicas, que necesitan para seguir desenvolviéndose en su nueva forma de vida. Este sueño o sopor es similar al del feto cuando está en el claustro materno, dentro de un necesario proceso de preparación, acopiando las energías necesarias para afrontar su nueva forma de existencia. Cuando despiertan de este sueño, suelen estar aún algo confundidos, hasta que se reconocen y toman conciencia de sí mismos y comprenden que están muertos,pero se sienten vivos, comprobando con sorpresa su cuerpo impalpable y luminoso con las mismas formas y semejanzas al dejado en este mundo.
Se sorprenden también al comprobar que pueden atravesar los cuerpos sólidos sin la menor dificultad, así como que se pueden trasladar instantáneamente al lugar donde les lleva su pensamiento o deseo.
En muchos casos permanecen lúcidos tras la muerte y en las primeras horas que siguen al fallecimiento, se suelen preocupar por hacerse notar por su familia y amigos, por lo que durante algunos días después de su muerte, suelen visitarlos con frecuencia intentando infructuosamente casi siempre, contactar con ellos, pero finalmente siempre terminan pasando por el necesario sueño reparador.
Durante ese sueño pueden recibir influencias perturbadoras que les dificulten el normal despertar. Así, se pueden sentir atraídos como por un imán al plano físico; este es el efecto de las emociones intensas de quienes les recuerdan con nostalgia y lloros, con apegos u odios, así como en el caso de los que se han ido con una inquietud fuerte o alguna cosa que dejaron pendiente en este mundo. Estos lloros y lamentos de los “vivos” que quedaron aquí, son factores muy perturbadores para ellos, en cuanto a que son vibraciones de un tono psíquico que les origina un estado de ansiedad, inquietud y desasosiego que les atrae hacia los ambientes terrenales, atrasando así su normal despertar y desenvolvimiento en el mundo espiritual.
A veces quedan como por un tiempo como flotando en el ambiente físico, pudiendo ver su propio cadáver como algo que ya no les pertenece ni les interesa. Los muy apegados a su cuerpo y a su vida, no lo abandonan de inmediato, creyendo que están viviendo una pesadilla de la que van a despertar, llegando a veces a ver su cuerpo en descomposición. Los que están muy apegados a la vida en este mundo y a su cuerpo, se abrazan a él como tratando de no perderlo, pasándolo mal hasta que finalmente se dan cuenta de que ya no les pertenece.
También es frecuente que asistan a su propio entierro y funeral, comprobando como nadie nota su presencia, y cuando finalmente se cansa de intentar llamar la atención de los que quedaron aquí, pero sin éxito, trata de alejarse a otro lugar desconocido para él con la ayuda de algún otro Ser espiritual que le pueda ayudar. La primera y principal ayuda es que comprenda y acepte su realidad.
Durante el tiempo que permanecen apegados a lo físico, suelen sentirse tristes por el aislamiento de la gente en medio de un ambiente extraño donde nadie les reconoce, y cuando alguna vez son percibidos por alguna persona viva, a veces son objeto de insanas curiosidades, miedos y temores por parte de estos, que les llaman espectros, fantasmas, etc; y lo que es peor: intentan ayudarles o alejarles con rituales extraños y ceremonias ridículas, como si su paso por la muerte los hubiera transformado en “demonios malignos”.
Ernesto Bozzano, en su obra “La crisis de la muerte”, hizo un estudio comparativo entre muchos relatos mediúmnicos de diferentes Espíritus, y finalmente hizo la siguiente síntesis:
1º) Todos afirmaron haberse encontrado nuevamente con forma humana en esa existencia;
2º) Todos ignoraron, durante algún tiempo, que estaban muertos;
3º) Todos pasaron, en el transcurso de la crisis anterior a la agonía, o poco después, por la prueba de la reminiscencia sintética de todos los acontecimientos de la existencia que se les acababa (“visión panorámica”, o “epílogo de la muerte”);
4º) Fueron acogidos en el mundo espiritual por los Espíritus de personas de sus familias y de sus amigos muertos;
5º) Casi todos pasaron por una fase más o menos larga de “sueño reparador”;
6º) Se encontraron en un medio espiritual radiante y maravilloso (en el caso de muertos moralmente normales), y en un medio tenebroso y opresivo (en el caso de muertos moralmente depravados);
7º) Reconocieron que el medio espiritual era un nuevo mundo objetivo, sustancial, real, análogo al medio terrestre espiritualizado;
8º) Aprendieron que eso era debido al hecho de que, en el mundo espiritual, el pensamiento constituye una fuerza creadora, por medio de la cual todo Espíritu existente en el “plano astral” puede reproducir el entorno de sus recuerdos;
9º) No tardaron en saber que la transmisión de pensamientos es la forma de lenguaje espiritual, aunque ciertos Espíritus recién llegados, por ilusión, crean conversar por medio de la palabra;
10º) Verificaron que, gracias a la facultad de la visión espiritual, se encontraban en estado de percibir los objetos de un lado a otro, en su interior y a través de ellos;
11º) Comprobaron que los Espíritus se pueden transferir temporalmente de un lugar a otro, aunque esté muy distante, por simple efecto de su voluntad, lo que no impide que también puedan pasear en el medio espiritual, o deslizarse a cierta distancia del suelo;
12º) Aprendieron que los Espíritus de los muertos gravitan fatalmente y automáticamente hacia la esfera espiritual que les corresponde, en virtud de la “ley de afinidad”.
Bozzano, también añade otras concordancias que señala como “secundarias”, a saber:
1º) Los difuntos que se comunican están de acuerdo en afirmar que los Espíritus de los muertos, a quienes nos unimos en vida, intervienen para acoger y guiar a los recién desencarnados, antes de comenzar la fase del “sueño reparador”.
2º) Cuando los Espíritus refieren haber visto sus cadáveres en el lecho de muerte, generalmente hablan del fenómeno llamado “cuerpo etéreo”, que se condensa sobre el “cuerpo somático”. Este detalle concuerda, casi siempre, con la constante afirmación de los videntes que han estado a la cabecera de los moribundos.
3º) Ellos dicen, de común acuerdo, que, así como no puede haber individualidades vivas absolutamente idénticas, tampoco pueden existir desencarnadas individualidades idénticas en el sentido de estar en la misma escala de elevación espiritual. Se deduce así que, incluso aquellas llamadas “almas gemelas” en la existencia terrestre, llegado un momento se separan en el mundo espiritual, aunque puedan verse cuando quieran.
4º) Se encuentran de acuerdo al afirmar que, aunque los Espíritus tengan la facultad de crear más o menos bien, por la fuerza del pensamiento, lo que les sea necesario, cuando se trata de obras complejas e importantes, la tarea es confiada a grupos de Espíritus especializadas en ello.
5º) Son unánimes al afirmar que los Espíritus de los difuntos, cuando están dominados por las pasiones humanas, se conservan ligados al medio donde vivieron, por un lapso más o menos prolongando de tiempo. Se deduce que, no pudiendo gozar del beneficio del sueño reparador, esos Espíritus persisten en la ilusión de juzgarse todavía vivos, aunque presas de un extraño sueño, o de una opresiva pesadilla. En este caso, se tornan, muchas veces, “Espíritus asombradores”, o “perseguidores”.
6º) Nos informan, unánimemente, de que en el mundo espiritual, los Espíritus jerárquicamente inferiores no pueden percibir a los que les son superiores. Esto es consecuencia de los diferentes tonos vibratorios de sus “cuerpos etéreos”.
7º) Se muestran de acuerdo al afirmar que las dilacerantes crisis de dolor, que se producen con frecuencia delante de los lechos de muerte, no solo son penosas para los Espíritus de los difuntos, sino que además les impiden entrar en relación con las personas queridas y los retienen en el medio terrestre.
8º) Finalmente, afirman al unísono que, algunas veces, cuando se encuentran solos y presas de incertidumbres o perplejidades de todas clases, perciben una voz que sienten llegar de lejos y les aconseja sobre lo que deben hacer. Es una voz procedente de Espíritus amigos que, habiéndoles percibido telepáticamente los pensamientos, se apresuran a trasmitirles sus consejos.
Por lo dicho, tengamos bastante claro que por el bien de nuestros Seres queridos, no debemos lamentar exageradamente su pérdida; la postura más adecuada es la de rechazar pensamientos deprimentes o nostálgicos, y dedicarles los mejores recuerdos pensamientos y deseos para su mejor y más fácil adaptación a la nueva vida a la que acceden. Estos pensamientos de afecto, gratitud y ayuda, actúan como magnetizadores y tranquilizadores para el Ser fallecido, facilitando así el que los lazos que todavía pueda retener su Periespíritu con la materia, se aflojen y se suelten más facilmente.
-Jose Luis Martín-
“ Morir es nacer como nacer es morir. Nada viene de la nada ni nada va a la nada”
Kilogo –
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