martes, 3 de enero de 2017

CONFLICTO DOMÈSTICO





UTILIDAD PRÁCTICA DE LAS MANIFESTACIONES. ( Para qué sirve el Espiritismo )

PREGUNTA: Supongamos que este punto sea ya evidente y que el Espiritismo haya sido reconocido por una realidad; ¿cuál puede ser su utilidad práctica? Hasta ahora hemos pasado sin él, y  me parece que podríamos continuar del mismo modo viviendo muy tranquilamente sin él. 

CONTESTACIÓN DE A.K. - Otro tanto pudiera decirse de los ferrocarriles y del vapor, sin los cuales se vivía muy bien. 
Si por utilidad práctica entiende usted los medios de vivir bien, de hacer fortuna, de conocer el porvenir, de descubrir minas de carbón o tesoros ocultos, de recobrar herencias y de esquivar el trabajo de las investigaciones, para nada sirve el Espiritismo, que no puede hacer alzar o bajar la bolsa, ni ser reducido a acciones, ni siquiera ofrecer inventos perfectos, a punto de ser explotados. Bajo este punto de vista, ¡cuántas ciencias serían inútiles! Cuántas hay que no ofrecerían ventaja alguna, comercialmente hablando. Los hombres se encontraban perfectamente antes del descubrimiento de todos los nuevos planetas; antes de que se supiera que es la Tierra, y no el Sol, la que gira; antes de que se hubiesen calculado los eclipses; antes de que se conociese el mundo microscópico y antes de otras mil cosas. Para hacer crecer el trigo, no tiene necesidad el labrador de saber lo que es un cometa; ¿por qué, pues, los sabios se entregan a estas investigaciones, y quién se atreverá a decir que pierden el tiempo en ellas? 
Todo lo que sirve para levantar una punta del velo contribuye al desarrollo de la inteligencia , ensancha el círculo de las ideas, haciéndonos penetrar en las leyes de la Naturaleza. En virtud de una de ellas, existe el mundo de los espíritus. El Espiritismo hace que la conozcamos; nos enseña la influencia que el mundo invisible ejerce en el visible y las relaciones que entre ambos existen, como la astronomía nos enseña las relaciones de los astros con la Tierra; nos lo presenta como una de las fuerzas que gobiernan al Universo y contribuyen al mantenimiento de la armonía general. Supongamos que se limite a esto su utilidad, ¿no será ya mucho la revelación de semejante poder, haciendo abstracción de toda doctrina moral? ¿No es nada la revelación de todo un mundo nuevo, especialmente si el conocimiento del mismo nos lleva a la resolución de una multitud de problemas insolubles hasta ahora; si nos inicia en los misterios de ultratumba, que algo nos interesan, puesto que todos cuantos somos debemos tarde o temprano dar el paso fatal? Pero otra utilidad más positiva tiene el Espiritismo, que es la influencia que ejerce por la fuerza misma de las cosas. El Espiritismo es la prueba patente de la existencia del alma, de su individualidad después de la muerte, de su inmortalidad y de su suerte verdadera. Es, pues, la destrucción del materialismo, no con razonamientos, sino con hechos. 
No debe pedirse al Espiritismo más de lo que puede dar, ni buscar en él otro fin que el 
providencial. Antes de los progresos formales de la astronomía se creía en la astrología. 
¿Seria razonable asegurar que para nada sirve la astronomía porque ya no puede 
descubrirse en la influencia de los astros el pronóstico del destino? Del mismo modo que la astronomía destronó a los astrólogos, el Espiritismo destrona a los adivinos, a los 
hechiceros y a los anunciadores de la buenaventura. Es a la magia lo que la astronomía a la astrología, y la química a la alquimia. 

QUE ES EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.

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            LA VIDA Y LA MUERTE

Extraídas de "El Libro de los Espíritus"* 
Codificado por Allan Kardec. 

68. ¿Cuál es la causa de la muerte de los seres orgánicos? 
– El agotamiento de los órganos. 

– ¿Podría compararse la muerte a la cesación del movimiento de determinada máquina desorganizada? 
– Sí; si la máquina está mal montada, la actividad cesa; y si está malo el cuerpo, la vida se extingue. 

69. ¿Por qué una lesión del corazón con preferencia a la de otros órganos, produce la muerte? 
– El corazón es una máquina de vida; pero el corazón no es el único órgano en el que una lesión causa la muerte, pues no es más que una de las partes esenciales. 

70. ¿En qué se transforman la materia y el principio vital de los seres orgánicos, cuando estos mueren? 
– La materia inerte se descompone y toma nueva forma; el principio vital vuelve a la masa. 

[Muerto el ser orgánico, los elementos que lo componen sufren nuevas combinaciones que forman nuevos seres, los cuales toman de la fuente universal el principio de la vida y de la actividad, lo absorben y asimilan para devolverlo a la misma fuente, cuando dejen de existir. 

Los órganos están impregnados, por decirlo así, del fluido vital. 
Ese fluido da a todas las partes del organismo una actividad que las pone en comunicación entre sí, en los casos de ciertas lesiones restablece las funciones momentáneamente perturbadas. Pero cuando son destruidos los elementos esenciales al funcionamiento de los órganos, o están alterados profundamente, el fluido vital es impotente para la transmisión del movimiento de la vida y el ser muere. 

Los órganos reaccionan más o menos necesariamente los unos sobre los otros y de la armonía de su conjunto resulta su acción recíproca. 
Cuando una causa cualquiera destruye esa armonía, sus funciones cesan, como el movimiento de un mecanismo cuyas piezas esenciales están descompuestas. Tal sucede a un reloj que se gasta con el tiempo, o se descompone por accidente, en el cual la fuerza motriz queda impotente para ponerlo en movimiento. 

Tenemos una imagen más exacta de la vida y de la muerte en un aparato eléctrico. Ese aparato recoge electricidad, en estado latente como todos los cuerpos de la Naturaleza. Los fenómenos eléctricos sólo se manifiestan cuando el fluido es puesto en movimiento por una causa especial. En ese caso, se podría decir que el aparato está vivo. Cesando la causa de la actividad, el fenómeno cesa; el aparato vuelve al estado de inercia. Los cuerpos orgánicos serían así como una especie de pilas o aparatos eléctricos en los 
cuales la actividad del fluido determina el fenómeno de la vida; la cesación de esa actividad produce la muerte. 

La cantidad de fluido vital no es un factor absoluto para todos los seres orgánicos; varía según las especies y no es un factor constante, bien sea en el mismo individuo, o en individuos de la misma especie. Los hay que están saturados de él, mientras que otros disponen apenas de una cantidad suficiente, y de aquí que la vida sea en algunos más activa, más vibrante y en cierto modo superabundante. 
La cantidad de fluido vital se agota y puede llegar a ser insuficiente para el mantenimiento de la vida, sino se renueva por la absorción y asimilación de las substancias que lo contienen. 
El fluido vital se transmite de un individuo a otro y el que tiene más puede dar al que tiene menos y en ciertos casos restablecer la vida a punto de apagarse.] 
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Nota: * - Preguntas hechas a los espíritus superiores por Kardec y a continuación la respuesta de éstos. Los párrafos entre corchetes son anotaciones de Kardec. - Los números de preguntas hacen referencia al nº de pregunta utilizado en "El Libro de los Espíritus"; publicado en su primera edición en 1857. 

Descargar El Libro de los Espíritus completo en PDF desde aquí: 
http://espiritismo.cc/Descargas/libros/allankardec/Espiritus.pdf


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EL DESTINO, EL LIBRE ALBEDRÍO Y LOS                             CRÍMENES
Ningún espíritu se reencarna en el mundo Tierra para ser víctima de criminales, o para ser robado, torturado.abusado, secuestrado, violado, y ninguna criatura se reencarna predestinada a ser víctima de pedófilos.
Porque si eso fuese posible, el mal, los crímenes, los bandidos, serían cosas útiles y positivas para cumplir el karma negativo de las personas. 
El mal, las maldades, las injusticias, los crímenes, son  de origen humano; somos nosotros  los que creamos el bien o el mal en el mundo, por el uso que hagamos de nuestro libre albedrío.

Veamos esas cuestiones en la obra El Libro de los Espíritus.

746. ¿El asesinato es un crimen a los ojos de Dios? 
-Si, un gran crimen, pues aquel que quita la vida de un semejante interrumpe una vida de expiación o de misión, y en eso está el mal.

880. ¿ Cual es el primero de todos los derechos naturales del hombre?
- El de vivir.  Y
 por eso es que nadie tiene el derecho de atentar contra la vida del semejante o de hacer cualquier cosa que pueda comprometer su existencia corpórea.

Vemos claramente en esas afirmaciones que asesinar a una persona no tiene nada de karma  ni de prueba, ni que nadie se reencarna para tener ese fin.


No existe predestinación para el mal ni para los crímenes, vicios y delitos, veamos las explicaciones de Kardec sobre esa importantísima cuestión. En el Libro de los Espíritus encontramos los siguiente:

861. ¿ El hombre que comete un asesinato sabe, al elegir su existencia, que se convertirá en un asesino?

No. Apenas conoce que al escoger una vida de luchas tendrá la posibilidad de matar a uno de sus semejantes, pero ignora si lo hará o no, porque estará casi siempre en él, tomar la decisión de cometer el crimen. Por lo que aquel que delibera sobre alguna cosa, está siempre libre de hacerlo o no.
Si el espíritu supiese con anticipación, el que como hombre dberá cometer un asesinato, estaría predestinado a eso. Sabed pues, que n hay adie predestinado al crimen y que todo crimen, como todo y como cualquier acto, es siempre el resultado de la voluntad y del libre albedrío.

Por lo demás, siempre confundís dos cosas bastante distintas, los acontecimientos materiales de la existencia y los actos de la vida normal. Si hay fatalidad, a veces es en ls acontecimientos materiales cuya causa está fuera de vosotros y que son independientes de vuestra voluntad.

En cuanto a los actos de la vida moral, emanan siempre del propio hombre, que tiene siempre, por consiguiente, la libertad de escoger; para sus actos no existe jamás la fatalidad.

Voy a destacar esta observación que es importantísima

Sabed entonces que no hay nadie predestinado al crimen y que todo crimen, como todos y cualquier acto, es siempre el resultado de la . voluntad y del libre albedrío.


El bien o el mal quien los crea es el propio ser humano por sus pensamientos y por su libre albedrío nadie está predestinado a ser un bandido.

- Allan Kardec-

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"Somos producto de nosotros mismos. El bien o el mal que hacemos al prójimo nos lo hacemos a nosotros mismos. Los espinos que hoy me hieren son del arbusto que planté."
- Mensajes de la Espiritualidad Mayor-

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       CONFLICTO DOMÈSTICO 

Cierto día, mi esposo le pidió a mi hija de 18 años, que le entregara su cuadernillo de tareas, para revisar lo que ella había hecho durante la semana de su escuela preparatoria, esto con el fin de ayudarle a organizarse tanto en su tiempo como en sus actividades diarias. Ella no estaba del todo convencida con esa nueva tarea, tener que reportarle a su papá sobre las actividades de la escuela y las tareas. 
Ellos tenían un conflicto muy fuerte por el carácter, los dos explosivos, y con la lucha del “poder”; mi esposo por ser el padre y ella por ser la hija que todo lo que hacía estaba correcto, al fin la adolescencia. 
Mi hija viene de una manera prepotente, y con actitud altanera y le entrega el cuadernillo de tareas a su papá, él revisando le pregunta en dónde se encontraban los trabajos, y ella, le contesta: que no sabes leer, que no ves, allí está todo; la situación empezó a levantarse de bríos, y tuve que interferir diciéndole a mi hija, que fuera más amable, y que si no había ningún problema le entregara todo y le explicara lo que había hecho. 
Ella observó que los dos estábamos tranquilos, hablándole, y tratando de que la situación no se hiciera más incómoda, y que no nos llevara a perder la postura. Se molestó en sus adentros tanto, que hizo tal coraje, que su expresión fue de tanto enojo, que empezó a hacer gestos de rabia, y sin control, que posteriormente la llevó a vomitar, y a sentirse inmediatamente mal. 
Ya pasado algún tiempo, busqué la forma de hablar con ella, comentar lo sucedido y puesto que me daba mucho dolor ver su situación, pues se puso tan mal, que temía fuera a causarle un daño más grave. Pero en ese momento, se me vino a la mente un escultor frente a una piedra, y un alfarero modelando una vasija, y mi plática se dirigió de la siguiente manera: 
¿Qué quieres ser, la piedra que el escultor golpea con un martillo y un cincel? O ¿Quieres ser el barro suave que el alfarero puede modelar con sus manos suaves y con movimientos suaves para formar la vasija? 

Con esto quiero decir, que si nos resistimos y nos revelamos a lo que tenemos que hacer día con día, nos va a costar mucho trabajo transformarnos, progresar, elevarnos, evolucionar, si somos como la roca duros, resistentes, no queda otra que tengamos que transformarnos con golpes, y son los golpes de la vida los que nos enseñan, y va a tardar mucho tiempo para que eso suceda. En cambio, si somos como el barro, que sólo con agua, y con las manos nos moldean, pero si tenemos las propiedades del barro de ser maleables, de dejar que nos moldeen a tomar una forma al final, no nos darán golpes, no nos pegarán con el martillo y el cincel, sólo con las manos suaves y de manera sencilla tomaremos la figura deseada. 

- Araceli Anaya, -


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   Transmisión del pensamiento 
                Acción de la Oración
 
9. La oración es una invocación; por ella nos ponemos con el pensamiento en 
relación con el ser a quien nos dirigimos. Puede tener por objeto suplicar, dar gracias o 
glorificar. Se puede orar para sí mismo, para otro, para los vivos y para los muertos. Las 
oraciones dirigidas a Dios son oídas por los espíritus encargados de la ejecución de su 
voluntad, y las que se dirigen a los buenos espíritus son transmitidas a Dios. Cuando se 
ruega a otros seres que a Dios, sólo es con el titulo de intermediarios, de intercesores, 
porque nada puede hacerse sin la voluntad de Dios. 
10. El Espiritismo hace comprender la acción de la oración, explicando el modo 
de transmitir el pensamiento, ya sea que el ser a quien se ruega venga a nuestro 
llamamiento, o que nuestro pensamiento llegue a el. Para formarse una idea de lo que 
sucede en esta circunstancia, es menester representar a todos los seres, encarnados y 
desencarnados, sumergidos con un fluido universal que ocupa el espacio, como aquí lo 
estamos en la atmósfera. Ese fluído recibe una impulsión de la voluntad; es el vehículo 
del pensamiento, como el aire lo es del sonido, con la diferencia de que las vibraciones 
del aire están circunscritas, mientras que las del fluído universal se extienden hasta el 
infinito. Luego, cuando el pensamiento se dirige hacia un ser cualquiera que está en la 
tierra o en el espacio, del encarnado al desencarnado o del desencarnado al encarnado, 
se establece una corriente fluídica entre los los, la cual transmite el pensamiento como el 
aire transmite el sonido. 

La energía de la corriente está en razón con la del pensamiento y de la voluntad. 
Así es como la oración es oída por los espíritus en cualquier parte que se encuentren, 
como los espíritus se comunican entre sí, como nos transmiten sus inspiraciones y como 
se establecen relaciones a distancia entre los encarnados. 
Esta explicación, es sobre todo, para aquellos que no comprenden la utilidad de 
la oración puramente mística; no es con objeto de materializar la oración, sino con el fin 
de hacer comprensible su efecto, manifestando que puede tener una acción directa y 
efectiva, sin que por esto deje de estar menos subordinada a la voluntad de Dios, juez 
supremo de todas las cosas y el único que puede hacer eficaz su acción. 


11. Por la oración el hombre llama el concurso de los buenos espíritus que 
vienen a sostenerle en sus buenas resoluciones y a inspirarle buenos pensamientos, 
adquiriendo de este modo la fuerza moral necesaria para vencer las dificultades y volver 
a entrar en el camino derecho si se ha desviado, así como también puede desviar de sí 
los males que se atrae por sus propias faltas. Un hombre, por ejemplo, vé su salud 
deteriorada por los excesos que ha cometido, arrastrando hasta el fin de sus días una 
vida de sufrimientos; ¿tiene acaso, derecho a quejarse si no consigue la curación? No, 
porque en la oración hubiera podido encontrar la fuerza necesaria para resistir las tentaciones. 


12. Si los males de la vida se dividen en dos partes, una compuesta de aquellos 
que el hombre no puede evitar y la otra de las tribulaciones cuya primera causa es él 
mismo por su incuria y sus excesos (capítulo V, número 4), se verá que ésta sobrepuja 
de mucho en número a la primera. Es, pues, evidente, que el hombre es el autor de la 
mayor parte de sus aflicciones, y que se las ahorraría si obrase siempre con moderación 
y prudencia. 

No es menos cierto que estas miserias son resultado de nuestras infracciones a 
las leyes de Dios, y que si las observásemos puntualmente seríamos felices. Si no 
traspasáramos el límite de lo necesario en la satisfacción de nuestras necesidades, no 
tendríamos las enfermedades que son consecuencia de los excesos y las vicisitudes que 
conducen a ellos; si pusiéramos límite a nuestra ambición, no temeríamos la ruina; si no 
quisiéramos subir más alto de lo que podemos, no temeríamos caer; si fuésemos 
humildes, no sufriríamos los desengaños del orgullo rebajado; si practicáramos la ley de 
caridad, no maldeciríamos ni seríamos envidiosos, ni celosos, y evitaríamos las querellas 
y las disensiones; si no hiciéramos mal a nadie, no temeríamos las venganzas, etc., etc. 
Admitamos que el hombre no pueda nada sobre los otros males y que todas las 
oraciones sean superfluas para preservarse de ellos; ¿no sería ya bastante el que pudiera evitar todo lo que proviene de sus propios hechos? Pues aquí la acción de la oración se concibe perfectamente, porque tiene por objeto solicitar la inspiración saludable de los buenos espíritus, pidiéndoles fuerza para resistir a los malos pensamientos, cuya ejecución puede sernos funesta. En este caso "no desvían el mal, sino que nos desvían a nosotros mismos del pensamiento que puede causarlo; en nada embarazan los decretos de Dios ni suspenden el curso de las leyes de la naturaleza; "sólo nos impiden infringir estas leyes dirigiendo nuestro libre albedrío"; pero lo hacen sin saberlo nosotros y de una manera oculta, para no encadenar nuestra voluntad. El hombre se encuentra entonces en la posición de aquél que solicita buenos consejos y los pone en práctica, pero siempre es libre de seguirlos o dejarlos de seguir; Dios quiere que así suceda para que tenga la responsabilidad de sus actos dejándole el mérito de la elección entre el bien y el mal. 
Esto es lo que el hombre siempre está seguro de obtener si lo pide con fervor, y a lo que 
sobre todo pueden aplicarse estas palabras: "Pedid y se os dará". 
La eficacia de la oración, aun reducida a esta proporción, ¿no tendría, acaso, un 
resultado inmenso? Estaba reservado al Espiritismo el probarnos su acción por la 
revelación de las relaciones que existen entre el mundo invisible y el mundo visible. Pero 
no se limitan únicamente a éstos sus efectos. 
La oración está recomendada por todos los espíritus; renunciar a la oración es 
desconocer la bondad de Dios; es renunciar para sí mismo a su asistencia y para los 
otros al bien que puede hacérseles. 


13. Dios, accediendo a la súplica que se le dirige, tiene la mira de recompensar la 
intención, la sinceridad y la fe del que ruega; por este motivo la oración del hombre de 
bien tiene más mérito a los újos de Dios y siempre más eficacia que la del hombre 
vicioso y malo, porque éste no puede rogar con el fervor y la confianza que sólo se 
adquiere por el sentimiento de la verdadera piedad. Del corazón del egoísta, de aquél 
que ruega sólo con la articulación de la palabra, no pueden salir los impulsos de caridad 
que dan a la oración todo su poder. De tal modo así se comprende, que, por un 
movimiento instintivo, nos recomendamos con preferencia a las oraciones de aquellos 
cuya conducta se cree ser agradable a Dios, porque son más escuchados. 


14. Si la oración ejerce una especie de acción magnética, podría creerse que su 
efecto está subordinado al poder fluidico; pero no sucede así: puesto que los espíritus 
ejercen esta acción sobre los hombres, suplen cuando es necesario la insuficiencia del 
que ora, ya obrando directamente "en su nombre", ya dándole momentáneamente una 
fuerza excepcional, cuando se le juzga digno de este favor o cuando la cosa puede ser 
útil. 

El hombre que no se cree bastante bueno para ejercer una influencia saludable, 
no por esto debe abstenerse de rogar por otro, con el pensamiento de que no es digno 
de ser escuchado. La conciencia de su inferioridad es una prueba de humildad siempre 
agradable a Dios, que toma en cuenta la intención caritativa que le anima su fervor y su 
confianza en Dios, son el primer paso de la vuelta al bien, y los buenos espíritus se 
felicitan de poderle alentar. La oración que no se escucha es la del "orgulloso que sólo 
tiene fe en su poder y en sus méritos, creyendo poder substituirse a la voluntad del 
Eterno". 
15. El poder de la "oración" está en el pensamiento; no se concreta a las 
palabras, ni al lugar, ni al momento que se hace. Se puede, pues, rogar en todas partes y 
a todas horas, estando solo o acompañado. La influencia del lugar o del tiempo está en 
relación de las circunstancias que pueden favorecer el recogimiento. "La oración en 
común tiene una acción más poderosa cuando todos aquellos que oran se asocian de corazón a un mismo pensamiento y tienen un mismo objeto", porque es como si muchos 
levantasen la voz juntos y unísonos; pero ¡qué importaría estar unidos en gran número, 
si cada uno obrase aisladamente y por su propia cuenta personal! Cien personas reunidas pueden orar como egoístas, mientras que dos o tres, unidas en una común aspiración, rogarán como verdaderos hermanos en Dios, y su oración tendrá más poder que la de los otros ciento. (Cap. XXVIII, números 4 y 5).


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