martes, 28 de marzo de 2017

LA SEMANA SANTA


CONTENIDO DE ESTE BLOG EN EL DIA DE HOY ;

- La Semana Santa
-¿ La mediumnidad se puede considerar como una anomalía psíquica?
- Curación divina.
- De cómo el Espiritismo abolió la esclavitud

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               LA SEMANA SANTA

El Espiritismo no celebra la Semana Santa (Pascua) pero si respeta las manifestaciones religiosas de las diversas iglesias cristianas, y también no prohíbe que sus adeptos manifiesten su religiosidad. Semana Santa, o Pascua, simboliza la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud sufrida durante siglos en Egipto, pero en el Cristianismo conmemora la resurrección de Cristo, que se dio en la Pascua judaica del año 33 de nuestra era, y celebra la continuidad de la vida.
El Espiritismo, sin embargo siendo una Doctrina Cristiana, entiende de forma diferente algunas de las enseñanzas de las Iglesias Cristianas.
En la cuestión de la resurrección, para los espiritas, Jesús se apareció a María de Magdala y a los discípulos, con su cuerpo espiritual, que llamamos el periespiritu.
Entendemos que no hubo una resurrección corporal, física.
Jesús de Nazaret no precisó derogar las leyes naturales de nuestro mundo para afirmar su concepto de misionero.
Su doctrina de amor y perdón es mucho mayor que cualquier milagro, hasta aun mismo que la resurrección.
Esto no invalida la fiesta de Semana Santa, (Pascua) si la encaramos en su simbolismo.
La Pascua Judaica puede ser interpretada como nuestra liberación de la ignorancia, de las maldades humanas, para el conocimiento, el comportamiento ético-moral.
La travesía del Mar Rojo representa las dificultades para la transformación.
La Pascua Cristiana, representa la victoria de la vida sobre la muerte, del sacrificio por la verdad y por el amor.
Jesús de Nazaret demostró que se puede ejecutar a los hombres, pero no se consigue matar las grandes ideas renovadoras, los grandes ejemplos de amor al prójimo y de valorización de la vida.
Como la Pascua Cristiana representa la victoria de la vida sobre la muerte, queremos dejar firmado el concepto que aprendemos en el Espiritismo, que la vida solo puede ser definida por el amor, y el amor por la vida.
Fue por eso que Jesús de Nazaret afirmó que vino al mundo para que tuviésemos vida en abundancia, esto es, llena de amor.
En líneas generales, las instituciones espiritas no celebran la Pascua, ni programan situaciones especificas para “marcar” la fecha, como hacen las demás religiones o filosofías “cristianas”.
El sentimiento de religiosidad que es particular de cada ser Espíritus, todavía es, por la Doctrina Espirita, respetado, de modo que cualquier manifestación personal o, aun mismo colectiva, acerca de la Pascua no es prohibida, ni desaconsejada.
Lo cierto es que la figura de Jesús asume posición privilegiada en el contexto espirita, diciéndose, inclusive, que la moral de Jesús sirve de base para la moral del Espiritismo.
Así, como las personas, en general, son recordadas, en nuestra cultura, por lo que hicieron y reverenciadas en las fechas principales de su existencia corpórea (nacimiento y muerte), es absolutamente común y verdadero acordarnos de las personas que nos son queridas o importantes en estas fechas.
No hay ahí, francamente, ningún mal en eso.
Pero, como el Espiritismo no tiene dogmas, sacramentos, ritos o liturgias, la forma de encarar la Pascua (o Navidad) de Jesús, asume una connotación bastante peculiar.
Antes de mencionar la significación espirita de la Pascua, se hace necesario buscar, en la Historia de la Humanidad, las referencias del acontecimiento.
La Pascua, primeramente, no es, de manera inicial, relacionada al martirio y sacrificio de Jesús. Véase, por ejemplo, en el Evangelio de Lucas (cap. 22 versículos 15 y 16), la mención, del propio Cristo, al viento: “He deseado ansiosamente comer con vosotros en esta Pascua, antes de Mi pasión. Porque os declaro que no volveré a comer, hasta que ella se cumpla en el Reino de Dios.”
Es Evidente, ahí, la referencia de que la Pascua ya era una “conmemoración”, en la época de Jesús, una fiesta cultural, y, por tanto, lo que hizo la iglesia fue “aprovecharse” del sentido de fiesta, para adaptarla, dándole un nuevo significado, asociándola a la “inmolación de Jesús, en el pos-juzgamiento, en la ejecución de la sentencia de Pilatos.
Históricamente, la Pascua es la unión de dos festividades muy antiguas, comunes entre los pueblos primitivos, y alimentada por los judíos, a la época de Jesús.
Se habla del “pesah”, una danza cultural, representando la vida de los pueblos nómadas, en una fase en la que la vinculación en la tierra (con la noción de propiedad) aun no era flagrante.
También estaba asociado a la “fiesta de los panes”, un homenaje que los agricultores sedentarios hacían a las divinidades en razón del inicio de la época de la cosecha del trigo, agradeciendo a los Cielos, por la frondosa producción agrícola, de la cual se saciaban el hambre de sus familias, y propiciaban los cambios en los mercados de la Época.
Ambas eran conmemoradas en el mes de Abril (nisán) y, a partir del evento bíblico denominado “éxodo” (huida del pueblo hebreo de Egipto), en torno al 1441 a. C, pasaron a ser reverenciadas juntas.
Es esta Pascua la que Cristo deseo conmemorar junto a sus seres más queridos, por ocasión de la última cena.
Luego después de la celebración, fueron todos para Getsemaní, donde los discípulos invigilantes adormecieron, habiendo sido la escena del beso de traición y de la prisión del Nazareno.
Más hay otros elementos “evangélicos” que marcan la Pascua.
Esto es porque las vinculaciones religiosas apuntan para la quinta o sexta feria santa, el sábado de aleluya y el domingo de pascua.
Los primeros se relacionaban al “martirio”, al sufrimiento de Jesús, y los últimos, la resurrección y ascensión de Jesús.
En lo que concierne a la resurrección, podemos decir que la interpretación tradicional apunta para la posibilidad del mantenimiento de la estructura del cuerpo de Cristo, en el post-mortem, situación totalmente rechazada por la ciencia, en virtud del podrecimiento y deterioración del envoltorio físico.
Las Iglesias cristianas insisten en la hipótesis de Cristo haber “subido a los Cielos” en cuerpo y alma, y hará lo mismo en relación a todos los “elegidos” en el llamado “juicio final”. ". Es decir, personas que murieron a lo largo de los siglos, cuyos cuerpos han sido descompuestos y reaprovechados por la tierra, resurgirán, perfectos, reconstituyendo las estructuras orgánicas, en el día del juicio, donde Cristo, separa justos e impíos.
La lógica y el buen sentido abominan tal teoría, por la imposibilidad física y por la injusticia moral, al final, con la ley de los renacimientos, se establece un criterio más justo para sólo para medir la competencia u "homologación" de todos los espíritus.
Con “tantas oportunidades como sean necesarias”, en el “nacer de nuevo”, es posible progresar a todos.
Mas,¿ como explicar, entonces las “apariciones” de Jesús, en los cuarenta días póstumos, mencionadas por los religiosos en alusión a la Pascua?
La fenomenología espirita (mediúmnica) apunta para las manifestaciones psíquicas descritas como mediumnidades.
En alguna ocasiones, como la conversación con María de Magdala, que había ido hasta el sepulcro para depositar algunas flores y orar preguntando a Jesús – como si fuese el jardinero- después al ver la lapida removida, “¿para donde llevaron el cuerpo del Rabino?”, podemos estar delante de la “materialización” esto es, la utilización de fluido ectoplásmico – de seres encarnados – para posibilitar que el Espíritu sea visto (por todos).
Igual circunstancia se da, también, en el coloquio de Tomás con los demás discípulos, que ya habían “visto” , de que el si creería si “colocase las manos en las llagas de Cristo”.
Y esto, en verdad, por los relatos bíblicos, aconteció.
En otras situaciones, estamos delante de una u otra manifestación psíquica conocida, la mediúmnidad de videncia, cuando, por el uso de las facultades mediúmnicas, alguien puede ver a los Espíritus.
La Pascua, en verdad, por la interpretación de las religiones y sectas tradicionales, se halla envuelta en un preocupante y negativo contexto de culpa.
Al final, se cree que Jesús había padecido en razón de “nuestros” pecados, en una alusión fuera de lugar de que todo el sufrimiento de Jesús había sido realizado para “salvarnos” de nuestros propios errores, o de los errores cometidos por nuestros ancestros, en especial, los “bíblicos” Adán y Eva, en el Paraíso.
La presencia del “cordero inmolado”, que cumple las profecías del Antiguo Testamento, como la persecución y violencia contra el “hijo de Dios”, este fragmento colocado en todas las iglesias, en los crucifijos y en los cuadros que relatan – en colores vivos – las fases de la vía sacra.
Esta traducción judaico-cristiana de la “culpa” es la gran diferencia entre la Pascua tradicional y la Pascua espirita, si es que esta ultima  existe.
En verdad, los espiritas debemos reconocer la fecha de Pascua como la gran – y última lección – de Jesús que vence las iniquidades, que retorna triunfante, que prosigue su cátedra pedagógica, para aseverar que, “permanecería eternamente con nosotros” en el sentido de  indicarnos  la dirección de nuestros pasos.
En estos días de fiestas materiales o de recuerdos del sufrimiento del Rabí, podemos encarar la Pascua como el momento de transformación, de evocación a la verdadera libertad, pues, una vez despojados del envoltorio corporal, pudo Jesús retornar al Plano Espiritual para, desde allá, continuar “coordinando” el proceso depurativo de nuestro orbe.
Lejos de la remisión de la celebración de una fiesta pastoral o agrícola, o de la liberación de un pueblo oprimido, o de la resurrección de Jesús, ella puede ser encarada por nosotros, espiritas, como la victoria real de la vida sobre la muerte, por la certeza de la inmortalidad y de la reencarnación, porque la vida, en esencia, solo puede ser conceptuada como el amor, calcado en los grandes ejemplos de la propia existencia de Jesús, de amor al prójimo y de la valoración de la propia vida.
Así, cuando esta Semana Santa, estés al lado de tus seres más queridos, recuerda a Jesús para honrarlos con sus mejores ejemplos, que lo inmortalizan y que nos guían para, un día, también estar en la condición experimentada por él, como es la de “ser dioses”, “haciendo brillar nuestra luz”.
Conmemoremos queridos amigos míos, “otra” Pascua.
La Pascua, de nuestra transformación, rumbo a una vida plena.
Extraído de dos artículos de: Amílcar Del Chiaro Filho, Marcelo Henrique Pereira, Maestros en Ciencia Jurídica, Presidente da Asociación de Divulgadores de Espiritismo de Santa Catarina y Delegado de la Confederación Espírita Pan-Americana para la Gran Florianópolis (SC)


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-¿ La mediumnidad se puede considerar cómo una anomalía psíquica  ?

            Hay quien  cree  que  los  médiums  son en  todos los casos  enfermos mentales  con  cuadros de histeria , paranoias o   esquizofrenia, o que son víctimas de toda clase de alucinaciones.
            En  efecto,  se  pueden  dar casos de  que  estas  enfermedades  mentales sean  la  causa  de una aparente y falsa   mediumnidad,  pudiendo   llevar  a   la  confusión   para   distinguir   entre   la  auténtica  mediumnidad y estos casos patológicos. La cuestión básica a despejar sería: ¿ Son personalidades múltiples de la misma persona las que aparecen en diversos momentos, o realmente muchas veces se trata de múltiples entidades diferentes e independientes del médium, como tantas veces se ha demostrado y se viene demostrando?.
           Como se ha señalado ya, la mediumnidad es solamente  una facultad orgánica, cerebral, como lo puede ser la inteligencia o la memoria, nada anormal, pues es muy común en la mayoría de las personas que la poseen aun sin saberlo, en muy diversas modalidades y grados de desarrollo, aunque los conocidos como médiums son quienes la evidencian porque la poseen en mayor grado.
      La mediumnidad no supone ni conlleva la enfermedad. Lo que puede hacer enfermar al médium no es la presencia de la facultad, sino sus deudas ante las Leyes Divinas (su Karma), desde esta o desde alguna anterior encarnación.
                 Al encontrarse el médium actuando entre dos planos de la existencia, puede experimentar determinados estados que se confunden con patologías o con enfermedades. Manifestada en el área intelectual, se pueden presentar estados de aparente alucinación auditiva, visual, ansiedad, recelo, claustrofobia, miedos nocturnos injustificables o intranquilidades y malestares.  En el área física, puede originar ruidos y golpes inesperados, sensaciones de presencias gratas o ingratas, cambios de objetos de lugar, etc. En el área onírica, esto es, durante los estados de sueño, se pueden dar fenómenos de encuentros espirituales, desdoblamientos y pesadillas. No significa esto que esas manifestaciones sean siempre mediumnidad, pero sí suponen que la mediumnidad se puede revelar a través de estos fenómenos.
                   La mediumnidad, sobre todo durante su desarrollo, puede llevar al indivíduo hasta estados de empatía. Tan pronto puede sentir alegría y felicidad, como igualmente se sumerge en estados depresivos; a veces tienen la sensación de que algo bueno les está ocurriendo, sonrien, se emocionan, o tienen la sensación de que una gran tragedia  les acecha. Todo esto son sensaciones  de buenas o de malas presencias que caracterizan la mediumnidad inspirativa y  la de incorporación.
                        En los casos reales y auténticos de mediumnidad profunda, cuando salen del trance mediúmnico, vuelven a la más absoluta normalidad,  mientras  que  los  casos  patológicos mantienen  sus  síntomas  antes,  durante  y  después de estas   manifestaciones.

- Jose Luis Martín-

                  “Toda persona que siente, en mayor o menor grado, la influencia de los espíritus,es un médium. Siendo esta facultad inherente al hombre, no constituye por tanto un privilegio exclusivo. De allí que haya pocos que no posean  algunos  rudimentos de ella. Es posible afirmar entonces que todos los seres humanos-en mayor o menor medida-son mediums”.
                                                                       - Allán Kardec -

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CURACIÓN DIVINA
                                     
Dios educa a las almas a través de las propias almas.
Ninguno de los espíritus de alta categoría viene al mundo para impedir el
sufrimiento de la humanidad. Como el agua que tomamos hoy, sabiendo que mañana tendremos sed nuevamente, surgen como alivio, orientándonos en el sentido de encontrarnos con la verdadera fuente, dentro de nosotros mismos.
Debemos recordar a Jesús al lado de la samaritana, en el viejo pozo de Jaco:
“Dame de esta agua que te daré una, que tomándola nunca más tendrás sed” –
¡agua de la sabiduría, de la pureza espiritual, agua de la verdad!
Bien sabemos que nuestra naturaleza es animal, que nuestros instintos son inferiores y agresivos y que la educación solamente parte de uno mismo, pues los valores del alma, después que Dios nos lo dio, son conquistas de nuestro propio esfuerzo de cada día. Dios y Cristo nunca nos abandonan, pero Ellos no pueden y no deben hacer lo que a nosotros nos corresponde realizar.
Existen muchos métodos de curar, desde masticar hierbas entre los indios, a las más sofisticadas invenciones en el reino de Hipócrates, desde los siropes de larga vida en el área iniciática, a la medicina homeopática, fundada por Samuel Hahnemann, en las concentradas gotas de energismo curativo, desde las bendiciones de los campesinos con ramos específicos, a la flora medicinal,desde los masajes de los antiguos egipcios, a las famosas agujas orientales,desde los soplos de los Padres del Yoga, a los pases en los templos espiritas. En fin, hay un sin número de modalidades de curaciones, por todos los ángulos que
podamos imaginar. Y, hoy en día, hay muchas personas curando por la
alimentación; no obstante, todas las curaciones mencionadas y de las que no necesitamos hablar, carecen de la fuerza del pensamiento, cuya energía se convierte en aquello que quisimos transformar, por la luz del corazón.
Las enfermedades, sean las que sean, son estados anómalos del espíritu, que las exterioriza en el cuerpo como un hecho depurador que se le hace necesario,con el fin de equilibrarse delante de la Vida Activa de la cual procede y en la que se encuentra.
No siempre la ausencia de enfermedad puede significar salud, instalada en el Espíritu deudor, lentamente viaja en la dirección del cuerpo donde más tarde o más temprano, se revelará, y al ser identificada por sus síntomas y por el dolor que provoca, el individuo ya era enfermo sin saberlo. No obstante, aunque mantenga el bienestar físico, mental y transito social armónico, podrá considerarse una persona con salud y cuando determinados comportamientos enfermizos se le presenten, mediante la buena dirección de la mente podrá proseguir feliz, sin permitirse caer en el desanimo o en los estados mórbidos que representan las enfermedades del alma.
De ese modo la salud es el estado natural de la vida.
En lo recóndito del ser espiritual, se encuentran pues, las matrices de las
enfermedades y, ahí, por tanto, deberán ser tratadas, sin que puedan cesar los efectos momentáneamente, postergando empero, la persecución de esos sucesos perniciosos y destructivos.
El pensamiento es el agente catalizador de los acontecimientos que involucran al ser humano. Si por acaso, las acciones no encuentran el agente mental desencadenante en la actualidad, es porque permanece en el ayer sombrío del viajero espiritual.
Al ser así, es indispensable que renovemos los pensamientos constantemente, para mejor, creando hábitos saludables y dinamizando las actividades enriquecedoras de bendiciones, a fin de que el estado de bienestar permanezca como divisor de los diferentes estados de la actividad humana.
Muchos episodios de carencia en el área de la salud se presentan en todas las vidas, pero no debe constituir un motivo de preocupación, ya que forma parte del desarrollo de las funciones orgánicas vitales, de las auto recuperaciones de las piezas internas de la maquina física, sin ningún perjuicio por la armonía general del cuerpo y de la mente.
El ser humano es el resultado de todo aquello que elabora, cultiva y realiza. La cura real es una operación profunda de transformación interior, que ocurre solamente cuando los factores propiciadores del mandato dañino se modifican para mejor, dando lugar al equilibrio de sus variadas funciones en el campo de la energía.
Es preciso que la mente enferma procese los contenidos emocionales y morales de manera adecuada, a fin de la recuperación de la salud a través de la terapia utilizada produzca la cura real, evitando las secuelas que surgen exactamente de la falta de composición vibratoria de los delicados elementos por los cuales el Espíritu interactúa en el cuerpo.
En la gran mayoría de las personas enfermas, está presente el efecto de
determinada conducta vivida anteriormente, en la cual hubo renuncia de las referenciales de la vida, aunque de forma inconsciente, como resultado de acontecimientos que podrían haber sido encarados de manera menos pesimista, menos autodestructiva.
Es inevitable la sucesión de problemas, de frustraciones, de desencantos existenciales, porque la propia existencia humana es rica en manifestaciones de ese orden. Sin embargo, la actitud del individuo frente a ellas, es quien define su futuro, aun cuando cambie de conducta emocional. Por lo general, los daños ya están causados en las tramas delicadas de los instrumentos generadores de las células, en el área de la energía que elabora las moléculas.
Se puede observar que, antes del surgimiento o instalación de diversas
dolencias, el enfermo se permitió desaciertos íntimos, anhelo por abandonar la lucha material, se sintió agotado por la sucesión de tormentos y dolores morales, permitiéndose el desanimo desgastante.
La conciencia de la realidad espiritual del ser auxilia a esforzarse para
continuar viviendo en el cuerpo, cuando le esté destinado, sabiendo, no
obstante, que desencarnará, como es natural, empero haciendo uso de todos los valiosos recursos de la propia existencia, a fin de tornarla más digna y deseable.
E3se comportamiento contribuye de manera importante para su
restablecimiento, para su recuperación inmediata y su cura más tarde, aunque llegue a liberarse de la maquina física en el momento apropiado.
El médico debe cuidar de descubrir en el enfermo el ser que se encuentra bajo la imposición enfermiza, pasando a cuidar de la persona, en vez de solo dedicarse a asistir su deficiencia y ofrecerle la terapia correspondiente. Tal conducta medica servirá también de valiosa contribución para la auto confianza del paciente, para su identificación como criatura humana y no solamente como alguien que ocupa un lecho de un hospital o se encuentra sometido a la problemática del desgaste orgánico donde quiera que esté.
La complejidad del ser humano tiene raíces ben afincadas en su emocional, en la forma como se siente cuidado, amado, respetado o por otro lado, olvidado,desconsiderado, una pesada carga sobre los hombros ajenos...
Son varias las maneras por las cuales se procesa la curación de los enfermos.
En los casos realizados por Jesús y los apóstoles, fueron curaciones
instantáneas, en las cuales, como por encanto, las enfermedades desaparecían rápidamente. Para realizar esa operación, es necesario tener un gran conocimiento espiritual, conocer los fundamentos de la vida del enfermo, y, a veces, modificar algo en su mente. A fin de que el cambie su forma de actuar y pensar. La enfermedad es la fermentación de muchas existencias vividas desordenadamente; es la respuesta, la consecuencia. Por eso, el dolor, en ciertas circunstancias, es la propia curación. Los duros padecimientos son indicio de elevación del alma, porque ella ya comenzó a pagar los débitos pasados, por el guante de la enfermedad.
El enfermo, al ser curado, se abre como la flor unida al tallo y sus centros de fuerza activan toda su sensibilidad, facilitándole la absorción de los fluidos donados por el operador. En muchos casos Jesús decía: “Tu fe te ha salvado” Eso es porque ciertos enfermos hacen el trabajo casi ellos mismos. Así tener fe, es algo muy importante en la vida. Cuando no existe fe, en la curación a distancia, de cuya operación curativa no participa el enfermo y que a veces ignora por encontrarse inconsciente, el operador se desdobla, de un modo impresionante,
en todas las direcciones del saber, para encontrar la ecuación deseada, es decir, la cura. Examina, por la clarividencia, el tipo de enfermedad, sus causas y busca en el gran manantial divino elementos para sustituir a los que ya están cansados y gastados. Observa y activa los puntos energéticos del cuerpo y del alma, hace una transfusión inmediata de fuerza vital, tranquiliza la mente enferma y adapta en su más sensible departamento, ideas favorables a la curación. Pensamientos positivos, alegría de vivir y una gran paz caen en su conciencia limpia. Hay el enfermo favorece el trabajo, como si fuese a someterse a una operación y como si se relajase en una mesa de cirugía, por las bendiciones de la anestesia completa. Pero todo eso ocurre en minutos,dependiendo de la elevación del espíritu encargado de la curación y, en muchos casos, del tipo de enfermo. La variación es infinita. Entra en acción, como ya se
ha dicho, la ley del carma.
Existen fuerzas desconocidas que se interponen a las curaciones inmediatas. El Evangelio no puede dejar de acompañarnos en todo este trabajo. El es la fuerza de Dios que hace que la curación sea eterna, pues traduce los principios de las leyes. Todos los desequilibrios orgánicos y psíquicos son la no observancia de los preceptos divinos. Existen muchas otras cosas en el campo de la curación que los hombres aun no están preparados para conocer. El tiempo, en la dinámica del progreso, revelará esas cosas gradualmente, a todas las criaturas, en la Tierra y fuera de ella.
¿Quién puede afirmar que el verdugo no pueda sufrir las mismas agonías que los condenados? Ellas pueden ser incluso perores. El odio, la venganza y la crueldad llenan el cáliz de la mente, que rebosa en la conciencia y el liquido corrosivo quema las fibras más intimas del alma, volviéndola sensible a la llamada de la víctima. El arrepentimiento corta la satisfacción externa que, por ignorancia, se esforzó en tener, y borda, en la figura de su espíritu, el emblema de su propia inferioridad, forma animalesca que se afina con sus sentimientos más sensibles.
Los hombres hablamos mucho de Dios. Nos habituamos a repetir su nombre en vano, sin todavía, creer verdaderamente en El. Todavía al hombre le perturba el fin de los tiempos y lo conmueve, porque nos quedan que pasar pruebas que deberán alcanzar las fibras de nuestro equilibrio. “Los justos vivirán por la fe” las palabras del libro santo así se expresan. Justos son todos aquellos que incrementan todos los días los trabajos de disciplina intima, que estimulan la caridad y que practican el Amor, procurando universalizar sus sentimientos.
En ese clima, la criatura saldrá de la opresión de los acontecimientos y, aun incluso en la Tierra, respirara el ambiente del Cielo.
Quien lea y entienda el Evangelio en Espíritu y Verdad, encontrará en él a Dios y al cielo, los Ángeles y el propio paraíso, todo esperándonos, aguardando que hagamos nuestra parte, para recibir el premio de la felicidad. No hay nada de despreciable en el amor de Dios, que espera de nosotros la comprensión y también nos da medios para comprender.
La vida es un misterio, que solamente nos es revelado, por los procesos del Amor; cuanto más ama la gente, en el quilate del Amor que nada pide, más sabemos de las cosas escondidas de los que desconocen esa virtud por excelencia.
Estamos llegando al final de un ciclo espiritual, donde se realizará una
selección rigurosa de las almas, por la ley de justicia, si no es por el Amor, para que el Amor puro se convierta en felicidad para los hombres, que supieron vivir y amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a sí mismo.
La curación divina es aquella que restablece al enfermo, de cualquier
enfermedad, en un abrir y cerrar de ojos; es la curación instantánea. Toda curación divina nace de una energía sublimada que viene de Dios, pasando por las santas manos de nuestro Señor Jesucristo. Como está comprobado, las manos que tocan a los enfermos de cualquier naturaleza y que curan instantáneamente, por detrás de ellas están las del Maestro de los maestros.
Solamente el sabe transformar la luz de Dios, para restablecer la armonía
orgánica de los hombres.
Francisco de Asís fue uno de los instrumentos de Jesús, que restableció una infinidad de cuerpos de todos los tipos de enfermedad en la Tierra. Entretanto,la fuerza que afina el instrumento humano, para servir de instrumento divino en las manos del Maestro es solamente una: EL AMOR, el más puro Amor, que busca las ondas luminosas desprendidas de Cristo de Dios, que siempre busca igualmente sintonía para consustanciar en bendiciones de Dios donde quiera que sea. Nadie está huérfano de las cosas del Cielo, cuando busca el camino de Dios y Nuestro Señor Jesucristo, cuya inmensurable aura acoge el Planeta y, en
Su grandeza espiritual, siente todas las necesidades de los hombres y de las cosas, y todo su rebaño está dentro de Su faja mental.
El Evangelio es , por excelencia, un código divino. Si respetamos sus preceptos,estaremos en sintonía con la fuerza universal el Amor y seremos atendidos por esas leyes que regulan la propia vida que instruye en la Tierra.
Dios es un Dios de amor que transforma la simiente en árbol, en fruto que alimenta la vida, y, a veces, el pesar... Dios es Dios de Amor que cambia el nido de los pensamientos en nido de luz; que cambia las ideas en acción que nos conduce, onos deja caer, para comprender a Jesús. Dios es Dios de Amor que nos dio los pies, para que podamos caminar, nos ofreció las manos, para trabajar con la azada; pero si herimos al compañero, erramos el camino. Dios es Dios de amor que nos dio la cabeza para pensar, que nos premio con el corazón para amar; quien acepta el odio, no puede cantar. Dios es Dios de amor que todo lo hizo, sin alardear de ello, que todo lo hace, aunque creamos que es tarde; que nunca dice: Sois cobardes. Dios es Dios de amor que nos dio el
verbo y nos enseña a hablar, que nos dio la boca y nos enseña a cantar; que nos dio el corazón y nos enseña a amar.
El Evangelio es el Pan del Cielo, enviado a las personas hambrientas de Amor y de Paz. Todos debemos amarnos, ser amigos unos de los otros, utilizando todas las energías en conversaciones sanas, donde quiera que estemos,acordándonos siempre de la advertencia de Jesús, cuando asevera: “Vigilad y Orad”. Nunca entréis en discusiones improductivas, ellas dividen lo que debe estar unido para servir mejor que siempre procuréis estar unidos por la fuerza del deber y de la oración estimulándonos unos a otros, sin olvidar que no estamos pisando flores, sino que estamos siendo educados y gracias a Dios respiramos el clima de la fraternidad. Todas las fuerzas que necesitamos para llevar adelante la adversidad proceden de Dios y de Cristo, por las vías del propio corazón.
La enfermedad del alma, es mucho peor que la del cuerpo.
Jesús jamás enfermo, no obstante, se ofreció en sacrificio, sin tener ningún débito, a fin de enseñarnos la sublimación y el amor a todos los individuos, en su expresión más elevada que el pensamiento puede identificar.
Presentándose siempre idealista y equilibrado incluso cuando era hostigado por las provocaciones insensatas o fustigado para los debates inútiles, muy del agrado de las personalidades enfermizas de ayer y de hoy.
La fuerza del Amor es tan grande, que todo el que posee amor puede
convertirse en un sol, impregnando con sus rayos, horizontes, donde el dolor se transforma en oración a aquel que todo lo hizo, y que nos creo por Amor. La oración, en la educación de los sentimientos, es fuerza nueva que se transforma en alas, en impulsos con los que se vencen las distancias, como relámpagos extendidos por los espacios. Dios tiene recursos para atendernos, cuando lo cree conveniente. Todo está cercano, cuando el Amor se manifiesta en nuestros corazones. Procuremos en todo instante hacer de la palabra y de la vida, el
Evangelio vivo, y despertemos a quien estuviera muerto. Después, nos
encontraremos en la paz del Señor.
Donde se implanta el Evangelio todos los días, la alegría va dominando el ambiente, haciendo olvidar todos los infortunios. Los propios enfermos terminan por olvidar la enfermedad, porque el amor apaga la guerra y enciende la paz.
Procure el hombre espiritualizarse, transformando sus armas en arados útiles para el bien y la paz, el bienestar se generalizaría a su alrededor, porque la propia naturaleza hará el trabajo de limpieza y de elección.
El dolor se impone como instrumento de reajuste y resarcimiento, en el
impositivo de los procesos cármicos y redentores, para el espíritu emancipado, cuando reencarna en misión en la Tierra, sirve de muralla protectora, ante las llamadas inferiores de la materia.
Que nunca nos falte la fe, ella nos sustenta en los caminos que recorremos, ella nos ayuda en la labranza, donde sembramos las simientes del Evangelio, trabajo gratificante que nos alimenta y nos llena de esperanzas. El propio Evangelio es obra de la fe. Cualquiera de nosotros que la olvidemos, así como las obras que la complementan, estaremos andando, pero lo haremos como un muerto, porque la Buena Nueva enseña que la fe, sin obras, está muerta. Es a través de ella que llegaremos al Reino de la Esperanza, donde aun enfermos,tendremos fe en el resarcir de la enfermedad, a través del auto reforma.
Trabajo extraído del libro Francisco de Asís de Juan Nones Maia, y de “Días
Gloriosos” de Divaldo Pereira Franco.

Merchita
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DE CÓMO EL ESPIRITISMO ABOLIÓ LA ESCLAVITUD
Mucho se ha dicho y escrito respecto al papel que desempeñó el Espiritismo en la proclamación emancipadora. Bien sabido es que Roberto Dale Owen y otros espiritistas eminentes, escribieron con frecuencia al Presidente Lincoln sobre la liberación de los esclavos. Con todo, no recordamos haber leído narración alguna sobre un acontecimiento importantes tan coordinada y autorizada como la que sigue, tomada de un tratado que publicó “The Medium and Saybreak” de Londres, nº 408, de una lectura de J. M. Puebles, quien dijo:
 
    Otro ejemplo tengo de los usos del espiritismo. Me refiero a los medios que influyeron en la mente de Lincoln, dando por resultado la emancipación de cuatro millones de esclavos. Conozco personalmente a los hombres y a los médiums. S. P. Kase, Esq., es uno de los reyes de los caminos de hierro americanos, que ha ayudado a la construcción de cinco líneas férreas y ha sido a la vez presidente de dos de ellas. Este caballero al visitar la ciudad de Washington D. C., en otoño de 1863, durante nuestra guerra civil, estaba paseando a lo largo de la avenida de Filadelfia, cuando acertó a ver el signo suspensivo del médium Mr. J. B. Conklin, y oyó al mismo tiempo una voz que decía: “Vaya V. a ver a Conklin; está en las habitaciones que ocupaba V. doce años ha” Allá se encaminó Mr. Kase y encontró a Mr. Conklin en un estado semi-anormal, dirigiendo al presidente Lincoln una carta escrita bajo la influencia de los espíritus. Mr. Conklin dijo: “Llega V. a tiempo, necesito que lleve esto al Presidente”
“Bien, contestó Mr. Kase, no hallo inconveniente, si V. quiere acompañarme”
Fueron los dos a la casa presidencial y, como Mr. Kase se hubiese dejado olvidada su tarjeta de visita, envió por el criado su nombre, S. P. Kase, que el presidente tomó por S. P. Chase, miembro entonces de su gabinete. Introducidle, dijo. Al entrar en el salón, explicose fácilmente el error, atribuyéndolo a descuido por parte del criado.
Tome V. asiento, dijo el presidente a Mr. Kase. Le conozco a V. mucho, y aprecio la utilidad que prestan sus caminos de hierro, transportando nuestras tropas al Sur.
Después de conversar un rato sobre los ejércitos combatientes y la situación del país, Mr. Kase dijo: “Tengo una carta para V. Sr. Lincoln, y se la alargó. Leyola y releyola el presidente hasta que se volvió hacia Mr. Kase, diciéndole: “Es muy extraño. En esta carta se afirma que procede de los espíritus, de los padres de nuestra nación. ¿Sabe V. algo respecto a Espiritismo?
Oh! Sí, replicó Mr. Kase: me han llamado espiritista durante algunos años, y a la voz y guía de los espíritus debo ciertamente mi éxito financiero.
Las inteligencias espirituales solicitaban en la carta algunas conferencias personales con el Presidente, por conducto del médium de ellos. Arregláronse las cosas, y Mr. Conklin se hospedó en la mansión presidencial cuatro domingos seguidos. El resultado exacto de estas sesiones no se conoce, y sí sólo que la emancipación fue inmediatamente bosquejada en las reuniones del gabinete. Poco tiempo después el Presidente con su señora, el juez Wattles, el ex gobernador Smith y otros varios personajes políticos eminentes tuvieron una sesión en casa de Mr. Laurie, caballero muy conocido en Washington, y cuya hija, la señorita Jonng, es el célebre médium en presencia de quien el piano ha sido levantado bajo la acción de los espíritus, mientras ella lo estaba tocando.
Durante esta sesión un joven médium fue presentado por uno de los padres de la República y se dirigió al presidente Lincoln hablando del modo más atrevido y elocuente sobre la dirección de la guerra, la senda política que debía seguirse y la importancia de que saliera inmediatamente una proclamación en cuya virtud quedarán libres todos los esclavos de la nación. Voy ahora a leer la sustancia de lo que dijo el espíritu, según me lo ha contado Mr. Kase.
“Usted, señor, como Presidente de la República, ha sido llamado al puesto que ocupa para un objeto importantísimo. El mundo no sólo gime bajo el peso de la esclavitud mental y espiritual, si no que cuatro millones de hombres hechos a imagen de Dios están sufriendo la esclavitud material. Su yugo debe romperse, cortarse sus cadenas y ser libre el que está esclavizado físicamente para que pueda volver a su centro vuestra nación. En tiempo de Washington sembráronse los gérmenes de la libertad en los bosques del oeste, y están ahora próximos a dar preciosos frutos. Esta república va a la vanguardia de las naciones en la senda del pensamiento libre, pero ese punto oscuro, esa plaga de la esclavitud mancha su bandera. Este mal nacional debe destruirse. Un congreso espiritual vela por los asuntos de esta nación. La guerra civil no cesará, no se pronunciará el grito de victoria a través del norte, ni retumbará a lo largo de los valles del sur; el ramo de olivo de la paz no ondulará sobre vuestros campos, vuestros lagos, vuestras montañas, hasta que expidáis la proclamación de libertad, proclamación que hará libres para siempre los millones de esclavos de vuestro perturbado país.”
Los espíritus repitieron eso sustancialmente en las sesiones siguientes y en menos de tres semanas desde la recepción de esos mensajes espirituales del Congreso de Espíritus, el Presidente Lincoln publicó la gran proclama de la Emancipación.
A partir de ese tiempo veinte batallas se libraron y cada batalla, a excepción quizá de alguna escaramuza sin importancia, fue una victoria para el norte. El Presidente Lincoln, el orgullo de América, no era un sectario, ni un fariseo encerrado dentro de su credo, sino un gran defensor de la humanidad, que vivió libre-pensador y murió espiritista. El mundo de los espíritus es el mundote las causas, y ese Congreso de Espíritus, esas influencias espiritistas, en una palabra, el Espiritismo abolió la esclavitud en América. (Traducción del inglés de B. S.)

Texto extraido de la “REVISTA DE ESTUDIOS PSICOLÓGICOS” Febrero de 1879, BARCELONA.

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