miércoles, 14 de junio de 2017

La religión cósmica del Amor





SUMARI0 DE LOS TEMAS DE HOY:

- ¿Por qué hay espíritus obsesores?
-El objeto de la vida humana
-Utilidad de las evocaciones particulares
-La religión cósmica del Amor


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             ¿Por qué  hay espíritus obsesores ?

En muchas ocasiones les empuja a ello la venganza por algún hecho traumático con  su víctima, desde un pasado  anterior, o simplemente, lo hacen  por el solo deseo de hacer mal  por envidia, porque como ellos sufren, a su vez buscan alivio en una venganza ciega, haciendo sufrir a cualquiera que quede a su alcance. Tengamos presente que actúan por propia voluntad, porque nadie está programado para el sufrimiento, la desidia o el mal.
Cierto porcentaje de casos de obsesión están directamente relacionados con la Reencarnación, pues  los casos de obsesión particularmente graves,  suelen ser por venganzas de los Espíritus obsesores hacia los obsesados, a causa de conflictos graves existentes entre ambos, y que se suelen remontar hasta vidas anteriores.
         En toda obsesión como en cualquier sufrimiento, están presentes las leyes de  Causa y Efecto.   El dolor resulta de la falta de respeto al orden establecido, en cuanto que el odio es fruto del egoísmo y de un personalismo mal entendido.
     Existen obsesores y obsesados porque existen endeudamientos espirituales entre ambos y además una falta de caridad y de la capacidad de saber perdonar. Todo problema de obsesión  procede de alguna transgresión de moralidad, ética, legal o espiritual, y como nadie se puede librar de su conciencia culpable, allá donde esté el deudor estará también su  deuda y enseguida les alcanzará el cobrador de la misma....
En algunos casos las  obsesiones o perturbaciones más o menos graves, se suelen producir cuando la persona obsesada o perturbada tiene una mediumnidad o una sensibilidad psíquica más o menos desarrollada, pero encubierta, y aunque no haya  un motivo particular de venganza por parte de ningún ser desencarnado, alguno de estos aún ligado a la materia, se aprovecha de esta puerta abierta que para ellos es la mediumnidad y  que les permite manifestarse en nuestra dimensión física, y entonces ocupan el aura física del médium,  cuyo espíritu tratan de anular  de su cuerpo.  Tan apegados a la materia están, que cuando encuentran una mediumnidad de estas características, a veces llegan a creer que esa materia les pertenece a ellos.
El espíritu perseguidor también sufre su propia aflicción. Viene a ser un ex-transeúnte del vehículo somático que experimenta y guarda en su alma  las  aflicciones acumuladas de las que no consigue liberarse ni siquiera  con  el paso del tiempo. Víctima de sí mismo por su propia dejadez y descuido, transfiere la responsabilidad de lo sucedido a otra persona que por cualquier circunstancia interfirió negativamente durante una vida anterior,  o bien porque las cree culpables de alguna desdicha sufrida en el pasado, por ser más fácil encontrar razones de su desgracia  en manos de culpables imaginarios,  antes que reconocer la parte de responsabilidad que debe aceptar sobre sus hombros personales como consecuencia de actitudes infelices  propias.
Después de la muerte pierden el cuerpo físico, pero no el uso de la razón, por lo que se hallan deambulando por  los niveles  psíquicos de la  inconsciencia,  encontrándose  con  los centros de discernimiento superior  de su enemigo inerme, tal vez  anestesiado por los vapores del alcohol o de  las locuras a que se entregó;   así, ambos se imantan por procesos de sintonía psíquica  con su aparente verdugo que sin saberlo, sintoniza con la mente de quien se cree dilapidado por él, generando  entonces los prolegómenos de lo que más tarde se transformará en una psicopatía obsesiva..
Otra motivación importante y generadora de los casos de Obsesión por venganza, es a causa de tantos casos de abortos provocados.  Hay muchos Espíritus que tenían un serio proyecto de vida y un compromiso espiritual con los que iban a ser sus padres, y cuando ya estaban ligados a la materia de un feto o embrión que necesitaban para entrar en una nueva existencia humana, se vieron rechazados y asesinados dentro del cuerpo de quien iba a ser su madre, a veces por ella misma o con su consentimiento. Entonces, ante la terrible agresión sufrida y el desamor sufridos, se volvieron vengativos y a quien más odian, que suele ser al padre o a la madre, o bien a quien más facilidad les ofrece para ser influenciado  por ellos para ser utilizado en sus planes de venganza, a causa de una mediumnidad descontrolada, y así  lo van acosando mentalmente poco a poco,  atormentándolo con sus reproches y amenazas, que se suelen percibir  con claridad durante el sueño en una primera fase de  la invasión; en una segunda fase las víctimas de la obsesión  llegan a percibir claramente voces  incluso estando  en estado de vigilia de modo muy frecuente y este asedio  a veces  les induce finalmente al suicidio o a la locura.
-Jose Luis Martín-


“El ejercicio del Amor, de las iniciativas altruistas y la plegaria habitual, son verdaderos antídotos contra estados obsesivos y nerviosos”.
                                 -Divaldo Pereira Franco

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      OBJETO DE LA VIDA HUMANA .

Más de una vez hemos escuchado a alguien preguntar: ¿Cuál es el objeto de la vida?
¿A qué hemos venido a este mundo?
El verdadero objeto de la vida humana, es el progreso espiritual en sus diversos aspectos, según la necesidad evolutiva de cada cual. Y hemos venido a este mundo porque es el que nos corresponde por ley. Y estamos en este mundo, no para comer, dormir y divertirnos, como a algunos poco evolucionados les parece; sino para perfeccionarnos; no para continuar siendo lo que éramos o lo que somos, sino para ir acercándonos hacia lo que debemos ser.
La ciencia espiritual sostiene que, el objeto de las vidas humanas es progresar, evolucionar, para seguir ascendiendo en la escala de los mundos, hacia la meta, que es la perfección. Adquirir experiencias, conocimientos y desarrollar la inteligencia, fortalecer el Espíritu y sutilizar el alma, eliminando las imperfecciones; a fin de que, al final de esa jornada humana, volvamos al mundo espiritual, que es a donde pertenecemos, enriquecidos con un mayor progreso.
Y todo esto, ¿acaso se adquiere llevando una vida de vicios, comodismo o aislamiento? NO. Es en la lucha de la vida humana, venciendo tentaciones y dificultades; es por medio de la acción realizada, por medio del esfuerzo constante como desarrollamos las facultades contenidas en la esencia de Vida recibida de la Divinidad Creadora y nos hacemos fuertes y grandes.
Cierto es que toda ascensión requiere esfuerzo; pero, cierto es también que, en cada uno de nosotros existen recursos y fuerzas internas que desconocemos, y que puestas en acción, pueden llevarnos a las grandes realizaciones. NO LO OLVIDEMOS.
Y por último, necesario es conocer que, grandes acontecimientos están al llegar a nuestro mundo antes de la llegada del tercer milenio, para lo cual debemos prepararnos.
Sebastian de Arauco.

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    Utilidad de las evocaciones particulares

   Las comunicaciones que se obtienen de los Espíritus muy superiores o de aquellos que han animado los grandes personajes de la antigüedad, son preciosas por la alta enseñanza que encierran. Estos Espíritus han adquirido un grado de perfección que les permite abrazar una esfera de ideas más extensa, penetrar los misterios que están fuera del alcance vulgar de la humanidad y por consiguiente iniciarnos mejor que los otros en ciertas cosas. No se sigue de esto que las comunicaciones de los Espíritus de un orden menos elevado sean inútiles; el observador saca de ellas más de una instrucción. Para conocer las costumbres de un pueblo es menester estudiar todos los grados de la escala. El que no lo viera sino bajo una faz, lo conocería mal. La historia de un pueblo no es la de los reyes y personajes sociales; para juzgarle es preciso verle en la vida íntima, en sus costumbres privadas. Así es que los Espíritus superiores son los personajes del mundo de los Espíritus; su elevación misma les coloca de tal modo sobre nosotros, que la distancia que nos separa nos asusta. Los Espíritus más burgueses (permítasenos esta expresión) nos hacen más palpables las circunstancias de su nueva existencia. Entre ellos el lazo de la vida corporal con la vida del Espíritu es más intimo, la comprendemos mejor porque nos toca de más cerca. Sabiendo por ellos mismos lo que son, lo que piensan, lo que experimentan los hombres de todas las condiciones y de todos los caracteres, los hombres de bien como los viciosos, los grandes como los pequeños, los felices y los infelices del siglo, en una palabra, los hombres que han vivido entre nosotros, que hemos visto y conocido, cuya vida real sabemos, sus virtudes y
extravagancias, comprendemos sus goces y sus sufrimientos, nos asociamos a ellos y  sacamos una enseñanza moral tanto más provechosa cuanto más íntima son las relaciones entre ellos y nosotros. Nos ponemos más fácilmente en el lugar de aquel que ha sido nuestro igual, que no en el de aquel que sólo vemos a través de la ilusión de una gloria celeste. Los Espíritus vulgares nos enseñan la aplicación práctica de las grandes y sublimes verdades cuya teoría nos enseñan los Espíritus  superiores. Por lo demás, en el estudio de una ciencia nada hay inútil: Newton encontró la ley de las fuerzas del universo en el fenómeno más sencillo.
     La evocación de los Espíritus vulgares tiene, por otra parte, la ventaja de ponernos en relación con los Espíritus que sufren, que uno puede aliviar y cuyo adelantamiento podemos facilitar por medio de consejos útiles. Podemos, pues, hacernos útiles instruyéndonos nosotros mismos; cuando sólo se busca nuestra propia satisfacción, hay egoísmo en la conversación con los Espíritus, y el que se desdeña de tender una mano caritativa a los que son desgraciados, da pruebas de orgullo. ¿Para qué le sirve tener buenas recomendaciones de los Espíritus de importancia, si esto no le hace mejor, más caritativo y más benévolo para sus hermanos de este mundo y del otro? ¿Qué seria de los pobres enfermos si los médicos rehusaban tocar sus llagas?
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS
ALLAN KARDEC

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"En la vida, todos somos sembradores… 
Unos siembran flores y descubren bellezas, perfumes y frutos. 
Otros siembran espinos y se hieren en sus puntas agudas. 
Nadie vive sin sembrar, sea el bien, sea el mal… 
Felices son aquellos que, por donde pasan, dejan simientes de amor, de bondad, de afecto… 
-Divaldo P. Franco-
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LA RELIGIÓN CÓSMICA DEL AMOR

Toda creencia religiosa que se afirma en el amor es digna de respeto y cariño. El objetivo esencial de la fe religiosa es dignificar a la criatura humana, tornándola mejor moralmente y preparándola para desenvolver los valores espirituales que duermen en su interior.
En razón de su introducción en la materia, el Espíritu se aturde, y casi siempre olvida los compromisos asumidos en la Espiritualidad, dejándose comandar por las manifestaciones del instinto que lo ayudaron en los periodos remotos de la evolución, más que fueron suplantados por el discernimiento y por la conciencia, permaneciendo solamente aquellos que preservan la vida y dan sentido existencial.
En la neblina carnal, no en tanto, la predominancia de la materia, como es comprensible, dificulta el discernimiento a respecto de la finalidad de la reencarnación, facultando que los sentidos físicos se direccionen para el placer, para el gozo, para la satisfacción de las necesidades biológicas.
La conciencia, no en tanto, trabaja por la elección del significado existencial, del equilibrio emocional, del bienestar espiritual, alargando los horizontes de la percepción para las conquistas relevantes y significativas que acompañaran al ser después de su inevitable descenso a la tumba.
Por esos motivos, entre otros, la necesidad de una religión que se exprese en lógica y sentido práctico, destituida de los adornos y de las fantasías, de los intereses surtidos del comportamiento material, se hace imprescindible para enriqueceros seres humanos de belleza y armonía. Esto es porque la conquista de la lógica, a lo largo del camino evolutivo, impone la necesidad de comprender todo cuanto se desea vivenciar, a fin de constatar la resistencia frente a la razón en cualquier circunstancia.
Siendo así, no hay lugar para cualquier tipo de creencia religiosa que se presente con manifestaciones totalitarias, eliminando la capacidad del creyente de pesquisar, de aceptar o no sus postulados, siéndole exigido creer sin entender. Es cierto que aun surgen segmentos religiosos fundamentados en el fanatismo, generadores de luchas y de intolerancia, intentando imponerse por la fuerza de sus dirigentes políticos o de otra especie, más no por la estructura racional y profunda.
Naturalmente, ante el impacto del progreso, aquellos que adhieren al comportamiento, luego desenvuelven el sentido de la razón y los abandonan, eso cuando no permanecen vinculados por frutos podridos de los intereses materiales que les rinden prestigio, poder y recursos económicos...
En ese caso, destituidos del sentimiento de amor, de la comprensión y del amor, de comprensión y de bondad, estando ausentes al respecto por el prójimo y por su derecho de acreditar en aquello que más le convienes y felicita, esas extrañas doctrinas que más atormentan que consuelan, seduciendo gran parte de la sociedad que aún permanece victima de los atavismos, cuando se hicieron poderosas y aplastaron a aquellos que eran considerados adversarios de comportamiento enfermizo.
Fueron esas religiones, trabajadas por la fuerza política y por los impositivos de la ignorancia, que se encargaron de apartar impositivos de la ignorancia, que se encargaron de apartar las fieles directrices del amor que conduce a Dios, abriendo espacio para los comportamientos agresivos y la revuelta constante, facultando el desenvolvimiento del materialismo y en nihilismo, que les bloquearon la capacidad de creer y, por efecto, de abrazar los ideales de religión con la Divinidad.
En ese abismo, la misericordia divina proporcionó a la Humanidad una creencia religiosa que atiende perfectamente al mandamiento mayor y, al mismo tiempo, conforta y tolera a tantos cuantos no le dan guarida.
Se trata del Espiritismo, que se hace una respuesta elocuente del amor de Dios a las criaturas ansiosas que suplicaban directrices y oportunidad de crecimiento, así como de recursos para la conquista de la felicidad.
El espiritismo, además de fundamentarse en el amor a través de la acción de la caridad, es una Doctrina profundamente racional, que esclarece al aprendiz respecto a las razones de la creencia de su legitimidad, por estructurarse en el lenguaje ineludible de los hechos.
Jesús, cuando estuvo en la Tierra, eligió el amor como siendo fuente de sabiduría de iluminación más poderosa que se puede conocer.
Estableciendo como esencial el amor a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a si mismo, no reniego de las creencias que predominaban en la cultura de entonces, lamentando que las mismas no poseen esa especial conducta, perdidas en apariencias y ceremoniales que mataron el contenido que las mismas no poseen esa especial conducta, perdidas en apariencia y ceremonias que mataron el contenido esencial de que Moisés se hiciera portador al presentar los Diez Mandamientos.
En ellos están inscritos, sin duda, los códigos éticos de alta magnitud, responsables por el orden social y moral de la Humanidad, en una síntesis que facultaría al derecho civil en muchos países fundamentar sus postulados en aquellas seguras reglas de comportamiento.
Jesús, complementando, sin embargo, el propósito del amor, de que su doctrina se hace reservatorio inagotable, lo transformo en código superior de socorro a los infelices de todos los matices, sirviéndose de la acción de la caridad como siendo su expresión más elevada.
Todas sus palabras se hicieron revestir por los sublimes ejemplos, por las acciones, por los efectos extraordinarios que pasaron a la Humanidad, confirmándole el misionado, demostrando ser Él el Embajador de Dios, aquel que todos esperaban, más preferían no aceptar, porque él hería de muerte a las pasiones inferiores, los intereses mórbidos de los religiosos equivocados, que se complacían en mantener a los creyentes en la ignorancia, a fin de explorarlos mejor.
Por su vez, El siempre elucidaba todos los enigmas que atormentaban a las personas, explicando la necesidad del amor en todas las expresiones: al trabajo, al deber, a la familia, al prójimo de toda procedencia, más por encima de todo al Padre Creador.
Se sometió a las arbitrariedades del poder temporal para demostrar su fragilidad en la sucesión de los tiempos, especialmente ante la muerte que a todos arrebata, modificando las estructuras del mundo y de las propias criaturas.
Jamás se permitió ceder a los caprichos de los adversarios de la verdad, divulgándola y viviéndolas en las situaciones más ásperas y agresivas.
Con su visión superior, conocía la fragilidad de aquellos que se candidateaban al ministerio de su palabra, tolerándoles la flaqueza moral, más no asintiendo con ella , de modo que anunció El Consolador, que Él rogaría al Padre enviar, a fin de que el rebaño no quedase esparramado, sin directrices de seguridad en los momentos difíciles del futuro que se presentarían para la conquista real de la felicidad... Y cumplió la promesa, por ocasión del advenimiento del Espiritismo.
El amor realmente deberá ser un día la más bella conducta, la más significativa, la psicoterapéutica preventiva y curadora, tornándose una forma de religiosidad que fascinará a todas las criaturas.
Al Espiritismo compete, por tanto, el deber, a través de los espiritas sinceros, de propagar sus postulados, de divulgar lecciones imperecederas del Evangelio, de demostrar la excelencia de sus paradigmas, el alto significado de que se hacen instrumento a las comunicaciones espirituales, a la magnitud de la reencarnación, la convivencia con el bien y la sintonía con el inefable amor de nuestro Padre.
La religión cósmica del amor, de ese modo, en el Espiritismo encuentra suelo bendecido y fértil para presentarse y florecer, produciendo los frutos de la felicidad que todos aspiran, sin ninguna desconsideración por los demás que se fundamenten en el mandamiento mayor, viviendo la tolerancia y la caridad indiscriminada.
Por el Espíritu Joanna de Angelis – del Libro: Entrégate a Dios, médium: Divaldo Pereira Franco
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