viernes, 23 de febrero de 2018

Los males que nos afligen



Hola amigos:
Hoy os presento estos temas:

-El Mundo Invisible y la Guerra
-Dolores y sufrimientos
-Los males que nos afligen
-Pruebas



                                                       
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    El Mundo Invisible y la Guerra 

     León Denis escribe El Mundo Invisible y la Guerra durante la primera guerra mundial, en un contexto histórico de acontecimientos dolorosos y particularmente complejos. En efecto, desde octubre de 1914, es decir justo después de la orden de movilización de las tropas francesas el 3 de agosto, León Denis comienza la redacción de su obra, teniendo como objetivos principales demostrar que los combates no ocurren únicamente en los diversos escenarios de guerra, sino también en el más allá; que la sociedad de los hombres es el resultado de una falta de evolución global que tiene su origen en la falta de educación de las jóvenes generaciones y, finalmente, demostrar que la religión, encerrada en sus dogmas y sus ritos está en completa oposición con la filosofía espirita. 

   Para hablar de lo que es propiamente la guerra, León Denis que reconoce la valentía y el coraje de los soldados, trata también de mostrar que estas cualidades son a menudo influenciadas por lo invisible, igualmente formado en orden de batalla. Éste, poblado de espíritus de diferente evolución espiritual, en busca de soluciones tácticas para orientar la victoria lo más rápidamente posible, influencia positivamente, pero también negativamente, a los oficiales más receptivos. Entre los mensajes espiritas transcritos en esta obra, hay tres que, ellos solos, podrían sintetizar la génesis de esta abominable guerra y las pasiones que ella desencadenó. 

El primero es de Heinrich Heine, un poeta alemán que prefirió Francia a Alemania y se dirigió a Bismarck recordándole sus iniciativas guerreras, su brutalidad y la ignominia de su obra. Ese mismo Bismarck le respondió por mensaje interpuesto, sobre la grandeza de su trabajo que permitía a Alemania, para él por encima de todo, aplastar a sus enemigos por la fuerza. Luego, el espíritu de Federico III que sólo pudo comprobar con gran tristeza la debilidad de su hijo, Guillermo II, que impulsó la política de Bismarck a su paroxismo. Estas tres manifestaciones nos muestran claramente dos espíritus perfectamente conscientes de los objetivos y otro que se obstina en la ceguera y la guerra. Continúan pues, a su manera, influenciando a los hombres en un sentido o en otro. 

Otro mensaje, recibido por un joven soldado en el frente, espirita clariaudiente, le indicó también las interacciones entre los dos mundos. En efecto, los Espíritus brindan su apoyo a los soldados agonizantes, recuerdan el libre albedrío de los hombres y les exhortan a que retengan todas las lecciones de esta tragedia para que no resurja nunca. ¡Esfuerzo perdido cuando los hombres volvieron a empezar dos decenios más tarde! Léon Denis trata de demostrar que el mundo invisible que rodea la Tierra es particularmente activo, incluso hasta parte implicada en la cercana victoria francesa; todos los Espíritus que se manifiestan en este período crucial del siglo XX, en algún momento de su vida y de su acción, han participado en la historia de Francia. 

La religión y la educación ocupan un lugar importante en este libro. Para León Denis, es muy lamentable que los cincuenta años que precedieron a este conflicto, no hubieran visto cristalizar la filosofía espirita codificada por Allan Kardec y divulgada por numerosos simpatizantes. En efecto según él, las sociedades europeas prefirieron tonificarse con el materialismo, al que compara con “un fruto venenoso”, mientras que la filosofía espirita conjuga “los principios esenciales y elementales de la ciencia, la filosofía y la religión”. Hace un verdadero alegato en favor de los hombres de ciencia se inclinaron ante las pruebas de la supervivencia del alma rechazadas en bloque por las instancias religiosas. Del mismo modo que rechazaron el axioma de los sabios que afirmaban que la Tierra no era el centro del Universo, rechazaron ferozmente un espiritismo cristiano. 

En cuanto a la educación oficial, que debería ser el punto de anclaje de elevados principios morales, que eviten todos los oscurantismos, excluirá la verdad de la supervivencia, limitándose a enseñar falsas verdades, todo para hacer promoción a un sistema que impulsa a los seres a atribuirse cualidades ficticias y méritos imaginarios, en detrimento de opiniones fuertes y valores humanos. En El Mundo Invisible y la Guerra, León Denis realiza un fino análisis de la constante interacción entre nuestros dos mundos, el visible y el invisible. Con sus libros y sus tomas de posición, contribuirá vigorosamente a la puesta en evidencia del espiritismo. 

Christophe Chevalier 
Extraído de la revista “Le journal Spirite Nº 93”

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DOLORES Y SUFRIMIENTOS


“Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados; bienaventurados los que tienen hambre de justicia, porque serán saciados en sus necesidades; bienaventurados los pobres de espíritu, porque verán a Dios; bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la Tierra, y bienaventurados los que sufren persecuciones, porque de ellos es el Reino de Dios" (Evangelio de Mateo cap.5; items 5,6 y 10)
Todas las veces que cuestionamos al respecto de los dolores, sufrimientos y reparaciones, dejamos escapar contra Dios y contra los hermanos superiores que nos ayudan en la vida diaria, un poquito de decepción y desilusión, por creer que no merecemos esos obstáculos y dificultades que llegan hasta nosotros, por falta del conocimiento necesario para comprender y elucidar el mecanismo de la cura física y espiritual del hombre, cuyos hilos invisibles escapan a la percepción humana, pues cuando el dolor, el sufrimiento y la aflicción nos visitan, es porque ya fueron agotados los demás recursos de advertencia, para que el infractor pueda iniciar un trabajo de resarcimiento de débitos del pasado, y consecuentemente, continuar su evolución en el camino hacia la luz.
    
    En los días actuales, casi todos los filósofos, pensadores y espiritualistas, son unánimes en afirmar que el dolor es un recurso importante en la evolución del hombre, principalmente porque estamos en un mundo de pruebas y expiaciones.
  El mecanismo del dolor, del sufrimiento o de la aflicción, es siempre peculiar y en un primer instante parece reavivar nuestros impulsos egoístas, pues cuando la persona está sufriendo procura atraer la atención de todos, porque de alguna forma, piensa que su dolor pertenece a todos y, cuando este se agrava, el hombre pide auxilio y se humilla ante los otros, principalmente de aquellos que tienen el poder de curar.
Otro detalle interesante respecto al dolor, el sufrimiento y la aflicción, es que ocurre un despertamiento de nuestra humildad escondida y nos pone en condiciones de ser ayudados espiritualmente. llamando la atención de espiritus ennoblecidos, que mantenían apartados, porque no teníamos condiciones vibratorias favorables, para recibir la ayuda y tener el equilibrio orgánico restablecido.
    Después de muchos sufrimientos, el ser humano comienza a comprender que no somos solamente nosotros los que sufrimos, sino que los demás también, y cada uno de forma individual, cargando cada persona su propia cruz, que muchas veces es mucho más pesada que la nuestra, y por eso, todas las veces que examinamos con cariño el dolor de los otros, quedamos sabiendo que el nuestro está por detrás de ellos, y consecuentemente, pasamos a comprender mejor nuestro dolor; pero no podemos dejar de recordar que ningún dolor, sufrimiento o aflicción, se establece sin que esté de acuerdo con la justicia y la bondad de Dios, y sin que esté encuadrada en la Ley de Causa y Efecto, que permite que sea desmenuzado y amoldado en el merecimiento de ser atenuada, o agravada la situación del infractor, según la intensidad de sus faltas.
    Debemos reconocer entonces que, cuando surgen las tribulaciones, son bendiciones que descienden sobre nosotros en forma de dolores, sufrimientos y aflicciones, pero que son temporales, y veces de una duración efímera, con la única finalidad de corregirnos ante la vida, ante Dios o ante los hombres, constituyéndose en la mayoría de las veces, en remedios saludables para los males del alma inmortal.
    Desde el punto de vista materialista, es natural que el dolor sea temido y comprendido como una infelicidad; igualmente si ocurre en el mundo espiritual, en donde muchos espíritus pasan por dolores, sufrimientos y aflicciones, debido a las lesiones que provocaron en el cuerpo espiritual, a causa de los excesos cometidos cuando llevaban el ropaje carnal.
En las sesiones mediúmnicas en las que se comunican los espíritus por imantación fluídica de los médiums, son realizadas verdaderas cirugías periespirituales en las entidades comunicantes. Y, por motivos todavía poco comprendidos por el hombre común, esos espíritus se resienten de esas lesiones, principalmente cuando son causadas por accidentes, suicidios o muertes violentas de todas clases, y el motivo de estar con esas lesiones en el cuerpo fluídico, está relacionado con la absorción que el periespiritu realiza en las probaciones en el campo del bien o del mal.
    Todo el mal o el bien que ralizamos en la jornada terrestre queda archivado en la mente, en una futura reencarnación, el molde periespiritual sufrirá las secuelas del mal que hicimos, o tendrá las bendiciones del bien que repartimos mientras estuvimos vivos en el campo de la carne.
    Los dolientes espirituales, sean encarnados o desencarnados, que necesitan de auxilio en el campo de las enfermedades físicas o mentales, solo consiguen ser ayudados cuando vuelven su atención para la posible intervención de hermanos ennoblecidos y, humildemente, oran por el propio restablecimiento, aceptando que el dolor,el sufrimiento o la aflicción, son el mecanismo de cura, así como pueda establecer el equilibrio, reparando las faltas que muchos espíritus contraen ante la vida física.
En casos específicos de dolor, sufrimiento o aflicción, en que millares de personas no saben lo que hacer para amenizar los efectos de la tristeza, del desánimo, de la melancolía y de la depresión, solamente la terapia del amor se puede expresar y funcionar como un antídoto que se expande y se irradia, se armoniza y establece la paz, la alegría y la felicidad; terminando con la general plenitud y la renovación íntima, con el cambio radical en lo íntimo de la persona, haciendo que se sienta fuerte y determinada, para corregir todos los errores, partiendo para una vida nueva,llena de virtudes y de victorias, no sobre los demás, sino sobre si misma.
   La terapia del amor se manifiesta también por el intercambio afectivo, con el espíritu renovado, procurando establecer lazos de simpatía y de afectividad; y en esos casos, los indivíduos se completan, cambiando hormonas que relajan el cuerpo físico y dinamizan las fuentes de inspiración del alma, impulsando a los seres para el progreso de la evolución infinita, en la busca incesante de nuestro origen, que es Dios.
Djalma Santos

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           LOS MALES QUE NOS AFLIGEN

   Los males que afligen a los hombres en la Tierra tienen por causa el orgullo, el egoísmo y todas las malas pasiones. Con el contacto de sus vicios los hombres se hacen  recíprocamente desdichados y se castigan unos a los otros. Que la caridad y la humildad sustituyan al egoísmo y al orgullo, entonces no procurarán más perjudicarse; respetarán los derechos de cada uno y harán reinar entre ellos la concordia y la justicia. 


32. Pero ¿como destruir el egoísmo y el orgullo que parecen innatos en el corazón del hombre? El egoísmo y el orgullo están en el corazón del hombre, porque los hombres
son Espíritus que siguieron, desde el principio, el camino del mal y que fueron exiliados
en la Tierra en castigo de esos mismos vicios; ahí está aún su pecado original, del cual
muchos no se despojaron. Por el Espiritismo, Dios viene a hacer un último llamado a la
práctica de la ley enseñada por Cristo: la ley de amor y de caridad.

33. Como la Tierra ha llegado a la época señalada para convertirse en una morada de felicidad y de paz, Dios no quiere que los malos Espíritus encarnados continúen en ella
para llevar la perturbación a los buenos; por eso deberán desaparecer. Irán a expiar su endurecimiento en mundos menos avanzados donde trabajarán de nuevo para su perfeccionamiento, en una serie de existencias más infelices y más penosas aún que las de la Tierra.
Formarán, en esos mundos, una nueva raza esclarecida y cuya tarea será hacer progresar a los seres atrasados que los habitan, con la ayuda de sus conocimientos adquiridos.
No saldrán de allí para un mundo mejor sino cuando tuvieren merecimiento y continuarán así hasta que alcancen la purificación completa. Si la Tierra era para ellos un purgatorio, esos mundos serán su infierno, pero un infierno donde la esperanza jamás está excluida.

34. En tanto la generación proscrita está por desaparecer rápidamente, una nueva
generación surge cuyas creencias estarán fundadas sobre el Espiritismo Cristiano. Asistimos a la transición que se opera, preludio de la renovación moral de la cual el Espiritismo marca el advenimiento.
EL ESPIRITISMO EN SU MÁS SIMPLE EXPRESIÓN. ALLAN KARDEC.,
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                                                         PRUEBAS 

Dios no ha hecho las pruebas superiores a las fuerzas del que las pide; no permite sino las que se puedan cumplir; si no se llena el objeto, no es la posibilidad la que le falta, sino la voluntad, porque ¿cuántos hay que en lugar de resistir a las malas tentaciones, se entregan y complacen en ellas? Para estos están reservados los llantos y el crujir de dientes en sus existencias posteriores; pero admirad la bondad de Dios, que nunca cierra la puerta al arrepentimiento. Llega un día en que el culpable se cansa de sufrir o en que su orgullo al fin se ha dominado, y entonces es cuando Dios abre sus brazos paternales al hijo pródigo que se echa a sus pies. "Las grandes pruebas, escuchadme bien, son casi siempre indicio de un fin de sufrimientos y de un perfeccionamiento del espíritu, cuando son aceptadas por amor a Dios". 
Este es un momento supremo, y entonces es cuando sobre todo conviene no desfallecer murmurando, si no se quiere perder el fruto y tener que empezar otra vez. En lugar de quejaros, dad gracias a Dios, que os ofrece la ocasión de vencer para daros el premio de la victoria. Entonces, cuando al salir del torbellino del mundo terrestre entréis en el de los espíritus, seréis allí aclamado como el soldado que sale victorioso de la pelea. 

De todas las pruebas, las más poderosas son las que afectan al corazón; hay quien soporta con valor la miseria y las privaciones materiales y sucumbe bajo el peso de la tristeza doméstica, mortificado por la ingratitud de los suyos. ¡Oh! esto es una aguda agonía! Pero, ¿quién puede mejor, en estas circunstancias, reanimar el valor moral, sino el conocimiento de las causas del mal y la certeza de que, si hay grandes trastornos, no hay desesperaciones eternas, porque Dios no puede querer que su criatura sufra siempre? ¿Qué cosa hay más consoladora y que dé más valor, que el pensamiento de que depende de sí mismo y de sus propios esfuerzos abreviar el sufrimiento, destruyendo en sí las causas del mal? Pero, para esto, es preciso no concretar las miradas a la Tierra y no ver sólo una existencia; es preciso elevarse, dominar el infinito del pasado y del porvenir; entonces la gran justicia de Dios se revela a vuestras miradas y esperáis con paciencia, porque os explicáis lo que os parecen monstruosidades en la Tierra; las heridas que recibís en ella sólo os parecen rasguños. Con este golpe de vista echado al conjunto, los lazos de familia aparecen bajo su verdadera luz; éstos no son ya los lazos frágiles de la materia que reúnen sus miembros, sino lazos duraderos del espíritu que se perpetúan y consolidan purificándose, en lugar de romperse con la encarnación. 

Los espíritus a quienes la semejanza de gustos, la identidad del progreso moral y el afecto conducen a reunirse, forman familias; estos mismos espíritus en sus emigraciones terrestres, se buscan para agruparse como lo hacen en el espacio; de aquí nacen las familias unidas y homogéneas, y si en sus peregrinaciones se separan momentáneamente, se encuentran después felices por su nuevo progreso. Pero como no deben trabajar sólo para sí, Dios permite que los espíritus menos adelantados vengan a encarnarse entre ellos, para tomar consejos y buenos ejemplos en provecho de su adelantamiento; algunas veces ponen la disensión entre ellos; pero esta es la prueba, esta es la tarea. Acogedles, pues, como a hermanos, ayudadles, y más tarde, en el mundo de los espíritus, la familia se felicitará por haber salvado del naufragio a los que a su vez podrán salvar a otros. (San Agustín. París, 1862). 

EL EVANGÉLIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.


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