Hola amigos;
Hoy veremos:
- Saludo matinal de Merchita
-Amor, perdón, cura y auto-cura.
-Unas reflexiones sobre el conocimiento espiritual
-Medios de conservación
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BUENOS DÍAS ESPÍRITAS
Queridos amigos, hola buenos días, no debemos descuidar nuestra plantación por ser espiritas, en los espiritas existen las mismas miserias que entre los religiosos y ateos, el que sepamos que se vive eternamente no nos concede el privilegio de ser virtuosos, generosos y abnegados de golpe y porrazo. La ventaja que tenemos sobre la generalidad de los hombres, es que sabemos, que de nosotros depende el hundirnos en el abismo o remontarnos a los cielos. Es la única diferencia que nos separa de las otras religiones y del indiferentismo; por lo demás , todos sabemos que los conocimientos Espiritas son de gran utilidad para las almas pensadoras y dispuestas a reconocer las grandezas de la vida eterna del Espíritu y esos conocimientos nos sirven para guiarnos y salvarnos de los muchos tropiezos que encontramos los hombres en el camino; pero de esto a convertirnos de buenas a primeras en seres perfectos y angélicos, hay muchísimo de por medio; la verdadera santidad no se infiltra en el alma del hombre porque crea en Dios, esta se adquiere en un plazo tan largo que en la Tierra no se ha escrito aun la suma de siglos que necesita el hombre para desprenderse de sus vicios y adquirir a cambio virtudes, las virtudes necesarias para ser bueno y útil a su semejante.
Los espiritistas según Amalia Domingo Soler informada por Jaime Pairó, somos los hombres más imperfectos de la Tierra; ya que si está medianamente instruido sabe que tiene que vivir eternamente, que de su voluntad depende vivir en la luz o en la sombra; si pese a saber lo bueno que es ser bueno y lo malo que es ser malo sigue cometiendo abusos, asalta la casa ajena, miente, calumnia y es un miserable que explota a los débiles y a los vencidos ¿no es mil veces peor que creen que muerto el perro se acabo la rabia? Y bien lo sabemos, desde el momento que sabemos que Cristo no vino a sanar a los sanos sino a los enfermos; y que el Espiritismo, que es la esencia del Cristianismo, viene a dar luz a los ciegos, no a los que tienen vista.
Muchos médiums dejan mucho que desear en su vida intima, aunque se observe en ellos que son dominados por los Espíritus, encantan con sus comunicaciones y hacen numerosos prosélitos con sus instrucciones y enseñanzas. El Espiritismo viene a despertar a los perezosos, a los indiferentes, a los que están embriagados por los vicios; pero de esto a santificarles hay mil mundos por medio.
Da lo mismo que nos pasemos de pie en los altares, como que no nos acordemos de ningún santo; nadie nos hará más buenos de lo que nosotros queramos ser; es uno mismo únicamente, el que según su voluntad, se irá despojando de sus defectos o ira acumulando imperfecciones para sí. La verdadera santidad es obra de uno mismo.
No creamos, francamente, que los Espíritus nos ayudan para llegar a la cumbre de las grandezas humanas y divinas, si nos ayudan, pero hay aquello de ayúdate y el cielo te ayudará y lo de a Dios rogando y con el mazo dando; las enseñanzas espiritistas dicen a los indolentes: Si no ponéis voluntad de vuestra parte para hacer girar la rueda del progreso, ella no se moverá. Los Espíritus no fabrican santos, pero enseñan el modo de conquistar la santidad.
“Todo lo que no es claro, no es bello”. ¡Qué bueno es ser bueno!, como dice el Espíritu del Padre Germán. Comprenderlo todo, es perdonarlo todo, es una comprensión que llega a veces muy tarde después de haber sufrido mucho. . Estudiando racionalmente el Espiritismo se acorta mucho el camino de la comprensión; hasta ahora no hay ninguna escuela filosófica que presente a nuestra vista tan dilatados horizontes y nos ofrezca ejemplos tan admirables para reconocer y admirar la grandeza de Dios. El Espiritismo nos demuestra, que “No somos un individuo, no somos un hombre o una mujer en el sentido ordinario de estas palabras, somos una incesante corriente de hechos que engendran experiencias, somos una serie de inacabable de imágenes de todo cuanto hemos hecho y de todo cuanto hemos sido, desde el más profundo y más terrorífico pasado de la eternidad a donde no ha llegado ni puede llegar la mirada del hombre”.
El Espiritismo nos dice que: “amar en realidad no es más que vivir, y que la falta de amor nos lleva a la muerte”.
Si esto nos dice el Espiritismo, si esto nos manifiestan los Espíritus en sus comunicaciones, ¡bendita se la hora en la que comenzamos a estudiar las obras espiritistas.
El que aprende a querer, aprende a perdonar, y no conceptuando a ningún espíritu ser enemigo nuestro, comenzaremos a vivir en brazos de la Paz, de la Justicia y del Amor.
La ciencia astronómica ha demostrado que hay muchos mundos, pero no ha encontrado ni el infierno ni la gloria; desengañémonos amigos, el reposo del alma no se compra con salmos ni con ofrendas a los santos; no tiene tarifa la verdadera santidad; todos los tesoros acumulados en la Tierra no son suficientes para pagar un segundo de esa dicha inefable que siente el alma cuando comprende que ha hecho una buena obra. Las religiones, las filosofías, las negaciones de los sabios, las instrucciones de los Espíritus, todo es letra muerta si el hombre no se decide a ser bueno; nadie redime a nadie; cada cual se redime a sí mismo. La verdadera santidad no es un mito, no es una ilusión, sino una hermosísima realidad y todos podemos llegar a ser santos si hacemos nuestras las penas de los demás. El que vive para los demás hoy, mañana los demás vivirán para él.
Merchita
Trabajo extraído de “Los albores de la verdad” de Amalia Domingo Soler
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Amor, perdón, cura y autocura
Entrevista com Andrei Moreira
Dr. Andrei, ¿que es la salud, la enfermedad, la cura y la autocura en un abordaje médico-espírita?
La salud es entendida como el reflejo del ser en relación a las leyes Divinas. En la visión espírita, el hombre es un ser inmortal. alguien que preexiste a la vida física, que sobrevive al fenómeno biológico de la muerte y, a lo largo del proceso evolutivo, a través de la reencarnación, va creciendo, desarrollándose en dirección a Dios.
La salud del cuerpo físico es un reflejo del nivel e equilibrio de ese espíritu en proceso evolutivo, mediante el amor, lo bello y lo bueno. Y la enfermedad es una señalización interior de reequilibrio, invitando al ser a reconectarse con el amor y con la Fuente. Es un mensaje generado en lo más profundo de la realidad espiritual del ser, y que se refleja en el cuerpo físico como una invitación para la reconexión con el amor, el desarrollo del autoamor y con el amor al prójimo.
En esa visión, la salud y la enfermedad, son construcciones del propio hombre y nadie es víctima de nada, salvo de sí mismo, de sus propias decisiones, de sus propias elecciones, de aquello que decide y determina en su vida. Por tanto, toda cura es también un fenómeno de autocura, porque para que esta se instale definitivamente, es necesario que haya no simplemente un alivio de los síntomas y una resolución del proceso biológico en el cuerpo físico, sino también una reformulación moral del pensamiento, del sentimiento y de la acción, haciendo que el ser se transforme en profundidad, en consonancia con la ley divina, o sea, más en sintonía con la ley del Amor.
¿El amor es, entonces, el camino para la cura?
El amor es el gran medicamento y la gran finalidad de la existencia. En realidad nosotros caminamos en dirección a Dios, como el "hijo pródigo" de la parábola de Jesús, reconectando nuestra relacción con el Padre y con el propio corazón, donde Dios está. Poco a poco, vamos haciendo eso, descubriendo nuestras virtudes, la grandeza íntima que hay dentro de nosotros, todo aquello que Dios nos dió como posibilidad evolutiva y que puede realizarnos plenamente.
En ese contexto, el amor representa un movimiento medicamentoso por excelencia, en cuanto movimiento de respeto, de consideración, de valoración, de inclusión. Él nos trata las enfermedades del alma, que son el orgullo, egoísmo, vanidad, prepotencia, arrogancia, y nos coloca en sintonía con la FUente, que es Dios, ayudándonos a reconectarnos con nuestro Padre. Desarrollar el amor es el camino más rápido, fácil y eficaz para la cura del alma y del cuerpo.
En los seminarios, usted presentó también el perdón como el camino para la salud integral. ¿Puede hablar algo sobre eso?
Si, el perdón es condición esencial para la salud. Sin el perdón no hay paz interior, no hay salud ni física, ni emocional. Shakespeare decía que no perdonar o guardar odio, es como beber veneno, dejando que el otro muera. El veneno actúa en aquel que lo guarda, que lo cultiva dentro de sí. Y la angustia actúa dentro de nosotros a semejanza de una planta que, una vez guardada, cultivada, va creciendo, creando raices, dando frutos y multiplicándose.
Y nosotros acabamos enredados en una serie de dolores emocionales, sin que sepamos a veces, en donde comenzó todo. Y todo porque vamos guardando cosas dentro de nosotros, sin trabajar, sin dialogar, sin metabolizar emocionalmente aquello que estamos sintiendo y vivenciando. Cuando nos damos cuenta, la situación ya es un asunto muy profundo y muy grave.
Para que tengamos paz, es necesario que abracemos el perdón como un proyecto. El perdón es una decisión para la paz, que se traduce en actitudes por el establecimiento de esa paz, en el entendimiento de las cuestiones emocionales, de nuestras características personales, de las circunstancias que envuelven el acto agresor y de la responsabilidad y corresponsabilidad nuestra en el proceso. Él se traduce como un proceso, porque no se da de la noche al día. Él se construye a lo largo del tiempo a través de actitudes sucesivas de búsqueda de esa metabolización emocional, que muchas veces precisa de un acompañamiento terapeútico profesional, a través de un psicólogo que haga ese abordaje íntimo y nos ayude a encontrar nuestras respuestas, sentidos y significados más profundos.
El perdón pasa también por el acogimiento y aceptación de nuestra humanidad y de la humanidad del otro, sobre todo, en la superación de los traumas, porque solo aceptando la condición fundamental del ser humano, de estar en un proceso contínuo de errar y acertar, es como la gente se da cuenta de que conviven con los equívocos del otro que nos hiere, e incluso también con los propios nuestros.
Naturalmente, nosotros solo hacemos para el otro aquello que hacemos para nosotros mismos. Entonces solo conseguimos aceptar la humanidad del otro cuando aceptamos nuestra propia humanidad, cuando acogemos en nosotros nuestra capacidad de equivocarnos y recomenzar, abrazando el auto amor como una propuesta de vida.
El auto-amor es hijo de la humildad, una de las representaciones magníficas de amorosidad divina, aquella decisión interna de acogernos, de tratarnos con ternura, compasión, y con la benevolencia que nosotros necesitamos, aunque con la firmeza necesaria para dominar nuestras pasiones y renovarnos de nuestros defectos que juzguemos necesario. Entonces, el perdón es una actitud de conquista de ese estado de paz interior, a través del entendimiento de las circunstancias que nos envuelven en la decisión por el amor.
De la Revista Verdad y Luz
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UNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL
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