martes, 17 de diciembre de 2013

Nuestros pecados y penitencias



12. Hombres, ¿por qué os quejáis de las calamidades que vosotros mismos habéis amontonado sobre vuestras cabezas? Menospreciasteis la santa y divina moral de Cristo; no os maravilléis, pues, que la copa de la iniquidad se haya desbordado por todas partes.

El malestar se hace general, y ¿quién tiene la culpa sino vosotros mismos, que sin cesar procuráis destruiros unos a los otros? No podéis ser felices sin mutua benevolencia. ¿Y puede existir la benevolencia con el orgullo? El orgullo, he aquí la fuente de todos vuestros males; dedicaos, pues, a destruirlo, si no quisiereis perpetuar sus funestas consecuencias. Un solo medio se os ofrece para esto, pero es infalible; es tomar por regla invariable de vuestra conducta la ley de Cristo, ley que habéis rechazado o falseado en su interpretación.

¿Por qué tenéis en tan gran estima lo que brilla y encanta a la vista, más bien que lo que toca al corazón? ¿Por qué el vicio de la opulencia es el objeto de vuestras adulaciones, cuando sólo tenéis una mirada de desdén por el verdadero mérito en la obscuridad? Cuando un rico pervertido, perdido de cuerpo y alma,se presenta en alguna parte, se le abren todas las puertas, todas las miradas son para él, mientras que se desdeña conceder un saludo de protección al hombre de bien que vive de su trabajo. Cuándo la consideración que se concede a las personas es medida por el peso del oro que poseen o por el nombre que ostentan, ¿qué interés pueden tener ellas de corregirse de sus defectos? Ocurriría de muy distinta manera si el vicio dorado fuese fustigado por la opinión pública como lo es el vicio andrajoso; pero el orgullo es indulgente para todo lo que le adula. Siglo de codicia y de dinero, decís. Sin duda que lo es, pero, ¿por qué dejasteis que las necesidades materiales usurpen sobre el buen sentido y la razón? ¿Por qué cada uno quiere elevarse encima de su hermano? La sociedad sufre hoy las consecuencias de todo esto. No olvidéis que tal estado de cosas es siempre una señal de decadencia moral. Cuando el orgullo alcanza los últimos límites, es indicio de una caída próxima, porque Dios castiga siempre a los soberbios. Si algunas veces les deja subir, es para darles lugar a reflexionar y enmendarse bajo los golpes que de tiempo en tiempo se dirigen a su orgullo para advertirles; pero en vez de humillarse, se rebelan y entonces, cuando está llena la medida, les abate enseguida y su caída es tanto más terrible cuanto más alto han subido.

¡Pobre raza humana, cuyo egoísmo corrompió todos los caminos! Sin embargo, toma nuevo aliento; Dios, en su misericordia infinita, envía un poderoso remedio a tus males, un socorro inesperado a tu aflicción. Abre los ojos a la luz: he aquí que las almas de los que no están más ya en la Tierra, vienen a recordarte tus verdaderos deberes; ellas te dirán, con la autoridad de la experiencia, cuán poca cosa son las vanidades y las grandezas de vuestra pasajera existencia con respecto a la eternidad; te dirán que allí el más grande será el que fue más humilde entre los pequeños de este mundo; que el que amó más a sus hermanos es también el que será más amado en el cielo; que los poderosos de la Tierra, si abusaron de su autoridad, serán reducidos a obedecer a sus servidores; que la caridad y la humildad, en fin, esas dos hermanas que se dan la mano, son los títulos más eficaces para obtener gracia ante el Eterno. (ADOLFO, obispo de Argel, Marmande, 1862).

EL EVANGELIO SEGUN EL ESPIRITISMO - ALLAN KARDEC 

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No hay piedra en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento. 
  Anónimo                                         

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¿Han habido personajes famosos que quedaron reflejados en la historia como niños prodigio?-
André M.Ampere

Ha habido y hay – cada vez más- abundantes casos de esta clase de niños, entre los cuales muchos de ellos han pasado a la Historia , no por el hecho de haber sido “niños prodigio”, sino por otras artes o méritos que desarrollaron después a lo largo de sus vidas, pero que comenzaron a manifestarse a una edad sorprendentemente temprana.

Por señalar algunos como muestra de estas habilidades, se pueden citar algunos de estos personajes que por diversas facetas lograron la celebridad, tal como André M. Ampere, físico que con cuatro años ya dominaba complejas operaciones de cálculo mental. El célebre músico español, Isaac Albeniz, que también a los cuatro
Isaac Albenitz
años comenzó a dar conciertos por diversos países y a componer algunas de las obras que al final de su vida quedaron para la posteridad. El gran
Mozart, que ya tocaba el Clavicordio a los tres años, a los cuatro cualquier clase de música y compuso su primera sinfonía a los ocho años. Rembrant en su infancia ya destacó como verdadero artista aun antes de aprender a leer ;
Lope de Vega
Lope de Vega que escribía versos a los cinco ; Mondeaux que resolvía cualquier problema aritmético a los ocho; Miguel Angel que con sus pinturas y esculturas conquistó la fama a los doce años, ya era un técnico perfecto a los ocho ; Hamilton que conocía el hebreo y mas de once lenguas a los trece años; Ericson , que a los doce años ya tenía bajo su responsabilidad a seiscientos hombres, como inspector responsable del canal marítimo de Suez; Pascal a la misma edad escribió sobre Geometría sin haberla estudiado previamente
; Rubinot a los cuatro años hablaba cuatro idiomas y sabía Matemáticas, Astronomía, Geografía e Historia ; Pepito Arriola a los tres años de edad ya era un buen pianista y compositor; y a los diez ya dirigió la Escala de Milán; y así se podrían citar tantos y tantos mas o menos célebres que han quedado reflejados en la historia humana, además de los muchísimos que han presentado en su infancia estas características, y han quedado en el anonimato de la Historia.
     - Jose Luis Martín-                                                                                                                                       


Cualquier cosa valiosa que haya en nosotros lo traemos de nuestras vidas anteriores, que son espirituales”.

- Reina Isabel de Austria 
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 CASO DE LOCURA CAUSADO POR EL MIEDO AL DIABLO

En una pequeña ciudad de la antigua Bourgogne,, que nos abstenemos de nombrar  más que `podríamos dar a conocer si es necesario, existe un pobre viejo que la fe espirita sustenta en su miseria, viviendo también aunque mal del mediocre producto que le ofrece la venta ambulante  de pequeños objetos  en las localidades vecinas. Es un buen hombre,  compasivo, prestando servicio cada vez que haya ocasión, y, ciertamente, por encima de su posición  por la elevación de sus pensamientos. El espiritismo le dio la fe  en Dios  y en la inmortalidad, el coraje y la resignación.
Un día, en una de sus audiencias, encontró a una joven viuda, madre de varias criaturas, que, después de la muerte de su marido al que ella adoraba, loca de desesperación, y viéndose sin recursos, perdió completamente la razón. Atraído  por la simpatía para con ese gran dolor, procuró ver a esa infeliz mujer, a fin de juzgar si su estado era sin remedio. La privación en la cual la  encontró redobló su compasión; más, el siendo también pobre, no podía darle sino consuelo.
“Yo  la vi varias veces, dijo el a uno de nuestros colegas de la Sociedad de Paris que lo conocía, y habiendo ido  a verlo; un día yo le dije, con acento de persuasión, que aquel que ella añoraba no estaba perdido sin retorno; que estaba  junto a ella aunque no pudiese verlo y que yo podía si ella lo quisiese, hacerla conversar con él. A estas palabras, su rostro pareció alegrarse; un rayo de esperanza brillo en sus ojos apagados.” ¿No me engañáis? Dijo ella; “¡Ha!  ¡si esto pudiese ser verdad!”  “Siendo muy buen médium escribiente, obtuve, durante la sesión, una corta comunicación de su marido que le causó una dulce satisfacción. Venía a verla con frecuencia, y cada vez su marido conversaba con ella por mi intermedio, ella lo interrogaba, y el le respondía de manera no dejándole ninguna duda sobre su presencia, porque le  hablaba de cosas que yo mismo ignoraba; la aconsejaba y la exhortaba a la resignación y le aseguraba que se encontrarían un día.
“Poco a poco, bajo el imperio de esa dulce emoción y de esas palabras consoladoras, la calma  se hizo en su alma, su razón retorno  a los ojos de todos, y, al cabo de algunos meses, ella estaba completamente curada y pudo entregarse al trabajo con el cual se alimentaria y podría alimentar a sus hijitos. “Esta cura causó una gran sensación entre los campesinos de la aldea. Todo, iba, pues bien. Yo agradecía a Dios  el haberme permitido arrancar a esa infeliz de la consecuencias de su desesperación; agradecía también a los buenos espíritus  por su asistencia, porque todo el mundo sabía  que esta cura había sido producida por el Espiritismo, y con ello yo me regocijaba; más yo tenía el cuidado de decirles que no había nada de sobrenatural, explicándoles de la mejor manera los principios de la sublime doctrina que da tantas consolaciones  e hizo a gran número de hermanos felices.
“Esa cura inesperada emocionó vivamente  al cura del lugar; el visitó a la viuda que el había abandonado completamente desde su enfermedad, supo por ella  como y porque  a ella le había sido restituida la salud  y a sus hijos;  que ella ahora tenia la certeza de no estar separada de su marido; que la alegría que ella con esto sentía, la confianza que esto  le daba  en la bondad de Dios, la fe de la cual estaba animada, había sido la cusa principal de su restablecimiento.
-¡Hay de mi! Todo el bien en el cual yo había puesto tanta perseverancia en producir iba a ser destruido. El cura hizo acudir a la pobre viuda a la residencia parroquial; comenzó por lanzar  la duda en su alma; después le hizo creer que yo era un cómplice de Satanás, que yo operaba en su nombre,  que ella estaba ahora en su poder; e lo hizo tan bien que la pobre mujer, que había tenido necesidad de las mayores reservas, enflaqueció por tanta emoción, recayó en un estado peor que la primera vez. Hoy ella no ve nada más que por todas partes  diablos, los demonios y el infierno; su locura es completa, y deben conducirla a un hospicio de alineados.”
¿Qué había causado la primera locura de esa mujer? El desespero. ¿Qué le había restituido la razón? Las consolaciones del Espiritismo. ¿Qué la hizo recaer de nuevo en la locura incurable? El fanatismo, el miedo al diablo y al infierno. Ese hecho dispensa todo comentario. El clero, como se ve, fue mal sucedido de pretender, como hizo  en muchos escritos y sermones, que el espiritismo lleva a la locura, cuando se puede con razón aclarar los argumentos. Las estadísticas oficiales están ahí, más allá,  para probar que la exaltación de las ideas religiosas entra por una parte notable en los casos de locura. Antes de lanzar la piedra en alguien, seria sabio ver si ella no puede caer sobre si.
¿Qué impresión ese hecho debe producir sobre la población de esa aldea?
Ciertamente ella no estará a favor de la causa que sustenta el Sr. Cura, porque el resultado material allí está bajo sus ojos. Si el piensa reclutar partidarios a la creencia en el diablo, se engaña mucho, y es triste que la Iglesia haga de esa creencia una piedra angular de la fe.
(Ver la Génesis, según el espiritismo, capitulo XVII, 27.)
Extraído de la revista espirita DE ALLAN KARDEC, DÉCIMO-SEGUNDO ANO. – 1869  INSTITUTO DE DIFUSÃO ESPIRITA


                                                                                       

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