martes, 18 de febrero de 2014

DINAMO-PSIQUISMO UNIVERSAL


DINAMO PSIQUISMO UNIVERSAL

David Grossvater

El hombre fósil de la prehistoria, fue el hombre viviente de ayer y el Homo Sapiens de hoy será el fósil de mañana.
Nadie puede asegurar lo que será el hombre del porvenir, pero siguiendo la trayectoria de su evolución ascendente, se puede prever, lo que llegará a ser dentro de algunos millones de años; y bien seguro que el hombre de entonces, al contemplar desde su elevación nuestro atraso y nuestra animalidad casi primitiva, quizás desdeñe nuestro parentesco, así como nosotros desdeñamos del que nos une al simio.
Pero más inteligente que nosotros y con un concepto dinámico genético, y una dialéctica superior, sabrá comprender mejor que nosotros, que todo en la vida se encadena en series y en ciclos, que a su vez se relacionan entre sí.
 Que todo cuanto existe, desde el átomo a la estrella, desde el protozoario al hombre y aún más allá de él, todo es concurrente y solidario.
Que todo vive, respira, siente, piensa y quiere, animado por la misma vida, por el mismo espíritu, por el mismo Dinamo Psiquismo Universal.
 Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta,
desde Venezuela
                                                *****************


                                    ACCIÓN DE LA  ORACIÓN.       
                              TRANSMISIÓN DEL PENSAMIENTO

9. La oración es una invocación; por ella un ser se pone en comunicación mental con otro ser al que se dirige. Puede tener por objeto  hacer un pedido, dar gracias o glorificar. Se puede orar para sí mismo, para otro, para los vivos y para los muertos. 
Las oraciones dirigidas a Dios son oídas por los Espíritus encargados de la ejecución de su voluntad, y las que se dirigen a los buenos Espíritus son transmitidas a Dios. Cuando se ora a otros seres y no a Dios, sólo es con el título de intermediarios, de intercesores, porque nada se puede hacer sin la voluntad de Dios.
10. El Espiritismo hace comprender la acción de la oración, explicando el modo de transmisión del pensamiento, ya sea cuando el ser a quien se ruega venga a nuestro llamamiento, o cuando nuestro pensamiento llega a él. Para formarse una idea de lo que sucede en esta circunstancia, es necesario imaginarse que todos los seres, encarnados y desencarnados, sumergidos en el fluido universal que ocupa el espacio, como aquí en este mundo lo estamos en la atmósfera. Ese fluido recibe el impulso de la voluntad; es el vehículo del pensamiento, como el aire lo es del sonido, con la diferencia de que las vibraciones del aire están circunscritas, mientras que las del fluido universal se extienden al infinito. Luego,cuando el pensamiento se dirige hacia un ser cualquiera que está en la Tierra o en el espacio, de
encarnado a desencarnado, o de desencarnado a encarnado, se establece una corriente fluídica entre los dos, la cual trasmite el pensamiento como el aire transmite el sonido.
La energía de la corriente está en razón del vigor del pensamiento y de la voluntad. Por eso, la oración es oída por los Espíritus, en cualquier lugar que se encuentren, como los Espíritus se comunican entre sí, como nos transmiten sus inspiraciones y como se establecen relaciones a distancia entre los encarnados.
Esta explicación, es sobre todo, para aquellos que no comprenden la utilidad de la oración puramente mística; no tiene como objetivo materializar la oración,sino con el fin de hacer comprensible su efecto,mostrando que puede tener una acción directa y efectiva. Por esto, no queda menos subordinada a la
voluntad de Dios, juez supremo de todas las cosas y el único que puede hacer su acción efectiva.
11. Por la oración, el hombre llama el concurso de los buenos Espíritus, que vienen a sostenerle en sus buenas resoluciones y a inspirarle buenos pensamientos; adquiere de esta forma, la fuerza moral necesaria para vencer las dificultades y volver a entrar en el camino recto si se apartó de él, así como también
puede desviar de sí los males que se atrae con sus propias faltas. Un hombre, por ejemplo, ve su salud deteriorada por los excesos que cometió, arrastrando hasta el fin de sus días una vida de sufrimientos; ¿tiene acaso, derecho a quejarse si no consigue la curación?
No, porque podría haber encontrado en la oración la fuerza necesaria para resistir las tentaciones.
12. Si se dividiesen los males de la vida en dos partes, una compuesta de aquellos que el hombre no puede evitar y la otra de las tribulaciones cuya primera causa es él mismo por su incuria y sus excesos (Capítulo V, número 4), se vería que ésta sobrepasa de mucho en número a la primera. Es, pues, evidente, que el hombre es el autor de la mayor parte de sus aflicciones, y que se las ahorraría si obrase siempre con sabiduría y prudencia.
No es menos cierto que estas miserias son el resultado de nuestras infracciones a las leyes de Dios,y que si observásemos puntualmente esas leyes, seríamos perfectamente felices. Si no traspasáramos el límite de lo necesario en la satisfacción de nuestras necesidades, no tendríamos las enfermedades que son
consecuencia de los excesos y las vicisitudes que esas enfermedades ocasionan. Si pusiéramos límite a nuestra
ambición, no temeríamos la ruina. Si no quisiéramos subir más alto de lo que podemos, no temeríamos caer.
Si fuésemos humildes, no sufriríamos las decepciones del orgullo humillado. Si practicáramos la ley de caridad,no maldeciríamos ni seríamos envidiosos, ni celosos, y evitaríamos las querellas y las disensiones. Si no hiciéramos mal a nadie, no temeríamos las venganzas,etc.
Admitamos que el hombre no pueda nada sobre los otros males; que toda oración sea superflua para preservarse de ellos; ¿no sería ya mucho el que pudiera evitar todos los que provienen de sí mismo? Pues aquí la acción de la oración se concibe fácilmente, porque tiene por objeto evocar la inspiración saludable de los buenos Espíritus, pidiéndoles fuerza para resistir a los malos pensamientos, cuya ejecución puede sernos
funesta. En este caso no es que nos apartan del mal, sino que nos desvían a nosotros mismos del pensamiento que puede causar ese mal; en nada entraban los decretos de Dios ni suspenden el curso de las leyes de la naturaleza; sólo nos impiden infringir estas leyes dirigiendo nuestro libre albedrío; pero lo hacen sin nuestro conocimiento, de manera oculta, para
no encadenar nuestra voluntad.  El hombre se  encuentra entonces, en la posición de aquél que solicita buenos consejos y los pone en práctica, pero que siempre es libre de seguirlos o no. Dios quiere que sea así para que tenga la responsabilidad de sus actos y le deja el mérito de la elección entre el bien y el mal. Esto es lo que el hombre siempre está seguro de obtener si lo pide con fervor y es a lo que sobre todo pueden aplicarse estas palabras: “Pedid y se os dará”.
La eficacia de la oración, incluso reducida a esta proporción, ¿acaso, no tendría un resultado inmenso?
Estaba reservado al Espiritismo el probarnos su acción por la revelación de los intercambios que existen entre el mundo corporal y el mundo espiritual. Pero no se limitan a esto sus efectos.
La oración es recomendada por todos los Espíritus; renunciar a la oración es desconocer la bondad de Dios; es renunciar para sí mismo a su asistencia, y para otros al bien que puede hacérseles.

COLECCIÓN DE ORACIONES ESPÍRITAS (PRIMERA PARTE) ALLAN KARDEC.
Aportación de Juan Carlos Mariani
                                                                    ***************
          LA VERGÜENZA DE SER HONESTOS

Rui Barbosa


El brasileño Rui Barbosa, gran jurista y diplomático, notable escritor, además de un extraordinario orador, dejó un escrito que nos hace reflexionar sobre la actual situación de nuestra sociedad.
Él escribió: “de tanto ver triunfar las insignificancias, de tanto ver prosperar la deshonra, de tanto ver crecer la injusticia, de tanto ver agigantase los poderes en las manos de los malos, el hombre llega a desanimarse de la virtud, a reírse de la honra, a tener vergüenza de ser honesto…”
La indignación de Rui Barbosa, aunque haya sido hace mucho tiempo, tiene sentido y es digna de nuestras reflexiones.
Personas que se dejan llevar por la opinión de la mayoría, fácilmente se enredan en la falta de honestidad con la justificación de que “todo el mundo lo hace”.
Ese es un lamentable equívoco, fácil de percibir con algunas reflexiones.
Considere que usted es un espíritu libre e independiente, que sobrevive a la muerte del cuerpo físico, y que recibirá de las ideas de la vida, conforme sus obras.
Considere, aun, que usted llegó al mundo solo, y solo volverá, cuando llegue su hora.
Usted, es solamente usted, responderá por sus acciones, nadie más.
Incluso que “todo el mundo lo haga”, cada uno será responsable, individualmente, delante de la propia conciencia.
De esa forma, no permita que esa onda de falta de honestidad y corrupción, que asola gran parte de la población, arrastre con usted también para el lodazal.
Acuérdese de que delante de su conciencia usted estará siempre solo, sin testimonio de defensa, a no ser sus actos nobles.
No vale la pena abrir la mano del único patrimonio que realmente le pertenece, que es la honradez, por algún dinero o beneficio oscuro, que tendrá que dejar en la aduana del túmulo.
La dignidad es el patrimonio más valioso que alguien puede tener. No lo desperdicie con cosas efímeras que pertenecen a la tierra.
Y lo que es más interesante, es que hasta las personas deshonestas cuentan con personas dignas, en quien puedan confiar... ¡Extraña paradoja!
Por más que se diga que la falta de honestidad está en alza, hemos visto verdaderos imperios desmoronarse por causa de la falta de ética.
Hemos visto empresas e instituciones de prestigio, bancos sólidos, viniéndose abajo por forjar resultados, defraudar documentos, engañar, extorsionar...
Empresas que no trabajaban con la transparencia están perdiendo a sus inversores, que prefieren apostar en una relación de confianza.
Se puede percibir que en el medio económico la confianza aun es el capital que más atrae y multiplica el dinero.
Nadie, en sana conciencia, invierte en instituciones o empresas en las cuales no confía.
Y es importante recordar que las empresas son dirigidas por personas. Y son las personas las que dan fiabilidad o no a los negocios.
Por tanto, es siempre el individuo el portador de los valores morales capaces de generar confianza, la única base capaz de sustentar tanto los negocios como la amistad.
Sin duda esas reflexiones son oportunas y deben hacernos pensar al respecto.
Al final, si la falta de honestidad se vuelve regla general de conducta, ¿qué será de nuestra sociedad?
Por tanto, vergüenza de ser honestos: ¡jamás!
Piense en eso, y no contribuya para turbar el lago de la esperanza con el detrÍtus de la falta de honestidad.

 Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

   ***************************************

No hay comentarios:

Publicar un comentario