lunes, 10 de marzo de 2014

¿La Justicia la experimenta el Ser humano como una Ley Natural?

                     
     ¿ Cómo es la ley natural de Justicia ?

A  los humanos cabe preguntarnos alguna vez si existe la justicia, y la respuesta que obtenemos siempre es que no la hay en este mundo. Sin embargo tenemos sentido de lo justo y de lo injusto y sentimos que tiene que haber una justicia grande y perfecta , muy por encima de la deficiente justicia que rige la convivencia del Ser humano.
El sentimiento de lo justo y de lo injusto todos lo tenemos de forma natural e instintiva, con independencia de la educación que cada uno hayamos recibido. Solamente los defectos morales que aún llevamos en nuestra alma, desde un pasado remoto, tal como el egoísmo, la envidia o la avaricia, estorban a veces la aparición del sentido de la justicia y que las personas dejen paso a lo que les señala su conciencia.
El progreso moral desarrolla este sentimiento, pero no lo ocasiona, porque este ya lo lleva el Ser en Si mismo como un germen que a lo largo de su evolución irá desarrollando poco a poco.
Este sentido de lo justo o injusto, configura una ley moral que se pone de manifiesto cuando tendemos a rebelarnos ante la injusticia, por lo tanto si sentimos la injusticia como algo real, también cabe pensar que su contrapunto que es la Justicia, también tiene que existir realmente.
La ley de Justicia supone el perfecto funcionamiento de la ley moral en el Universo, y en nuestro mundo está directamente relacionada con la Ley de Causa y Efecto. Con nuestras acciones, cada uno somos artífices de nuestro destino, por lo que los males y problemas de la vida nos acometen a cada uno con arreglo a esta ley equilibradora de las causas y sus efectos, y que es realizadora de la Ley de Justicia.

Cuando se respetan los derechos de los demás, estamos cumpliendo con la ley de Justicia , que así se implica en la Evolución general de la Humanidad.
Hay que tener en cuenta que lo que a veces parece injusto puede ser solo una apariencia, y tal vez sea hasta necesario para impulsar el proceso evolutivo de los Seres que lo necesitan.
En los Seres humanos, el sentido de la Justicia difiere de unos a otros, dependiendo de la formación educativa de cada uno, de la conciencia de cada cual, de las deficiencias morales de cada uno y de las leyes humanas establecidas en cada época y lugar, que no siempre coinciden con el sentimiento íntimo de justicia natural en cada persona..
El Ser humano siempre quiso hacer prevalecer su derecho personal, pero cuando experimentó el auténtico sentido moral de la Justicia, es cuando comprendió que su derecho personal debía tener como base y límite, el derecho del prójimo.
Para no equivocarnos a la hora de querer ser justos, la clave está en saber respetar los derechos de los demás en la misma medida que deseamos que sean respetados los nuestros, por eso, sin la práctica de una Caridad bien entendida , no puede existir la justicia humana. Por eso el mayor exponente de justicia en nuestro mundo, lo reprenda la máxima evangélica de “Hacer con los demás como quisiéramos que los demás hiciesen con nosotros”.

- José Luis Martín-
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La Misericordia es la justicia que ama, en cuanto que la Justicia es el deber que cobra”

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    ALGUNOS DETALLES DE LA  PERSONALIDAD DE LOS ESPÍRITUS


252. Los Espíritus ¿son sensibles a las hermosuras de la Naturaleza? 

- Las bellezas naturales de los mundos son tan distintas que estamos lejos de conocerlas. Sí, son sensibles a ellas, según sea su aptitud para apreciarlas y comprenderlas. Para los Espíritus elevados hay bellezas de conjunto ante las cuales se esfuman, por decirlo así, las de los detalles.

253. ¿Experimentan los Espíritus nuestras necesidades y sufrimientos físicos? 
- Los conocen porque los han padecido, pero no los experimentan como vosotros, en lo material, puesto que son Espíritus. 

254. Los Espíritus ¿sienten fatiga y necesidad de reposo? 
- No pueden cansarse del modo que lo entendéis vosotros y, en consecuencia, no tienen necesidad de vuestro reposo físico, desde que no poseen órganos cuyas energías deban ser recuperadas. Pero sí descansa el Espíritu en el sentido de que no se halla en constante actividad. No actúa de una manera material. Su acción es por entero intelectiva, y su reposo, completamente moral. Vale significar, que hay momentos en que su pensamiento cesa de estar activo y no se concentra en un objeto determinado. Se trata para él de un verdadero descanso, pero no comparable con el del cuerpo. La especie de fatiga que pueden experimentar los Espíritus está en razón de su inferioridad, porque cuanto más elevados son, tanto menos reposo necesitan. 

255. Cuando un Espíritu asegura que sufre ¿qué clase de padecimiento es el suyo? 
- Angustias morales, que lo torturan más dolorosamente que los sufrimientos físicos. 

256. ¿A qué se debe, entonces, que algunos Espíritus se hayan quejado de sentir frío o calor? 
- Recuerdo de lo que habían experimentado en vida, a veces tan penoso como la realidad misma. Es muchas veces una comparación mediante la cual –a falta de otra mejor- expresan el estado en que se encuentran. Cuando se acuerdan de su cuerpo experimentan una especie de impresión, como cuando un hombre se quita la capa y un rato más tarde cree llevarla todavía.

LIBRO DE LOS ESPÍRITUS - ALLAN KARDEC
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Deber y libertad

¿Qué hombre, en las horas de silencio y de recogimiento, jamás interrogó la naturaleza y su propio corazón, pidiéndoles el secreto de las cosas, el por qué de la vida, la razón de ser del universo? ¿Dónde está el que jamás procuró conocer su destino, levantar el velo de la muerte, saber si Dios es una ficción o una realidad? No es propio del ser humano, aún siendo tan despreocupado, que nunca se hubiera planteado estos problemas temibles.
La dificultad en resolverlos, la incoherencia y la multiplicidad de las teorías que originaron, las consecuencias deplorables que emanan de la inmensa mayoría de los sistemas desarrollados, todo este conjunto confuso, cansando el espíritu humano, le llevó a la indiferencia y al escepticismo. Sin embargo, el hombre necesita saber; necesita el rayo que alumbra, la esperanza que consuela, la certeza que guía y que sostiene. Y tiene también el medio de conocer, de ver la verdad, de librarse de tinieblas e inundarlo de su benéfica luz.
Para eso, él mismo debe desprenderse de sistemas preconcebidos, descender, escuchar esa voz interior que habla a todos nosotros y que los sofismas no pueden engañar: la voz de la razón, la voz de la conciencia. Así hice yo. Mucho tiempo reflexioné; medité sobre los problemas de la vida y de la muerte; con perseverancia sondeé estos abismos profundos. Dirigí a la eterna sabiduría un llamamiento ardiente, y me respondió, como responde a todo. Espíritu animado del amor al bien.
Pruebas evidentes, hechos de observación directa vinieron para confirmar las deducciones de mi pensamiento, para ofrecer a mis convicciones una base sólida e inquebrantable. Después de haber dudado, creí; después de haber negado, vi. Y la paz, la confianza y la fuerza moral crecieron en mí. Son los bienes que, en la sinceridad de mi corazón, deseoso de ser útil para mis semejantes, vengo para ofrecer a los que sufren y los que desesperan. Jamás la necesidad de luz se hizo sentir de forma más imperiosa. Una transformación inmensa se produce en el seno de las sociedades.
Después de haber estado sometido durante largos siglos a los principios de autoridad, el hombre mismo aspira, cada vez más a sacudir todo el trabajo, a gobernarse. Al mismo tiempo que las instituciones políticas y sociales se modificaban, las creencias religiosas y la fe a los dogmas se debilitaron. Es todavía una de las consecuencias de la libertad en su aplicación a las cosas del pensamiento y de la conciencia.
La libertad, en todos los dominios, tiende a sustituir a la coacción y a la autoridad, a guiar a las naciones hacia un horizonte nuevo. El derecho de algunos se convirtió en el derecho de todos; pero, para que este soberano derecho esté conforme con la justicia y lleve sus frutos es necesario que el conocimiento de las leyes morales venga a regular su ejercicio. Para que la libertad sea fecunda, para que ofrezca a las obras humanas una base segura y duradera, debe ser completada por la luz, la sabiduría, la verdad. La libertad, para hombres ignorantes y viciosos, ¿no es como un arma poderosa en las manos de un niño? El arma, en este caso, a menudo se vuelve contra quien la lleva y le hiere.
Leon Denis
Extraído del libro "El porqué de la Vida"
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