DESENCARNACIONES COLECTIVAS·
Emmanuel • psicografia de Francisco Cándido Xavier
¿Siendo Dios la Bondad Infinita, por qué permite la muerte aflictiva de tantas personas enclaustradas e indefensas, como es en el caso de los grandes incendios?
(Pregunta dirigida a Emmanuel por algunas decenas de personas en una reunión pública, la noche del 28 /02/ 1972, en Uberaba MG)
RESPUESTA:
Realmente reconocemos en Dios al Perfecto Amor aliado a la Perfecta Justicia. Y el hombre, hijo de Dios, creciendo en amor, trae consigo la Justicia inmanente, convirtiéndose, en razón de eso, en cualquier situación, en el más severo juzgador de sí mismo.
Cuando retornamos de la Tierra al mundo espiritual, concienciados en las responsabilidades propias, realizamos el balance de nuestras deudas del pasado y rogamos los medios precisos con el fin de rescatarlos debidamente.
Y siendo así, muchas veces, renacemos en el planeta en grupos comprometidos para la redención múltiple.
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Invasores laqueados por la propia ambición, que aplastamos colectividades en la voluptuosidad del saqueo, tornamos a la Tierra con encargos diferentes, más en régimen de un encuentro marcado para la desencarnación conjunta en accidentes públicos.
Exploradores de la comunidad, cuando les agotamos las fuerzas en provecho personal, pedimos el regreso al cuerpo denso para pasar juntos el ápice de arrasadora epidemias.
Promotores de guerras manejadas para el asalto y crueldad por la megalomanía de oro y el poder, fortalecidos para la regeneración, pleiteamos el plano físico con el fin de sufrir la muerte compartida, aparentemente inmerecida, en acontecimientos de sangre y lágrimas.
Corsarios que prendíamos fuego a embarcaciones y ciudades en la conquista de presas fáciles, cuando nos observamos en el más allá con los problemas de la culpa, solicitamos el retorno a la Tierra para la desencarnación colectiva en dolorosos incendios, que son inexplicables sin la reencarnación.
Creamos la culpa en nosotros mismos ingeniamos los procesos destinados para extinguir las consecuencias. Y la Sabiduría Divina se vale de nuestros esfuerzos y tareas de rescate y reajuste con el fin de inducirnos a estudios y progresos siempre más amplios en lo que dice respecto a nuestra propia seguridad. Es por este motivo que, de todas las calamidades terrestres, el hombre se retira con más experiencia y más luz en el cerebro y en el corazón, por en ellas defenderse y valorizar la vida.
Lamentemos sin desesperación a cuantos se hicieran víctimas de desastres que nos deprimen el alma. El dolor de todos ellos es nuestro dolor. Los problemas con los que se enfrentan son igualmente nuestros.
No nos olvidemos sin embargo, de que nunca estamos sin la presencia de la Misericordia Divina junto a las ocurrencias de la Justicia Divina, que el sufrimiento es invariablemente reducido al mínimo por cada uno de nosotros, que todo se renueva para el bien de todos y que Dios siempre nos concede lo mejor.
LAS LEYES DE LA CONCIENCIA
J. Herculano Pires (Hermano Saulo)
La respuesta de Emmanuel viene del plano espiritual y acentúa el aspecto terrenal con la auto punición de los encarnados, en virtud de un factor psicológico: el de las leyes de la conciencia. Obedeciendo a esas leyes, las víctimas de las muertes colectivas aparecen como las más severas juzgadoras de sí mismas. Si en el pasado erraron, ahora surgen como heroínas del amor en el sacrificio reparador.
Las leyes de la Justicia Divina están inscritas en la conciencia humana. Caín mato a Abel por envidia y su propia conciencia lo acusó del crimen. El no tuvo el coraje heroico de pedir la reparación equivalente, más “Dios marcó la punición” . le faltaba crecer en amor para punirse a sí mismo. El símbolo bíblico nos revela la mecánica de la auto punición cumpliéndose compulsoriamente. Más, en las almas evolucionadas, la compulsión es sustituida por la compasión.
Para la buena comprensión de ese problema precisamos de una visión clara del proceso evolutivo del hombre. Como el salvaje aun se sujeta más a los instintos de lo que a la conciencia. por eso no es enteramente responsable por sus actos. Como civilizado el se inviste del libre albedrio que lo torna responsable. Más el amor aun no lo ilumina con la debida de intensidad. Las antiguas civilizaciones (como lo demuestra la propia Biblia) son escenarios de aterradores crímenes colectivos, porque el hombre se amaba más así mismo de que a los semejantes y a Dios. en las civilizaciones modernas, tocadas por la luz del cristianismo , los sacrificios de auto punición se intensifican.
El suicidio de Judas ejemplo de auto punición por una conciencia evolucionada. Lo que ocurrió con Judas en vida, ocurre con las almas desencarnadas que enfrentan errores del pasado en la vida espiritual. Para encontrar el alivio de la conciencia ellas sienten la necesidad (determinada por la compasión) de pasar por el sacrificio que impusieron a los otros. ¿Más que es ese sacrificio pasajero, ante la eternidad del Espíritu? La Misericordia Divina se manifiesta en la rehabilitación del alma después del sacrificio, para que pueda obtener la felicidad suprema en la calidad de heredera de Dios y coheredera de Cristo, según la expresión del apóstol Pablo.
Encarando la vida sin la comprensión de las leyes de la conciencia y del proceso de la reencarnación, no podremos explicar la Justicia de Dios – principalmente en los casos brutales de muertes colectivas.los que así perecen están sufriendo la auto punición de que sus propias conciencias sentirán la necesidad en la vida espiritual. La diferencia entre esos casos o de Judas es que esas víctimas son suicidas, más también criaturas sometidas a la ley de acción y reacción.
Judas sufrió el efecto de la ley en vez de enfrentar el remordimiento en la vida terrena. Se tornó un suicida y aumento así su propia responsabilidad, rebelándose contra la Justicia Divinas e intentando escapar a ella.
Artículo publicado originalmente en la columna dominical “Chico Xavier pide licencia” del periódico Diario de S. Paulo, en la década de 1970
Traducido por Merchita
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