jueves, 3 de abril de 2014

En el camino diario


EN EL CAMINO DIARIO· Emmanuel. Psicografia de Francisco Cándido Xavier


Piensa por lo menos de cuando en cuando, en los hermanos que se congelaron en el pesimismo y en las grandes tareas interrumpidas, por la falta de amparo, recordando tierras  fecundas  dejadas a la esterilidad y al abandono por falta de amor.

Alrededor de ti merodean corazones sedientos de entendimiento y colaboración, a la espera  casi de únicamente del toque mágico de una buena palabra, a fin de  encenderse en los dones del servicio.
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No admitas la presencia del desanimo en tu mesa de fraternidad y armonía.
Ofrece, a cuantos te busquen aliento y solidaridad, el pan sustancioso del entusiasmo que te alimenta las realizaciones.
Siembra esperanza y coraje en el fondo del espíritu.
Recuerda la lluvia creadora  y el roció nutriente  con el que la naturaleza levanta las energías de la Tierra, y ofrece a los otros lo mejor de ti mismo.
El prójimo es nuestro puente para el mundo.
Muéstrate actuando y sirviendo para la victoria del bien  y tu mensaje será irradiado para todos aquellos que te observen el trabajo o que te escuchen la voz.
En todas partes nos sentimos frente de la comunidad, a la manera de quien se ve enfrentado por la propia familia expectante.

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Ofrece simpatía y admiración, bondad y optimismo.
Beneficencia no es tan solo el dispensario de solución para los problemas de orden material; es también – y mucho más – el pronto –socorro  a la penuria del espíritu.

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Detente a reflexionar en los compañeros cansados, desilusionados, sin ánimo o exhaustos que se te cruzan en el camino y distribuye con ellos la paz y la renovación.
 Como acontece con los otros, tienes igualmente  tu obra que realizar y la puerta del auxilio se abre desde  dentro para fuera.
Si alguien precisa de ti, también tu precisas de alguien.
Dar será siempre  el mejor proceso para recibir.

PUENTE AL MUNDO J. Herculano Pires (Hermano Saulo)

El  hombre cerrado en si mismo es un animal egoísta. No observa un palmo más allá de la nariz, como señala el dicho popular: Solo piensa en el mismo,  solo cuida de sus intereses. No vive como gente, vegeta como un ratón en su agujero. Es contra ese peligro de enseñamiento, esa terrible situación del egoísmo, que Emmanuel nos advierte en su mensaje. E indicando el remedio, nos dice: “El prójimo es nuestro puente para el mundo.”
Cuando Descartes puso en duda  todo el conocimiento de su tiempo, descubrió la idea de Dios en lo más profundo de si mismo. Esa idea le sirvió como puente para religarlo al mundo de donde el se había aislado. Y eso concuerda con la enseñanza evangélica de que amar al prójimo  es lo mismo que amar a Dios. el puente para el mundo se constituye, por tanto, del mandamiento de amar a Dios  sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.
Los egoístas consideran todo eso como simple palabrería, pero la vida social  se cuida, por si misma de probarles la realidad de esas enseñanzas. Porque nadie puede vivir solo, aislado, cerrado en su cascara. Todos precisan de todos. Hay dos formas de transcendencia,  enseña el psicólogo Karl Jaspers: la transcendencia horizontal  y la transcendencia vertical. El hombre solo puede elevarse, transcender  los limites estrechos de su ego y de su animalidad, ligándose a los otros en el plano de las realizaciones sociales  (horizontal ) o elevándose a Dios a través del sentimiento religioso (vertical). Quien se eleva a través de la transcendencia horizontal acaba también elevándose a través de la vertical y viceversa.
Es fácil y cómodo considerar a los otros como otros, como extraños a nosotros.  El común de los hombres procede así.  Más los hombres que superan lo común, que poseen mente más aireada que el vulgo, saben que los otros son nuestro prójimo y que los dolores de los otros son nuestros también. De ahí la enseñanza de Emmanuel: “Si alguien precisa de ti, tu también precisas d alguien. “La  sociabilidad perfecta consiste en la comprensión de ese principio.

Artículo publicado originalmente en la columna dominical “Chico Xavier pide licencia” del Periódico Diario de S. Paulo, en la década de 1970

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La muerte separa por un breve intervalo de tiempo, que tomamos como una eternidad, pue estando saludables sufrimos con la idea de la pérdida de aquellos que amamos. Pero teniendo la certeza de que la vida continúa, nos conforta saber que el verdadero afecto nunca se pierde. Eso es lo que nos da la esperanza para seguir viviendo hasta la llegada del reencuentro.

(Programa Transición)
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 Memorias de AMALIA 

DOMINGO SOLER


Mi Espíritu ha tenido predilección por encarnar muchas veces en este suelo español; en él he gozado, en él he tenido el orgullo de ser tributado y agasajado por aquellos sencillos espíritus que no comprendían el orgullo del mío; en este suelo he recogido muchas flores, que convertía, por mi jactancia e ingratitud, en espinas para aquellos pobres jardineros que se habían esmerado tanto en presentármelas. ¿Cómo 
cambiar de lugar? ¿Cómo tomar diferente rumbo, si no es posible coger el fruto sazonado 
lejos del árbol que lo arroja? A la sombra del mismo árbol; a los rayos del mismo sol, bajo 
el mismo ambiente es donde se tienen que recoger, una a una, todas aquellas espinas que 
uno por su orgullo ha hecho brotar de las flores. Aquellas espinas, por justa ley, tienen que 
penetrar dentro de nuestras carnes, para sentir el mismo dolor que hemos producido a los 
demás. Así es de la única manera que el Espíritu puede dar el paso más agigantado; y 
aunque parezca que el Espíritu lo tenga todo vedado en el transcurso de la vida, no es así: 
en sus momentos de lucidez, se da verdadera cuenta de sus caídas y de sus promesas de 
quererse regenerar. Cuando el Espíritu empieza una nueva labor, gime el cuerpo y se sonríe el alma y esas dos entidades que al parecer no van unidas, dentro de la realidad funcionan en buena armonía, y poco a poco van cumpliendo esa gran misión llamada progreso. 
      La Tierra es un vergel de flores; sólo en sus troncos guarda las espinas, y esos 
troncos y esas espinas no son confeccionados por Dios, sino que es la obra de vuestra 
imperfección. Cuando el hombre quiera ser feliz, lo será; su felicidad consiste en el sagrado 
cumplimiento de sus deberes. Cuando el hombre comprenda que su paso por la Tierra es 
un trabajo de prueba, empezará su verdadera labor, fatigando el cuerpo y ensangrentando sus manos, para arrancar las espinas del tronco de la inmortalidad, del orgullo, de la envidia, etc., que él mismo ha fabricado. Es un trabajo rudo, pero para dejar el planeta limpio de imperfecciones, la obra ha de ser puramente vuestra. El hombre, sólo él es quien ha hecho crecer las espinas; sólo él es el que ha convertido ese jardín en un campo árido y sin placer ninguno. Pero el hombre se cansará de sufrir, sí; se cansará de llorar, y fatigado en la playa de su vida, escuchando el lenguaje de su conciencia, empezará su redención. Después de redimido bendecirá los contratiempos de la vida; bendecirá la tierra ingrata que con el arado en la mano ha ido removiendo, socavando y buscando el fruto de la semilla que él mismo sembró. Entonces es cuando cada Espíritu se encargará de quitar las piedras que ha puesto en su camino; entonces será el planeta Tierra ese vergel que os he mencionado antes. ¡Ah! .Y entonces ¡Qué hermoso será descender a la Tierra!. Todo se regularizará y marchará como es debido que marche, porque vuestro mundo también está enlazado con la rueda de otros mundos. También a los otros planetas les ha tocado pasar por la misma rotación que el vuestro, y ahora disfrutan sus moradores de esa plácida calma que necesitan los Espíritus para comprender a Dios.

(Aportado por Marco Antuan)
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La finalidad del sueño es reparar las energías físicas; mientras tanto, el espíritu tiene libertad y se puede apartar de él, quedando ligado a la materia fluídicamente.
( Del Programa Transición )
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 PRÁCTICAS EXTERIORES EN LAS REUNIONES ESPÍRITAS


Con suma frecuencia me ha sido preguntado si es conveniente comenzar las sesiones con oraciones y ceremonias de tipo religioso. La respuesta no es sólo mía, sino también de los Espíritus que trataron este tema.
Sin ninguna duda, no es sólo conveniente, sino, además, necesario rogar por medio de una invocación especial, una especie de oración o plegaria, el concurso de los buenos Espíritus. Esa práctica predispone al recogimiento, lo cual es una condición especial de toda reunión seria. Lo mismo no sucede en cuanto a las prácticas exteriores de culto, por medio de las que ciertos grupos  consideran un deber abrir sus sesiones, pero que tienen más de un inconveniente, a pesar de la buena intención con que son realizadas.
Todo en las reuniones espíritas debe suceder religiosamente, esto es, con gravedad, respeto y recogimiento. Pero es preciso no olvidar que el Espiritismo se dirige a todos los cultos. Por consiguiente, él no debe adoptar las formalidades de ninguno en particular. Sus enemigos ya fueron muy lejos en su intención de presentarlo como una secta nueva, buscando con ello un pretexto para combatirlo. Es preciso, pues, no fortalecer esa opinión con el empleo de rituales, de los que aquéllos no dejarían de sacar partido diciendo que las asambleas espíritas son reuniones de protestantes, cismáticos, etcétera. Por lo demás, sería una liviandad suponer que esas fórmulas tiendan a reconciliar a ciertos antagonistas. El Espiritismo, formulando un llamado a los hombres de todas las creencias para unirlos bajo la égida de la caridad y de la fraternidad, así como acostumbrándolos a mirarse como hermanos, cualquiera sea su manera de adorar a Dios, no debe herir la convicción de nadie con el empleo de prácticas o ceremonias rituales de ningún culto.
Son pocas las reuniones espíritas, por reducidos que sean los grupos, que no cuenten, sobre todo en Francia, con miembros o asistentes pertenecientes a distintas religiones. Si el Espiritismo se colocara abiertamente del lado de una de ellas, alejaría a las demás. Ahora bien, como hay espíritas en todas, asistiríamos a la formación de grupos católicos, judíos o protestantes que perpetuarían el antagonismo religioso, que es misión del Espiritismo abolir.
Esta es, además, una de las razones por la cual es conveniente  abstenerse de discutir en las reuniones sobre dogmas particulares, pues ello, sin ninguna duda, afectaría a ciertas conciencias. En cambio, las cuestiones morales competen a todas las religiones y a todos los países. El Espiritismo es un terreno neutro en el cual todas las opiniones religiosas se pueden encontrar y estrechar las manos. En cambio, la controversia podría originar la desunión. No olvidéis que la desunión es uno de los medios a través del cual los enemigos del Espiritismo intentan atacarlo. Y es con ese fin que ellos inducen a ciertos grupos a ocuparse de cuestiones irritantes o comprometedoras con el pretexto astuto de que no se debe ocultar la luz. ¡No os dejéis atrapar por esa trampa!
Los dirigentes de grupos deben ser firmes en rechazar todas las sugerencias de este género, si es que no quieren ser cómplices de esas turbias maquinaciones.
El empleo del aparato exterior del culto tendría idéntico resultado: el cisma entre los adeptos. Unos opinarían que no son lo suficientemente empleados, al paso que otros dirían que lo son con exceso. Para evitar ese inconveniente tan grave, aconsejamos la abstención de cualquier plegaria litúrgica, sin excepción, incluso la de la Oración Dominical, por más bella que sea. Como para formar parte de un grupo espírita no se exige a nadie abjurar de su religión, permítase que cada uno haga mentalmente la oración que más le plazca y juzgue acertada. Lo importante es que no haya nada de ostensivo y, en especial, nada de oficial. Lo mismo se puede decir con relación a la señal de la cruz, al hábito de ponerse de rodillas, etcétera...
Sin esta línea de conducta neutra no se podría impedir, por ejemplo, que un musulmán, integrante de un grupo espírita, se prosternara y colocara el rostro contra la tierra, recitando en voz alta la fórmula sacramental: "¡Sólo hay un Dios y Mahoma es su profeta!"
Ese inconveniente no existe cuando las oraciones son realizadas por cualquier persona, en forma independiente a todo culto particular. Después de lo manifestado, creo innecesario  destacar lo ridículo que quedaría hacer repetir a coro a toda  una asamblea una plegaria o fórmula cualquiera, como ya alguien me informó haber visto. Por otra parte, debe quedar bien entendido que lo expresado no se aplica sino a los grupos y sociedades integrados por personas extrañas unas a las otras, y no a las reuniones íntimas de las familias, en las cuales, naturalmente, cada persona es libre de   actuar como lo entiende más acertado, dado que en esos ambientes no se corre el riesgo de ofender las ideas de nadie.

Extraído de viaje espirita de 1862

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