ENFERMEDADES
Cuando
el asunto es enfermedad, todos tenemos una historia para relatar. No
existe quien no la conozca, por si mismo, o a través de la
experiencia de los amigos, parientes, familiares, colegas.
Algunos
la temen y no desean siquiera pronunciar la palabra, como si tal
hecho pudiese atraer la enfermedad.
De
lo que más se habla es respecto a las enfermedades del cuerpo.
Conversamos sobre infecciones, contagios, epidemias, traumatismos
físicos, accidentes.
También
mencionamos las variadas enfermedades de la mente, en su cuadro de
fenómenos psicológicos y psiquiátricos, que se presentan como
insatisfacciones, desajustes, conflictos,demencias, etc.
Sin embargo, nos olvidamos de las dolencias del espíritu.
Oímos
relatos asombrosos de dolores amargos y continuamos indiferentes.
Sabemos
de criaturas apartadas de sus padres, de pequeños entregados a
trabajos arduos para su tierna edad y esto no nos sensibiliza.
La
enfermedad de la impiedad nos lleva a construir planos de
venganza, esparciendo dolor y desesperación.
La
dolencia del odio que tanto más nos consume cuanto más le ofrecemos
combustible,tornándonos destruidores de la paz ajena, sembrando
calumnias, difamaciones, envenenando a las personas unas contra otras.
Enfermedad
del celo que nos amarga las horas y nos torna insoportables para
aquellos a quien queremos amar de forma total.
Es
la falta de finalidad de la existencia la que crea ociosidad, fomenta maldad y nos hace gastar el tiempo de forma
inadecuada. Sin ideales a conseguir no hay acciones nobles a realizar
y las horas pasan con lentitud, sin hacer algo provechoso que las
llene.
Dolencia
de la soberbia que nos hace creer que somos mejores que los
otros, que nadie más que nosotros merece la felicidad, las
compensaciones de la vida, todo lo de bueno que se pueda imaginar.
Portadores
de tal virus, despreciamos afectos, nos olvidamos de la gratitud y de
cuanto necesitamos unos de los otros para vivir.
Todas
las enfermedades del espíritu, en resumen, nos llevan a olvidar y a
no respetar las leyes humanas y las divinas.
¡ Y
sería tan fácil acabar con todas esas dolencias !. Bastaría con que
colocásemos en pauta nuestra voluntad y eliminásemos del mapa de
nuestros comportamientos el egoísmo, la rabia, el miedo, el odio y la
ansiedad.
El
conocimiento y el respeto a los mecanismos del funcionamiento de la
vida alteran nuestra manera de ser y nos proporcionan la salud real,
aquella que emana del espíritu para el cuerpo, reflejando nuestra
armonía interior en lo exterior.
***
¿Usted
sabia que Jesús jamás enfermó? Maestro por excelencia, Su vida
era de amor y por el amor.
Con
Sus actos y palabras demostró la grandeza de la verdadera salud
invitándonos a vencer las pasiones inferiores y a tratar de caminar al Padre que nos creó, persiguiendo la perfección.
Merchita
(Basado en el libro;
Momentos de Alegría – Cap. 17)
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El Espiritismo, lejos de negar o destruir el Evangelio, llega para confirmarlo, explicarlo y desarrollarlo, ayudado por las nuevas leyes naturales que revela. Clarifica los puntos oscuros de la doctrina de Cristo, de manera que para quienes no entendían o resultaban inadmisibles ciertos pasajes del Evangelio ahora podrán comprenderlos y admitirlos gracias al Espiritismo. Sabrán mejor su alcance y diferenciarán lo real de lo alegórico. Cristo les parecerá más grande: ya no será para ellos un simple filósofo, sino el Mesías divino.
(Allan Kardec, El Génesis)
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EL SENTIDO ESPÍRITA DE LOS FENÓMENOS
1º Todos los fenómenos espiritistas tienen por principio la existencia del alma, su supervivencia al cuerpo, y sus manifestaciones.
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