miércoles, 25 de junio de 2014

ALTERIDAD


Dios, ¿dónde estás que no respondes?
Así inicia el poeta Castro Alves su poema Voces de África. Es el lamento del 
Continente Africano, al ver sus hijos siendo llevados como animales al mercado de esclavos.
¡Dios! ¡Oh Dios!
¿Dónde estás que no respondes?
¿En qué mundo, en qué estrella te escondes,
Disfrazado en los cielos?
Hace dos mil años te envié mi grito,
Que en vano, desde entonces, recorre el infinito...
¿Dónde estás, señor Dios?
De forma similar a los versos del poeta, muchas voces se elevaron cuando sucedió el "11 de 
septiembre de 2001", para indagar donde estaba Dios en aquél momento.
¿Por qué permitió que más de dos mil vidas fueran aniquiladas aquella mañana?
¿Por qué?
Aún podría preguntarse donde estaba Dios cuando fomentamos la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Cuando eliminamos seis millones de judíos, en nombre de una inexistente superioridad aria.
¿Y cuando emprendemos las cruzadas, llevando la muerte a aquellos que calificábamos como infieles?
¿Y durante la barbarie de la Inquisición?
¿Y dónde está Dios todos los días?
¿Dónde está Dios cuando engañamos a nuestro hermano?
¿Cuándo mentimos para conseguir favores?
¿Cuándo deshonramos nuestro hogar, con el adulterio?
¿Cuándo eliminamos la vida en el vientre materno, porque no deseamos el ser que está siendo gestado?
¿Dónde está Dios cuando dejamos de cuidar a nuestros hijos, de orientarles, porque preferimos la 
comodidad?
¿Dónde está Dios cuando herimos y destruimos la honra de otras vidas, utilizando el poder que el mundo nos confiere?
¿Dónde está Dios cuando defendemos la pena de muerte para nuestro hermano? ¿O la eutanasia?
La respuesta es la misma para todas las preguntas: Dios está dentro de nosotros, dentro de cada persona.
Soberanamente sabio, nos creó a todos iguales, partiendo de un mismo punto de simplicidad e ignorancia.
Creó los mundos para que trabajáramos en ellos utilizando nuestras fuerzas, y creciéramos en intelecto y moral.
No concedió privilegios a nadie, sino que nos otorgó a todos el libre albedrío, con la consecuente Ley de Causa y Efecto.
Estableció que a cada uno le será dado según sus obras y que todos, sin importar cuanto tarde, 
deberán llegar al mismo destino: la perfección.
Él nos permite la siembra libre, pero establece la cosecha obligatoria.
Por ello, unos siembran vientos y cosechan tempestades. Otros lanzan al suelo las semillas de la bondad y del bien y alcanzan felicidad.
Unos están sembrando hoy. Otros, cosechando las bendiciones o las desgracias que se permitieron 
sembrar.
Conocedor de las fragilidades de Sus hijos, aguarda que cada uno despierte en su momento, 
cansado de los dolores adquiridos para si mismo.
Por lo tanto, no indagues donde está Dios cuando contemples la injusticia.
Trabaja por la justicia.
No preguntes donde está Dios cuando veas la violencia.
Siembra la paz.
No cuestiones donde está Dios cuando prevalezca la miseria.
Utiliza tus recursos para sembrar riquezas.
En fin, donde quiera que estés, recuerda que Dios está en ti y contigo. Y espera que seas tú Su mensajero de bendiciones.
Piensa en ello. Piensa ahora y empieza a mostrar al Mundo el Dios que existe en tu interior.

Redacción del Momento Espírita.

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"La codicia de los bienes ajenos es un mal que se generaliza.
Lentamente, las personas se muestran insatisfechas, al codiciar las pertenencias que no poseen y de las que no tienen real necesidad.
Si cada uno se bastase con los recursos de que dispone, la vida se convertiría más rica de belleza y de experiencias.
Existe una falsa propuesta de felicidad muy propagada en estos días, que llamaremos de "posesión por igual".
Todo el mundo desea las mismas cosas que el prójimo posee y la imitación de las fantasías y quimeras producidas por la imaginación, pasó a ser la meta que debe ser alcanzada.
Quien no consigue la "posesión por igual" se siente rechazado e infeliz.
No codicies nada de nadie.
Realízate en ti mismo y goza de la paz."
(Vida Feliz -- Joanna de Angelis)


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ALTERIDAD (TOLERANCIA ACTIVA)
  Una palabra que en estos últimos años viene ganando espacios, en algunas áreas del pensamiento humano, es alteridad.
Es el VALOR, por excelencia.
Es el mas importante mecanismo para el crecimiento del hombre como ser social, que puede llevarlo a interactuar pacífica y benéficamente, con todo que lo esta a su alrededor.
Es, sin duda, el vehículo capaz de conducir la humanidad, en la tan esperada nueva era.
En la cuestión 621 del “Libro de los Espíritus”, Kardec pregunta donde están escritas las leyes de Dios, obteniendo la siguiente respuesta: “En la conciencia”.
Reflexionando sobre las implicaciones de la práctica de la alteridad por los seres humanos, se puede afirmar que este es un valor que está escrito en nuestras conciencias y que solamente ahora empieza a ser descubierto, cuando ya se pueden vislumbrar algunos tenues focos de claridad, que indicaran la aurora de uno nuevo tempo.
Su significado refleja una nueva mentalidad, aquella que deberá vigorizarse en la civilización, que ciertamente, irá a transformar a La Tierra, en un mundo de regeneración, porque se refiere a la aceptación de las diferencias. También significa la no-indiferencia, el amar,  el ser responsable por el otro, el aprender con los diferentes, aceptando y respetándolos en sus diferencias.
A propósito; debemos aceptar que todos los seres humanos, somos diferentes unos de los otros.
La postura de alteridad nos lleva a ver todos con buenos ojos, recordando las palabras de Jesús: “Si tus ojos fueren buenos, todo tu cuerpo será luminoso; pero si, tus ojos fueren malos, todo tu cuerpo estará en tinieblas.”
Conforme el Profesor Luiz Signates, “La alteridad es una "estrategia" fundada en la ética de la fraternidad y de la paz; un indicativo de como actuar delante de los conflictos del mundo, inclusive con los nuestros, a fin de que podamos construir un mundo de regeneración, por representar en su profundidad, a las leyes cósmicas de convivir entre los seres.
Con relación al Espiritismo, se puede decir que ella llegó como una reflexión para mostrarnos un camino de relación  con  el movimiento espirita.
La persona que vive la alteridad, pasa a ser más fraterna en todos los sentidos, dejando de criticar, juzgar, agredir...
Las actitudes de no-crítica, no-agresión y no-juzgamiento, eliminan la paz consigo mismo, con la humanidad, y con la vida.
Ahí podrás contestar diciendo, que actitudes como esa, tornan a criatura en alienada.
Pero hay gran diferencia entre analizar con vistas al propio aprendizaje y el instinto de ayudar, en caso de que sea viable.  
Juzgar, criticar, envía una vibración negativa para el errado, sea él una persona, una institución o una nación.
Por ejemplo, si ves alguien caminando sobre el césped de un parque para disminuir camino: piensas: ¡ Que criatura más maleducada !
En el acto de criticar íntimamente la actitud de aquella persona,  estas generando una vibración negativa, o sea, una “psicoenergia” pesada. Parte de ella queda contigo; su generador, y otra parte alcanza a la persona que pisó el césped, para cortar camino.
Por otro lado, si apenas registras el acto errado, pero respectando la diferencia del otro, en el criticarlo, estará haciendo un bien a si mismo y dejando de hacer mal a lo otro.
Pero digamos que, actuando con alteridad, o sea, sintiéndose también responsable por él, tú entiendes que debes hablarle, alertándolo del error que está cometiendo. Hazlo afectuosamente, en  forma de no humillarlo.
Encontrando la mejor manera de ser, junto aquella persona, una presencia benéfica, y en caso de que sea inviable este alerta, podrás emitirle una vibración fraterna, junto con la idea de que no debe pisar el césped.
Cuando nos habituamos a criticar todo, observando los otros con una óptica sin alteridad, nuestro foco queda dirigido a ellos en tonos negativos, vigilando la forma como se conducen en los menores detalles, y por supuesto, nos colocamos nosotros mismos como parámetro en esta medición de errores, en estos juicios continuos los  ejercemos con relación a todos y para con todos.
 Este hecho nos lleva a desarrollar de forma continua una vibración pesada y antagónica en relación a los demás, porque siempre iremos a encontrar en ellos, lo que calificamos como errado.
Además de esto, estaremos también desenvolviendo nuestra vanidad, al comparar con nosotros  a aquellos que consideramos errados, sin hablar que esta “psicoenergia” negativa, que generamos, podrá inducirlo más aun, a la práctica de las acciones que en él condenamos.
Efectivamente, actuará sobre él como factor inductor.
Pero, si desenvolvemos la alteridad, respectando, la manera de ser de los otros, en sus errores, equívocos y hasta en sus maldades, recordando que todos somos seres en distintas fajas evolutivas, nos tornamos mas ligeros, más acordes con la vida, mas alegres y también mas saludables.
Y si entendemos y aplicamos verdaderamente la alteridad, haremos una plegaria por el que estamos observando en error y les enviaremos vibraciones positivas, inductoras de acciones más correctas.
Otro ejemplo que puede ser citado, es lo que ocurre en algunos centros y grupos espiritas que alían sus prácticas al modelo salvacionista, de  La Iglesia, idolatrando espíritus encarnados y desencarnados, en donde los cánticos hacen parte de lo que muchos compañeros de forma burlesca llaman de "misa espirita”. Pero, si observarnos tal fenómeno con un enfoque de elevada comprensión, podremos entender que hay un infinito número de personas que se abren para el conocimiento espirita, pero sus contenidos psicológicos reencarnatórios, todavía si encuentran saturados de catolicismo o protestantismo.
Son personas que se sienten mejor, en este tipo de conexión con el alto; que consiguen mayor sintonía con las fuerzas más elevadas, por las vías que más fuertemente les hablan al corazón. Será que estas personas, de acuerdo con su propio madurar, no acabaron migrando para un grado de entendimiento, más coherente con la esencia del Espiritismo.
La naturaleza no da saltos y precisamos respetar esta ley, tanto para nosotros cuanto para los otros.
En los medios espiritas, urge adoptar la alteridad como bandera; aprender a  posicionar siempre influenciados por los valores y, en vez de dividirnos en nombre de la “pureza doctrinaria”, ¿por que no sumarnos en nombre del amor?
Pero hay un punto importante a ser percibido en su totalidad y de forma no distorsionada.
Dice respecto a la crítica. Como el ser humano y gran parte de la humanidad, tienen la tendencia de saltar de uno extremo para el otro, es bien probable que muchos espiritas, al abrazaren las ideas de la alteridad, caigan en estos extremos y pasen a adoptar por omisión o convivencia como siendo posicionamientos de alteridad.
Ocurre que ejercer a facultad de la crítica, es hacer parte del crecimiento del ser humano. Solamente que hay dos tipos de crítica, una es saludable y la otra no.
En la crítica saludable observamos, analizamos, buscamos entender los “porqués”, confrontando todo con lo que sabemos y lo que entendemos. Tratando de que sea lo mejor y lo mas correcto. Siempre con la intención del aprendizaje y tratando hacer una ruta para nosotros y que seamos  los mejores modelos.
Podremos también realizar estos análisis, viendo la mejor  forma de colaborar, para que sean corregidos o minimizados cualquier error que encontremos en nuestras apreciaciones.
Si accedemos a este tipo de crítica, con los valores que nos da la alteridad, habremos encontrado la mejor manera de ayudar, de ser presencias benéficas donde estemos, y de que esta ayuda no sea solamente a través de una plegaria o de una vibración positiva.
Esto equivale a una atmósfera interna de buena voluntad, de mirar todo y a todos con buenos ojos, a desarrollar una vibración positiva. Esto es benéfico para quien actúa de esta forma, para los que lo circundan  interfiriendo  de forma positiva con las propias circunstancias.
En la crítica saludable, podremos dialogar con tranquilidad, debatir nuestros puntos de vista, cambiar ideas, estar abiertos para aprender con los demás, en fin, participar activamente de las situaciones, siempre mirando el bien general.
Esto nos torna seres benéficos para nosotros mismos y para los otros, tanto en nuestro hogar, cuanto en el ambiente profesional, en la sociedad, en nuestra comunidad.
En el tipo de crítica no-saludable, desenvolvemos un ambiente interno pesado, siempre dispuesto a encontrar errores en torno de nosotros.
Posturas así son generadoras de carga energética pesada, disgregadora, además de fomentar orgullo y vanidad en quien las vivencia.
Pero, si percibirnos que estábamos haciendo críticas o comentarios negativos sobre alguien, podremos anular los efectos dañinos, que tales actitudes puedan generar, tanto en el criticado como en nosotros, pasando a buscar los valores de quien estábamos apuntando con nuestros pensamientos o palabras.
También es digno de hacer notar el hecho, de que en los medios espiritas, es mucho más fácil desenvolvernos en un estado de crítica negativa con relación a las religiones y a las otras ciencias y filosofías; por  el universo de conocimientos transcendentales que el Espiritismo nos proporciona.
Este tipo de procedimiento es también generador de orgullo. Pero una postura de alteridad es niveladora, ayudando a eliminar el orgullo, por propiciar entendimientos más amplios, por lo cual podremos percibir la importancia de todos las demás ciencias, filosofías y religiones en la evolución de la humanidad.
En verdad, la alteridad, en su esencia, debe manifestarse  como una postura ética o un conocimiento interior, bajo las directrices que construye nuestro pensamiento y emociones, dentro de un entendimiento más pleno sobre el ser humano y de la propia vida.
Así, lanzando una mirada mas sincera y mas libre sobre las circunstancias, aquellos que por cualquier motivo consideremos inferiores a nosotros, podremos verlos de forma algo semejante a como los espíritus superiores nos ven a nosotros.
Ellos no se incomodan ni si sorprenden con nuestras inferioridades, puesto que nuestras flaquezas no encuentran eco en su interior. Este tipo de percepción representa un gesto  de luz, que abre las puertas para el desenvolvimiento del amor pleno.
Es también un camino para la verdadera humildad.
Por estas consideraciones, es posible percibir la importancia de la alteridad en los medios espiritas como una postura de vanguardia, señalando un modelo de convivencia para el nuevo tiempo, en un mundo de regeneración.
Así, mucho mejor que pelear por cuestiones fútiles doctrinarias o modelos unificados de prácticas, es preferible abrazarnos fraternalmente, respectando nuestras diferencias, aceitando nuestras divergencias y juntos trabajar más intensamente por la difusión de los principios espiritas y por el bien del ser humano.
Y que viva el amor, en todas sus manifestaciones.
 Cuando, un día, los valores de la alteridad y del amor hicieren parte de la vivencia de las personas, el mundo todo va percibir que la vida es bella y vale la pena vivirla.
 (Texto extraído del libro La Transición está pidiendo mudanzas,de Saara Nousiainen y Simone Ivo Sousa) Traducido por Cassio-    Readaptación: Oswaldo E. Porras

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