lunes, 27 de octubre de 2014

El Espiritismo y la Muerte


LA MUERTE Y EL ESPIRITISMO
Michelle Muller

Con frecuencia es después de la pérdida dolorosa de un ser querido cuando surgen las interrogantes sobre la muerte. Y la ayuda de una religión o de una filosofía no basta para romper el muro de silencio. Sobre este punto, la filosofía espírita, experimentada y codificada por Allan Kardec, brinda respuestas a nuestras preguntas en cuanto a la aceptación de la partida de un ser querido y las formas de actuar.

COMPORTAMIENTO ANTE LA MUERTE
Ante la muerte de otro, somos impotentes y al mismo tiempo advertidos de nuestra propia muerte por venir. No sabemos cómo reaccionar cuando desaparece un pariente o un amigo, sabiendo que toda relación o contacto físico se han vuelto imposibles para siempre. El dolor es aún más intenso durante la ceremonia mortuoria del entierro del ser querido, como por ejemplo en nuestras tristes ceremonias religiosas. Esos rituales existen desde la prehistoria, pero se diferencian de una región a otra. Aquí, se depositan alimentos o flores perfumadas en un lugar de la casa, allá flores o grandes caracoles sobre la tumba y en varios países del sur, se acompaña al difunto a su última morada con alegría y buen humor, luego es servida una copiosa comida durante la cual se dedican al difunto risas y canciones.
Estas costumbres varían según las etnias impregnadas de una cultura religiosa o tradicional, a partir de la cual los hombres siempre se han hecho, y se hacen todavía, la pregunta del después de la vida o del después de la muerte.
Es por eso que, según la educación recibida en ciertas regiones, se hacen ofrendas y honores al fallecido a fin de que no merodee alrededor de la casa o para ayudarle a regresar a lo eterno. En efecto, desde la llegada de los primeros hombres, el ser humano siempre se ha interrogado sobre la perspectiva de la existencia de una vida después de la muerte, porque el hombre en su condición física, tiene deseo de eternidad. Intuitivamente, sabe que es algo más que un cuerpo, siempre ha presentido que era espíritu.
En nuestros momentos de soledad o cuando vamos a depositar flores sobre la tumba del ser querido, conversamos con él en la esperanza de que sea feliz. Igualmente, cuando se elogia en la televisión la memoria de un artista desaparecido, el animador se expresa como si el cantante o el actor nos vieran. ¿No hay entonces en nosotros la idea de una vida después de la muerte? Pero poco a poco, con el pasar del tiempo, esta idea se vuelve incierta. Platón que, en vida, tenía la certeza de una existencia después de la muerte, del espíritu y de su reencarnación, ha venido a aportar su reflexión:
“En la expectativa por resolver los problemas fundamentales planteados, con toda legitimidad por su naturaleza espiritual, respecto a los misterios de la creación, el intelecto humano siempre ha tropezado en sus búsquedas dentro de una confusión total, con una serie de preguntas todas tan enigmáticas respecto a las otras, que la mayoría queda sin respuesta. Desde su llegada al globo terráqueo, el hombre tiene el sentimiento de su devenir espiritual.
El de las cavernas ya lo había presentido y adivinado en el culto acordado a la muerte. La naturaleza espiritual del ser humano que fue pensada por la fuerza divina, amorosa y creadora, sabe recordar en su instinto de vida, el sentido de esta vida al tamaño de su eternidad. No existe período en la historia del hombre sobre el globo terráqueo que no evoque en un momento u otro la reflexión metafísica del espíritu encarnado en la materia. La llamada divina está contenida en nuestras células físicas, la llamada divina está contenida en nuestras naturalezas carnales porque somos hijos de Dios. Los espíritus se han multiplicado y, en su llegada al planeta, han ocupado progresivamente los suelos, se han desarrollado, se han organizado, se han convertido en razas por los climas, se han convertido en naciones. La angustia metafísica ha proseguido su obra, y la interrogante de la muerte se le ha seguido planteando al hombre a través de los milenios existenciales, contenido sustancial de la evolución terrena. Entonces las creencias han sido las primeras respuestas a la angustia metafísica. Nacieron entonces las representaciones de la angustia, las representaciones metafóricas de la sempiterna interrogante del ser humano temeroso ante la muerte, ante esa detención total, brusca y repentina de los sentidos físicos que parece paralizar los cuerpos para la eternidad, y que trae temor al que no sabe. Ellos aún no sabían, eran los recién llegados a este globo, necesitaban el soporte de la imagen, necesitaban el soporte de la creencia y de proyectar la sombra de la muerte sobre una pantalla de imaginerías popularizadas en el seno de nuestra historia. Más que de filosofía, tenían necesidad de más mitos y religiones. Así aparecieron las primeras creencias, cercanas a los elementos del universo, cercanas al viento, cercanas al agua, cercanas a las tormentas, cercanas al fuego y, para cada uno de estos elementos, era necesario inventar un poder supremo, un comando directivo, un Dios para cada cosa; el mundo antiguo es la expresión directa de ello. Así nacieron sobre este globo, las religiones politeístas. En su tiempo tuvieron razón de ser, respondían a las interrogantes del momento”.

PAPEL DE LA FILOSOFÍA ESPÍRITA ANTE LA MUERTE
Esta filosofía es un compartir del espíritu con el ser humano. El objetivo es iluminar nuestras conciencias para comprender mejor la razón de ciertas dificultades de la vida y reaccionar en consecuencia. Con intervención de diferentes médiums Allan Kardec hizo a los espíritus desencarnados diversas preguntas respecto al misterioso fenómeno de la muerte. He aquí algunos ejemplos:
El temor a la muerte es para mucha gente causa de perplejidad. ¿De dónde viene ese temor puesto que tiene el porvenir por delante?
“Es un error que tenga ese temor; pero, ¡qué vas a hacer! Se trata de persuadirla en su juventud de que hay un infierno y un paraíso, pero que lo más seguro es que irá al infierno, porque se le dice que lo que está en la naturaleza es un pecado mortal para el alma: entonces, cuando crece, si tiene algo de juicio, no puede admitir eso, y se vuelve atea o materialista; así es como se la lleva a creer que fuera de la vida presente, no hay más nada. En cuanto a los que han persistido en sus creencias de la infancia, temen a ese fuego eterno que debe quemarlos sin aniquilarlos”.
Si la muerte nos debe llevar a una vida mejor, que nos libera de los males de esta, y que siendo así es más de desear que de temer, ¿por qué el hombre le tiene un horror instintivo que hace que le tema?
“El hombre debe tratar de prolongar su vida para cumplir su tarea; es por eso que Dios le ha dado el instinto de conservación y ese instinto lo sostiene en las pruebas; sin él se dejaría llevar demasiado a menudo por el desaliento.
La voz secreta que le hace rechazar la muerte le dice que todavía puede hacer algo para avanzar. Cuando un peligro lo amenaza, es una advertencia. Para que saque el mejor provecho de la tregua que Dios le otorga; pero con más frecuencia da las gracias a su estrella que a su creador”.
La pérdida de las personas que nos son queridas, ¿no es algo que nos causa un pesar, tanto más legítimo por cuanto esta pérdida es irreparable e independiente de nuestra voluntad?
“Esta causa de pesar alcanza tanto al rico como al pobre; es una prueba y la ley común; pero es un consuelo poder comunicarse con vuestros amigos por los medios que poseéis, a la espera de tener otros más directos y más accesibles a vuestros sentidos”.
¿Cómo afectan los dolores inconsolables de los supervivientes a los espíritus que son objeto de ellos? “El espíritu es sensible al recuerdo y a las tristezas de aquellos a los que ha amado, pero un dolor incesante y poco razonable le afecta penosamente; porque ve en ese dolor excesivo, una falta de fe en el porvenir y de confianza en Dios y, por consiguiente, un obstáculo al avance y, quizás, a su reencuentro”.
Debemos entender entonces que el espíritu que ha encontrado su más allá, está profundamente entristecido por la incomprensión de sus parientes en cuanto a la separación, lo cual se añade a su turbación natural antes de reunirse con su guía en la serenidad. En realidad, la persona que fallece puede encontrarse en una turbación donde no está consciente de su nuevo estado, se halla en un estado disminuido como al salir de un desvanecimiento. Quiere comunicarse con sus parientes, pero éstos no le responden, ni la miran. Poco a poco, toma conciencia de que está muerta y que no puede reintegrarse a su cuerpo sin vida.
La duración de la turbación que sigue a la muerte es muy variable, puede ser de algunas horas, como de varios meses y hasta de varios años, según el estado de conciencia de la persona antes de su muerte y las circunstancias del deceso.
El conocimiento de las realidades espíritas ejerce una influencia importante en cuanto a la salida de la turbación, de acuerdo a la toma de conciencia que tuvo lugar durante esa misma existencia.
Nosotros, los seres humanos, podemos abreviar la turbación de los que nos dejan, con un impulso de pensamiento solidario, por la fuerza de un sentimiento que libera y da libertad al espíritu. Esa oración puede ser individual, pero también colectiva según el procedimiento de la cadena fluídica, que recomendamos a todos, espíritas o no espíritas. Consiste en transmitir nuestro pensamiento y nuestro amor a la persona recién fallecida. Al menos tres personas se toman de las manos formando un círculo, en un recogimiento de amor y compartir hacia el espíritu que sufre. Cada uno puede encontrar su fórmula y su modo de rezar, por ejemplo, se puede pensar en el espíritu diciendo esto: “Ve hacia el túnel, al extremo del cual hay una luz, avanza, no tengas miedo, serás acogido por los que has amado y por tu guía espiritual que has conocido. No sufrirás más, serás inundado de alegría y de amor”. Este pensamiento se hace mentalmente durante tres minutos, acompañado eventualmente por un soporte musical. Un asistente dará la señal de inicio de la cadena fluídica y la detendrá después de algunos minutos, rompiendo rápidamente el círculo soltando las manos. Se aconseja repetir el acto en los días que siguen para asegurarse de su mejor resultado.
Recordemos que es alentado también para toda defunción, el espíritu sentirá la fuerza y el amor que lo impulsarán más rápido hacia la luz.
El espíritu Jojo, un gran amigo de Jacques Brel, expresó así su alegría al descubrir el más allá y a su guía:
“Cuando llegas al final del túnel, no sabes exactamente lo que ocurrirá. Ves claramente personas que se acercan. Reconoces algunas de ellas, amigos o parientes. Están rodeadas por un halo blancuzco que delimita sus cuerpos.
Avanzas con cierta angustia, tienes miedo de caer en el vacío, sientes desconfianza, no sabes y te preguntas si estás soñando, y luego llega el momento de la conciencia. Es un despertar brutal, en dos palabras, estoy muerto pero vivo. Entonces comprendes todo, te despejas totalmente, el tiempo ya no existe. Las vidas anteriores brotan como géiseres de conciencia y si tienes amor en el corazón, es una fiesta. La desconfianza cede el paso a la alegría, a la confianza sobre todo cuando viene el amigo tendiendo los brazos, riendo y diciéndote: ‘Ves, es simple’, es justo, basta con dejarse llevar por él, él te guía y con él marchas sobre las nubes descubriendo el más allá”.
Por medio de la oración, podemos ayudar a los muertos y también a los vivos, amigos o parientes que sufren en la vida presente de un problema psicológico o físico. Esta “petición” no es un “Padrenuestro” o un “Ave María”, sino nuestro propio pensamiento dirigido hacia la persona querida. Debe ser positivo y constructivo según la necesidad de la persona. Piensen en mejoría, restablecimiento, alegría, serenidad, curación. Un espíritu que fue sacerdote dio su nueva definición de oración: “La oración no es una expectativa, sino una acción del espíritu responsable que da su amor. La oración no es un recitativo sino un verbo que lleva su función hacia quien tiene más necesidad de ella. La oración no consiste en implorar a Dios con aire falsamente contrito y rostro contraído de dolor. La oración es una alegría, una función inherente al espíritu, una telepatía del alma. La palabra prostituida por los hombres ha perdido su sentido primero. Rezad, sí, rezad, amigos míos, con todas vuestras fuerzas, es decir con todo vuestro deseo de aportar al otro lo que espera de vosotros. Dios no es responsable — vosotros sois libres— y es por ello que vuestra oración es un acto de amor que no exige su intercesión”.
En efecto, la cadena y la oración son una forma de telepatía que llega directamente a la persona involucrada y el flujo de pensamiento se concreta por el siguiente proceso explicado por el espíritu José Arigó, quien fue médium sanador brasileño:
“El fluido es ante todo el resultado de vuestro pensamiento. Pensáis bien y obtenéis buen fluido. Pensáis mal y obtenéis mal fluido. El fluido creado por vuestro propio pensamiento ejercerá una salida extra-corporal. Se desprenderá, se liberará progresivamente de vuestro cuerpo físico. En cuanto el pensamiento, en cuanto el fluido se despega del cuerpo físico, entonces ya no se habla más de fluido sino de vibración.
El pensamiento exteriorizado se convierte en una vibración. El carácter de esta vibración es la forma ondulatoria. La forma ondulatoria, tal como un trazo en forma de curva, se prolonga también en el espacio, a partir de lo que habéis pensado, a partir de vuestra reflexión espiritual. Cuando la vibración alcance a aquel, a aquellos, o a los elementos hacia los que va dirigido, entonces se convierte en un efluvio.
Lo que quiere decir que el pensamiento es un fluido cuando pertenece al cuerpo, que se convierte en vibración cuando se exterioriza del cuerpo y que se convierte en efluvio cuando alcanza otro cuerpo o un elemento inerte de la materia. Es muy importante saber establecer estas diferencias dentro del vocabulario por cuanto el vocabulario es el único vehículo de vuestra reflexión en el seno de vuestro mundo físico, un vehículo a veces muy difícil a manipular, un vehículo que a veces traiciona el pensamiento, tanto más por cuanto vivís en países diferentes, bajo climas diferentes, que sois a pesar de vosotros hijos de una cultura, de una historia, y que la diferencia de lenguaje confiere todavía más dificultad a la manifestación de vuestros pensamientos respectivos o globales”.
A la luz del espiritismo, podemos comprender la muerte con menos temor, y aceptar más serenamente la partida de nuestros seres queridos fallecidos. Por el pensamiento, podemos aportarles ayuda con la alegría de saberlos felices, sin sufrimiento físico y con la perspectiva de encontrar felicidad en el más allá o en una vida futura.
LE JOURNAL SPIRITE N° 79

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ELLOS ESTAN VIVOS


Aun cuando no reconozcas, de momento, semejante verdad, ellos te ven y te escuchan.
Cuando les es posible te siguen los pasos compartiendo contigo problemas y aflicciones.
¡Compadécete de los que te precedieron en la Gran Renovación!
Aquellos que viste partir con las manos desfallecientes en las tuyas, donándote los últimos pensamientos terrestres, a través de los ojos fijos en los tuyos, no están muertos.
Entraron en nuevas dimensiones de la existencia, más prosiguen con el corazón, vinculado a tu corazón.
Te guardan afecto y agradecen tu recuerdo, no en tanto, casi siempre se escudan en tu fe, buscando en ti la fuerza precisa para la restauración espiritual que demandan.
Muchos de ellos, aun inadaptados a la vida diferente que son compelidos efectuar, piden serenidad en tu coraje y apoyo en tu amor…
Otros, muchos se encuentran inmersos en la bruma de la nostalgia, detenidos en la sed del reencuentro, ante las requisiciones continuadas de tus pensamientos de angustia.
Otros muchos te siguen aun.
Aquellos que se despidieron de ti, después de larga existencia, bendiciéndote la vida; los que amaste, indicándoles el camino para las esferas superiores; los que levantaste para la luz de la esperanza y aquellos otros que socorriste un día, con el ósculo de la amistad y de la beneficencia…
Todos te agradecen, extendiéndote los brazos en el sentido de auxiliar a traspasar los caminos que aun  te caben recorrer
¡Auxilia a los entes queridos en la Espiritualidad, a fin de que puedan auxiliarte ¡
Si les recuerdas la presencia y el cariño, prendidos al vacio que te impusieron al alma, abrazando el trabajo que habrán dejado por hacer.
Si eres la voz que les reconforte los seres amados aun en la Tierra, la fuerza que les ejecute el servicio de paz y amor que no terminaron, la luz para aquellos que les lastiman la ausencia en recánto de sombras, o el amparo a favor de aquellos que desearían continuar sustentándote en el mundo!
Compadécete de los seres queridos que te antecedieron en la Gran Liberación.
Llora, porque el dolor es fuente de energías renovadoras por dentro del corazón, más llora trabajando y sirviendo, auxiliando y amando siempre!
Y deja que los corazones amados, hoy en el Más Allá, te enjuguen las lágrimas, inspirándote acción y renovación, porque, en el futuro, los tendrás a todos positivamente contigo en las alegrías del Nuevo despertar.

Espíritu: EMMANUEL
Médium: Francisco Cándido Xavier

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¿ Qué es la Videncia y la Clarividencia ?

Estas dos facultades son de carácter puramente anímico, aunque pueden
coincidir o deberse enteramente a la mediumnidad propiamente dicha, por eso muchas veces durante esta percepción extrasensorial, el vidente no necesita abrir los ojos para describir a los Seres espirituales que hay en el ambiente y que se entremezclan e interactúan con el llamado mundo de los vivos.
Las percepciones visuales están constreñidas a determinadas franjas vibratorias que oscilan de acuerdo al grado de adelantamiento espiritual del
médium; así se puede dar el caso de que dentro de un mismo ambiente físico, un médium vea lo concerniente a determinada franja vibratoria, mientras que otro médium esté viendo otra diferente.
La Videncia aunque se encuentra clasificada en el grupo de las mediumnidades,en si misma no una mediumnidad , pues no existe la transmisión o comunicado de un Ser espiritual, sin embargo constituye una facultad específica de carácter anímico por la que en determinados momentos, el sensitivo percibe , no por los ojos sino directamente a través de su alma, el mundo espiritual que habitualmente nos rodea. La utilidad de la Videncia es la de desvelar los cuadros del mundo espiritual, sabiendo observarlos con la suficiente discreción al describirlos, evitando convertir su facultad en un informativo de liviandades.
La Clarividencia es otra facultad, también conocida como “Doble vista”, o ”segunda vista”. Esta facultad puede ser indistintamente anímica o mediúmnica, y consiste en la percepción visual de los espíritus o de escenas del mundo espiritual, así como de imágenes o de acontecimientos del mundo corporal que están fuera del alcance visual normal, en estado despierto, ya sean
lejanos u ocultados de algún modo.
La mayoría de las veces la clarividencia es el resultado de un trance parcial, que puede ser consciente o inconsciente. También es conocida como “estado sonambúlico”, en donde las regiones sensoriales del cerebro están disociadas o sumidas en una fuerte relajación psíquica.
Gabriel Delanne la define como la facultad de obtener conocimientos sin experimentar la influencia del pensamiento de otras personas presentes y sin servirse de los órganos de los sentidos.
Como se trata de una percepción extracerebral o espiritual, el vidente puede penetrar en escenas del pasado, del presente o del futuro ( precognición, profecía, premonición).
En la clarividencia sonambúlica el vidente percibe mientras permanece
en estado de trance o sonambúlico.
Otra clase de clarividencia es la onírica, en donde las visiones se experimentan
durante el sueño físiológico.
La clarividencia profética es en la que el clarividente penetra en el futuro,
aunque es la menos fiable, por influir frecuentemente la imaginación del
clarividente psíquico, y desfigurar así la mayor parte de las veces, los indicios
de la realidad, además de que el futuro siempre es susceptible de ser modificado
con la libertad de cada ser humano..
La telepática es cuando perciben los pensamientos o ideas de otras personas.
La Telestésica se refiere a la percepción de objetos, cuerpos, cosas, etc,
así como escenas que se están produciendo a distancia.
Por la clarividencia psicométrica se puede hacer la lectura de las referencias psíquicas encontradas en objetos, personas y ambientes, pudiendo pertenecer al pasado, al presente o al futuro.
Hay que señalar que a veces la imaginación en los médiums poco disciplinados puede jugar malas pasadas al elaborar imágenes y construcciones producto de sus fantasías, que no saben traducir y lo mezclan con aquello que de verdad capta y causándole por ello una gran perturbación anímica.
En definitiva, el mecanismo de cómo se producen esta clase de facultades ,
es actualmente desconocido e inexplicado, pero la cuestión que interesa conocer es que existen tal como acreditan tantos casos registrados por la Parapsicología y el Espiritismo a lo largo de la historia de su investigación en estos temas.

- Jose Luis Martín-

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Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”
- Isaac Newton -

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