EN EL PROCESO DESOBSESIVO
Son muchos los que llegan al conocimiento de la doctrina Espirita por los látigos del sufrimiento, por perturbadoras pruebas dentro del campo de la obsesión.
Poco a poco, despiertan para las realidades de la vida, esforzándose por la propia iluminación y la de los adversarios que los comprimen psíquicamente, en las dilatadas imposiciones perniciosas.
Los cooperadores adiestrados son deseados para asegurar la mejoría del enfermo, pero lamentablemente no se encuentran en lo general en el campo de acción del hombre terráqueo, ya que no merecen su convivencia y la mayoría de las veces no se cuentan con servidores ideales, solo se puede agradecer la mayoría de las veces a obreros modestos; caracterizados por el espíritu de servicio, con coraje suficiente para vencer los prejuicios y las conveniencias de los grupos sociales y de las personas negativas, afanándose en la distribución del bien.
La ignorancia y la mala fe siempre denigren lo que desconocen, presentando con colores fuertes de la propia incuria, aquello que no desea que se expanda ni alcance a otras áreas humanas.
La verdad no es patrimonio de individuos ni de grupos. Tiene carácter universal. Es la misma en todas partes y en todos los tiempos, variando en la forma, en el vestuario, con lo que se presenta para ser ofrecida a los hombres. El Espiritismo es una doctrina perfecta en su estructuración científica, filosófica y religiosa, teniendo mucho que ver con las diversas ramas del Conocimiento, que aclara, ya que investiga las causas, mientras que la Ciencia todavía examina sus efectos. Allan Kardec debió penetrar en el examen y estudio de la Doctrina Espirita para publicar “El Libro de los Espíritus”; comprendió que responde a las más diversas cuestiones complejas y embarazosas del pensamiento, proponiendo soluciones a los enigmas de las “ciencias del alma” bien como de los conflictos de la fe que tanto han atormentado a religiosos honestos o no, que se debaten en aflictivas dudas.
Grandes desafíos surgen y embates vigorosos, a fin de que poco a poco, el obsesado se desprenda del zarzal en el que se enredó a través de los tiempos.
La obsesión es el resultado de una demorada convivencia psíquica entre dos Espíritus afines, bien sea por el amor que desata las pasiones inferiores o a través del odio que galvaniza los litigantes, imantándolos uno al otro con vigor.
Cuando son tomadas las primeras providencias para la terapia de desobsesión surgen efectos inmediatos, que son consecuencia de esa aptitud: 1) la rebeldía del enemigo, que cambia la técnica de la agresión, reformulando, su programa de persecución no obstante atacando a la presa con el objetivo de desanimarla 2) propicia una falsa concesión de libertad, esto es, afloja el cerco, antes pertinaz, permaneciendo, sin embargo, en vigilia, aguardando la oportunidad para lanzar un asalto fatal, en el cual triunfen sus planes infelices. En la primera hipótesis, la victima, no adiestrada en el conocimiento de la desobsesión, porque se siente empeorar, razona, equivocadamente, que la medicación le está siendo más perjudicial que la enfermedad e, inspirada por su semejante, planea abandonar el procedimiento nuevo; lo que, a veces, realiza, permitiendo a la astuta, Entidad liberarlo, momentáneamente, de las sensaciones constrictivas para sorprenderlo, más tarde, cuando sus reservas de fuerzas sean menores y los recursos del equilibrio se hagan poco viables… En el segundo casi, sintiéndose menos oprimidos, el obseso se cree desobligado de los nuevos compromisos y vuelve a las actitudes vulgares de antes, cayendo, posteriormente en la urdimbre hábil, de su vigilante carcelero espiritual.
Jesús afirmo con razón, que el Espíritu inmundo al salir del hombre, anda por lugares áridos, procurando reposo, y no encontrándolo, dice: “Volveré para mi casa de donde salí; y al llegar la halla barrida y adornada, después va y lleva consigo siete Espíritus más, peores que él. El ultimo estado de aquel hombre acaba siendo peor que el primero, “Es siempre conveniente recordar que todo obseso de hoy es verdugo de ayer que pasó sin la conveniente corrección moral, ahora cayendo en la maldad que él mismo cultivo. El vicio mental derivado de la convivencia con el huésped genera ideo plastias perniciosas de las que se alimenta psíquicamente el hospedero. Aun cuando sea apartado el factor obsesivo, permanecen, por largo tiempo, los hábitos negativos, engendrando imágenes, perjudiciales que constituyen la psicoesfera enfermiza, en la cual se mueve el paciente. El más severo esfuerzo que el enfermo psíquico por obsesión debe movilizar, es el de la reeducación mental, adaptándose a las ideas optimistas, a los pensamientos sanos, a las construcciones edificantes. Las lecturas iluminativas, la oración inspiradora, el trabajo renovador, hasta que se creen hábitos morigerados, propiciadores de paisaje mental bendecido por la revitalización y por el equilibrio. Gracias a tales factores, no siempre la cura de la obsesión ocurre cuando son apartados los pobres perseguidores, sino cuando compañeros de lucha instalan en el mundo intimo las bases del legítimo amor y del trabajo fraternal a favor del projimo, tanto como de si mismos, a través del recto cumplimiento de los deberes.
Los hombres esperan siempre que se operen milagros, cuando le son impuestos el esfuerzo y la dedicación a través del tiempo, casi siempre desertan del compromiso o lo relegan al olvido, afirmándose desencantados con los otros de quien exigen una conducta superior, que así mismos no se permiten. Se justifican sin justificar a los otros; se excusan, pero se tornan jueces rigurosos de aquellos con los cuales conviven, o a quien recurren, buscando ayuda. Por eso la salud mental que se deriva de la liberación de las alineaciones obsesivas se hace difícil, porque ella depende, sobretodo, del enfermo, en el máximo de su esfuerzo y no exclusivamente de su ánimo perturbador.
Nadie espere reposo y placer, ni anhele de inmediato, por comodidad y bienestar del que no sea merecedor. La tierra es madre generosa y la existencia carnal constituye oportunidad reparadora, salvadas raras excepciones cuando el Espíritu se encuentra en misión para propulsar el progreso de la humanidad, aun así, en esos casos, el dolor y la soledad, los testimonios de muchos tipos no les quedan al margen…
El crecimiento para Dios solamente se da a través de la mejoría intima, a través del trabajo fraternal verdadero entre las criaturas del camino de nuestra evolución, así nos lo enseño Jesús que bendijo el trabajo y el deber con el propio esfuerzo.
Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro “Cuadros de la Obsesión” de Divaldo Pereira Franco
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¿Es posible evocar a los espíritus sin ser médium?
“Todos pueden evocar a los espíritus, y si aquellos a quienes llamáis no pueden manifestarse materialmente, no por eso dejan de estar junto a vosotros, escuchándoos”.
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS (282.1)
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Psicografía
Desde este grato lugar donde me encuentro trabajando sin cesar por el progreso de mi espíritu, realizo oraciones por todos mis hermanos que en la tierra sufren y desesperan por las vicisitudes a las que se hallan expuestos. No desfallezcan, la fe en Dios todo lo puede, y estas quejas sucesivas que realizan por los avatares de sus vidas, recuerden que son las mismas pruebas que ustedes mismos pidieron cuando estaban en el mundo espiritual.
En mi última existencia estuve al frente de una asociación espírita y he cometido muchos errores, he sido injusta y arbitraria , ahora en este plano, me he dado cuenta
de mis errores y he trabajado, trabajo y he de trabajar en pos de mejorar y poder evolucionar.
Solo quiero decirles que la lucha es grande y nos espera una "vida" maravillosa en el mundo espiritual, el camino es largo y sinuoso, lleno de obstáculos y angustias pero el fin del camino, está lleno de luz, alegría y música.
Hermanos: el amor de Dios todo lo puede y nuestro amor hacia Él nos debe hacer más fuertes, no se olviden que Dios nos hará beneficiarios algún día, de una vida amorosa y serena, pero para ello hay que trabajar constantemente y así cosecharemos nuestra siembra.
Hasta pronto queridos hermanos, siempre con Jesús.
Espíritu de "Mary" psicografiado por Viviana Gianitelli
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REFLEXIONES DE MERCHITA
Las vidas son cortas y la perfección es extensa. La evolución material, la destrucción de los organismos y la transformación de la materia, sólo es temporal. Las realidades eternas residen en el Espíritu, sólo él sobrevive a todos los conflictos. Sale grado a grado, desde el principio de la vida para transformarse en genio superior, y esto por sus propios méritos y esfuerzos.
En todos nosotros hay una parte de sombras y otra de luz. Somos la carne con todas sus debilidades y el Espíritu con sus riquezas latentes y sus radiosas esperanzas. Cada alma humana es una proyección del gran foco eterno; pero hemos acumulado a lo largo de nuestras existencias los instintos de la bestia, más o menos reprimidos por el largo trabajo y las duras pruebas que hemos pasado, pero también tenemos la crisálida del ángel, del ser radiante y puro que podemos llegar a ser por medio de la transformación moral, las aspiraciones del corazón y el sacrificio constante del Yo.
Tocamos con los pies las profundas obscuridades del abismo y con la frente las deslumbradoras alturas del cielo.
La tarea es difícil; los caminos que hay que subir son escabrosos, pero nuestras fuerzas no tienen límites, y podemos renovarlas continuamente con nuestra voluntad y la unión con los buenos espíritus.
A medida que nuestro Espíritu se eleva, más grandes revelaciones y nuevas formas de actividad recibe, nuevos sentimientos psíquicos nacen en nosotros, y más sublimidades sentimos.
Los espíritus elevados envuelven con su influencia a todos aquellos que luchan en la Tierra para conseguir su redención espiritual: los inspiran con los consejos de su propia experiencia, les sostienen en la lucha de la vida, para que sigan los rudos caminos que ellos mismos ya han recorrido.
Más allá de la tumba, se abre otra fase de la existencia. El Espíritu en su forma fluídica, imponderable, se prepara para nuevas reencarnaciones, encontrando en su estado mental los frutos de la existencia que acaba de terminar.
La muerte no es más que un instante en la gran revolución de nuestras existencias.
Toda muerte física es el principio de otra vida, es un renacimiento, es la manifestación de una vida hasta entonces oculta en nosotros vida invisible en la Tierra, que va a reunirse con la vida invisible del espacio. El pasado se encuentra en el fluido del hombre, y por consiguiente en su Espíritu. Su periespiritu es como un espejo que refleja todas sus acciones, y su alma, si ha malvivido, contempla con tristeza sus faltas, en los pliegues de su cuerpo espiritual.
El Espíritu viene del mundo espiritual y nuevamente regresa a él. Aquí en la Tierra, se inclina sobre las cosas materiales, pero si tiene un ideal, hacia los bienes superiores, se eleva sin esfuerzos hacia el objeto de sus deseos. Esto se consigue queriendo, porque el pensamiento crea, y la voluntad edifica.
Cada Espíritu, en el espacio, tiene su vocación, y la prosigue con facultades desconocidas aquí en la Tierra. Por todas partes, en el espacio y en los mundos, se ofrecen a los espíritus, laboriosas oportunidades de estudio y trabajo, medios de elevación y de participación en la obra eterna.
Para los espíritus, el dominio de la vida no tiene límites, sea cual sea nuestra situación, siempre hay por encima de nosotros otro plano superior que nos espera, una nueva perfección a conseguir.
Es verdad que cada uno de nosotros lleva siempre, esté donde esté, la simiente de su pasado y de esto depende nuestra dicha o nuestra desgracia. Conociendo esta ley, debemos cultivar bien nuestro jardín, para extirpar la hierba mala y que pueda crecer sin dificultad la buena. Nuestro destino nos conduce hacia el bien, y no es lógico que retrasemos su marcha.
El alma debe conquistar, uno a uno, todos los elementos, todos los atributos de su grandeza, de su potencia y de su felicidad. Para ello debe enfrentar los obstáculos, la resistencia a la materia, cuyas exigencias y duras lecciones provocan sus esfuerzos y forman su experiencia. El orgullo y el pesimismo nos convierten en un ser enfermo de nuestras propias fuerzas, que empleadas mal, pueden rebajarnos a un doloroso estado inferior.
Para que se produzca la elevación del Espíritu sobre la materia, es necesario que haya un crecimiento moral, pero también debe haber un crecimiento intelectual. La humanidad debe tomar conocimiento de esto, si quiere conseguir la escalada evolutiva que se propone. Claro está que cada uno siente el mundo por aquello que siente dentro de sí, y ve el mundo a través de su propia experiencia.
Es necesario el sufrimiento físico y la angustia moral, para que el Espíritu se afine, y se desembarace de sus partículas groseras. Si aprendemos a sufrir bien, el dolor se convierte en salud, es el agente más noble de la perfección, si conocemos su origen y tenemos paciencia para no dejarnos dominar por él.
Amigos hermosas estas lecciones son de nuestro querido hermano José Aniorte Alcaráz, os deseo un buen domingo, lleno de amor y alegría.
Merchita
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