miércoles, 18 de febrero de 2015
Escollos de la ignorancia
ESCOLLOS DE LA IGNORANCIA
Siendo, como somos, amantísimos de la verdad, y fieles adoradores del progreso, lógico es que consideremos el estudio del Espiritismo tan necesario al hombre, como le es indispensable el aire que respira, los rayos del Sol que le vivifican; el agua cristalina que calma su ardiente sed, el ropaje que le abriga, el techo que le cobija, el lecho donde reposa el alimento que sácia su hambre, sin el profundo conocimiento de la vida ultra-terrena se vive completamente a la mitad, mejor dicho, se vive sin vivir; por que no es vivir ignorar el porqué de esa misteriosa fatalidad que pesa sobre algunos seres, que sin haber cometido ningún crimen sufren todas las persecuciones, tiranías, angustias y humillaciones del esclavo, y todas las contrariedades que puede crear la perfidia humana.
Considerarse uno inocente y aparecer ante el mundo como un miserable, tener sed de amor, y no encontrar más que indiferencia y desvío, o un cruel desengaño después de un cariño efímero, luchar de continuo con un imposible, viendo al mismo tiempo que otros seres sin poseer grandes virtudes, sin ser merecedores, al parecer, de ninguna recompensa, se les ve sonreír gozosos, disfrutando de mil satisfacciones sin ni siquiera haberlas deseado, esta injusticia aparente subleva al Espíritu pensador, y sólo el estudio del Espiritismo es el que puede dar solución a los grandes problemas sociales, es el que puede pacificar los pueblos.
¿Será beneficioso, será útil, será necesario, será indispensable conocer las verdades de la filosofía espiritista?
Sí; sin el Espiritismo la humanidad camina a ciegas; pues bien, a pesar de ser tantas las ventajas que le ofrecen al hombre las comunicaciones de los espíritus: no quisiéramos que ciertas fracciones de la sociedad tuvieran la menor idea de que existen espíritus, porque se les hace un daño inmenso. La ignorancia en todas partes encuentra escollos, y en el Espiritismo más que ninguna otra escuela, porque en la lucha con los invisibles casi siempre es segura la derrota, y sólo un esfuerzo potentísimo de voluntad, es lo que puede salvarle a uno del abismo.
Como ejemplo de utilísima enseñanza, vamos a referir un hecho ocurrido hace poco tiempo a D. Anselmo Pérez, hombre que, como otros muchos, quiso entrar en la escuela espiritista, sin tomarse el trabajo de leer una sola de sus obras fundamentales.
Asistió por curiosidad a una sesión espiritista, vio a un médium escribiente (mecánico) que escribía con la rapidez del relámpago, y sintió vivísimos deseos de hacer él lo mismo.
Se fue a su casa, y enseguida puso manos a la obra; el primer ensayo no le dio resultado alguno; esto le desconcertó algún tanto, porque él creía que era cuestión, como se dice vulgarmente, de llegar y besar el santo. Durante muchos días insistió en sus ensayos, sin decir a nadie que probaba a ser médium; cuando una noche que su frente ardía y sus sienes latían con violencia, sintió en el brazo derecho una brusca y desagradable sacudida, sus dedos se crisparon y sin soltar el lápiz se quedó algunos momentos dominado por una fuerte contracción nerviosa, que fue cediendo cuando escribió con letras grandes y desiguales esta palabra fatídica. ¡Mátate!?
Nuestro amigo leyó con doloroso asombro aquella frase, y escuchó voces confusas que se la repetían en sus oídos.
Anselmo no quedó muy contento de su primer escrito, pero a nadie le confió sus impresiones, y aprovechando todos los momentos que tenía libres, tomaba el lápiz y siempre escribía estas o parecidas palabras. ¡Mátate! No cometas la cobardía de permanecer en un mundo que te insulta, que te desprecia, que te tiene relegado al olvido, si sufres tanto es porque eres un cobarde.
Anselmo se quedaba atónito con semejantes consejos, su razón los desechaba mirando el suicido con horror, pero un día y otro día, un mes y otro mes, un año y otro año, oyendo siempre lo mismo, concluyó por creer que quizá tendrían razón sus amigos invisibles y se decidió a poner fin a sus días escribiendo antes una carta concebida en estos términos.
No sé que pasa por mí, no sé qué influencia me hace dar un paso que he rechazado siempre por considerarlo un acto degradante para todo hombre de razón sana y cuerpo fuerte. Me mato contra mi voluntad, cometo la más indigna cobardía, cuando entre mis compañeros he tenido fama de valiente. ¡Cúmplase el deseo, de no sé quién!.
Dejó la pluma y cogió una pistola que apoyó contra su sien, mas tembló, cambió la puntería y salió el tiro hiriéndole gravemente quedándole la bala en la cabeza, bala la que no se le ha podido extraer.
Después de horribles sufrimientos Anselmo se puso bueno, perseguido siempre por sus invisibles enemigos hasta que un día hizo un esfuerzo supremo, y cuando murmuraban en su oído. ¡Repite la prueba, repítela! ¡Nunca la repetiré! ¡Atrás, miserables, atrás para siempre! ¡Ayúdame razón! ¡Ven en mi auxilio, inteligencia mía! ¡Quiero ser libre!.
Y como si le hubiesen quitado de sus sienes abrasadas una corona de hierro, como si de su pecho dolorido le hubiesen separado planchas de plomo, como si de su cerebro hubiesen extraído una gran cantidad de hirviente lava, como si de sus muñecas hubiesen quitado pesadas esposas, y de sus pies apretados grilletes, como si de su cintura hubiesen separado cadena de muchos eslabones, del mismo modo Anselmo después de su exclamación sintió un bienestar agradabilísimo, y una alegría dulcísima le hizo sonreír, se sintió ágil, corrió en todas direcciones como el prisionero que, después de muchos años, recobra la ansiada libertad. Y ávido de luz y sediento de verdad, fue a una librería y compró todas las obras de Allan Kardec, dedicando a su lectura y a su estudio todo el tiempo que antes dedicaba a escribir medianimicamente.
Mientras más lee, más se convence de la locura que cometió probando de ser médium antes de saber lo que era la mediumnidad y a los riesgos a que se expone el que se relaciona con los invisibles sin haber estudiado lo más indispensable.
La ignorancia, es muy mala consejera, y el espiritista ignorante es el ser más perjudicial a sí mismo y a cuantos le rodean.
No hace muchos días que vino a vernos un hombre que frisará en los 60 años, de fisonomía franca y bondadosa, el que con acento dolorido nos dijo así:
-?Señora, yo sigo la senda de lo espiritual, pero o mucho me engaño, o mi camino no es el mejor ni el más seguro.
-Explíquese usted.
-Soy espiritista, creo firmemente en la supervivencia del alma, creo que los espíritus se comunican con los terrenales, pero lo que yo no comprendo es como los médiums que reciben inspiraciones de inteligencias elevadísimas, descienden a ser unos entes vulgares y hasta maléficos que arrastran al hombre a cometer actos impuros.
-¿Qué ha leído Vd. referente al Espiritismo?
-¡Leer!? nada; ¿Para qué? Yo conocí hace cinco años a una mujer que posee no sé cuantas mediumnidades; estando a su lado he oído golpes en todas direcciones, he visto moverse las sillas, oscilar las lámparas colgadas del techo; he oído como el galope de muchos caballos y el paso acelerado de varios pelotones de infantería. La he visto después dormida por los espíritus, dar comunicaciones parlantes y escribientes de Jesús, de María, de Juan el Bautista, de Pablo el apóstol y otros muchos espíritus.
-¿Y qué decían esas comunicaciones?
-Que debía someterse todo a la voluntad de la médium, que rezara mucho, que llamara al Señor en todas mis tribulaciones, que me bañara diariamente para purificarme, que no usara para mis dolencias corporales de ninguna medicina de la Tierra; y sí únicamente del agua magnetizada, pues sólo con dicho procedimiento saldrían de mi cuerpo los centenares de espíritus que me atormentan.
Me aconsejaban también que faltase a mis deberes conyugales, siendo la médium la designada para guiarme en todo y por todo en los diversos senderos de mi vida. Y yo, aunque mi razón rechazaba mucho de lo que oía cedía después y hacía cuanto me ordenaban los espíritus: rezaba oraciones repetidas; y continuamente clamaba ¡Señor!
¡Señor! ¡Ten misericordia de mí! Pero Dios no me oye, y mi casa es un trasunto del infierno, mi esposa maldice al Espiritismo todas las horas del día, mi hijo mayor me ruega con lágrimas y caricias que no arruine la familia, pues en dádivas a la médium he gastado más de mil duros, producto sagrado de las economías de mi esposa.
Me encuentro mal, muy mal, yo no tengo sosiego en ninguna parte, estoy enfermo, muy enfermo, mi hijo quiere curarme que es médico, la médium dice que sólo ella puede salvarme, pues solo por su medicación se separan de mí los innumerables espíritus que me atormentan, y hastiado de mí mismo, sin saber a quien creer, descontento de mis acciones, vengo a que Vd. me diga qué debo hacer, porque la verdad es, que hay momentos que digo: ¿Si habré perdido la razón?
-No hay miedo que le suceda tal desgracia, porque en medio de todo Vd. ve claro, puesto que no le satisface la miserable farsa que están representando delante de Vd.
-¡Ah! No señora no; yo no puedo creer que espíritus elevados aconsejen el olvido de todos los deberes sociales.
-Ciertamente, Vd. es juguete del engaño más miserable.
-Es que la mediumnidad de esa mujer es innegable, que otros muchos han presenciado en su casa verdaderos fenómenos.
-Si yo no le niego que su mediumnidad sea efectiva, pero no todas las mediumnidades son aceptables; no crea Vd. que el ser médium es sinónimo de ser un dechado de virtudes, hay médiums que trastornan medio mundo ayudados de espíritus afines a su modo de ser, y hacen un mal uso de su mediumnidad como indudablemente lo hace esa mujer que le induce a Vd. a vivir de un modo inmoral, convirtiendo su casa en un infierno, haciéndole malgastar los ahorros de su familia, quitándole por completo su fuerza moral, puesto que su mismo hijo tiene que reprenderle por su mal proceder.
-Y de nada sirve mi continuo ruego, pues yo siempre estoy diciendo: ¡Señor! ¡Señor! ¡Ilumíname!
-Palabras huecas son sus exclamaciones, ahora es cuando ha dicho Vd. de corazón ¡Señor! ¡Señor! Puesto que ha venido a pedir un consejo, y se lee en sus ojos una verdadera decisión.
-¡Ah! Sí, sí; quiero salir de esta situación angustiosa, que en mal hora conocí el Espiritismo.
-Es que Vd. del Espiritismo no conoce más que una amarga irrisión porque no se ha querido tomar el trabajo de leer, de estudiar, de aprender el porqué del porqué.
-Lo creí innecesario puesto que el fenómeno lo veía ante mí.
-Pero ignoraba la causa que producía aquel efecto, no sabía Vd. que los buenos espíritus no podían aconsejarle que abandonara su familia, ni que desechara los adelantos de la ciencia. Bueno es que se acuda al consejo espiritual cuando en la Tierra se hayan agotado todos los medios, cuando los hombres más sabios digan: no hay esperanza de salvación, entonces, y solo entonces, es cuando se debe preguntar a los espíritus si tienen algún remedio para aliviar aquel mal, cuando se haya trabajado, cuando se haya atendido debidamente a la ciencia terrena.
Parta Vd. del principio que los espíritus no vienen a convertir a los hombres en seres inactivos, que todo lo dejan a la iniciativa de los de ultratumba, porque entonces la comunicación sería perjudicial en grado máximo.
Los espíritus, téngalo Vd. muy presente, vienen únicamente a demostrarnos que la vida es eterna, que el Espíritu es el artífice que construye su infierno o su paraíso, que no hay mal pensamiento sin correctivo, ni buen deseo sin recompensa; vienen a decirnos que en las grandes tribulaciones nunca estamos solos, porque nuestros padres, amigos, o guías y protectores, nos acompañan de más cerca o de más lejos, según la inminencia del peligro y según nuestro adelanto moral o intelectual.
Vienen a decirnos que no atentemos contra nuestra vida, porque sería el remedio mil veces peor que la enfermedad, vienen a evitar el suicidio de muchísimos desventurados, vienen a pacificar a innumerables familias que viven en una guerra continua, vienen a unir a muchos matrimonios desunidos por los vicios de él, o por el mal carácter de ella, vienen a demostrar de un modo innegable la grandeza de la vida, y en manera alguna a producir disturbios, escándalos y atropellos, y si hay espíritus que conservan odios implacables, si en el espacio tenemos enemigos de otras existencias, para defendernos de sus asechanzas, tenemos nuestro criterio, nuestra razón, y obras muy bien escritas por Allan Kardec, que están al alcance de todas las inteligencias, donde se encuentran las aclaraciones necesarias para conocer quienes son los espíritus que se comunican, no precisamente por su nombre, pero sí por sus intenciones, por la índole de sus consejos.
-¿Y cuando falta el tiempo para estudiar?
-Cuando hay voluntad nunca falta: El tiempo que se emplea en asistir a la sesión, puede ocuparse en leer primero lo más esencial.
-En eso ya tiene Vd. razón.
-Y lo creo que la tenga; los médicos, los abogados, los notarios, los ingenieros, los militares, todos estudian varios años, ¿Y quiere Vd. que el Espiritismo, la relación con los seres invisibles no necesite más estudio que todas las carreras terrenales?
-Por desgracia tendré que convencerme que dice Vd. la verdad.
-No se apesadumbre por eso, que perdiendo se aprende, pero la razón natural dicta que si nos engañan nuestros parientes y amigos, con los cuales tenemos íntimo trato desde los primeros años de nuestra vida, mucho más expuestos estamos de ser engañados por aquellos que no vemos.
Sabemos que los muertos viven, porque la comunicación ultra-terrena es innegable, pero no sabemos las intenciones que abrigan respecto de nosotros, no podemos confiar en sus palabras, sino en nuestros hechos, porque ningún Espíritu nos dará más que aquello que legítimamente nos pertenezca.
Es tan perjudicial tener fe en los espíritus, como creer en la intercesión de los santos. Los primeros podrán, si nos aman, inducirnos al bien, podrán ser un elemento poderosísimo para nuestro adelanto, pero no nos pueden quitar ni un adarme del peso de nuestras culpas.
-De manera, que no tengo más remedio que leer y estudiar.
-Ante todo separarse por completo de esa médium engañadora, si se siente predispuesto estudie, y si su Espíritu lo rechaza como tarea enojosa, olvide por completo el Espiritismo, que a pesar de ser luz esplendorosa; es tan densa la sombra de la ignorancia, que consigue a veces extender un velo de espesa niebla sobre el sol resplandeciente de la verdad; y el que como Vd. vive envuelto en tan negros crespones, un rayo de luz le ciega; para Vd. el racionalismo quizá no le dé fruto sazonado, piense únicamente en el bienestar de su familia, que es lo que más le interesa.
Se fue nuestro interlocutor y serias y dolorosas reflexiones llenaron nuestra mente, lamentando que la ignorancia haga tantas víctimas y convierta el día del infinito en tenebrosa noche.
El Espiritismo, que viene a descifrar tantos misterios y a dar solución a tantos problemas, que viene a producir tanto bien, en poder de seres ignorantes es materia explosiva que puede ocasionar la muerte, porque muerte es la desunión de la familia y el desconocimiento de la ciencia.
Terrible es la ignorancia en todos los terrenos, pero en el Espiritismo es más perniciosa su influencia, y por lo mismo los espiritistas racionalistas debemos levantar una cruzada en contra de ella.
El espiritista ignorante es fanático, supersticioso, se deja arrastrar al ridículo y es el arma poderosísima de que se vale el jesuitismo para derribar la fortaleza de las verdades reveladas; y a su trabajo de zapa tenemos que responder con nuestros incesantes consejos en favor de la instrucción.
El espiritista tiene que leer mucho las obras de Allan Kardec, primero porque contienen las principales enseñanzas; las de Flammarión, después, porque se engrandecen las aspiraciones del hombre ante la contemplación del infinito; las de Pezzani, Jacolliot y Torres-Solanot, porque demuestran la antigüedad del Espiritismo y otras muchas más que no queremos enumerar por no pecar de difusos.
No hay que decir que no se escribe en Espiritismo para todas las inteligencias, no; el sabio y el ignorante encuentran en la prensa espiritista todo el alimento que necesita su Espíritu, y debía ser obligatorio esa instrucción no admitiéndose en los centros espiritistas a ninguno que no hubiese acreditado haber estudiado los preliminares del Espiritismo; que hasta el que no sabe leer puede estudiar, pues nunca falta en ninguna agrupación, alguno que sepa leer y explique lo que lee. El que carece de instrucción es porque quiere, y lo repetiremos cien y cien veces: nada en el mundo nos causa miedo, nada; pero donde decae nuestro ánimo, donde temblamos presintiendo un gran peligro, es ante los escollos de la ignorancia.
Es necesario conocer la verdad porque sólo ella nos libertará de la ignorancia.
Artículo de: Amalia Domingo Soler
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BIENAVENTURADOS LOS JUSTOS
¿Usted se considera una persona justa?
Las respuestas ciertamente son de lo más variadas.
Unos dirán que nunca piensan sobre el asunto.
Otros responderán inmediatamente que no, que no se consideran justos.
Otros se consideran muy justos, y así en adelante.
Primeramente, sería interesante definir lo que es justicia.
En la visión cristiana, la justicia consiste en cada uno respetar los derechos de los demás.
Y las bases de la justicia están en la afirmativa de Cristo de que queramos para los otros lo que queremos para nosotros.
Jesús coloca al propio individuo como referencial de justicia ya que nadie, en su conciencia desea el mal para sí mismo.
Entendiendo la justicia de esa manera, si observamos nuestras acciones diarias percibiremos que no hemos sido muy justos, salvo raras excepciones.
En el hogar, por ejemplo, cuando dejamos de hacer la parte que nos cabe, en el contexto familiar, estamos procediendo con injusticia.
Es muy común dejarnos puertas y ventanas abiertas, objetos fuera de lugar, papeles esparcidos por el suelo, sin percibir que estamos siendo injustos, pues alguien tendrá que hacer lo que nos cabria hacer a nosotros.
No actuamos con justicia al estacionar el vehículo ocupando espacios más allá de lo que necesitamos, impidiendo que otros motoristas usen el aparcamiento.
En el trabajo, cuando usamos el material exageradamente, desperdiciando sin necesidad, actuamos con injusticia.
Cuando aprovechamos el tiempo que nos está siendo remunerado por la empresa para hacer cosas particulares, somos injustos.
Es común enviar un fax, por ejemplo, en una hoja de papel conteniendo apenas algunas líneas. Más allá del desperdicio de nuestro papel, estamos obligando al receptor a gastar su bobina más de lo necesario. Es injusto.
Personas que arrojan papeles y otros objetos en las calles y calzadas, actúan con injusticia, aun mismo que quieran disculparse alegando que alguien es pagado para hacer la limpieza.
Si tomáramos en cuenta que la verdadera justicia consiste en hacer a los otros lo que nos gustaría que los otros nos hiciesen, aun estamos distantes de considerarnos personas justas.
Lo que ocurre, normalmente, es que queremos ver nuestros derechos respetados, sin importarnos con respeto que debemos a los demás, como prescribe la Doctrina Cristiana.
Vale recordar, no en tanto, que, si somos injustos en las pequeñas cosas, lo seremos también en las grandes, pues Jesús recomienda que si quisiéramos ser grandes, antes, tenemos que aprender a ser pequeños. Y eso es muy lógico.
Nadie nace ya adulto. Construimos nuestro carácter poco a poco.
De esa forma, practicando la justicia en las pequeñas situaciones, estaremos preparándonos para la justicia en mayor amplitud. Ese es el camino.
Sin embargo la justicia de los hombres no catalogue nuestros pequeños delitos, ellos no pasan desapercibidos por las Leyes Divinas.
Siendo así, vale la pena actuar con corrección en todas las circunstancias pues conforme asegura nuestro Hermano Mayor, Jesús, recibiremos de conformidad con nuestras obras, sean ellas grandes o no.
Redacción de Momento Espirita
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VIBRACIONES MENTALES
La vibraciones del pensamiento se propagan a través del espacio y nos traen pensamientos y vibraciones similares. Si llegamos un día a comprender la naturaleza y la extensión de esta fuerza, no tendremos más que elevados y nobles pensamientos. Pero el hombre se desconoce a sí mismo, como ignora los recursos inmensos de este pensamiento creador y fecundo que duerme en él y con ayuda del cual podría renovar el mundo.
- León Denis-
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¿SINDROME DE SMITH-MAGENIS, OBSESIÓN U AUTO-OBSESIÓN?
Grace Fishwick, una inglesa, de 9 años, es una niña cariñosa, que adora cantar, danzar, más, según la ciencia, ella sufre de mutación genética rara, llamada síndrome de Smith-Magenis (SMS) (1), patología que causa retraso mental y disturbios de comportamiento y la hace tornarse violenta de súbito y agrede a otras personas y a si misma. Tales episodios pueden durar algunos minutos y a veces hasta tres horas. La madre de Fishwick compara a su hija al personaje de él Medico y el Monstruo. “En un minuto, ella está saltando alegremente con sus juegos, en otro, agrediéndonos o golpeándose a si misma” explica la genitora.
Se sabe que la enfermedad de Fishwick es de causa genética, sin embargo no hereditaria. Es una patología genética poco conocida en Brasil y su incidencia en el mundo es de un niño afectada de cada 25.000 nacidos vivos. Muchos niños portadores de “SMS” están siendo acompañadas como portadoras de deficiencia mental sin causa definida o como autista. Para los pesquisidores, las características del comportamiento y el atraso en el desenvolvimiento son lo que se tornan más significativos. Hay retardo del desenvolvimiento neuropsicomotor perceptible en los primeros años de vida, atraso significativo del lenguaje, hiperactividad con déficit de atención, varias formas de auto-injuria – golpear la propia cabeza, morderse, pellizcarse, la piel, dificultad para conseguir aseo corporal independiente, accesos de birra (prolongada), rabia, agresión, mal humor, desobediencia, terquedad, auto extirpación de las uñas.
¿Como podremos interpretar el “caso Grace Fishwick”, bajo el punto de vista Espirita? Especialistas intentan ayudar a esos hermanos enfermos, inclusive en la fase inicial de sus estudios. Específicamente en el campo genético, algunos estudiosos más osados ya relacionan algunas enfermedades de origen nervioso y mental, siendo inducidos por la influencia de los Espíritus; todavía, los preconceptos de siempre impiden que las pesquisas avancen.
A pesar de los pocos informes científicos, hay muchas evidencias de que el proceso obsesivo y el auto obsesivo (caracterizado por manipulaciones e interposiciones de fluidos tóxicos) ejerza papel importante en la fisiopatogenia de las dolencias en el cuerpo físico y espiritual, algunas veces ejerciendo cuadros patológicos gravísimos.
En cualquier caso, sin embargo, el enfermo es responsable por todas las señales y síntomas que presentan, considerando ser él, el mentor intelectual de todos sus equívocos, pasados y presentes. Siendo así, en dado momento de la vida, comienza a tomar conciencia de los residuos nefastos del inconsciente y a partir de ahí ejercitarse en culpas, que generan débitos. Entonces tendremos los conflictos interiores, con el pensamiento fijado en alguna cosa, tanto en vigilia como en desdoblamiento.
Después de la instalación del cuadro mórbido, el enfermo camina con desinterés total por la vida, se aísla y presenta bajas vibraciones en su campo electromagnético, permitiendo a partir de este momento la afinidad con hermanos en grandes desequilibrios –terribles cobradores – desarrollando así graves cuadros específicos en el que se encuadran en las enfermedades neurológicas y mentales.
El drama Fishwick nos remite a un probable caso de “emersión del pasado”, o sea, todo procede de ella misma. Ante la aproximación espiritual del antiguo desafecto, que ciertamente aun la persigue del plano espiritual, revive la experiencia dolorosa del pasado y se le perturba la vida mental, necesitando de más amplia reeducación. Es un caso en el cual se hace posible la cosecha de valiosas enseñanza.
Toda y cualquier patología física o mental tiene una causa explicable. La niña Fishwick tiene inmovilizado gran coeficiente de fuerzas en su mundo emotivo en torno a la experiencia desastrosa del pretérito, el punto de semejante cristalización mental haber superado el choque biológico de la reencarnación, prosiguiendo casi intacta en el nuevo cuerpo físico. Fijándose en ese recuerdo, cuando es instalada más de cerca por el perseguidor del más allá, pasa a comportarse como si estuviese aun en el pasado que teme resucitar. Sin duda, en tales momentos, es alguien que vuelve del pretérito a comunicarse con el presente, porque al influjo de los recuerdos penosos que se ve asaltada, centraliza todos sus recursos mnemónicos tan solamente en el punto neurálgico en el que vicio el pensamiento.
Para el especialista común, es apenas una candidata a algunas formas de tratamiento médico; mientras tanto, para el espirita, ella puede ser una enferma espiritual, una conciencia torturada, exigiendo amparo moral y cultural para la renovación intima –única base solida que le asegurará el reajuste definitivo. “La obsesión, bajo cualquier modalidad en que se presente, es enfermedad de largo curso exigiendo terapia especializada, de segura aplicación y de resultados que no se hacen sentir apresuradamente”. (2) La acción fluídica de cualquier nivel de obsesión [la auto-obsesión] sobre el cerebro, si no es tratada a tiempo, dará, necesariamente, en resultado, el sufrimiento orgánico de aquella víscera, tanto más profundo cuanto más tiempo este bajo la influencia deletérea de aquellos fluidos.” (3)
En todas las épocas de la historia de las civilizaciones existieron enfermos psíquicos que sufrían influencias nefastas de obsesores, y,, en algunos casos, envolviendo personajes que se hicieron celebres por sus actos. Nabucodonosor II, rey de los Caldeos sufrió una licantropía y pastaba en el jardín como un animal. Tiberio, envuelto por muchos espíritus cobradores, cometió muchos deslices, con mucha malignidad. Calígula y Gengis-Khan marcaron presencia en función de sus aberraciones psicóticas. Domicio Nero, en función de grandes desequilibrios psíquicos, entre tantos equívocos, mando a asesinar a la madre y a la esposa y, después, Las reencontraba en desdoblamiento. Dostoievski sufría de ataques epilépticos. Nietzche vago por los asilos de alineados. Van Ghogh cortó las orejas en un momento de locura y las envió de presente para su musa inspiradora, poniendo fin a su vida, posteriormente, con un tiro. Schumann, notable compositor, se tiró al Rin, siendo salvado por los amigos e internado en un hospicio, donde terminó la carrera. Edgar Allan Poe sucumbió arrasado por el alcohol y tuvo visiones infernales.
Obviamente, nosotros los espiritas respetamos las orientaciones de los profesionales del área de la salud, evitando equívocos como: hacer diagnósticos, trocar y o suspender medicamentos y, algunas veces, tornar el cuadro de los pacientes más graves el cuadro de los pacientes más graves que realmente lo son. Compete a la medicina, al tratar a sus pacientes, admitiendo la hipótesis de la obsesión, aunque no comprobada académicamente, pedir ayuda a las casas espiritas que ejercen sus actividades con objetivos serios, siguiendo los postulados de Cristo y los preceptos de la Doctrina Espirita.
Creemos que el pase magnético es de gran importancia en el tratamiento de esos hermanos, considerando la oportunidad de polarización de fluidos, disipando fluidos tóxicos es interponiendo la oportunidad de polarización de fluidos, disipando fluidos tóxicos e interponiendo fluidos benéficos. Sabemos del valor indiscutible del agua magnetizada (fluidificada) – que es de gran importancia, también, en el reequilibrio del enfermo, considerando que en ella son introducidos fluidos potencializados por las emanaciones de energías provenidas de las irradiaciones de minerales, vegetales y animales.
Es indispensable, igualmente, y el Culto del Evangelio en el Hogar, considerando la oportunidad de la lectura del Evangelio y la reflexión sobre su contenido, más allá de las oraciones que podrán ser proferidas, permitiendo el crecimiento interior, el ejercicio de la fe, generando transformaciones a niveles de renuncias de viciaciones y pasiones inferiores, permitiendo la vigilancia del Ser en sus pensamientos, palabras y actos y muchos otros beneficios que, al poco va perfeccionando al espíritu y disminuyendo las dolencias en la Tierra.
Jorge Hessen
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