PARA MEDITAR:
AMOR A SI MISMO
La síntesis propuesta por Jesús, en torno del amor, es de las más bellas psicoterapias que se conoce: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.
Ante la imposibilidad del hombre amar a Dios en plenitud, ya que tiene dificultad en concebir lo absoluto, realiza el ministerio, invirtiendo el orden de la enseñanza, amándose a sí mismo, a fin de desenvolver las aptitudes que duermen en estado latente.
Esforzándose para adquirir valores iluminativos a cada momento, crece en dirección del amor al prójimo, desarrollo natural del auto amor, ya que el otro es extensión del mismo.
Entonces, finalmente conquista el amor a Dios, en una transcendencia incomparable, en la cual el amor predomina en todas las emociones y es responsable por todos los actos.
El espíritu de Joanna de Angelis, a través de la mediúmnidad de Divaldo Franco, presenta la necesidad primera del auto amor, como alabanza fundamental para la conquista de todas las esferas de ese sentimiento supremo.
¿Más de qué forma se ama a uno mismo?
El como a sí mismo, de la propuesta de Jesús, es un imperativo que no debe ser confundido con el egoísmo, o el egocentrismo.
Amarse a si mismo dignifica respeto y derecho a la vida, a la felicidad que el individuo tiene y merece.
Se trata de un amor preservador de la paz, del culto a los hábitos sanos y de los cuidados morales, espirituales e intelectuales para consigo mismo.
Es siempre estar haciendo las mejores elecciones para sí mismo, viéndose como Espíritu Inmortal, sin nunca dejar de respetar, obviamente, el bien común.
Cuando elijo amar más a mi familia, dedicándome enteramente a los relacionamientos, cultivando la paciencia y tolerancia, estoy amándome a mí mismo.
Cuando elijo perdonar y dejar de llevar conmigo el peso de la amargura, estoy amándome a mí mismo.
Cuando escojo aprender, buscando el mejoramiento intelectual en las áreas del conocimiento de mi interés. Estoy amándome.
Cuando me acepto soy y veo en mis imperfecciones situaciones temporales – una vez que me esfuerzo para corregir mis errores – estoy amándome a mí mismo.
Cuando me dedico, diariamente, al examen de mi conciencia, a la meditación, al auto conocimiento, estoy dando pruebas de amor a mí mismo.
Son ejemplos de actitudes, de pensamientos y sentimientos que elevan nuestra auto estima – y es este juzgamiento que hacemos de nosotros mismos –nos empujan para el frente, para la felicidad.
El auto amor proporciona una visión más clara de quien se es, de lo que se desea y de lo que no se desea para sí.
Es a través de él que establecemos metas para nuestra existencia: metas educativas, familiares, sociales, artísticas, económicas y espirituales, pensando en nosotros no solo apenas ahora, más si en los cuidados para con el futuro.
Todos somos importantes. Criaturas únicas en el Universo que buscan la felicidad a través del aprender a amar: a sí mismo, al otro y a Dios.
Ámese a usted mismo… Mientras es hoy.
Redacción de Momento Espirita.
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EL VALOR DE LA FE
"A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que ésta en los cielos." ( San Mateo, 10: 32 y 33)...
"Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles" (San Lucas, 9:26)...
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El valor de las opiniones siempre ha merecido estima de los hombres, porque hay mérito en desafiar peligros, persecuciones, polémicas e inclusive simples sarcasmos, a los que se expone casi siempre el que no teme declarar en voz alta ideas que no son las de la generalidad de la personas...
En esto, como en todo, el mérito está proporcionado a las circunstancias y a la importancia del resultado obtenido.....
Siempre existe debilidad en el hecho de retroceder ante las consecuencias que las opiniones que se profesen puedan acarrear y en renegar de ellas, pero a veces ésta es una cobardía tan grande como la de huir en el momento del combate...
Jesús estigmatiza esa cobardía desde el punto de vista particular de su doctrina, al manifestar: " ...a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos", y "el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre". En cambio, "a cualquiera (....) que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que ésta en los cielos". Dicho de otro modo: Los que temen confesarse discípulos de la verdad no son dignos de ser admitidos en el reino de la verdad...
Perderán el beneficio de su fe, porque es la suya una fe egoísta, que guardan para sí y la ocultan por temor de que les ocasione perjuicios en este mundo, mientras que aquellos otros que, poniendo la verdad por encima de sus intereses materiales, la proclamen abiertamente, trabajarán al mismo tiempo en provecho de su futuro y del de los demás...
Otro tanto ha de acontecer a los adeptos del Espiritismo, puesto que su doctrina no es otra cosa que el desarrollo y la aplicación de la del Evangelio, de modo que ellos también son destinatarios de esas palabras de Cristo.
Los espiritistas siembran en la Tierra lo que cosecharán en la vida espiritual: allá recogerán los frutos de su valor o los de su debilidad.
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRiTISMO
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"LOS QUE TIENEN UNA FE RELIGIOSA NO NECESITAN DEL ESPIRITISMO"
Curiosa declaración de Kardec - La finalidad de la doctrina es combatir la incredulidad y no la creencia - Citas erróneas de “El Libro de los Médiums”.
Los que combaten el Espiritismo, en nombre de esta o de aquella religión, acostumbran a decir que están sólo buscando preservar sus fieles de la trampa espírita. Y porque así dicen, se esfuerzan por demostrar que el Espiritismo es una especie de doctrina embustera, hecha para engañar a los otros. Lo mismo decían del Cristianismo, en los tiempos apostólicos y post-apostólicos, los sacerdotes y magos de las religiones politeístas, apegados a sus formalismos sacramentales y a sus templos repletos de imágenes. Véase, por
ejemplo, el pasaje de “Hechos de los Apóstoles” en que Pablo se ve en apuros con los fanáticos de la diosa Diana, de Éfeso.
Encontramos viva descripción de ese episodio en Actos, cap. 19. Un orfebre de Éfeso, llamado Demetrio, reúne a otros orfebres y les advierte que la predicación anti-idólatra de Pablo constituye un peligro para su profesión. Acusa a Pablo de desviar las almas. Los versículos 27 a 29 dicen textualmente lo siguiente: “De esa manera, no solamente nuestra profesión está amenazada de caer en el descrédito, sino que el templo mismo de la gran diosa Diana corre el riesgo de ser tenido por nada, y aquella a quien adoran toda el Asia y el mundo entero, terminará por quedar despojada de su prestigio”. “Al oír estas palabras, la multitud se enfureció y comenzó a gritar: ¡Viva la gran Diana de los efesios!, y se produjo un gran desorden en la ciudad. Todos irrumpieron en el teatro, arrastrando a los macedonios Gayo y Aristarco, compañeros de viaje de Pablo”.
Como vemos, en nombre de la diosa Diana, el orfebre Demetrio consiguió acusar de embusteros a los cristianos apostólicos, que predicaban solamente la verdad evangélica, para liberar las almas del dominio de las religiones idólatras. Hoy, la misma técnica continúa siendo usada contra el Espiritismo. No obstante, el Espiritismo no busca iludir a nadie, ni pretende que los adeptos de esta o de aquella religión se hagan espíritas. Allan Kardec dejó bien claro, en su libro “Qué es el Espiritismo”, que la finalidad de la doctrina es combatir el materialismo, la incredulidad, y no las diversas formas de espiritualismo existentes en el mundo. Allí están sus palabras incisivas: “Los que tienen una fe religiosa, y están satisfechos con ella, no necesitan del Espiritismo”. Luego, insistiendo en el asunto, Kardec dice que la doctrina no vino para forzar convicciones, sino para ofrecer una base racional de creencia espiritual a los que no pueden tenerla, por no aceptar las formas existentes.
Los adversarios del Espiritismo se apegan, últimamente, a un trecho de “El Libro de los Médiums”, para demostrar que la doctrina es embustera. No esclarecen, sin embargo, que ese trecho
trata de la acción de los Espíritus junto a la personas necesitadas, que buscan las sesiones espíritas. Llegan a atribuirle a Kardec lo que, en verdad, es sólo una respuesta dada por los Espíritus a él. Kardec se admiró de que los Espíritus elevados concordaran, a veces, con ideas erradas de personas que los consultaban. Los Espíritus entonces le explicaron que “apropiaban su lenguaje a la personas”, pues de lo contrario no conseguirían esclarecerlas. Y añadieron que si un chino o un mahometano
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buscaban una sesión espírita para esclarecerse, ellos, los Espíritus Superiores, encargados por Dios de orientar a las personas sedientas de la verdad espiritual, no hablarían a esas personas de la misma manera que a un francés.
Como se ve, es solo cuestión de bueno sentido. Los propios misioneros católicos y protestantes, al predicar el Evangelio en los países no-cristiano, usan ese proceso. Entre nosotros, sabemos que los jesuitas llegaron a usar el lenguaje, las danzas, los cantos y las propias leyendas de los indígenas, para enseñarles principios cristianos. El problema está muy bien explicado en el “Libro de los Médiums”, en el capítulo 7, tercera parte del libro. Quién se dé al trabajo de consultar ese capítulo, verá que no existe allí ninguna especie de mentira. Y no podía existir, pues el libro en cuestión es hecho para el pueblo, traducido y vendido libremente por todas partes. Millones de ejemplares ya fueron publicados en Brasil. Bien tontos serían los espíritas, si quisieran divulgar así, ampliamente, cualquier método excusándose de iludir a los otros.
Además de eso, los espíritas conscientes, realmente conocedores de su doctrina, no se interesan por imponérsela a nadie. Si la predican, si la enseñan, es simplemente para cumplir el deber fraterno de transmitir la verdad. Lo que acontece es que la verdad espiritual viene interesando cada vez más a los hombres, desde la aparición del Espiritismo. La evolución humana va haciendo que las criaturas superen las formas ingenuas de creencia de la antigüedad, y busquen ansiosamente principios más positivos y claros. El Espiritismo es diariamente solicitado por personas que, aunque
poseyendo esta o aquella religión, no se muestran satisfechas. La culpa no es de él, ni de los espíritas, sino de la evolución. Los hombres de hoy ya no pueden creer ingenuamente. Necesitan de principios racionales, quieren tener aquella fe, de que hablaba Kardec, que puede enfrentar la razón cara a cara.
Eso también aconteció con un brillante doctor de la ley, entre los fariseos, que se llamaba Saulo. Al principio, celoso de su fe, embistió ferozmente contra el Evangelio. Pero poco a poco su mente fue esclareciéndose, porque él era sobre todo sincero, y entonces aconteció aquel glorioso episodio camino de Damasco. El propio Cristo, sirviéndose de la mediúmnidad de Saulo, le enseñó lo que él aún no había podido comprender. Desde entonces, Saulo renunció al formalismo judaico, para aceptar a principio de la adoración de Dios en espíritu y verdad, por encima de todas las convenciones humanas de la secta farisaica.
Admiramos a Saulo, justamente por su coraje de abandonar las prerrogativas del sacerdocio judaico, las ventajas sociales y políticas, la excelente posición que la iglesia judaica le aseguraba, para hacerse un réprobo, pero abrazado a la verdad. Comprendemos que Pablo no existiría, si antes de él no hubiera el doctor de la ley que se llamaba Saulo. Ese doctor estaba errado, pero era sincero. Su sinceridad lo llevó a la comprensión de la verdad. Por eso, adoptamos el nombre de Saulo en nuestro pseudónimo, como un tributo de homenaje a la sinceridad de aquel doctor de la ley. Por otro lado, no nos consideramos en la posesión del conocimiento evangélico y de la grandeza espiritual de Paulo. Preferimos seguir nuestro camino de Damasco, en vez de vanagloriarnos de una iluminación que sólo el encuentro con Cristo puede proporcionar.
Libro: El Hombre Nuevo
j. Herculano Pires
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VALORES OCULTOS
La vida terrestre se muestra plena de oportunidades para el perfeccionamiento intimo de la criatura, no en tanto, hasta ahora son aun raros aquellos que perciben semejantes ocasiones.
Tiempos difíciles: trechos de camino, en los cuales la paciencia y la devoción al trabajo pueden ser más fácilmente instalados en los recesos del espíritu.
Larga enfermedad: curso abierto a las adquisiciones de humildad y autocontrol.
Pruebas en personas queridas: horas valiosas que nos posibilitan más amplios recursos en el aprendizaje de la comprensión y del relacionamiento.
Ofensas y prejuicio: momentos de elevada significación para todos nosotros, especialmente cuando en el Plano Físico, en que somos llamados, no apenas a perdonar, más igualmente a reflexionar, en cuanto a nuestras propias deficiencias, a través de las cuales, muchos de nosotros, somos aun susceptibles de herir al prójimo, aunque, en la mayoría de las veces, impensadamente.
Tentaciones: minutos destacados para clases de resistencia o desequilibrio.
Propensión al desanimo: instantes al desafío que vierte de nosotros mismos, concitándonos al esfuerzo máximo, a fin de levantar la propia voluntad al nivel de nuestras responsabilidades y obligaciones.
Errores y desaciertos: momentos indicados para la práctica positiva de discernimiento u auto reajuste.
Alejamiento de criaturas amadas: ocasiones en que nos reconocemos inducidos a demostrar si amamos realmente a aquellos a quien consagramos atención y cariño o si nuestro bien querer resulta de mero capricho.
Solicitaciones y apelos: parcelas de tiempo, en las cuales nos pide noticias de nuestras aplicaciones al entendimiento y al espíritu de servicio, a la abnegación y a la caridad.
Perturbaciones en el ambiente: cuadro de ensayo en el que se nos faculta señalar cómo vamos siguiendo, en las trillas de la existencia, en materia de paz.
Son estas algunas de las situaciones impregnadas de valores ocultos, siempre de los más importantes para el mejoramiento del alma, en el educandario del mundo.
Entretanto, emprendemos únicamente la exposición de ellas, cuando les reconocemos la complejidad, sabemos todos que aprovecharlas o no depende de la actitud y de la elección de cada uno de nosotros.
Emmanuel
Psicografia* Francisco Cándido Xavier
Libro “atención”
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