lunes, 28 de septiembre de 2015

EL OBJETIVO DE LA EVOLUCIÓN


                 
        ENTREVISTA A DIVALDO: GUERRAS Y CONFLICTOS

Pregunta - La humanidad cada vez se materializa más. Pero existen algunas paradojas.

Mientras es cada vez mayor el número de adeptos a sectas y religiones que usan al demonio para llegar a Dios y el islamismo es cada vez más radical, en el catolicismo y en el espiritismo parece haber un reflujo. ¿Por qué?

- En realidad, vivimos momentos de transformaciones históricas muy graves, porque el hombre moderno, que logró de la ciencia y de la tecnología alargar los horizontes del mundo y penetrar en las micropartículas, no consiguió encontrar la paz. Pero en realidad nunca hubo tanta fe y tanto amor como en los días actuales. Sucede que los vehículos de los medios de comunicación, por un proceso natural de información, traen a nuestro conocimiento noticias impactantes y ellas casi siempre son de tragedia, de aberración, dándonos un paisaje que no corresponde a la realidad. Vemos, también, que, si las doctrinas nuevas están reuniendo multitudes, los centros espíritas y las iglesias católicas están hasta los topes de fieles buscando respuestas. Creemos que — pasado ese entusiasmo inicial de los que desean el reino de los cielos comprando a Dios en la Tierra o huyen hacia Dios huyendo de su antípoda, Satanás — las personas despertarán, como ya viene ocurriendo, hacia la gran realidad de sí mismas que es su autoconocimiento, la transformación a mejor y la adopción de los postulados que Jesús nos enseñó: el amor, el auto-amor y la caridad.

- Divaldo, ¿Cómo ve el mundo actual?

- La violencia irrumpe de una forma catastrófica y pienso que desde el punto de vista psicológico y sociológico este es un estado intermediario de la gran transformación que se opera en la Tierra. Nosotros, espíritas, consideramos ésta la gran transición. Allan Kardec haciendo un análisis del planeta terrestre, en su tiempo - 1855-1869 - decía, por informaciones de los espíritus, que la Tierra era entonces un mundo de pruebas y de expiaciones, en tránsito hacia un mundo de regeneración del cual el dolor será expulsado.

- ¿Los conflictos sociales, las guerras religiosas o no, y el capitalismo salvaje es falta de amor a Dios y a sí mismo?

R - Sin duda. En un encuentro de religiosos que tuvimos en la ONU en agosto del 2000, debatimos durante cuatro días las razones que llevan a la guerra y también las propuestas para que la guerra fuese extirpada del planeta, y, por unanimidad, todos llegamos a la conclusión que solamente cuando el individuo se desarme emocionalmente es cuando será posible el desarme general. Incluso que se acaben los depósitos de mísiles, de armas químicas y biológicas, y el individuo odie, él lo recomenzará todo otra vez, como aconteció en el pasado en que las luchas eran con puñetazos, con piedras, con palos, después con las armas empíricas y hoy con las sofisticadas.

- ¿Entonces, Dios es la respuesta para todos los males que afligen a la humanidad?

Sin duda. ¡Poco importa el nombre que se le de! Alá, Jehová, Dios, causa única. Poco importa el nombre con que lo rotulemos. A la hora que descubrimos que somos el efecto de una causalidad y la respetamos, detectaremos que nunca huiremos de la propia conciencia cósmica.

P - Si usted fuese el presidente de la República, ¿cuáles serían sus primeras actitudes para atenuar el sufrimiento de las comunidades más necesitadas?

R - Se que eso jamás se dará, pero como que todos soñamos con un mundo mejor, pensaría que mayor problema es la ignorancia y la solución la educación. Mientras no eduquemos no lograremos el equilibrio, porque el pueblo sin educación, o agresivo, es un pueblo sin riendas. Son muy nobles las medidas paliativas que se aplican en el país, pero que mantienen al individuo en la miseria y le retiran los valores de la dignidad, ya que él pasa a recibir sin trabajar.

La solución está lejos de ser un pequeño aporte o la cesta básica que se ofrece a los necesitados. Esa es una forma de ilusionarnos a nosotros mismos y de hacer que las personas vayan siendo menos agresivas, por lo menos mientras están con la barriga llena, porque el problema continúa. 

Tenemos que encontrar soluciones que realmente cambien el paisaje que se prolonga, por medio de salarios dignos y honrados, que contribuirán para la concientización del individuo.


- ¿Cuál es el papel del hombre en la sociedad?

R - Servir. Mientras no aprendamos a servir no sabemos vivir. La palabra servicio, aquí tiene una amplitud muy grande. No tan sólo ser servidor de otro, sino ser colaborador de la sociedad, trabajador del grupo social, contribuyente de la solidaridad, amigo y hermano que socorre, pero también ciudadano que construye y que dignifica el conjunto de la humanidad.

P - ¿El Espiritismo es una salida o la salida?

R - Es una de las salidas. Sería mucha presunción y falta de respeto a tantas otras doctrinas religiosas, sociológicas, filosóficas que ofrecen respuestas para los dramas humanos. El Espiritismo por basar sus postulados en la creencia en Dios, en la inmortalidad del alma, en la comunicabilidad de los espíritus, en la reencarnación, es una salida de puertas muy anchas, porque nos conscientiza de que nosotros somos autores de nuestro destino.

- ¿Qué es ser espírita?

Allan Kardec dijo que el verdadero espírita es aquel individuo que se esfuerza para ser hoy mejor que ayer y lucha tenazmente contra sus malas inclinaciones. Naturalmente, el individuo que acepta los postulados a que me referí - la creencia en Dios, la inmortalidad del alma, la comunicabilidad de los espíritus, la reencarnación y la creencia en Jesús Cristo como modelo y guía de la humanidad. Cuando aceptamos estos paradigmas, somos teóricamente espíritas.

- ¿La violencia que hoy asusta a la población brasileña es fruto de qué?

R - Del abandono. El individuo que nace en un medio socioeconómico hostil, en un medio psicosocial agresivo, que no experimenta cariño, que no tiene la menor posibilidad de una vida digna, desarrolla los instintos agresivos y pasa a tomar aquello que fue considerado que le fue quitado. A la hora en que nosotros partimos hacia las bolsas de la miseria y cambiamos sus estructuras ambientales, sociales, económicas y psicológicas, el paisaje se modificará totalmente. Ocurrirán, naturalmente, algunos delitos graves, sucederán hechos infelices por causa de las psicopatologías que son también inherentes a la criatura humana.

P - Hable de su trabajo como pastor en este desierto tan árido.

R - Hace 54 años. Yo era católico, por eso tengo gran respeto por la Iglesia, porque en ella hice mi formación infanto-juvenil. Pero como veía a los espíritus, los oía, no sabía que hacer. Mi confesor, en Feira de Santana, decía que era influencia del mal para perturbarme. Pero los fenómenos continuaban. Sólo cuando leí el Libro de los Espíritus y estudié el Libro de los Médiums, las respuestas llenaron mis preguntas interiores y vi que todo aquello que ahí estaba, una gran parte, decía sobre mi. 

De esta forma encontré en el Espiritismo mis respuestas. 


(Entrevista concedida al periodista Haroldo Aquiles, publicada en el Periódico «A Tarde» — Salvador/BA — del día 09/09/2001)
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"La ciencia, a pesar de sus progresos increíbles, no puede ni podrá nunca explicarlo todo. Cada vez ganará nuevas zonas a lo que hoy parece inexplicable. Pero las líneas fronterizas del saber, por lejos que se  eleven, tendrán siempre delante un infinito mundo de misterio".
- Gregorio Marañón-

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¿ Quienes somos, o qué somos?

Ante esta profunda cuestión, la filosofía que ofrece la filosofía espírita sobre la existencia del alma y su reencarnación, nos da la
respuesta de que todos los seres humanos, además de tener un cuerpo de carne y huesos, también somos Conciencia. Esta se podría definir como Energía pura que reconoce en Si misma al Yo o Ser pensante, y que me da un sentido de libertad para pensar y actuar, experimentando sentimientos; una Energía- Conciencia que vive en nosotros, que es nuestro YO mismo y que nos capacita para desarrollar múltiples potencialidades psíquicas y mentales a diferencia de las especies animales que tienen un alma inmersa en otra escala evolutiva, pero que por esto mismo están muy limitadas en este aspecto. Esta Energía que es nuestro propio Ser nos lleva a ser capaces de actuar conscientemente y con voluntad propia, a apreciar el arte, el sentido de lo estético o el sentido de lo ético y moral, siendo nuestra materia corporal solamente el soporte de esta energía a la que también llamamos Alma o Espíritu, según el momento que atraviese como encarnado o desencarnado.
Constituimos cada uno una Entidad espiritual creada por esa grandiosidad cósmica que llamamos Dios, a partir de un acto de su Voluntad Divina, y esta Entidad espiritual que ahora somos se ha ido formando y desarrollando a través de una larga evolución, a lo largo de tantas y tantas existencias y experiencias en la materia, en pos de alcanzar finalmente la proximidad y comprensión de nuestra Fuente de Origen , que es la insondable meta a alcanzar.
Podemos afirmar que somos Espíritus de Energía divina, y que por la misma Esencia  de nuestra Fuente de Origen – Dios- que es el Amor, hemos sido creados a Su Imagen y semejanza en cuanto a potencialidades, pero Él nos ha dejado el cuidado y la responsabilidad de desarrollarlos con nuestro esfuerzo, experimentando a lo largo de muchas vidas y en muchos mundos.
Se podría añadir en síntesis que somos Seres de un grado evolutivo medio, que estamos transitoriamente en este mundo en donde la dicha es escasa y limitada por nuestros propios defectos e imperfecciones humanas y morales, pero que finalmente estamos inmersos en pleno proceso de evolución espiritual y abocados a alcanzar después del aprendizaje y perfeccionamiento en este y en otros mundos, una dicha eterna e infinita, cerca del Padre – nuestra Fuente de Origen-, como colaboradores y trabajadores en Su Gran Obra de la Creación infinita de mundos y Espíritus.

- Jose Luis Martín -

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En todas las épocas han existido seres humanos con inquietudes filosóficas o metafísicas que han buscado el sentido a la vida”

- Ramiro Calle -
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                   PLEGARIA

AMALIA DOMINGO SOLER

Pocas veces Señor hasta ti elevo mi férvida oración, porque en mi vida de azares y miseria, no me atrevo a elevarte mi voz desfallecida.
Yo sé, que tu justicia es inmutable, yo sé, que tu grandeza es sobrehumana, yo sé, que tu creación es admirable, y que la vida eterna de ti emana.
Yo sé, que si padezco, es merecido el horrible dolor que me tortura;yo sé, que si me olvidan, di al olvido; yo sé, que es expiación mi desventura.
¿A qué rogarte, pues, si de tus leyes no puedes alterar lo que has creado? Si igualas a los siervos con los reyes, y a todos, el progreso has otorgado. ¿A qué perder el tiempo en oraciones si con rogar el hombre no adelanta?... Qué inútiles serán las constricciones si el Yo en su libertad no se levanta.
Esto pensaba, y con ardiente anhelo trabaja mi Espíritu animoso; y al espacio tendía su raudo vuelo que de la luz y de amor estaba ansioso.
Mas hoy Señor, me encuentro confundida, no soy la que era ayer, absorta quedo; veo un abismo profundo ante mi vida… ¿Qué siento?... No lo sé; mas tengo… ¡Miedo!...
Un miedo horrible, sí; yo me pregunto ¿Conservo mi razón libre y  serena? ¿No me preocupa imaginario asunto? ¿Me llegó a enloquecer mi propia pena? ¿Por qué vacilo y tiemblo, sin que el
llanto resbale por mi rostro macilento? ¿Por qué siento en mí ser horrible espanto?
¡Ilumina gran Dios mi pensamiento! ¡Dame luz! ¡Mucha luz!... tú ves mi anhelo, yo quiero progresar, yo necesito que mi razón osada tienda el vuelo por el inmenso mar del infinito.
Yo, Señor, de la vida de ultratumba encontré la verdad de tu grandeza, y mi razón no quiero que sucumba cuando valiente a levantarse empieza.
Yo no quiero de absurdas religiones encontrar hoy las infecundas huellas, yo quiero derribar las tradiciones con el polvo de la luz de las estrellas.
Yo no quiero leyendas religiosas, yo no quiero el estéril fanatismo,no quiero narraciones milagrosas, porque éstas, sólo dan oscurantismo.
Yo quiero que los seres invisibles que inspiren mi agitado pensamiento, me hagan ver que no existen imposibles para el que luchar, sabe con talento.
No quiero de ultratumba bendiciones, ni quiero religioso formalismo, porque esto es aumentar aberraciones, y darle nueva vida al fanatismo.
No es el Espiritismo el encargado de levantar más ídolos y altares,
¡Atrás pálidas sombras del pasado! Ya no son los terrenos lares.
Ya la razón avanza presurosa invadiendo gozosa la conciencia; ¡Ya fulgura la luz esplendorosa del astro refulgente de la ciencia!
Y todos los sofismas religiosos, cual hojas secas que arrebata el viento, huyen a los lugares tenebrosos donde no se conoce el sentimiento.
Allá, donde las tribus van errantes, llevando de sus muertos los despojos; allá, donde los odios imperantes entre hermanos, despiertan los enojos.
Allá, donde los hombres se destrozan y devoran los restos del vencido; allá, donde los salvajes se alborozan, harán las religiones nuevo nido.
Porque allá, son sus ritos necesarios, allá, su formalismo es conveniente; allá, deben quemarse en incensarios perfumes ante el Ser Omnipotente.
Allá, se levantan los altares con la imagen de un Dios crucificado; y ante Él alzan los fieles sus cantares, diciendo: -¡Que sea Dios glorificado!
Allá, las milagrosas tradiciones, la mortificación de los ascetas; allá, podrán vivir las religiones con su cohorte de santos y profetas.
Mas no aquí donde el genio se levanta y le dice a la ciencia: “dame aliento, yo quiero dejar huella de mi planta alzándote glorioso monumento”. “Yo quiero unir los pueblos desunidos por los azares
de infecunda guerra; yo quiero libertar los oprimidos que gimen en los antros de la Tierra”. “Yo quiero difundir la luz bendita que destruye el fatal oscurantismo; que la razón del hombre necesita levantarse del fondo de un abismo”.
“De un abismo insondable, y tan profundo, que contemplarle sólo, causa espanto; ven, suprema verdad, ¡Reina del Mundo! ¡Cubre a la Tierra con tu hermoso manto!”
Esto dice el progreso en el presente, ¡La razón soberana centellea!
El ansia de saber se alza potente y el Yo dice arrogante: ¡La luz sea!
Y todo cuanto evita alzar el vuelo a la humana razón en nuestros días, me inspira repulsión; porque recelo que lleguen otra vez horas sombrías.
Y harto tiempo ha gemido esclavizada la humanidad creyendo mil errores; ¡Atrás sombras de Arbués y Torquemada! Que la verdad difunde sus fulgores.
No vengáis con ocultas asechanzas y en comunicaciones amorosas, prodiguéis engañosas alabanzas a las almas sencillas y piadosas.
No tendáis vuestra red, porque es leve la menguada intención que sustentáis; vuestra loca ambición todo lo mueve ¡Hasta después de muertos trabajáis!
Queréis resucitar aquel pasado de santos, de milagros y prodigios; sin recordar que todo ha caducado, que el tiempo se ha llevado los vestigios.
De aquellas mentirosas santidades que a las naciones tanto embrutecieron, ¡Hoy la ciencia es la luz de las verdades! ¡Los santos de sus tronos descendieron! Sobre sus altares derruidos se levanta gigante observatorio; y en él, los verdaderos elegidos.
Los que niegan infierno y purgatorio, contemplan con asombro el firmamento, van contando y sumando las estrellas; diciendo con sublime arrobamiento: ¡Dios va dejando de su paso huellas!
¡Qué grande es Dios! Atónita la muerte no puede describir tanta grandeza; ¡Su mirada es la luz que hay en Oriente! ¡Los mundos van brotando tras su planta! Esta es la religión de nuestros días,espíritus que amáis el retroceso; que pronunciáis mentidas profecías, que detenéis la marcha del progreso.
Que acudís a reuniones familiares y a seres ignorantes domináis,diciendo que sois genios tutelares y con torpe intención fanatizáis a los médiums sencillos y creyentes que hasta sufren gozosos la dolencia que en su cuerpo causáis: ¡Pobres dementes! ¡Qué mal emplean los días de su existencia!
Para seguir las mismas tradiciones, para entrar en un nuevo misticismo, para crear insensatas religiones, para hundirme otra vez en un abismo.
No quiero de los seres de ultratumba el escuchar sus pérfidos consejos; no quiero no, que mi razón sucumba, ¡Quiero luz! ¡Mucha luz!... ¡Lejos!... ¡Muy lejos!...
De mí, las asechanzas invisibles que vayan dominando mi conciencia; sus hilos aunque son imperceptibles forman tupida red, y en la impotencia dejan a los que incautos se doblegan a la
dominación de los que se fueron; y en aguas de opresión navegan los que su libertad no defendieron.
¡Señor! Si es que tú escuchas las plegarias que a ti elevan las almas doloridas, que viven sin amparo, solitarias, y en ti piensan al verse desvalidas.
Escúchame, Señor, yo te lo imploro, no te pido grandezas, ni placeres; no quiero que me des ningún tesoro, mas sí que me libertes de esos seres que vivieron ayer en la impostura y siguen trabajando por su credo, con la ciega ambición de su locura; porque sus asechanzas me dan miedo.
Porque he visto a hombres serios y sensatos siguiendo rutinarios formalismos; y más que espiritistas, son beatos que pierden la conciencia de sí mismos.
Y ciegos, obedientes y sumisos la voz de los espíritus escuchan, y en todas sus acciones indecisos estacionados quedan, mientras luchan los que conservan libre su albedrío, los que no han abdicado sus derechos, los que tienen en sí bastante brío para ser responsables de sus hechos.
De estos quiero yo ser, vivir luchando, estudiando, pensando y aprendiendo.
Yo misma mi presente rescatando y mi pasado en el olvido hundiendo.
¡Concédeme Señor lo que te pido! ¡Oh! ¡Tú que en los espacios centelleas! ¡Tú que al trueno le distes el estampido, déjame lucidez en las ideas!
No permitas que espíritus rastreros me halaguen con palabras amorosas; diciéndome que son los mensajeros que harán revelaciones asombrosas.
No me acerques a astutos religiosos que quieran dominar mi inteligencia; yo sé que los momentos son preciosos y no quiero perder esta existencia.
Qué hartos siglos sin duda habré perdido cuando tan sola y triste me he encontrado; sin poder fabricar mi pobre nido, ni la sombra tener de un hombre honrado.
Quiero en contacto estar con almas buenas que me den evangélicas lecciones; quiero el consuelo ser de muchas penas, quiero aliviar inmensas aflicciones.
Quiero prestar a seres indigentes mis cuidados, constantes y prolijos; quiero amar a los niños inocentes, quiero ver en los huérfanos mis hijos.
Esto anhelo, Señor, porque ambiciono comprender tu grandeza soberana; y sé, que si mi Ser no perfecciono nada puedo esperar de mí mañana.
Y yo quiero subir, tender mi vuelo para ver las magníficas regiones que brillan en las bóvedas del cielo: que llamamos aquí constelaciones. ¡Mundos llenos de luz y de poesía, donde deben vivir humanidades que admiren en su gran sabiduría: la suprema verdad de las verdades!
Esto anhelo, Señor, esto te pido confiando en tu justicia sobrehumana; ¡Quiero hundir mi pasado en el olvido! ¡Quiero ser redentor en el mañana!
Acoge la plegaria dolorida que a ti eleva en sus cuitas un proscrito;sólo tú saciarás mi sed de vida: ¡Porque eres el raudal del infinito!

LA LUZ DEL FUTURO

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           EL OBJETIVO DE LA EVOLUCIÓN
                     

El objetivo de la evolución, la razón de ser de la vida no es la felicidad terrestre, como muchos erróneamente creen, y sí el perfeccionamiento de cada uno de nosotros. Y ese perfeccionamiento debemos realizarlo por medio del trabajo, del esfuerzo, de todas las alternativas de la alegría y del dolor, hasta que nos hayamos desarrollado completamente y elevado al estado celeste. El dolor, físico y moral, forma nuestra experiencia. La sabiduría es el premio. Poco a poco el alma se eleva y, conforme va subiendo, en ella se va acumulando una suma siempre creciente de saber y virtud; se siente más estrechamente unida a sus semejantes; se comunica más íntimamente con su medio social y planetario. Elevándose cada vez más, no tarda en unirse por lazos pujantes a las sociedades del Espacio y después al Ser Universal. Así, la vida del ser consciente es una vida de solidaridad y libertad. Libre dentro de los límites que le señalan las leyes eternas, se constituye en arquitecto de su destino. Su adelantamiento es obra suya. Ninguna fatalidad lo oprime, salvo la de sus propios actos, cuyas consecuencias recaen en él; mas, no puede desarrollarse y medrar sino en la vida colectiva con el recurso de cada uno y en provecho de todos. Cuanto más sube, tanto más se siente vivir y sufrir en todos y por todos. En la necesidad de elevarse a sí mismo, atrae a sí, para hacerlos llegar al estado espiritual, a todos los seres humanos que pueblan los mundos donde viviera. Quiere hacer por ellos lo que por él hicieran sus hermanos más viejos, los grandes Espíritus que lo guiaran en su marcha.

La materia es el obstáculo útil; provoca el esfuerzo y desarrolla la voluntad; contribuye para la ascensión de los seres, imponiéndoles necesidades que los obligan a trabajar. ¿Cómo, sin el dolor, habríamos de conocer la alegría; sin la sombra, apreciar la luz; sin la privación, saborear el bien adquirido, la satisfacción alcanzada? Aquí está la razón del por qué encontramos dificultades de toda suerte en nosotros y a nuestro alrededor. Es la ley del esfuerzo, ley suprema, por la cual el ser se afirma, triunfa y se desarrolla; es la magnífica epopeya de la Historia, la lucha exterior que llena el mundo. La lucha inferior no es menos conmovedora. Cada vez que renace, tendrá el Espíritu que acomodar, adecuar el nuevo envoltorio material que le va a servir de morada y hacer de él un instrumento capaz de traducir, de expresar las concepciones de su genio. A pesar de las decepciones, de las derrotas, a través de las existencias renovadas, el alma consigue desarrollar sus elevadas facultades.

Salvador Martín.
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