jueves, 5 de mayo de 2016

El asesino de Lemaire


La Gran Esperanza
Charles Richet
 Por qué existes? No eres realmente curioso si nunca te has hecho esta pregunta. ¡Feliz negligencia, no obstante bien singular! Pues jamás habías pedido vivir y la existencia te ha sido imperiosamente impuesta.
¿Por quién? ¿Para qué? ¿Por qué?
Sin embargo tienes en parte el derecho de saberlo, o por lo menos de interrogar al destino, interrumpiendo el curso de tu trabajo, de tus placeres, de tus amores y de tus inquietudes.
¡Pero no! Conténtate con vivir, mejor dicho, vegetar, porque vivir sin reflexionar sobre nuestro destino es lamentable. Andas, duermes, comes, bebes, amas, lloras, ríes, estás triste o alegre y jamás te preocupas con la suerte que esperan tus bisnietos, ni con el universo misterioso que te rodea, universo ese extrañamente colosal, del cual no eres más que un átomo.
De este mundo, pese a tus pretensiones de ciencia, no ves más que las apariencias, porque de él no has comprendido gran cosa.
Entonces ¿nunca has procurado saber por qué existes?
Con todo, eres un ser sensible, que siente alegrías y pesares. ¿Para qué sirven esos pesares? ¿Para qué sirven esas alegrías?
He aquí lo que sería bueno saber. He aquí algo en que es justo profundizar. Pero no eres curioso.
¡Pues bien! Si no eres curioso, yo lo seré por ti y procuraré, sin frases vanas, ver si nuestra existencia, nuestra mezquina y fugaz existencia tiene una finalidad; si tenemos un papel que desempeñar, por pequeño que sea, en este inmenso Cosmos.
¡Todo es posible! Y quizá los hombres y los animales nada más sean que pequeños muñecos, que una fuerza misteriosa, sin duda caprichosa, se divierte en manejar. Sea como fuere, ella ha impuesto a todos el regalo de la vida y a nosotros nos ha asignado la consciencia.
Sin consultarnos, nos ha concedido ese don doloroso y sublime de sufrir, amar y pensar.
Puedes entonces preguntar a esa fuerza misteriosa: ¿por qué te has ocupado de nosotros? ¿Qué quieres?
Sabemos perfectamente, no por qué, pero sí cómo naciste.
Dos pequeñísimas células microscópicas se encontraron un día (o mejor, una noche) en una húmeda y sombría caverna y tú eres el resultado de esa unión silenciosa.
Bien, no había más que una célula hembra, entre cien millones de células macho que la rodeaban en torbellino.
¡El pequeño macho, que tuvo el privilegio de penetrar la célula hembra, fuiste tú! ¡Sí! Ya eras tú. De tal forma eras tú que ya nada más podría modificar tu forma y tu evolución.
Más tarde creciste, tomaste la forma de embrión, de feto, de hombre. Has adquirido hábitos, has ganado tu pan, has procurado ser amado o amar; has sentido la sed de placeres, de amores, de dinero o de gloria.
Las dos células, después de unidas para formar un ser humano, han seguido una ruta larga y complicada.
Pero si algún otro de los diez millones de machos que revoloteaban alrededor de la célula hembra, hubiese tenido más apetito, se hubiese mostrado más ágil o más vigoroso, ya no serías tú quien habría alcanzado la inefable felicidad de desarrollarse: sería tu hermano quien hubiera nacido. Por lo tanto, bien ves que en el momento fatídico de tu nacimiento, podían haber nacido miles de seres diferentes de ti.
A decir verdad, tú eres el resultado de una casualidad prodigiosa, porque nada podría hacer prever, que esa célula macho fuese la privilegiada; y ciertamente, bajo tu punto de vista personal, es muy interesante, pero desde el punto de vista general, que hayas sido tú o uno de los miles de tus posibles hermanos, eso nada significa.
Para la humanidad inmensa, ninguna importancia tendría el que hubiese nacido uno de tus hermanos, o que fuese algo mayor o menor que tú, o tuviese la nariz más larga o más corta.
 Comienzo del libro “LA GRAN ESPERANZA”


Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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FALTA DE FORMACIÓN DOCTRINARIA

JOSÉ HERCULANO PIRES

Sin la formación doctrinaria, no tendremos un movimiento espirita integrado y coherente. Y, sin cohesión y coherencia, no tendremos Espiritismo. Esa es la razón por la que los Espíritus Superiores confiaron  en las manos de Kardec  el pesado trabajo de la Codificación. Kardec hubo de arcar, solo, con la ejecución de esa obra gigantesca.  Porque solo el estaba en condiciones de realizarla. ¿Después de Kardec, a quien vimos? León Denis fue el único de sus discípulos que consiguió mantenerse a la altura del maestro, contribuyendo vigorosamente para la consolidación  de la Doctrina. Era, aparentemente, el menos indicado. No tenía la formación cultural de Kardec, residía  en la provincia, no convivió con el, más supo comprender la posición metodológica del Espiritismo y no la confundía con los desvaríos espiritualistas de la época.
Después de Denis, fue el diluvio. La Revista Espiritase convirtió en un saco de sastre. La Ciencia y la Filosofía Espirita quedaron olvidadas. El aspecto religioso de la Doctrina  se desvió en la ignorancia y en el fanatismo. Los sucesores de Kardec  fracasaron enteramente en la manutención de la llama espirita, en Francia. Y, cuando el  Árbol del Evangelio fue trasplantado para Brasil, según la expresión de Humberto de Campos, llegó cargado de parásitos mortales, en lugar de arrancar de raíz, tratamos de cultivar y aumentar con las plagas de la tierra.
¿Todo eso por qué? Por la falta pura y simple de formación doctrinaria. La prueba está ahí, bien visible, en el fluidismo y en el oscurantismo  que dominan a  nuestro movimiento en Brasil y en el Mundo. Los pocos estudiosos, que profundizaron en el estudio de Kardec, viven como náufragos  en un mar tempestuoso, luchando sin cesar, con los mismos destrozos de siempre.  No hay estudio sistemático y serio de la Doctrina. Y lo que es más grave, hay evidente síntoma de fascinación de las tinieblas, en vastos sectores  representativos que, por increíble que parezca, combaten por todos los medios el desenvolvimiento de la cultura espirita.
Mientras que no comprendamos que el Espiritismo es cultura, los intentos de unificación de nuestro movimiento no darán resultados reales. Darán aproximaciones erizadas de conflictos, aumento cualitativo de adeptos ineptos, estimulación peligrosa  de mesianismos individuales  y de grupos. Flammarión, que nunca entendió realmente la posición de Kardec, y llego a decir que el hizo la obra un tanto personal, como se ve en su famoso discurso al pie del túmulo, entretanto, una intuición feliz cuando lo llamó  el buen sentido encarnado.

  Esebuen sentido es el que nos falta. Parece haber desencarnado con Kardec, y volatizado con denis. Hoy, estamos en la era  del contrasentido. Los mismos órganos de divulgación doctrinaria que predican el oscurantismo, exhiben pavoneos de erudición personalista, en nombre de una cultura inexistente. Porque cultura no es erudición, libros  apiñados en la estantería, fichero en orden para las consultas ocasionales. Cultura es asimilación, de conocimientos y buen sentido en la acción.
¿Qué hacer ante esa situación? Cuidar de la formación espirita en las nuevas generaciones, sin olvidar la alfabetización de adultos. Mobral: ese recurso. Hemos de organizar el Mobral del espíritu. Y comenzar todo de nuevo, por las primeras letras. Más, eso en conjunto, agrupando elementos capaces, de mente airada y corazón abierto. Fue por eso que propuso la creación de las Escuelas de Espiritismo, a nivel universitario, dotadas de amplios currículo de formación cultural espirita.
Pueden decir que hay contradicciones entre Mobral y el nivel universitario. Más, se nota, que hablamos del Mobral del espíritu. la Cultura Espirita es el desenvolvimiento de la cultura académica, es el seguimiento natural  de la cultura actual, en la que se mezclan elementos cristianos, paganos y ateos. Para iniciarse en la cultura espirita, el estudiante debe poseer las bases de la cultura interior. “Todo se encadena en el Universo”, como enseña, repetidamente, el Libro de los Espíritus. Quien no comprender ese encadenamiento, ha de iniciar por el Mobral. No hay otra forma de adaptarlos  a las nuevas exigencias de la nueva cultura.
La verdad desnuda es que nadie conoce el Espiritismo. Nadie, aun mismo, en Brasil y en el Mundo. Estamos todos aprendiendo, aun, de manera  torpe.
Y si me permito escribir esto, es porque aprendí, a duras penas, a conocer mi propia inteligencia. En el espiritismo, como ya se daba en el Cristianismo y en la propia filosofía griega, lo que vales es el método socrático.

Hemos, ante todo, comprender que nada sabemos. Entonces, estaremos, por lo menos, conscientes de nuestra ignorancia y capaces de aprender.
¿Más, aprender con quien? ¿Solitos, como autodidactas, sacando nuestras propias lecciones de los textos, confiando en las luces de nuestra ignorancia? ¿Recibiendo lecciones de otros que tantean con nosotros, más que hinchan el pecho de auto suficiencia y pretensión? Claro que no. Al menos eso debemos saber. Hemos de trabajar en conjunto, reuniendo compañeros sensatos, bien intencionados, no fascinados por mistificaciones groseras y evidentes, capaces de ser humildes realmente,  probada por actos y actitudes. Así conjugados, podremos aprender  de Kardec, estudiando sus obras, sumergiendo en sus textos, recordándonos de que fue el  y solo el   incumbido de transmitirnos el legado del Espíritu de Verdad.
Kardec es nuestra piedra de toque. No por ser Kardec, más si por ser interprete humilde, el hombre sincero y puro al servicio de los Espíritus Instructores.
Es lo que debemos tener en las Escuelas de Espiritismo.
No Facultades, ni Academias, más si, simplemente, Escuelas. El sistema universitario implica pesquisas, colaboración entre profesores y alumnos, trabajo conjugado y sin presunción de superioridad de parte de nadie. El simposio y el seminario, el libre debate, en fin , es que resuelven, y no el magisterio del pasado. El espíritu universitario, por eso mismo, es lo que mejor corresponde a la escuela espirita. En un ambiente así, los espíritus Instructores dispondrán de los medios para auxiliar a los estudiantes sinceros y des pretensiosos.
La formación espirita exige enseñanza metódica más, al mismo tiempo, libre. Fue lo que los Espíritus dieron a Kardec: una enseñanza de la que el mismo participaba, interrogando a los maestros y discutiendo con ellos. Por eso, no hubo infiltraciones de mistificadores en la obra de una sola pieza, en ese bloque de lógica y buen sentido, que abraza los cinco libros fundamentales de la Codificación, los libros introductorios los libros de la Revista Espirita, redirigidos por el durante casi doce años de trabajo incesante.
Esa obra gigantesca es la plataforma del futuro, el aliciente y el plano de un nuevo mundo, de una nueva civilización. Sería absurdo pensar que podemos dominar ese vasto acervo de conocimientos nuevos,  de conceptos revolucionarios,  a través de simples lecturas individuales, sin método y sin pesquisa. Nuestro papel, en el Espiritismo, ha sido el de macacos en una tienda de porcelana. Es increíble la liviandad con la que oradores y articulistas  espiritas tratan de ciertos temas,  con una falsa suficiencia  de erizar,  lanzando confusiones  ridículas en el medio doctrinario. Hemos de comprender que eso no puede continuar. No más melifluas de miel en los Centros, de oratoria descabellada, auditorios curiosos, palmas y verborrea pomposa. Nada de eso es Espiritismo. Los conferencistas espiritas precisan enseñar el Espiritismo – que nadie conoce – más para eso precisan, aprenderlo.
Precisamos expositores didácticos, servidos  por el buen conocimiento doctrinario, arduamente adquirido en estudios y pesquisas. Exponer los temas fundamentales de la Doctrina, no es hablar bonito, con tropos pretensamente literarios, que solo sirven para estufar la vanidad, a la manera  de oratoria escolástica del siglo pasado.
Ese palabrerío vacio y presunciosos  no construye nada y solo sirve para ridicularizar al Espiritismo ante la mentalidad positiva y analítica  de nuestro tiempo.
Estamos en una fase avanzada de la evolución terrena.
Nuestra cultura creció espantosamente en los últimos años y ya  está llegando a la confluencia de los principios espiritas en todos los campos.  Nuestra falta de formación cultural espirita no nos permite enfrentar la barrera de los preconceptos para demostrar al mundo que Espiritismo, como escribió Humberto Mariotti, es una estrella de amor que espera en el horizonte del mundo el avance de las ciencias. Es curiosa y ridícula nuestra situación.
Tenemos el futuro en las manos y quedamos enclavados en el pasado y en las querellas medievales.
Más, para superar esa situación, hemos de aprender con Kardec. Los  que pretenden superar a Kardec, no lo conocen. Si lo conociesen, no asumirían la posición ridícula de críticos e innovadores de lo que, en verdad, ignoran. Llegamos  a una hora de definiciones.
Precisamos definir la posición cultural espirita ante la nueva cultura de los tiempos nuevos. Y solo haremos eso a través de organismos bien estructurados, funcionales, dotados de recursos escolares capaces de ofrecer, a los más aptos y más sinceros, las formaciones culturales de la que todas necesitamos, con urgencia.
TEXTO EXTRAIDO DEL LIBRO  DE  JOSÉ HERCULANO PIRES: El Misterio del Bien y del Mal

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El asesino de Lemaire

Condenado a la pena de muerte por el Supremo Tribunal de Justicia en lo Criminal del Aisne y ejecutado el 31 de diciembre de 1857. Evocado el 29 de enero de 1858.

1. Ruego a Dios Todopoderoso que permita al asesino Lemaire, ejecutado el 31 de diciembre de 1857, venir hacia nosotros.

– Resp. Estoy aquí.

2. ¿Cómo se explica que hayas atendido tan rápidamente a nuestro llamado?

– Resp. Raquel lo ha dicho.(1)

3. ¿Qué sentimiento tienes al vernos?

– Resp. Vergüenza.

4. ¿Cómo una joven, mansa como un cordero, puede servir de intermediario a un ser sanguinario como tú?

– Resp. Dios lo ha permitido.

5. ¿Has conservado todo tu conocimiento hasta el último momento?

– Resp. Sí.

6. E inmediatamente después de tu ejecución, ¿has tenido conciencia de tu nueva existencia?

– Resp. Estaba sumergido en una inmensa turbación, de la que aún no he salido. Sentí un inmenso dolor; me pareció que mi corazón lo sufría. He visto rodar algo al pie del patíbulo; he visto correr sangre, y mi dolor se ha vuelto más punzante.

7. ¿Era éste un dolor puramente físico, análogo al que sería causado por una herida grave, como la amputación de un miembro, por ejemplo?

– Resp. No; imagínate un remordimiento, un gran dolor moral.

8. ¿Cuándo has comenzado a sentir este dolor?

– Resp. Desde que he quedado libre.

9. El dolor físico causado por el suplicio, ¿era sentido por el cuerpo o por el Espíritu?

– Resp. El dolor moral estaba en mi Espíritu; el cuerpo sintió el dolor físico, pero el Espíritu, desligado, lo sentía también.

10. ¿Has visto tu cuerpo mutilado?

– Resp. He visto algo deforme que me parecía no haber dejado; sin embargo, todavía me sentía entero: era yo mismo.

11. ¿Qué impresión te produjo esa visión?

– Resp. Sentía demasiado dolor; estaba absorbido por él.

12. ¿Es verdad que el cuerpo vive aún algunos instantes después de la decapitación, y que el ajusticiado tiene conciencia de sus ideas?

– Resp. El Espíritu se retira poco a poco; cuanto más lo atan los lazos de la materia, menos rápida es la separación.

13. ¿Cuánto tiempo ha durado eso?

– Resp. Más o menos. (Ver la respuesta anterior.)

14. Se dice haber notado en la cara de ciertos ajusticiados la expresión de cólera y de movimientos como si quisiesen hablar; ¿esto es efecto de una contracción nerviosa o de un acto de la voluntad?

– Resp. De la voluntad, porque el Espíritu no se había aún retirado.

15. ¿Cuál es el primer sentimiento que tuviste al entrar en tu nueva existencia?

– Resp. Un sufrimiento intolerable; una especie de remordimiento punzante, cuya causa ignoraba.

16. ¿Te has encontrado con tus cómplices, los cuales fueron ejecutados al mismo tiempo que tú? –

Resp. Para nuestra desgracia; el hecho de vernos es un continuo suplicio: cada uno de nosotros reprocha al otro su crimen.

17. ¿Has reencontrado a tus víctimas?

– Resp. Las veo… Son felices… Sus miradas me persiguen… Las siento que penetran hasta lo más profundo de mi ser… Y en vano intento evitarlas.

18. ¿Qué sentimiento has tenido al verlas?

– Resp. Vergüenza y remordimiento. Las he arrebatado con mis propias manos, y aún las odio.

19. ¿Qué sienten ellas al verte?

– Resp. ¡Piedad!

20. ¿Tienen ellas odio y deseo de venganza?

– Resp. No; sus ruegos solicitan para mí la expiación. No sabrías comprender cuán horrible es el suplicio de deberlo todo a quien se odia.

21. ¿Lamentas la vida terrestre?

– Resp. Lamento mis crímenes; si la situación estuviese aún en mis manos, yo no volvería a sucumbir.

22. ¿Cómo has sido conducido a la vida criminal que has llevado?

– Resp. ¡Escucha! Me he creído fuerte; he elegido una ruda prueba y he cedido a las tentaciones del mal.

23. ¿La tendencia al crimen estaba en tu naturaleza o has sido arrastrado por el medio en el que has vivido?

– Resp. La tendencia al crimen estaba en mi naturaleza, porque no era más que un Espíritu inferior. Quise elevarme rápidamente, pero pedí más de lo que mis fuerzas podían dar.

24. Si hubieses recibido buenos principios de educación, ¿habrías podido desviarte de la vida criminal?

– Resp. Sí; pero elegí la posición en que nací.

25. ¿Te habrías podido transformar en un hombre de bien?

– Resp. Un hombre débil, incapaz del bien como del mal. Podría haber paralizado el mal de mi naturaleza durante mi existencia, pero no podía elevarme hasta hacer el bien.

26. ¿Creías en Dios cuando estabas encarnado?

– Resp. No.

27. Se dice que en el momento de morir te has arrepentido; ¿es verdad?

– Resp. He creído en un Dios vengador… He tenido miedo de su justicia.

28. En este momento, ¿tu arrepentimiento es más sincero?

– Resp. ¡Ay de mí! Veo lo que he hecho.

29. ¿Qué piensas de Dios ahora?

– Resp. Lo siento y no lo comprendo.

30. ¿Te parece justo el castigo que te ha sido infligido en la Tierra?

– Resp. Sí.

31. ¿Esperas obtener el perdón de tus crímenes?

– Resp. No sé.

32. ¿Cómo piensas reparar tus crímenes?

– Resp. Por medio de nuevas pruebas; pero es como si la Eternidad estuviese entre ellas y yo.

33. ¿Estas pruebas tendrán lugar en la Tierra o en otro mundo?

– Resp. No lo sé.

34. ¿Cómo podrás expiar tus faltas pasadas en una nueva existencia, si no las recuerdas?

– Resp. Tendré la intuición de las mismas.

35. ¿Dónde estás ahora?

– Resp. Me encuentro en mi sufrimiento.

36. Pregunto en qué lugar estás.

– Resp. Cerca de Ermance.

37. ¿Estás reencarnado o errante?

– Resp. Errante; si estuviera reencarnado, tendría esperanza. Ya te he dicho: es como si la Eternidad estuviese entre la expiación y yo.

38. Ya que estás aquí, si pudiéramos verte, ¿con qué forma nos aparecerías?

– Resp. Con mi forma corporal y mi cabeza separada del tronco.

39. ¿Podrías aparecernos?

– Resp. No; déjenme.

40. ¿Quisieras decirnos cómo te has escapado de la prisión de Montdidier?

– Resp. No sé más… Mi sufrimiento es tan grande que sólo tengo el recuerdo del crimen… Déjenme.

41. ¿Podríamos dar algún alivio a tus sufrimientos?

– Resp. Hagan votos para que la expiación llegue.

(1) Al haber sido evocada algunos días antes por intermedio de la misma médium, la señorita Raquel se presentó instantáneamente. Al respecto, se le han hecho las siguientes preguntas:

– ¿Cómo explicáis el haber llegado tan rápidamente, en el mismo instante en que os hemos evocado? Se diría que estabais preparada.

– Resp. Cuando Ermance (la médium) nos llama, venimos de prisa.

– ¿Tenéis, pues, mucha simpatía por la señorita Ermance?

– Resp. Hay un lazo entre ella y nosotros. Ella viene a nosotros; nosotros venimos a ella.

– Sin embargo, no hay ninguna similitud entre su carácter y el vuestro; ¿cómo explicáis, entonces, que haya esa simpatía?

– Resp. Ella nunca ha dejado enteramente el mundo de los Espíritus. [Nota de Allan Kardec.]

Revista Espirita 1858.
Allan Kardec
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¿ Cómo se  explicarían  las  desigualdades humanas?

A lo largo de la historia han existido muchos filósofos que han tratado de resolver estas profundas interrogantes que no siempre resolvieron y que siempre se planteó el Ser humano.
El comprender y admitir la reencarnación y la ley de Causa y Efecto que la regula, como una realidad fuera de dudas, nos permite comprender a su vez, el problema de las desigualdades humanas y de sus causas,  pues  de la reencarnación se deduce  una explicación racional  para estos eternos interrogantes : el  sentido de la vida y  el por qué del sufrimiento humano y las desigualdades humanas, así como también nos lleva a comprender  el origen del Ser y  su destino, ofreciendo respuestas lógicas y coherentes sobre cuestiones en donde otras filosofías no  acceden  o dan  otras explicaciones insuficientes a la razón. .
En un principio todos los espíritus son creados iguales, pero en función del uso de su libertad cada uno se fue poco a poco diversificando y desigualando con respecto a los demás. Así unos se perfeccionaron antes que los otros y  fuimos  adquiriendo aptitudes diversas que nos diferenciaban a los unos de los otros. Por otro lado no todos los Seres espirituales fueron creados al mismo tiempo, pues Dios nunca dejó de actuar en la Creación, lo que supone el que unos Espíritus son mas viejos y otros más jóvenes y con menos experiencia y madurez. La filosofía que se deriva del estudio de la reencarnación  bajo un planteamiento espírita, nos induce a pensar que, en efecto,  nuestra igualdad  al principio de nuestra andadura existencial, fue total y absoluta, pues como Seres espirituales que somos,  todos procedemos de un mismo origen y  el resultado de nuestro esfuerzo individual  por avanzar en nuestra evolución ha sido el encontrarnos en esta vida actual  en unas posiciones mas o menos adelantadas o atrasadas que otros  en cuanto al grado de desarrollo intelectual y moral,  así como  en unas circunstancias  humanas distintas  y  llevando las existencias en  mundos diferentes unos de otros.
       Esto nos lleva a poder admitir  que las  desigualdades intelectivas, morales y volitívas  deben tener su causa en los  diversos estados evolutivos, así como  que  las desigualdades de carácter físico , social  y moral, son el fruto dulce o amargo de la cosecha de  aquello  que  antes se sembró voluntariamente  en el pasado. Asimismo también en muchas ocasiones estas desigualdades humanas no obedecen a la ley de Causa y Efecto, sino a la asunción voluntaria de determinadas pruebas y circunstancias humanas a las que nos comprometimos antes de reencarnar.
Si aceptamos que hay otros mundos , tanto físicos como espirituales, y  si además la reencarnación no existiese, nos podríamos plantear  en buena lógica: ¿ Por qué Dios, infinitamente bueno y sabio, ha puesto en esos mundos ,mucho mas adelantados algunos de ellos, en donde se vive mucho mejor que en  la Tierra , a  otros Seres  mientras que a nosotros nos hace nacer en este mundo, que  ha sido  tantas  veces llamado  con razón, “un valle de lágrimas”? ; o también nos podemos plantear la causa de las desigualdades humanas : ¿Por qué unos han nacido en medio de la riqueza y del bienestar, mientras otros  nacieron en medio de la miseria, el hambre o la guerra?, o ¿ Por qué a unas personas les ha dado Dios unas capacidades físicas o intelectuales muy limitadas, mientras que a otras les ha hecho nacer como genios por su capacidad? ; ¿ Qué sentido tiene todo esto?. ¿Por qué esta aparente “injusticia divina”?
Indudablemente estas desigualdades  en lo intelectivo, lo moral, lo social, etc, nos  están indicando que estamos inmersos en un proceso evolutivo  a modo de una carrera campo a través, en la que unos corredores van lanzados en cabeza de carrera, mientras otros van siguiendo detrás y otros mucho mas descolgados de todos los anteriores.  Esta carrera evolutiva comprende  muchas existencias en la materia, porque de otro modo, esa Fuente de Perfección infinita a la que llamamos Dios, habría cometido el fallo de crear seres imperfectos e injustamente desiguales si nos consideráramos  existiendo en  una sola  y única  vida física.
Si creemos en un Dios justo y perfecto en todos sus infinitos atributos, que ama por igual a todos sus hijos, como es de lógica justicia, ¿ Por qué habría colocado a unos en un escenario mejor y mas feliz y a otros en uno mucho peor, o por qué a unos  otorgaría  lo que a otros niega?.
La filosofía  espírita que se deriva al meditar sobre  la Reencarnación da sentido a nuestra vidas,  al inducirnos a comprender las causas del mal en el mundo, y sobre todo el por qué de tantas desigualdades humanas  que otro modo serían totalmente incomprensibles e  injustas.
Por tanto, la Reencarnación es  el hecho  por el que mejor podemos comprender  la infinita  Bondad del Creador, que nos da tantas  y tantas oportunidades como precisemos para aprender y para rectificar nuestros errores durante el aprendizaje en las vidas como seres  humanos.
Las desigualdades humanas tienen que ver con el  diferente grado de desarrollo evolutivo  del Ser en cada uno de sus aspectos, y ese diferente grado de desarrollo se explica porque todos los Seres espirituales  no tenemos la misma edad  ni las mismas experiencias y aptitudes logradas ; unos han vivido antes muchas veces y son “espíritus viejos”, con  muchas experiencia y mucha sabiduría , al lado de   otros aún  muy “jóvenes” e inexpertos, por lo que  en su desarrollo evolutivo quedan todavía  muy lejos de los mas adelantados,  que han vivido y aprendido más, aunque la  meta evolutiva  de todos finalmente  será  la misma.
Las desigualdades humanas vistas bajo el prisma de una sola y única existencia, por lo ilógicas e injustas que parecen, pueden llegar a causar  una lógica pérdida de fe en la existencia de Dios y de su Justicia.
El no tener en cuenta la Reencarnación y comprender que  este concepto no es una teoría sino  una realidad o ley natural  que  da contestación  a tantos interrogantes  que de otro modo no encuentran respuesta, supone no  llegar a  aceptar   si  no es  ciegamente a través de un  fanatismo irracional, la idea de  un Dios  justo y perfecto y a  esconder nuestra alma ante la luz de la verdad, al no  querer pensar tan siquiera en los por qués de  nuestra existencia en el universo. Por eso, Kardec se preguntaba si acaso era más racional preferir una explicación que no aclarase el origen de las  desigualdades humanas, antes  que optar por la que la que sí las explica, refiriéndose por supuesto, a la Reencarnación.

- Jose Luis Martín -
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“La verdad es un prisma de muchas caras y el error consiste en contemplar solo algunas y figurarse que se contemplan todas”
                                                         -Giuseppe Mazzini (1805-1872)

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