lunes, 16 de mayo de 2016

PRESAGIOS AGOREROS







 Algunas enseñanzas del Evangelio Según el Espiritismo

por ALLAN KARDEC – traducción de José Herculano Pires
Los Lazos de Familia son fortalecidos por la Reencarnación y rotos por la Unidad de la Existencia
18--  Los lazos de familia no son destruidos por la reencarnación, como piensan ciertas personas. Por el contrario, son fortalecidos y reapretados. El principio opuesto es el que los destruye.
Los Espíritus forman en el espacio, grupos o familias unidos por la afección, la simpatía y la semejanza de inclinaciones. Esos Espíritus felices de estar juntos, se buscan. La encarnación, solo los separa momentáneamente, pues una vez de regreso en la erraticidad, se reencuentran como amigos a la vuelta de un viaje. Muchas veces siguen juntos en la encarnación,  reuniéndose en una misma familia o en un mismo círculo y trabajan juntos para su progreso común. Si unos están encarnados y otros no, continuarán unidos por el pensamiento.  Los que están libres velan por los que están cautivos, los más adelantados procuran hacer progresar a los  atrasados. Después cada existencia habrá dado un paso más en la senda de la perfección.
Cada vez menos apegados a la materia, su afecto es más vivo, por eso mismo que es más purificado, no perturbadoo por el egoísmo ni oscurecido por las pasiones. Así, ellos podrían recorrer un número ilimitado de existencias corporales, sin que ningún accidente perturbe su afecto común.
Entiéndase bien que se trata aquí de verdadero afecto espiritual, de alma para alma, la única que sobrevive a la destrucción del cuerpo, pues los seres que se unen en la Tierra solo por los sentidos, no tienen ningún motivo para preocuparse en el mundo de los Espíritus. Sólo son duraderos los afectos espirituales. Las afecciones carnales se extinguen con la causa que las provocó; pero esa causa deja de existir en el mundo de los Espíritus, por cuanto que el alma siempre existe. En cuanto a las personas que se unen solamente por intereses, nada son realmente la una para la otra: la muerte las separa en la Tierra y en el Cielo.
19 - La unión y la afección entre parientes indican la simpatía anterior que las aproximó. Por eso, se dice de una persona cuyo carácter, cuyos gustos e inclinaciones nada tienen de común con los de los parientes, que ella no pertenece a la familia. Diciendo eso, se enuncia una verdad mayor de lo que se pensaba. Dios permite esas encarnaciones de Espíritus antipáticos o extraños en las familias, con la doble finalidad se servir de pruebas para unos y de medio de progreso para otros. Los malos se mejoran poco a poco, al contacto de los buenos y por las atenciones que de ellos reciban, su caracter se ablanda, sus costumbres se depuran, las antipatías desaparecen. Y así que se produce la fusión de las diversas categorías de Espíritus, como se hace en la Tierra entre las razas y los pueblos.
20 - El miedo del aumento indefinido de la parentela, en consecuencia de la reencarnación, es un medio egoísta, probando que no se posee una capacidad de amar suficientemente amplia para abrazar a un gran número de personas. Un padre que tiene numerosos hijos, ¿ acaso los amaría menos que si tuviese solo uno?. Pero que los egoistas se tranquilicen, pues ese miedo no tiene fundamento. Del hecho de tener un hombre diez encarnaciones, no se sigue que tenga que encontrar en el mundo de los Espíritus a diez madres, diez esposas y un número proporcional de hijos y de nuevos parientes. Él siempre encontrará los mismos que fueron objetos de su afección, que le estuvieron ligados en la Tierra por diversas maneras y tal vez por las  mismas maneras.
21 -  Veamos ahora las consecuencias de la doctrina anti - reencarnacionista del alma. Esa doctrina excluye necesariamente la preexistencia del alma y las almas siendo creadas al mismo tiempo que los cuerpos, no existe entre ellas ninguna ligación anterior. Son pues, completamente extrañas unas a otras. El padre es extraño para el hijo y la unión de las familias queda así reducida únicamente a la filiación corporal, sin ninguna ligación espiritual. No habrá por tanto, ningún motivo de vanagloria por tener entre los antepasados algunos personajes ilustres. Con la reencarnación, antepasados y descendientes pueden ser conocidos, haber vivido juntos, pueden haberse amado y más tarde se reunieron de nuevo para estrechar sus lazos de simpatía.
22 - Eso en lo tocante al pasado. En cuanto al futuro, según los dogmas fundamentales que derivan del principio reencarnacionista, la suerte de las almas está irrevocablemente fijada después de una única existencia. Esa fijación definitiva de la suerte, implica la negación de todo progreso, pues si hay algún progreso, no puede haber fijación definitiva de la suerte. Según hayan bien o mal vivido, van inmediatamente para la morada de los bienaventurados o para el infierno eterno. Quedan así, inmediatamente separados para siempre sin la esperanza de reunirse jamás, de tal manera que, padres, madres e hijos, maridos y esposas, hermanos y amigos, no tienen nunca la esperanza de regresar: es la más absoluta ruptura de lazos de familia.
Con la reencarnación y el progreso que le es consecuente, todos los que se aman se encuentran en la tierra y en el espacio, y juntos gravitan para Dios. Si están los que fracasan en el camino, retardan su adelantamiento y su felicidad. Pero no por eso las esperanzas están perdidas. Ayudados, encorajinados y amparados por los que os aman, saldrán un día del atolladero en que cayeron. Con la reencarnación, en fin, hay perpetua solidaridad entre los encarnados y los desencarnados, de lo que resulta el estrechamiento de los lazos de afección.
23. En resumen, cuatro alternativas se presentan al hombre, para su futuro en el más allá: 1º)- la nada,  según  la doctrina materialista; 2º) la absorción en un todo universal, según la doctrina panteista;  3º) la conservación de la individualidad, con fijación definitiva de la suerte, según la doctrina de la Iglesia; 4º) la conservación de la individualidad, con el progreso infinito, según la doctrina espírita. De acuerdo con las dos primeras, los lazos de familia son rotos por la muerte, y no hay ninguna esperanza de que se reencuentren; con la tercera, hay posibilidad de que se vuelvan a ver, siempre que estén en el mismo medio,pudendo ese medio ser el infierno o el paraíso; con la pluralidad de existencias, que es inseparable del progreso gradual, existe la certeza de la continuidad de las relaciones entre los que se aman, y es es lo que constituye la verdadera familia.
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Nuestras verdades si, pero con respeto
Precisamente porque existen tantas opiniones y formas de pensamientos como personas hay, es que la Doctrina Espirita predica y ensena la TOLERANCIA, la HUMILDAD, el AMOR. El Espiritista, al igual que cualquier otro ser humano debe prevenir y medir sus opiniones y asegurarse que estas van dichas en forma tal que: diciendo la verdad que profesa, exponiendo sus creencias e ideas, esta, su verdad, su opinión, su punto de vista, no ofende la Fe de los demás. Ese debe de ser SIEMPRE la forma del Verdadero Espiritista.
Rey Formoso-
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Evolución del Espirita


 En un principio el Espiritismo, apareció bajo un carácter estrictamente fenoménico. En aquellos momentos, era más importante dar, que hacer pensar a la humanidad, acerca de la existencia o no del denominado mundo de los muertos.
El espiritista de aquella época, era más bien un curioso que buscaba el fenómeno por simple distracción, ignorante a todas luces de la importancia y responsabilidad que una manifestación espiritual tiene. Acorde con esta actitud, los individuos que asistían a dichas sesiones, no tenían conciencia de que junto al fenómeno, se intentaba crear una responsabilidad y una nueva actuación moral en aquellos que eran capaces de comunicarse con el “Más Allá”.
El siguiente paso sería el decisivo, se hacía necesaria una orientación y un camino a seguir, por ello llegó a la tierra el codificador.
Al mismo tiempo, que se marcaban pautas de conducta y se daban respuestas a las múltiples preguntas que el hombre se hacía a través de las leyes espirituales: Reencarnación, Causa y Efecto, etc.; la codificación, venía a configurarse como una nueva revelación de los planos espirituales, capaz de comprometer al hombre que siguiera sus enseñanzas, a un cambio profundo en su fuero interno y en sus actuaciones de cara a los demás.
Una vez la codificación fue concluida y dada a conocer por el mundo; aquellos que asistían a las sesiones de Espiritismo por simple curiosidad y que no quisieron aceptar el nuevo mensaje, fueron poco a poco distanciándose de aquellos otros que con una mentalidad más abierta, supieron analizar y aceptar como propias las nuevas ideas que la codificación aportaba. Estos últimos intentaron llevar un cambio a sus vidas, asesorados por los espíritus de luz con los que se comunicaban y guiados por el nuevo código moral que, desde lo Alto, acababa de derramarse sobre la tierra, para la renovación del hombre.
A partir de este momento, aquél que quería ser Espiritista, se debía de comprometer en conciencia, a una nueva actitud moral; esto, quizás disminuía el número de adeptos, pero sin embargo beneficiaba a la doctrina, porque se estaba seguro de una mayor calidad que cantidad.
Pese a todo, si el Espiritismo no ha alcanzado todavía objetivos de grandeza, no podemos caer en el error de achacar esto a la mala imagen y propaganda que de él se ha hecho. Hemos de reconocer, que en este sentido, los Espiritistas tenemos también gran parte de culpa; puesto que muchas veces hemos contribuido a empañar el mensaje de la doctrina con nuestra actuación personal, al no haber intentado en nosotros esa renovación moral que es la base de la codificación.
Por ello, es necesaria una reactivación; reactivación que contemple aspectos tan importantes como: una mentalidad más abierta, una mayor adaptación a los tiempos y circunstancias que hoy vivimos, un olvido de los prejuicios sociales así como de todo aquello que pueda limitarnos a divulgar ampliamente la doctrina.
Y sobre todo, es necesario basar esa renovación en un ofrecimiento sincero y sencillo hacia los demás, en un respeto hacia las otras ideas o corrientes que puedan tener los que vengan a escucharnos y por último en un olvido de vanidades y orgullos para incorporar en nosotros permanentemente el patrón de la humildad.
Aspectos muy importantes de la nueva situación sería, el intentar ponernos al corriente de las necesidades espirituales que esta sociedad tiene, para de esta forma poder dar a todo aquel que se nos acerque, lo que más le pueda servir para su realización espiritual; no caigamos en el error de ofrecer aquello que nosotros no podemos dar, intentemos ponernos en el lugar de los demás, para de esa forma practicar mejor la caridad.
El espírita debe ser consciente de cuál es su misión y responsabilidad: estamos llamados a ser la luz de una humanidad en crisis, y esto, solamente lo podremos realizar, si primero hemos conseguido internamente la paz que, queremos y tenemos la obligación de dar a los demás.
Así pues, podemos concluir diciendo que a lo largo del tiempo, se han ido observando cambios en la actitud del espírita, estas modificaciones han sido motivadas por multitud de circunstancias: sociales, de mentalidad, espirituales, etc...
No obstante, siempre y cuando hayan servido para una mayor comprensión y análisis de las verdades divinas y del desarrollo del Amor en el hombre, es obvio, que dichas modificaciones han sido altamente beneficiosas.

Tomado del Congreso Nacional de Espiritismo 1981
Publicación De La Asociación Parapsicològica Villenense

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                       Perdonar


Queridos amigos, hola buenos días, a veces el perdón es algo muy difícil, a todos nos gusta ser perdonados, porque el peso de la culpa es mucho menor, pero lamentablemente siempre quedan huellas aunque te hayan perdonado, ya las cosas no son igual, la amistad se pierde poco a poco, la confianza es menor, y las apariencias son muchas veces ficticias, es difícil volver a tener una misma relación.
Decimos si con la boca, pero en el corazón, sigue existiendo el pesar por lo acontecido, no es igual, no puede serlo, y menos cuando se trata de una traición, cuando hemos confiado en un amigo, que teníamos como el mejor del mundo, y observamos que nos ha engañado. Si, le perdonas, pero al descubrir una faceta que antes era desconocida,  ya las cosas no son igual, se quiere juntar los trocitos de un jarrón que se ha roto  y volver a que sea el mismo, pero lamentablemente no es así,  se nos olvida que todos cometemos errores, que a veces las cosas más sencillas, por serlo, se nos pasan, y que cuando se es amigo, y hacemos por nuestro amigo muchas cosas, porque le queremos, esto no quiere decir que el sentimiento del amigo hacia nosotros sea el mismo, a veces hay cosas que uno es capaz de hacer, pero no la otra persona.
Muchas veces, guiados por el cariño, que sentimos, hacemos una acción buena, o hacemos un regalo, todo lleno de amor y de ternura, y llega el momento en que esperamos ilusionado que nos asistan de la misma forma o que nos hagan un regalito igual, pero no es así, ellos no  pueden, o no sienten esa necesidad de demostrarnos la misma forma de atención, o a lo mejor no pueden hacerlo, y es entonces cuando nos enojamos y solemos decir, yo esperaba… no debemos olvidar que cuando hacemos algo de verdad, cuando damos algo, no hay que esperar nada a cambio, pues si lo hacemos con esa intención, es como si deseáramos ser pagados, entonces ya no es un regalo, es un cambio, y si ese cambio no se da,  entonces ya nos sentimos decepcionados, perdiendo poco  a poco esa sintonía de amor y de cariño.
No debemos provocar a nadie, ni lastimar debemos silenciar las ofensas y distribuir la misericordia en todas partes y a todos aquellos con quienes convivimos. Agradar a todos es marchar por el camino ancho, donde están las mentiras convencionales. Servir a Dios, es tarea que debe estar por encima de todo y, a veces en ese servicio divino desagradan a los mezquinos intereses humanos.
Solo debemos decir aquello que el corazón puede testificar mediante actos sinceros.
Olvidemos el mal y trabajemos por el bien, todo hombre debe conciliarse deprisa con su adversario, nadie puede ir a Dios con un sentimiento de odio en el corazón, ni saber si nuestro adversario está dispuesto a la conciliación.
Si el hermano infeliz se arrepiente, estemos siempre dispuestos a ampararlo y, a todo momento, precisamos y debemos olvidar el mal. Sin despreciar  la buena palabra, en el instante oportuno, debemos procurar que el amor sea siempre nuestro ideal constructivo.
El perdón no excluye la necesidad de la vigilancia, como el amor no prescinde de la verdad. La paz es un patrimonio que está obligado a defender, para trabajar bien en el servicio divino.
La caridad, la mansedumbre, el perdón de las injurias nos hace invulnerables, insensibles a las bajezas y a las perfidias. El único mal que se debe combatir y señalar es el que recae sobre la sociedad. Cuando se presenta bajo la forma de la hipocresía, de la falsedad, de la mentira, debemos desenmascararlo, pues otras personas podrían sufrirlo; pero es hermoso guardar silencio acerca de lo que atañe solo a nuestros interese, o a nuestro amor propio.
Si nuestro hermano se arrepiente y busca nuestro auxilio fraternal amparémoslo con las energías que podamos darle. Pero nunca averigüemos si nuestro hermano está arrepentido. Olvidemos el mal y trabajemos por el bien, todo hombre debe conciliarse deprisa con su adversario, nadie puede ir a Dios con un sentimiento de odio en el corazón, ni saber si nuestro adversario está dispuesto a la conciliación.
Amigos os deseo un feliz martes, vuestra amiga Merchita 

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                                      PRESAGIOS AGOREROS
Es para destacar que, entre los antiguos, los temblores de tierra y el oscurecimiento del sol eran accesorios obligatorios de todos los acontecimientos y presagios siniestros. Los encontramos en ocasión de las muertes de Jesús y de César, y en una infinidad de circunstancias de la historia del paganismo. Si esos fenómenos se
hubiesen producido tantas veces como las que se los menciona, sería imposible que los hombres no hubiesen conservado su recuerdo en las tradiciones. En este caso se agrega la caída de las estrellas del cielo, como para dar testimonio a las generaciones futuras, más ilustradas, de que sólo se trata de una ficción, puesto que se sabe
que las estrellas no pueden caer.
   No obstante, hay grandes verdades ocultas bajo esas alegorías. Está, en primer término, el anuncio de las calamidades de todo tipo que asolarán y diezmarán a la humanidad, a consecuencia de la lucha suprema entre el bien y el mal, entre la fe y la incredulidad, entre las ideas progresivas y las ideas retrógradas. En segundo lugar, la difusión en toda la Tierra del Evangelio restaurado en su pureza primitiva; después, el reino del bien, que será el de la paz y la fraternidad universales, y que será la consecuencia de la puesta en práctica, por parte de todos los pueblos, del código de moral evangélica. Ese será verdaderamente el reino de Jesús, pues Él presidirá su implantación, y porque los hombres vivirán bajo la égida de su ley. Será el reino de la felicidad, dado que Él dice que “después de los días de aflicción vendrán los de dicha”.
Predicciones del Evangelio*
. ¿Cuándo se producirán esos acontecimientos? “Nadie lo sabe –dice Jesús–, ni siquiera el Hijo”. No obstante, cuando llegue el momento, los hombres recibirán avisos por medio de señales precursoras. Esos indicios no estarán ni en el sol ni en las estrellas, sino en el estado social y en los fenómenos de orden moral antes que físico, que en parte se pueden deducir de sus alusiones.
       Es indudable que ese cambio no podía producirse en vida de los apóstoles, pues de lo contrario Jesús no habría ignorado el momento preciso. Por otra parte, una transformación semejante no podía llevarse a cabo en el lapso de unos pocos años. Sin embargo, Jesús les habla de ella como si fuesen a presenciarla; de hecho, ellos podrán volver a vivir cuando esa transformación tenga lugar, así como trabajar para que se concrete.
EL GÉNESIS
ALLAN KARDEC

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