lunes, 11 de julio de 2016

LA MISIÓN DEL ESPIRITISMO(2)


          LA MISIÓN DEL ESPIRITISMO (2)


Los espiritistas, pueden llamarse cristianos porque reconocen en Jesús, al primer legislador del mundo. Porque creen que la oración del Padre Nuestro fue su código universal; porque ven en Jesús, el Sol de la Tierra, y venerando sus divinas enseñanzas, siguen la senda que trazó su evangelio, bendiciendo su nombre, y tratando de perdonar a sus enemigos, como Jesús perdonó a los fariseos que le crucificaron. Poco nos importa el nombre, lo que nosotros queremos son las buenas obras; pero es nuestro deber dejar consignado que los espiritistas tienen derecho a llamarse cristianos.
Si el llamarse cristianos quisiera significar que el que llevase ese nombre era un fiel traslado de Jesús, no habría en la Tierra ningún hombre que fuera digno de llamarse cristiano; pero siendo únicamente el nombre de su doctrina podemos llamarnos cristianos todos aquellos que tratamos de creer en ella.
¡Jesús ha vivido siempre! Desde el momento que el hombre, contemplando la bóveda estrellada en una noche de primavera cruzó las manos en señal de adoración, y su alma se puso de rodillas (como dice Víctor Hugo), el alma de Jesús murmuró en su oído: ¡Ama a Dios! Cuando el hombre, más tarde, trató de leer en las profundidades del cielo, el Espíritu del Jesús de todos los tiempos le dijo a su razón: ¡Busca a Dios! ¡Llámale, que Él te contestará!
Cuando los hombres como San Vicente de Paúl recogen a los niños huérfanos, Jesús les estrecha entre sus brazos y les dice: ¡Venid conmigo, benditos de mi padre, venid para recibir la sonrisa inefable de Dios!
Si los católicos creen que Jesús vino a la Tierra hace diecinueve siglos, los espiritistas creemos que cuantos redentores ha tenido la humanidad, todos han sido destellos de Él, rayos de ese foco de amor que vivifica a la humanidad. 
¡Oh! Sí; nosotros vemos a Jesús en la noche del tiempo lanzando una mirada melancólica sobre la Tierra, lamentando los desaciertos de las generaciones que vendrían a poblar este planeta, y como padre amoroso perdonando de antemano las locuras y los extravíos de sus hijos; escribiendo con su sangre en distintas épocas, el código de amor que había de regenerar a las humanidades del porvenir.
¡Mientras más se contempla la gran figura de Jesús, más se aleja de nosotros! Y su origen se pierde en el infinito del tiempo. Los espiritistas tienen su culto, escuchemos a Torres Solanot en su libro "El Catolicismo antes del Cristo " página 255: "Contra esos dos inmensos males, es preciso hacer tremolar a los cuatro aires una sola bandera, con un solo lema: Instrucción, Instrucción, Instrucción".
"Ésta es la Trinidad una, la trinidad que no riñe con la razón, tres unidades que claramente son la misma unidad, la que únicamente puede destruir las trinidades teológicas, y con ellas las religiones y el culto, la máscara de todas las dominaciones y misterios, invención de los sacerdotes. Debemos establecer la "adoración al Padre en Espíritu y verdad" en el templo edificado por Dios; la Naturaleza, con el director espiritual que Él nos ha dado, la Conciencia, con el único culto que Él nos ha prescrito; el Amor, templo, ministro y culto que no tiene más que una consagración: las buenas obras, mejores cuanto más trascienden a las criaturas, a los seres de todo orden que pueblan el Universo".
"Dentro de esas condiciones, dentro de estas leyes que se imponen al Espíritu como las leyes físicas a la materia, llevando en sí mismas el castigo de su transgresión, dejad a la creencia manifestarse tranquilamente, que el error no anida más que donde se comprime la idea, la fealdad del vicio no resiste jamás a la belleza de la virtud, la nube del mal es derribada por las corrientes del bien, el sol de la verdad brilla al fin de todas las tormentas en el cielo humano. Negar esto, es negar a Dios. El ateismo no es obra del Espíritu que piensa, es la obra de las religiones que tuercen la conciencia y el pensamiento humano. Sería desconocer la sabiduría divina, pretender que la miserable criatura, el gusano habitante de este planeta, inferior a muchos de los mundos que nos rodean, ha venido a corregir la obra del Creador de lo infinito, entre cuyos pliegues el hombre realiza un destino, que es el progreso, a condición de contribuir en su microscópico alcance a la armonía universal. Por eso cuando nos contemplamos a nosotros mismos en la pequeñez que representamos, volvemos a Dios el pensamiento para hallar en su grandeza un ideal de aspiración constante que nos llama a Él, tipo sublime de donde todo parte y a donde todo tiende; y cuando con los ojos del alma divisamos esos horizontes hasta el infinito dilatados, donde se presiente un progreso al fin de cada progreso, el ánimo se esparce y cobra alientos para remontarse a aquellos ideales de tanta realidad como la existencia que los concibe. La ciencia y el bien: he ahí los dos caminos paralelos que es preciso recorrer en pos de aquel ideal.
La razón ilustrada con la fe en Dios, esto es, la fe racional que brota espontáneamente en la conciencia; no hay otro guía más seguro en esta peregrinación que llamamos vida terrena".
Es una gran verdad; la fe sin la razón es un absurdo, la razón sin la fe una locura, y unidos son los dos grandes principios de todas las grandes cosas. El Espiritismo aspira a unir esas dos primeras unidades de la cantidad universal. ¡La razón, es el yo del raciocinio! ¡La fe, es el yo del sentimiento!
Cuando la humanidad llegue a saber sentir, y a saber pensar, la armonía universal será un hecho. Cada hora tiene su trabajo, cada día tiene su afán, y cada época su aspiración. El bello ideal de nuestros días es la disensión; se discute en todas partes, y todas las escuelas se apresuran a poner de relieve las excelencias del ideal religioso que defienden; ¿Cuál de ellas alcanzará la victoria? – Todas y ninguna; porque en todas las creencias hay un fondo de verdad, y ninguna posee la verdad absoluta, porque la sabiduría suprema sólo la posee Dios.
La vida de todos los hombres de la Tierra es una debilidad continuada; el hombre condena hoy el crimen que cometió ayer. A los que mandan no les gustan las reformas de los profetas; por esto lucharon nuestros padres, lucharemos nosotros, y lucharán nuestros hijos por llevar adelante la reforma universal. ¿Llegará ésta a conseguirse? Sí: se conseguirá con el transcurso de los siglos; llegará un día que repetirán las multitudes, lo que dicen hoy algunos grandes pensadores, "que como Dios no condena, no tiene que perdonar". Éste es un principio absurdo para los ignorantes; pero esencialmente lógico para aquellos que aman a Dios sobre todas las cosas. Dios podrá compadecer a los culpables, pero condenarlos, jamás.
¡La misión de las religiones cuán distinta debía ser! ¡Todas quieren ser las primeras! ¡Todas quieren ser las únicas! ¡Todas quieren ser las poseedoras de la verdad! Y el que cree tener más sabiduría, es el que está más lejos de ella. Las religiones no son otra cosa que el credo filosófico de las civilizaciones sucesivas que han ido engrandeciendo a la humanidad.
¡Las generaciones de ayer se alejan y se llevan consigo sus dogmas y sus ritos; y tal vez con ellos, vayan a otros planetas más inferiores a difundir la luz! 
Nosotros las saludamos al pasar, y les decimos: ¡Adiós! ¡Adiós, religiones misteriosas! ¡Con vuestros templos sombríos! ¡Con vuestros primitivos sacrificios! ¡Con vuestros profetas y grandes sacerdotes! Habéis terminado vuestra misión en la Tierra; ¡Id en paz!
La dejáis como la debíais dejar, en un estado de fermentación. El pasado no quiere irse, el presente titubea, y el porvenir nos dice presentándonos el telescopio y el microscopio: ¡Avanza Humanidad! Que los planetas y los infusorios te dirán dónde está Dios.
Las muchedumbres son como las olas del mar, que murmuran siempre, empujadas las unas por las otras; y aun cuando esa creencia haya existido, y exista aún, tiene su razón de ser, es un torpe cálculo. Los sacerdotes para hacerse grandes tuvieron que imponerla, y los pueblos ignorantes lo aceptaron; porque la ignorancia lo acepta todo.
El sacerdote se convierte en mediador entre Dios y Satanás, el pecador descansa en el padre de almas, paga con sus preces y queda tranquilo. Esto indudablemente es una ventaja, porque el sacerdote vive de su trabajo, y el creyente va pagando su rescate; después, la creencia en el diablo tiene otra utilidad. El amor propio del hombre, o mejor dicho, la conciencia, queda más libre; pues cuando el individuo comete un desacierto, dice queriendo creer lo que pronuncia: Caí en la tentación, seguí la inspiración de Luzbel, y es muy cómodo poder echar las culpas a otro.
Nadie cuando comete un crimen suele decir: abusé de mi albedrío porque quise. No; todos exclaman: fulano me aconsejó, yo por mí solo no lo hubiera hecho. Me tentaron, me engañaron, me sedujeron, y siempre el hombre trata de aparecer como instrumento de otra voluntad; por esto la fábula del diablo es tan antigua como el mundo, porque es útil para las religiones, y un editor responsable para la humanidad; que toda la iniquidad de sus obras se las ha dado en patrimonio a un ser imaginario.
Afortunadamente ya hemos dado un gran paso; hoy se discute, mañana no se discutirá porque no será necesario; los hombres se habrán convencido que la religión obligatoria es un absurdo, porque no hay dos espíritus que tengan igual adelanto, el culto religioso que engrandece a uno, estaciona al otro, y cuando se convenzan de esta innegable verdad, cada cual será libre para adorar a Dios a su manera; los unos en una cueva en las entrañas de la tierra, y los otros en la cumbre de las montañas, disputando su nido a las águilas; pero mientras no llegue ese mañana, tenemos que seguir labrando la tierra, preparando el terreno para los colonizadores del porvenir.
El Espiritismo no viene a reformar ninguna religión, porque todos los formalismos de las religiones nos parecen innecesarios para el porvenir. El Espiritismo no viene a destruir los templos de hoy, ni piensa levantar los del mañana; escuela puramente filosófica, escuela puramente científica, escuela puramente racionalista, que sólo se ocupa por medio del estudio en descubrir las relaciones que existen entre los que nos llamamos vivos, y los que apellidamos muertos.
Y tanto nos importa que la humanidad se refugie en las góticas catedrales, como que se postre en las mezquitas, o se siente en las sinagogas, nos es del todo indiferente, porque el Espiritismo nada tiene que ver con el formalismo de ninguna religión. No es un nuevo fanatismo, no es un nuevo misticismo, no; es únicamente uno de los muchos desenvolvimientos de la ciencia, y de la explicación científica de muchos actos que hasta ahora han parecido sobrenaturales, y que no son en realidad más que las evoluciones de la vida: esto es el Espiritismo. Un estudio razonado de la continuidad de la vida; que en este mundo, como todo, se empequeñece, y todo se amolda al pequeño criterio del hombre, muchos llamados espíritas, le han querido dar un cierto sabor místico al Espiritismo, y en realidad no lo necesita; porque una cosa es el noble recogimiento del Espíritu, y la meditación natural a que debe entregarse el alma ante lo desconocido, y otra cosa es el amaneramiento de una oración continuada, lo que sí sigue el Espiritismo es la moral de Jesús, porque ésta la siguen todos los hombres de bien, llámense católicos o materialistas; y el Espiritismo como nos evidencia la eterna vida del Espíritu, y su eterna individualidad, naturalmente, cada cual trata de mejorar sus costumbres por la cuenta que le tiene, porque ve que de su presente depende su mañana, y por esto se ve, que muchos espiritistas modifican su carácter y progresan lo poco que aquí se puede progresar, pero esto no lo hacemos para darle santidad a la escuela y crearnos atmósfera, ni tampoco queremos derribar viejos altares para levantarlos mañana con distinta forma, no. Las religiones no nos estorban, así es que no tenemos que reformar ninguna; lo que nosotros deseamos, eso sí, es la verdadera, es la completa libertad de cultos, porque ésta es la base de la civilización, porque la conciencia humana debe ser completamente libre para buscar a Dios en la creación, porque el hombre debe tener ¡Un infinito para amar! ¡Un infinito para estudiar, y un infinito para creer! ( Continúa  en el siguiente)
- Amalia Domingo Soler-

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                 Mente Curable 

"La idealización de la transformación interior con el consecuente cambio de actitud para la constante edificación personal, se torna eficiente psicoterapia, por modificar los campos establecidos y nuevas ondas de sutil energía pasaran a irradiarse, alterando las estructuras de las partículas celulares, que se encargaran de restablecer las áreas afectadas, produciendo la salud". 
Críe cada vez más paisajes mentales alegres, optimistas, saludables. 
En la mente pesimista está la mayoría de nuestras enfermedades. La mente puede ser comparada a una casa. La enfermedad y la salud son como dos personas que les gustaría vivir con usted y que tienen gustos muy diferentes. Al contrario de la salud, la enfermedad no aprecia una casa limpia, ventilada, adornada de amor y paz. 
Existe una gran diferencia entre ser enfermo y estar enfermo. Cuidado con eso. Quien se juzga un enfermo define la propia naturaleza, algo permanente y, por tanto, con reducidas oportunidades de cambiar. Pero, quien está enfermo revela una condición momentánea, pasajera. Quien es permanece. Quien está dejará esa condición en cualquier momento. 
Jamás piense o diga “yo soy un enfermo”. Diga solamente “yo estoy enfermo”. 
Es en la mente que hacemos esa diferencia. La persona que se ve enferma cree que su naturaleza es así, como si la enfermedad fuese la piel que reviste su cuerpo. Ella crea toda una atmósfera enferma, pues se comporta como un enfermo, se viste como un enfermo, habla como un enfermo y piensa como un enfermo. Diría que en esos casos los pronósticos de cura son imposibles si la persona no cambia la percepción de la enfermedad en su vida. 
El ambiente que creamos en nuestra mente definirá nuestras posibilidades de cura o manutención de la enfermedad. 
Vamos a ventilar nuestra mente con optimismo, buenas conversaciones, buenas compañías, lecturas edificantes, música agradable, ideas fraternas y muy buen humor, pues con eso la salud residirá con nosotros. 
Toda ayuda espiritual a favor de la salud depende de la existencia de un punto de contacto entre nosotros y las fuerzas divinas. 
En las curas que realizaba Jesús nunca prescindió de un mínimo de colaboración de los enfermos. Jesús aconsejaba a todos que lo buscaban, el ejercicio de la fe y la necesidad de una conversación de vida. 
La Providencia Divina jamás nos favorecerá con alguna cura sin que perciba en nosotros brotar las semillas de la transformación interior. Es necesario haber alguna resonancia entre nuestra vibración y la vibración divina, un punto en común que nos une, por semejanza, las fuerzas curativas. 
Dios es la ayuda constante. Exactamente en este instante Dios lo llena de energías amorosas aptas para curarlo. ¿Pero, será que ya nos colocamos en condiciones espirituales para recibir la cura? 
Es necesario hacer alguna resonancia entre nuestra vibración y la vibración divina, un punto en común que nos une, por semejanza, las fuerzas curativas. 


Bezerra de Menezes 
Divaldo P. Franco 
Libro “El Médico Jesús”

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       Preguntas ( y respuestas ) sobre los otros mundos


. ¿Qué grado de confianza puede haber en las descripciones que los Espíritus
hacen de los diferentes mundos?


"Esto depende del grado de adelantamiento 'real' de los Espíritus que dan estas descripciones; porque vosotros comprendéis que los Espíritus vulgares son tan
incapaces de daros noticias con respecto a esto, como un ignorante entre vosotros para
describiros todos los paises de la Tierra. Muchas veces dirigís preguntas científicas
sobre estos mundos a Espíritus que no las pueden resolver; si son de buena fe, hablan
de ellos según sus ideas personales; si son Espíritus ligeros, se divierten dándoos
descripciones extravagantes y fantásticas, tanto más que estos Espíritus que no están
desprovistos de imaginación en la erraticidad como en la Tierra, sacan de esta facultad la
narración de muchas cosas que nada tienen de real. Sin embargo, no creáis en la
imposíbílidad absoluta de tener sobre estos mundos, algunas aclaraciones, los mismos
Espíritus buenos se complacen en describiros aquellos que ellos habitan, a fin de serviros de enseñanza para mejoraros, y convidaros a seguir el camino que puede conduciros a ellos; es un medio de fijar vuestras ideas sobre el porvenir y no dejaros en la vaguedad."

¿Qué comprobación puede haber para la exactitud de estas descripciones?

"La mejor comprobación es la concordancia que puede haber entre ellas; pero
acordáos que tienen por objeto vuestra mejora moral y que por consiguiente podéis ser
informados mejor sobre el estado moral de sus habitantes que sobre el estado físico o
geológico de estos globos. Con vuestros conocimientos actuales, ni aun podríais
comprenderlo; este estudio no serviría para vuestro progreso en la Tierra, y cuando
estaréis allí tendréis toda la posibilidad de hacerlo."

EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS
ALLAN KARDEC                                                                

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   LO VERDADERO Y LO                           FALSO

¿Las doctrinas erróneas que pueden enseñarse por ciertos Espíritus, tienen por objeto el retardar el progreso de la ciencia verdadera?
"Vosotros quisiérais tenerlo todo sin trabajo; sabed que no hay campo en que no crezcan malas hierbas que el labrador debe extirpar. Estas doctrinas erróneas son una  consecuencia de la inferioridad de vuestro mundo; si los hombres fuesen perfectos, sólo aceptarían la verdad; los errores son como las piedras falsas que sólo un ojo ejercitado puede distinguir; os falta, pues, un aprendizaje para distinguir lo verdadero de lo falso; pues bien, las falsas doctrinas son útiles para que os ejerciten en la práctica de distinguir la verdad del error."

- ¿Los que adoptan el error, retrasan su adelantamiento?
"Si adoptan el error es que no están bastante adelantados para comprender la verdad."


EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS
ALLAN KARDEC


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