sábado, 16 de julio de 2016

Los aparecidos




                                                OTRA MIRADA

Cuando el peso de la vida supone un esfuerzo para continuar, no se debe parar la marcha, los pies deben caminar hasta alcanzar todo el trecho del camino y vencer los obstáculos que impiden la motivación para seguir. Jerusalén nos espera ataviada de testimonio, el mismo que tuvo que enfrentar el Maestro sin culpa. Tierra de luz y de prueba cuyo camino fue regado por el sufrimiento de la incomprensión. Él no tuvo tiempo de pensar en sí mismo, los otros, los peque- ños, los desvalidos ocupaban su mente, los verdugos llenaban su compasión. Cada uno construye su Jerusalén día a día con el paso apasionante de la vida, en un compás de notas armónicas y discordantes a la vez. Muchos son los que siguen la estela del cristiano espiritista, buscando muchas veces sin saberlo, las manos que lo rescaten del inmenso vacío que hay en sus corazones. Si nos detuviéramos un instante centrando la mirada interna en el “niño” que llega hasta nosotros, percibiríamos su presencia en la retaguardia del egoísmo que nos precede. ¡Cuánta soledad! Exclamamos, mientras muchos hermanos de evolución ahogan sus voces entre gemidos punzantes. Hay que girar la cabeza y mirar a los ojos del que se acerca. El espíritu que se acostumbró a entender la voz del Maestro ha robustecido sus brazos, sus huesos, su temple, está preparado para recoger la debilidad del que aún no aprendió a crecer, del niño psicológico que juega a vivir con el fuego de las pasiones, quemándose una y otra vez, y en ese momento del dolor, es cuando el espírita aprende a inclinarse para tomar las manos del que sucumbió a los sinsabores. No hay corazones desiertos, hay afectos que no llegan a los corazones, sentimientos que quedan congelados en los pliegues del ego marchitándose sin lograr descubrir la flor perfumada que hay en su ser. La marcha continúa aunque los pies se paren, girando en torno de una dolorosa soledad que no logra ver el desaliento ajeno. ¡Cuántas historias de frustración se escriben en el libro del Universo, hogares perdidos que contemplan impasibles los sueños y esperanzas que se quedaron en el camino. Es la hora de la compasión que debe detener el paso del trabajador para dar aliento al que se ha quedado sin el oxígeno de la alegría de vivir, el momento que no se detiene a prever los resultados ajeno al futuro inminente. Dos espíritus se funden en un instante vital, todo queda parado, el espacio se reduce a dos, el que ayuda y el que es ayudado. La sinfonía universal baja el tono de su melodía para escuchar con nitidez la acción evangélica. Es la belleza cristiana que puebla de alegría el tiempo y el espacio que enmarca la acción redentora. Ese momento en que la energía de la compasión se revela, el self todavía dormido, pero acariciado por la renovación que ya se acerca. Los otros y nosotros, no hay diferencia de grados, ni de espacio, ni de tiempo, es el momento, el instante, el segundo en que dos almas convergen en la adquisición de una nueva mirada. Es el espejo en el que nos miramos por primera vez intuyendo que lo mejor está por llegar.
 Longina
( Extraído de la Revista Actualidad Espiritista nº 26)

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                          Los aparecidos 
Allan Kardec 

La Academia define así esta palabra: «Se dice de los Espíritus que supuestamente vuelven del otro mundo». No asevera «que vuelven»; solamente hay Espíritas que puedan estar suficientemente locos para osar afirmar cosas semejantes. Sea como sea, se puede decir que la creencia en los aparecidos es universal. 

Está evidentemente fundada sobre la intuición de la existencia de los Espíritus y la posibilidad de comunicarse con ellos. Desde ese punto de vista, todo Espíritu que manifiesta su presencia, sea por medio de la escritura de un médium, sea simplemente al golpear una mesa, sería un aparecido. Sin embargo, se reserva, en general, ese nombre casi sepulcral a aquellos que se vuelven visibles y que, supuestamente, como dice, con razón, la Academia, vienen en circunstancias más dramáticas. ¿Son cuentos de la abuela? El hecho, en sí mismo, no; los accesorios, sí. 

Se sabe que los Espíritus pueden manifestarse a la vista, incluso bajo una forma tangible; he aquí lo que es real. Pero lo que es fantástico son los accesorios, y el miedo a éstos, que todo exagera, acompaña comúnmente ese fenómeno, muy simple en sí mismo, que se explica por una ley completamente natural y que no tiene, en consecuencia, nada de maravilloso ni de diabólico. ¿Por qué, pues, se tiene miedo a los aparecidos? Precisamente debido a esos propios accesorios que la imaginación se complace en volver espantosos porque se ha asustado y, tal vez, haya creído ver lo que no ha visto. 

En general, se los representa bajo un aspecto lúgubre, viniendo de preferencia por la noche, y sobre todo en las noches más sombrías, a horas fatales, en lugares siniestros, disfrazados con mortajas o vestidos de manera extraña y ridícula. El Espiritismo nos enseña, al contrario, que los Espíritus pueden mostrarse en todos los lugares, a cualquier hora, tanto durante el día como por la noche; que lo hacen, en general, con la apariencia que tenían en vida, y que tan sólo la imaginación ha creado a los aparecidos; que aquellos Espíritus que lo hacen no deben ser temidos, pues son, por lo común, parientes o amigos que vienen a nosotros por afecto, o Espíritus infelices, a los que se les puede ayudar; o son, algunas veces, bufones del mundo Espírita, que se divierten a nuestra costa y se ríen del miedo que causan. 

Se concibe que, con éstos, el mejor medio es reírse uno mismo y demostrarles que no se tiene miedo; por lo demás, se limitan, casi siempre, a hacer un alboroto y, rara vez, se vuelven visibles. La maldición está en tomar la cosa en serio, pues entonces ellos redoblan sus travesuras; más valdría exorcizar a un crío de París. Pero incluso suponiéndose que sea un Espíritu malo, ¿qué mal podría hacer, y no se tendría cien veces más que temer a un bandolero vivo que a ese bandolero muerto y transformado en Espíritu? Además, sabemos que estamos constantemente rodeados de Espíritus, que sólo difieren de aquellos que se denominan aparecidos porque no se los ve. 

Los adversarios del Espiritismo no dejarán de acusarlo de dar crédito a una creencia supersticiosa: pero al ser el hecho de las manifestaciones visibles comprobado, explicado por la teoría y confirmado por muchos testimonios, no se puede hacer que ese hecho no exista, y todas las negaciones no impedirán que se produzca, pues hay pocas personas que, al consultar sus memorias, no recuerdan algún hecho de esa naturaleza que no pueden poner en duda. Vale mucho más, pues, que uno sea esclarecido sobre lo que hay de verdadero o de falso, de posible o de imposible en los relatos de ese género. Es explicando una cosa, razonando sobre ella, que nos precavemos contra un temor pueril. 

Conocemos a un buen número de personas que tenían un gran miedo a los aparecidos. Hoy en día, cuando, gracias al Espiritismo, saben lo que es eso, su más fuerte deseo es ver a los aparecidos. Conocemos a otras que han tenido visiones, de las que habían estado muy asustadas. Ahora que comprenden, no quedan afectadas en absoluto. Se conocen los peligros del mal del miedo para los cerebros débiles. Ahora bien, uno de los resultados del conocimiento del Espiritismo esclarecido es precisamente curar ese mal, y no está allí uno de sus menores beneficios. 

Revista Espírita. Periódico de Estudios Psicológicos, 3º año, nº 7

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¿El alma y el cuerpo de las 

personas, fueron creados al 

mismo tiempo?

Evidentemente el alma de una persona es inconmensurablemente  mucho más vieja que su cuerpo; esta  lleva rodando evolutivamente desde lo más lejano en  la noche de los tiempos y durante  tantas y tantas  existencias humanas, mientras que su cuerpo actual  no tiene  otro  punto de partida que el de su propio nacimiento en la vida actual.
Esto se  llega a comprender  al considerar que si el Espíritu  humano  hubiese sido creado al mismo tiempo que el cuerpo físico de la persona, no tendrían en ese caso, razón de ser ni explicación, las reminiscencias, las intuiciones  y  las aptitudes a veces tan desarrolladas y  asombrosas de carácter intelectual o artístico con las que muchos nacen, y  que diferencian a unas personas de otras.
A su vez, si  todas las almas fuesen igual de “viejas”, tampoco tendrían explicación los diversos niveles de   aptitudes, de madurez psicológica, creativa, y de moralidad existentes, que por más que se pretenda por parte de la Ciencia oficial, no pueden ser explicados en su totalidad cuando se basan solamente en  las leyes de la herencia genética o de las capacidades cerebrales.
Sin embargo sí  que encuentran explicación completa esas capacidades y aptitudes, de modo global y coherente, cuando admitiendo en el ser humano  la existencia de un  alma como energía vitalizadora, pensante, sintiente y racional que acompaña al cuerpo físico  al que lógicamente  preexiste  y sobrevive, demostrando esas capacidades y aptitudes que solamente pudo adquirir en  anteriores existencias corporales.
Si consideramos por separado al Espíritu y al Cuerpo, comprenderemos que el cuerpo por sí solo no es nada; solamente un conjunto de materia carnal de naturaleza animal,  limitada en el espacio físico y sujeto a todas las leyes físicas,  pero  si consideramos que el Espíritu encarnado o Alma tiene que ser  causa  de la existencia del  cuerpo , no podemos admitir que el cuerpo, que es efecto del  Alma  que lo vitaliza y se manifiesta  a través de él, se genere en el mismo instante o incluso antes que el Espíritu que es la causa que le da razón de existir .
Ningún efecto  se produce  si  no existe antes la causa que lo  produce. La causa tiene que ir forzosamente por delante de su efecto.
El cuerpo para su formación, necesitó además del hogar uterino y de la herencia genética con el ADN de sus progenitores, la existencia previa de un alma que junto con su cuerpo  completase un ser humano.
El alma da vida al cuerpo, lo conforma y lo dirige: constituye con él un ser humano. El cuerpo sin su alma, no sería nada más que un montón de carne sin razón de ser  por sí mismo.
Más descabellado aún sería  tomar el efecto por la causa,  si se admitiese que la materia crea o configura al alma  que la anima. Es el caso, cuando algún sector de la ciencia académica se ha aventurado en afirmar que el pensamiento es producido o secretado por el cerebro, pero sin embargo el cerebro solamente es el medio que permite manifestarse al pensamiento, que en sí mismo es un atributo del alma,  pero el cerebro no lo produce, pues un órgano material no puede producir o crear un elemento inmaterial como lo es un pensamiento  o un acto volitivo o de carácter ético o estético.

- Jose Luis Martín-

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“La fuerza del Espiritismo reside en su filosofía, en el llamamiento que hace a la razón y en el    buen sentido”.

Allán Kardec-

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         EL HOMBRE INTELIGENTE 

El Libro de los Espíritus. Pregunta No.592: 
Si comparamos al hombre con los animales desde el punto de vista de la inteligencia, la línea de demarcación entre uno y otros parece difícil de trazar, porque algunos animales tienen, desde ese punto de vista, una notoria superioridad sobre determinados hombres. Esa línea de demarcación, ¿puede ser trazada de una manera precisa? 
“Sobre este punto vuestros filósofos no están muy de acuerdo. Algunos pretenden que el hombre sea un animal; otros, que el animal sea un hombre. Ninguno tiene razón. El hombre es un ser aparte, que a veces se rebaja demasiado o se eleva muy alto. En lo físico, el hombre es como los animales y se encuentra menos dotado que muchos de ellos. La naturaleza ha dado a los animales todo lo que el hombre está obligado a inventar con su inteligencia para satisfacer sus necesidades, con miras a su conservación. El cuerpo del hombre se destruye como el de los animales, es cierto, pero su Espíritu tiene un destino que sólo él puede comprender, porque sólo él es completamente libre. ¡Pobres hombres, que os rebajáis al nivel de los irracionales! ¿No sabéis distinguiros de ellos? Reconoced al hombre por el pensamiento de Dios.” 
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En verdad, el hombre inteligente no es aquel que sólo calcula, sino el que transforma su raciocinio en emoción para comprender la vida y sublimarla. Pudiendo atraer las riquezas
del mundo, se abstiene del exceso para vivir con simplicidad, sin perturbar las necesidades ajenas. 
Guardando el conocimiento superior, no se encierra en el orgullo, más se aproxima al ignorante para ayudarlo a instruirse. Disponiendo de medios para hacer que el prójimo se esclavice a su interés, trabaja espontáneamente por el placer de servir. Y atesorando virtudes irreprochables, no huye a la convivencia con las víctimas del mal, actuando, sin escarnio o condena, para liberarlas del vicio. El hombre inteligente, según el modelo de Jesús, es aquel que siendo grande sabe empequeñecerse para ayudar a los que caminan en diferente nivel, consagrándose al bien de los otros para que los otros compartan su ascensión hacia Dios. 

Emmanuel.
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Médiums especiales para los efectos intelectuales
                          Aptitudes diversas.


- Médiums auditivos: los que oyen a los Espíritus. Bastante comunes. 
Hay muchos que se figuran oír lo que no está sino en su imaginación.

- Médiums parlantes: los que hablan bajo la influencia de los Espíritus. Bastante comunes. 

- Médiums videntes: los que ven a los Espíritus en estado de vigilia o despiertos. La vista accidental y fortuita de un Espíritu en una circunstancia particular es bastante frecuente; pero la vista habitual o facultativa de los Espíritus sin distinción, es excepcional.
Es una aptitud a la cual se opone el estado actual de los órganos; por esto es útil el no creer siempre bajo palabra a los que dicen ver a los Espíritus.

- Médiums inspirados: aquellos cuyos pensamientos son sugeridos por los Espíritus, lo más frecuente sin saberlo, ya sea para los actos ordinarios de la vida, ya sea para los grandes trabajos de la inteligencia. 

- Médiums de presentimientos: personas que en ciertas circunstancias tienen una vaga intuición de las cosas futuras vulgares. 

- Médiums proféticos: variedad de los médiums inspirados o de presentimientos; reciben con el permiso de Dios y con más precisión que los médiums de presentimientos la revelación de las cosas futuras de un interés general, y que están encargados de
hacer conocer a los hombres para su instrucción.
Si hay verdaderos profetas hay muchos más de falsos, que toman los sueños de su imaginación por revelaciones, cuando no son embrollones que se hace pasar por tales por ambición. (Véase El libro de los Espíritus, núm. 624, “Caracteres del verdadero profeta”).

- Médiums sonámbulos: los que en estado de sonambulismo están asistidos por los Espíritus.

- Médiums extáticos: los que en estado de éxtasis reciben revelaciones de parte de los Espíritus.
Muchos extáticos son juguete de su propia imaginación y de los Espíritus mentirosos que aprovechan su exaltación. Los que merecen una entera confianza son muy raros.

- Médiums pintores y dibujantes: los que pintan o dibujan bajo la influencia de los Espíritus. Nosotros hablamos de aquellos que obtienen cosas serias, porque no se podría dar este nombre a ciertos médiums que los Espíritus burlescos les hacen dibujar cosas grotescas que desaprobaría el último aprendiz.
Los Espíritus ligeros son imitadores. En la época que aparecieron los notables dibujos de Júpiter, salieron gran número de pretendidos médiums dibujantes, con los cuales los Espíritus burlones se divirtieron en hacerles las cosas más ridículas. Uno de ellos, entre otros, queriendo eclipsar los dibujos de Júpiter, al menos por la dimensión ya que no por la calidad, hizo dibujar a un médium un monumento que ocupaba un gran número de hojas,
hasta alcanzar la altura de dos pisos. Muchos otros hicieron titulados retratos que eran verdaderas caricaturas. (Revista Espírita, agosto de 1858).

- Médiums músicos: los que ejecutan, componen o escriben música bajo la influencia de los Espíritus. Hay médiums músicos, mecánicos, semimecánicos, intuitivos e inspirados, como para las comunicaciones literarias. (Véase “Médiums de efectos  musicales”).

EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.

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